Iniciación Humana y solar
Por el Maestro Tibetano
Djwhal
Khul
(Alice A. Bailey)
|
![]() |
El
Señor Buda ha expresado que:
No hemos
de creer en lo dicho, simplemente porque fue dicho; ni en las tradiciones,
porque han sido trasmitidas desde la antigüedad; ni en los rumores;
ni en los escritos de los sabios, porque han venido de ellos; ni en
las fantasías, que se suponen haber sido inspiradas por un deva (es
decir, una supuesta inspiración espiritual); ni en las deducciones
basadas en alguna suposición casual; ni por lo que parece ser una necesidad
analógica; ni por la mera autoridad de nuestros instructores o maestros,
sino que hemos de creer cuando lo escrito, la doctrina o lo dicho,
está corroborado por nuestra propia razón y conciencia. Por eso, enseñé
a no creer lo que oyen decir, sino que, cuando lo crean conscientemente,
actúen de acuerdo y plenamente.
La Doctrina Secreta, T.
VI. p. 49 |
PRÓLOGO
El tema que se refiere a la Iniciación ejerce una gran fascinación
sobre los pensadores de todas las escuelas de pensamiento, y hasta los
escépticos y los dispuestos a la crítica, quisieran creer en la posibilidad
de esta realización final. A quienes no creen que tal meta es posible, se les
ofrece este libro por su valor y por la formulación de una interesante
hipótesis. A aquellos que esperan tal consumación de todos sus esfuerzos se
les ofrece este libro con la esperanza de que les sirva de inspiración y
ayuda. Los pensadores occidentales de la
actualidad, sostienen una gran diversidad de puntos de vista sobre este
trascendental tema. Algunos creen que no es de suficiente importancia
inmediata como para merecer su debida atención, y que si el hombre común
sigue el sendero del deber y le presta atención a todos sus problemas, con
mente elevada, llegará a destino. Sin duda alguna esto es verdad; no
obstante, a medida que la capacidad de servir acrecentadamente y el
desarrollo de los poderes que deben emplearse para ayudar a la raza,
constituyan la recompensa del hombre dispuesto a realizar el mayor esfuerzo y
a pagar el precio que demanda la iniciación, quizás este libro sirva a
alguien de acicate para la realización, que de otro modo hubiera ido hacia su
meta lentamente y a la deriva. Así llega a ser dador y no el que recibe
ayuda. Otros consideran errónea la enseñanza
expuesta en los distintos libros que tratan el tema de la iniciación. La
iniciación ha sido presentada como algo fácil de lograr y que no exige tal
rectitud de carácter como se ha creído. Los siguientes capítulos demostrarán
que la crítica no es inmerecida. La iniciación es muy difícil de lograr;
exige la estricta disciplina de la entera naturaleza inferior y una vida de
renunciamiento y de abnegada devoción. También debe tenerse presente que la
enseñanza primitiva es correcta en su esencia,. aunque empequeñecida en su
interpretación. Aún hay quienes se interesan en ello,
pero consideran que las posibilidades implicadas son demasiado avanzadas para
ellos y que no deben tratarlas en esta etapa de su evolución. Este libro
intenta poner de manifiesto que aquí y ahora, el hombre común puede comenzar
a desarrollar el carácter y sentar las bases del conocimiento necesario para
obtener la debida preparación, antes de poder hollar el sendero del
discipulado. En esta forma todos los hombres y mujeres, si lo desean, pueden
recorrer el sendero de probación a fin de prepararse para el discipulado. Centenares de personas, en Oriente y
Occidente, avanzan hacia esta meta y en la unidad del único ideal, en común esfuerzo
y aspiración, se reunirán ante el único portal. Entonces se reconocerán como
hermanos, separados sólo por el idioma y la aparente diversidad de
creencias, pero teniendo fundamentalmente la misma y única verdad y sirviendo
al mismo Dios. ALICE
A. BAILEY New
York, 1922. |
RESUMEN
DE UNA DECLARACIÓN HECHA POR EL TIBETANO PUBLICADA
EN AGOSTO DE 1934 Solamente diré que soy un discípulo tibetano de cierto grado;
esto puede significar muy poco para ustedes, porque todos son discípulos,
desde el aspirante más humilde hasta más allá del Cristo Mismo. Tengo cuerpo
físico lo mismo que todos los hombres; resido en los confines del Tíbet y, a
veces (desde el punto de vista exotérico), cuando me lo permiten mis
obligaciones, presido un grupo numeroso de lamas tibetanos. A esto se debe
la difusión de que soy un abad de ese monasterio lamásico. Aquellos que
están asociados conmigo en el trabajo de la Jerarquía (todos los verdaderos
discípulos están unidos en este trabajo) me conocen también con otro nombre
y cargo. A, A. B. conoce dos de mis nombres. Soy un hermano que ha andado un poco
más por el sendero y, por consiguiente, tengo más responsabilidades que el
estudiante común. He luchado y me he abierto camino hacia la luz y logrado
mayor cantidad de luz que el aspirante que leerá este artículo, por lo
tanto, tengo que actuar como transmisor de luz, cueste lo que cueste. No soy
un hombre viejo, con respecto a lo que la edad puede significar en un
instructor, ni tampoco soy joven e inexperto. Mi trabajo consiste en enseñar
y difundir el conocimiento de la Sabiduría Eterna donde quiera que encuentre
respuesta, y esto lo he estado haciendo durante muchos años. Trato también
de ayudar a los Maestros M. y K. H. en todo momento, porque estoy relacionado
con Ellos y Su trabajo. Lo expuesto hasta aquí encierra
mucho, pero no les digo nada que pueda inducirles a ofrecerme esa ciega
obediencia y tonta devoción que el aspirante emocional brinda al Gurú y
Maestro con el que aún no está en condiciones de tomar contacto, ni puede
lograrlo hasta tanto no haya trasmutado la devoción emocional en
desinteresado servicio a: la humanidad, no al Maestro. No espero que sean aceptados los
libros que he escrito. Pueden o no ser exactos, correctos y útiles. El
lector puede comprobar su verdad mediante la práctica y el ejercicio de la
intuición. Ni A. A. B. ni yo, tenemos interés en que se los considere como
que han sido inspirados, ni tampoco que se diga misteriosamente que son el
trabajo de uno de los Maestros. Si estos libros presentan la verdad de
tal manera que pueda considerarse como la continuación de las enseñanzas
impartidas en el mundo, y si la instrucción suministrada eleva la aspiración
y la voluntad de servir desde el plano de las emociones al plano mental (el
plano donde pueden hallarse los Maestros), entonces estos libros habrán
cumplido su propósito. Si la enseñanza impartida encuentra eco en la mente
iluminada del trabajador mundial y si despierta su intuición, entonces
acéptense tales enseñanzas. Si estas afirmaciones son comprobadas
oportunamente y consideradas como verdaderas bajo la prueba de la Ley de
Correspondencias, muy bien, pero si esto no es así, no se acepte lo expuesto. |
CAPÍTULO
I OBSERVACIONES
PRELIMINARES Antes de entrar a tratar el tema
referente a la Iniciación, a los Senderos que se abren ante el hombre
perfecto y a la Jerarquía oculta, deben hacerse algunas observaciones
esenciales para un concienzudo estudio y comprensión de las ideas presentadas. Debemos reconocer que en este libro se
afirman hechos y se hacen declaraciones definidas, que no son susceptibles de
comprobación inmediata por parte del lector. Para evitar la creencia de que
la autora se adjudica autoridad y prestigio por el conocimiento expresado,
ella rechaza rotundamente tales pretensiones y no puede hacer otra cosa que
presentar estas afirmaciones como temas de facto. Sin embargo, pide
encarecidamente a quienes encuentren algún mérito en estas páginas, no los
sorprenda si existe un cierto aparente dogmatismo en la presentación. La
imperfecta personalidad de la autora no debe ser un impedimento para
considerar con mente abierta el mensaje en que aparece su nombre. En las,
cuestiones espirituales, nombres, personalidades y la opinión externa
autorizada, son de poca importancia. Constituyen de por sí, sólo una guía
segura que garantiza el reconocimiento y la orientación internos. Por lo
tanto, no tiene mayor importancia si el lector recibe el mensaje de estas
páginas como un llamado espiritual en un escenario idealista, como una
afirmación de hechos supuestos o una teoría desarrollada por un estudiante y
presentada a la consideración de sus condiscípulos. Se brinda a todos por la
respuesta interna que pueda evocar y la luz o inspiración que pueda traer. En estos días de desintegración de
viejas formas y construcción de nuevas, es muy necesaria la adaptabilidad.
Debemos evitar el peligro de la cristalización, por medio de la flexibilidad
y la expansión. El "viejo orden de cosas, cambia", pero primordialmente
es un cambio de dimensiones y de aspecto y no básico o material. Los
fundamentos han sido' siempre verdaderos. A cada generación le corresponde
conservar los rasgos esenciales de la vieja y querida forma, a la vez que
ampliarla y enriquecerla inteligentemente. Cada ciclo debe aportar lo
adquirido mediante las investigaciones y los esfuerzos científicos, y
sustraer lo inútil y decadente. Cada era debe construir con el producto y los
triunfos de ese período y desechar las acumulaciones del pasado que tienden
a hacer borrosos e indefinibles los contornos. A cada generación se le
proporciona el gozo de demostrar, sobre todo, la fuerza de las antiguas bases
y la oportunidad de construir sobre ellas una estructura que satisfará las
necesidades de la vida interna en evolución. Las ideas aquí desarrolladas están
corroboradas por ciertos hechos, expuestos en la actual literatura esotérica,
y son tres:
Se sugiere al lector que recuerde y
valore ciertas ideas, antes de emprender el estudio de la Iniciación. Debido
a la extrema complejidad del tema sólo es factible obtener una idea del
esquema general, de ahí la inutilidad del dogmatismo. Lo único que podemos
hacer es sentir una fracción de algún todo maravilloso, más allá del alcance
de nuestra conciencia, un todo que sólo el Ángel más excelso o Ser más
perfecto, recién comienza a comprender. Cuando se reconozca que el hombre
común sólo ha sido hasta ahora plenamente consciente en el plano físico, semiconsciente
en el emocional y comienza a desarrollar la conciencia en el plano mental,
se evidenciará que su comprensión de las informaciones cósmicas sólo puede
ser rudimentaria. Cuando se conozca también que ser consciente en un plano y ejercer control en él, son dos cosas completamente distintas,
será evidente que es remota la posibilidad de conocer algo más de la
tendencia general del esquema cósmico. Además, se deberá reconocer que el
peligro reside en el dogma y en el hermetismo de los libros de texto y que la
seguridad otorga flexibilidad al cambiante punto de vista. Por ejemplo, un
hecho, desde el punto de vista de la humanidad (empleando la palabra hecho en, sentido científico, como
algo demostrado y comprobado más allá de toda duda y controversia), puede no
ser un hecho desde el punto de vista de un Maestro. Para Él, puede ser tan
sólo parte de un hecho mayor, la fracción de un todo. Puesto que su visión
abarca la cuarta y la quinta dimensión, el conocimiento sobre el lugar que
ocupa el tiempo en la eternidad debe ser más exacto que el nuestro. Vé las
cosas desde arriba, como si el tiempo no existiera para Él. En la mente del Logos o Deidad de
nuestro sistema solar, existe un inexplicable principio de mutación, que rige
todas Sus acciones. No vemos nada más que las formas siempre mutables, y
captamos en ellas vislumbres de la vida en constante evolución, pero no conocemos aún el principio que
actúa a través del variante caleidoscopio de los sistemas solares, rayos,
jerarquías, planetas, planos, esquemas, rondas, razas y subrazas. Todos se
entretejen, entrelazan e interpenetran, asombrándonos el maravilloso diseño
que se despliega ante nosotros. Sabemos que en alguna parte de ese esquema,
nosotros, la jerarquía humana, tenemos nuestro lugar. En consecuencia, todo
lo que podemos hacer es aprovechar la oportunidad que nos presenta nuestro
bienestar y nuestra propia evolución, además de lo que proviene del estudio
del ser humano en los tres mundos, tratando de esa manera de comprender
parcialmente el macrocosmos. No sabemos cómo el Uno puede convertirse en los
tres, los tres en los siete y así sucesivamente, hasta inconcebibles
diferenciaciones. Para la visión humana, este entrelazamiento del sistema
encierra una complejidad inimaginable, cuya clave ni siquiera se vislumbra.
Desde el punto de vista de un Maestro, todo prosigue en ordenada secuencia.
Desde el punto de vista de la visión divina, el todo se mueve armónicamente
al unísono, produciendo una forma geométricamente exacta. Browing había
logrado parte de la verdad cuando escribió: "Todo es cambio, pero también
permanencia..." y continuó: "La verdad
interna y la verdad externa, verdad también, y, entre ambas, la falsedad que
es cambio, así como la verdad es permanencia". "La verdad toma sucesivas formas en un grado
mayor a su última presentación...". Debe recordarse también que más allá
de cierto punto no es conveniente ni prudente dar información sobre los
hechos del sistema solar. Mucho debe permanecer esotérico y velado. Los
riesgos que trae el conocimiento excesivo son mucho más grandes que la
amenaza del poco conocimiento. Con el conocimiento viene la responsabilidad y
el poder ‑dos cosas para las cuales la raza no está aún preparada. Por
lo tanto, todo lo que podemos hacer es estudiar y correlacionar, aplicando
la sabiduría y la discreción que poseamos, utilizando el conocimiento
adquirido en bien de quienes tratamos de ayudar y reconociendo que el empleo
inteligente del conocimiento acrecienta la capacidad para recibir la
sabiduría oculta. Paralelamente y de acuerdo a la inteligente adaptación del
conocimiento a las necesidades ambientales, debemos aumentar la capacidad de
mantener una discreta reserva y de emplear la facultad discriminadora. Cuando
podamos utilizar inteligentemente el conocimiento, retenerlo discretamente
y discriminar con sensatez, ofreceremos a los observadores instructores de
la raza, la mejor garantía de que estamos preparados para una nueva
revelación. Debemos resignarnos ante el hecho de
que el único modo para encontrar la clave del misterio de los rayos, sistemas
y jerarquías, reside en el estudio de la Ley de Correspondencias o Analogías.
Es el único hilo capaz de guiarnos a través del laberinto y el único rayo de
luz que brilla en la oscuridad de la ignorancia circundante. H. P. Blavatsky
lo ha expresado en La Doctrina
Secreta, pero hasta ahora los estudiantes no han aprovechado esa
clave. Al estudiar esta Ley debemos recordar que la analogía reside en su
esencia y no en los detalles exotéricos, según creemos desde nuestro actual
punto de vista. Por un lado nos desvía el factor tiempo y erramos cuando
tratamos de establecer tiempo y límites fijos; todo en la evolución progresa
por la unión y por un constante proceso de fusión, superposición y mezcla.
Para el estudiante común, sólo pueden darse amplias generalidades y el
reconocimiento de los puntos fundamentales de la analogía. En cuanto intenta
reducir a diagramas y clasificaciones detallados,
entra en reinos donde está sujeto al error y entonces tambalea a través
de la niebla que, finalmente, lo abruma. No obstante, mediante el estudio
científico de la Ley de Analogía se obtendrá un acrecentamiento gradual del
conocimiento y en la lenta acumulación de los hechos se construirá una forma
que, en continua expansión, encerrará gran parte de la verdad. El estudiante
comprenderá entonces que, después de todo, debido a su estudio y esfuerzo,
tiene por lo menos un concepto amplio y general de la forma mental logoica, a
la cual podrá adaptar los detalles, a medida que los adquiera en el curso de
muchas encarnaciones. Esto nos lleva al último punto que debe ser considerado
antes de entrar en el tema propiamente dicho y es que:
El desarrollo del ser humano consiste en el paso de un estado de
conciencia a otro. Es una sucesión de expansiones, un desarrollo de la
facultad perceptiva que constituye la característica predominante del
inmanente Pensador. Es el progreso de la conciencia centralizada en la
personalidad, yo inferior o cuerpo, hacia la conciencia centralizada en el yo
superior, ego o alma y, de allí, pasa a centralizarse en la mónada o
espíritu, hasta que oportunamente la conciencia llega a ser divina. A medida
que el ser humano se desarrolla, la facultad de percepción se amplía más allá
de los límites que lo confinan en los reinos inferiores de la naturaleza ‑mineral,
vegetal y animal‑, en los tres mundos de la evolucionante
personalidad, en el planeta donde desempeña su parte y en el sistema donde
ese planeta gira, hasta que, finalmente, se evade del sistema solar mismo y
llega a ser universal. |
CAPITULO
II DEFINICIÓN
DE LA INICIACIÓN El tema de la iniciación se está
generalizando cada vez más entre el público. No pasarán muchos siglos sin que
se restauren los antiguos misterios y la iglesia posea un grupo interno; en
la iglesia del futuro, cuyo núcleo interno se está formando, la primera
iniciación será exotérica, vale decir, que la primera iniciación constituirá
antes de mucho tiempo, la ceremonia más sagrada de la iglesia y será
celebrada en forma exotérica, por ser uno de los misterios revelados en
determinados períodos, y a ella asistirán quienes estén implicados. También
ocupará un lugar similar en el ritual de los masones. En esta ceremonia,
quienes estén preparados para la primera iniciación, serán admitidos públicamente
en la Logia por uno de sus miembros, autorizado para ello por el gran
Hierofante Mismo. Definición
de cuatro palabras. Al hablar de la iniciación, la
sabiduría, el conocimiento o el sendero de probación, ¿qué queremos significar?
Empleamos las palabras con mucha ligereza sin considerar el significado involucrado.
Tomemos, por ejemplo, la primera de las palabras mencionadas. Muchas son las
definiciones y explicaciones respecto a su alcance, a los pasos preliminares
al trabajo que debe realizarse entre iniciaciones y a sus resultados y
efectos. Una cosa es evidente para el estudiante más superficial, y es que la
magnitud del tema es tal que, a fin de dilucidarlo adecuadamente, habría que
escribir desde el punto de vista de un iniciado. En caso contrario, todo
cuanto se diga podrá ser razonable, lógico, interesante, sugestivo, pero no
concluyente. La
palabra iniciación, deriva de
dos palabras latinas: In en, Ire ir; por lo tanto, es la
iniciación de un comienzo o la
entrada en algo. En el caso que estamos estudiando significa, en su más
amplio sentido, la entrada en la vida espiritual o en una nueva etapa de esa
vida. Es el primer paso y los subsiguientes en el sendero de santidad. Por lo
tanto, quien recibió la primera iniciación dio literalmente el primer paso
en el reino espiritual, saliendo del
reino puramente humano, para entrar en el superhumano. Así como salió del
reino animal y entró en el humano, en la individualización, así entra en la
vida del espíritu y, por primera vez, tiene el derecho de llamarse
"hombre espiritual", en el significado técnico de la palabra.
Entra en la quinta etapa, la última, de nuestra actual quíntuple evolución.
Después de haber palpado su camino a través del Aula de la Ignorancia, durante
muchas épocas, e ingresado en la escuela en el Aula del Aprendizaje, ingresa
en la Universidad o Aula de la Sabiduría. Cuando egrese de ella se graduará
con el grado de Maestro de Compasión. Podría ser de beneficio estudiar
primero la diferencia o conexión entre Conocimiento, Comprensión
y Sabiduría. Aunque en el lenguaje común estos términos parecen
sinónimos, son técnicamente diferentes. Conocimiento es el resultado del Aula del
Aprendizaje. Podría decirse que constituye la totalidad de los descubrimientos
y experiencias humanos y lo que puede ser reconocido por los cinco sentidos y
correlacionado, diagnosticado y definido por el intelecto humano. Es aquello
de lo que estamos mentalmente seguros o podemos corroborar por el
experimento. Es un compendio de las artes y las ciencias. Concierne a todo lo
que trata de la construcción y el desarrollo del aspecto forma de las cosas
y, por lo tanto, del aspecto material de la evolución, la materia de los
sistemas solares en el planeta, en los tres mundos de la evolución humana y
en los cuerpos humanos. Sabiduría es el resultado del Aula de la
Sabiduría. Concierne al desarrollo de la vida dentro de la forma, al
progreso del espíritu a través de los vehículos, siempre mutables, y a las expansiones
de conciencia que se suceden una vida tras otra. Trata del aspecto vida de
la evolución. Debido a que se refiere a la esencia de las cosas y no a las
cosas mismas, es la captación intuitiva de la verdad, independiente de la
facultad razonadora; la innata percepción, capaz de diferenciar lo falso de
lo verdadero, lo real de lo irreal. Es algo más que eso, constituye la
creciente capacidad del Pensador para penetrar cada vez más dentro de la
mente del Logos, comprender la verdadera interiorización del gran espectáculo
del universo, ver el objetivo y armonizarse progresivamente con la medida
superior. Puede ser descrito para nuestro propósito (que consiste en
estudiar el Sendero de Santidad y sus diversas etapas), como el conocimiento
del "Reino del Dios interno" y la captación del "Reino del
Dios externo" en el sistema solar. Quizás podría decirse que es la gradual
fusión de los senderos del místico y del ocultista ‑la construcción del
templo de la sabiduría sobre los cimientos del conocimiento. La sabiduría es la ciencia del
espíritu, así como el conocimiento es la ciencia de la materia. El
conocimiento es separatista y objetivo, mientras que la sabiduría es
sintética y subjetiva. El conocimiento separa, la sabiduría une. El
conocimiento hace diferencias, mientras que la sabiduría fusiona. Entonces,
¿qué significa comprensión? Comprensión puede definirse como la facultad del
Pensador, en el tiempo, para apropiarse del conocimiento como base de la
sabiduría, aquello que permite adaptar las cosas de la forma a la vida del
espíritu, recibir destellos de inspiración, provenientes del Aula de la
Sabiduría, y vincularlos a los hechos del Aula del Aprendizaje. Quizás la
idea podría ser mejor expresada si se dijera que: La sabiduría concierne a1 yo y el
conocimiento al no‑yo, mientras que la comprensión es el punto de
vista del ego o pensador, o la relación entre el yo y el no‑yo. En el Aula de la Ignorancia controla
la forma y predomina el aspecto material de las cosas. El hombre se
centraliza así en la personalidad o yo inferior. En el Aula del Aprendizaje
el yo superior o ego lucha por dominar esa forma, hasta que gradualmente
alcanza un punto de equilibrio, donde ninguno de los dos controlan totalmente
al hombre. Luego, el ego controla cada vez más, hasta que en el Aula de la
Sabiduría domina en los tres mundos inferiores y, acrecentadamente, la
divinidad inherente asume el control. Aspectos de la
Iniciación
La iniciación o el proceso de
experimentar la expansión de conciencia es parte del proceso normal del
desarrollo evolutivo, considerado en amplia escala y no desde el punto de
vista del individuo. Observado desde el ángulo individual, llega a reducirse
hasta el instante en que el ente evolucionante comprende que (por su propio
esfuerzo y ayudado por el consejo y sugerencia de los Instructores
observadores de la raza) ha llegado a una etapa donde adquiere cierto grado
de conocimiento subjetivo, desde el punto de vista del plano físico. La
experiencia es similar a la del alumno en la escuela, cuando se da cuenta
repentinamente que domina la lección y que el tema y el método del proceso le
pertenecen a fin de aplicarlos inteligentemente. Estos instantes de captación
inteligente siguen a la mónada evolucionante en su largo peregrinaje. Lo que
ha sido parcialmente mal interpretado en esta etapa de comprensión, es el
hecho de que en los distintos períodos se acentúa la importancia de los
variados grados de expansión y la Jerarquía se esfuerza en llevar a la raza
a la etapa en que sus entes tengan alguna idea del próximo paso a dar. Cada,
iniciación indica el paso del estudiante por el Aula de la Sabiduría hacia un
grado superior y además el claro resplandor del fuego interno y la transición
de un punto de polarización a otro; implica la comprensión de la creciente
unidad con todo lo que vive y la esencial unicidad del yo con todos los yoes;
da por resultado un horizonte que se ensancha continuamente hasta incluir la
esfera de la creación, o la creciente capacidad de ver y oír en todos los
planos. Es poseer una acrecentada conciencia de los planes de Dios para el
mundo y la capacidad de desarrollar dichos planes. Es el esfuerzo de la
mente abstracta para aprobar un examen. Es figurar en el cuadro de honor de
la escuela del Maestro, dentro de la realización de esas almas cuyo karma lo
permite y su esfuerzo es suficiente para alcanzar la meta. La iniciación conduce al monte en que
se puede obtener la visión; la visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el
presente y el futuro, existen como uno; la visión de la historia de las
razas con el hilo de oro de su genealogía, seguida a través de numerosos
tipos; la visión de la dorada esfera que mantiene al unísono las múltiples
evoluciones de nuestro sistema: dévica, humana, animal, vegetal, mineral y
elemental, a través de las cuales puede verse claramente que la vida
palpitante late con ritmo regular; la visión de la forma mental del Logos en
el plano arquetípico, visión que se acrecienta de una iniciación a otra hasta
abarcar todo el sistema solar. La iniciación conduce a esa corriente
que, cuando se ha penetrado en ella, arrastra al hombre hasta llevarlo a los
pies del Señor del Mundo, a los pies de su Padre en los Cielos, a los pies
del triple Logos. La iniciación conduce a la caverna en cuyos muros limitadores
se conocen los pares de opuestos y se revela el secreto del bien y del mal.
Conduce a la Cruz y al total sacrificio que debe consumarse antes de lograr
la perfecta liberación, donde el iniciado se libera de todas las cadenas
terrenales y nada lo retiene en los tres mundos. Lleva a través del Aula de
la Sabiduría y pone en las manos del hombre, en forma gradual, la clave de
toda información cósmica y del sistema. Revela el misterio oculto subyacente
en el corazón del sistema solar. Conduce de un estado de conciencia a otro.
A medida que entra en cada estado, el horizonte se ensancha, la vista se extiende
y la comprensión es más incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto
en que el yo abarca todos los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según
una antigua escritura. La iniciación implica ceremonia. Este
aspecto es el que más se ha hecho resaltar en la mente de los hombres,
omitiendo algo de su verdadera significación. Primordialmente implica la
capacidad de ver, oír y comprender, de sintetizar y correlacionar el
conocimiento, aunque no necesariamente el desarrollo de las facultades
síquicas, pero entraña la comprensión interna que ve el valor subyacente en
la forma y reconoce el propósito de las circunstancias prevalecientes. Es la
capacidad de presentir la lección que se ha de aprender en cualquier
acontecimiento dado, y esta comprensión y reconocimiento da por resultado,
cada hora, cada semana y cada año, un progreso y expansión. Este proceso de
gradual expansión ‑resultado del esfuerzo definido y de una ardua vida
y correcto pensar del aspirante, y no de algún instructor esotérico que
celebra un rito oculto‑ conduce a lo que podría llamarse una crisis. En esta crisis, donde es necesaria la
ayuda de un Maestro, se efectúa un definido acto de iniciación, que (actuando
sobre un centro particular) produce resultados en alguno de los cuerpos, e
incita a los átomos a alcanzar cierta vibración y permite obtener un nuevo
ritmo. La ceremonia de la iniciación señala
un punto de realización, pero no la realización que a menudo se cree sino
simplemente la que los Instructores que vigilan a la raza, reconocen como una
etapa definida en la evolución alcanzada por el discípulo, la cual
proporciona dos cosas:
Después de la iniciación, el trabajo
que se debe realizar consiste mayormente en convertir esa expansión de
conciencia en parte del equipo de la personalidad para ser utilizado en forma
práctica, y en dominar esa parte del sendero que aún debe recorrerse. Lugar y efecto de la Iniciación. La ceremonia de la iniciación tiene
lugar en los tres subplanos superiores del plano mental y en los tres planos
superiores, de acuerdo a la iniciación. Durante las iniciaciones en el plano mental
brilla sobre la cabeza del iniciado la estrella de cinco puntas. Esto
corresponde a las primeras iniciaciones que se reciben en el vehículo causal.
Se ha dicho que las dos primeras iniciaciones se efectúan en el plano astral,
pero esta afirmación es inexacta y ha dado origen a una mala interpretación.
Ambas se hacen sentir profundamente en los cuerpos físico, astral y mental
inferior, afectando su control. Debido a que el efecto principal se siente en
estos cuerpos, el iniciado puede interpretar que han tenido lugar en los
planos implicados, pues el vívido efecto y el estímulo de las dos primeras
iniciaciones se producen principalmente en el cuerpo astral. Pero debe
tenerse en cuenta que las iniciaciones mayores tienen lugar en el cuerpo
causal o ‑fuera de éste‑ en el plano búdico o en el átmico. En
las dos iniciaciones finales que liberan al hombre de los tres mundos, se le
permite actuar en el cuerpo vital del Logos y manejar esa fuerza, entonces
el iniciado se trasforma en la estrella de cinco puntas, la cual desciende
sobre él, se fusiona en él y a él se lo ve en el centro mismo de la estrella.
El descenso se realiza por acción del Iniciador que empuña el Cetro de Poder
y pone al hombre en contacto, en forma consciente, con el centro en el cuerpo
del Logos planetario, del cual es parte. Las dos iniciaciones llamadas sexta
y séptima, tienen lugar en los planos búdico y átmico. La estrella de cinco
puntas "fulgura desde adentro de sí misma", según dice una frase
esotérica, y se trasforma en "la estrella de siete puntas",
descendiendo sobre el hombre, y éste penetra en la llama. Además, las cuatro iniciaciones
anteriores a la de adepto, señalan, respectivamente, la adquisición de
determinadas proporciones de materia atómica en los cuerpos , por ejemplo,
en la primera iniciación, una cuarta parte de materia atómica; en la segunda,
una mitad; en la tercera, tres cuartas partes, y así hasta completar. Puesto
que el principio búdico es el unificador (o el fusionador de todo), en la
quinta iniciación el adepto se desprende de los vehículos inferiores y se
afirma en el búdico, desde donde crea su cuerpo de manifestación. Cada iniciación otorga mayor control
sobre los rayos, si esto puede expresarse así, aunque no da la idea exacta.
Las palabras a menudo confunden. En la quinta iniciación, cuando el adepto
es un Maestro en los tres mundos, controla más o menos (de acuerdo a su línea
de desarrollo) los cinco rayos que se manifiestan especialmente en el
momento en que recibe la iniciación. En la sexta, si pasa al grado superior,
adquiere poder en otro rayo y, en la séptima, ejerce poder en todos los
rayos. La sexta iniciación señala el punto de realización del Cristo y pone
al rayo sintético del sistema bajo Su control. Debemos tener presente que la
iniciación da al iniciado poder en
los rayos y no poder sobre
los rayos, una diferencia bien marcada. Cada iniciado lógicamente
posee uno de los tres rayos mayores como rayo primario o espiritual, y en el
rayo de su mónada es donde finalmente adquiere poder. El rayo de amor o rayo
sintético del sistema, es el último que se adquiere. Quienes desencarnan después de la
quinta iniciación, o quienes no llegan a ser Maestros en encarnación física,
reciben sus siguientes iniciaciones en otra parte del sistema. Todos están,
en la Conciencia del Logos. Se ha de tener en cuenta una gran realidad, que
las iniciaciones del planeta o las del sistema solar, sólo son preparatorias
para ser admitido en la Gran Logia de Sirio. Este simbolismo ha sido bien
conservado en la masonería y combinando el método masónico con lo dicho
respecto a los pasos en el Sendero de Santidad, obtendremos un cuadro
aproximado. Ampliemos su significado: Las primeras cuatro iniciaciones del
sistema solar corresponden a las cuatro "Iniciaciones en el
Umbral", previamente a la primera iniciación cósmica. La quinta
iniciación corresponde a la primera iniciación cósmica, la de "aprendiz
aceptado" en la masonería, que hace de un Maestro, un "aprendiz
aceptado" en la Logia de Sirio. La sexta iniciación es análoga al grado
segundo de la masonería, mientras que la séptima hace del adepto un Maestro
Masón de la Hermandad de Sirio. Maestro, por lo tanto, es quien ha recibido la
séptima iniciación planetaria, la quinta iniciación solar y la primera iniciación
cósmica o de Sirio. La
Unificación, resultado de la Iniciación. Debe comprenderse que cada iniciación
sucesiva produce la unificación más completa de la personalidad con el ego y,
en niveles más elevados, con la mónada. La evolución del espíritu humano es
una unificación progresiva. En la unificación del alma con la personalidad
yace oculto el misterio de la doctrina cristiana de la Expiación,
unificación que tiene lugar en el momento de la individualización, cuando el
hombre se trasforma en una entidad consciente y racional, distinta de la de
los animales. A medida que prosigue la evolución, ocurren sucesivas
unificaciones. La unificación en todos los niveles ‑
emocional, intuicional, espiritual y divino ‑ consiste en un continuo
y consciente funcionamiento. En todos los casos está precedida por la
combustión a través del fuego‑interno y la destrucción, por medio del
sacrificio, de todo aquello que separa. El acercamiento a la unidad se
produce mediante la destrucción de lo inferior y de todo lo que obstaculiza.
Tomemos, por ejemplo, la trama que separa los cuerpos etérico y emocional.
Cuando el fuego interno quema esta trama, se produce una continua
comunicación entre los cuerpos de la personalidad, y los tres vehículos
actúan como uno. Algo semejante ocurre en los niveles superiores, aunque el
paralelismo no puede ser detallado. La intuición corresponde a lo emocional y
los cuatro niveles superiores del plano mental a lo etérico. En la destrucción
del cuerpo causal, al recibir la cuarta iniciación (llamada, simbólicamente,
“la Crucifixión”), tenemos un proceso análogo al de la combustión de la
trama, que conduce a la unificación de los cuerpos de la personalidad. La
desintegración, que es parte de la iniciación del arhat, conduce a la unidad
entre el ego y la mónada, expresándose en la Tríada. Ésta es la perfecta
unificación. Por lo tanto, el propósito del proceso
consiste en que el hombre sea conscientemente uno: Primero: Consigo mismo y con quienes han encarnado
con él. Segundo: Con su Yo superior y con todos los yoes. Tercero:
Con su Espíritu o "Padre en los Cielos", y así con todas las
Mónadas. Cuarto: Con el Logos, los Tres en Uno y el Uno en
Tres. El hombre se convierte en un ser
humano consciente por mediación del perpetuo sacrificio de los Señores de la
Llama. El hombre llega a ser un ego
consciente, poseyendo la conciencia del yo superior, en la tercera
iniciación, por mediación de los Maestros y del Cristo y por Su sacrificio,
al encarnar físicamente para ayudar al mundo. En la quinta iniciación el hombre se
une con la mónada por mediación del Señor del Mundo, el Observador Solitario,
el Gran Sacrificio. El hombre se unifica con el Logos, por
medio de Aquel de Quien nada puede
decirse. |
CAPÍTULO
III EL
TRABAJO DE LA JERARQUÍA Aunque el tema de la Jerarquía oculta
del planeta despierta un enorme y profundo interés en el hombre común, su
verdadera significación, sin embargo, no será comprendida hasta que se reconozcan
tres cosas sobre el tema. Primero, que la entera Jerarquía de seres
espirituales representa una síntesis de fuerzas o de energías,
conscientemente manejadas para llevar adelante la evolución planetaria. Esto
será más evidente a medida que avancemos. Segundo, estas fuerzas
manifestadas en nuestro sistema planetario, por medio de las grandes
Personalidades que componen la Jerarquía, vinculan el sistema y todo lo que
contiene, con la Jerarquía superior llamada solar. Nuestra Jerarquía es una
réplica en miniatura de la síntesis mayor de esas Entidades autoconscientes,
que manipulan y controlan al Sol y se manifiestan a través de éste y de los
siete planetas sagrados, y también de otros planetas mayores y menores, que
componen nuestro sistema solar. Tercero, esta Jerarquía de fuerzas tiene
cuatro líneas de acción predominantes, que son: Desarrollar
la autoconciencia en todos los Seres. La Jerarquía trata de proporcionar las condiciones
adecuadas para desarrollar la autoconciencia en todos los seres, realizándolo
primeramente en el hombre, mediante el trabajo inicial de fusionar los tres
aspectos superiores del espíritu con los cuatro inferiores; mediante el
ejemplo en el servicio, en el sacrificio y en la renunciación, y por la
constante corriente de luz (comprendido esotéricamente) que emana de ella. La
Jerarquía podría ser considerada como el conjunto de fuerzas del quinto
reino de la naturaleza en nuestro planeta. Este reino se alcanza mediante el
pleno desarrollo y el control del quinto principio o mente, y su trasmutación
en sabiduría, que literalmente consiste en aplicar la inteligencia a todos
los estados del ser, mediante la utilización plenamente consciente de la
facultad discriminadora del amor. Desarrollar
la Conciencia en los tres Reinos Inferiores. Como es bien sabido, los cinco reinos
de la naturaleza en el arco evolutivo pueden definirse de la manera
siguiente: mineral, vegetal, animal, humano y espiritual. Estos reinos
entrañan algún tipo de conciencia, y el trabajo de la Jerarquía consiste en
desarrollar dichos tipos hasta la perfección, mediante el agotamiento del
karma, la acción de la fuerza y la provisión de las correctas condiciones.
Obtendremos una idea de esta tarea si hacemos un breve resumen de los
diferentes aspectos de la conciencia a desarrollar en los diversos reinos. En el reino mineral, el trabajo de la Jerarquía está dedicado a
desarrollar la actividad discriminadora y selectiva. Una de las
características de la materia es desarrollar un tipo de actividad, y en
cuanto esa actividad va dirigida a la construcción de formas, aún las más
rudimentarias, se manifiesta la facultad de discriminar. Esto es reconocido
por los científicos de todas partes y, al hacerlo, se acercan a los
descubrimientos de la Sabiduría Divina. En el reino vegetal, a esta facultad de discriminar se le agrega la
de responder a la sensación, advirtiéndose la elemental condición del
segundo aspecto de la divinidad, así como en reino mineral se advierte un
reflejo similar rudimentario, del tercer aspecto de actividad. En el reino animal, se incrementan las actividades rudimentarias, y
se encuentran síntomas (si puede decirse así) del primer aspecto, o propósito
y voluntad embrionarios. Podríamos llamarlo instinto hereditario, pero en
verdad actúa como propósito de la naturaleza. Con gran sabiduría H. P. Blavatsky
dijo que el hombre es el macrocosmos para los tres reinos inferiores, porque
en él se sintetizan estas tres líneas de desarrollo y llegan a su plena
fructificación. En verdad y de hecho, es inteligencia activa y maravillosamente
manifestada. Es amor y sabiduría incipientes, aunque no sean más que el
objetivo de sus esfuerzos; posee esa voluntad embrionaria, dinámica,
iniciadora, que llegará a su pleno desarrollo después de haber entrado en el
quinto reino. En el quinto reino la conciencia a desarrollar es la de grupo, y se
manifiesta en el pleno florecimiento de la facultad amor-sabiduría. El
hombre no hace más que repetir, en una vuelta más alta de la espiral, la
tarea de los tres reinos inferiores, pues en el reino humano manifiesta el
tercer aspecto de inteligencia activa. En el quinto reino, en el cual se
ingresa en la primera iniciación, que abarca todo el período de tiempo
durante el cual recibe el hombre las cinco primeras iniciaciones y actúa como
Maestro y parte de la Jerarquía, llega a su consumación el aspecto amor-sabiduría
o segundo aspecto. En la sexta y séptima iniciaciones fulgura el primer
aspecto o voluntad, y después de ser Maestro de Compasión y Señor de Amor, el
adepto se trasforma en algo más. Penetra en una conciencia superior a la
grupal, la Conciencia de Dios, y se hace consciente de Dios. Entonces entra
en posesión de la gran voluntad o propósito del Logos. Fomentar los diversos atributos de la
divinidad, cultivar la simiente de la autoconciencia en todos los seres, es
trabajo de las Entidades que se han realizado, han entrado en el quinto reino
y han tomado allí la gran decisión e inconcebible renunciación de permanecer
en el sistema planetario, para cooperar con los planes del Logos planetario
en el plano físico. Trasmitir
la Voluntad del Logos planetario. La Jerarquía trasmite a los hombres y
a los devas o ángeles, la voluntad del Logos planetario y a través de Él, la
del Logos solar. Todo sistema planetario, el nuestro como los demás, es un
centro en el cuerpo del Logos, y manifiesta algún tipo de energía o fuerza.
Cada centro expresa un tipo especial de fuerza que se evidencia en forma
triple, y produce así universalmente los tres aspectos de la manifestación.
Uno de los grandes conocimientos que adquieren quienes entran en el quinto
reino, es el del tipo particular de fuerza que incorpora nuestro Logos
planetario. El estudiante inteligente debe reflexionar sobre esta afirmación,
pues contiene la clave de muchos hechos observados actualmente en el mundo.
Se ha perdido el secreto de la síntesis, y sólo cuando los hombres retornen
al conocimiento que tenían en cielos anteriores (afortunadamente retirados
en los días atlantes) acerca del tipo de energía que nuestro sistema debe
manifestar en la actualidad, los problemas humanos se resolverán por sí solos
y se estabilizará el ritmo del mundo. Esto no sucederá todavía porque dicho
conocimiento es peligroso, y en la actualidad la raza no tiene conciencia
grupal y, por lo tanto, no se le puede confiar que trabaje, piense, proyecte
y actúe para el grupo. El hombre es aún demasiado egoísta, aunque esto no es
motivo de desaliento. La conciencia grupal es ya algo más que una visión,
mientras que la hermandad y el reconocimiento de sus obligaciones comienzan a
penetrar en la conciencia de los hombres. Tal es el trabajo de la Jerarquía
de la Luz, demostrar a los hombres el verdadero significado de la hermandad
y fomentar en ellos la respuesta a ese ideal, latente en todos y cada uno. Dar el
Ejemplo a la Humanidad. El cuarto punto que los hombres deben
conocer y comprender como realidad fundamental, es que esta Jerarquía está
compuesta por quienes han triunfado sobre la materia y han llegado a la meta
por el mismo camino que siguen hoy los individuos. Estas personalidades
espirituales, adeptos y Maestros, han luchado y bregado por obtener la
victoria y el control en el plano físico, y se han enfrentado con los
miasmas, brumas, peligros, dificultades, angustias y dolores de la vida
diaria. Han hollado cada paso del sendero del sufrimiento, han pasado por
todas las experiencias, han superado todas las dificultades y han triunfado.
Estos Hermanos Mayores de la Raza han sufrido la crucifixión del yo personal
y saben de la total renuncia del aspirante. No existe ninguna fase de agonía,
ningún sacrificio consumado, ninguna Vía Dolorosa por la que no hayan pasado,
y en esto radica Su derecho a servir y el poder de Su demanda. Conocedores de
la quintaesencia del dolor, de la profundidad del pecado y del sufrimiento, Sus
métodos pueden ser exactamente adecuados a las necesidades individuales;
pero al mismo tiempo su compresión de que la liberación se obtendrá por
medio del dolor, el castigo y el sufrimiento, y su captación de que la
liberación se obtiene mediante el sacrificio de la forma, a través de los
fuegos purificadores, basta para proporcionarles un firme apoyo y la
capacidad de persistir, aun cuando la forma aparente haber sufrido
suficientemente, y el amor que triunfa sobre todos los obstáculos, esté
fundado en la paciencia y la experiencia. Estos Hermanos Mayores de la
humanidad se caracterizan por un perdurable amor, que actúa siempre en bien del grupo; por un conocimiento adquirido en el
transcurso de millares de vidas, durante las cuales se abrieron camino desde
el fondo de la vida y de la evolución, hasta llegar casi a la cima; por una experiencia basada en el tiempo
mismo y en una multiplicidad de reacciones e interacciones de la
personalidad; por una valentía, resultado
de esa experiencia, que habiendo sido producto de épocas de esfuerzos
fracasos y renovados esfuerzos que condujeron finalmente al triunfo, pueden
ponerse ahora al servicio de la raza; por un propósito iluminado, inteligente y cooperador, ajustado al
grupo y al Plan jerárquico y adaptado a la finalidad del Logos planetario;
finalmente, se caracterizan por su conocimiento del poder del sonido. Esto último es la base del aforismo según el
cual los verdaderos esoteristas se distinguen por la característica del
conocimiento, de la voluntad dinámica, del valor y del silencio: "saber,
querer, osar y callar". Conociendo bien el plan y teniendo una visión
clara y luminosa, pueden aplicar Su voluntad, firme e indesviablemente, al
trabajo de creación por medio del poder del sonido. Esto Los conduce a callar
donde el hombre común habla, y a hablar donde el hombre común calla. Cuando los hombres comprendan los
cuatro hechos enumerados y los hayan establecido como verdades en la
conciencia de la raza, podremos esperar entonces el retorno del cielo de paz,
descanso y rectitud, predicho en todas las escrituras del mundo. Entonces el
Sol de la Rectitud surgirá trayendo la curación en sus alas, y la paz, más
allá de toda comprensión, reinará en el corazón de los hombres. Al tratar el tema del trabajo de la
Jerarquía oculta, en un libro dedicado al público, mucho quedará sin decir.
El hombre común siente interés y su curiosidad se despierta cuando se habla
de estas Personalidades, pues sólo está preparado para una información más
general. Aquellos que de la curiosidad pasan al deseo y tratan de conocer la
verdad tal cual es, obtendrán mayor información cuando ellos mismos hayan
realizado el necesario trabajo y estudio. La investigación es deseable, y la
actitud mental que se espera despierte este libro, puede resumirse en las siguientes
palabras: Estas afirmaciones parecen interesantes y quizás sean ciertas. Las
religiones de todos los países, incluyendo la cristiana, dan indicaciones que
aparentemente corroboran estas ideas. Aceptémoslas como hipótesis activas,
respecto a la consumación del proceso evolutivo del hombre y a su actuación
para lograr la perfección. Busquemos la verdad como un hecho en nuestra
propia conciencia. Toda fe religiosa expone la creencia de que quienes buscan
con fervor hallan lo buscado, por lo tanto, busquemos. Si en nuestra
investigación comprobamos que estas afirmaciones no son más que sueños
visionarios, sin provecho alguno, que nos llevan tan sólo a la oscuridad, no
habremos perdido el tiempo, puesto que sabremos dónde no hay que buscar. Por
otra parte, si nuestra investigación nos lleva poco a poco a la corroboración,
y la luz brilla cada vez con mayor claridad, persistamos hasta cuando alboree
el día y la luz que brilla en la oscuridad ilumine el corazón y el cerebro,
entonces el buscador despertará a la comprensión de que toda evolución tiende
a otorgar esta expansión de conciencia y esta iluminación, y que el logro
del proceso iniciático y la entrada en el quinto reino no son una quimera o
fantasía, sino una realidad establecida en la conciencia. Cada uno debe
cerciorarse por sí mismo. Quienes saben, pueden asegurar que una cosa es o no
es así, y la afirmación o la enunciación de una teoría por otra persona, no
dan al investigador más que una indicación confirmatoria. Cada alma debe
cerciorarse por sí misma y descubrir en sí misma lo que busca, teniendo
siempre presente que el reino de Dios es interno y que son de valor los
hechos conocidos como verdades, dentro de la conciencia individual. Mientras
tanto, podrá exponerse aquí lo que muchos conocen y han comprobado en sí
mismos como verdades incontrovertibles, y al lector inteligente se le
presentará la oportunidad y la responsabilidad de cerciorarse por sí mismo
de su verdad o falsedad. |
Este documento fue descargado de: |
Mail: kazinsky206@hotmail.com |
Año: 2002
|