Los Rayos y las Iniciaciones

 

Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul

 

(Alice A. Bailey)

 

 

 

 

 

     

 

 

 

 

LA CIENCIA DEL ANTAKARANA

 

 

Al entrar a considerar "la vida dual del proceso iniciático", quisiera llamar la atención sobre las palabras empleadas y particularmente acerca de su significado en relación con el proceso iniciático. Como veremos, no se refiere al esfuerzo del discípulo por vivir simultáneamente la vida del mundo espiritual y la vida práctica de servicio en el plano físico, sino exclusivamente a la preparación del discípulo para la iniciación y, por lo tanto, a su vida y actitud mental.

 

Podría considerarse que esta afirmación concierne principalmente a dos aspectos principales de su vida mental y no a la vida de relación entre alma y personalidad. En consecuencia es conveniente ver paralelamente la dualidad existente en la conciencia del discípulo y sus dos aspectos:

 

1. La vida de percepción en la cual expresa la actitud del alma, la percepción y la conciencia del alma por intermedio de la personalidad en el plano físico. Aprende a registrarlo y expresarlo conscientemente.

 

2. La vida definidamente privada y puramente subjetiva en la que él -la personalidad fusionada con el alma-, orientado en el plano mental, pone en creciente relación a:

 

a. La mente concreta inferior y la mente abstracta superior.

b. Él y el Maestro de su grupo de rayo, desarrollando así la conciencia ashrámica.

c. Él y la Jerarquía como un todo, llegando a ser acrecentadamente consciente de la síntesis espiritual que subyace en la unidad de los ashramas. De esta manera, se acerca consciente y firmemente al Centro radiante de este Ashrama solar, el Cristo Mismo, el primer Iniciador.

 

         Esta vida interna, con sus tres objetivos lentamente revelados, concierne esencialmente a la vida de preparación para la iniciación.

 

No hay iniciación para el discípulo hasta no haber comenzado a construir conscientemente el antakarana, poniendo en estrecha relación la Tríada espiritual y la mente, con el aspecto superior en el plano físico, demostrando nuevamente de este modo un claro alineamiento y un canal directo que va desde la Tríada espiritual al cerebro, por conducto del antakarana, el cual ha vinculado la mente superior con la inferior.

 

Ello implica excesivo trabajo, gran capacidad interpretativa y mucho poder de visualización. Selecciono mis palabras cuidadosamente. Esta visualización no tiene necesariamente que ver con la forma ni con las presentaciones mentales concretas; concierne a la sensibilidad pictórica y simbólica que expresa e interpreta la comprensión espiritual, impartida por la intuición incipiente -el agente de la Tríada espiritual. El significado de esto se va esclareciendo a medida que prosigue el trabajo. Es difícil, para quien comienza a construir el antakarana, captar el significado de la visualización cuando se la considera que está relacionada con una creciente respuesta a lo que le imparte el grupo ashrámico, a su visión emergente del Plan divino, tal como existe en realidad, y a aquello que se le ha confiado como efecto o resultado de cada sucesiva iniciación. Prefiero la palabra "efecto" a la palabra "resultado", porque acrecentadamente el iniciado trabaja conscientemente con la Ley de Causa y Efecto, en planos que no son el físico. Empleamos la palabra "resultado" para expresar las consecuencias de esa gran Ley cósmica cuando se manifiestan en los tres mundos de la evolución humana.

 

En conexión con este esfuerzo descubre el valor, empleo y propósito de la imaginación creadora, la cual es todo lo que eventualmente le queda de la vida astral activa e intensamente poderosa que ha vivido durante muchas vidas; a medida que prosigue la evolución, su cuerpo astral se convierte en un mecanismo de transformación; el deseo es trasformado en aspiración, y la aspiración en una creciente y expresiva facultad intuitiva. La realidad de este proceso se demuestra en el surgimiento de esa cualidad básica que ha estado siempre inherente en el deseo mismo: la cualidad imaginativa del alma, complementando el deseo y convirtiéndose constantemente, a medida que el deseo se traslada a estados cada vez más elevados, en una facultad creadora superior que conduce a conocimientos siempre más elevados. Eventualmente esta facultad invoca las energías de la mente, y la mente, más la imaginación, se trasforma con el tiempo en un gran agente invocador y creador. De esta manera la Tríada espiritual es puesta en relación con la triple personalidad.

 

En escritos anteriores he dicho que, básicamente, el plano astral no existe como parte del Plan divino; es fundamentalmente producto del espejismo, de kama‑manas -espejismo que la misma humanidad ha creado y en el cual total y prácticamente ha vivido enteramente desde los primeros días atlantes. El efecto de un creciente contacto con el alma no ha sido simplemente disipar las nieblas del espejismo, sino que ha servido para consolidar y emplear por lo tanto efectivamente la imaginación con su poderosa y abrumadora facultad creadora. Esta energía creadora, complementada por una mente iluminada (con su capacidad de crear formas mentales), es entonces manejada por el discípulo, a fin de establecer contactos más elevados que los del alma, y convertir en un símbolo aquello de lo cual es consciente por medio de una línea de energía -el antakarana-, que va construyendo firme y científicamente.

 

Podría decirse (igualmente en forma simbólica) que cada iniciación pone a prueba el puente vinculador y descubre gradualmente la solidez de aquello que ha sido creado bajo la inspiración de la Tríada espiritual y con la ayuda de los tres aspectos de su mente (la mente abstracta, el alma o el Hijo de la Mente y la mente concreta inferior), combinados con la colaboración inteligente de su personalidad fusionada con el alma. En las primeras etapas de su trabajo invocador, el instrumento que emplea es la imaginación creadora, lo cual le permite desde el comienzo, actuar como si fuera capaz de crear así; después, cuando la conciencia imaginativa de como si, ya no le es útil, se hace conscientemente conocedor de aquello que él -con esperanza y expectativa espiritual- trató de crear; descubre que es una realidad existente y sabe, más allá de toda controversia, que "fe es la sustancia de las cosas esperadas, la evidencia de cosas no vistas."

 

La Construcción del antakarana

 

Aquí no nos ocuparemos de la enseñanza preliminar de la ciencia del antakarana, pues el estudiante la encontrará en el libro titulado Educación en la Nueva Era. Esa preliminar presentación debe ser estudiada antes de emprender la etapa más avanzada que comienza aquí. Por lo tanto, consideraremos paso a paso esta ciencia que está demostrando ser fuente útil para la experimentación y la prueba.

 

El alma humana (en contraposición con al alma, cuando actúa en su propio reino, libre de las limitaciones de la vida humana) está aprisionada y sujeta al control de las tres energías inferiores, durante la mayor parte de su experiencia. Luego, en el sendero de probación, la energía dual del alma empieza a acrecentar su actividad, y el hombre trata de emplear su mente en forma consciente y expresar amor‑sabiduría en el plano físico. Éste es un simple enunciado de la meta a alcanzar por todo aspirante. Cuando las cinco energías empiezan a emplearse consciente y sabiamente en el servicio, se establece un ritmo entre la personalidad y el alma. Es como si se estableciera un campo magnético, y ambas unidades o energías agrupadas, vibrantes y magnéticas, se lanzan cada una al campo de influencia de la otra. Esto sucede sólo ocasionalmente, aunque raras veces en las primeras etapas; luego acontece más frecuentemente, estableciéndose así un sendero de contacto que, en su oportunidad, se convierte en la línea de menor resistencia, "el camino de acercamiento familiar", como a veces ha sido denominado. De esta manera se construye el primer tramo del "puente" o antakarana. Cuando se ha recibido la tercera iniciación, el Camino se completa, y el iniciado puede "pasar a voluntad a mundos más elevados, dejando los mundos inferiores muy atrás, retornar y penetrar en el camino que conduce de la oscuridad a la luz, de la luz a la oscuridad, y de los mundos inferiores a los reinos de la luz".

 

De esta manera ambos se convierten en uno, completándose la primera gran unión en el sendero de retorno. Una segunda etapa del Camino debe por lo tanto ser hollada, la cual conducirá a una segunda unión de mayor importancia, pues conduce a liberarse totalmente de los tres mundos. No debe olvidarse que el alma, a su vez, es la unión de tres energías, de las cuales las tres energías inferiores son su reflejo. Constituye una síntesis de la energía de la Vida misma (demostrada como el principio vida en el mundo de las formas), de la energía de la intuición, amor‑sabiduría o comprensión espiritual (que se demuestra como sensibilidad y sensación en el cuerpo astral), y de la mente espiritual, cuyo reflejo en la naturaleza inferior es la mente o el principio inteligencia en el mundo de la forma. En estos tres tenemos atma‑budi‑manas de la literatura teosófica -esa triplicidad superior reflejada en los tres inferiores y enfocada, por intermedio del cuerpo del alma, en los niveles superiores del plano mental, antes de precipitarse a la encarnación, según la denominación esotérica.

 

Modernizando el concepto, podemos decir que las energías que animan al cuerpo físico y a la vida inteligente del átomo, los sensibles estados emocionales y la mente inteligente, deben oportunamente ser fusionados y trasmutados en energías que animan al alma. Éstas son la mente espiritual, que imparte iluminación; la naturaleza intuitiva, que confiere percepción espiritual, y la vivencia divina.

 

Después de la tercera iniciación se recorre el "Camino" con gran rapidez, y se termina de construir el "puente" que une perfectamente la Tríada superior y el reflejo material inferior. Los tres mundos del alma y los tres de la personalidad se convierten en un solo mundo; donde el iniciado trabaja y actúa, sin observar ninguna diferencia, considerando que un mundo es el de la inspiración y el otro el campo del servicio, considerados ambos sin embargo como un solo mundo de actividad. De estos mundos, el cuerpo subjetivo etérico (o cuerpo de inspiración vital) y el cuerpo físico denso, son los símbolos en el plano externo.

 

¿En qué forma se construye el antakarana? ¿Cuáles son los pasos que el discípulo debe seguir? No me refiero aquí al sendero de probación, en el cual los defectos principales deben ser eliminados y las virtudes mayores desarrolladas. Gran parte de la instrucción dada en el pasado ha establecido las reglas para el cultivo de las virtudes y cualidades del discipulado y también la necesidad de autocontrol, tolerancia y altruismo, siendo etapas elementales que el estudiante debe darlas por trascendidas. Los estudiantes tienen que ocuparse no sólo de establecer el aspecto carácter del discipulado, sino de los requisitos más abstrusos y difíciles para aquellos cuya meta eventual es la iniciación.

 

Lo que nos concierne es el trabajo que realizan los "constructores del puente". Primero, puedo asegurar que la verdadera construcción del antakarana sólo tiene lugar cuando el discípulo comienza a enfocarse definidamente en niveles mentales, y por tanto, cuando su mente actúa inteligente y conscientemente. En esta etapa, debe empezar a tener una idea más exacta que hasta ahora, respecto a la diferencia que existe entre el pensador, el mecanismo pensante y el pensamiento, empezando por su función esotérica dual, que es:

 

1. El reconocimiento y la receptividad de las IDEAS.

2. La facultad creadora para construir conscientemente forma mentales.

 

Esto implica necesariamente una fuerte actitud mental y la reorientación de la mente hacia la realidad. Cuando el discípulo comienza a enfocarse en el plano mental (intención primordial de trabajo de meditación), empieza a trabajar en materia mental se entrena en los poderes y usos del pensamiento. Logra cierta medida de control mental, y puede dirigir el faro de la mente en dos direcciones, hacia el mundo del esfuerzo humano y el mundo de la actividad del alma. Así como el alma se abre camino proyectándose en un hilo o corriente de energía en los tres mundos, así el discípulo se proyecta conscientemente hacia los mundos superiores. Su energía va, por medio de la mente controlada y dirigida, al mundo de la mente espiritual superior y al reino de la intuición. De esta manera se establece una actividad recíproca. De esta respuesta entre la mente superior y la inferior se habla simbólicamen­te en términos de luz, y el "camino iluminado" viene a la existencia entre la personalidad y la Tríada espiritual, por intermedio del cuerpo del alma, así como el alma se puso en contacto definido con el cerebro por medio de la mente. Este "camino iluminado" constituye el puente iluminado. Es construido por medio de la meditación, por el esfuerzo constante para atraer la intuición, por la subordinación y obediencia al Plan (que empieza a ser reconocido tan pronto como la intuición y la mente están en estrecha relación) y por la consciente incorporación al grupo para servir con el propósito de ser asimilado en el todo. Estas cualidades y actividades sientan su base sobre los cimientos del buen carácter y las cualidades desarrolladas en el sendero de probación.

 

El esfuerzo para atraer la intuición exige meditación esotérica dirigida, que no debe basarse en la aspiración. Además exige una inteligencia entrenada, de modo que la línea de demarcación entre la comprensión intuitiva y las formas de psiquismo superior, puedan verse con claridad. Requiere una constante disciplina de la mente, a fin de "mantenerse firme en la luz", y el desarrollo de la correcta y cultivada interpretación, para que el conocimiento intuitivo logrado, pueda revestirse de las correctas formas mentales.

 

Puede decirse también que la construcción del puente, mediante el cual le es posible a la conciencia funcionar con facilidad en los mundos superior e inferior, se lleva principalmente a cabo por una tendencia definidamente dirigida en la vida, que conduce firmemente al hombre al mundo de las realidades espirituales, además de ciertos movimientos de reorientación o enfoque dirigidos, planificados y cuidadosamente programados. En este último proceso se valora lo adquirido durante los últimos meses o años, y el efecto de lo adquirido en la vida diaria y en el mecanismo corpóreo es cuidadosamente analizado; la voluntad de vivir, como ser espiritual, aparece en la conciencia con nitidez y determinación, trayendo un progreso inmediato.

 

La construcción del antakarana se lleva a cabo definidamente en el caso de todo estudiante consagrado. Cuando el trabajo se realiza inteligentemente y con plena percepción del propósito deseado, y cuando el aspirante no sólo es consciente del proceso sino que está alerta y activo en su cumplimiento, prosigue el trabajo rápidamente y el puente se va construyendo.

 

Sería inteligente aceptar el hecho de que la humanidad está ahora en posición de iniciar el proceso definido de construcción del vínculo o puente, entre los distintos aspectos de la naturaleza del hombre, de manera que en vez de diferenciación habrá unidad y en lugar de una atención fluida y movediza, dirigida aquí y allá, en el campo de la vida material y de las relaciones emocionales, habremos aprendido a controlar la mente, a eliminar las divisiones, y la atención inferior podrá así ser dirigida a voluntad en cualquier dirección deseada. Entonces los aspectos natural y espiritual del hombre podrán ser enfocados donde sea necesario.

 

Este trabajo de construcción del puente ha sido realizado en parte. La humanidad toda, ha eliminado la brecha entre la naturaleza emocional‑astral y el hombre físico. Debería observarse aquí que la construcción del puente debe ser hecha en el aspecto conciencia, y concierne a la continuidad de percepción que tiene el hombre de la vida, en todos sus variados aspectos. La energía utilizada para conectar, en la conciencia, al hombre físico y al cuerpo astral, está enfocada en el plexo solar. En la actualidad, hablando en términos simbólicos, muchas personas están llevando a cabo la construcción del puente y vinculando la mente con los dos aspectos ya conectados. Este hilo de energía emana de la cabeza o está anclado allí. Algunas personas, lógicamente muy pocas, están vinculando firmemente el alma con la mente, la cual a su vez se vincula con los otros dos aspectos. La energía del alma, cuando está vinculada con los demás hilos, tiene su anclaje en el corazón. Muy pocas personas, los iniciados del mundo, habiendo logrado las síntesis inferiores, tratan ahora de obtener una unión aún superior, con esa triple realidad que utiliza el alma como medio de expresión, así como el alma a su vez se esfuerza por utilizar su sombra, el triple hombre inferior. Estas diferenciaciones y unificaciones son formulismos, palabras, símbolos, que se utilizan para expresar acontecimientos y sucesos en el mundo de las energías y fuerzas, con las cuales el hombre está definidamente implicado. A estas unificaciones nos referimos cuando consideramos el tema de la iniciación.

 

Sería de utilidad si repito algunas afirmaciones ya hechas en otro libro:

 

Los estudiantes deberían aprender a distinguir entre sutratma y antakarana, entre el hilo de la vida y el de la conciencia. El primero constituye la base de la inmortalidad, el segundo de la continuidad. He aquí una sutil diferencia para el investigador. Un hilo (el sutratma) vincula y vivifica todas las formas en un todo actuante, e incorpora en sí la voluntad y el propósito de la entidad que se expresa, ya sea un hombre, un Dios o un cristal; el otro (el antakarana) incorpora la respuesta de la conciencia dentro de la forma, hasta llegar a una serie de contactos, cada vez más extensos, dentro del todo ambiental. Uno es la corriente directa de vida inmutable e ininterrumpida, que puede ser considerada simbólicamente como una corriente directa de energía viviente que afluye desde el centro a la periferia, desde la fuente de origen a la expresión externa o apariencia fenoménica. Es la vida. Ésta determina el proceso individual y el desarrollo evolutivo de todas las formas.

 

Por lo tanto, el sendero de la vida se extiende de la monada a la: personalidad, por conducto del alma y es el hilo del alma, siendo uno e indivisible. Imparte la energía de la vida y se ancla finalmente en el centro del corazón humano y en algún punto focal central en todas las formas de expresión divina. Nada existe y nada permanece, sino la vida. El hilo de la conciencia (antakarana; es el resultado de la unión de la vida y la sustancia o de las energías básicas que constituyen la primera diferenciación en tiempo y espacio, lo cual produce algo diferente que sólo emerge corno una tercera manifestación divina, después de haber tenido lugar la unión de las dualidades básicas.

 

El hilo de la vida, el cordón plateado a sutratma es, en lo que al hombre concierne, de naturaleza dual. El hilo de la vida, propiamente dicho, es uno de los dos hilos que constituyen el sutratma y está anclado en el corazón, mientras que el otro, encarnando el principio de la conciencia, está anclado en la cabeza. Esto lo saben, pero creo que es necesario repetirlo constantemente. Sin embargo, en el trabajo del ciclo evolutivo, el hombre tiene que repetir lo que Dios ya ha realizado. Debe crear en los mundos de la vida y de la conciencia. Al igual que la araña, el hombre teje los hilos de conexión y establece así puentes y contactos con su medio ambiente, adquiriendo de esa manera experiencia y sustento. El símbolo de la araña es empleado frecuentemente en los antiguos libros esotéricos y en las escrituras de la India, cuando se hace referencia a esa actividad del ser humano. Los hilos que el hombre crea son tres, y con los dos hilos básicos creados por el alma, constituyen los cinco tipos de energía que hacen del hombre un ser humano consciente.

 

Los tres hilos creados por el hombre están afianzados en el plexo solar, en la cabeza y en el corazón. Cuando el cuerpo astral y la naturaleza mental empiezan a funcionar como una unidad y el alma está también conscientemente conectada (recuerden que siempre está unida inconscientemente), una extensión de este quíntuple hilo -los dos básicos y los tres humanos- es llevada hacia el centro laríngeo; cuando esto ocurre, el hombre puede convertirse en un creador consciente en el plano físico. Desde estas líneas mayores de energía, pueden ser irradiadas, a voluntad, líneas menores. Sobre este conocimiento deberá estar basado todo el inteligente desenvolvimiento psíquico del futuro.

 

En el párrafo anterior y en sus implicaciones, tienen una breve e inadecuada descripción de la Ciencia del Antakarana. He tratado de expresarlo en términos simbólicos, que proporcionarán a sus mentes una idea general. Pueden aprender mucho si emplean la imaginación visual y pictórica. La construcción del puente debe efectuarse:

 

1.     Entre el cuerpo físico y el cuerpo vital o etérico. Esto es realmente una extensión del hilo de la vida entre el corazón y el brazo.

2.     Entre los cuerpos físico y vital, considerados como una unidad, y el vehículo astral o emocional. Este hilo está anclado en el plexo solar o emana de él, y la aspiración lo eleva hasta anclarse en los pétalos de amor del Loto egoico.

3.     Entre los vehículos físico y astral y el cuerpo mental. Un extremo está anclado en la cabeza, el otro en los pétalos de conocimiento del Loto egoico, llevándose a cabo por un acto de la voluntad.

 

La humanidad avanzada está en proceso de unir los tres aspectos inferiores, que denominamos personalidad, con el alma misma, por medio de la meditación, la disciplina, el servicio y la atención dirigida. Cuando esto se ha realizado, se establece una definida relación entre los pétalos del sacrificio o voluntad, del Loto egoico, y los centros coronario y cardíaco; así se produce una síntesis entre la conciencia, el alma y el principio vida. El proceso de establecer esta interconexión o interrelación y el fortalecimiento del puente así construido, prosigue hasta la tercera iniciación. Las líneas de fuerza se hallan entonces tan interrelacionadas, que el alma y su mecanismo de expresión constituyen una sola unidad. Entonces puede tener lugar una mezcla o fusión superior.

 

La naturaleza de este proceso podría ser descrita de la manera siguiente: He dicho aquí y en otra parte, que el alma está anclada en el cuerpo, en dos puntos:

 

1.     Existe un hilo de energía que denominamos aspecto vida o espíritu, afianzado en el corazón. Como bien se sabe, emplea la corriente sanguínea, como agente distribuidor, y por medio de la sangre la energía vital es llevada a todas las partes del mecanismo. Esta energía vital conduce el poder regenerador y la energía coordinadora a todo el organismo físico y mantiene “sano" el cuerpo.

2.     Existe un hilo de energía denominado aspecto conciencia, o la facultad de conocer al alma, anclado en la parte central de la cabeza. Controla el mecanismo de respuesta que llamamos cerebro y, por su intermedio, dirige la actividad y permite al cuerpo tener conciencia por medio del sistema nervioso.

 

Estos dos factores de energía, que los seres humanos reconocen como vida y conocimiento, energía vital e inteligencia, constituyen los dos polos de su ser. La tarea que tienen por delante es desarrollar conscientemente el aspecto medio o equilibrador, que es el amor o la relación grupal. (Véase el libro Educación en la Nueva Era, págs. 36‑37; 41‑42; 91).

 

La Naturaleza del antakarana

 

Una de las dificultades de este estudio es que el trabajo realizado hasta ahora sobre el antakarana se ha hecho en forma totalmente inconsciente. La concepción de este trabajo creador y la construcción del puente al principio, tiene poca respuesta en la naturaleza mental. Para expresar estas ideas tenemos además que crear prácticamente una nueva terminología, pues no se dispone de palabras apropiadas que definan lo que se quiere significar. Así como las ciencias modernas han elaborado su propia terminología, totalmente nueva, en el transcurso de los últimos cuarenta años, así esta ciencia deberá elaborar su nomenclatura particular. Mientras tanto, serán empleadas lo mejor posible las palabras de que disponemos.

 

Mi segundo propósito es advertir, a quienes estudian estos tópicos, que con el tiempo llegarán a comprenderlos, pero en la actualidad todo lo que pueden hacer es depender de la invariable tendencia del subconsciente a penetrar en la superficie de la conciencia, en forma de actividad refleja, para establecer continuidad de conciencia. Esta actividad refleja de la naturaleza inferior, corresponde al desarrollo de la continuidad entre la superconciencia y la conciencia que se desarrolla en el sendero del discipulado. Todo ello forma parte del proceso de integración, en tres etapas, probándole al discípulo que toda vida, en términos de conciencia, es revelación. Reflexionen sobre esto.

 

Otra de las dificultades del estudio de las ciencias esotéricas, respecto a lo que se denomina "desarrollo consciente de los reconocimientos divinos" (o verdadera percepción`), es el antiguo hábito de la humanidad de materializar cualquier conocimiento. Todo cuanto ha aprendido el hombre en el transcurso de los siglos ha sido aplicado al mundo de los fenómenos y procesos naturales y no al reconocimiento del Yo, del Conocedor, del Testigo, del Observador. Pero cuando el hombre entra en el sendero debe autoeducarse en el proceso de utilizar el conocimiento respecto a la Identidad consciente y autoconsciente, o al Individuo autocontenido y autoiniciado. Cuando llega a realizarlo, trasmuta el conocimiento en sabiduría.

 

Anteriormente hablé de "conocimiento‑sabiduría", término sinónimo de "fuerza‑energía". El conocimiento aplicado es fuerza que se expresa a sí misma; la sabiduría aplicada es energía en acción. Estas palabras expresan una gran ley espiritual que harían bien en considerar cuidadosamente. La fuerza‑conocimiento concierne a la personalidad y al mundo de los valores materiales; la energia‑sabiduría se expresa por medio del hilo de la conciencia y del hilo creador, pues constituyen dos hilos trenzados en un solo cordón. En el discípulo representan la fusión del pasado (el hilo de la conciencia) y del presente (el hilo creador), constituyendo en conjunto aquello que en el sendero de retorno se denomina generalmente antakarana, lo cual no es totalmente exacto. El hilo de energía‑sabiduría es el hilo de la vida o sutratma, pues éste (cuando se ha fusionado con el hilo de la conciencia) se lo denomina también antakarana. Quizás aclararía la dificultad si indicara que estos hilos, aunque existen eternamente en tiempo y espacio, aparecen distintos y separados, hasta que el hombre deviene un discípulo probacionista y, en consecuencia, está llegando a ser consciente de sí mismo y no únicamente del no‑yo. Existe el hilo de la vida o sutratma, y el hilo de la conciencia; el primero está anclado en el corazón y el segundo en la cabeza. El hilo creador, en uno de sus tres aspectos, en pasados siglos, ha sido lentamente tejido por el hombre. Este hecho lo comprueba la actividad creadora del hombre, durante los dos últimos siglos, de manera que hoy el hilo creador es, en términos generales, una unidad en lo que respecta al conjunto humano y especialmente al discípulo individual, formando un fuerte hilo compactamente urdido en el plano mental.

 

Estos tres hilos principales, que son en realidad seis, si el hilo creador es dividido en sus partes componentes, forman el antakarana. Incorporan la experiencia del pasado y del presente, y el aspirante así lo reconoce. Unicamente en el sendero, la frase "la construcción del antakarana" es exacta y apropiada. Referente a esto puede haber confusión en la mente del estudiante, pues olvida que es una diferencia puramente arbitraria de la mente analítica inferior, denominar sutratma a esta corriente de energía, a la otra, hilo de la conciencia y a la tercera, hilo creador. Esencialmente estos tres hilos son, en conjunto, el antakarana en proceso de formación. Es también arbitrario denominar antakarana al puente que construye el discípulo desde el plano mental inferior -vía el vórtice egoico central de fuerza. Pero para facilitar una mejor comprensión del estudio y de la experiencia práctica, definiremos al antakarana como la extensión del triple hilo (inconscientemente tejido hasta ahora a través de la experiencia de la vida y de la respuesta al medio ambiente) mediante el proceso de proyectar conscientemente las triples energías fusionadas de la personalidad, cuando son impulsadas por el alma, para eliminar la brecha que ha existido hasta ahora en la conciencia. Entonces pueden tener lugar dos acontecimientos:

 

1.     La respuesta magnética de la Tríada espiritual (atma‑budi­manas), expresión de la mónada. Una triple corriente de ener­gía espiritual es lentamente proyectada hacia el loto egoico y el hombre inferior.

 

2.     La personalidad entonces comienza a eliminar la brecha que existe, por su parte, entre el átomo permanente manásico y la unidad mental, entre la mente abstracta superior y la mente inferior.

 

En el sendero del discipulado, al puente tendido entre los tres aspectos de la personalidad y los tres de la mónada, se lo denomina técnicamente antakarana.

 

El antakarana es el resultado del esfuerzo conjunto del alma y de la personalidad, trabajando conscientemente al unísono para crear dicho puente. Una vez construido se establece una perfecta relación entre la mónada y su expresión en el plano físico, el iniciado en el mundo externo. La tercera iniciación marca la consumación de este proceso, y existe entonces una línea directa de relación entre la mónada y el yo personal inferior. La cuarta iniciación indica que el iniciado comprende totalmente esta relación, permitiéndosele decir: "Yo y mi Padre somos Uno". Por esta razón tiene lugar la Crucifixión o la Gran Renunciación. Sin embargo, recuerden que el alma es la crucificada, Cristo es el que "muere". No es el hombre; no es Jesús. El cuerpo causal desaparece y el hombres es monádicamente consciente. El cuerpo‑alma ya no sirve a ningún propósito útil, pues no es necesario. Nada queda, excepto el sutratma cualificado por la conciencia -una conciencia que mantiene su identidad, aunque esté fusionada en el todo. Otra cualificación es la creatividad; de este modo la conciencia puede ser enfocada a voluntad en el plano físico, en un cuerpo externo o forma. Este cuerpo es creado por la voluntad del Maestro.

 

Para cumplir esta tarea de desenvolvimiento, de evolución y de desarrollo, la mente del hombre debe comprender, analizar, formular y discernir, pues las diferenciaciones temporarias son de vital y profunda importancia. Podríamos llegar a la conclusión de que la tarea del discípulo consiste en:

 

1. Llegar a ser consciente (si puede expresarse así) de las siguientes situaciones:

a.  El proceso combinado con la fuerza.

b.  La etapa en el sendero, o el reconocimiento de los agentes disponibles o energías cualificadoras.

c.  La fusión o integración del hilo de la conciencia con el hilo creador y el hilo de la vida.

d. La actividad creadora. Esta es esencial, porque mediante el desarrollo de la capacidad creadora en los tres mundos, no sólo se crea el punto focal necesario, sino que también conduce a la construcción del antakarana, es decir a su "creación".

 

2. La construcción del antakarana entre la Tríada espiritual y la personalidad -con la colaboración del alma. Estos tres puntos de energía divina pueden ser simbolizados así:

 

 

 

En este sencillo símbolo tienen una imagen de la tarea que el dis­cípulo debe realizar en el sendero. Este otro diagrama puede ayu­dar a clarificarlo:

 

 


 

 

Aquí tenemos "el nueve de la iniciación", o la transmutación de nueve fuerzas en energías divinas:

 

El Puente entre los Tres Aspectos de la Mente.

 

Quisiera aclarar un punto si es posible, porque hay algo en él, que necesariamente confunde a los aspirantes.

 

Consideremos por un momento dónde se encuentra el aspirante, cuando comienza conscientemente a construir el antakarana. Tras él queda una larga serie de existencias, cuya experiencia lo ha conducido a un punto en que es capaz de evaluar conscientemente su situación y llegar a cierta comprensión de su etapa evolutiva. Consecuentemente, puede emprender -con la ayuda de su conciencia que despierta y se centraliza constantemente- el siguiente paso a dar, el del discipulado aceptado. En la actualidad está orientado hacia el alma; por medio de la meditación y la experiencia mística obtiene ocasionalmente contacto con el alma, lo cual sucede con creciente frecuencia, y llega a ser en el plano físico acrecentadamente creador en sus pensamientos y acciones. Muy raras veces tiene una verdadera y genuina experiencia intuitiva, que le sirve para anclar "el primer tenue hilo, que el tejedor fabrica en su empresa fohática", tal como lo expone El Antiguo Comentario. Éste es el primer cable, proyectado desde la Tríada espiritual, en respuesta a la emanación de la personalidad, resultado de la creciente potencia magnética de ambos aspectos de la mónada en manifestación.

 

Será evidente que cuando la personalidad se magnetiza adecuadamente desde el ángulo espiritual, su nota o sonido surgirá y evocará respuesta desde el alma en su propio plano. Más adelante, las notas de la personalidad y del alma, al unísono, producirán un efecto definidamente atractivo sobre la Tríada espiritual, la cual, a su vez, ha estado ejerciendo un creciente efecto magnético sobre la personalidad. Esto empieza en el momento en que se establece el primer contacto consciente con el alma. La respuesta de la Tríada es necesariamente trasmitida en esta etapa inicial por intermedio del sutratma, produciendo inevitablemente el despertar del centro coronario; he aquí por qué la doctrina del corazón empieza a reemplazar a la doctrina del ojo. La doctrina del corazón rige el desarrollo esotérico; la doctrina del ojo -de la visión- rige la experiencia mística. La doctrina del corazón está basada sobre la naturaleza universal del alma, condicionada por la Mónada, el UNO, e implica realidad. La doctrina del ojo se basa en la relación dual entre el alma y la personalidad. Involucra las relaciones espirituales, pero también se halla implícita la actitud del dualismo o el reconocimiento de los polos opuestos. Éstos son importantes puntos que deben ser recordados a medida que esta nueva ciencia sea conocida más ampliamente.

 

El aspirante llega finalmente al punto donde el hilo de la vida, el hilo de la conciencia y el hilo creador, son centralizados, reconocidos como corriente de energía y utilizados deliberadamente, por el discípulo aspirante, en el plano mental inferior. Allí -hablando esotéricamente- "permanece, y mirando hacia arriba ve la tierra prometida, de amor, belleza y visión futura".

 

Pero existe una discontinuidad de conciencia, aunque no de hecho. Un hilo de energía sutrátmica elimina la brecha y tenuemente se relacionan la mónada, el alma y la personalidad. Sin embargo, el hilo de la conciencia se extiende del alma a la personalidad únicamente en sentido involutivo. En sentido evolutivo (empleando una frase paradójica), desde el punto de vista de la personalidad en el arco evolutivo del sendero de retorno, hay muy poca percepción consciente entre el alma y la personalidad. El hombre debe dedicar todos sus esfuerzos para llegar a ser consciente del alma y trasmutar su conciencia en la del alma, sin perder la conciencia de la personalidad. A medida que se refuerza la fusión del alma y la personalidad, el hilo creador acrecienta su actividad, y así los tres hilos firmemente se fusionan, mezclan y llegan a predominar, entonces el aspirante está preparado para eliminar la brecha y unir la Tríada espiritual con la personalidad, por intermedio del alma. Ello implica un esfuerzo directo en favor del trabajo creador divino. La clave de la comprensión del proceso subyace quizás en la idea de que hasta aquí la relación entre el alma y la personalidad fue llevada a cabo constante y principalmente por el alma, la cual ha estimulado a la personalidad en sus esfuerzos, visión y expansión. Ahora, en la actual etapa, la personalidad integrada y en proceso de rápido desarrollo, llega a ser conscientemente activa y -al unísono con el alma- emprende la construcción del antakarana -la fusión de los tres hilos y su proyección dentro de "las más vastas y elevadas regiones" del plano mental, hasta que la mente abstracta y la mente concreta inferior se relacionen mediante el triple hilo.

 

Nuestros estudios se refieren a este proceso; la experiencia anterior, en relación con los tres hilos, se considera que ha ocurrido lógicamente en forma normal. El hombre mantiene ya su mente firme en la luz; posee algún conocimiento de meditación, una gran devoción y reconoce también el siguiente paso a dar. Gradualmente se esclarece el conocimiento del proceso, se establece un creciente contacto con el alma y, a veces, ocurren ocasionales destellos de percepción intuitiva, provenientes de la Tríada. Estos reconocimientos no se producen en todos los discípulos, en unos sí y en otros no, Estoy tratando de dar un cuadro general. La aplicación individual y la comprensión futura deben ser elaboradas por el discípulo en el crisol de la experiencia.

 

La meta hacia la cual se esforzó el discípulo común en el pasado, fue establecer contacto con el alma, que lo condujo eventualmente a lo que se ha denominado "inclusión jerárquica". La recompensa del esfuerzo del discípulo fue la aceptación en el ashrama de algún Maestro, la acrecentada oportunidad para servir en el mundo y la recepción de ciertas iniciaciones. La meta que los discípulos avanzados tratan de alcanzar, no sólo involucra el contacto con el alma, como primordial objetivo (pues ya fue logrado en cierta medida), sino la construcción del puente desde la personalidad hasta la Tríada espiritual, con la consiguiente comprensión monádica y la apertura, para el iniciado del Camino hacia la evolución superior, con sus distintas ramas, metas y objetivos. La distinción (no he dicho "diferencia" y quisiera que tomen nota al respecto) entre los dos caminos, puede observarse en las comparaciones enumeradas a continuación:

 

Deseo‑Aspiración                                   Mente‑Proyección

La 1ra. y la 2da. Iniciaciones                 La 3ra. y la 4ta. Iniciaciones

Amor e Intuición Universales                Voluntad y Mente Universales

El Sendero de Luz                                  El Camino de Evolución Superior

El Punto de Contacto                              El Antakarana o Puente

El Plan                                                      El Propósito

Las Tres Hileras de Pétalos Egoicos    La Tríada Espiritual

La Jerarquía                                             Shamballa

El Ashrama del Maestro                         La Cámara del Concilio

Los Siete Senderos                                Los Siete Senderos

 

En realidad tenemos aquí dos acercamientos principales a Dios o al Todo Divino, fusionándose en el momento en que transcurre la quinta iniciación en el Camino Uno, que combina en sí todos los Caminos. Recuerden la afirmación hecha repetidas veces, de que los cuatro rayos menores deben fusionarse, con el tiempo, en el tercer rayo, y luego los cinco deben finalmente fusionarse en el segundo y primer rayo; tengan presente también que todos estos rayos o modos del Ser son aspectos o subrayos del segundo rayo cósmico de Amor y de Fuego.

 

Quisiera señalar además otras relaciones. Saben may bien que en el plano mental se hallan los tres aspectos de la mente, o los tres puntos focales de la percepción y actividad mentales:

 

1. La mente concreta inferior, se expresa casi totalmente por medio del quinto rayo de ciencia concreta, reflejando la fase inferior del aspecto voluntad de la divinidad, resumiendo en sí todo el conocimiento y la memoria egoica. Dicha mente concreta inferior está relacionada con los pétalos del conocimiento del loto egoico, pudiendo obtener una pronunciada iluminación del alma y demostrar eventualmente que es el faro del alma. Puede ser controlada mediante el proceso de concentración. Es transitoria en tiempo y espacio. Por medio del trabajo consciente y creador puede relacionarse con el átomo manásico permanente o con la mente abstracta.

 

2. El Hijo de la Mente, es el alma misma, regida por el segundo aspecto de cada uno de los siete rayos -algo que les pido recordar seriamente. Refleja la fase inferior del aspecto amor de la divinidad y resume en sí los resultados de todo el conocimiento acumulado, que es la sabiduría iluminada por la luz de la intuición. Otra manera de expresarlo sería describiendo al hijo de la mente como amor que se vale de la experiencia y del conocimiento, y manifestándose muy plenamente por medio de los pétalos de amor de su ser innato. Mediante el dedicado y consagrado servicio pone en actividad el Plan divino en los tres mundos de la realización humana. Por lo tanto, está relacionado con el segundo aspecto de la Tríada espiritual y entra en actividad funcionante por medio de la meditación. Entonces controla y utiliza la personalidad concentrada, para sus propios fines espirituales, por intermedio de la ya mencionada mente iluminada. Es eterno en tiempo y espacio.

 

3. La Mente Abstracta, se revela totalmente por la influencia del primer Rayo de Voluntad o Poder, reflejando el aspecto superior de la voluntad de la divinidad o del principio átmico; resume en sí, cuando se ha desarrollado plenamente, el propósito de la Deidad, llegando de este modo a ser responsable del surgimiento del Plan. Energetiza los pétalos de la voluntad, hasta el momento en que la vida eterna del alma es absorbida por aquello que no es ni transitorio ni eterno, sino interminable, ilimitado y desconocido. Es puesto en funcionamiento consciente mediante la construcción del antakarana. Este "radiante puente o arco iris" une la personalidad iluminada, enfocada en el cuerpo mental, motivada por el Amor del alma, con la Mónada o la Vida Una, lo cual permite al divino Hijo de Dios, en manifestación, expresar el significado de las palabras: Dios es amor y Dios es Fuego consumidor. Este fuego energetizado por el amor ha consumido todas las cualidades de la personalidad, dejando únicamente un instrumento purificado, matizado por el rayo del alma, no necesitando ya el cuerpo del alma. Para entonces la personalidad ya habrá absorbido completamente al alma o, más exactamente, el alma y la personalidad se habrán fusionado y unificado en un sólo instrumento para ser empleado por la Vida Una.

 

Esto es sólo el empleo de palabras simbólicas y pictóricas, a fin de expresar la meta unificadora de la evolución material y espiritual, tal como se lleva a cabo hasta su terminación -para este ciclo mundial- mediante el desarrollo de los tres aspectos de la mente en el plano mental. No dejarán de ver las implicaciones cósmicas, pero no tiene valor extendernos sobre ellas. Cuando este proceso se lleva a cabo, tres grandes aspectos de la manifestación divina harán su aparición en el escenario de la vida mundial y en el plano físico, y éstos son: la Humanidad, la Jerarquía y Shamballa.

 

La humanidad constituye ya el predominante reino de la naturaleza; ciento de miles de personas en la actualidad están llegando a conocer la realidad de la Jerarquía y su inminente aparición física. El reconocimiento de Su aparición preparará posteriormente el escenario para las necesarias fases preparatorias, que finalmente conducirán al gobierno exotérico del Señor del Mundo, emergiendo de su reclusión eónica en Shamballa y surgiendo a la expresión externa al final de este ciclo mundial.

 

Tenemos aquí un vasto y necesario panorama, presentado con la finalidad de dar razón y fuerza a la siguiente etapa de la evolución humana.

 

Quisiera remarcar un punto: sólo cuando el aspirante se sitúa definidamente en el plano mental y mantiene allí firme su "foco de percepción", podrá realizar verdaderos progresos en el divino trabajo de construcción del puente, en el trabajo de invocación y en el establecimiento de un consciente contacto entre la Tríada, el alma y la personalidad. El período comprendido por la consciente construcción del antakarana se extiende desde las etapas finales del sendero de probación hasta la tercera iniciación.

 

Al considerar este proceso es necesario reconocer, en las primeras etapas, los tres aspectos de la mente, tal como se expresan en el plano mental y producen los distintos estados de conciencia en dicho plano. Resulta interesante observar que habiendo alcanzado la etapa humana avanzada (integración, aspiración, orientación y devoción), el hombre se mantiene firme en los niveles inferiores del plano mental; entonces debe enfrentar los siete subplanos de ese plano con sus correspondientes estados de conciencia. Por lo tanto, está entrando en un nuevo ciclo en que -equipado esta vez con plena autoconciencia- debe desarrollar siete estados de percepción mental, todos inherentes a él o innatos en él, y todos (una vez dominados) conducen a una de las siete iniciaciones mayores. Estos siete estados de conciencia, empezando desde el primero o inferior, son:

 

Plano Mental

 

1.      Percepción mental inferior. El desarrollo de la verdadera percepción mental.

 

2.      Conciencia del alma o percepción del alma. No es que la personalidad perciba al alma, sino que registra lo que el alma percibe por sí misma. Más adelante lo registrará la mente inferior. La percepción del alma es, por consiguiente, la actitud contraria y habitual de la mente.

 

3.      Percepción superior abstracta. El desarrollo de la intuición y el reconocimiento del proceso intuitivo por la mente inferior.

 

Plano Búdico

 

4.      Percepción espiritual, constante y consciente. Es la plena conciencia del nivel intuitivo o búdico. Es la conciencia perceptiva, característica prominente de la Jerarquía. El foco de la vida del hombre se traslada al plano búdico. Es el cuarto o estado intermedio de conciencia.

 

Plano Átmico

 

5.      Conciencia de la voluntad espiritual, tal como se expresa y experimenta en los niveles átmicos o en el tercer plano de la manifestación divina. Poco puedo decir sobre este estado de percepción. Este estado de percepción nirvánica significa poco para el discípulo común.

 

Plano Monádico

 

6.      Percepción incluyente de la mónada en su propio plano, el segundo plano de nuestra vida planetaria y solar.

 

Plano Logoico

 

7.      Conciencia divina. Es la percepción del todo dentro de los planos más elevados de nuestra manifestación planetaria, y también un aspecto de la percepción solar del mismo plano.

 

A medida que nos esforzamos por alcanzar alguna vaga comprensión de la naturaleza del trabajo que se debe realizar al construir el antakarana, sería inteligente, como paso preliminar, considerar la naturaleza de la sustancia con la cual el aspirante consciente debe construir el "puente en materia mental luminosa". El término oriental que define esta "materia mental" es "chitta"; existe en tres tipos de sustancia, todos básicamente idénticos, pero diferentemente cualificados o condicionados. Es ley fundamental de este sistema solar y, por lo tanto, de nuestra vida de experiencia planetaria, que esa sustancia, por medio de la cual la divinidad se expresa (en tiempo y espacio), está condicionada kármicamente e impregnada por esa cualidad y aspectos, resultantes de manifestaciones anteriores de ese SER en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Tal es el hecho básico que subyace tras la expresión de esa Trinidad o Tríada de Aspectos, con la cual todas las regiones mundiales nos han familiarizado, y es la siguiente:

 

1.    El Aspecto Padre                                      El Plan subyacente de Dios.

       El Aspecto Voluntad.                                La Causa esencial del Ser.

       Propósito.                                                   El propósito de la vida, motivador

                                                                            de la evolución.

                                                                            La nota del sonido sintético.

 

Utiliza el Sutratma

 

2.    El Aspecto Hijo                                          La cualidad de la sensibilidad.

       El Aspecto Amor.                                      La naturaleza de las relaciones.

                 Sabiduría. Comprensión.                         El método de la evolución.

       Conciencia. Alma                                      La nota del sonido atractivo.

 

Utiliza el Hilo de la Conciencia

 

3.    El Aspecto Madre                                      La inteligencia de la sustancia.

       El Aspecto Inteligencia.                           La naturaleza de la forma.

       El Espíritu Santo.                                       La respuesta a la evolución.

                                                                           La nota de la Naturaleza.

 

Desarrolla el Hilo Creador

 

El plano mental es similar a una gran corriente de conciencia o sustancia consciente, y debe ser construido el antakarana para poder cruzarla. Este es el concepto que subyace detrás de esta enseñanza y del simbolismo del sendero. Antes de que un hombre pueda hollar el sendero debe convertirse en el Sendero mismo. Con la sustancia de su propia vida debe construir este "arco iris" o Camino Iluminado. Lo teje y ancla, así como la araña teje el hilo por el cual se desplaza. Cada uno de sus tres aspectos divinos contribuye a la construcción de ese puente, y el momento de construirlo es indicado cuando su naturaleza inferior:

 

1.     Se ha orientado, regulado y también es creadora.

2.     Reconoce y reacciona al contacto y control del alma.

3.     Es sensible a las primeras impresiones de la mónada. Esta sensibilidad se evidencia cuando existe:

a.  Sumisión a la "voluntad de Dios", o del gran Todo.

b.  Desarrollo de la voluntad espiritual interna, trascendiendo todos los obstáculos.

c.  Colaboración con el propósito de la Jerarquía -la interpretadora voluntad de Dios, expresada en amor.

 

He enumerado estas tres respuestas, porque todos los aspectos divinos están relacionados con el antakarana y deben ser definidos y condicionados en el plano mental. Están allí expresándose en la sustancia:

 

1.    La mente concreta inferior.

       El sentido común receptivo.

       El aspecto superior de la naturaleza forma.

       El reflejo de atma, la voluntad espiritual.

       El centro laríngeo.

       Conocimiento.

 

2.    La mente individualizada.

       El alma o ego espiritual.

       El principio medio. Budi‑manas.

       El reflejo de la mónada en la sustancia mental.

       Amor‑sabiduría espiritual.

       El centro cardíaco.

       Amor.

 

3.    La mente abstracta superior.

       La transmisora de budi.

       El reflejo de la naturaleza divina.

       El amor intuitivo, la comprensión, la inclusividad.

       El centro coronario.

       Sacrificio.

 

         Existen lógicamente otros ordenamientos de estos aspectos en manifestación, pero los mencionados servirán para indicar la relación de mónada‑alma‑personalidad, tal como se expresan a través de ciertos agentes o puntos de poder enfocados en el plano mental.

 

Sin embargo, la humanidad, en el actual grado de evolución, ha de captar principalmente, que debe relacionar -consciente y efectivamente- la Tríada espiritual, el alma en su propio plano y la personalidad en su triple naturaleza. Esto se realiza por medio del trabajo creador de la personalidad, el poder magnético de la Tríada y la consciente actividad del alma, utilizando el triple hilo.

 

Se darán cuenta por qué insisten tanto los esoteristas acerca de la fusión, de la unión o de la mezcla, pues sólo cuando ello es inteligentemente comprendido, el discípulo puede comenzar a tejer los hilos para construir el puente de luz que oportunamente se convertirá en el "Camino Iluminado", que lo conducirá a los mundos superiores del ser. Así se liberará de los tres mundos. En este actual ciclo mundial constituye preeminentemente una cuestión de fusión y expresión (en plena conciencia vigílica) de los tres principales estados de conciencia.

 

 

1.    La Conciencia Shambállica.

       Percepción de la unidad y del propósito de la VIDA.

       Reconocimiento y colaboración con el Plan.

       Voluntad. Dirección. Unicidad.

       Influencia de la Tríada.

 

2.    La Conciencia Jerárquica.

       Percepción del yo, el alma.

       Reconocimiento y colaboración con la divinidad.

       Amor. Atracción. Relación.

       Influencia del alma.

 

3.    La Conciencia Humana.

       Percepción del alma dentro de la forma.

       Reconocimiento y colaboración con el alma.

       Inteligencia. Acción. Expresión.

       Influencia de la personalidad consagrada.

 

El hombre que finalmente construye el antakarana a través del plano mental, conecta o relaciona estos tres aspectos divinos, de manera que progresivamente, en cada iniciación, se fusionan más estrechamente en una expresión divina, en plena y radiante mani­festación. En otras palabras, el discípulo recorre el sendero de retorno, construye el antakarana, atraviesa el Camino Iluminado y logra la libertad que otorga el sendero de la vida.

 

Uno de los puntos esenciales que deben aprender los estudiantes es el hecho profundamente esotérico de que este antakarana es construido por el consciente esfuerzo realizado en la conciencia misma y no sólo tratando de ser bueno, demostrar buena voluntad o cualidades altruistas, y aspiración elevada. Muchos esoteristas creen que hollar el sendero es un esfuerzo consciente para vencer a la naturaleza inferior y expresar la vida en términos de recta conducta, buenos pensamientos y amorosa e inteligente comprensión. Es todo esto, pero aún algo más. El buen carácter y una excelente aspiración espiritual son esencialidades básicas, y el Maestro considera que el discípulo en entrenamiento ya las posee: su establecimiento, reconocimiento y desarrollo son los objetivos del sendero de probación.

 

Pero la construcción del antakarana implica relacionar los tres aspectos divinos. Esto involucra una intensa actividad mental; se necesita poseer el poder de la imaginación y visualización, más la dramática tentativa de construir el Camino Iluminado con sustancia mental. Esta sustancia mental posee, como hemos visto, tres cualidades o naturalezas, y el puente de luz viviente es una creación combinada que contiene en sí:

 

1.     Fuerza, enfocada y proyectada desde las fuerzas fusionadas y mezcladas de la personalidad.

2.     Energía, extraída del cuerpo egoico por medio de un esfuerzo consciente.

3.     Energía, abstraída de la Tríada espiritual.

 

Sin embargo, es esencialmente una actividad de la personalidad integrada y consagrada. Los esoteristas no deben adoptar la posición de que lo único que deben hacer es esperar pasivamente alguna actividad del alma, que se producirá automáticamente después de haber alcanzado contacto con ella en cierta medida y que, en consecuencia y con el tiempo, esta actividad evocará respuesta de la personalidad y de la Tríada. Esto no es así. El trabajo de construcción del antakarana es principalmente una actividad de la personalidad, ayudada por el alma, lo cual oportunamente evoca una reacción de la Tríada. En la actualidad los aspirantes están demasiado dominados por la inercia.

 

Podría analizar esta cuestión desde otro ángulo. Cuando la personalidad comienza a trasmutar el conocimiento en sabiduría, el foco de la vida de la personalidad se traslada al plano mental, pues la transmutación (con sus etapas de comprensión, análisis, reconocimiento y aplicación) es fundamentalmente un proceso mental. La personalidad comienza también a comprender el significado del amor y a interpretarlo en términos del bienestar del grupo y no en términos del yo personal, deseo, ni tampoco aspiración. El amor verdadero es comprendido correctamente sólo por el individuo de tipo mental, espiritualmente orientado. La personalidad está llegando también a comprender que en realidad no hay tal cosa como sacrificio. El sacrificio es, comúnmente, el deseo frustrado de la naturaleza inferior, voluntariamente soportado por el aspirante, pero -en esta fase- constituye una mala interpretación y limitación. Sacrificio es, en realidad, completa sumisión a la voluntad de Dios, pues la voluntad espiritual del hombre y la voluntad divina (tal como él la reconoce en el Plan) son su propia voluntad. Hay una creciente identificación con el propósito. Por lo tanto, la propia voluntad, el deseo y esas actividades inteligentes que tienen doble móvil, son vistos y reconocidos como meras expresiones inferiores de los tres aspectos divinos, y el esfuerzo consiste en expresar en términos del alma y no, como hasta ahora, en términos de la personalidad consagrada y rectamente orientada. Ello sólo es posible en su verdadero sentido cuando el foco de la vida se sitúa en el vehículo mental y cuando la cabeza y el corazón entran en actividad. En este proceso las etapas de la formación del carácter son consideradas esenciales y efectivas y emprendidas consciente y voluntariamente. Pero -cuando las bases del buen carácter y la actividad inteligente están firmemente establecidas- algo todavía más elevado y sutil debe ser erigido sobre la subestructura.

 

Conocimiento-sabiduría, debe ser reemplazado por la comprensión intuitiva, siendo en realidad, la participación incluyente en la actividad creadora de la divinidad. La idea divina debe convertirse en un ideal factible, y este ideal debe desarrollarse y manifestarse en la sustancia del plano físico. El hilo creador, más o menos preparado, debe ser puesto en función activa y consciente.

 

Amor‑deseo, debe ser interpretado en términos de divina atracción, implicando el correcto o incorrecto empleo de las energías y fuerzas. Este proceso pone al discípulo en contacto con la divinidad como si fuera un TODO progresivamente revelado. La parte, por medio del desarrollo magnético de su propia naturaleza, establece paulatinamente contacto con todo cuanto Es. El discípulo llega a ser consciente de esta totalidad, mediante una creciente y vívida expansión de conciencia que conduce a la iniciación, realización e identificación. Éstas son las tres etapas de la iniciación.

 

El hilo de la conciencia, en colaboración con los hilos creador y de vida; despierta a un proceso plenamente consciente de participación dentro del Plan creador divino, Plan motivado por el amor e inteligentemente ejecutado.

 

Voluntad‑dirección (término que describe la orientación producida por la comprensión de los dos procesos, conocimiento‑sabiduría y deseo‑amor), debe producirse la orientación final de la personalidad y el alma, fusionadas, mezcladas y unificadas, hacia la liberación de la Tríada espiritual; entonces la tentativa consciente de utilizar estas tres energías culmina en la creación del antakarana en el plano mental. Observarán que en esta primera etapa del proceso hago hincapié en las palabras "orientación y tentativa". Señalan simplemente que el iniciado controla finalmente la sustancia.

 

El hecho de que el hombre pase del reino de la aspiración y de la devoción, al mundo de la voluntad enfocada, indica que ya no está en el sendero de probación. Otro indicio de ello es que comienza a interpretar la vida en términos de energías y fuerzas y no en términos de cualidad y deseo. Esto señala un definido paso adelante. Actualmente, en la vida del discípulo, se emplea muy poco la voluntad espiritual, como resultado de la correcta orientación.

 

En el futuro, la Ciencia del Antakarana y su analogía inferior, la Ciencia de la Evolución Social (el antakarana o la totalidad de los seres humanos), serán conocidas como la Ciencia de Invocación y Evocación. En realidad es la Ciencia de la Relación Magnética, donde se establecen rectas relaciones mediante la mutua invocación, efectuándose un proceso de respuesta, la evocación. Esta cien­cia subyace detrás del despertar consciente de los centros y su interrelación, en la relación entre un hombre y otro, un grupo y otro y, eventualmente, entre una nación y otra. Esta invocación y la consiguiente evocación, oportunamente relaciona al alma y la personalidad y al alma y la mónada. Constituye el principal objetivo de la demanda humana a Dios, a la Jerarquía y a los Poderes espirituales del cosmos, no importa cómo se los designe. El clamor se eleva. La invocación de la humanidad puede evocar y evocará, respuesta de la Jerarquía espiritual y dará la primera demostración, en vasta escala, de esta nueva ciencia esotérica -esotérica porque está basada en el sonido. De allí el empleo del OM. No puedo entrar a detallar esta ciencia, pues debemos limitar nuestra atención al tema de la Ciencia del Antakarana.

 

El Puente como Agente de Alineamiento.

 

La palabra "alineamiento" se emplea mucho en el entrenamiento esotérico moderno. Quisiera señalar que, al hacerlo, el aspirante establece solamente la primera etapa del proceso de comprensión, estableciendo en su propia conciencia la realidad del dualismo esencial. Quisiera indicar que se llega al aspecto crítico de este proceso sólo cuando la diferencia entre la poderosa personalidad integrada y el alma, es agudamente definida y reconocida. Es una verdad ocultista enunciar que el aspirante debe ser reconocido por  o triplicidad; el discípulo por o dualidad, y el iniciado por o unidad. Quisiera que observen que el símbolo de la dualidad para la humanidad no desarrollada es donde se describe la se­paración entre la naturaleza superior y la inferior; en el caso del discípulo es representa el "sendero que atraviesa" o el estrecho sendero del filo de la navaja entre los pares de opuestos, formando más tarde el antakarana. Estos símbolos, simples como son, encierran e imparten vastas verdades para la mente iluminada.

 

Hablando en forma relativa y en términos de conciencia mental, la comprensión de la dualidad sólo se adquiere en los tres mundos y en el plano mental. Al recibir la tercera iniciación, el poder de los pares de opuestos inferiores ya no se siente ni existe, comprende y expresa una conciencia liberada y una percepción sin restricción -sin restricción respecto al iniciado que actúa dentro de la órbita del Logos planetario (aunque no sin restricción referente a la Vida mayor que actúa dentro de otros límites mayores y definidos). Dentro del "circulo no se pasa" planetario, el iniciado actúa libremente y no conoce limitación en la conciencia. Por esta razón se denominan amorfos a los niveles superiores de nuestros planos planetarios y del sistema. El verdadero símbolo del alineamiento es O pues implica al mismo tiempo no sólo el sentido de dualidad sino el camino que atraviesa lo que denominamos "muros de la limitación".

 

Los estudiantes harían bien en considerar la construcción del antakarana como una extensión en la conciencia. Esta extensión constituye el primer y definido esfuerzo efectuado en el sendero para atraer la influencia monádica con plena conciencia y, finalmente, en forma directa. Este proceso constituye el paralelo individual de la actual afluencia de fuerza proveniente de Shamballa, sobre el que he hablado anteriormente. Ese elevado centro de energía está produciendo ahora en nuestro planeta un efecto definido sobre el Centro denominado Humanidad, y se lleva a cabo por alineamiento directo y no vía la Jerarquía, como ha sucedido hasta ahora. Cuando se ha tenido éxito en iniciar el antakarana individual y hay un tenue hilo de energía viviente que conecta la triple personalidad y la Tríada espiritual, entonces es posible la afluencia de energía volitiva. Esto puede ser muy peligroso en las primeras etapas, cuando no está contrarrestado por la energía del amor del alma. Sólo un hilo del triple antakarana pasa a través del loto egoico. Los otros dos se relacionan directamente con la Tríada, de allí eventualmente con la mónada, la fuente de la vida "triadal". Esto es verdad tanto para el individuo como para toda la humanidad, y los efectos de este alineamiento pueden actualmente verse manifestándose en el mundo.

 

Esta inesperada respuesta activa ha necesitado una acrecentada actuación por parte de la Jerarquía, a fin de contrarrestar las consecuencias de cualquier afluencia prematura de la fuerza volitiva. Después de la tercera iniciación, cuando el cuerpo del alma, el causal, comienza a disiparse, la línea de relación o conexión puede ser y es directa. Entonces el iniciado "permanece en el océano de amor, afluyendo ese amor a través de él; su voluntad es amor y puede trabajar sin peligro, pues el amor divino matizará toda su voluntad y podrá prestar servicio inteligentemente". Entonces el amor y la inteligencia se convierten en servidores de la voluntad. La energía del alma y la fuerza de la personalidad contribuyen a la experiencia que adquiere la mónada en los tres mundos, donde vive una vida de servicio y donde finalmente culmina la tan prolongada tarea del hombre espiritual encarnado. Entonces está preparado para el Nirvana, que sólo es el Camino a nuevos campos de experiencia espiritual y desarrollo divino -incomprensible hasta para el iniciado de tercer grado. Este Camino es revelado sólo cuando el antakarana está construido y terminado y el hombre se enfoca en la Tríada tan conscientemente como lo está ahora en la triple naturaleza inferior.

 

Sólo entonces es evidente el verdadero dualismo de la naturaleza divina y desaparece la dualidad ilusoria. Así tenemos Espíritu‑materia, Vida‑forma. Para ello la triple experiencia de la conciencia en desarrollo es sólo preparatoria. Por el desarrollo de la conciencia, el iniciado conoce el significado de la vida y el empleo de la forma, pero no está completamente identificado con ninguna de las dos, aunque fusiona en sí mismo, en consciente síntesis, estas dualidades. La tentativa de explicar este estado mental con palabras que limitan y confunden, conduce a contradicciones aparentes, siendo una de las paradojas peculiares de la ciencia ocultista. Los hechos mencionados ¿le imparten algún sentido? ¿Significan algo para su mente? No lo creo, puesto que no posee todavía el equipo necesario por el cual puede actuar el tipo de percepción implicada o la comprensión de esa autoconciencia que produciría de su parte una reacción comprensiva. Hago simplemente esa afirmación esotérica, pues más adelante le llegará esa comprensión de la verdad y la consiguiente energetización producida cuando cualquier verdad abstracta es verdaderamente valorada y asimilada. El momento no ha llegado todavía para comprender esta información. Los discípulos y aspirantes progresan porque han tenido una visión -inalcanzable aún, siendo definidamente una ampliación de lo conocido y previamente captado. Tal es el método de la evolución, pues constituye siempre un progreso hacia lo presentido.

 

Actualmente, por medio del esfuerzo humano y jerárquico, tiene lugar un gran alineamiento y vinculación, y mónada‑alma‑personalidad están más directamente relacionadas que nunca. Una de las razones consiste en que hay cada vez más iniciados de tercer grado en encarnación en el planeta, y también muchos más discípulos que se están preparando para recibir la tercera iniciación; en esta tercera raza aria, estrictamente humana (empleando el término en su sentido genérico y no en la tergiversada acepción alemana), los tres aspectos de la personalidad son ahora tan poderosos que su influencia magnética y su efecto creador hacen que la construcción del antakarana sea una realización notable, vinculando y alineando así los tres aspectos del hombre. Lo mismo puede decirse de los tres centros divinos: Shamballa, la Jerarquía y la Humanidad, que en el planeta representan esas cualidades divinas y están ahora estrechamente alineados, produciendo una fusión de energías que trae una gran afluencia de la voluntad espiritual, así como también la manifestación del aspecto Destructor.

 

He dado aquí muchas cosas de interés, he señalado una meta e indicado un Camino. He relacionado (en conciencia) a la Jerarquía y a Shamballa, lo cual representa un grande y crítico momento en los asuntos humanos y una oportunidad hasta ahora sin parangón en la historia. La necesidad de valorar esto debidamente será evidente, debiendo incitar a los lectores a un renovado empeño y esfuerzo. Los estudiantes deben tratar de enfrentar todos los cambios y oportunidades planetarias con sus correspondientes cambios en sus propias vidas. Deben buscar esas nuevas actitudes y nuevos acercamientos creadores, que no sólo darán por resultado la construcción del antakarana individual sino también la fusión de los innumerables "hilos radiantes" que producirán esos "cables de conexión ", hablando simbólicamente, que relacionarán los centros planetarios y proporcionarán el medio por el cual podrá pasar la ígnea voluntad y el propósito predeterminado de la Deidad. Esto dará lugar a la reconstrucción de los mundos manifestados y en esta tarea todos y cada uno pueden desempeñar su parte.

 

Consideraré ahora el segundo punto de esta sección e indicaré la técnica para la construcción del antakarana. Ella constituirá una enseñanza intensamente práctica, y todo lo dado hasta ahora debe demostrar que constituye una sólida base.

 

La Técnica de la Construcción

 

Tengo la intención de ser muy práctico. La construcción del antakarana (conscientemente emprendida en el sendero del discipulado) es un proceso que se sigue de acuerdo a antiguas y comprobadas reglas. Cuando son correctamente seguidas, la secuencia de los sucesos y la aparición de los resultados deseados son inevitables e ineludibles. Gran parte de lo que podría decir, relacionado con las realidades subjetivas, tendrá poco valor para el estudiante común, pues -siendo hechos existentes y ocultos en un proceso natural- son todavía irrealizables. Mi problema consiste en presentar el proceso de tal manera que -al fin de este siglo- lleve a los educadores a pensar, hablar y enseñar en términos de construcción del puente, acercándose así a los enunciados básicos que tienen una influencia definida sobre el punto que estamos considerando. Quisiera recapitular aquí muy sucintamente algunos de ellos, para su atención:

 

1.     Fuerza‑Conocimiento, se expresa por medio del hilo de la conciencia y del hilo creador.

2.     Estos dos hilos son, para el discípulo, una fusión de conocimientos anteriores (el hilo de la conciencia) y actuales (el hilo creador).

3.     El hilo de vida, o mejor dicho el sutratma, está estrechamente fusionado con ambos. Tenemos entonces atma‑budi‑manas (el último es el agente creador), funcionando hasta cierto grado, conscientemente, en el aspirante.

4.     La fusión de la personalidad y el alma está en proceso, pero cuando ha alcanzado cierto punto, es evidente que se necesita de la creatividad o actividad creadora de la voluntad, para tender el puente entre la Tríada espiritual y la personalidad, vía el alma.

5.     El puente que debe ser construido se denomina, técnicamente, antakarana.

6.     Este puente debe ser construido por el aspirante centrado en el plano mental, puesto que debe emplearse sustancia mental (en tres grados), y los tres aspectos de la mente -el átomo manásico permanente, el Hijo de la Mente o Ego, y la unidad mental- se hallan involucrados en el proceso.

 

Los estudiantes harían bien en aprender que el proceso de la construcción del antakarana es uno de los medios por los cuales el hombre, la trinidad, se convierte en dualidad. Cuando la tarea se ha completado y el antakarana está definidamente construido -produciéndose así el perfecto alineamiento entre la mónada y su expresión en el plano físico- el cuerpo del alma (el causal) es completa y finalmente destruido por el fuego de la mónada que desciende por el antakarana. Entonces hay una completa reciprocidad entre la mónada y el alma plenamente consciente en el plano físico. El "intermediario divino" ya no es necesario. El "Hijo de Dios, que es el Hijo de la Mente", muere; el "velo del templo es rasgado en dos, de arriba abajo"; se recibe la cuarta iniciación, llegando entonces la revelación del Padre. Éste es el final y amplio resultado obtenido por la construcción del puente que, en realidad, es el establecimiento de una línea de luz entre la mónada y la personalidad, como expresión plena del alma -entre espíritu y materia, entre Padre y Madre. Pone en evidencia que el "espíritu ha ascendido a los hombros de la materia", a ese elevado lugar del cual originó, más la experiencia adquirida y el pleno conocimiento, y todo lo que pudo proporcionar la vida, en la forma material, y conferir la experiencia consciente. El Hijo ha hecho Su trabajo. La tarea del Salvador o Mediador ha sido consumada. Se sabe que la unidad de todas las cosas es una realidad en la conciencia y el espíritu humano puede decir con intención y comprensión: "Yo y mi Padre somos uno".

 

Lo que antecede es un enunciado breve y probablemente sin sentido, excepto teóricamente, pero resume la tarea y el trabajo que tiene por delante el discípulo que está en proceso de construir el antakarana. Hay una estrecha relación entre la cuarta iniciación, el cuaternario en su condición evolucionada -cuerpo vital, vehículo emocional, mente y alma- y la cuarta etapa técnica de construcción consciente del "arco iris". Tenemos por lo tanto:

 

1.     El cuaternario, factor creador en la tierra.

2.     La cuarta iniciación, la de la crucifixión.

3.     La cuarta etapa técnica para la construcción del antakarana:

a.     El sutratma, el hilo de vida.

b.     El hilo de la conciencia.

c.     El hilo creador, el hilo triple.

d.     El antakarana técnico, puente entre la triple personalidad y la Tríada espiritual.

4.     Las cuatro etapas en el sendero de retorno:

a.     La etapa de la evolución misma.

b.     La etapa del sendero de probación.

c.     La etapa del sendero del discipulado.

d.     La etapa del sendero de la iniciación.

 

Sin embargo, es una y la misma entidad que participa de todos los aspectos, pasos y etapas diferenciados y es responsable de ellos -experimentación, experiencia y expresión consciente, en cada una de estas etapas o modos de vida, hasta la cuarta iniciación. Luego la conciencia misma cede su lugar a la vida y, sin embargo, permanece. A lo antedicho agréguesele que el cuarto reino de la naturaleza sufre los efectos indicados anteriormente y está condicionado por los cuatro aspectos del sutratma uno. Cuando se llega a comprender esto, la belleza del simbolismo y las relaciones numéricas emergen significativamente.

 

La Construcción del Antakarana... Pasado.

 

Referente a esto no es necesario extenderme, pues se evidencia que sólo el hombre, producto de una larga y fructífera experiencia pasada, está equipado para emprender la tarea de la construcción del puente. El proceso involucra científicamente mucha experiencia en el arte de vivir, y sólo el investigador humano altamente entrenado, puede, en forma sólida y sin peligro, construir el puente entre lo superior y lo inferior. Cada una de las principales razas humanas ha sido responsable de la expresión y empleo de los hilos que, en conjunto, forman el antakarana:

 

1. En la antigua Lemuria, el hilo de vida, el sutratma en sí, el factor dominante en la expresión de la vida; el cuerpo físico, la naturaleza de la forma animal y el factor denso externo, constituía el enfoque de la vida -exuberante, productiva y vital.

 

2. En la antigua Atlántida, el hilo de la conciencia comenzó a actuar en forma desconocida para la época Lemuria. La sensibilidad, la percepción y -como resultado- el deseo y la reacción, fueron las notas clave. Una sensibilidad activa, como preludio de la plena conciencia, caracterizó al ser humano. El vehículo astral fue un factor controlador. La mente era relativamente pasiva, excepto en lo que se refiere a los más destacados miembros de la raza humana. Sin embargo, toda la humanidad de ese ciclo mundial fue extremadamente síquica y mediumnímica y también "sensitiva", empleando la moderna acepción del término. El estado de percepción era astral, y los seres humanos -como raza- clarividentes y clariaudientes, aunque no podían de ninguna manera interpretar aquello con lo que entraban en contacto; tampoco podían distinguir entre los fenómenos astrales y la vida física común (particularmente en el período intermedio de su historia racial), y la mente interpretadora nada les revelaba. Simplemente vivían y sentían. Tal era la historia de su vida. Dos hilos funcionaban y el otro no. El puente no fue construido.

 

3. En nuestra moderna raza Aria -moderna en lo que se refiere a la historia racial- el tercer hilo, el creador, viene a la manifestación y es utilizado activamente. Quisiera recordar que estos hilos existen desde el comienzo de la existencia humana y que estas tres corrientes de energía han estado indisolublemente presentes desde el principio de la conciencia humana. Pero durante la mayor parte de la historia humana, hasta la actualidad, el hombre no fue consciente de ellas y las ha empleado y emplea, casi inconscientemente. El proceso para reconocer la capacidad creadora y la oportunidad, se divide en dos fases o etapas:

 

a.  La etapa en que se desarrolla y desenvuelve el principio mente y el hombre se convierte en una criatura mental. Esto produce la plena actividad de la unidad mental, la integración de los tres aspectos de la personalidad y la consiguiente percepción del Hijo de la mente o alma.

b.  La etapa de actividad creadora en que el hilo creador se emplea en máximo grado. El empleo del hilo, por parte de la personalidad -distinto del empleo racial-, es característico de la raza Aria. Durante los últimos cinco mil años ha llegado a ser gradualmente la cualidad sobresaliente de la humanidad. En las otras dos razas y en las primitivas etapas de la raza Aria, aunque se crearon grandes monumentos en todas partes del planeta, no fueron el producto de las mentes de los hombres de la época, sino la imposición de la voluntad creadora de la Jerarquía planetaria, sobre quienes eran sensibles a la impresión superior. La respuesta sensible a la impresión creadora fue la cualidad sobresaliente de la conciencia Atlante posterior y la del primitivo período Ario. Actualmente, está cediendo su lugar a la creatividad individual y, en consecuencia, a la creación consciente del antakarana, resultado del triple hilo fusionado y mezclado.

 

Este breve resumen del proceso pasado, tiene simplemente por objeto dar un trasfondo sintético a todo el trabajo que debe realizarse ahora, e impartir un concepto casi visual del método por el cual el hombre ha alcanzado la etapa de vida consciente, de plena autopercepción y de expresión creadora. Todas fueron expresiones de la energía divina al afluir a su mecanismo, vía el hilo plateado de la potencia divina. Podría ser considerado como la triple demostración de la vida vertical que se trasforma en vida horizontal por medio de la expresión creadora. En efecto, el hombre se convierte en la cruz. Sin embargo, cuando llega a construir el arco iris (que sólo puede ser hecho cuando el hombre está en la Cruz Fija), entonces la cruz cede finalmente su lugar a la línea. Esto tiene lugar después de la cuarta iniciación -la de la crucifixión. Entonces resta sólo la línea vertical, "que va del Cielo al Infierno": La meta del iniciado (entre la cuarta y la séptima iniciaciones) consiste en resolver la línea en el circulo y cumplir la ley, y así "redondear" el proceso evolutivo.

 

Otro resumen del proceso puede hallarse en las estrofas de las Estanzas para Discípulos publicadas hace algún tiempo, junio 1930, y también transcritas en otra parte de este tomo.

 

"En la Cruz se oculta la Luz. Lo vertical y lo horizontal crean mediante la mutua fricción; una Cruz vibrante parpadea, originándose el movimiento. Cuando lo vertical asume lo horizontal, sobreviene el pralaya. La evolución es el movimiento de lo horizontal hacia lo vertical positivo. En el secreto de la orientación se halla oculta la sabiduría; en la doctrina de la absorción reside la facultad curadora; el punto que se trasforma en la línea y la línea que se convierte en la cruz, es evolución. La cruz que se traslada hacia la horizontal encierra la salvación y la paz praláyica."

 

Puede decirse que pocas, muy pocas personas están ahora en la etapa lemuriana de conciencia, donde el hilo de vida, con sus implicaciones físicas, es el factor dominante. Numerosas e incontables personas se halla en la etapa atlante, que corresponde al desarrollo de la "sensibilidad aúrica". Muy pocas personas, en comparación con las grandes masas de seres humanos, emplean los resultados de la triple construcción de energía, dentro de su propia aura de percepción y zona de influencia, a fin de construir y utilizar el puente que une los diversos aspectos del plano mental. Estos tres aspectos, deben emplearse simultáneamente y reemplazarse más tarde, de tal manera que la personalidad y el ego desaparecerán y sólo permanecerá la mónada y su forma en el plano físico.

 

A este respecto mi anterior enunciado sobre la naturaleza de la forma podría ser de utilidad y conducir a una mayor percepción interna y comprensión:

 

El plano físico es un reflejo completo del mental; los tres subplanos inferiores son el reflejo de los subplanos abstractos y los cuatro subplanos etéricos, de los cuatro planos mentales concretos. La manifestación del ego (o cuerpo causal) en el plano mental, no es el resultado de la energía emanada de los átomos permanentes como núcleo de fuerza, sino el resultado de diferentes fuerzas y principalmente de la fuerza grupal. Lo señala predominantemente el acto realizado por una fuerza externa, que se pierde en la incógnita del karma planetario. Esto también es verdad respecto a las manifestaciones inferiores del hombre, siendo el resultado de una acción refleja; se fundamenta en la fuerza del grupo, compuesto de centros etéricos mediante los cuales el hombre (como un conjunto de vidas) funciona. La actividad de dichos centros inicia una vibración en respuesta a los tres subplanos inferiores del plano físico, y su interacción permite adherirse al cuerpo o reunir a su alrededor partículas de lo que erróneamente denominamos "sustancia densa". Este tipo de sustancia energetizada es arrastrada hacia un vórtice -del cual no puede escapar- de corrientes de fuerza que emanan de los centros. Por lo tanto, dichas unidades se van apilando de acuerdo a la dirección que lleva la energía alrededor y dentro del cuerpo etérico, hasta cubrirlo y ocultarlo, aunque es interpenetrante. Esto es producido por una ley inexorable, la ley de la materia misma, y sólo quienes son "Señores de la Yoga" pueden sustraerse al efecto de la vitalidad de sus propios centros, y también -por la voluntad consciente de su propio ser- a la fuerza compulsiva de la Ley de Atracción que actúa en el subplano físico cósmico inferior. (Tratado sobre Fuego Cósmico, pág. 630‑31).

 

He dicho anteriormente que el cuerpo astral es una ilusión. El hombre que ha obtenido la conciencia iniciática descubre oportunamente que dicho cuerpo no existe. Cuando budi rige, la naturaleza síquica inferior desaparece. Cuando el antakarana está construido y cuando la unidad mental es reemplazada por el átomo manásico permanente y el cuerpo causal desaparece, entonces el adepto sabe que la mente inferior, el cuerpo mental, es también una ilusión y para él no existe. Hay pues -en lo que a su conciencia individual se refiere- únicamente tres puntos focales o arraigos (ambos términos son inadecuados para expresar su pleno significado):

 

1. La Humanidad, en la cual él puede enfocarse a voluntad por medio de lo que técnicamente se denomina "mayavirupa" -una forma corpórea creada por él para cumplir el propósito monádico.

 

Entonces expresa plenamente todas las energías de la Cruz mutable. (1)

 

2. La Jerarquía. Aquí, como unidad enfocada de la omnincluyente percepción búdica, encuentra su lugar y métodos de ser­vicio, condicionados por su rayo monádico.

 

Entonces expresa los valores de la Cruz Fija. (2)

 

3. Shamballa. Éste es su punto más elevado de enfoque, meta del esfuerzo de todos los iniciados de grados superiores y fuente del sutratma, por medio del cual (y a través de sus diferenciaciones) ya puede trabajar conscientemente.

 

Aquí todavía se encuentra crucificado, pero en la Cruz Cardinal.*

 

La tarea que el ser humano ha estado realizando en todas sus etapas de desenvolvimiento, consiste, puede decirse, en tender el puente sobre la brecha existente entre:

 

1. La Cruz Mutable y la Cruz Fija.

2. La Humanidad y la Jerarquía.

3. La triplicidad inferior, la personalidad, y la Tríada espiritual.

4. La Mónada en su propio plano y el mundo objetivo externo.

 

Esto lo hace por medio de la Intención, Visualización, Proyección, Invocación y Evocación, Estabilización y Resurrección. De estas diferentes etapas nos ocuparemos ahora.

 

La Construcción del Antakarana en la Raza Aria... Presente.

 

Quisiera hacer un alto aquí y algunas observaciones respecto a este proceso relativamente nuevo de construcción del antakarana. Ha sido conocido y seguido por quienes fueron entrenados para asociarse a la Jerarquía, pero no se dio anteriormente al público. Es esencial que el estudiante observe dos cosas: Una, que si no tenemos presente que estamos trabajando con energía, la cual debe ser científicamente empleada, toda la enseñanza resultará inútil. Otra, que estamos considerando una técnica y un proceso que dependen del empleo de la imaginación creadora. Reunidos estos dos factores (consciente y deliberadamente) -el factor sustancia‑energía y el impulso planificado- se inicia un proceso creador que traerá mayores resultados. El ser humano vive en un mundo de variadas energías, que a veces se expresan como energías dinámicas, positivas, receptivas y negativas, o como fuerzas magnéticas y atractivas. Una comprensión de esta afirmación corroborará la de H.P.B. de que "materia es espíritu en su punto inferior" y lo opuesto es igualmente verdad. Todo el proceso consiste en establecer relaciones constructivas entre las energías negativas y positivas y la consiguiente producción de fuerza magnética. Tal es el proceso creador. Esto es verdad respecto a la actividad de un Logos solar, de un Logos planetario y de un ser humano -únicos creadores conscientes en el universo. Esto debe ser así en lo que respecta al discípulo que trata de poner en relación constructiva a la mónada con la expresión humana, en los tres mundos de la evolución humana.

 

Se ha puesto mucho énfasis sobre la vida del alma y su expresión en el plano físico; esto fue necesario y parte del desarrollo evolutivo de la conciencia humana. El reino de las almas debe eventualmente dar lugar al dominio del espíritu; la energía de la Jerarquía debe llegar a ser una fuerza receptiva a la energía de Shamballa, así como la fuerza de la humanidad debe hacerse receptiva a la energía del reino de las almas. Hoy estos tres procesos tienen lugar simultáneamente, aunque la receptividad de la Jerarquía al segundo aspecto de la energía de Shamballa sólo ahora está siendo reconocible. Durante largo tiempo la Jerarquía ha sido receptiva al tercer aspecto o aspecto creador de la energía de Shamballa, y -dentro de un período muy distante- responderá al primer aspecto de esa misma energía. La triple naturaleza de la manifestación divina también debe expresarse como dualidad. Esto puede ser vagamente comprendido cuando el discípulo capte (después de la tercera iniciación) que él también debe aprender a funcionar como dualidad -mónada (espíritu) y forma (materia)- en relación directa con el aspecto conciencia, el alma mediadora, que es absorbida por ambos aspectos de la expresión divina, aunque no actúe como factor intermedio. Cuando se haya realizado esto, se comprenderá la verdadera naturaleza del Nirvana, el comienzo del interminable Camino que conduce al Uno; donde la dualidad se resuelve en unidad, y es el Camino que los Miembros de la Jerarquía tratan de hollar y para el cual se están preparando.

 

El paso inicial para alcanzar este dualismo es la construcción del antakarana, y ello se emprende conscientemente sólo cuando el discípulo se prepara para la segunda iniciación. Como ya he dicho, existen literalmente millares de personas que se están preparando, porque se presume que todos los aspirantes y discípulos sensatos trabajan, sin desviarse, para el adelanto espiritual (con móvil puro) y están indesviablemente orientados hacia el alma, han recibido la primera iniciación, la cual significa simplemente el nacimiento del Cristo‑niño dentro del corazón, hablando simbólicamente. Por lo tanto, habrá muchos que se están preparando para iniciar esta tarea de construcción del arco iris y que, bajo la influencia de la Sabiduría Eterna, captan la necesidad e importancia de la revelación que este proceso imparte. Lo que escribo aquí, tiene por lo tanto un propósito definido y útil. Durante mucho tiempo mi tarea fue impartir información en forma de libros, respecto a la siguiente etapa de reconocimiento inteligente y espiritual, para la humanidad. Por consiguiente, repito, es esencial la comprensión del método para la construcción del antakarana si la humanidad debe avanzar como está planificado y, en este avance, los discípulos y aspirantes deben constituir y constituyen la vanguardia. Toda la humanidad irá despertando constantemente al impulso espiritual venidero y se originará un irresistible impulso hacia la luz espiritual y hacia una mayor orientación. Así como el discípulo individual debe revertirse en la rueda de la vida y hollar el Camino en el sentido contrario de las agujas del reloj, así debe hacerlo y lo hará la humanidad. Las dos terceras partes que realizan la meta de la evolución en este ciclo mundial, han comenzado a hacerlo.

 

Sin embargo, en este proceso entra en actividad el tercer aspecto divino -el del Actor Creador. Lo mismo sucedió en el proceso creador en que estaba involucrado el universo tangible. Lo será también cuando el discípulo individual llegue a ser el agente creador. Durante eones ha construido y empleado sus vehículos de manifestación en los tres mundos. Luego llegó un momento en que las personas avanzadas empezaron a crear en el plano mental; soñaron, tuvieron visiones, hicieron contacto con la belleza intangible, entraron en contacto con la Mente de Dios y retornaron a la tierra con alguna idea. A esta idea le dieron forma y llegaron a ser creadores en el plano mental; se trasformaron en artistas, en algún aspecto del esfuerzo creador. En la tarea de construcción del antakarana el discípulo tiene que trabajar también en niveles mentales, y lo que allí construya será de sustancia tan sutil que no deberá ni podrá aparecer en niveles físicos. Respecto a esta firme orientación, lo que él construya "ascenderá al centro de la vida" y no "descenderá al centro de la conciencia o a lo que tiene apariencia de luz".

 

Aquí reside la dificultad para el principiante. Debe trabajar, por así decir, en la oscuridad, y no está en situación de verificar la existencia de lo que trata de construir. Su cerebro físico es incapaz de registrar su creación como un hecho consumado. Tiene que depender totalmente de la técnica probada en el trabajo delineado y actuar con fe. La única evidencia del éxito puede llegar con lentitud, pues está involucrada la sensibilidad del cerebro y frecuentemente, cuando hay un éxito muy real, las células del cerebro no tienen el calibre suficiente para registrarlo. La posible evidencia de esta etapa puede ser un destello de la intuición espiritual o la repentina comprensión de la voluntad al bien, en forma dinámica y grupal; puede ser también sólo la capacidad para comprender y hacer comprender a los demás ciertos fundamentos espirituales y ocultistas; puede ser la "facilidad de revelar", tanto en forma receptiva como condicionadora o distribuidora, y mundialmente efectiva.

 

Estoy tratando de aclarar un tema muy abstruso, y las palabras demuestran ser inadecuadas. Sólo puedo delinear el proceso y el método y alentar la consiguiente esperanza para el futuro; por su parte ustedes sólo pueden experimentar, obedecer, tener confianza en la experiencia de quienes enseñan, y luego esperar pacientemente los resultados.

 

Seis Etapas del Proceso de Construcción.

 

He empleado seis palabras para expresar este proceso y su condición resultante. Será útil estudiarlas desde el ángulo de su significación oculta -significación que por lo general no es aparente, excepto para el discípulo entrenado, a quien se le ha enseñado a penetrar en el mundo de significados y a interpretar aquello que no es evidente para el neófito. Quizás, para cuando hayamos investigado estas palabras, el método de construcción y el medio por el cual el antakarana se construye, aparecerán con mayor claridad.

 

Estas palabras definen una técnica de construcción o proceso de manipulación de energía, que trae a la existencia una relación entre la mónada y el ser humano que aspira alcanzar la plena liberación y huella el sendero del discipulado y de la iniciación, y puede crear un canal de luz y vida entre los aspectos divinos superior e inferior y construir un puente entre el mundo de la vida espiritual y el de la vida diaria en el plano físico. Constituye una técnica para producir el tipo más elevado de dualismo y para eliminar la triple expresión de la divinidad, intensificando por este medio la expresión divina y acercando al hombre a su meta final. Los discípulos deben recordar siempre que la conciencia egoica es una etapa intermedia. Es también un proceso por el cual -desde el ángulo de los reinos subhumanos de la naturaleza- la humanidad misma se convierte en intermediario divino y en transmisor de energía espiritual para esas vidas cuyas etapas de conciencia están por debajo de la autoconciencia. La humanidad llega a ser para esas vidas -en su totalidad- lo que la Jerarquía para la humanidad. Este servicio será únicamente posible cuando la raza humana en número suficiente, se caracterice por el conocimiento de la dualidad superior y sea cada vez más consciente del alma y no sólo del yo. Entonces podrá ser trasmitida dicha energía por medio del antakarana.

 

Por lo tanto, consideraremos los seis aspectos de una técnica básica de construcción y nos esforzaremos por llegar a su significado esotérico y creador.

 

1. Intención. Esta palabra no significa decisión, deseo o determinación mental. La idea, en forma más literal, es el enfoque de la energía en el plano mental, en el punto de máxima tensión posible. Significa la creación de una condición en la conciencia del discípulo, análoga a la del Logos cuando -en Su escala mucha más vasta- concentró dentro de su "círculo no se pasa" (definiendo Su esfera de influencia deseada) la sustancia -energía necesaria para llevar a cabo Su propósito de manifestación. Esto debe hacerlo también el discípulo, reuniendo sus fuerzas (empleando una expresión común) en el punto más elevado de su conciencia mental, manteniéndolas allí en un estado de tensión absoluta. Pueden ver el propósito subyacente en algunos de los procesos y técnicas de meditación, tal como está representado en las palabras, muy a menudo empleadas en los delineamientos de meditación: "elevar la conciencia al centro de la cabeza", "mantener la conciencia en el, punto más elevado posible", "esforzarse por mantener la mente firme en la luz" y muchas otras expresiones similares. Todas conciernen a la tarea de llevar al discípulo a la etapa en que pueda lograr el punto deseado de tensión y enfoque de energía. Esto le permitirá iniciar conscientemente la tarea de construcción del antakarana. Tal es el pensamiento que en realidad subyace, sin que se lo reconozca, en la palabra "intención", tan a menudo empleada por los Católicos Romanos y Anglo Católicos cuando preparan aspirantes para la comunión. Sin embargo, ellos señalan una dirección diferente, porque su orientación no se dirige hacia la mónada o espíritu, sino hacia el alma, en un esfuerzo para que la personalidad adquiera un mejor carácter y se intensifique el acercamiento místico.

 

Cuando se trata de la "intención" del discípulo que está conscientemente construyendo el arco iris, los primeros pasos necesarios son:

 

a. El logro de la correcta orientación, debiendo efectuarse en dos etapas: primero, hacia el alma como aspecto de la energía constructora; segundo, hacia la Tríada.

b. La compresión mental de la tarea que debe realizarse. Esto involucra el empleo de la mente, de dos maneras: respuesta a la impresión búdica o intuitiva, y actuación de la imaginación creadora.

c. El proceso de reunir energía o de absorber fuerza, a fin de que las energías necesarias sean confinadas dentro de un "círculo no se pasa" mental, previamente al posterior proceso de visualización y proyección.

d. Un período en que se debe pensar con claridad acerca del proceso y la intención, para que el consagrado constructor del puente pueda percibir con claridad lo que se está realizando.

e. Mantener constantemente la tensión sin ejercer indebida presión física sobre las células del cerebro.

Cuando esto se haya logrado se producirá un punto focal de energía mental que anteriormente no existía; la mente se mantendrá firme en la luz y se establecerá también el alineamiento de una personalidad receptiva y atenta y un alma orientada hacia la personalidad en un estado de constante percepción dirigida. Quisiera recordarles que el alma (como vive su vida en su propio nivel de percepción) no siempre es consciente de su sombra, la personalidad, en los tres mundos. Cuando el antakarana está en construcción, la percepción debe acompañar a la intención de la personalidad.

 

2. Visualización. Hasta aquí la actividad ha sido de naturaleza mental. La imaginación creadora ha permanecido relativamente pasiva; la actividad del discípulo ha sido dentro de su mente y en los niveles mentales, sin mirar "arriba ni abajo". Pero ha alcanzado el punto correcto de tensión; la reserva o el necesario depósito de energía estuvo restringido dentro de un cuidadosamente delimitado "círculo no se pasa", y el constructor del puente está preparado para dar el paso siguiente. En este punto crea, por lo tanto, el anteproyecto del trabajo que debe realizar, extrayéndolo de su imaginación y facultades, tal como se encuentra en el nivel más elevado de su vehículo astral o sensible. Esto no tiene relación con las emociones. Como bien saben, la imaginación es el aspecto inferior de la intuición, y este hecho debe ser recordado en todo momento. La sensibilidad, como expresión del cuerpo astral, es el polo opuesto de la sensibilidad búdica. El discípulo ha purificado y refinado sus facultades imaginativas de manera que ahora responden a la impresión del principio búdico o de la percepción intuitiva -percepción independiente de la vista o cualquier visión que pudiera registrarse. De acuerdo a la respuesta del vehículo astral a la impresión búdica, así será la exactitud de los "planes" proyectados para la construcción del antakarana y la visualización del puente de luz en toda su belleza y plenitud.

 

La imaginación creadora debe acelerar su naturaleza vibratoria para poder afectar la "reserva de energía" o la sustancia-energía acopiada para la construcción del puente. La actividad creadora de la imaginación es la primera influencia organizadora que actúa sobre y dentro del círculo no se pasa de las energías acumuladas, mantenidas en estado de tensión por la "intención" del discípulo. Reflexionen sobre esta afirmación esotérica y significativa.

 

La naturaleza de la imaginación creadora constituye una energía activa puesta en relación con el punto de tensión; entonces produce efectos en la sustancia mental. Así acrecienta la tensión, y cuanto más potente y claro es el proceso de visualización, tanto más bello y fuerte será el puente. La visualización es el proceso por medio de cual la imaginación creadora se activa, responde al punto de tensión en el plano mental y es atraída por éste.

 

En esta etapa, el discípulo se ocupa de dos energías: una pasiva, mantenida dentro del "círculo no se pasa", pero en un punto de extrema tensión; la otra activa, que forma imágenes, se exterioriza y responde a la mente del constructor del puente. A este respecto, debe recordarse que el segundo aspecto de la Trinidad divina es el aspecto constructor de la forma y, de esa manera, de acuerdo a la Ley de Analogía, el segundo aspecto de la personalidad y el de la Tríada espiritual están llegando a ser activos en forma creadora. El discípulo sigue ahora con la segunda etapa de su trabajo de construcción, y el significado numérico será evidente para ustedes. En esta etapa debe trabajar lentamente, imaginar lo que desea hacer, por qué debe hacerlo, cuáles son las etapas de su trabajo, cuáles serán los efectos resultantes de su actividad planificada y con qué materiales debe trabajar. Se esfuerza por visualizar todo el proceso, y por este medio establece una relación definida (si tiene éxito) entre la intuición búdica y la imaginación creadora del cuerpo astral. En consecuencia, en este punto tendremos:

 

La actividad de impresión búdica.

La tensión del vehículo mental, al mantener la sustancia‑ener­gía necesaria en el punto de proyección.

Los procesos imaginativos del cuerpo astral.

 

Cuando el discípulo se ha entrenado para ser conscientemente conocedor de la simultaneidad de este triple trabajo, avanza triunfal y casi automáticamente. Lo hace por medio del poder de la visualización. Se establece una corriente de fuerza entre estos pares de opuestos (astral‑búdico) y -como pasa a través de la reserva de fuerza del plano mental- produce una actividad interna y una organización de la sustancia presente. Entonces sobreviene un aumento constante de la potencia, hasta llegar a la tercera etapa, y el trabajo pasa de la faz subjetiva a la realidad objetiva -objetiva desde el punto de vista del hombre espiritual.

 

3. Proyección. La tarea del discípulo ha llegado ahora a un punto muy crítico. Muchos aspirantes alcanzan esta particular etapa y -por haber desarrollado una verdadera capacidad de visualización y también construido por su intermedio la forma deseada y organizado la sustancia que debe ser empleada en esta última fase del proceso de construcción- son incapaces de continuarla. ¿Cuál es la razón de ello? Principalmente, la incapacidad para emplear la Voluntad en el proceso de proyección. Este proceso es la combinación de la voluntad, la visualización acrecentada y continua y el empleo de la Palabra de Poder que corresponde al rayo. Hasta la actual etapa del proceso, el método para cada uno de los siete rayos es idéntico, pero en este punto se produce un cambio. Cada discípulo, habiendo organizado exitosamente la sustancia del puente, puesto en actividad el aspecto voluntad y siendo conscientemente consciente del proceso de ejecución, impele ahora hacia adelante la sustancia organizada, de modo que, desde el centro de fuerza que ha conseguido acumular, aparece una línea de proyección o sustancia‑luz, siendo enviada por una Palabra de Poder, como en el proceso creador logoico. En realidad es lo opuesto al proceso de la mónada, cuando ésta envió el hilo de vida que finalmente se arraigó en el alma. El alma vino a la existencia por medio de este arraigamiento; posteriormente tuvo lugar el proceso en que el alma, a su vez, envió un hilo dual que finalmente se introdujo en la cabeza y en el corazón del triple hombre inferior, la personalidad. El discípulo se enfoca en el centro que él ha construido en el plano mental y extrae todos sus recursos (los de la triple personalidad y del alma combinados) y los pone en actividad, proyectando ahora un hilo hacia la mónada.

 

A lo largo de este hilo tiene lugar la extracción final de fuerzas, las fuerzas que -en el camino descendente o sendero involutivo- se enfocaron en la personalidad y en el alma. El antakarana en sí, terminado mediante el puente que el discípulo ha construido, es el medio final de abstracción o gran extracción. El iniciado se ocupa definidamente del antakarana, en la cuarta iniciación, llamada a veces la Gran Renunciación -la renunciación a abstraerse de la vida de la forma, tanto personal como egoica. Después de esta iniciación, ninguno de esos aspectos puede retener a la mónada. El "velo del Templo" es rasgado en dos, de arriba abajo -ese velo que separa al Atrio externo (la vida de la personalidad) del Lugar Sagrado (el alma) y del Sanctum Sanctorum (la mónada) en el Templo de Jerusalén. Las implicaciones y analogías aparecerán lógicamente con claridad.

 

A fin de realizar la proyección necesaria de las energías acumuladas, organizadas por la imaginación creadora y llevadas a un punto de excesiva tensión por el enfoque del impulso mental (un aspecto de la voluntad), el discípulo acude por lo tanto a los recursos de su alma, almacenados en lo que se llama técnicamente "la Joya en el loto", donde está arraigada la mónada -algo que no debe olvidarse. Los aspectos del alma que llamamos conocimiento, amor y sacrificio, expresiones del cuerpo causal, son sólo efectos de esta irradiación monádica.

 

Por consiguiente, antes de que el puente pueda ser verdaderamente construido y "proyectado en el camino ascendente, proporcionando un paso seguro para los cansados pies del peregrino" (como dice El Antiguo Comentario), el discípulo debe empezar a reaccionar en respuesta al capullo cerrado del loto o joya, que se halla en el centro del loto abierto. Esto lo hace cuando los pétalos de sacrificio del loto egoico asumen el control de su vida, cuando su conocimiento es trasmutado en sabiduría, cuando se acrecienta su amor para el todo y suma a ello el "poder del renunciamiento". Estas tres cualidades egoicas -cuando funcionan con cierta potencia- producen una actividad acrecentada en el mismo centro de la vida del alma, el corazón del loto. Debe recordarse que las correspondencias o analogías del loto egoico con los tres centros planetarios son las siguientes:

 

Shamballa: La joya en el loto.

Jerarquía: Los tres grupos de pétalos.

Humanidad: Los tres átomos permanentes dentro del aura del loto.

 

Los estudiantes deben además recordar que es necesario desechar la idea común de que el sacrificio es un proceso de abandono o renunciamiento a todo lo que en la vida sea digno de vivirse. Sacrificio es, hablando técnicamente, la realización de un estado de bienaventuranza y éxtasis, porque es el conocimiento de otro aspecto divino, oculto hasta entonces, tanto por el alma como por la personalidad. Es la comprensión y el reconocimiento de la voluntad al bien que hizo posible e inevitable la creación, verdadera causa de la manifestación. Mediten sobre esto, pues es muy diferente, en su significado, de los conceptos usuales respecto al sacrificio.

 

Cuando el discípulo ha obtenido el fruto de la experiencia, el conocimiento, y aprende a trasmutarlo en sabiduría; cuando su objetivo es vivir verdadera y realmente, y cuando la voluntad al bien es la meta que corona su vida diaria, entonces puede empezar a evocar la Voluntad. Esto hará que el vínculo entre la mente superior y la inferior, el espíritu y la materia, la mónada y la personalidad, sea un hecho definido. Entonces de la dualidad sobreviene la triplicidad; luego la potencia del núcleo central en el vehículo egoico destruye -en la cuarta iniciación- las tres expresiones circundantes, las cuales desaparecen, efectuándose la así llamada destrucción del cuerpo causal. Ésta es la verdadera "segunda muerte" -muerte total de la forma.

 

Prácticamente en todo lo que puedo decir respecto al proceso de proyección, es un proceso viviente que deriva de la experiencia diaria consciente y depende, hasta donde es posible, de la expresión de los aspectos divinos en la vida del plano físico. Cuando hay una tentativa de acercar la vida de la personalidad a las demandas del alma y el empleo del intelecto en bien de la humanidad, el amor comienza a controlar; entonces el significado del “sacrificio divino" es acrecentadamente comprendido y se convierte en la expresión espontánea natural de la intención indi­vidual. Entonces es posible la proyección del puente. Se establece la vibración en los niveles inferiores de la manifestación divina, y llega a ser suficientemente fuerte como para obtener respuesta de lo superior. Más tarde, cuando la Palabra de Poder es conocida y correctamente empleada, se construye rápidamente el puente.

 

Los estudiantes no deben sentirse desalentados por esta descripción. En los planos internos pueden tener lugar numerosos acontecimientos cuando la intención es correcta y esotérica (propósito y tensión combinados) y el puente alcanza las etapas de delineamiento y estructuración definidas, mucho antes de que el discípulo se dé cuenta de ello.

 

4. Invocación y Evocación. Las tres etapas que anteceden señalan, en realidad, el trabajo de la personalidad. Las tres restantes son expresiones de la respuesta de los niveles superiores de la vida espiritual, y fuera de mencionarlas brevemente, muy poco más puedo decir. La tarea de la invocación, basada en la Intención, Visualización y Proyección, ha sido cuidadosamente emprendida por el discípulo que tiene por lo menos cierta medida de clara percepción, respecto al trabajo que ha realizado, empleando los medios duales del vivir espiritual y del científico y técnico trabajo ocultista. Por lo tanto él es invocador. Su efecto en la vida se registra en los niveles superiores de la conciencia, siendo reconocido como "punto de tensión invocadora". Esta tensión y depósito de energía viviente, que es el mismo discípulo, es puesto en actividad por medio del pensamiento proyectado, el uso de la voluntad y la pronunciación de una Frase o Palabra de Poder.

 

Como resultado, su desarrollada potencia y radio de influencia son ahora suficientemente fuertes como para evocar respuesta de la Tríada espiritual. Entonces tenemos una progresión del aspecto antakarana, construido por el discípulo, a través del cual pueden fluir la vida del alma y del cuerpo. El Padre (la Mónada) actuando por medio del hilo, sale ahora para encontrar al Hijo (el alma, enriquecida por la experiencia de la vida de la personalidad en los tres mundos), y desde los niveles superiores se proyecta una línea de energía o respuesta que hará eventualmente contacto con la proyección inferior. Así se construye el antakarana. La tensión de lo inferior evoca la atención de lo superior.

 

Este es el proceso técnico de invocación y evocación. Hay un acercamiento gradual de los dos aspectos divinos. Poco a poco, la vibración de ambos se hace recíprocamente más fuerte. Llega entonces un momento en que se establece, en la meditación, contacto entre las dos proyecciones. Este contacto no es entre el alma y la personalidad (la meta del aspirante común), sino entre las energías del alma y de la personalidad fusionadas y la energía de la mónada, actuando por intermedio de la Tríada espiritual. Ello no constituye un momento de crisis, sino una Llama de Luz, una comprensión de la liberación y un reconocimiento del hecho esotérico de que el hombre es él mismo el Camino. Ya no existe el sentimiento de personalidad y alma, o ego y forma, sino simplemente el Uno, funcionando en todos los planos como un punto de energía especial y llegando a la esfera de la actividad planeada por medio del Sendero de Luz. Las palabras son completamente inadecuadas para describir este proceso. Como es una etapa muy avanzada, ninguna de las formas atrae a la mónada hacia la manifestación externa. De ningún modo la demanda de la materia o de la forma podrá evocar respuesta de la mónada. Sólo queda el gran "tirón", de la conciencia de toda la humanidad, al que se puede responder por medio del antakarana ya construido. Descendiendo, o más bien atravesando este puente, el descenso puede hacerse a voluntad a fin de servir a la humanidad y llevar a cabo la voluntad de Shamballa.

 

Ésta es una afirmación de la consumación final, pero antes de que tenga lugar en su total perfección, debe pasar un largo período de acercamiento gradual de los dos aspectos del puente -el superior, que emana de la "Tríada" espiritual, en respuesta al impulso monádico, y el inferior, que emana de la personalidad, ayudada por el alma- a través del abismo de la mente separatista. Aquello que la mónada proyecta y lo que el discípulo está proyectando, establecen finalmente contacto, siguiendo después la quinta y la sexta etapas.

 

5 y 6. Estabilización y Resurrección. El puente está construido. Al principio sus hilos pueden ser finos y tenues, pero el tiempo y la comprensión aplicada tejerán el puente lentamente hilo tras hilo hasta quedar concluido, estable, sólido y apto para ser utilizado. Forzosamente debe ser empleado, pues no hay otro medio de intercomunicación entre el iniciado y el Uno que ahora sabe que es él mismo. Asciende plenamente consciente a la esfera de la vida monádica; ha resucitado de la caverna oscura de la vida personal a la brillante luz de la divinidad; no sólo es parte de la humanidad y Miembro de la Jerarquía, pertenece al gran grupo de Aquellos que poseen una voluntad conscientemente divina y son Custodios del Plan. Responde a la impresión de Shamballa y está dirigido por los Guías de la Jerarquía.

 

Así goza de la "libertad que otorgan los tres Centros"; puede expresar a voluntad la triple energía de la humanidad, la energía dual de la Jerarquía y la energía Una de Shamballa.

 

Ésta es, hermanos míos, la meta del discípulo cuando comienza a trabajar en la construcción del antakarana. Reflexionen sobre estas cuestiones y continúen con el trabajo.

 

(En algunas charlas dadas a los discípulos el Tibetano hace las siguientes observaciones que son aplicables aquí con peculiar fuerza. A.A.B.)

 

"Lo que ustedes más necesitan es intensificar la aspiración espiritual interna. Deben trabajar más definidamente, desde lo que podría llamarse un punto de tensión. Estudiar lo expuesto sobre tensión e intensidad. La intensidad del propósito los hará cambiar de un aspirante anhelante y bastante satisfactorio, en un discípulo de corazón y mente ardiente. Sin embargo, quizás prefieren avanzar constantemente sin ningún esfuerzo grupal, haciendo del trabajo que realizan para mí y el grupo, una parte ordenada de su vida diaria, adaptándola a voluntad, y donde la vida del espíritu tenga una razonable participación, donde no se descuide el aspecto servicio y la presentación de su vida esté bien equilibrada y la lleven casi sin tensión. Si esto sucede, podrá ser tanto elección de la personalidad como decisión del alma para una vida específica, pero significa que usted no es el discípulo que ha subordinado todo a la vida del discipulado.

 

"Quisiera señalar aquí dos cosas. Primero: si usted puede cambiar la tensión en forma tal, de verse impulsado por la vida del espíritu, implicará un enérgico trastorno para la vida interna. ¿Está usted preparado para ello? Segundo, no le producirá ningún cambio externo en sus relaciones ambientales. Debe seguir cumpliendo sus obligaciones e intereses externos, aunque me refiero a orientaciones internas, decisiones dinámicas internas y a organización interna para el servicio y el sacrificio. ¿Quizás prefiere el método más lento y fácil? Si es así es cuestión suya, y aún está en el camino. Sigue siendo igualmente una persona constructiva y útil. Aquí estoy simplemente enfrentándolo con una de las crisis que aparecen en la vida de todos los discípulos, en la cual se han de hacer elecciones determinantes durante un ciclo, pero sólo para un ciclo. Es preeminentemente cuestión de velocidad y organización para la rapidez. Significa la eliminación de lo no esencial y la concentración sobre lo esencial -las esencialidades internas conciernen al alma y su relación con la personalidad, y las externas conciernen a usted y a su medio ambiente.

 

"Le daré tres pensamientos clave para una profunda reflexión durante los próximos seis meses; durante los primeros tres meses tome uno cada mes, y reflexione sobre ellos en la cabeza; en los segundos tres meses, medite sobre ellos en el corazón. Estos pensamientos clave son:

 

1. La necesidad de adquirir velocidad.

2. La reorganización de las normas de pensar y vivir.

3. La expresión de: Sinceridad. Sacrificio. Simplicidad".(3)

 

En los numerosos hilos de luz, tejidos por los aspirantes, discípulos e iniciados del mundo, pueden ver cómo aparece gradualmente el antakarana grupal -ese puente por medio del cual toda la humanidad podrá ser abstraída de la materia y de la forma. La construcción del antakarana es el grande y final servicio que pueden prestar todos los verdaderos aspirantes.

 

La Tarea Inmediata

 

Lo que voy a decir ahora es de alcance general. Quisiera indicar, en lo posible pidiéndoles recordar que toda generalización es fundamentalmente correcta, pero resulta errónea en el detalle), la etapa en que se encuentra la humanidad respecto al antakarana. Podría decirse que la meta de la evolución normal es llevar a la humanidad a la etapa en que se establece una línea directa de contacto entre la personalidad y la Tríada espiritual a través del alma, o mejor dicho, el empleo de la conciencia del alma para alcanzar tal percepción, siendo consumado en el momento de la tercera iniciación. Ahora consideraremos brevemente a la mónada.

 

Les recordaré que hay una analogía en la relación que existe entre la personalidad y el alma y entre la Tríada y la mónada. Una analogía esencialmente total desde el punto de vista de la conciencia, pero no de la forma. Lo que finalmente tiene lugar en la etapa más avanzada de desarrollo es la completa fusión de la personalidad y el alma y la mónada y la Tríada espiritual unificadas. Sólo cuando esto se ha alcanzado realmente, las Vidas que animan a nuestro sistema solar se liberan totalmente del control de la forma. Téngase esto cuidadosamente presente, comprendiendo la significación de la palabra servicio, tan frecuentemente empleada en la ciencia esotérica, y también que para los aspirantes y discípulos la tarea inmediata consiste en:

 

1.     La unificación de alma y cuerpo, por intermedio del alineamiento.

 

2.     Construcción del antakarana, empleando los seis métodos o medios que delineé anteriormente, y así evocar respuesta de la Tríada. El concepto alineamiento‑invocación‑evocación, constituye las tres ideas principales que deben recordar a medida que continúan en este estudio.

 

La razón de divulgar lo que anteriormente era considerado como trabajo preparatorio para la tercera iniciación, se debe a que la raza está ahora en la etapa de desarrollo que justifica el cambio completo en el acercamiento a la divinidad, tal como lo enseña la Jerarquía. Esto no significa que la enseñanza pasada queda relegada, sino que es trasladada nuevamente a las primitivas etapas del sendero del discipulado, mientras que la enseñanza dada en esas etapas constituirá ahora el trabajo realizado por los aspirantes en el sendero de probación. El énfasis ha sido puesto sobre la purificación, la necesidad de desarrollar la vida crística, la visión mística y la filosofía. A la raza se le dieron las verdades esotéricas que evocaron mucho interés, crítica y discusión, atrajeron a todos los tipos de mente y fueron distorsionadas y mal aplicadas. Sin embargo, a los aspirantes avanzados les sirvieron de instrumento de ayuda para ir adelante en el sendero del discipulado, realizando un progreso paralelo los discípulos aceptados. Una vez firmemente establecidos en el sendero, las verdades se les hacen autoevidentes y las pueden aplicar y verificar individualmente, y conducen al discípulo, en forma inevitable, al Portal de la Iniciación.

 

La raza en su totalidad -como bien se sabe- se halla ahora en la entrada del sendero del discipulado. Dirige su mirada hacia el futuro, ya sea hacia la visión del alma, un mejor modo de vivir, una situación económica desahogada o hacia mejores relaciones interraciales. Lamentablemente esta visión es a menudo distorsionada, materialmente orientada o sólo parcialmente percibida, pero, en una forma u otra, las masas tienen hoy una apreciable comprensión de lo “nuevo y deseable" -algo hasta ahora desconocido. En el pasado, los intelectuales o la élite, tenían el privilegio de poseer visión, pero hoy la tiene la masa humana. Por lo tanto, la humanidad está preparada para realizar un proceso general de alineamiento, y ésa es la razón espiritual subyacente detrás de la guerra mundial. La "afilada tijera del dolor debe separar lo real de lo irreal; el látigo del dolor debe despertar a la vida refinada, el alma dormida; el sufrimiento producido por la extirpación de las raíces de la vida en el terreno del deseo egoísta, debe ser soportado, y entonces el hombre quedará liberado". Así reza El Antiguo Comentario en una de sus estrofas más místicas. Así es señalado proféticamente el fin de la raza aria -no un fin en el sentido de culminación, sino la finalización de un ciclo de perfeccionamiento mental, preparatorio para otro en que la mente será aplicada correctamente como instrumento de alineamiento y después como faro del alma y controladora de la personalidad.

 

En el lento proceso de la evolución, el siguiente paso de las masas consiste en lograr el alineamiento del alma y la forma, para establecer una fusión en la conciencia, después de una apreciación mental del principio crístico y su profunda expresión en la vida de la raza. Esto es algo que se ve surgir claramente, si tienen ojos para ver. Lo evidencia el interés universal por la buena voluntad, que conduce oportunamente a la paz; este deseo de paz podrá estar basado en el egoísmo individual o nacional, o bien en el verdadero deseo por un mundo más feliz, donde el hombre pueda llevar una vida espiritual más plena y basar sus esfuerzos en valores más reales; además es observable en todos los proyectos que se llevan a cabo para lograr un nuevo orden mundial, basado en la libertad humana y en la creencia en las rectas relaciones y los derechos humanos; se manifiesta también en el trabajo de los grandes movimientos humanistas, en las organizaciones de beneficencia y en la amplia evocación de la mente humana, mediante la red de instituciones educativas de todo el mundo. El espíritu crístico está expresivamente presente y el fracaso en reconocer este hecho se debe en gran parte al prevaleciente esfuerzo humano por explicar e interpretar esa frase únicamente en términos de religión, siendo la interpretación religiosa una de las formas de comprender la Realidad. Existen otras de igual importancia. Las grandes avenidas de acercamiento a la Realidad son de naturaleza espiritual e interpretan el propósito divino, y aunque la religión cristiana hable del reino de Dios, o el humanista ponga el énfasis sobre la hermandad del hombre, o los líderes que luchan contra el mal dirijan la batalla para obtener el nuevo orden mundial, las Cuatro Libertades o la Carta del Atlántico, todos expresan el surgimiento del amor de Dios en la forma de espíritu crístico.

 

En consecuencia, la masa humana ha llegado a un punto en que emerge de la oscuridad; ha evocado la reacción de los poderes del mal, de allí el intento de detener el progreso del espíritu humano y la marcha progresiva de lo bueno, lo verdadero y lo bello.

 

Los aspirantes y discípulos en probación, están ocupados con el proceso definido de centralizar sus conciencias en el alma. Este proceso está compuesto de dos partes:

 

La intensificación de la vida de la personalidad, para ser desarrollados al máximo, sus poderes individualistas.

El avance hacia la luz y el contacto consciente con el alma.

 

Involucra la primer etapa del proceso de alineamiento, el esfuerzo concentrado y enfocado, de acuerdo al rayo y propósito de la vida del alma. Ello puede adoptar la forma de intensa dedicación a un esfuerzo científico, o de profunda concentración en el trabajo espiritual del mundo, o de consagración total al esfuerzo humanitario, no importa cual sea. Llamo la atención sobre lo que acabo de decir. En cada caso el poder motivador debe ser el mejoramiento, llevado a cabo por medio de un máximo esfuerzo, pero -dados el recto móvil y el esfuerzo para desarrollar simultáneamente un buen carácter y un propósito estable- el aspirante a discípulo en probación hallará oportunamente que ha podido establecer una definida relación con el alma; habrá descubierto que el sendero de contacto entre alma y cerebro, vía la mente, se ha abierto y que él ha dominado la primer etapa en el necesario proceso de alineamiento.

 

Logrado esto, el hombre pasa al sendero del discipulado, y puede emprender el trabajo que estoy delineando en este tratado. Como podrán ver, toda la familia humana ha alcanzado un punto centra y muy importante en el sendero evolutivo. El paso inmediato para todos -cada cual en su propio lugar- es permanecer correctamente orientados, sin amedrentarse por las circunstancias, y luego avanzar intrépidamente hacia adelante.

 

He dado seis métodos para la construcción del antakarana, y cuando consideremos el tercer punto, me referiré a ellos en frecuentes intervalos. Los métodos de rayo que consideraremos, son los excepcionalmente posibles de utilizarse en las siete líneas principales de energía emanante, cuyos diferentes tipos de rayo ejercerán presión en las seis etapas del proceso de construcción. Los discípulos, que pertenecen a cualquiera de estos siete rayos, emplean la misma técnica de construcción: Intención, Visualización, Proyección, Invocación y Evocación, Estabilización y Resurrección. De éstas, las dos primeras constituyen una técnica uniforme para todos los rayos, pero cuando se llega a la etapa de Proyección las técnicas de rayo empiezan a diferir; ahora trataremos de estas técnicas de rayo o métodos de trabajo, conjuntamente con las siete Palabras de Poder.

 

 

Los Siete Métodos de Rayo Empleados en el proceso de Construcción.

 

Hasta no alcanzar la etapa de proyección, los métodos que emplean los discípulos de cada rayo son idénticos. Su intención es una, y todos deben lograr la misma medida de tensión y preparación para la construcción del puente, reuniendo la necesaria energía desde dos fuentes -la personalidad y el alma. Por medio de este enfoque y su tensión resultante, y por la evocación de la Tríada espiritual y el principio del proceso dual de construcción desde ambos extremos del puente (si es posible y permitido emplear esta frase), el trabajo avanza uniformemente. Entonces se emplea la imaginación creadora, que constituye la segunda etapa, presentando gran dificultad a los aspirantes de primero y séptimo rayos. Ninguno de ellos puede organizar con facilidad la energía material, orientar las corrientes de energía y ver su objetivo, clara y pictóricamente, con el ojo de la mente, siendo un proceso sumamente difícil. Sin embargo deben hacerlo de alguna manera, porque el empleo de la imaginación visual es un factor esencial en el proceso de construcción y uno de los principales medios de enfoque, previo a la proyección.

 

Este proceso de proyección comprende tres actividades principales:

 

1. Después del debido enfoque y de una cuidadosa, secuencial y sistemática visualización del "arco iris", el discípulo -mediante un esfuerzo definido e independiente- evoca el aspecto voluntad de su naturaleza, hasta donde le es posible en esta encarnación. En relación con esto surgen los diferentes métodos de rayo, y su diferencia la determina la cualidad de la vida de rayo.

 

2. El discípulo debe mantener constantemente la triple conciencia, no solo en teoría, sino de hecho, para que emplee simultáneamente las tres líneas paralelas de pensamiento, o las tres corrientes de energía activa:

 

a. Es consciente que, como personalidad y alma, está abocado al proceso de la construcción del puente, sin perder en ningún momento su sentido de identificación consciente.

b. Es consciente del centralizado punto de tensión alcanzado y que han contribuido a ello tres corrientes de energía -la energía enfocada de la personalidad, ubicada en la mente concreta inferior, la afluyente energía magnética del alma, surgiendo de los doce pétalos de las tres hileras, además de la hilera del loto egoico, y la energía de la "joya en el loto", afluyendo todas al centro de tensión, en los niveles mentales de la mente inferior.

c. Es consciente de la proporción de conciencia de la energía de su rayo que puede penetrar en su percepción, siendo ésta la energía de su rayo egoico y no la fuerza de la personalidad. Se esfuerza por considerarse como un punto de determinada energía matizada por la vida de su rayo, y tiene cuidadosamente presente que la energía de su rayo egoico es la principal energía por la cual la mónada trata de expresarse, y también que su triple vehículo egoico es un reflejo de los tres aspectos de la Tríada espiritual, estando estrechamente relacionado con ellos. Esta relación y su interacción y efecto conscientes, son evocados por la construcción del antakarana, que eventualmente (cuando son suficientemente poderosos) activan la irradiación de la "joya en el loto".

 

3. Cuando estas tres etapas de realización se han completado hasta donde el discípulo se siente capaz de desarrollarlas, sólo entonces se prepara para emplear específicamente su método de rayo, en preparación para el "sonido proyector" o Palabra de Poder.

 

Como se verá, todo lo que antecede constituye un proceso definidamente planificado, de naturaleza básicamente científica, que debe ser cuidadosamente seguido como el procedimiento de cualquier investigación científica, a fin de obtener alguna forma química avanzada. La única diferencia, hablando científicamente, es que todo el proceso es llevado a cabo en niveles subjetivos y en el reino de la conciencia, lo cual requiere conciencia y concentración, innecesarias cuando se trabaja en forma más tangible en el plano externo de la percepción. Al principio parece complicado cuando el discípulo trata de dominar las diferentes etapas del proceso, pero llega a ser totalmente automático una vez dominado. He aquí un resumen del proceso, hasta el punto de proyección definida:

 

I. Intención, que trae enfoque y tensión.

 

II. Visualización, producida por:

 

1. La actividad búdica de la "impresión".

2. La tensión del cuerpo mental.

3. El proceso imaginativo del cuerpo astral.

 

III. Proyección:

 

1.  La evocación del aspecto Voluntad.

2.  El mantenimiento de un triple estado de percepción:

 

a. Para que el discípulo sea constantemente consciente de su propia identidad.

b. De un punto fijo de tensión.

c. Del rayo o energía de su alma, en forma activa.

 

3.  El empleo correcto al comenzar esa específica energía de rayo.

4.  El empleo de la Palabra de Poder el agente de su Voluntad, cuando ha llevado a cabo todo lo que antecede.

 

Esta breve clasificación lo ayudará durante este proceso, donde puede ver surgir una etapa tras otra, y una vez familiarizado con ello también podrá llevarse a cabo rápidamente el trabajo preliminar.

 

Sin embargo, cuando los característicos métodos de la energía de rayo del discípulo llegan a emplearse definidamente, no son tan simples como parecen. El éxito en el proceso de construcción depende de la habilidad del discípulo para lograr tres cosas:

 

1. Mantener la mente firme en la luz, es decir mantener el punto de tensión lo más elevado posible, en cualquier momento dado de la actividad constructiva y del desarrollo del discípulo.

 

2. Tener conciencia del contacto con el alma, creando así una creciente fusión entre el alma y la personalidad, a fin de lograr acrecentadamente una completa unificación. Técnicamente significa que la energía de los rayos del alma y de la personalidad se fusionan, dominando siempre el rayo del alma.

 

3. Mantener en la mente, en forma específica y detallada, el método a emplear en la construcción del puente, de acuerdo con la particular técnica de rayo y teniendo como objetivo relacionar (en forma nueva y significativa, prácticamente, no sólo teóricamente) la Tríada espiritual con la personalidad.

 

En consecuencia podrán ver que el alma, como entidad separada, se va esfumando lentamente del cuadro, a medida que está siendo absorbida por la personalidad y en ella, y ha ido trasformándose cada vez más en el alma encarnada. Con el tiempo se establece la relación espíritu (mónada) y personalidad (forma o materia), teniendo un minúsculo punto de conciencia eternamente presente, que es consciente de ambos factores y sin embargo mantiene inviolable su propia identidad. Esta última realización es el resultado del trabajo de eones, llevado a cabo por el alma. Paradójicamente decimos que el alma se desvanece o desaparece, sin embargo, en último análisis, permanece, porque en este sistema solar existe únicamente esta conciencia de ser.

 

Quisiera tocar aquí un punto antes de considerar los siete métodos de rayo para el trabajo de proyección. El puente a construir se denomina con frecuencia "arco iris", porque está formado por los colores de los siete rayos. Hablando específicamente y desde el ángulo del discípulo, el puente que él construye, entre la personalidad y la Tríada espiritual, está compuesto de siete hilos de energía o corrientes de fuerza; utiliza los siete rayos por haber adquirido la facilidad de hacerlo, pues su personalidad ha pertenecido (en el largo ciclo de encarnaciones) a los siete rayos infinidad de veces. Pero el rayo de su alma oportunamente predomina, y en el arco iris "se oye vibrar el color de Sus rayos, y es vista la nota de su rayo". El puente que la humanidad en conjunto ha construido está compuesto por la multiplicidad de puentes individuales, erigidos por los innumerables discípulos. Por lo tanto está formado eventualmente de siete hilos o corrientes de energía provenientes de los siete grupos egoicos (un grupo para cada tipo de rayo). El trabajo creador de todos los seres humanos que llegan a la etapa en que establecen contacto con el alma, contribuye a la erección de este puente. Sus predominantes hilos de luz se fusionan en un todo, y sus hilos menores se pierden de vista en la radiante luz del séptuple puente que la humanidad completará oportunamente.

 

Aunque se haya terminado de construir este puente -al finalizar el ciclo mundial- predominará la luz y el color de un rayo, teniendo como subsidiarios el segundo y el cuarto rayos. Al cuarto rayo podría denominárselo simbólicamente "el cable principal" para la humanidad, porque es la nota dominante de la Cuarta Jerarquía Creadora. Consideraremos ahora uno por uno los siete métodos de rayo.

 

Al considerar las técnicas de los siete rayos con sus correspondientes Palabras de Poder, se debe tener muy presente que nos ocupamos totalmente del aspecto Voluntad, lo cual requiere la aplicación de un proceso superior de alineamiento y la evocación de un aspecto divino, hasta ahora relativamente pasivo, excepto en la medida que la voluntad se refleja en la actividad de los pétalos de sacrificio del loto egoico, más su sombra distorsionada en la naturaleza mental. Esto supone, en consecuencia, una etapa de desarrollo espiritual bastante elevada por parte del constructor del antakarana; significa que hay señales de ello (por lo menos) entre la mente, los pétalos de sacrificio y el principio átmico. Puede ser simplemente el hilo más tenue imaginable, mil veces más fino que la gasa más sutil, pero debe estar inevitablemente presente. Cuando, desde el ángulo del esoterista, esto llegue a ser un hecho tangible, se tendrá entonces el contacto directo siguiente:

 

 

 


Cuando este contacto es total, significa que se ha logrado una etapa de trabajo espiritual, si puedo expresarlo así, llevando al hombre al total alineamiento en el plano físico; esta unificación es consumada en el momento de la cuarta iniciación, la Gran Renunciación, cuando el primer aspecto empieza a dominar los otros dos.

 

Luego, la vida del alma -tal como fue comprendida hasta entonces- se desvanece y el cuerpo causal desaparece. La suma total de los recuerdos, las cualidades y las adquisiciones, son absorbidas en la mónada. Las palabras "Yo y mi Padre somos uno" llegan a ser verdad. El cuerpo astral también se desvanece en el mismo gran proceso de renunciación, y el cuerpo físico (como agente automático del cuerpo vital) ya no es necesario, aunque persiste y sirve un propósito, cuando la mónada así lo requiere. En vez del aspecto forma tenemos, en el plano físico, la mónada, la esfera de la Tríada espiritual y el cuerpo etérico. Quisiera recordar aquí que los niveles de existencia consciente que consideramos amorfos, lo son relativamente, porque nuestros siete planos constituyen los siete subplanos del plano físico cósmico. Cuando se ha alcanzado este punto de realización, el centro de la conciencia se halla en la naturaleza voluntad y no en la naturaleza amor. La actividad y el amor están presentes en plena medida, pero el foco de atención del iniciado está centrado en el aspecto Voluntad de la Divinidad.

 

En un antiguo libro, perteneciente a los Archivos de los Maes­tros, se dice que:

 

"La tarea del iniciado de primer rayo es la conservación de los valores; la meta del iniciado de segundo rayo es el logro del positivismo. Aquel que trabaja con el tercer rayo debe alcanzar el sendero que va desde acá hasta allá.

El iniciado de cuarto rayo llega al aspecto voluntad cuando el conflicto ocupa su correcto lugar, y no produce indebida preocupación. Estas cuatro realizaciones señalan la meta para el hombre, llevándolo al punto inferior de conciencia. El rayo que corresponde a la visión y dedicación señala el camino directo, evoca la voluntad de continuar y fusiona el amor de Dios, el amor del hombre y cuanto alienta en el propósito subyacente en todo, y, para ese propósito y su consumación terrena, el séptimo rayo dedica todo lo que posee".

 

No ha sido fácil poner en términos y palabras modernas estas ideas abstrusas, expresadas en el lenguaje y simbolismo más arcaico. Sólo he expresado la idea general -la colaboración de los siete rayos en los procesos de construcción, empleados por la Deidad, y su interacción planificada, en pequeña escala, infinitesimal en comparación con el gran Todo. El hombre responde dentro del círculo de la humanidad, encerrada dentro del círculo mayor de la Jerarquía, y se hace consciente de esta fusión, y emplea las potencias de ambos grupos de vidas, por intermedio del antakarana. En el momento en que el discípulo se acerca a ese punto en la conciencia y el antakarana está firmemente arraigado (aunque todavía sea una tenue estructura), llega a ser consciente de la realidad del círculo mayor que incluye a los otros dos -Shamballa, el lugar Secreto donde la voluntad de Dios es formulada para el inmediato presente y el lejano futuro.

 

Con esta visión y el preámbulo sugerido, consideraremos ahora las siete técnicas a utilizarse en la etapa de proyección del proceso de construcción.

 

Primer Rayo... Voluntad o Poder

 

Para comprender la técnica de primer rayo, debe ser primeramente comprendida su cualidad básica. Como bien saben, es dinámica. El primer rayo de poder constituye el punto en el centro; su técnica consiste en no moverse nunca del centro, sino trabajar dinámicamente desde allí. Quizás la palabra que expresaría mejor su modo de actuar es Inspiración. El Padre inspira respuesta del aspecto material o de la Madre, si prefieren este simbolismo, pero lo realiza permaneciendo inamovible. Desde el punto en que se encuentra actúa el Constructor (humano o divino), no por la Ley de Atracción como lo hace el segundo rayo, sino por la Ley de Síntesis, por el hágase de la voluntad, basado sobre un propósito y programa claramente formulado. Por lo tanto, verán que la personalidad de primer rayo debe reconocer (como efectivamente lo hacen todos los discípulos) qué aspecto de sí mismo pertenece a determinado rayo. Para el discípulo que no ha recibido la tercera iniciación, le es imposible descubrir su rayo monádico, pero cualquier discípulo que está construyendo el antakarana y ha alcanzado la etapa de proyección, debe conocer su rayo del alma y su rayo de la personalidad y recordar que la potencia de ambos, fusionada o mezclada, tiene que llevar a cabo el acto de proyección. Puede ser evocada la energía de la mónada y como resultado descenderá hacia el agente activo, no constituyendo en sí un acto de proyección, que es trabajo de la "sombra y el reflejo". El Antiguo Comentario, cuando se refiere a la Palabra de Poder de cada rayo, dice que:

 

"Cuando no hay sombra, porque el Sol no alumbra, y no hay reflejo, porque el agua no existe, entonces sólo queda aquel que con los ojos dirige la vida y la forma. La triple sombra se convierte en una. Los tres del yo no existen. Los tres superiores descienden y los nueve son uno. Aguarden el momento".

 

Por lo tanto, cuando el rayo del alma domina al rayo de la personalidad, el ego se convierte en agente activo, ayudado por el rayo del yo inferior. Los rayos de los tres vehículos yo no están activos, permanece la dualidad básica de alma y personalidad, sin ninguna diferenciación menor.

 

Al considerar los siete rayos, procuro hacer tres cosas en cada caso:

 

1. Dar la técnica de proyección. La técnica se divide en cuatro etapas:

 

a.  La etapa preparatoria donde la conciencia se enfoca en el rayo del alma.

b. El intervalo donde el agente proyector comprende intensamente la existencia del "punto de tensión" y el producto terminado del proceso de visualización.

c.  La actividad de la voluntad enfocada, de acuerdo al rayo, en la cual una línea de luz o sustancia viviente, es enviada o proyectada imaginativa y creadoramente lo más lejos posible, desde la unidad mental hacia la Tríada espiritual, empleando constantemente la imaginación creadora.

d. Esta línea de luz (hilo o puente) es luego imaginada matizada por las dos cualidades de rayo y que se mantiene firmemente alineada en la luz de la Tríada espiritual -no en la luz del alma. Esto corresponde a una etapa muy anterior de desarrollo, donde la mente era mantenida firme en la luz. La mente aún es mantenida así; pero como agente del alma y de la personalidad, ya no está pasiva, sino que se convierte en agente activo de retención.

 

2. Indicar verdaderamente el efecto que produce la palabra de poder. Adquirida una adecuada estabilidad, el discípulo pronuncia una Palabra de Poder que sirve para llevar la luz hacia adelante y arriba. Cuando es pronunciada correctamente esta Palabra, produce tres efectos:

 

a. Mantiene el canal libre de todo impedimento para el descenso de luz de la Tríada espiritual.

b. Alcanza (por medio de su actividad vibratoria) el centro de poder denominado Tríada espiritual, que temporariamente se enfoca en el átomo manásico permanente y evoca respuesta en forma de hilo de luz triadal descendente.

c. Produce una vibración por todo el antakarana, que a su vez evoca respuesta del arco iris, construido por los demás discípulos. De esta manera continúa construyéndose el antakarana racial.

 

Hablando en forma simbólica, trato de impartir dos cosas. Como bien se sabe, no existe literalmente arriba ni abajo, superior ni inferior; tampoco acciones separatistas, tal como las define la ciencia esotérica; sin embargo, la verdad debe ser presentada así, debido a la conciencia mental del discípulo. He estado dando también en términos humanos, el delineamiento de un proceso que, si es adecuadamente seguido, permitirá hacer un real progreso en la comprensión preparatoria, requerida por todo aquel que espera algún día recibir la iniciación.

 

3. Esto nos lleva al tercer punto, la naturaleza de la iniciación. La iniciación se divide realmente en tres expansiones principales de conciencia:

 

a. La expansión de conciencia, de la personalidad consagrada, hacia la conciencia del alma, culmina en la tercera iniciación.

b. La expansión de esta conciencia, fusionada y mezclada, hacia la conciencia de la Tríada espiritual, culmina en la quinta iniciación.

c. La expansión de conciencia, para la cual trabajan los Maestros, culmina en la séptima iniciación.

 

En la actualidad los estudiantes han hecho gran progreso para lograr el control de la personalidad, y la cantidad de discípulos en el mundo es tan numerosa, que el énfasis jerárquico se ha puesto sobre los estados de conciencia que seguirán después de la tercera iniciación, por eso se da al público la enseñanza sobre el antakarana.

 

Clasificaré la enseñanza sobre las seis etapas y los siete métodos de rayo para tener una imagen visual del proceso propuesto. La realización del proceso es, lógicamente, otro asunto, y su éxito depende de algo más que de una comprensión teórica del mismo. Depende de la capacidad de vivir más definidamente que hasta ahora en el mundo del significado, del conocimiento que se tenga respecto a los rayos del alma y de la personalidad, de la capacidad de centrarse en la conciencia fusionada, y desde ese punto -manteniendo la mente firme en la luz- pronunciar la Palabra de Poder que llevará el hilo de luz creado, hacia la Tríada espiritual.

 

 

DELINEAMIENTO DE LA CONTEMPLACIÓN REFLEXIVA

PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL ANTAKARANA

 

I. Puntos a recordar.

 

Este trabajo de construcción concierne al manejo de la energía. Los estudiantes harían bien en reflexionar acerca de la diferencia que existe entre energía y fuerza.

 

Depende del uso de la imaginación creadora. Los estudiantes deberían también reflexionar sobre la relación que existe entre la imaginación y la intuición y entre ambas y la mente.

 

La construcción del antakarana debe llevarse a cabo con la máxima comprensión consciente.

 

II. Los seis pasos o métodos en la construcción del antakarana.

 

1. Intención.

 

a.          La obtención de una correcta orientación: hacia el alma, hacia la Tríada espiritual.

b.        La necesidad de una comprensión mental del trabajo a realizar.

c.        La creación de un "círculo no se pasa" formado de energías conscientemente reunidas y mantenidas en estado de tensión.

d.        Un período de claro pensar sobre el proceso de la Intención debe ser ensayado.

e.        Luego el mantenimiento de un punto de tensión.

 

2. Visualización.

 

a.     El empleo de la imaginación creadora o facultad de crear imágenes.

b.     La respuesta a la impresión intuitiva o búdica.

c.     La dedicación a dos energías:

 

La energía mantenida en un punto de tensión dentro del "círculo no se pasa", creado previamente.

La energía activa creadora de imágenes, puesta en activi­dad por la mente del constructor.

 

3. Proyección.

 

a.     La evocación de la voluntad por medio del método ade­cuado al royo egoico del discípulo.

b.     La simultánea preservación de tres cosas en la mente:

 

Conciencia de la fusión de la personalidad con el alma.

Conciencia del punto de tensión enfocada.

Conciencia de la energía de rayo en su aspecto voluntad.

c.     La aplicación de cualquier método de proyección de los siete rayos, de acuerdo con el rayo del discípulo.

d.     El empleo de una Palabra de Poder.

 

4. Invocación y Evocación.

 

a.     El alma y la personalidad fusionadas son ahora invocadoras y su mutua intención se expresa en las tres etapas previas.

b.     La respuesta que llega luego de la Tríada espiritual evo­cada por esa intención e impulsada por un acto de la volun­tad desde el punto de tensión.

 

5. Estabilización.

 

Se obtiene mediante la prolongada y paciente aplicación de los cuatro procesos anteriores, seguida del uso consciente del antakarana.

 

6. Resurrección y Ascensión.

 

La elevación de la conciencia, fuera de las limitaciones del alma y de la personalidad (desde el ángulo de la mónada), y su entrada en la conciencia de la Tríada espiritual.

 

Quisiera abordar aquí un punto importante, relacionado con las Palabras de Poder. Podría dar estas palabras en su antiguo idioma senzar, pero me resultaría imposible enseñar por medio de la escritura, su pronunciación antigua y peculiar, o la nota en la cual deberían ser emitidas. Esto antes era considerado como de suprema importancia. Actualmente se le enseña al discípulo a trabajar mucho más en los planos internos del significado, y no a depender, como hasta ahora, de la actividad externa del sonido. Debe recordarse que no está creando en el plano externo. Por lo tanto el sonido o sonidos físicos, es relativamente de poca importancia. Lo que importa es la capacidad para sentir el significado de la Palabra de Poder cuando la emite silenciosamente. La cualidad de su idea es la que producirá el efecto correcto, y no el modo en que produce un sonido con la ayuda de las cuerdas vocales y la boca.

 

Se ha señalado que el A.U.M. emitido inaudiblemente y oído, tiene mayor potencia que cuando es emitido audiblemente. Esto fue preliminar a la pronunciación de estas Palabras de Poder. Va aprendiendo el significado del O.M., aunque no se ha dado cuenta. Todo se hace en preparación para emplear las Palabras de Rayo. Lo importante es el pensamiento detrás de la forma, la sensación registrada respecto a las palabras y la comprensión de su significación; lo interesante es la habilidad para pensar, sentir y enviar silenciosamente el llamado de la cualidad a la cualidad, del significado al significado, de la naturaleza a la naturaleza, de la forma al espíritu, recordando siempre que lo que existe en el plano físico no es un principio. El sonido físico no conducirá a la exitosa construcción del antakarana. Es la cualidad de un tipo particular de naturaleza subjetiva (el rayo del alma cuando domina al rayo de la personalidad) lo que atrae a aquello que es aún más subjetivo, siendo en verdad lo que efectúa el trabajo. Debería tenerse presente que, desde el ángulo de la Tríada espiritual, la naturaleza del alma es definidamente objetiva. Esto es la enunciación de una realidad oculta que será mejor comprendida cuando la verdadera naturaleza del hombre (tal como se enseña en las ciencias esotéricas) sea aceptada por los pensadores, científicos y sicólogos.

 

Quiero puntualizar aquí que no daré determinada palabra, pues sería inútil. El O.M. no tiene ninguna utilidad para la mayoría de las personas, aunque como estudiantes entrenados puedan beneficiarse con su empleo. Esta inutilidad general se debe a que la gente no la emplea correctamente y cuando lo hace, no mantiene firmemente su significación en la conciencia. Lo mismo sucede con una Palabra de Poder. De qué serviría dar la Palabra de Poder de primer rayo que (transcrita en forma simbólica) se asemeja a UKRTA-PKLTI. Ciertos sonidos de esta palabra‑forma han sido omitidos porque no hay manera de describirlos, pues no son vocales ni consonantes. Correctamente emitida la palabra mencionada, constituyen tres palabras. Pero puedo dar en lo posible, el significado equivalente en castellano y quisiera que lo tengan presente al pronunciar mentalmente el sonido o la Palabra de Poder, tratando de visualizarla para realizar el milagro esotérico de construir el puente.

 

Por lo tanto, el discípulo de primer rayo tendrá que satisfacer los requisitos lo mejor que pueda y seguir las cuatro etapas de la técnica de proyección, como se da en la página 419. Cuando ha seguido fielmente la rutina delineada, la fusión de la personalidad con el alma debe ser conscientemente emprendida y hasta cierto punto realizada, entonces estos factores fusionados deben mantenerse firmes en la luz triadal. Así se produce otro punto de enfocada intención, dando como resultado una nueva y más dinámica tensión. En el completo silencio resultante se lleva a cabo el acto de proyectar el antakarana, efectuándose por el impulso de una Palabra de Poder. El simbolismo vinculado a ello reside en el empleo que hace la masonería de las palabras "Así sea", pronunciadas con la mano derecha extendida, significando la voluntad personificada por la Logia, que en sí mismo es un símbolo de la Voluntad y el Propósito del Altísimo.

 

El significado de la Palabra de Poder, a emplear en este punto de proyección, podría ser resumido en las palabras: "YO AFIRMO LA REALIDAD". Ésta es la traducción aproximada que puedo darles de la palabra‑forma mencionada anteriormente. Una reflexión profunda sobre estas palabras demostrará que si se las enuncia comprendiendo su significado, son de enorme potencia. El discípulo que las pronuncia acepta y luego afirma que:

 

1.     La Tríada espiritual es una realidad.

2.     La relación entre el alma y la personalidad fusionada y combinada es una realidad.

3.     El antakarana es también una realidad.

4.     La expresión dual de la dualidad básica de la manifestación -personalidad o forma y Mónada o Espíritu- es una realidad.

5.     La voluntad de la Mónada es el factor a evocar.

6.     Se puede depender del Uno como conocedor, pleno de propósito, para entrar en contacto con el instrumento de su voluntad en el plano físico.

7.     El trabajo se ha realizado. Esta aceptación efectiva no es fe sino conocimiento y convicción, y sobre tal convicción, el discípulo se apoya, actúa y depende, trasformándose en una actitud inalterable e inmutable. El significado del séptuple enunciado que antecede es más claro si el discípulo medita sobre la diferencia entre fe y convicción. Esta divina afirmación mantiene al universo en existencia; es el resumen personificado de todo conocimiento y amor, y el discípulo de primer rayo debe comenzar a emplear esta técnica, apoyándose en la divina prerrogativa de afirmación. Reflexiónese sobre este enunciado. Es la técnica que emplea Shamballa, y el derecho, la prerrogativa y el privilegio establecido, de todas las almas de primer rayo.

Segundo Rayo... Amor‑sabiduría

 

Nuevamente las dos etapas de Intención y Visualización han sido cuidadosamente seguidas y las cuatro etapas de Proyección llevadas a un nivel más elevado. La vívida luz del alma de segundo rayo (la más vívida de este sistema solar de segundo rayo) domina a la luz de la forma e irradia externamente hacia la luz triádica: Entonces se produce un momento de intensa concentración y se pronuncia la peculiar Palabra de Poder de segundo rayo. De esta Palabra, el símbolo dual SXPRULXS toma forma en la mente del discípulo y significa la afirmación: "VEO LA MÁXIMA LUZ". Este enunciado tiene relación con el Sol Central espiritual y no con el Corazón del Sol; implica, si se me permite expresarlo así, el esfuerzo más intenso para ver en la luz la relación del todo, siendo ésta una de las más poderosas experiencias a la cual pueda ser sometido el discípulo. No es visión ni siquiera aspiración por ver la visión. Es la visión total, de la cual el símbolo masónico del "Ojo de Dios", "el Ojo que todo lo ve", es la expresión. Significa conocer la luz del rostro divino, de la cual la luz del alma es el pálido reflejo. El discípulo ha aprendido la significación de las luces solar y lunar (luces del alma y de la forma), pero es algo distinto. Es la gran luz de la realidad misma oscureciendo a las demás luces, revelando la realidad del Camino superior iluminado que conduce al Nirvana, de la cual el antakarana proyectado es la primera etapa conscientemente realizada por el discípulo.

 

En consecuencia podrá verse la dificultad que enfrento para aclarar estas Palabras de Poder, porque esencialmente la Palabra hecha carne, o el alma en encarnación, registra el poder en este punto; es el símbolo (el aspecto forma) y el poder (el aspecto espíritu) que actúa como gran agente creador y atraviesa todas las barreras y todos los estados de conciencia separatistas, estableciendo así la completa unidad.

 

He indicado las vocales y consonantes más apropiadas para aclarar estas Palabras y lo he hecho en los casos de primero y segundo rayos. No daré otras pues serían completamente inútiles. Impartiré solamente las significaciones, los conceptos implicados y el sentido que estas arcaicas palabras‑formas (que he tratado de describir con letras) encierra. A medida que la raza va penetrando cada vez más en el mundo del significado, estas palabras‑formas son cada vez menos importantes y sólo concentrando el pensamiento, basado en el entendimiento comprensivo, pueden obtenerse resultados. En este tipo de trabajo relativamente nuevo somos precursores.

 

Tercer Rayo... Inteligencia Activa.

 

Fueron seguidos los procesos de Intención y Visualización y también concluidas las cuatro etapas de la técnica de Proyección. En el punto más elevado de tensión, el discípulo pronuncia la Palabra de Poder de tercer rayo. No es fácil para el discípulo de este rayo obtener el necesario y concentrado silencio, porque su gran fluidez le hace pronunciar innumerables palabras y desempeñar una gran actividad mental, debido frecuentemente al impulso del espejismo. Esto disminuye la potencia de lo que él trata de realizar. Pero cuando ha obtenido el "silencio mental" y se ha convertido simplemente en un punto de concentración inteligente, entonces puede emplear la Palabra de Poder con gran eficacia. La dificultad reside en vencer la tendencia a emplearla con la idea de obtener resultados físicos en su conciencia. Actúa siempre desde el ángulo de esa cualidad divina que caracteriza a la materia, así como el discípulo de segundo rayo trabaja siempre desde el ángulo de la cualidad, y el discípulo de primer rayo desde la positividad del espíritu. Pero una vez que abarca intuitivamente y comprende realmente el concepto de que espíritu y materia son una sola realidad y ha logrado dentro de sí mismo sublimar la materia, recién puede desligarse de todo lo que el ser humano comprende referente a la forma. Entonces puede enunciar la Palabra de Poder que hará posible su completa identificación con el espíritu, vía el antakarana. Tal palabra significa: "YO SOY  EL PROPÓSITO MISMO”.

 

Respecto a las restantes Palabras de Poder, relacionadas con los cuatro Rayos de atributo, sólo las enumeraré, pues poco puedo decir sobre ellas. Pueden ser comprendidas a la luz de lo que he dicho respecto a las tres Palabras de Poder empleadas en los Rayos de Aspecto, y son:

 

Cuarto Rayo ... Armonía a través del Conflicto.

 

                            “DOS SE FUSIONAN EN UNO”

 

Quinto Rayo ... Conocimiento Concreto o Ciencia.

 

                            “TRES MENTES SE UNEN”

 

(Esto afirma la realidad de que la Mente Universal, la mente superior y la mente inferior concreta, se fusionan por medio del antakarana ya proyectado)

 

Sexto Rayo ...    Devoción o Idealismo.

 

                            "LO SUPERIOR CONTROLA"

 

Séptimo Rayo ... Ley u Orden Ceremonial.

 

                               “LO SUPERIOR Y LO INFERIOR SE UNEN”

 

Se observará que en todas estas Palabras de Poder emergen dos pensamientos evidentes; primero, que la meta de toda actividad es la total fusión de los tres aspectos y, segundo, que se obtiene conciencia de esto mediante la construcción y el empleo del puente entre la Tríada espiritual y la Personalidad. Como verán, éstas son afirmaciones definidas, basadas en el conocimiento que conduce a la convicción. Las diferentes escuelas que hoy postulan tal afirmación en el mundo, no son más que esfuerzos distorsionados de la humanidad para adoptar la posición afirmativa que necesariamente asumen el alma y la personalidad fusionadas, demostrando una especie de reacción instintiva hacia una nueva comprensión que está penetrando en la conciencia de la humanidad, mediante sus discípulos e iniciados.

 

Hemos concluido prácticamente el estudio del antakarana; sin embargo, quiero explayarme algo más sobre las tres etapas finales del proceso de construcción tal como fue considerado y delineado anteriormente. Estas tres etapas fueron consideradas muy brevemente debido a su naturaleza abstracta, no obstante forman parte de los seis métodos de construcción. Los primeros tres fueron considerados más detalladamente que los tres últimos y he creído que podría servir un propósito útil si diera mayor enseñanza sobre la invocación y evocación en particular, porque eso condicionará -consciente y exotéricamente- la nueva religión mundial, tal como lo ha hecho hasta ahora esotérica e inconscientemente.

 

Invocación y Evocación (Continuación de las páginas 406-7).

 

Estos dos palabras describen ese algo misterioso -emanación, demanda silenciosa, impulso innato hacia la luz- innato en todas las formas, que produce interacción y relación, siendo la causa de la penetración en la luz y de todo progreso o avance, en el sendero de la conciencia en expansión. Lo mismo sucede en la planta que se abre camino de la oscuridad del suelo a la luz del sol; en el niño que se desprende por impulso de la vida, de la matriz de la madre; en el ser humano que se esfuerza por ir hacia los reinos de mayor conocimiento y hacia una vida física efectiva; en el aspirante que pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría; en el discípulo que penetra en el reino de la luz y vida del alma; en el iniciado que pasa de un grado a otro en la Jerarquía de la Liberación; en el Cristo que pasa a la Cámara del Concilio de Shamballa, y en el Señor del Mundo que emprende esos procesos que Lo conducirán a los reinos de la vida divina -sobre la cual el iniciado más elevado de nuestro planeta no tiene el menor concepto. Todo se produce como parte de un gran sistema de invocación y evocación, de demanda y respuesta, y todos son característicos del "método de vida" que rige a la graduada Jerarquía del Ser en nuestro planeta.

 

Este evolutivo impulso hacia adelante, en el Camino Iluminado, de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es un anhelo innato en todas las formas. Constituye una de las más sutiles y menos comprendidas leyes del universo, relacionada con el principio Vida, del cual nada sabemos todavía; subyace en la Ley de la Evolución, al igual que en la Ley del Karma, siendo en realidad la Ley del Propósito de la Vida del Logos planetario; es una expresión de Su intención dinámica, pues obliga a toda sustancia, en manifestación en tiempo y espacio, a accionar y reaccionar de acuerdo a Su voluntad; de esta manera permite que Su forma -el planeta, compuesto por los siete reinos de la naturaleza- exprese la intención logoica mientras dura el "Gran Aliento", del cual tiempo y espacio son dos aspectos. Afecta al átomo más pequeño y al más excelso Ser, dentro de la esfera de Su conciencia y del alcance de Su vivencia; afecta a los reinos subhumanos sin que ellos se den cuenta y (en lo que les concierne) es lo que a veces se ha denominado "la Ley de la Vida del Sol". Después de haber alcanzado la etapa de integración de la personalidad, la familia humana reacciona al propósito divino con acrecentada conciencia. Una vez construido el antakarana y recibidas las iniciaciones superiores, el iniciado colabora en ese propósito con plena comprensión e intención. Ya no reacciona simplemente a sus propios anhelos internos que lo obligan a invocar siempre el aspecto superior de la vida y de la conciencia, que presiente tener por delante. Ahora conoce; ve; participa en el Plan; se relaciona con la Intención divina por medio de la comprensión de la Doctrina o Ciencia de Tensión; se apropia de la Intención divina hasta donde puede captarla. Esta interacción recíproca produce la. mutabilidad de la forma y la inmutabilidad de la naturaleza divina, características de esas conciencias que se han liberado de la prisión de la forma.

 

En otra parte[1] he dicho que: "La definición de la religión, que en el futuro demostrará mayor exactitud que cualquier de las formuladas hasta ahora por los teólogos, podría ser expresada de la manera siguiente:

 

Religión es el nombre asignado al llamado invocador de la humanidad y la respuesta, a esa demanda, evocada por esa Vida más grande.

 

En realidad significa que la parte reconoce su relación con el Todo, además de la constante demanda para aumentar la percepción de dicha relación, lo cual produce el reconocimiento, por parte del Todo, de la demanda formulada. Es el impacto producido sobre esa Vida, por la vibración de la humanidad -orientada específicamente hacia esa Gran Vida de la cual se siente parte- y el impacto, en respuesta de ese “amor omniabarcante”, sobre esa vibración menor. Recién ahora el impacto producido por la vibración humana puede ser sentido tenuemente en Shamballa; hasta hoy su más poderosa actividad alcanzó solamente a la Jerarquía. Religión, la ciencia de invocación y evocación, en lo que concierne a la humanidad, constituye el Acercamiento (en la futura nueva era) de una humanidad polarizada mentalmente. En el pasado la religión ha tenido un atractivo totalmente emocional. Se ocupaba de la relación del individuo con el mundo de la realidad y de buscar aquellos que aspiraban a la divinidad. Su técnica consistió en capacitar al hombre para revelar esa divinidad, lograr una perfección que justifique esa revelación y desarrollar la sensibilidad y la respuesta amorosa al Hombre ideal, resumida en el Cristo para la humanidad actual. Cristo vino para poner fin a este ciclo de acercamiento emocional, existente desde los días atlantes. Demostró en Sí Mismo la perfección visualizada y dio a la humanidad un pleno ejemplo de todas las posibilidades latentes en el hombre, hasta esa época. Entonces el logro de la perfección de la conciencia crística se convirtió en el objetivo principal de la humanidad."

 

La actividad de los anteriores Instructores y los Hijos de Dios manifestados, fue únicamente la presentación de los distintos aspectos de la perfección divina que el Cristo sintetizó en Sí Mismo. Pero Él hizo mucho más que eso. Si hubiera sido sólo esto lo que Él realizó, habría presentado a la humanidad el cuadro de una realización estática, o sea la culminación de la perfección, tal como lo exigía en esa época el estado evolutivo del hombre; en realidad nos hubiera presentado un gran Personaje y al mismo tiempo su evolución detenida. Esto era lógicamente imposible; pero la religión que Él fundó nunca reconoció este hecho ni consideró lo que subyace más allá del Cristo, cuál era la naturaleza de Su trasfondo subjetivo y Su punto de realización, y si Él tenía aún otras posibilidades. Esta omisión quizás resultó inevitable, debido a que la idea de la evolución fue conocida relativamente tarde por la conciencia humana. La religión ortodoxa se ha preocupado del acercamiento, mediante la emoción y la aspiración, a este Personaje Perfecto, pero no ha visto más allá del Personaje, hasta la Realidad que Él representa. Cristo Mismo lo previó como una posibilidad y trató de soslayar, cuando señaló a Sus discípulos que podrían "hacer cosas más grandes que las que Él había hecho", porque Él "iba al Padre". En estas palabras señaló más allá de Sí Mismo al ser que era responsable de Su Ser y el Camino de Evolución Superior -tema que la iglesia nunca ha tratado satisfactoriamente. En las palabras que anteceden, Él señaló un estado del ser que nunca demostró en la tierra, debido a la falta de preparación del hombre, y a que Él Mismo también estaba "en Camino".

 

El Camino de Evolución Superior tiene también dos fases como las tiene el Camino Iluminado. En las primeras etapas del desarrollo de la conciencia crística y en la obtención de la tercera iniciación, la Transfiguración, el aspirante y el discípulo iniciado atraviesan la primera parte del sendero del discipulado. Al hollar el Camino de Evolución Superior (aún empleamos, este término tan engorroso) el discípulo iniciado recorre el camino del antakarana y el Camino de las Iniciaciones superiores. Al hacer este enunciado, les recordaré nuevamente que la tercera iniciación es considerada por la Jerarquía como la primera iniciación mayor, mientras que las dos iniciaciones anteriores son consideradas sólo de naturaleza preparatoria. El entrenamiento dado, en preparación para éstas y las consiguientes expansiones de conciencia, revela al iniciado la naturaleza del alma, el alcance (amplio y universal) de la conciencia‑divina y su relación con el Padre, la Mónada, que le permite convertirse en alma en manifestación, en tal medida, que su percepción se trasforma definitiva e inalterablemente en la del alma; en la cuarta iniciación, el cuerpo-alma, el vehículo causal, ya no es necesario; luego desaparece, se disipa y destruye totalmente, dejando así al iniciado, libre para hollar el Camino de Evolución Superior y seguir los pasos de Cristo. Él fue el primero de nuestra humanidad planetaria que abrió la senda (¿y no es ésta una frase muy común?) hacia las esferas superiores de la revelación.

 

Quisiera también recordar aquí que durante esta etapa de la evolución humana, estas variadas fases existen simultáneamente; esto explica ampliamente la diferencia y las relativas dificultades que caracterizan a todas las religiones del mundo y a todas las relaciones. La demanda emocional por parte de las masas es necesaria, y su meta -algo alejada- es la conciencia del alma y el control por el alma. Constituye el camino místico de las primeras etapas preparatorias de la Ciencia de Invocación y Evocación. Es el método que debe seguir en la actualidad la humanidad común, ampliamente atlante en su acercamiento y naturaleza; ella debe aprender a hollar el Sendero convirtiéndose en el Sendero Mismo, y así desarrollar el mecanismo y las capacidades que le son inherentes a la Mente divina, que "hila el hilo de conexión de la luz y relaciona a todos los seres dentro del círculo no se pasa planetario.

 

Al convertirse en el Sendero, hablando simbólicamente, y por un proceso de reorientación, el aspirante que trata de hollar el Camino Iluminado de la purificación y del discipulado, alcanza un punto en que esa luz y ese sendero le han llevado a una meta específica. Entonces, la luz que ha generado dentro de sí mismo y que está aprendiendo rápidamente a emplear, le revela el Camino de Evolución Superior, la realidad de una meta aún mayor y más grande que Cristo denominó "el Hogar del Padre".

 

En la cuarta iniciación, por primera vez en su experiencia, llega a ser consciente de que existe un vacío o brecha, que lo separa de su meta distante. Esto constituyó la parte principal de la agonía en la Cruz. Hubo una fusión de agonías en ese momento supremo, si puedo describir así lo ocurrido. El Maestro Jesús, crucificado allí, sintió la agonía de la necesidad humana y renunció a Su propia vida; dio todo de sí (hablando también simbólicamente) para satisfacer esa necesidad. En ese momento Cristo influyó sobre Su gran discípulo y también pasó simultáneamente por una gran experiencia iniciática. Su agonía, en la ansiedad por recibir la revelación y una acrecentada iluminación (a fin de ampliar sus facultades como Salvador del mundo), le reveló las nuevas posibilidades, por las cuales -cuando las enfrentó confusamente en el Huerto de Getsemaní y más tarde en la Cruz- toda Su naturaleza se cohibió.

 

Éste es un gran misterio, y comprenderlo es tan imposible como saber de lo que estoy hablando; es conveniente establecer el hecho en la conciencia, que en la iniciación de la Crucifixión, el Maestro Jesús recibió la cuarta iniciación y el Cristo la sexta iniciación. El Maestro Jesús alcanzó la experiencia culminante del Camino Iluminado, mientras que Cristo hizo ese esfuerzo final que Le permitió completar y atravesar "el arco iris" y, por lo tanto, "ir al Padre" (como Él dijo a Sus discípulos), avanzando hacia la primera etapa del Camino de Evolución Superior.

 

El punto práctico que los aspirantes y discípulos deben recordar es que la Ciencia de Invocación y Evocación entró en una nueva fase cuando Cristo vino y Se presentó ante la humanidad; entonces impartió la enseñanza que resumía todo el pasado e indicó los nuevos aspectos de la futura enseñanza. Abrió la puerta al Camino de Evolución Superior, hasta entonces cerrada, así como Buda resumió en Sí Mismo la realización del Camino Iluminado y la adquisición de todo conocimiento y sabiduría. Al abrir Cristo esta "puerta mayor, que está más allá de la puerta menor", introdujo -si puedo expresarlo tan inadecuadamente- la Voluntad de Dios en la tierra, particularmente en relación con la conciencia de los hombres. Elevó toda la Ciencia de Invocación y Evocación al plano mental e hizo posible un nuevo acercamiento a la divinidad. Resulta difícil presentar un símbolo que aclare esto en la mente, pero el que se da en la página siguiente puede traer alguna iluminación.

 

Debe recordarse que la inteligencia y el amor estaban presentes en la Tierra, la primera en mayor grado que el segundo, y que la tarea de todos los Salvadores del mundo (surgiendo del Lugar Secreto, desde el ilimitado pasado hasta la actualidad) ha sido introducir, organizar y complementar estos aspectos, energías

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

y atributos divinos, para continuar su desarrollo en el cuerpo del Logos planetario. De vez en cuando, en la época de Su Aparición, Ellos demostraron a la humanidad el grado de desarrollo alcanzado. Estos Representantes de la Deidad han pertenecido a todas las categorías, grados y distintas etapas de desarrollo espiritual; fueron elegidos por Su aptitud para responder a la invocación y manifestar ciertas cualidades divinas, atraer a Su alrededor a quienes poseían latentes las mismas cualidades divinas y, por lo tanto, simplificar la enseñanza que el Salvador del Mundo vino a impartir, traduciendo en el equivalente humano todo lo que era posible de la inspiración divina. Muchos de Ellos han sido olvidados, aunque Su trabajo tuvo éxito; otros se han convertido en un mito, debido a la facultad del hombre de crear formas mentales, pero Su trabajo ha sido recordado y los monumentos y las tradiciones dan constante testimonio; los grandes Hijos de Dios poseían un gran poder y amor a la humanidad, y aún después de muchos siglos evocan la atención del género humano y condicionan todavía las reacciones de millones de personas.

 

Vyasa -el Vyasa original, la gran Individualidad evocada por la invocación de los primitivos hombres‑animales- sigue siendo algo más que un nombre, aunque ha salido de nuestro esquema planetario hace millones de años. Respondió a las invocadoras especies superiores del reino animal, abriéndoles una puerta hacia el reino humano, y Su trabajo dio lugar al proceso conocido como individualización. En el transcurso de las épocas han venido estos Hijos de Dios, evocados por la invocación humana; invocaron a su vez ciertos aspectos de la naturaleza divina, profundamente ocultos en la humanidad -todos relacionados hasta entonces con la conciencia y la respuesta de la parte al Todo. Eventualmente, vino Hércules y abrió la puerta al sendero del discipulado, y Su trabajo está conservado para nosotros en los Doce Trabajos de Hércules, los cuales resumen las diferentes pruebas a que son sometidos todos los discípulos, previamente a las distintas iniciaciones. Vino Shri Krishna y abrió la puerta por la cual el género humano pudo pasar a la segunda Iniciación. Buda, un Personaje aún mayor, conocido como "El Iluminado", vino y demostró a la humanidad la naturaleza del Camino Iluminado, sus revelaciones y efectos en la conciencia. Representó para nosotros la suprema realización del camino místico. Luego vino Cristo y realizó un triple trabajo:

 

1.     Abrió la puerta para la tercera iniciación.

2.     Introdujo en la Tierra "la voluntad de Dios en la matriz del amor" (como esotéricamente se lo denomina).

3.     Señaló el camino que atraviesa "el ojo de la aguja" y permite entrar en la Pirámide a través del pasillo (el símbolo de la Tríada espiritual. A.A.B.) que conduce externamente al Camino que finaliza en Shamballa.

 

         Su trabajo fue de naturaleza culminante; demostró en Sí Mismo dos aspectos divinos, dando de este modo "forma y sustancia al amor"; esto ha sido secuencialmente fomentado por varios Salvadores del mundo de menor categoría, que vinieron anteriormente, de los cuales Shri Krishna fue el más grande.

 

Cristo completó el trabajo de Buda, manifestando en su plenitud, la naturaleza del amor, permitiendo, como bien saben, la plena expresión del amor‑sabiduría en su aspecto dual -un aspecto demostrado por Buda y otro por Cristo. Pero en el mundo del pensamiento y de la religión aún no se ha hecho hincapié sobre Su principal trabajo -la revelación del Camino de Evolución Superior. Esto implica atraer la prístina voluntad divina y relacionar la Jerarquía espiritual con el Gran Concilio en Shamballa. Por lo tanto, será evidente que fue el primero en llevar a cabo, etapa tras etapa, la total revelación de la humanidad a la Jerarquía y de la Jerarquía a Shamballa. Pudo realizar esto en virtud de haber construido y terminado el antakarana, facilitando así el trabajo de todos los futuros aspirantes y discípulos. Hizo posible que su progreso, respecto a la iniciación de cada etapa del antakarana planetario, no sufriera interrupciones. Presentó el "primer hilo de sustancia viviente, irradiado por el amor, inteligentemente tejido y energetizado por la voluntad, que ningún ser humano de nuestra humanidad terrestre ha podido entretejer con el antakarana planetario. He aquí el secreto de la sexta iniciación -la ascensión- no observado todavía por el ocultista.

 

Ahora diré algo muy importante. Todo el esquema evolutivo está basado en una serie de ascensiones, las cuales son el resultado de un procedimiento, una técnica, un método (empleen el término que quieran) de invocación, aplicado por el individuo, grupo o reino inferior, y la consiguiente evocación de lo mayor, más incluyente e iluminado. Esto es verdad respecto al solitario aspirante en el Camino, o a todo un reino de la naturaleza. Los grandes Hijos de Dios encarnados son necesariamente Aquellos pueden incluir en Su conciencia reinos enteros o estados divinos del Ser. Aquí tenemos la clave de cómo la invocación de un grupo "con intención masiva" puede atraer, y lo ha hecho tantas veces en nuestra historia planetaria, a un Ser que satisfaga la necesidad, expresada por la invocación, como "camino de salida", y personificar en Sí Mismo la visión o meta requeridas.

 

Como se habrá observado he llevado la enseñanza (dada anteriormente sobre el tema) a la totalidad de los reinos. En una instrucción anterior, he considerado el proceso tal como es aplicado al discípulo que invoca a su alma; luego llevé el concepto más allá y consideré al discípulo que invoca a su Padre en los Cielos, la Mónada. Me he ocupado ahora brevemente de toda la humanidad, la cual se halla en un gran punto de invocación, donde está todo el reino humano involucrado. Tenemos así las seis grandes etapas finales en el proceso que estamos considerando: la Invocación que conduce a la Evocación, a la Resurrección en la Quinta Iniciación y a la Ascensión en la Sexta.

 

Resumiendo, he llevado el estudio de los aspectos esotéricos del desarrollo mental, a un punto en que el hombre espiritual es elevado a los reinos -que no son los del alma ni de la personalidad- que lo convierten en parte integrante de la experiencia monádica. Por lo tanto me ocupé definidamente de la experiencia iniciática. He puesto el debido énfasis sobre el hecho de que la personalidad sigue siendo un instrumento o vehículo de expresión para el alma universal y sus muchos aspectos en el plano físico; he aclarado también que para la conciencia, el alma en sí, se ha perdido en el mar de la comprensión universal; he detallado además el estado del ser que el iniciado ha alcanzado como resultado de las seis etapas de construcción consciente del antakarana, pero he señalado a este respecto que lo transcurrido está más allá de lo que llamamos conciencia, siendo por consiguiente indefinible para el intelecto humano. Hemos tratado además ciertas etapas de desarrollo que permanecen indescifrables para cualquier comprensión humana, excepto para Quienes pueden actuar en los atrios de Shamballa. Cuando estas etapas se hayan superado habrá sido alcanzada la meta de los procesos evolutivos, en lo que a la humanidad se refiere. Tales conceptos abarcan la presentación de la verdad y de nuestro tema, hasta el momento actual. No podemos seguir más allá, porque no sería de utilidad, y tampoco la constitución humana adecuada, para la tarea impuesta.

 

En previas secciones he llevado nuestro tema al punto culminante de todo lo dado hasta ahora respecto a la mente humana y su capacidad. He indicado el método por el cual la mente, entrenada en la meditación y por lo tanto consciente del alma, puede -por medio de la construcción del antakarana- alcanzar alturas y etapas de inclusividad que la introducirán en ciertos aspectos de la así llamada mente universal, la Mente de Dios, tal como se la denomina familiarmente. Lo que en verdad he hecho, es considerar muy brevemente el modo por el cual el discípulo o el iniciado pueden, con acrecentado poder, sintonizarse con la mente del Logos planetario, Sanat Kumara. Así como el discípulo puede, cuando es consciente del alma, sintonizarse con la mente de Su Maestro, del mismo modo el iniciado, en una vuelta más alta de la espiral, también puede registrar los pensamientos del Ser divino en el Que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.

 

Por el desarrollo del antakarana y su consciente uso científico, el iniciado se hace consciente de lo que transcurre en la Cámara del Concilio de Shamballa; entonces puede empezar a trabajar eficientemente como un exponente del aspecto Voluntad de la divinidad. Sin embargo, durante todo este tiempo nos hemos limitado totalmente a la consideración del aspecto mente, en sus tres fases en el plano mental, haciéndolo extensivo a los estados del ser, desconocidos por todos, excepto para los discípulos entrenados e iniciados. Mi intención ha sido darles una visión interna teórica, no práctica, sobre los métodos de actividad y los posibles estados del ser, a los cuales podrán algún día aspirar y eventualmente alcanzar.

 

 

 

 

 

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Año: 2002

 

 



(1)Reaparición de Cristo, páginas 115‑116.