Los Rayos y las
Iniciaciones
Por el Maestro Tibetano
Djwhal
Khul
(Alice A. Bailey) |
LA CIENCIA DEL ANTAKARANA
Al
entrar a considerar "la vida dual del proceso iniciático", quisiera
llamar la atención sobre las palabras empleadas y particularmente acerca de su
significado en relación con el proceso
iniciático. Como veremos, no se refiere al esfuerzo del discípulo por
vivir simultáneamente la vida del mundo espiritual y la vida práctica de
servicio en el plano físico, sino exclusivamente a la preparación del discípulo
para la iniciación y, por lo tanto, a su vida y actitud mental.
Podría
considerarse que esta afirmación concierne principalmente a dos aspectos
principales de su vida mental y no a la vida de relación entre alma y
personalidad. En consecuencia es conveniente ver paralelamente la dualidad
existente en la conciencia del discípulo y sus dos aspectos:
1.
La vida de percepción en la cual expresa la actitud del alma, la percepción y
la conciencia del alma por intermedio de la personalidad en el plano físico. Aprende a
registrarlo y expresarlo conscientemente.
2.
La vida definidamente privada y puramente subjetiva en la que él -la
personalidad fusionada con el alma-, orientado en el plano mental, pone en
creciente relación a:
a. La mente concreta inferior y la mente
abstracta superior.
b. Él y el Maestro de su grupo de rayo,
desarrollando así la conciencia ashrámica.
c. Él y la Jerarquía como un todo, llegando a
ser acrecentadamente consciente de la síntesis espiritual que subyace en la
unidad de los ashramas. De esta manera, se acerca consciente y firmemente al
Centro radiante de este Ashrama solar, el Cristo Mismo, el primer Iniciador.
Esta
vida interna, con sus tres objetivos lentamente revelados, concierne
esencialmente a la vida de preparación para la iniciación.
No
hay iniciación para el discípulo hasta no haber comenzado a construir
conscientemente el antakarana, poniendo en estrecha relación la Tríada
espiritual y la mente, con el aspecto superior en el plano físico, demostrando
nuevamente de este modo un claro alineamiento y un canal directo que va desde
la Tríada espiritual al cerebro, por conducto del antakarana, el cual ha
vinculado la mente superior con la inferior.
Ello
implica excesivo trabajo, gran capacidad interpretativa y mucho poder de
visualización. Selecciono mis palabras cuidadosamente. Esta visualización no
tiene necesariamente que ver con la forma ni con las presentaciones mentales
concretas; concierne a la sensibilidad pictórica y simbólica que expresa e
interpreta la comprensión espiritual, impartida por la intuición incipiente -el
agente de la Tríada espiritual. El significado de esto se va esclareciendo a
medida que prosigue el trabajo. Es difícil, para quien comienza a construir el
antakarana, captar el significado de la visualización cuando se la considera que
está relacionada con una creciente respuesta a lo que le imparte el grupo
ashrámico, a su visión emergente del Plan divino, tal como existe en realidad,
y a aquello que se le ha confiado como efecto
o resultado de cada sucesiva iniciación. Prefiero la palabra "efecto"
a la palabra "resultado", porque acrecentadamente el iniciado trabaja
conscientemente con la Ley de Causa y Efecto, en planos que no son el físico.
Empleamos la palabra "resultado" para expresar las consecuencias de
esa gran Ley cósmica cuando se manifiestan en los tres mundos de la evolución
humana.
En
conexión con este esfuerzo descubre el valor, empleo y propósito de la
imaginación creadora, la cual es todo lo que eventualmente le queda de la vida
astral activa e intensamente poderosa que ha vivido durante muchas vidas; a
medida que prosigue la evolución, su cuerpo astral se convierte en un mecanismo
de transformación; el deseo es trasformado en aspiración, y la aspiración en una creciente y expresiva facultad
intuitiva. La realidad de este proceso se demuestra en el surgimiento de esa
cualidad básica que ha estado siempre inherente en el deseo mismo: la cualidad
imaginativa del alma, complementando el deseo y convirtiéndose constantemente,
a medida que el deseo se traslada a estados cada vez más elevados, en una
facultad creadora superior que conduce a conocimientos siempre más elevados.
Eventualmente esta facultad invoca las energías de la mente, y la mente, más la
imaginación, se trasforma con el tiempo en un gran agente invocador y creador.
De esta manera la Tríada espiritual es puesta en relación con la triple
personalidad.
En
escritos anteriores he dicho que, básicamente, el plano astral no existe como
parte del Plan divino; es fundamentalmente producto del espejismo, de kama‑manas
-espejismo que la misma humanidad ha creado y en el cual total y prácticamente
ha vivido enteramente desde los primeros días atlantes. El efecto de un
creciente contacto con el alma no ha sido simplemente disipar las nieblas del
espejismo, sino que ha servido para consolidar y emplear por lo tanto
efectivamente la imaginación con su poderosa y abrumadora facultad creadora.
Esta energía creadora, complementada por una mente iluminada (con su capacidad
de crear formas mentales), es entonces manejada por el discípulo, a fin de
establecer contactos más elevados que los del alma, y convertir en un símbolo
aquello de lo cual es consciente por medio de una línea de energía -el
antakarana-, que va construyendo firme y científicamente.
Podría
decirse (igualmente en forma simbólica) que cada iniciación pone a prueba el
puente vinculador y descubre gradualmente la solidez de aquello que ha sido
creado bajo la inspiración de la Tríada espiritual y con la ayuda de los tres
aspectos de su mente (la mente abstracta, el alma o el Hijo de la Mente y la
mente concreta inferior), combinados con la colaboración inteligente de su
personalidad fusionada con el alma. En las primeras etapas de su trabajo
invocador, el instrumento que emplea es la imaginación creadora, lo cual le permite
desde el comienzo, actuar como si
fuera capaz de crear así; después, cuando la conciencia imaginativa de como si, ya no le es útil, se hace conscientemente
conocedor de aquello que él -con esperanza y expectativa espiritual- trató de
crear; descubre que es una realidad existente y sabe, más allá de toda
controversia, que "fe es la sustancia de las cosas esperadas, la evidencia
de cosas no vistas."
Aquí
no nos ocuparemos de la enseñanza preliminar de la ciencia del antakarana, pues
el estudiante la encontrará en el libro titulado Educación en la Nueva Era. Esa preliminar presentación debe ser
estudiada antes de emprender la etapa más avanzada que comienza aquí. Por lo
tanto, consideraremos paso a paso esta ciencia que está demostrando ser fuente
útil para la experimentación y la prueba.
El
alma humana (en contraposición con al alma, cuando actúa en su propio reino,
libre de las limitaciones de la vida humana) está aprisionada y sujeta al control de las
tres energías inferiores, durante la mayor parte de su experiencia. Luego, en
el sendero de probación, la energía dual del alma empieza a acrecentar su
actividad, y el hombre trata de emplear su mente en forma consciente y expresar
amor‑sabiduría en el plano físico. Éste es un simple enunciado de la meta
a alcanzar por todo aspirante. Cuando las cinco energías empiezan a emplearse
consciente y sabiamente en el servicio, se establece un ritmo entre la
personalidad y el alma. Es como si se estableciera un campo magnético, y ambas
unidades o energías agrupadas, vibrantes y magnéticas, se lanzan cada una al
campo de influencia de la otra. Esto sucede sólo ocasionalmente, aunque raras
veces en las primeras etapas; luego acontece más frecuentemente,
estableciéndose así un sendero de contacto que, en su oportunidad, se convierte
en la línea de menor resistencia, "el camino de acercamiento
familiar", como a veces ha sido denominado. De esta manera se construye el
primer tramo del "puente" o antakarana. Cuando se ha recibido la
tercera iniciación, el Camino se completa, y el iniciado puede "pasar a
voluntad a mundos más elevados, dejando los mundos inferiores muy atrás,
retornar y penetrar en el camino que conduce de la oscuridad a la luz, de la
luz a la oscuridad, y de los mundos inferiores a los reinos de la luz".
De
esta manera ambos se convierten en uno, completándose la primera gran unión en
el sendero de retorno. Una segunda etapa del Camino debe por lo tanto ser
hollada, la cual conducirá a una segunda unión de mayor importancia, pues
conduce a liberarse totalmente de los tres mundos. No debe olvidarse que el
alma, a su vez, es la unión de tres energías, de las cuales las tres energías
inferiores son su reflejo. Constituye una síntesis de la energía de la Vida misma (demostrada como el principio vida en el
mundo de las formas), de la energía de la intuición, amor‑sabiduría o
comprensión espiritual (que se demuestra como sensibilidad y sensación en el
cuerpo astral), y de la mente espiritual, cuyo reflejo en la naturaleza
inferior es la mente o el principio inteligencia en el mundo de la forma. En
estos tres tenemos atma‑budi‑manas de la literatura teosófica -esa
triplicidad superior reflejada en los tres inferiores y enfocada, por
intermedio del cuerpo del alma, en los niveles superiores del plano mental,
antes de precipitarse a la encarnación, según la denominación esotérica.
Modernizando
el concepto, podemos decir que las energías que animan al cuerpo físico y a la
vida inteligente del átomo, los sensibles estados emocionales y la mente
inteligente, deben oportunamente ser fusionados y trasmutados en energías que
animan al alma. Éstas son la mente espiritual, que imparte iluminación; la
naturaleza intuitiva, que confiere percepción espiritual, y la vivencia divina.
Después
de la tercera iniciación se recorre el "Camino" con gran rapidez, y
se termina de construir el "puente" que une perfectamente la Tríada
superior y el reflejo material inferior. Los tres mundos del alma y los tres de
la personalidad se convierten en un solo mundo; donde el iniciado trabaja y
actúa, sin observar ninguna diferencia, considerando que un mundo es el de la
inspiración y el otro el campo del servicio, considerados ambos sin embargo
como un solo mundo de actividad. De estos mundos, el cuerpo subjetivo etérico
(o cuerpo de inspiración vital) y el cuerpo físico denso, son los símbolos en
el plano externo.
¿En
qué forma se construye el antakarana? ¿Cuáles son los pasos que el discípulo
debe seguir? No me refiero aquí al sendero de probación, en el cual los defectos
principales deben ser eliminados y las virtudes mayores desarrolladas. Gran
parte de la instrucción dada en el pasado ha establecido las reglas para el
cultivo de las virtudes y cualidades del discipulado y también la necesidad de
autocontrol, tolerancia y altruismo, siendo etapas elementales que el
estudiante debe darlas por trascendidas. Los estudiantes tienen que ocuparse no
sólo de establecer el aspecto carácter del discipulado, sino de los requisitos
más abstrusos y difíciles para aquellos cuya meta eventual es la iniciación.
Lo
que nos concierne es el trabajo que realizan los "constructores del
puente". Primero, puedo asegurar
que la verdadera construcción del antakarana sólo tiene lugar cuando el
discípulo comienza a enfocarse definidamente en niveles mentales, y por
tanto, cuando su mente actúa inteligente y conscientemente. En esta etapa, debe
empezar a tener una idea más exacta que hasta ahora, respecto a la diferencia
que existe entre el pensador, el mecanismo pensante y el pensamiento, empezando
por su función esotérica dual, que es:
1.
El reconocimiento y la receptividad de las IDEAS.
2.
La facultad creadora para construir conscientemente forma mentales.
Esto
implica necesariamente una fuerte actitud mental y la reorientación de la mente
hacia la realidad. Cuando el discípulo comienza a enfocarse en el plano mental
(intención primordial de trabajo de meditación), empieza a trabajar en materia
mental se entrena en los poderes y usos del pensamiento. Logra cierta medida de
control mental, y puede dirigir el faro de la mente en dos direcciones, hacia
el mundo del esfuerzo humano y el mundo de la actividad del alma. Así como el
alma se abre camino proyectándose en un hilo o corriente de energía en los tres
mundos, así el discípulo se proyecta conscientemente hacia los mundos
superiores. Su energía va, por medio de la mente controlada y dirigida, al mundo de la
mente espiritual superior y al reino de la intuición. De esta manera se
establece una actividad recíproca. De esta respuesta entre la mente superior y
la inferior se habla simbólicamente en términos de luz, y el "camino
iluminado" viene a la existencia entre la personalidad y la Tríada
espiritual, por intermedio del cuerpo del alma, así como el alma se puso en
contacto definido con el cerebro por medio de la mente. Este "camino
iluminado" constituye el puente iluminado. Es construido por medio de la meditación, por el esfuerzo
constante para atraer la intuición, por la subordinación y obediencia al Plan
(que empieza a ser reconocido tan pronto como la intuición y la mente están en
estrecha relación) y por la consciente incorporación al grupo para servir con
el propósito de ser asimilado en el todo. Estas cualidades y actividades
sientan su base sobre los cimientos del buen carácter y las cualidades
desarrolladas en el sendero de probación.
El
esfuerzo para atraer la intuición exige meditación esotérica dirigida, que no
debe basarse en la aspiración. Además exige una inteligencia entrenada, de modo
que la línea de demarcación entre la comprensión intuitiva y las formas de
psiquismo superior, puedan verse con claridad. Requiere una constante
disciplina de la mente, a fin de "mantenerse firme en la luz", y el
desarrollo de la correcta y cultivada interpretación, para que el conocimiento
intuitivo logrado, pueda revestirse de las correctas formas mentales.
Puede
decirse también que la construcción del puente, mediante el cual le es posible
a la conciencia funcionar con facilidad en los mundos superior e inferior, se lleva principalmente a cabo por una
tendencia definidamente dirigida en la vida, que conduce firmemente al
hombre al mundo de las realidades espirituales, además de ciertos movimientos
de reorientación o enfoque dirigidos, planificados y cuidadosamente
programados. En este último proceso se valora lo adquirido durante los últimos meses o años, y el efecto de lo adquirido en la vida
diaria y en el mecanismo corpóreo es cuidadosamente analizado; la voluntad de vivir, como ser
espiritual, aparece en la conciencia con nitidez y determinación, trayendo un
progreso inmediato.
La
construcción del antakarana se lleva a cabo definidamente en el caso de todo
estudiante consagrado. Cuando el trabajo se realiza inteligentemente y con
plena percepción del propósito deseado, y cuando el aspirante no sólo es
consciente del proceso sino que está alerta y activo en su cumplimiento,
prosigue el trabajo rápidamente y el puente se va construyendo.
Sería
inteligente aceptar el hecho de que la humanidad está ahora en posición de
iniciar el proceso definido de construcción del vínculo o puente, entre los
distintos aspectos de la naturaleza del hombre, de manera que en vez de
diferenciación habrá unidad y en lugar de una atención fluida y movediza,
dirigida aquí y allá, en el campo de la vida material y de las relaciones
emocionales, habremos aprendido a controlar la mente, a eliminar las
divisiones, y la atención inferior podrá así ser dirigida a voluntad en
cualquier dirección deseada. Entonces los aspectos natural y espiritual del
hombre podrán ser enfocados donde sea necesario.
Este
trabajo de construcción del puente ha sido realizado en parte. La humanidad
toda, ha eliminado la brecha entre la naturaleza emocional‑astral y el
hombre físico. Debería observarse aquí que la construcción del puente debe ser
hecha en el aspecto conciencia, y concierne a la continuidad de percepción que
tiene el hombre de la vida, en todos sus variados aspectos. La energía
utilizada para conectar, en la conciencia, al hombre físico y al cuerpo astral,
está enfocada en el plexo solar. En la actualidad, hablando en términos
simbólicos, muchas personas están llevando a cabo la construcción del puente y
vinculando la mente con los dos aspectos ya conectados. Este hilo de energía
emana de la cabeza o está anclado allí. Algunas personas, lógicamente muy
pocas, están vinculando firmemente el alma con la mente, la cual a su vez se
vincula con los otros dos aspectos. La energía del alma, cuando está vinculada
con los demás hilos, tiene su anclaje en el corazón. Muy pocas personas, los iniciados
del mundo, habiendo logrado las síntesis inferiores, tratan ahora de obtener
una unión aún superior, con esa triple realidad que utiliza el alma como medio
de expresión, así como el alma a su vez se esfuerza por utilizar su sombra, el
triple hombre inferior. Estas diferenciaciones y unificaciones son formulismos,
palabras, símbolos, que se utilizan para expresar acontecimientos y sucesos en
el mundo de las energías y fuerzas, con las cuales el hombre está definidamente
implicado. A estas unificaciones nos referimos cuando consideramos el tema de
la iniciación.
Sería
de utilidad si repito algunas afirmaciones ya hechas en otro libro:
Los
estudiantes deberían aprender a distinguir
entre sutratma y antakarana, entre el hilo de la vida y el de la conciencia.
El primero constituye la base de la inmortalidad, el segundo de la continuidad.
He aquí una sutil diferencia para el investigador. Un hilo (el sutratma)
vincula y vivifica todas las formas en un todo actuante, e incorpora en sí la
voluntad y el propósito de la entidad que se expresa, ya sea un hombre, un Dios
o un cristal; el otro (el antakarana) incorpora la respuesta de la conciencia
dentro de la forma, hasta llegar a una serie de contactos, cada vez más
extensos, dentro del todo ambiental. Uno es la corriente directa de vida
inmutable e ininterrumpida, que puede ser considerada simbólicamente como una
corriente directa de energía viviente que afluye desde el centro a la
periferia, desde la fuente de origen a la expresión externa o apariencia fenoménica.
Es la vida. Ésta determina el
proceso individual y el desarrollo evolutivo de todas las formas.
Por
lo tanto, el sendero de la vida se extiende de la monada a la: personalidad,
por conducto del alma y es el hilo del alma, siendo uno e indivisible. Imparte
la energía de la vida y se ancla finalmente en el centro del corazón humano y
en algún punto focal central en todas las formas de expresión divina. Nada
existe y nada permanece, sino la vida. El hilo de la conciencia (antakarana; es
el resultado de la unión de la vida y la sustancia o de las energías básicas
que constituyen la primera diferenciación en tiempo y espacio, lo cual produce
algo diferente que sólo emerge corno una tercera manifestación divina, después
de haber tenido lugar la unión de las dualidades básicas.
El
hilo de la vida, el cordón plateado a sutratma es, en lo que al hombre
concierne, de naturaleza dual. El hilo de la vida, propiamente dicho, es uno de
los dos hilos que constituyen el sutratma y está anclado en el corazón,
mientras que el otro, encarnando el principio de la conciencia, está anclado en
la cabeza. Esto lo saben, pero creo que es necesario repetirlo constantemente.
Sin embargo, en el trabajo del ciclo evolutivo, el hombre tiene que repetir lo
que Dios ya ha realizado. Debe crear en los mundos de la vida y de la
conciencia. Al igual que la araña, el hombre teje los hilos de conexión y
establece así puentes y contactos con su medio ambiente, adquiriendo de esa
manera experiencia y sustento. El símbolo de la araña es empleado
frecuentemente en los antiguos libros esotéricos y en las escrituras de la
India, cuando se hace referencia a esa actividad del ser humano. Los hilos que
el hombre crea son tres, y con los dos hilos básicos creados por el alma,
constituyen los cinco tipos de energía que hacen del hombre un ser humano
consciente.
Los
tres hilos creados por el hombre están afianzados en el plexo solar, en la
cabeza y en el corazón. Cuando el cuerpo astral y la naturaleza mental empiezan
a funcionar como una unidad y el alma está también conscientemente conectada
(recuerden que siempre está unida inconscientemente), una extensión de este
quíntuple hilo -los dos básicos y los tres humanos- es llevada hacia el centro
laríngeo; cuando esto ocurre, el hombre puede convertirse en un creador
consciente en el plano físico. Desde estas líneas mayores de energía, pueden
ser irradiadas, a voluntad, líneas menores. Sobre este conocimiento deberá
estar basado todo el inteligente desenvolvimiento psíquico del futuro.
En
el párrafo anterior y en sus implicaciones, tienen una breve e inadecuada
descripción de la Ciencia del Antakarana. He tratado de expresarlo en términos
simbólicos, que proporcionarán a sus mentes una idea general. Pueden aprender
mucho si emplean la imaginación visual y pictórica. La construcción del puente
debe efectuarse:
1. Entre
el cuerpo físico y el cuerpo vital o etérico. Esto es realmente una extensión
del hilo de la vida entre el corazón y el brazo.
2. Entre
los cuerpos físico y vital, considerados como una unidad, y el vehículo astral
o emocional. Este hilo está anclado en el plexo solar o emana de él, y la
aspiración lo eleva hasta anclarse en los pétalos de amor del Loto egoico.
3. Entre
los vehículos físico y astral y el cuerpo mental. Un extremo está anclado en la
cabeza, el otro en los pétalos de conocimiento del Loto egoico, llevándose a
cabo por un acto de la voluntad.
La humanidad avanzada está en proceso de unir
los tres aspectos inferiores, que denominamos personalidad, con el alma misma,
por medio de la meditación, la disciplina, el servicio y la atención dirigida.
Cuando esto se ha realizado, se establece una definida relación entre los
pétalos del sacrificio o voluntad, del Loto egoico, y los centros coronario y
cardíaco; así se produce una síntesis entre la conciencia, el alma y el
principio vida. El proceso de establecer esta interconexión o interrelación y
el fortalecimiento del puente así construido, prosigue hasta la tercera
iniciación. Las líneas de fuerza se hallan entonces tan interrelacionadas, que
el alma y su mecanismo de expresión constituyen una sola unidad. Entonces puede
tener lugar una mezcla o fusión superior.
La
naturaleza de este proceso podría ser descrita de la manera siguiente: He dicho
aquí y en otra parte, que el alma está anclada en el cuerpo, en dos puntos:
1. Existe
un hilo de energía que denominamos aspecto vida o espíritu, afianzado en el
corazón. Como bien se sabe, emplea la corriente sanguínea, como agente
distribuidor, y por medio de la sangre la energía vital es llevada a todas las partes
del mecanismo. Esta energía vital conduce el poder regenerador y la energía
coordinadora a todo el organismo físico y mantiene “sano" el cuerpo.
2. Existe
un hilo de energía denominado aspecto conciencia, o la facultad de conocer al
alma, anclado en la parte central de la cabeza. Controla el mecanismo de
respuesta que llamamos cerebro y, por su intermedio, dirige la actividad y
permite al cuerpo tener conciencia por medio del sistema nervioso.
Estos
dos factores de energía, que los seres humanos reconocen como vida y
conocimiento, energía vital e inteligencia, constituyen los dos polos de su
ser. La tarea que tienen por delante es desarrollar conscientemente el aspecto
medio o equilibrador, que es el amor o la relación grupal. (Véase el libro Educación en la Nueva Era, págs. 36‑37; 41‑42; 91).
Una
de las dificultades de este estudio es que el trabajo realizado hasta ahora
sobre el antakarana se ha hecho en forma totalmente inconsciente. La concepción
de este trabajo creador y la construcción del puente al principio, tiene poca
respuesta en la naturaleza mental. Para expresar estas ideas tenemos además que
crear prácticamente una nueva terminología, pues no se dispone de palabras
apropiadas que definan lo que se quiere significar. Así como las ciencias
modernas han elaborado su propia terminología, totalmente nueva, en el
transcurso de los últimos cuarenta años, así esta ciencia deberá elaborar su
nomenclatura particular. Mientras tanto, serán empleadas lo mejor posible las palabras
de que disponemos.
Mi
segundo propósito es advertir, a quienes estudian estos tópicos, que con el
tiempo llegarán a comprenderlos, pero en la actualidad todo lo que pueden hacer
es depender de la invariable tendencia del subconsciente a penetrar en la
superficie de la conciencia, en forma de actividad refleja, para establecer
continuidad de conciencia. Esta actividad refleja de la naturaleza inferior,
corresponde al desarrollo de la continuidad entre la superconciencia y la
conciencia que se desarrolla en el sendero del discipulado. Todo ello forma
parte del proceso de integración, en tres etapas, probándole al discípulo que
toda vida, en términos de conciencia, es revelación.
Reflexionen sobre esto.
Otra
de las dificultades del estudio de las ciencias esotéricas, respecto a lo que
se denomina "desarrollo consciente de los reconocimientos divinos" (o
verdadera percepción`), es el antiguo hábito de la humanidad de materializar
cualquier conocimiento. Todo cuanto ha aprendido el hombre en el transcurso de
los siglos ha sido aplicado al mundo de los fenómenos y procesos naturales y no
al reconocimiento del Yo, del Conocedor, del Testigo, del Observador. Pero
cuando el hombre entra en el sendero debe autoeducarse en el proceso de
utilizar el conocimiento respecto a la Identidad consciente y autoconsciente, o
al Individuo autocontenido y autoiniciado. Cuando llega a realizarlo, trasmuta
el conocimiento en sabiduría.
Anteriormente
hablé de "conocimiento‑sabiduría", término sinónimo de
"fuerza‑energía". El conocimiento
aplicado es fuerza que se expresa a sí misma; la sabiduría aplicada es energía
en acción. Estas palabras expresan una gran ley espiritual que harían
bien en considerar cuidadosamente. La fuerza‑conocimiento concierne a la
personalidad y al mundo de los valores materiales; la energia‑sabiduría
se expresa por medio del hilo de la conciencia y del hilo creador, pues
constituyen dos hilos trenzados en un solo cordón. En el discípulo representan
la fusión del pasado (el hilo de la conciencia) y del presente (el hilo
creador), constituyendo en conjunto aquello que en el sendero de retorno se
denomina generalmente antakarana, lo cual no es totalmente exacto. El hilo de
energía‑sabiduría es el hilo de la vida o sutratma, pues éste (cuando se ha fusionado con el hilo de la
conciencia) se lo denomina también antakarana. Quizás aclararía la dificultad
si indicara que estos hilos, aunque existen eternamente en tiempo y espacio,
aparecen distintos y separados, hasta que el hombre deviene un discípulo
probacionista y, en consecuencia, está llegando a ser consciente de sí mismo y
no únicamente del no‑yo. Existe el hilo de la vida o sutratma, y el hilo
de la conciencia; el primero está anclado en el corazón y el segundo en la
cabeza. El hilo creador, en uno de sus tres aspectos, en pasados siglos, ha
sido lentamente tejido por el hombre. Este hecho lo comprueba la actividad
creadora del hombre, durante los dos últimos siglos, de manera que hoy el hilo
creador es, en términos generales, una unidad en lo que respecta al conjunto
humano y especialmente al discípulo individual, formando un fuerte hilo
compactamente urdido en el plano mental.
Estos
tres hilos principales, que son en realidad seis, si el hilo creador es
dividido en sus partes componentes, forman el antakarana. Incorporan la
experiencia del pasado y del presente, y el aspirante así lo reconoce.
Unicamente en el sendero, la frase "la construcción del antakarana"
es exacta y apropiada. Referente a esto puede haber confusión en la mente del
estudiante, pues olvida que es una diferencia puramente arbitraria de la mente
analítica inferior, denominar sutratma a esta corriente de energía, a la otra,
hilo de la conciencia y a la tercera, hilo creador. Esencialmente estos tres
hilos son, en conjunto, el antakarana en proceso de formación. Es también
arbitrario denominar antakarana al puente que construye el discípulo desde el
plano mental inferior -vía el vórtice egoico central de fuerza. Pero para
facilitar una mejor comprensión del estudio y de la experiencia práctica, definiremos al antakarana como la extensión
del triple hilo (inconscientemente tejido hasta ahora a través de la
experiencia de la vida y de la respuesta al medio ambiente) mediante el proceso de proyectar
conscientemente las triples energías fusionadas de la personalidad, cuando son
impulsadas por el alma, para eliminar la brecha que ha existido hasta ahora en
la conciencia. Entonces pueden tener lugar dos acontecimientos:
1. La
respuesta magnética de la Tríada espiritual (atma‑budimanas), expresión
de la mónada. Una triple corriente de energía espiritual es lentamente
proyectada hacia el loto egoico y el hombre inferior.
2. La
personalidad entonces comienza a eliminar la brecha que existe, por su parte,
entre el átomo permanente manásico y la unidad mental, entre la mente abstracta
superior y la mente inferior.
En el sendero del discipulado, al puente tendido entre los tres aspectos de
la personalidad y los tres de la mónada, se lo denomina técnicamente
antakarana.
El
antakarana es el resultado del esfuerzo conjunto del alma y de la personalidad,
trabajando conscientemente al unísono
para crear dicho puente. Una vez construido se establece una perfecta relación
entre la mónada y su expresión en el plano físico, el iniciado en el mundo
externo. La tercera iniciación marca la consumación de este proceso, y existe
entonces una línea directa de relación entre la mónada y el yo personal
inferior. La cuarta iniciación indica que el iniciado comprende totalmente esta
relación, permitiéndosele decir: "Yo y mi Padre somos Uno". Por esta
razón tiene lugar la Crucifixión o la Gran Renunciación. Sin embargo, recuerden
que el alma es la crucificada, Cristo es el que "muere". No es el
hombre; no es Jesús. El cuerpo causal desaparece y el hombres es monádicamente consciente. El cuerpo‑alma
ya no sirve a ningún propósito útil, pues no es necesario. Nada queda, excepto
el sutratma cualificado por la conciencia -una conciencia que mantiene su
identidad, aunque esté fusionada en el todo. Otra cualificación es la
creatividad; de este modo la conciencia puede ser enfocada a voluntad en el
plano físico, en un cuerpo externo o forma. Este cuerpo es creado por la
voluntad del Maestro.
Para
cumplir esta tarea de desenvolvimiento, de evolución y de desarrollo, la mente
del hombre debe comprender, analizar, formular y discernir, pues las
diferenciaciones temporarias son de vital y profunda importancia. Podríamos
llegar a la conclusión de que la tarea del discípulo consiste en:
1. Llegar a ser
consciente (si puede expresarse así) de las siguientes situaciones:
a. El
proceso combinado con la fuerza.
b. La
etapa en el sendero, o el reconocimiento de los agentes disponibles o energías
cualificadoras.
c. La
fusión o integración del hilo de la conciencia con el hilo creador y el hilo de
la vida.
d. La actividad creadora. Esta es esencial,
porque mediante el desarrollo de la capacidad creadora en los tres mundos, no
sólo se crea el punto focal necesario, sino que también conduce a la
construcción del antakarana, es decir a su "creación".
2.
La construcción del antakarana entre la Tríada espiritual y la personalidad
-con la colaboración del alma.
Estos tres puntos de energía divina pueden ser simbolizados así:
En
este sencillo símbolo tienen una imagen de la tarea que el discípulo debe
realizar en el sendero. Este otro diagrama puede ayudar a clarificarlo:
Aquí tenemos "el nueve de la iniciación", o la transmutación de
nueve fuerzas en energías divinas:
El Puente entre los Tres Aspectos de la Mente.
Quisiera
aclarar un punto si es posible, porque hay algo en él, que necesariamente
confunde a los aspirantes.
Consideremos
por un momento dónde se encuentra el aspirante, cuando comienza conscientemente
a construir el antakarana. Tras él queda una larga serie de existencias, cuya
experiencia lo ha conducido a un punto en que es capaz de evaluar
conscientemente su situación y llegar a cierta comprensión de su etapa
evolutiva. Consecuentemente, puede emprender -con la ayuda de su conciencia que
despierta y se centraliza constantemente- el siguiente paso a dar, el del
discipulado aceptado. En la actualidad está orientado hacia el alma; por medio
de la meditación y la experiencia mística obtiene ocasionalmente contacto con
el alma, lo cual sucede con creciente frecuencia, y llega a ser en el plano
físico acrecentadamente creador en sus pensamientos y acciones. Muy raras veces
tiene una verdadera y genuina experiencia intuitiva, que le sirve para anclar
"el primer tenue hilo, que el tejedor fabrica en su empresa
fohática", tal como lo expone El
Antiguo Comentario. Éste es el primer cable, proyectado desde la Tríada
espiritual, en respuesta a la emanación de la personalidad, resultado de la
creciente potencia magnética de ambos aspectos de la mónada en manifestación.
Será
evidente que cuando la personalidad se magnetiza adecuadamente desde el ángulo
espiritual, su nota o sonido surgirá y evocará respuesta desde el alma en su
propio plano. Más adelante, las notas de la personalidad y del alma, al
unísono, producirán un efecto definidamente atractivo sobre la Tríada
espiritual, la cual, a su vez, ha estado ejerciendo un creciente efecto
magnético sobre la personalidad. Esto empieza en el momento en que se establece
el primer contacto consciente
con el alma. La respuesta de la Tríada es necesariamente trasmitida en esta
etapa inicial por intermedio del sutratma, produciendo inevitablemente el
despertar del centro coronario; he aquí por qué la doctrina del corazón empieza
a reemplazar a la doctrina del ojo. La doctrina del corazón rige el desarrollo
esotérico; la doctrina del ojo -de la visión- rige la experiencia mística. La
doctrina del corazón está basada sobre la naturaleza universal del alma,
condicionada por la Mónada, el UNO, e implica realidad. La doctrina del ojo se
basa en la relación dual entre el alma y la personalidad. Involucra las
relaciones espirituales, pero también se halla implícita la actitud del
dualismo o el reconocimiento de los polos opuestos. Éstos son importantes
puntos que deben ser recordados a medida que esta nueva ciencia sea conocida
más ampliamente.
El
aspirante llega finalmente al punto donde el hilo de la vida, el hilo de la
conciencia y el hilo creador, son centralizados, reconocidos como corriente de
energía y utilizados deliberadamente, por el discípulo aspirante, en el plano mental inferior. Allí
-hablando esotéricamente- "permanece, y mirando hacia arriba ve la tierra
prometida, de amor, belleza y visión futura".
Pero
existe una discontinuidad de
conciencia, aunque no de hecho. Un hilo de energía sutrátmica elimina la
brecha y tenuemente se relacionan la mónada, el alma y la personalidad. Sin
embargo, el hilo de la conciencia se extiende del alma a la personalidad
únicamente en sentido involutivo. En sentido evolutivo (empleando una frase
paradójica), desde el punto de vista de la personalidad en el arco evolutivo
del sendero de retorno, hay muy poca percepción
consciente entre el alma y la personalidad. El hombre debe dedicar todos sus
esfuerzos para llegar a ser consciente del alma y trasmutar su conciencia en la
del alma, sin perder la conciencia de la personalidad. A medida que se refuerza
la fusión del alma y la personalidad, el hilo creador acrecienta su actividad,
y así los tres hilos firmemente se fusionan, mezclan y llegan a predominar,
entonces el aspirante está preparado para eliminar la brecha y unir la Tríada
espiritual con la personalidad, por intermedio del alma. Ello implica un
esfuerzo directo en favor del trabajo creador divino. La clave de la
comprensión del proceso subyace quizás en la idea de que hasta aquí la relación
entre el alma y la personalidad fue llevada a cabo constante y principalmente
por el alma, la cual ha estimulado a la personalidad en sus esfuerzos, visión y
expansión. Ahora, en la actual etapa, la personalidad integrada y en proceso de
rápido desarrollo, llega a ser conscientemente activa y -al unísono con el
alma- emprende la construcción del antakarana -la fusión de los tres hilos y su
proyección dentro de "las más vastas y elevadas regiones" del plano
mental, hasta que la mente abstracta y la mente concreta inferior se relacionen
mediante el triple hilo.
Nuestros
estudios se refieren a este proceso; la experiencia anterior, en relación con
los tres hilos, se considera que ha ocurrido lógicamente en forma normal. El
hombre mantiene ya su mente firme en la luz; posee algún conocimiento de
meditación, una gran devoción y reconoce también el siguiente paso a dar.
Gradualmente se esclarece el conocimiento del proceso, se establece un
creciente contacto con el alma y, a veces, ocurren ocasionales destellos de
percepción intuitiva, provenientes de la Tríada. Estos reconocimientos no se
producen en todos los discípulos, en unos sí y en otros no, Estoy tratando de
dar un cuadro general. La aplicación individual y la comprensión futura deben
ser elaboradas por el discípulo en el crisol de la experiencia.
La
meta hacia la cual se esforzó el discípulo común en el pasado, fue establecer
contacto con el alma, que lo condujo eventualmente a lo que se ha denominado
"inclusión jerárquica". La recompensa del esfuerzo del discípulo fue
la aceptación en el ashrama de algún Maestro, la acrecentada oportunidad para
servir en el mundo y la recepción de ciertas iniciaciones. La meta que los
discípulos avanzados tratan de alcanzar, no sólo involucra el contacto con el
alma, como primordial objetivo (pues ya fue logrado en cierta medida), sino la
construcción del puente desde la personalidad hasta la Tríada espiritual, con
la consiguiente comprensión monádica y la apertura, para el iniciado del Camino
hacia la evolución superior, con sus distintas ramas, metas y objetivos. La
distinción (no he dicho "diferencia" y quisiera que tomen nota al
respecto) entre los dos caminos, puede observarse en las comparaciones
enumeradas a continuación:
Deseo‑Aspiración Mente‑Proyección
La
1ra. y la 2da. Iniciaciones La
3ra. y la 4ta. Iniciaciones
Amor
e Intuición Universales Voluntad
y Mente Universales
El
Sendero de Luz El
Camino de Evolución Superior
El
Punto de Contacto El
Antakarana o Puente
El
Plan El
Propósito
Las
Tres Hileras de Pétalos Egoicos La
Tríada Espiritual
La
Jerarquía Shamballa
El
Ashrama del Maestro La
Cámara del Concilio
Los
Siete Senderos Los
Siete Senderos
En
realidad tenemos aquí dos acercamientos principales a Dios o al Todo Divino,
fusionándose en el momento en que transcurre la quinta iniciación en el Camino
Uno, que combina en sí todos los Caminos. Recuerden la afirmación hecha
repetidas veces, de que los cuatro rayos menores deben fusionarse, con el
tiempo, en el tercer rayo, y luego los cinco deben finalmente fusionarse en el
segundo y primer rayo; tengan presente también que todos estos rayos o modos
del Ser son aspectos o subrayos del segundo rayo cósmico de Amor y de Fuego.
Quisiera
señalar además otras relaciones. Saben may bien que en el plano mental se
hallan los tres aspectos de la mente, o los tres puntos focales de la
percepción y actividad mentales:
1.
La mente concreta inferior, se
expresa casi totalmente por medio del quinto rayo de ciencia concreta,
reflejando la fase inferior del aspecto voluntad de la divinidad, resumiendo en
sí todo el conocimiento y la memoria egoica. Dicha mente concreta inferior está
relacionada con los pétalos del conocimiento del loto egoico, pudiendo obtener
una pronunciada iluminación del alma y demostrar eventualmente que es el faro
del alma. Puede ser controlada mediante el proceso de concentración. Es
transitoria en tiempo y espacio. Por medio del trabajo consciente y creador
puede relacionarse con el átomo manásico permanente o con la mente abstracta.
2.
El Hijo de la Mente, es el alma
misma, regida por el segundo aspecto de cada uno de los siete rayos -algo que
les pido recordar seriamente. Refleja la fase inferior del aspecto amor de la
divinidad y resume en sí los resultados de todo el conocimiento acumulado, que
es la sabiduría iluminada por la luz de la intuición. Otra manera de expresarlo
sería describiendo al hijo de la mente como amor que se vale de la experiencia
y del conocimiento, y manifestándose muy plenamente por medio de los pétalos de
amor de su ser innato. Mediante el dedicado y consagrado servicio pone en
actividad el Plan divino en los tres mundos de la realización humana. Por lo
tanto, está relacionado con el segundo aspecto de la Tríada espiritual y entra
en actividad funcionante por medio de la meditación. Entonces controla y
utiliza la personalidad concentrada, para sus propios fines espirituales, por
intermedio de la ya mencionada mente iluminada. Es eterno en tiempo y espacio.
3.
La Mente Abstracta, se revela
totalmente por la influencia del primer Rayo de Voluntad o Poder, reflejando el
aspecto superior de la voluntad de la divinidad o del principio átmico; resume
en sí, cuando se ha desarrollado plenamente, el propósito de la Deidad,
llegando de este modo a ser responsable del surgimiento del Plan. Energetiza
los pétalos de la voluntad, hasta el momento en que la vida eterna del alma es
absorbida por aquello que no es ni transitorio ni eterno, sino interminable,
ilimitado y desconocido. Es puesto en funcionamiento consciente mediante la
construcción del antakarana. Este "radiante puente o arco iris" une
la personalidad iluminada, enfocada en el cuerpo mental, motivada por el Amor
del alma, con la Mónada o la Vida Una, lo cual permite al divino Hijo de Dios,
en manifestación, expresar el significado de las palabras: Dios es amor y Dios
es Fuego consumidor. Este fuego energetizado por el amor ha consumido todas las
cualidades de la personalidad, dejando únicamente un instrumento purificado,
matizado por el rayo del alma, no necesitando ya el cuerpo del alma. Para
entonces la personalidad ya habrá absorbido completamente al alma o, más
exactamente, el alma y la personalidad se habrán fusionado y unificado en un
sólo instrumento para ser empleado por la Vida Una.
Esto
es sólo el empleo de palabras simbólicas y pictóricas, a fin de expresar la
meta unificadora de la evolución material y espiritual, tal como se lleva a
cabo hasta su terminación -para este ciclo mundial- mediante el desarrollo de
los tres aspectos de la mente en el
plano mental. No dejarán de ver las implicaciones cósmicas, pero no tiene valor
extendernos sobre ellas. Cuando este proceso se lleva a cabo, tres grandes
aspectos de la manifestación divina harán su aparición en el escenario de la
vida mundial y en el plano físico, y éstos son: la Humanidad, la Jerarquía y
Shamballa.
La
humanidad constituye ya el predominante reino de la naturaleza; ciento de miles
de personas en la actualidad están llegando a conocer la realidad de la
Jerarquía y su inminente aparición física. El reconocimiento de Su aparición
preparará posteriormente el escenario para las necesarias fases preparatorias,
que finalmente conducirán al gobierno exotérico del Señor del Mundo, emergiendo
de su reclusión eónica en Shamballa y surgiendo a la expresión externa al final
de este ciclo mundial.
Tenemos
aquí un vasto y necesario panorama, presentado con la finalidad de dar razón y
fuerza a la siguiente etapa de la evolución humana.
Quisiera
remarcar un punto: sólo cuando el aspirante se sitúa definidamente en el plano
mental y mantiene allí firme su "foco de percepción", podrá realizar
verdaderos progresos en el divino trabajo de construcción del puente, en el
trabajo de invocación y en el establecimiento de un consciente contacto entre la
Tríada, el alma y la personalidad. El período comprendido por la consciente
construcción del antakarana se extiende desde las etapas finales del sendero de
probación hasta la tercera iniciación.
Al
considerar este proceso es necesario reconocer, en las primeras etapas, los
tres aspectos de la mente, tal como se expresan en el plano mental y producen
los distintos estados de conciencia en dicho plano. Resulta interesante
observar que habiendo alcanzado la etapa humana avanzada (integración,
aspiración, orientación y devoción), el hombre se mantiene firme en los niveles
inferiores del plano mental; entonces debe enfrentar los siete subplanos de ese
plano con sus correspondientes estados de conciencia. Por lo tanto, está
entrando en un nuevo ciclo en que -equipado esta vez con plena autoconciencia-
debe desarrollar siete estados
de percepción mental, todos inherentes a él o innatos en él, y todos (una vez
dominados) conducen a una de las siete iniciaciones mayores. Estos siete
estados de conciencia, empezando desde el primero o inferior, son:
Plano Mental
1. Percepción
mental inferior. El desarrollo de la verdadera percepción mental.
2. Conciencia
del alma o percepción del alma. No es que la personalidad perciba al alma, sino
que registra lo que el alma percibe por sí misma. Más adelante lo registrará la
mente inferior. La percepción del alma es, por consiguiente, la actitud
contraria y habitual de la mente.
3. Percepción
superior abstracta. El desarrollo de la intuición y el reconocimiento del
proceso intuitivo por la mente inferior.
Plano Búdico
4. Percepción
espiritual, constante y consciente. Es la plena conciencia del nivel intuitivo
o búdico. Es la conciencia perceptiva, característica prominente de la
Jerarquía. El foco de la vida del hombre se traslada al plano búdico. Es el
cuarto o estado intermedio de conciencia.
Plano Átmico
5. Conciencia
de la voluntad espiritual, tal como se expresa y experimenta en los niveles
átmicos o en el tercer plano de la manifestación divina. Poco puedo decir sobre
este estado de percepción. Este estado de percepción nirvánica significa poco
para el discípulo común.
Plano Monádico
6. Percepción
incluyente de la mónada en su propio plano, el segundo plano de nuestra vida
planetaria y solar.
Plano Logoico
7. Conciencia
divina. Es la percepción del todo dentro de los planos más elevados de nuestra
manifestación planetaria, y también un aspecto de la percepción solar del mismo
plano.
A
medida que nos esforzamos por alcanzar alguna vaga comprensión de la naturaleza
del trabajo que se debe realizar al construir el antakarana, sería inteligente,
como paso preliminar, considerar la naturaleza de la sustancia con la cual el aspirante consciente debe
construir el "puente en materia mental luminosa". El término oriental
que define esta "materia mental" es "chitta"; existe en tres tipos de sustancia, todos
básicamente idénticos, pero diferentemente cualificados o condicionados. Es ley
fundamental de este sistema solar y, por lo tanto, de nuestra vida de
experiencia planetaria, que esa sustancia, por medio de la cual la divinidad se
expresa (en tiempo y espacio), está condicionada kármicamente e impregnada por
esa cualidad y aspectos, resultantes de manifestaciones anteriores de ese SER
en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Tal es el hecho básico que
subyace tras la expresión de esa Trinidad o Tríada de Aspectos, con la cual
todas las regiones mundiales nos han familiarizado, y es la siguiente:
1. El Aspecto
Padre El
Plan subyacente de Dios.
El Aspecto Voluntad. La Causa
esencial del Ser.
Propósito. El propósito de la
vida, motivador
de
la evolución.
La
nota del sonido sintético.
Utiliza el Sutratma
2. El Aspecto
Hijo La
cualidad de la sensibilidad.
El Aspecto Amor. La naturaleza de las
relaciones.
Sabiduría. Comprensión. El método de la
evolución.
Conciencia. Alma La nota del sonido atractivo.
Utiliza el Hilo de la Conciencia
3. El Aspecto
Madre La
inteligencia de la sustancia.
El Aspecto Inteligencia. La naturaleza de la
forma.
El Espíritu Santo. La
respuesta a la evolución.
La
nota de la Naturaleza.
Desarrolla el Hilo Creador
El
plano mental es similar a una gran corriente de conciencia o sustancia
consciente, y debe ser construido el antakarana para poder cruzarla. Este es el
concepto que subyace detrás de esta enseñanza y del simbolismo del sendero.
Antes de que un hombre pueda hollar el sendero debe convertirse en el Sendero
mismo. Con la sustancia de su propia vida debe construir este "arco
iris" o Camino Iluminado. Lo teje y ancla, así como la araña teje el hilo por el cual se desplaza. Cada uno de
sus tres aspectos divinos contribuye a la construcción de ese puente, y el
momento de construirlo es indicado cuando su naturaleza inferior:
1. Se
ha orientado, regulado y también es creadora.
2. Reconoce
y reacciona al contacto y control del alma.
3. Es
sensible a las primeras impresiones de la mónada. Esta sensibilidad se
evidencia cuando existe:
a. Sumisión a la "voluntad de Dios",
o del gran Todo.
b. Desarrollo de la voluntad espiritual
interna, trascendiendo todos los obstáculos.
c.
Colaboración con el propósito de la Jerarquía -la interpretadora
voluntad de Dios, expresada en amor.
He
enumerado estas tres respuestas, porque todos los aspectos divinos están
relacionados con el antakarana y deben ser definidos y condicionados en el
plano mental. Están allí expresándose en la sustancia:
1. La mente concreta inferior.
El sentido común receptivo.
El aspecto superior de la naturaleza
forma.
El reflejo de atma, la voluntad
espiritual.
El centro laríngeo.
Conocimiento.
2. La mente individualizada.
El alma o ego espiritual.
El principio medio. Budi‑manas.
El reflejo de la mónada en la sustancia
mental.
Amor‑sabiduría espiritual.
El centro cardíaco.
Amor.
3. La mente abstracta superior.
La transmisora de budi.
El reflejo de la naturaleza divina.
El amor intuitivo, la comprensión, la
inclusividad.
El centro coronario.
Sacrificio.
Existen lógicamente otros ordenamientos de estos aspectos en manifestación,
pero los mencionados servirán para indicar la relación de mónada‑alma‑personalidad,
tal como se expresan a través de ciertos agentes o puntos de poder enfocados en
el plano mental.
Sin
embargo, la humanidad, en el actual grado de evolución, ha de captar
principalmente, que debe relacionar -consciente y efectivamente- la Tríada
espiritual, el alma en su propio plano y la personalidad en su triple
naturaleza. Esto se realiza por medio
del trabajo creador de la personalidad, el poder magnético de la Tríada y la
consciente actividad del alma, utilizando el triple hilo.
Se
darán cuenta por qué insisten tanto los esoteristas acerca de la fusión, de la
unión o de la mezcla, pues sólo cuando ello es inteligentemente comprendido, el
discípulo puede comenzar a tejer los hilos para construir el puente de luz que
oportunamente se convertirá en el "Camino Iluminado", que lo
conducirá a los mundos superiores del ser. Así se liberará de los tres mundos.
En este actual ciclo mundial constituye preeminentemente una cuestión de fusión
y expresión (en plena conciencia vigílica) de los tres principales estados de
conciencia.
1. La
Conciencia Shambállica.
Percepción de la unidad y del propósito
de la VIDA.
Reconocimiento y colaboración con el
Plan.
Voluntad. Dirección. Unicidad.
Influencia de la Tríada.
2. La
Conciencia Jerárquica.
Percepción del yo, el alma.
Reconocimiento y colaboración con la
divinidad.
Amor. Atracción. Relación.
Influencia del alma.
3. La
Conciencia Humana.
Percepción del alma dentro de la forma.
Reconocimiento y colaboración con el alma.
Inteligencia. Acción. Expresión.
Influencia de la personalidad consagrada.
El hombre que finalmente construye el antakarana a través del plano mental,
conecta o relaciona estos tres aspectos divinos, de manera que progresivamente,
en cada iniciación, se fusionan más estrechamente en una expresión divina, en
plena y radiante manifestación. En otras palabras, el discípulo recorre el
sendero de retorno, construye el antakarana, atraviesa el Camino Iluminado y
logra la libertad que otorga el sendero de la vida.
Uno
de los puntos esenciales que deben aprender los estudiantes es el hecho
profundamente esotérico de que este antakarana es construido por el consciente
esfuerzo realizado en la conciencia misma y no sólo tratando de ser bueno,
demostrar buena voluntad o cualidades altruistas, y aspiración elevada. Muchos
esoteristas creen que hollar el sendero es un esfuerzo consciente para vencer a
la naturaleza inferior y expresar la vida en términos de recta conducta, buenos
pensamientos y amorosa e inteligente comprensión. Es todo esto, pero aún algo más. El buen carácter y una
excelente aspiración espiritual son esencialidades básicas, y el Maestro
considera que el discípulo en entrenamiento ya las posee: su establecimiento,
reconocimiento y desarrollo son los objetivos del sendero de probación.
Pero
la construcción del antakarana implica relacionar los tres aspectos divinos.
Esto involucra una intensa actividad mental; se necesita poseer el poder de la
imaginación y visualización, más la dramática tentativa de construir el Camino
Iluminado con sustancia mental. Esta sustancia mental posee, como hemos visto,
tres cualidades o naturalezas, y el puente de luz viviente es una creación
combinada que contiene en sí:
1. Fuerza,
enfocada y proyectada desde las fuerzas fusionadas y mezcladas de la
personalidad.
2. Energía,
extraída del cuerpo egoico por medio de un esfuerzo consciente.
3. Energía,
abstraída de la Tríada espiritual.
Sin
embargo, es esencialmente una actividad de la personalidad integrada y
consagrada. Los esoteristas no deben adoptar la posición de que lo único que
deben hacer es esperar pasivamente alguna actividad del alma, que se producirá
automáticamente después de haber alcanzado contacto con ella en cierta medida y
que, en consecuencia y con el tiempo, esta actividad evocará respuesta de la
personalidad y de la Tríada. Esto no
es así. El trabajo de construcción del antakarana es principalmente una
actividad de la personalidad, ayudada por el alma, lo cual oportunamente evoca
una reacción de la Tríada. En la actualidad los aspirantes están demasiado
dominados por la inercia.
Podría
analizar esta cuestión desde otro ángulo. Cuando la personalidad comienza a
trasmutar el conocimiento en sabiduría, el foco de la vida de la personalidad
se traslada al plano mental, pues la transmutación (con sus etapas de
comprensión, análisis, reconocimiento y aplicación) es fundamentalmente un
proceso mental. La personalidad comienza también a comprender el significado
del amor y a interpretarlo en términos del bienestar del grupo y no en términos
del yo personal, deseo, ni tampoco aspiración. El amor verdadero es comprendido
correctamente sólo por el individuo de tipo mental, espiritualmente orientado.
La personalidad está llegando también a comprender que en realidad no hay tal
cosa como sacrificio. El sacrificio es, comúnmente, el deseo frustrado de la
naturaleza inferior, voluntariamente soportado por el aspirante, pero -en esta
fase- constituye una mala interpretación y limitación. Sacrificio es, en
realidad, completa sumisión a la voluntad de Dios, pues la voluntad espiritual
del hombre y la voluntad divina (tal como él la reconoce en el Plan) son su
propia voluntad. Hay una creciente identificación con el propósito. Por lo
tanto, la propia voluntad, el deseo y esas actividades inteligentes que tienen
doble móvil, son vistos y reconocidos como meras expresiones inferiores de los
tres aspectos divinos, y el esfuerzo consiste en expresar en términos del alma
y no, como hasta ahora, en términos de la personalidad consagrada y rectamente
orientada. Ello sólo es posible en su verdadero sentido cuando el foco de la
vida se sitúa en el vehículo mental y cuando la cabeza y el corazón entran en
actividad. En este proceso las etapas de la formación del carácter son
consideradas esenciales y efectivas y emprendidas consciente y voluntariamente.
Pero -cuando las bases del buen carácter y la actividad inteligente están
firmemente establecidas- algo todavía más elevado y sutil debe ser erigido
sobre la subestructura.
Conocimiento-sabiduría,
debe ser reemplazado por la comprensión
intuitiva, siendo en realidad, la participación incluyente en la
actividad creadora de la divinidad. La idea divina debe convertirse en un ideal
factible, y este ideal debe desarrollarse y manifestarse en la sustancia del
plano físico. El hilo creador, más o menos preparado, debe ser puesto en
función activa y consciente.
Amor‑deseo, debe ser
interpretado en términos de divina atracción, implicando el correcto o
incorrecto empleo de las energías y fuerzas. Este proceso pone al discípulo en
contacto con la divinidad como si fuera un TODO progresivamente revelado. La
parte, por medio del desarrollo magnético de su propia naturaleza, establece
paulatinamente contacto con todo cuanto Es. El discípulo llega a ser consciente
de esta totalidad, mediante una creciente y vívida expansión de conciencia que
conduce a la iniciación, realización e identificación. Éstas son las tres
etapas de la iniciación.
El
hilo de la conciencia, en colaboración con los hilos creador y de vida;
despierta a un proceso plenamente consciente de participación dentro del Plan
creador divino, Plan motivado por el amor e inteligentemente ejecutado.
Voluntad‑dirección
(término que describe la orientación producida por la comprensión de los dos
procesos, conocimiento‑sabiduría y deseo‑amor), debe producirse la
orientación final de la personalidad y el alma, fusionadas, mezcladas y
unificadas, hacia la liberación de la Tríada espiritual; entonces la tentativa
consciente de utilizar estas tres energías culmina en la creación del
antakarana en el plano mental. Observarán que en esta primera etapa del proceso
hago hincapié en las palabras "orientación y tentativa". Señalan
simplemente que el iniciado controla finalmente la sustancia.
El
hecho de que el hombre pase del reino de la aspiración y de la devoción, al
mundo de la voluntad enfocada,
indica que ya no está en el sendero de probación. Otro indicio de ello es que
comienza a interpretar la vida en términos de energías y fuerzas y no en
términos de cualidad y deseo. Esto señala un definido paso adelante.
Actualmente, en la vida del discípulo, se emplea muy poco la voluntad
espiritual, como resultado de la correcta orientación.
En
el futuro, la Ciencia del Antakarana y su analogía inferior, la Ciencia de la
Evolución Social (el antakarana o la totalidad de los seres humanos), serán
conocidas como la Ciencia de Invocación y Evocación. En realidad es la Ciencia
de la Relación Magnética, donde se establecen rectas relaciones mediante la
mutua invocación, efectuándose un proceso de respuesta, la evocación. Esta ciencia
subyace detrás del despertar consciente de los centros y su interrelación, en
la relación entre un hombre y otro, un grupo y otro y, eventualmente, entre una
nación y otra. Esta invocación y la consiguiente evocación, oportunamente
relaciona al alma y la personalidad y al alma y la mónada. Constituye el
principal objetivo de la demanda humana a Dios, a la Jerarquía y a los Poderes
espirituales del cosmos, no importa cómo se los designe. El clamor se eleva. La
invocación de la humanidad puede evocar y evocará, respuesta de la Jerarquía
espiritual y dará la primera demostración, en vasta escala, de esta nueva
ciencia esotérica -esotérica porque está basada en el sonido. De allí el empleo
del OM. No puedo entrar a detallar esta ciencia, pues debemos limitar nuestra
atención al tema de la Ciencia del Antakarana.
El Puente como Agente de Alineamiento.
La
palabra "alineamiento" se emplea mucho en el entrenamiento esotérico
moderno. Quisiera señalar que, al hacerlo, el aspirante establece solamente la
primera etapa del proceso de comprensión, estableciendo en su propia conciencia
la realidad del dualismo
esencial. Quisiera indicar que se llega al aspecto crítico de este proceso sólo
cuando la diferencia entre la poderosa personalidad integrada y el alma, es
agudamente definida y reconocida. Es una verdad ocultista enunciar que el aspirante debe ser reconocido
por o triplicidad; el discípulo por o dualidad, y el
iniciado por o unidad. Quisiera que observen que el símbolo de la dualidad para
la humanidad no desarrollada es donde se describe la separación entre la
naturaleza superior y la inferior; en el caso del discípulo es representa el
"sendero que atraviesa" o el estrecho
sendero del filo de la navaja entre los pares de opuestos, formando más tarde
el antakarana. Estos símbolos, simples como son, encierran e imparten vastas
verdades para la mente iluminada.
Hablando
en forma relativa y en términos de conciencia mental, la comprensión de la
dualidad sólo se adquiere en los tres mundos y en el plano mental. Al recibir
la tercera iniciación, el poder de los pares de opuestos inferiores ya no se
siente ni existe, comprende y expresa una conciencia liberada y una percepción
sin restricción -sin restricción respecto al iniciado que actúa dentro de la
órbita del Logos planetario (aunque no sin restricción referente a la Vida
mayor que actúa dentro de otros límites mayores y definidos). Dentro del
"circulo no se pasa" planetario, el iniciado actúa libremente y no
conoce limitación en la conciencia. Por esta razón se denominan amorfos a los
niveles superiores de nuestros planos planetarios y del sistema. El verdadero
símbolo del alineamiento es O pues implica al mismo tiempo no sólo el sentido
de dualidad sino el camino que atraviesa lo que denominamos "muros de la
limitación".
Los
estudiantes harían bien en considerar la construcción del antakarana como una extensión en la conciencia.
Esta extensión constituye el primer y definido esfuerzo efectuado en el sendero
para atraer la influencia monádica con plena conciencia y, finalmente, en forma
directa. Este proceso constituye el paralelo individual de la actual afluencia
de fuerza proveniente de Shamballa, sobre el que he hablado anteriormente. Ese
elevado centro de energía está produciendo ahora en nuestro planeta un efecto
definido sobre el Centro denominado Humanidad, y se lleva a cabo por
alineamiento directo y no vía la Jerarquía, como ha sucedido hasta ahora.
Cuando se ha tenido éxito en iniciar el antakarana individual y hay un tenue
hilo de energía viviente que conecta la triple personalidad y la Tríada
espiritual, entonces es posible la afluencia de energía volitiva. Esto puede
ser muy peligroso en las primeras etapas, cuando no está contrarrestado por la energía
del amor del alma. Sólo un hilo del triple antakarana pasa a través del loto
egoico. Los otros dos se relacionan directamente con la Tríada, de allí
eventualmente con la mónada, la fuente de la vida "triadal". Esto es
verdad tanto para el individuo como para toda la humanidad, y los efectos de
este alineamiento pueden actualmente verse manifestándose en el mundo.
Esta
inesperada respuesta activa ha necesitado una acrecentada actuación por parte
de la Jerarquía, a fin de contrarrestar las consecuencias de cualquier
afluencia prematura de la fuerza volitiva. Después de la tercera iniciación,
cuando el cuerpo del alma, el causal, comienza a disiparse, la línea de
relación o conexión puede ser y es directa. Entonces el iniciado
"permanece en el océano de amor, afluyendo ese amor a través de él; su
voluntad es amor y puede trabajar sin peligro, pues el amor divino matizará
toda su voluntad y podrá prestar servicio inteligentemente". Entonces el
amor y la inteligencia se convierten en servidores de la voluntad. La energía
del alma y la fuerza de la personalidad contribuyen a la experiencia que
adquiere la mónada en los tres mundos, donde vive una vida de servicio y donde
finalmente culmina la tan prolongada tarea del hombre espiritual encarnado.
Entonces está preparado para el Nirvana, que sólo es el Camino a nuevos campos
de experiencia espiritual y desarrollo divino -incomprensible hasta para el
iniciado de tercer grado. Este Camino es revelado sólo cuando el antakarana
está construido y terminado y el hombre se enfoca en la Tríada tan
conscientemente como lo está ahora en la triple naturaleza inferior.
Sólo
entonces es evidente el verdadero
dualismo de la naturaleza divina y desaparece la dualidad ilusoria. Así
tenemos Espíritu‑materia, Vida‑forma. Para ello la triple experiencia de la
conciencia en desarrollo es sólo preparatoria. Por el desarrollo de la
conciencia, el iniciado conoce el significado de la vida y el empleo de la
forma, pero no está completamente identificado con ninguna de las dos, aunque fusiona
en sí mismo, en consciente síntesis, estas dualidades. La tentativa de explicar
este estado mental con palabras que limitan y confunden, conduce a
contradicciones aparentes, siendo una de las paradojas peculiares de la ciencia
ocultista. Los hechos mencionados ¿le imparten algún sentido? ¿Significan algo
para su mente? No lo creo, puesto que no posee todavía el equipo necesario por el cual puede actuar el tipo de
percepción implicada o la comprensión de esa autoconciencia que produciría de
su parte una reacción comprensiva. Hago simplemente esa afirmación esotérica,
pues más adelante le llegará esa comprensión de la verdad y la consiguiente
energetización producida cuando cualquier verdad abstracta es verdaderamente
valorada y asimilada. El momento no ha llegado todavía para comprender esta
información. Los discípulos y aspirantes progresan porque han tenido una visión
-inalcanzable aún, siendo definidamente una ampliación de lo conocido y
previamente captado. Tal es el método de la evolución, pues constituye siempre
un progreso hacia lo presentido.
Actualmente,
por medio del esfuerzo humano y jerárquico, tiene lugar un gran alineamiento y
vinculación, y mónada‑alma‑personalidad están más directamente
relacionadas que nunca. Una de las razones consiste en que hay cada vez más
iniciados de tercer grado en encarnación en el planeta, y también muchos más
discípulos que se están preparando para recibir la tercera iniciación; en esta
tercera raza aria, estrictamente humana (empleando el término en su sentido
genérico y no en la tergiversada acepción alemana), los tres aspectos de la
personalidad son ahora tan poderosos que su influencia magnética y su efecto
creador hacen que la construcción del antakarana sea una realización notable,
vinculando y alineando así los tres aspectos del hombre. Lo mismo puede decirse
de los tres centros divinos: Shamballa, la Jerarquía y la Humanidad, que en el
planeta representan esas cualidades divinas y están ahora estrechamente
alineados, produciendo una fusión de energías que trae una gran afluencia de la
voluntad espiritual, así como también la manifestación del aspecto Destructor.
He
dado aquí muchas cosas de interés, he señalado una meta e indicado un Camino.
He relacionado (en conciencia) a la Jerarquía y a Shamballa, lo cual representa
un grande y crítico momento en los asuntos humanos y una oportunidad hasta
ahora sin parangón en la historia. La necesidad de valorar esto debidamente
será evidente, debiendo incitar a los lectores a un renovado empeño y esfuerzo.
Los estudiantes deben tratar de
enfrentar todos los cambios y oportunidades planetarias con sus
correspondientes cambios en sus propias vidas. Deben buscar esas nuevas
actitudes y nuevos acercamientos creadores, que no sólo darán por resultado la
construcción del antakarana individual sino también la fusión de los
innumerables "hilos radiantes" que producirán esos "cables de
conexión ", hablando simbólicamente, que relacionarán los centros
planetarios y proporcionarán el medio por el cual podrá pasar la ígnea voluntad
y el propósito predeterminado de la Deidad. Esto dará lugar a la reconstrucción
de los mundos manifestados y en esta tarea todos y cada uno pueden desempeñar
su parte.
Consideraré
ahora el segundo punto de esta sección e indicaré la técnica para la construcción
del antakarana. Ella constituirá una enseñanza intensamente práctica, y todo lo
dado hasta ahora debe demostrar que constituye una sólida base.
Tengo
la intención de ser muy práctico. La construcción del antakarana
(conscientemente emprendida en el sendero del discipulado) es un proceso que se
sigue de acuerdo a antiguas y comprobadas reglas. Cuando son correctamente
seguidas, la secuencia de los sucesos y la aparición de los resultados deseados
son inevitables e ineludibles. Gran parte de lo que podría decir, relacionado
con las realidades subjetivas, tendrá poco valor para el estudiante común, pues
-siendo hechos existentes y ocultos en un proceso natural- son todavía
irrealizables. Mi problema consiste en presentar el proceso de tal manera que
-al fin de este siglo- lleve a los educadores a pensar, hablar y enseñar en términos de construcción del puente,
acercándose así a los enunciados básicos que tienen una influencia definida
sobre el punto que estamos considerando. Quisiera recapitular aquí muy
sucintamente algunos de ellos, para su atención:
1. Fuerza‑Conocimiento,
se expresa por medio del hilo de la conciencia y del hilo creador.
2. Estos
dos hilos son, para el discípulo, una fusión de conocimientos anteriores (el hilo de la conciencia) y actuales
(el hilo creador).
3. El
hilo de vida, o mejor dicho el sutratma, está estrechamente fusionado con
ambos. Tenemos entonces atma‑budi‑manas (el último es el agente
creador), funcionando hasta cierto grado, conscientemente, en el aspirante.
4. La
fusión de la personalidad y el alma está en proceso, pero cuando ha alcanzado
cierto punto, es evidente que se necesita de la creatividad o actividad
creadora de la voluntad, para tender el puente entre la Tríada espiritual y la
personalidad, vía el alma.
5. El
puente que debe ser construido se denomina, técnicamente, antakarana.
6. Este
puente debe ser construido por el aspirante centrado en el plano mental, puesto
que debe emplearse sustancia mental (en tres grados), y los tres aspectos de la
mente -el átomo manásico permanente, el Hijo de la Mente o Ego, y la unidad
mental- se hallan involucrados en el proceso.
Los
estudiantes harían bien en aprender que el proceso de la construcción del
antakarana es uno de los medios por los cuales el hombre, la trinidad, se
convierte en dualidad. Cuando la tarea se ha completado y el antakarana está
definidamente construido -produciéndose así el perfecto alineamiento entre la
mónada y su expresión en el plano físico- el cuerpo del alma (el causal) es
completa y finalmente destruido por el fuego de la mónada que desciende por el
antakarana. Entonces hay una completa reciprocidad entre la mónada y el alma
plenamente consciente en el plano
físico. El "intermediario divino" ya no es necesario. El
"Hijo de Dios, que es el Hijo de la Mente", muere; el "velo del
templo es rasgado en dos, de arriba abajo"; se recibe la cuarta
iniciación, llegando entonces la revelación del Padre. Éste es el final y
amplio resultado obtenido por la construcción del puente que, en realidad, es
el establecimiento de una línea de luz entre la mónada y la personalidad, como
expresión plena del alma -entre espíritu y materia, entre Padre y Madre. Pone
en evidencia que el "espíritu ha ascendido a los hombros de la materia", a ese elevado lugar del cual
originó, más la experiencia adquirida y el pleno conocimiento, y todo lo que
pudo proporcionar la vida, en la forma material, y conferir la experiencia
consciente. El Hijo ha hecho Su trabajo. La tarea del Salvador o Mediador ha
sido consumada. Se sabe que la unidad de todas las cosas es una realidad en la
conciencia y el espíritu humano puede decir con intención y comprensión:
"Yo y mi Padre somos uno".
Lo
que antecede es un enunciado breve y probablemente sin sentido, excepto
teóricamente, pero resume la tarea y el trabajo que tiene por delante el
discípulo que está en proceso de construir el antakarana. Hay una estrecha
relación entre la cuarta iniciación, el cuaternario en su condición
evolucionada -cuerpo vital, vehículo emocional, mente y alma- y la cuarta etapa
técnica de construcción consciente del "arco iris". Tenemos por lo
tanto:
1. El
cuaternario, factor creador en la tierra.
2. La
cuarta iniciación, la de la crucifixión.
3. La
cuarta etapa técnica para la construcción del antakarana:
a. El
sutratma, el hilo de vida.
b. El
hilo de la conciencia.
c. El
hilo creador, el hilo triple.
d. El
antakarana técnico, puente entre la triple personalidad y la Tríada espiritual.
4. Las
cuatro etapas en el sendero de retorno:
a. La
etapa de la evolución misma.
b. La
etapa del sendero de probación.
c. La
etapa del sendero del discipulado.
d. La
etapa del sendero de la iniciación.
Sin embargo, es una y la misma entidad que participa de todos los aspectos,
pasos y etapas diferenciados y es responsable de ellos -experimentación, experiencia
y expresión consciente, en cada una de estas etapas o modos de vida, hasta la
cuarta iniciación. Luego la conciencia misma cede su lugar a la vida y, sin
embargo, permanece. A lo antedicho agréguesele que el cuarto reino de la naturaleza sufre los efectos indicados
anteriormente y está condicionado por los cuatro aspectos del sutratma uno.
Cuando se llega a comprender esto, la belleza del simbolismo y las relaciones
numéricas emergen significativamente.
La Construcción del Antakarana... Pasado.
Referente
a esto no es necesario extenderme, pues se evidencia que sólo el hombre,
producto de una larga y fructífera experiencia pasada, está equipado para
emprender la tarea de la construcción del puente. El proceso involucra
científicamente mucha experiencia en el arte de vivir, y sólo el investigador
humano altamente entrenado, puede, en forma sólida y sin peligro, construir el
puente entre lo superior y lo inferior. Cada una de las principales razas
humanas ha sido responsable de la expresión y empleo de los hilos que, en
conjunto, forman el antakarana:
1.
En la antigua Lemuria, el hilo
de vida, el sutratma en sí, el factor dominante en la expresión de la vida; el
cuerpo físico, la naturaleza de la forma animal y el factor denso externo,
constituía el enfoque de la vida -exuberante, productiva y vital.
2.
En la antigua Atlántida, el
hilo de la conciencia comenzó a actuar en forma desconocida para la época
Lemuria. La sensibilidad, la percepción y -como resultado- el deseo y la
reacción, fueron las notas clave. Una sensibilidad activa, como preludio de la
plena conciencia, caracterizó al ser humano. El vehículo astral fue un factor
controlador. La mente era relativamente pasiva, excepto en lo que se refiere a
los más destacados miembros de la raza humana. Sin embargo, toda la humanidad
de ese ciclo mundial fue extremadamente síquica y mediumnímica y también
"sensitiva", empleando la moderna acepción del término. El estado de
percepción era astral, y los seres humanos -como raza- clarividentes y clariaudientes,
aunque no podían de ninguna manera interpretar aquello con lo que entraban en
contacto; tampoco podían distinguir entre los fenómenos astrales y la vida
física común (particularmente en el período intermedio de su historia racial),
y la mente interpretadora nada les revelaba. Simplemente vivían y sentían. Tal era la historia de su vida. Dos
hilos funcionaban y el otro no. El puente no fue construido.
3.
En nuestra moderna raza Aria -moderna en lo que se refiere a la historia
racial- el tercer hilo, el creador, viene a la manifestación y es utilizado
activamente. Quisiera recordar que estos hilos existen desde el comienzo de la
existencia humana y que estas tres corrientes de energía han estado
indisolublemente presentes desde el principio de la conciencia humana. Pero
durante la mayor parte de la historia humana, hasta la actualidad, el hombre no
fue consciente de ellas y las ha empleado y emplea, casi inconscientemente. El
proceso para reconocer la capacidad creadora y la oportunidad, se divide en dos
fases o etapas:
a. La etapa en que se desarrolla y desenvuelve
el principio mente y el hombre se convierte en una criatura mental. Esto
produce la plena actividad de la unidad mental, la integración de los tres
aspectos de la personalidad y la consiguiente percepción del Hijo de la mente o
alma.
b. La
etapa de actividad creadora en que el hilo creador se emplea en máximo grado.
El empleo del hilo, por parte de la personalidad -distinto del empleo racial-,
es característico de la raza Aria. Durante los últimos cinco mil años ha
llegado a ser gradualmente la cualidad sobresaliente de la humanidad. En las
otras dos razas y en las primitivas etapas de la raza Aria, aunque se crearon
grandes monumentos en todas partes del planeta, no fueron el producto de las mentes
de los hombres de la época, sino la imposición de la voluntad creadora de la
Jerarquía planetaria, sobre quienes eran sensibles a la impresión superior. La
respuesta sensible a la impresión creadora fue la cualidad sobresaliente de la
conciencia Atlante posterior y la del primitivo período Ario. Actualmente, está
cediendo su lugar a la creatividad individual y, en consecuencia, a la creación
consciente del antakarana, resultado del triple hilo fusionado y mezclado.
Este
breve resumen del proceso pasado, tiene simplemente por objeto dar un trasfondo
sintético a todo el trabajo que debe realizarse ahora, e impartir un concepto
casi visual del método por el cual el hombre ha alcanzado la etapa de vida consciente, de plena
autopercepción y de expresión creadora. Todas fueron expresiones de la energía
divina al afluir a su mecanismo, vía el hilo plateado de la potencia divina.
Podría ser considerado como la triple demostración de la vida vertical que se
trasforma en vida horizontal por medio de la expresión creadora. En efecto, el
hombre se convierte en la cruz. Sin embargo, cuando llega a construir el arco
iris (que sólo puede ser hecho cuando el hombre está en la Cruz Fija), entonces
la cruz cede finalmente su lugar a la línea. Esto tiene lugar después de la
cuarta iniciación -la de la crucifixión. Entonces resta sólo la línea vertical,
"que va del Cielo al Infierno": La meta del iniciado (entre la cuarta
y la séptima iniciaciones) consiste en resolver la línea en el circulo y
cumplir la ley, y así "redondear" el proceso evolutivo.
Otro
resumen del proceso puede hallarse en las estrofas de las Estanzas para Discípulos publicadas
hace algún tiempo, junio 1930, y también transcritas en otra parte de este
tomo.
"En la Cruz se oculta la Luz. Lo vertical y
lo horizontal crean mediante la mutua fricción; una Cruz vibrante parpadea,
originándose el movimiento. Cuando lo vertical asume lo horizontal, sobreviene
el pralaya. La evolución es el movimiento de lo horizontal hacia lo vertical
positivo. En el secreto de la orientación se halla oculta la sabiduría; en la
doctrina de la absorción reside la facultad curadora; el punto que se trasforma
en la línea y la línea que se convierte en la cruz, es evolución. La cruz que
se traslada hacia la horizontal encierra la salvación y la paz praláyica."
Puede
decirse que pocas, muy pocas personas están ahora en la etapa lemuriana de
conciencia, donde el hilo de vida, con
sus implicaciones físicas, es el factor dominante. Numerosas e incontables
personas se halla en la etapa atlante, que corresponde al desarrollo de la
"sensibilidad aúrica". Muy pocas personas, en comparación con las
grandes masas de seres humanos, emplean los resultados de la triple
construcción de energía, dentro de su propia aura de percepción y zona de
influencia, a fin de construir y utilizar el puente que une los diversos
aspectos del plano mental. Estos tres aspectos, deben emplearse simultáneamente y reemplazarse más tarde, de tal
manera que la personalidad y el ego desaparecerán y sólo permanecerá la mónada
y su forma en el plano físico.
A
este respecto mi anterior enunciado sobre la naturaleza de la forma podría ser
de utilidad y conducir a una mayor percepción interna y comprensión:
El
plano físico es un reflejo completo del mental; los tres subplanos inferiores son el reflejo de
los subplanos abstractos y los cuatro subplanos etéricos, de los cuatro planos
mentales concretos. La manifestación del ego (o cuerpo causal) en el plano
mental, no es el resultado de la energía emanada de los átomos permanentes como
núcleo de fuerza, sino el resultado de diferentes fuerzas y principalmente de
la fuerza grupal. Lo señala predominantemente el acto realizado por una fuerza
externa, que se pierde en la incógnita del karma planetario. Esto también es
verdad respecto a las manifestaciones inferiores del hombre, siendo el
resultado de una acción refleja; se fundamenta en la fuerza del grupo,
compuesto de centros etéricos mediante los cuales el hombre (como un conjunto
de vidas) funciona. La actividad de dichos centros inicia una vibración en
respuesta a los tres subplanos inferiores del plano físico, y su interacción
permite adherirse al cuerpo o reunir a su alrededor partículas de lo que
erróneamente denominamos "sustancia densa". Este tipo de sustancia
energetizada es arrastrada hacia un vórtice -del cual no puede escapar- de
corrientes de fuerza que emanan de los centros. Por lo tanto, dichas unidades
se van apilando de acuerdo a la dirección que lleva la energía alrededor y
dentro del cuerpo etérico, hasta cubrirlo y ocultarlo, aunque es
interpenetrante. Esto es producido por
una ley inexorable, la ley de la materia misma, y sólo quienes son
"Señores de la Yoga" pueden sustraerse al efecto de la vitalidad de
sus propios centros, y también -por la voluntad consciente de su propio ser- a
la fuerza compulsiva de la Ley de Atracción que actúa en el subplano físico
cósmico inferior. (Tratado sobre Fuego
Cósmico, pág. 630‑31).
He
dicho anteriormente que el cuerpo astral es una ilusión. El hombre que ha
obtenido la conciencia iniciática descubre oportunamente que dicho cuerpo no
existe. Cuando budi rige, la naturaleza síquica inferior desaparece. Cuando el
antakarana está construido y cuando la unidad mental es reemplazada por el
átomo manásico permanente y el cuerpo causal desaparece, entonces el adepto
sabe que la mente inferior, el cuerpo mental, es también una ilusión y para él
no existe. Hay pues -en lo que a su conciencia individual se refiere-
únicamente tres puntos focales o arraigos (ambos términos son inadecuados para
expresar su pleno significado):
1.
La Humanidad, en la cual él
puede enfocarse a voluntad por medio de lo que técnicamente se denomina
"mayavirupa" -una forma corpórea creada por él para cumplir el
propósito monádico.
Entonces
expresa plenamente todas las energías de la Cruz mutable. (1)
2.
La Jerarquía. Aquí, como unidad
enfocada de la omnincluyente percepción búdica, encuentra su lugar y métodos de
servicio, condicionados por su rayo monádico.
Entonces
expresa los valores de la Cruz Fija. (2)
3.
Shamballa. Éste es su punto más
elevado de enfoque, meta del esfuerzo de todos los iniciados de grados
superiores y fuente del sutratma, por medio del cual (y a través de sus
diferenciaciones) ya puede trabajar conscientemente.
Aquí
todavía se encuentra crucificado, pero en la Cruz Cardinal.*
La
tarea que el ser humano ha estado realizando en todas sus etapas de desenvolvimiento, consiste, puede
decirse, en tender el puente sobre la brecha existente entre:
1.
La Cruz Mutable y la Cruz Fija.
2.
La Humanidad y la Jerarquía.
3.
La triplicidad inferior, la personalidad, y la Tríada espiritual.
4.
La Mónada en su propio plano y el mundo objetivo externo.
Esto lo hace por medio de la Intención, Visualización, Proyección,
Invocación y Evocación, Estabilización y Resurrección. De estas diferentes
etapas nos ocuparemos ahora.
Quisiera
hacer un alto aquí y algunas observaciones respecto a este proceso
relativamente nuevo de construcción del antakarana. Ha sido conocido y seguido
por quienes fueron entrenados para asociarse a la Jerarquía, pero no se dio
anteriormente al público. Es esencial que el estudiante observe dos cosas: Una,
que si no tenemos presente que estamos trabajando con energía, la cual debe ser científicamente empleada, toda la
enseñanza resultará inútil. Otra, que estamos considerando una técnica y un
proceso que dependen del empleo de la imaginación
creadora. Reunidos estos dos factores (consciente y deliberadamente) -el
factor sustancia‑energía y el impulso planificado- se inicia un proceso
creador que traerá mayores resultados. El ser humano vive en un mundo de
variadas energías, que a veces se expresan como energías dinámicas, positivas,
receptivas y negativas, o como fuerzas magnéticas y atractivas. Una comprensión
de esta afirmación corroborará la de H.P.B. de que "materia es espíritu en
su punto inferior" y lo opuesto es igualmente verdad. Todo el proceso consiste en
establecer relaciones constructivas entre las energías negativas y positivas y
la consiguiente producción de fuerza magnética. Tal es el proceso creador. Esto es verdad respecto a la
actividad de un Logos solar, de un Logos planetario y de un ser humano -únicos
creadores conscientes en el universo. Esto debe ser así en lo que respecta al
discípulo que trata de poner en relación constructiva a la mónada con la
expresión humana, en los tres mundos de la evolución humana.
Se
ha puesto mucho énfasis sobre la vida del alma y su expresión en el plano
físico; esto fue necesario y parte del desarrollo evolutivo de la conciencia
humana. El reino de las almas debe eventualmente dar lugar al dominio del
espíritu; la energía de la Jerarquía debe llegar a ser una fuerza receptiva a
la energía de Shamballa, así como la fuerza de la humanidad debe hacerse
receptiva a la energía del reino de las almas. Hoy estos tres procesos tienen
lugar simultáneamente, aunque la receptividad de la Jerarquía al segundo
aspecto de la energía de Shamballa sólo ahora está siendo reconocible. Durante
largo tiempo la Jerarquía ha sido receptiva al tercer aspecto o aspecto creador
de la energía de Shamballa, y -dentro de un período muy distante- responderá al
primer aspecto de esa misma energía. La triple naturaleza de la manifestación
divina también debe expresarse como dualidad. Esto puede ser vagamente
comprendido cuando el discípulo capte (después de la tercera iniciación) que él
también debe aprender a funcionar como dualidad -mónada (espíritu) y forma
(materia)- en relación directa con el aspecto conciencia, el alma mediadora,
que es absorbida por ambos aspectos de la expresión divina, aunque no actúe
como factor intermedio. Cuando se haya realizado esto, se comprenderá la
verdadera naturaleza del Nirvana, el comienzo del interminable Camino que
conduce al Uno; donde la dualidad se resuelve en unidad, y es el Camino que los
Miembros de la Jerarquía tratan de hollar y para el cual se están preparando.
El
paso inicial para alcanzar este dualismo es la construcción del antakarana, y
ello se emprende conscientemente
sólo cuando el discípulo se prepara para la segunda iniciación. Como ya he
dicho, existen literalmente millares
de personas que se están preparando, porque se presume que todos los aspirantes
y discípulos sensatos trabajan, sin desviarse, para el adelanto espiritual (con
móvil puro) y están indesviablemente orientados hacia el alma, han recibido la
primera iniciación, la cual significa simplemente el nacimiento del Cristo‑niño
dentro del corazón, hablando simbólicamente. Por lo tanto, habrá muchos que se
están preparando para iniciar esta tarea de construcción del arco iris y que,
bajo la influencia de la Sabiduría Eterna, captan la necesidad e importancia de
la revelación que este proceso imparte. Lo que escribo aquí, tiene por lo tanto
un propósito definido y útil. Durante mucho tiempo mi tarea fue impartir
información en forma de libros, respecto a la siguiente etapa de reconocimiento
inteligente y espiritual, para la humanidad. Por consiguiente, repito, es
esencial la comprensión del método para la construcción del antakarana si la
humanidad debe avanzar como está planificado y, en este avance, los discípulos
y aspirantes deben constituir y constituyen la vanguardia. Toda la humanidad
irá despertando constantemente al impulso espiritual venidero y se originará un
irresistible impulso hacia la luz espiritual y hacia una mayor orientación. Así
como el discípulo individual debe revertirse en la rueda de la vida y hollar el
Camino en el sentido contrario de las agujas del reloj, así debe hacerlo y lo
hará la humanidad. Las dos terceras partes que realizan la meta de la evolución
en este ciclo mundial, han comenzado a hacerlo.
Sin
embargo, en este proceso entra en actividad el tercer aspecto divino -el del
Actor Creador. Lo mismo sucedió en el proceso creador en que estaba involucrado
el universo tangible. Lo será también cuando el discípulo individual llegue a
ser el agente creador. Durante eones ha construido y empleado sus vehículos de
manifestación en los tres mundos. Luego llegó un momento en que las personas
avanzadas empezaron a crear en el plano mental; soñaron, tuvieron visiones,
hicieron contacto con la belleza intangible, entraron en contacto con la Mente
de Dios y retornaron a la tierra con alguna idea. A esta idea le dieron forma y
llegaron a ser creadores en el plano mental; se trasformaron en artistas, en
algún aspecto del esfuerzo creador. En la tarea de construcción del antakarana el discípulo tiene que trabajar
también en niveles mentales, y lo que allí construya será de sustancia tan
sutil que no deberá ni podrá aparecer en niveles físicos. Respecto a esta firme
orientación, lo que él construya "ascenderá al centro de la vida" y
no "descenderá al centro de la conciencia o a lo que tiene apariencia de
luz".
Aquí
reside la dificultad para el principiante. Debe trabajar, por así decir, en la
oscuridad, y no está en situación de verificar la existencia de lo que trata de
construir. Su cerebro físico es incapaz de registrar su creación como un hecho
consumado. Tiene que depender totalmente de la técnica probada en el trabajo
delineado y actuar con fe. La única evidencia del éxito puede llegar con
lentitud, pues está involucrada la sensibilidad del cerebro y frecuentemente,
cuando hay un éxito muy real, las células del cerebro no tienen el calibre suficiente
para registrarlo. La posible evidencia de esta etapa puede ser un destello de
la intuición espiritual o la repentina comprensión de la voluntad al bien, en
forma dinámica y grupal; puede ser también sólo la capacidad para comprender y
hacer comprender a los demás ciertos fundamentos espirituales y ocultistas;
puede ser la "facilidad de revelar", tanto en forma receptiva como
condicionadora o distribuidora, y mundialmente efectiva.
Estoy
tratando de aclarar un tema muy abstruso, y las palabras demuestran ser
inadecuadas. Sólo puedo delinear el proceso y el método y alentar la
consiguiente esperanza para el futuro; por su parte ustedes sólo pueden
experimentar, obedecer, tener confianza en la experiencia de quienes enseñan, y
luego esperar pacientemente los resultados.
Seis Etapas del Proceso de Construcción.
He
empleado seis palabras para expresar este proceso y su condición resultante.
Será útil estudiarlas desde el ángulo de su significación oculta -significación
que por lo general no es aparente, excepto para el discípulo entrenado, a quien
se le ha enseñado a penetrar en el mundo de significados y a interpretar
aquello que no es evidente para el neófito. Quizás, para cuando hayamos investigado estas palabras, el método
de construcción y el medio por el cual el antakarana se construye, aparecerán
con mayor claridad.
Estas
palabras definen una técnica de construcción o proceso de manipulación de
energía, que trae a la existencia una relación entre la mónada y el ser humano
que aspira alcanzar la plena liberación y huella el sendero del discipulado y
de la iniciación, y puede crear un canal de luz y vida entre los aspectos
divinos superior e inferior y construir un puente entre el mundo de la vida
espiritual y el de la vida diaria en el plano físico. Constituye una técnica
para producir el tipo más elevado de dualismo y para eliminar la triple
expresión de la divinidad, intensificando por este medio la expresión divina y
acercando al hombre a su meta final. Los discípulos deben recordar siempre que
la conciencia egoica es una etapa intermedia. Es también un proceso por el cual
-desde el ángulo de los reinos subhumanos de la naturaleza- la humanidad misma
se convierte en intermediario divino y en transmisor de energía espiritual para
esas vidas cuyas etapas de conciencia están por debajo de la autoconciencia. La
humanidad llega a ser para esas vidas -en su totalidad- lo que la Jerarquía
para la humanidad. Este servicio será únicamente posible cuando la raza humana
en número suficiente, se caracterice por el conocimiento de la dualidad
superior y sea cada vez más consciente del alma y no sólo del yo. Entonces
podrá ser trasmitida dicha energía por medio del antakarana.
Por
lo tanto, consideraremos los seis aspectos de una técnica básica de
construcción y nos esforzaremos por llegar a su significado esotérico y
creador.
1.
Intención. Esta palabra no
significa decisión, deseo o determinación mental. La idea, en forma más
literal, es el enfoque de la energía en el plano mental, en el punto de máxima
tensión posible. Significa la creación de una condición en la conciencia del
discípulo, análoga a la del Logos cuando -en Su escala mucha más vasta-
concentró dentro de su "círculo no se pasa" (definiendo Su esfera de
influencia deseada) la sustancia -energía necesaria para llevar a cabo Su
propósito de manifestación. Esto debe hacerlo también el discípulo, reuniendo
sus fuerzas (empleando una expresión común) en el punto más elevado de su
conciencia mental, manteniéndolas allí en un estado de tensión absoluta. Pueden
ver el propósito subyacente en algunos de los procesos y técnicas de
meditación, tal como está representado en las palabras, muy a menudo empleadas
en los delineamientos de meditación: "elevar la conciencia al centro de la
cabeza", "mantener la conciencia en el, punto más elevado
posible", "esforzarse por mantener la mente firme en la luz" y
muchas otras expresiones similares. Todas conciernen a la tarea de llevar al
discípulo a la etapa en que pueda lograr el punto deseado de tensión y enfoque
de energía. Esto le permitirá iniciar conscientemente la tarea de construcción
del antakarana. Tal es el pensamiento que en realidad subyace, sin que se lo
reconozca, en la palabra "intención", tan a menudo empleada por los
Católicos Romanos y Anglo Católicos cuando preparan aspirantes para la
comunión. Sin embargo, ellos señalan una dirección diferente, porque su
orientación no se dirige hacia la mónada o espíritu, sino hacia el alma, en un
esfuerzo para que la personalidad adquiera un mejor carácter y se intensifique
el acercamiento místico.
Cuando
se trata de la "intención" del discípulo que está conscientemente
construyendo el arco iris, los primeros pasos necesarios son:
a. El logro de la correcta orientación, debiendo
efectuarse en dos etapas: primero, hacia el alma como aspecto de la energía
constructora; segundo, hacia la Tríada.
b. La compresión mental de la tarea que debe
realizarse. Esto involucra el empleo de la mente, de dos maneras: respuesta a
la impresión búdica o intuitiva, y actuación de la imaginación creadora.
c. El proceso de reunir energía o de absorber
fuerza, a fin de que las energías necesarias sean confinadas dentro de un
"círculo no se pasa" mental, previamente al posterior proceso de
visualización y proyección.
d. Un período en que se debe pensar con claridad
acerca del proceso y la intención, para que el consagrado constructor del
puente pueda percibir con claridad lo que se está realizando.
e. Mantener constantemente la tensión sin
ejercer indebida presión física sobre las células del cerebro.
Cuando esto se haya logrado se producirá un punto focal de energía mental
que anteriormente no existía; la mente se mantendrá firme en la luz y se
establecerá también el alineamiento de una personalidad receptiva y atenta y un
alma orientada hacia la personalidad en un estado de constante percepción
dirigida. Quisiera recordarles que el alma (como vive su vida en su propio
nivel de percepción) no siempre es consciente de su sombra, la personalidad, en
los tres mundos. Cuando el antakarana está en construcción, la percepción debe
acompañar a la intención de la personalidad.
2.
Visualización. Hasta aquí la
actividad ha sido de naturaleza mental. La imaginación creadora ha permanecido
relativamente pasiva; la actividad del discípulo ha sido dentro de su mente y
en los niveles mentales, sin mirar "arriba ni abajo". Pero ha
alcanzado el punto correcto de tensión; la reserva o el necesario depósito de
energía estuvo restringido dentro de un cuidadosamente delimitado "círculo
no se pasa", y el constructor del puente está preparado para dar el paso
siguiente. En este punto crea, por lo tanto, el anteproyecto del trabajo que
debe realizar, extrayéndolo de su imaginación y facultades, tal como se
encuentra en el nivel más elevado de su vehículo astral o sensible. Esto no
tiene relación con las emociones. Como bien saben, la imaginación es el aspecto
inferior de la intuición, y este hecho debe ser recordado en todo momento. La
sensibilidad, como expresión del cuerpo astral, es el polo opuesto de la
sensibilidad búdica. El discípulo ha purificado y refinado sus facultades
imaginativas de manera que ahora responden a la impresión del principio búdico
o de la percepción intuitiva -percepción independiente de la vista o cualquier
visión que pudiera registrarse. De acuerdo a la respuesta del vehículo astral a
la impresión búdica, así será la
exactitud de los "planes" proyectados para la construcción del
antakarana y la visualización del puente de luz en toda su belleza y plenitud.
La
imaginación creadora debe acelerar su naturaleza vibratoria para poder afectar
la "reserva de energía" o la sustancia-energía acopiada para la
construcción del puente. La actividad creadora de la imaginación es la primera
influencia organizadora que actúa sobre y dentro del círculo no se pasa de las
energías acumuladas, mantenidas en estado de tensión por la
"intención" del discípulo. Reflexionen sobre esta afirmación
esotérica y significativa.
La
naturaleza de la imaginación creadora constituye una energía activa puesta en
relación con el punto de tensión; entonces produce efectos en la sustancia
mental. Así acrecienta la tensión, y cuanto más potente y claro es el proceso
de visualización, tanto más bello y fuerte será el puente. La visualización es
el proceso por medio de cual la imaginación creadora se activa, responde al
punto de tensión en el plano mental y es atraída por éste.
En
esta etapa, el discípulo se ocupa de dos energías: una pasiva, mantenida dentro
del "círculo no se pasa", pero en un punto de extrema tensión; la
otra activa, que forma imágenes, se exterioriza y responde a la mente del
constructor del puente. A este respecto, debe recordarse que el segundo aspecto
de la Trinidad divina es el aspecto constructor de la forma y, de esa manera,
de acuerdo a la Ley de Analogía, el segundo aspecto de la personalidad y el de
la Tríada espiritual están llegando a ser activos en forma creadora. El
discípulo sigue ahora con la segunda etapa de su trabajo de construcción, y el
significado numérico será evidente para ustedes. En esta etapa debe trabajar
lentamente, imaginar lo que desea hacer, por qué debe hacerlo, cuáles son las
etapas de su trabajo, cuáles serán los efectos resultantes de su actividad
planificada y con qué materiales debe trabajar. Se esfuerza por visualizar todo
el proceso, y por este medio establece una relación definida (si tiene éxito)
entre la intuición búdica y la imaginación creadora del cuerpo astral. En consecuencia, en este punto tendremos:
La
actividad de impresión búdica.
La
tensión del vehículo mental, al mantener la sustancia‑energía necesaria
en el punto de proyección.
Los
procesos imaginativos del cuerpo astral.
Cuando
el discípulo se ha entrenado para ser conscientemente conocedor de la
simultaneidad de este triple trabajo, avanza triunfal y casi automáticamente.
Lo hace por medio del poder de la visualización. Se establece una corriente de
fuerza entre estos pares de opuestos (astral‑búdico) y -como pasa a
través de la reserva de fuerza del plano mental- produce una actividad interna
y una organización de la sustancia presente. Entonces sobreviene un aumento
constante de la potencia, hasta llegar a la tercera etapa, y el trabajo pasa de
la faz subjetiva a la realidad objetiva -objetiva desde el punto de vista del
hombre espiritual.
3.
Proyección. La tarea del
discípulo ha llegado ahora a un punto muy crítico. Muchos aspirantes alcanzan
esta particular etapa y -por haber desarrollado una verdadera capacidad de
visualización y también construido por su intermedio la forma deseada y
organizado la sustancia que debe ser empleada en esta última fase del proceso
de construcción- son incapaces de continuarla. ¿Cuál es la razón de ello?
Principalmente, la incapacidad para emplear la Voluntad en el proceso de
proyección. Este proceso es la combinación de la voluntad, la visualización
acrecentada y continua y el empleo de la Palabra de Poder que corresponde al
rayo. Hasta la actual etapa del proceso, el método para cada uno de los siete
rayos es idéntico, pero en este punto se produce un cambio. Cada discípulo, habiendo
organizado exitosamente la sustancia del puente, puesto en actividad el aspecto
voluntad y siendo conscientemente consciente del proceso de ejecución, impele
ahora hacia adelante la sustancia organizada, de modo que, desde el centro de
fuerza que ha conseguido acumular, aparece una línea de proyección o sustancia‑luz,
siendo enviada por una Palabra
de Poder, como en el proceso creador logoico. En realidad es lo opuesto al
proceso de la mónada, cuando ésta envió el hilo de vida que finalmente se arraigó
en el alma. El alma vino a la existencia por medio de este arraigamiento;
posteriormente tuvo lugar el proceso en que el alma, a su vez, envió un hilo
dual que finalmente se introdujo en la cabeza y en el corazón del triple hombre
inferior, la personalidad. El discípulo se enfoca en el centro que él ha
construido en el plano mental y extrae todos sus recursos (los de la triple
personalidad y del alma combinados) y los pone en actividad, proyectando ahora
un hilo hacia la mónada.
A
lo largo de este hilo tiene lugar la extracción final de fuerzas, las fuerzas
que -en el camino descendente o sendero involutivo- se enfocaron en la
personalidad y en el alma. El antakarana en sí, terminado mediante el puente
que el discípulo ha construido, es el medio final de abstracción o gran
extracción. El iniciado se ocupa definidamente del antakarana, en la cuarta
iniciación, llamada a veces la Gran Renunciación -la renunciación a abstraerse
de la vida de la forma, tanto personal como egoica. Después de esta iniciación,
ninguno de esos aspectos puede retener a la mónada. El "velo del
Templo" es rasgado en dos, de arriba abajo -ese velo que separa al Atrio
externo (la vida de la personalidad) del Lugar Sagrado (el alma) y del Sanctum
Sanctorum (la mónada) en el Templo de Jerusalén. Las implicaciones y analogías
aparecerán lógicamente con claridad.
A
fin de realizar la proyección necesaria de las energías acumuladas, organizadas
por la imaginación creadora y llevadas a un punto de excesiva tensión por el enfoque
del impulso mental (un aspecto de la voluntad), el discípulo acude por lo tanto
a los recursos de su alma, almacenados en lo que se llama técnicamente "la
Joya en el loto", donde está arraigada la mónada -algo que no debe
olvidarse. Los aspectos del alma que llamamos conocimiento, amor y sacrificio,
expresiones del cuerpo causal, son sólo efectos de esta irradiación monádica.
Por
consiguiente, antes de que el puente pueda ser verdaderamente construido y
"proyectado en el camino ascendente, proporcionando un paso seguro para
los cansados pies del peregrino" (como dice El Antiguo Comentario), el discípulo debe empezar a reaccionar
en respuesta al capullo cerrado del loto o joya, que se halla en el centro del
loto abierto. Esto lo hace cuando los pétalos de sacrificio del loto egoico
asumen el control de su vida, cuando su conocimiento es trasmutado en
sabiduría, cuando se acrecienta su amor para el todo y suma a ello el
"poder del renunciamiento". Estas tres cualidades egoicas -cuando
funcionan con cierta potencia- producen una actividad acrecentada en el mismo
centro de la vida del alma, el corazón del loto. Debe recordarse que las
correspondencias o analogías del loto egoico con los tres centros planetarios
son las siguientes:
Shamballa:
La joya en el loto.
Jerarquía:
Los tres grupos de pétalos.
Humanidad:
Los tres átomos permanentes dentro del aura del loto.
Los
estudiantes deben además recordar que es necesario desechar la idea común de
que el sacrificio es un proceso de abandono o renunciamiento a todo lo que en
la vida sea digno de vivirse. Sacrificio es, hablando técnicamente, la
realización de un estado de bienaventuranza y éxtasis, porque es el
conocimiento de otro aspecto divino, oculto hasta entonces, tanto por el alma
como por la personalidad. Es la comprensión y el reconocimiento de la voluntad
al bien que hizo posible e inevitable la creación, verdadera causa de la
manifestación. Mediten sobre esto, pues es muy diferente, en su significado, de
los conceptos usuales respecto al sacrificio.
Cuando
el discípulo ha obtenido el fruto de la experiencia, el conocimiento, y aprende
a trasmutarlo en sabiduría; cuando su objetivo es vivir verdadera y realmente,
y cuando la voluntad al bien es la meta que corona su vida diaria, entonces
puede empezar a evocar la Voluntad. Esto hará que el vínculo entre la mente
superior y la inferior, el espíritu y la materia, la mónada y la personalidad,
sea un hecho definido. Entonces de la dualidad sobreviene la triplicidad; luego la potencia del
núcleo central en el vehículo egoico destruye -en la cuarta iniciación- las
tres expresiones circundantes, las cuales desaparecen, efectuándose la así
llamada destrucción del cuerpo causal. Ésta es la verdadera "segunda
muerte" -muerte total de la forma.
Prácticamente
en todo lo que puedo decir respecto al proceso de proyección, es un proceso
viviente que deriva de la experiencia diaria consciente y depende, hasta donde
es posible, de la expresión de los aspectos divinos en la vida del plano
físico. Cuando hay una tentativa de acercar la vida de la personalidad a las
demandas del alma y el empleo del intelecto en bien de la humanidad, el amor
comienza a controlar; entonces el significado del “sacrificio divino" es
acrecentadamente comprendido y se convierte en la expresión espontánea natural
de la intención individual. Entonces es posible la proyección del puente. Se
establece la vibración en los niveles inferiores de la manifestación divina, y
llega a ser suficientemente fuerte como para obtener respuesta de lo superior.
Más tarde, cuando la Palabra de Poder es conocida y correctamente empleada, se
construye rápidamente el puente.
Los
estudiantes no deben sentirse desalentados por esta descripción. En los planos
internos pueden tener lugar numerosos acontecimientos cuando la intención es
correcta y esotérica (propósito y tensión combinados) y el puente alcanza las
etapas de delineamiento y estructuración definidas, mucho antes de que el
discípulo se dé cuenta de ello.
4.
Invocación y Evocación. Las
tres etapas que anteceden señalan, en realidad, el trabajo de la personalidad.
Las tres restantes son expresiones de la respuesta de los niveles superiores de
la vida espiritual, y fuera de mencionarlas brevemente, muy poco más puedo
decir. La tarea de la invocación, basada en la Intención, Visualización y
Proyección, ha sido cuidadosamente emprendida por el discípulo que tiene por lo
menos cierta medida de clara percepción, respecto al trabajo que ha realizado,
empleando los medios duales del vivir espiritual y del científico y técnico
trabajo ocultista. Por lo tanto él es invocador. Su efecto en la vida se
registra en los niveles superiores de la conciencia, siendo reconocido como
"punto de tensión invocadora". Esta tensión y depósito de energía
viviente, que es el mismo discípulo, es puesto en actividad por medio del
pensamiento proyectado, el uso de la voluntad y la pronunciación de una Frase o
Palabra de Poder.
Como
resultado, su desarrollada potencia y radio de influencia son ahora
suficientemente fuertes como para evocar respuesta de la Tríada espiritual.
Entonces tenemos una progresión del aspecto antakarana, construido por el
discípulo, a través del cual pueden fluir la vida del alma y del cuerpo. El
Padre (la Mónada) actuando por medio del hilo, sale ahora para encontrar al
Hijo (el alma, enriquecida por la experiencia de la vida de la personalidad en
los tres mundos), y desde los niveles superiores se proyecta una línea de
energía o respuesta que hará eventualmente contacto con la proyección inferior.
Así se construye el antakarana. La
tensión de lo inferior evoca la atención de lo superior.
Este
es el proceso técnico de invocación y evocación. Hay un acercamiento gradual de
los dos aspectos divinos. Poco a poco, la vibración de ambos se hace
recíprocamente más fuerte. Llega entonces un momento en que se establece, en la
meditación, contacto entre las dos proyecciones. Este contacto no es entre el
alma y la personalidad (la meta del aspirante común), sino entre las energías
del alma y de la personalidad fusionadas y la energía de la mónada, actuando
por intermedio de la Tríada espiritual. Ello no constituye un momento de
crisis, sino una Llama de Luz, una comprensión de la liberación y un
reconocimiento del hecho esotérico de que el hombre es él mismo el Camino. Ya
no existe el sentimiento de personalidad y alma, o ego y forma, sino
simplemente el Uno, funcionando en todos los planos como un punto de energía
especial y llegando a la esfera de la actividad planeada por medio del Sendero
de Luz. Las palabras son completamente inadecuadas para describir este proceso.
Como es una etapa muy avanzada, ninguna de las formas atrae a la mónada hacia
la manifestación externa. De ningún modo la demanda de la materia o de la forma
podrá evocar respuesta de la mónada. Sólo queda el gran "tirón", de
la conciencia de toda la
humanidad, al que se puede responder por medio del antakarana ya construido.
Descendiendo, o más bien atravesando
este puente, el descenso puede hacerse a voluntad a fin de servir a la
humanidad y llevar a cabo la voluntad de Shamballa.
Ésta
es una afirmación de la consumación final, pero antes de que tenga lugar en su
total perfección, debe pasar un largo período de acercamiento gradual de los
dos aspectos del puente -el superior, que emana de la "Tríada"
espiritual, en respuesta al impulso monádico, y el inferior, que emana de la
personalidad, ayudada por el alma- a través del abismo de la mente separatista.
Aquello que la mónada proyecta y lo que el discípulo está proyectando,
establecen finalmente contacto, siguiendo después la quinta y la sexta etapas.
5
y 6. Estabilización y Resurrección.
El puente está construido. Al principio sus hilos pueden ser finos y tenues,
pero el tiempo y la comprensión aplicada tejerán el puente lentamente hilo tras
hilo hasta quedar concluido, estable, sólido y apto para ser utilizado.
Forzosamente debe ser empleado, pues no hay otro medio de intercomunicación
entre el iniciado y el Uno que ahora sabe que es él mismo. Asciende plenamente
consciente a la esfera de la vida monádica; ha resucitado de la caverna oscura
de la vida personal a la brillante luz de la divinidad; no sólo es parte de la
humanidad y Miembro de la Jerarquía, pertenece al gran grupo de Aquellos que
poseen una voluntad conscientemente divina y son Custodios del Plan. Responde a
la impresión de Shamballa y está dirigido por los Guías de la Jerarquía.
Así
goza de la "libertad que otorgan los tres Centros"; puede expresar a
voluntad la triple energía de la humanidad, la energía dual de la Jerarquía y
la energía Una de Shamballa.
Ésta
es, hermanos míos, la meta del discípulo cuando comienza a trabajar en la
construcción del antakarana. Reflexionen sobre estas cuestiones y continúen con
el trabajo.
(En
algunas charlas dadas a los discípulos
el Tibetano hace las siguientes observaciones que son aplicables aquí con
peculiar fuerza. A.A.B.)
"Lo
que ustedes más necesitan es intensificar
la aspiración espiritual interna. Deben trabajar más definidamente,
desde lo que podría llamarse un punto de tensión. Estudiar lo expuesto sobre
tensión e intensidad. La intensidad del propósito los hará cambiar de un
aspirante anhelante y bastante satisfactorio, en un discípulo de corazón y
mente ardiente. Sin embargo, quizás prefieren avanzar constantemente sin ningún
esfuerzo grupal, haciendo del trabajo que realizan para mí y el grupo, una
parte ordenada de su vida diaria, adaptándola a voluntad, y donde la vida del
espíritu tenga una razonable participación, donde no se descuide el aspecto
servicio y la presentación de su vida esté bien equilibrada y la lleven casi sin
tensión. Si esto sucede, podrá ser tanto elección de la personalidad como
decisión del alma para una vida específica, pero significa que usted no es el discípulo que ha subordinado
todo a la vida del discipulado.
"Quisiera
señalar aquí dos cosas. Primero: si usted puede cambiar la tensión en forma
tal, de verse impulsado por la vida del espíritu, implicará un enérgico
trastorno para la vida interna. ¿Está usted preparado para ello? Segundo, no le
producirá ningún cambio externo en sus relaciones ambientales. Debe seguir
cumpliendo sus obligaciones e intereses externos, aunque me refiero a
orientaciones internas, decisiones dinámicas internas y a organización interna
para el servicio y el sacrificio. ¿Quizás prefiere el método más lento y fácil?
Si es así es cuestión suya, y aún está en el camino. Sigue siendo igualmente
una persona constructiva y útil. Aquí estoy simplemente enfrentándolo con una
de las crisis que aparecen en la vida de todos los discípulos, en la cual se
han de hacer elecciones determinantes durante un ciclo, pero sólo para un ciclo. Es preeminentemente cuestión de
velocidad y organización para la rapidez. Significa la eliminación de lo no
esencial y la concentración sobre lo esencial -las esencialidades internas
conciernen al alma y su relación con la personalidad, y las externas conciernen
a usted y a su medio ambiente.
"Le
daré tres pensamientos clave para una profunda reflexión durante los próximos seis meses; durante los primeros
tres meses tome uno cada mes, y reflexione sobre ellos en la cabeza; en los
segundos tres meses, medite sobre ellos en el corazón. Estos pensamientos clave
son:
1.
La necesidad de adquirir velocidad.
2.
La reorganización de las normas de pensar y vivir.
3.
La expresión de: Sinceridad. Sacrificio. Simplicidad".(3)
En
los numerosos hilos de luz, tejidos por los aspirantes, discípulos e iniciados
del mundo, pueden ver cómo aparece gradualmente el antakarana grupal -ese
puente por medio del cual toda la humanidad podrá ser abstraída de la materia y
de la forma. La construcción del antakarana es el grande y final servicio que
pueden prestar todos los verdaderos aspirantes.
Lo
que voy a decir ahora es de alcance general. Quisiera indicar, en lo posible
pidiéndoles recordar que toda generalización es fundamentalmente correcta, pero
resulta errónea en el detalle), la etapa en que se encuentra la humanidad
respecto al antakarana. Podría decirse que la meta de la evolución normal es
llevar a la humanidad a la etapa en que se establece una línea directa de
contacto entre la personalidad y la Tríada espiritual a través del alma, o
mejor dicho, el empleo de la conciencia del alma para alcanzar tal percepción,
siendo consumado en el momento de la tercera iniciación. Ahora consideraremos
brevemente a la mónada.
Les
recordaré que hay una analogía en la relación que existe entre la personalidad
y el alma y entre la Tríada y la mónada. Una analogía esencialmente total desde
el punto de vista de la conciencia, pero no de la forma. Lo que finalmente
tiene lugar en la etapa más avanzada de desarrollo es la completa fusión de la
personalidad y el alma y la mónada y la Tríada espiritual unificadas. Sólo
cuando esto se ha alcanzado realmente,
las Vidas que animan a nuestro sistema solar se liberan totalmente del control
de la forma. Téngase esto cuidadosamente presente, comprendiendo la significación de la
palabra servicio, tan
frecuentemente empleada en la ciencia esotérica, y también que para los
aspirantes y discípulos la tarea inmediata consiste en:
1. La
unificación de alma y cuerpo, por intermedio del alineamiento.
2. Construcción
del antakarana, empleando los seis métodos o medios que delineé anteriormente,
y así evocar respuesta de la Tríada. El concepto alineamiento‑invocación‑evocación,
constituye las tres ideas principales que deben recordar a medida que continúan
en este estudio.
La
razón de divulgar lo que anteriormente era considerado como trabajo
preparatorio para la tercera iniciación, se debe a que la raza está ahora en la
etapa de desarrollo que justifica el cambio completo en el acercamiento a la
divinidad, tal como lo enseña la Jerarquía. Esto no significa que la enseñanza
pasada queda relegada, sino que es trasladada nuevamente a las primitivas
etapas del sendero del discipulado, mientras que la enseñanza dada en esas
etapas constituirá ahora el trabajo realizado por los aspirantes en el sendero
de probación. El énfasis ha sido puesto sobre la purificación, la necesidad de
desarrollar la vida crística, la visión mística y la filosofía. A la raza se le
dieron las verdades esotéricas que evocaron mucho interés, crítica y discusión,
atrajeron a todos los tipos de mente y fueron distorsionadas y mal aplicadas.
Sin embargo, a los aspirantes avanzados les sirvieron de instrumento de ayuda
para ir adelante en el sendero del discipulado, realizando un progreso paralelo
los discípulos aceptados. Una vez firmemente establecidos en el sendero, las
verdades se les hacen autoevidentes y las pueden aplicar y verificar
individualmente, y conducen al discípulo, en forma inevitable, al Portal de la
Iniciación.
La
raza en su totalidad -como bien
se sabe- se halla ahora en la entrada del sendero del discipulado. Dirige su
mirada hacia el futuro, ya sea hacia la visión del alma, un mejor modo de
vivir, una situación económica desahogada o hacia mejores relaciones interraciales. Lamentablemente esta
visión es a menudo distorsionada, materialmente orientada o sólo parcialmente
percibida, pero, en una forma u otra, las masas tienen hoy una apreciable
comprensión de lo “nuevo y deseable" -algo hasta ahora desconocido. En el
pasado, los intelectuales o la élite, tenían el privilegio de poseer visión,
pero hoy la tiene la masa humana. Por lo tanto, la humanidad está preparada
para realizar un proceso general de alineamiento, y ésa es la razón espiritual subyacente detrás de la
guerra mundial. La "afilada tijera del dolor debe separar lo real de lo
irreal; el látigo del dolor debe despertar a la vida refinada, el alma dormida;
el sufrimiento producido por la extirpación de las raíces de la vida en el
terreno del deseo egoísta, debe ser soportado, y entonces el hombre quedará
liberado". Así reza El Antiguo
Comentario en una de sus estrofas más místicas. Así es señalado
proféticamente el fin de la raza aria -no un fin en el sentido de culminación,
sino la finalización de un ciclo de perfeccionamiento mental, preparatorio para
otro en que la mente será aplicada correctamente como instrumento de
alineamiento y después como faro del alma y controladora de la personalidad.
En
el lento proceso de la evolución, el siguiente paso de las masas consiste en
lograr el alineamiento del alma y la forma, para establecer una fusión en la
conciencia, después de una apreciación mental del principio crístico y su
profunda expresión en la vida de la raza. Esto es algo que se ve surgir
claramente, si tienen ojos para ver. Lo evidencia el interés universal por la
buena voluntad, que conduce oportunamente a la paz; este deseo de paz podrá
estar basado en el egoísmo individual o nacional, o bien en el verdadero deseo
por un mundo más feliz, donde el hombre pueda llevar una vida espiritual más
plena y basar sus esfuerzos en valores más reales; además es observable en
todos los proyectos que se llevan a cabo para lograr un nuevo orden mundial,
basado en la libertad humana y en la creencia en las rectas relaciones y los
derechos humanos; se manifiesta también en el trabajo de los grandes
movimientos humanistas, en las organizaciones de beneficencia y en la amplia
evocación de la mente humana, mediante la red de instituciones educativas de
todo el mundo. El espíritu crístico está
expresivamente presente y el
fracaso en reconocer este hecho se debe en gran parte al prevaleciente esfuerzo
humano por explicar e interpretar esa frase únicamente en términos de religión,
siendo la interpretación religiosa una de las formas de comprender la Realidad.
Existen otras de igual importancia. Las grandes avenidas de acercamiento a la
Realidad son de naturaleza espiritual e interpretan el propósito divino, y
aunque la religión cristiana hable del reino de Dios, o el humanista ponga el
énfasis sobre la hermandad del hombre, o los líderes que luchan contra el mal
dirijan la batalla para obtener el nuevo orden mundial, las Cuatro Libertades o
la Carta del Atlántico, todos expresan el surgimiento del amor de Dios en la
forma de espíritu crístico.
En
consecuencia, la masa humana ha llegado a un punto en que emerge de la
oscuridad; ha evocado la reacción de los poderes del mal, de allí el intento de
detener el progreso del espíritu humano y la marcha progresiva de lo bueno, lo
verdadero y lo bello.
Los
aspirantes y discípulos en probación, están ocupados con el proceso definido de
centralizar sus conciencias en el alma. Este proceso está compuesto de dos
partes:
La
intensificación de la vida de la personalidad, para ser desarrollados al
máximo, sus poderes individualistas.
El
avance hacia la luz y el contacto consciente con el alma.
Involucra
la primer etapa del proceso de alineamiento, el esfuerzo concentrado y
enfocado, de acuerdo al rayo y propósito de la vida del alma. Ello puede
adoptar la forma de intensa dedicación a un esfuerzo científico, o de profunda
concentración en el trabajo espiritual del mundo, o de consagración total al
esfuerzo humanitario, no importa cual sea. Llamo la atención sobre lo que acabo
de decir. En cada caso el poder motivador debe ser el mejoramiento, llevado a cabo por medio de un máximo
esfuerzo, pero -dados el recto móvil y el esfuerzo para desarrollar
simultáneamente un buen carácter y un propósito estable- el aspirante a
discípulo en probación hallará oportunamente que ha podido establecer una
definida relación con el alma; habrá descubierto que el sendero de contacto entre alma y cerebro, vía la mente, se ha
abierto y que él ha dominado la primer etapa en el necesario proceso de
alineamiento.
Logrado
esto, el hombre pasa al sendero del discipulado, y puede emprender el trabajo
que estoy delineando en este tratado. Como podrán ver, toda la familia humana
ha alcanzado un punto centra y muy importante en el sendero evolutivo. El paso
inmediato para todos -cada cual en su propio lugar- es permanecer correctamente
orientados, sin amedrentarse por las circunstancias, y luego avanzar
intrépidamente hacia adelante.
He
dado seis métodos para la construcción del antakarana, y cuando consideremos el
tercer punto, me referiré a ellos en frecuentes intervalos. Los métodos de rayo
que consideraremos, son los excepcionalmente posibles de utilizarse en las
siete líneas principales de energía emanante, cuyos diferentes tipos de rayo
ejercerán presión en las seis etapas del proceso de construcción. Los
discípulos, que pertenecen a cualquiera de estos siete rayos, emplean la misma
técnica de construcción: Intención, Visualización, Proyección, Invocación y
Evocación, Estabilización y Resurrección. De éstas, las dos primeras
constituyen una técnica uniforme para todos los rayos, pero cuando se llega a
la etapa de Proyección las técnicas de rayo empiezan a diferir; ahora
trataremos de estas técnicas de rayo o métodos de trabajo, conjuntamente con
las siete Palabras de Poder.
Los Siete Métodos de Rayo Empleados en el proceso
de Construcción.
Hasta
no alcanzar la etapa de proyección, los métodos que emplean los discípulos de
cada rayo son idénticos. Su intención es una, y todos deben lograr la misma
medida de tensión y preparación para la construcción del puente, reuniendo la
necesaria energía desde dos fuentes -la personalidad y el alma. Por medio de
este enfoque y su tensión resultante, y por la evocación de la Tríada espiritual
y el principio del proceso dual de construcción desde ambos extremos del puente
(si es posible y permitido emplear esta frase), el trabajo avanza
uniformemente. Entonces se emplea la imaginación creadora, que constituye la segunda etapa,
presentando gran dificultad a los aspirantes de primero y séptimo rayos.
Ninguno de ellos puede organizar con facilidad la energía material, orientar
las corrientes de energía y ver su objetivo, clara y pictóricamente, con el ojo
de la mente, siendo un proceso sumamente difícil. Sin embargo deben hacerlo de
alguna manera, porque el empleo de la imaginación visual es un factor esencial
en el proceso de construcción y uno de los principales medios de enfoque,
previo a la proyección.
Este
proceso de proyección comprende tres actividades principales:
1.
Después del debido enfoque y de una cuidadosa, secuencial y sistemática
visualización del "arco iris", el discípulo -mediante un esfuerzo
definido e independiente- evoca el aspecto voluntad de su naturaleza, hasta
donde le es posible en esta encarnación. En relación con esto surgen los
diferentes métodos de rayo, y su diferencia la determina la cualidad de la vida
de rayo.
2.
El discípulo debe mantener constantemente la triple conciencia, no solo en
teoría, sino de hecho, para que emplee simultáneamente las tres líneas
paralelas de pensamiento, o las tres corrientes de energía activa:
a. Es consciente que, como personalidad y alma,
está abocado al proceso de la construcción del puente, sin perder en ningún
momento su sentido de identificación consciente.
b. Es consciente del centralizado punto de
tensión alcanzado y que han contribuido a ello tres corrientes de energía -la
energía enfocada de la personalidad, ubicada en la mente concreta inferior, la
afluyente energía magnética del alma, surgiendo de los doce pétalos de las tres
hileras, además de la hilera del loto egoico, y la energía de la "joya en
el loto",
afluyendo todas al centro de tensión, en los niveles mentales de la mente
inferior.
c. Es consciente de la proporción de conciencia
de la energía de su rayo que puede penetrar en su percepción, siendo ésta la
energía de su rayo egoico y no la fuerza de la personalidad. Se esfuerza por
considerarse como un punto de determinada energía matizada por la vida de su rayo, y tiene cuidadosamente presente
que la energía de su rayo egoico es la principal energía por la cual la mónada
trata de expresarse, y también que su triple vehículo egoico es un reflejo de
los tres aspectos de la Tríada espiritual, estando estrechamente relacionado
con ellos. Esta relación y su interacción y efecto conscientes, son evocados
por la construcción del antakarana, que eventualmente (cuando son
suficientemente poderosos) activan la irradiación de la "joya en el
loto".
3.
Cuando estas tres etapas de realización se han completado hasta donde el
discípulo se siente capaz de desarrollarlas, sólo entonces se prepara para
emplear específicamente su método de rayo, en preparación para el "sonido
proyector" o Palabra de Poder.
Como
se verá, todo lo que antecede constituye un proceso definidamente planificado,
de naturaleza básicamente científica, que debe ser cuidadosamente seguido como
el procedimiento de cualquier investigación científica, a fin de obtener alguna
forma química avanzada. La única diferencia, hablando científicamente, es que
todo el proceso es llevado a cabo en niveles subjetivos y en el reino de la
conciencia, lo cual requiere conciencia y concentración, innecesarias cuando se
trabaja en forma más tangible en el plano externo de la percepción. Al
principio parece complicado cuando el discípulo trata de dominar las diferentes
etapas del proceso, pero llega a ser totalmente automático una vez dominado. He
aquí un resumen del proceso, hasta el punto de proyección definida:
I.
Intención, que trae enfoque y tensión.
II.
Visualización, producida por:
1. La actividad búdica de la
"impresión".
2. La tensión del cuerpo mental.
3. El proceso imaginativo del cuerpo astral.
III.
Proyección:
1. La
evocación del aspecto Voluntad.
2. El
mantenimiento de un triple estado de percepción:
a.
Para que el discípulo sea constantemente consciente de su propia identidad.
b.
De un punto fijo de tensión.
c.
Del rayo o energía de su alma, en forma activa.
3. El
empleo correcto al comenzar esa específica energía de rayo.
4. El
empleo de la Palabra de Poder el agente de su Voluntad, cuando ha llevado a
cabo todo lo que antecede.
Esta
breve clasificación lo ayudará durante este proceso, donde puede ver surgir una
etapa tras otra, y una vez familiarizado con ello también podrá llevarse a cabo
rápidamente el trabajo preliminar.
Sin
embargo, cuando los característicos métodos de la energía de rayo del discípulo
llegan a emplearse definidamente, no son tan simples como parecen. El éxito en
el proceso de construcción depende de la habilidad del discípulo para lograr
tres cosas:
1.
Mantener la mente firme en la luz, es decir mantener el punto de tensión lo más
elevado posible, en cualquier momento dado de la actividad constructiva y del
desarrollo del discípulo.
2.
Tener conciencia del contacto con el alma, creando así una creciente fusión
entre el alma y la personalidad, a fin de lograr acrecentadamente una completa
unificación. Técnicamente significa que la energía de los rayos del alma y de
la personalidad se fusionan, dominando siempre el rayo del alma.
3.
Mantener en la mente, en forma específica y detallada, el método a emplear en
la construcción del puente, de acuerdo con la particular técnica de rayo y
teniendo como objetivo relacionar (en forma nueva y significativa,
prácticamente, no sólo teóricamente) la Tríada espiritual con la personalidad.
En
consecuencia podrán ver que el alma, como entidad separada, se va esfumando
lentamente del cuadro, a medida que está siendo absorbida por la personalidad y
en ella, y ha ido trasformándose cada vez más en el alma encarnada. Con el tiempo se establece la relación espíritu
(mónada) y personalidad (forma o materia), teniendo un minúsculo punto de
conciencia eternamente presente, que es consciente de ambos factores y sin
embargo mantiene inviolable su propia identidad. Esta última realización es el
resultado del trabajo de eones, llevado a cabo por el alma. Paradójicamente
decimos que el alma se desvanece o desaparece, sin embargo, en último análisis,
permanece, porque en este sistema solar existe únicamente esta conciencia de ser.
Quisiera
tocar aquí un punto antes de considerar los siete métodos de rayo para el
trabajo de proyección. El puente a construir se denomina con frecuencia
"arco iris", porque está formado por los colores de los siete rayos.
Hablando específicamente y desde el ángulo del discípulo, el puente que él
construye, entre la personalidad y la Tríada espiritual, está compuesto de
siete hilos de energía o corrientes de fuerza; utiliza los siete rayos por
haber adquirido la facilidad de hacerlo, pues su personalidad ha pertenecido
(en el largo ciclo de encarnaciones) a los siete rayos infinidad de veces. Pero
el rayo de su alma oportunamente predomina, y en el arco iris "se oye
vibrar el color de Sus rayos, y es vista la nota de su rayo". El puente
que la humanidad en conjunto ha construido está compuesto por la multiplicidad
de puentes individuales, erigidos por los innumerables discípulos. Por lo tanto
está formado eventualmente de siete hilos o corrientes de energía provenientes
de los siete grupos egoicos (un grupo para cada tipo de rayo). El trabajo
creador de todos los seres humanos que llegan a la etapa en que establecen
contacto con el alma, contribuye a la erección de este puente. Sus
predominantes hilos de luz se fusionan en un todo, y sus hilos menores se
pierden de vista en la radiante luz del séptuple puente que la humanidad completará oportunamente.
Aunque
se haya terminado de construir este puente -al finalizar el ciclo mundial-
predominará la luz y el color de un rayo, teniendo como subsidiarios el segundo
y el cuarto rayos. Al cuarto rayo podría denominárselo simbólicamente "el
cable principal" para la humanidad, porque es la nota dominante de la
Cuarta Jerarquía Creadora. Consideraremos ahora uno por uno los siete métodos
de rayo.
Al considerar las técnicas de los siete rayos
con sus correspondientes Palabras de Poder, se debe tener muy presente que nos
ocupamos totalmente del aspecto Voluntad, lo cual requiere la aplicación de un
proceso superior de alineamiento y la evocación de un aspecto divino, hasta
ahora relativamente pasivo, excepto en la medida que la voluntad se refleja en
la actividad de los pétalos de sacrificio del loto egoico, más su sombra
distorsionada en la naturaleza mental. Esto supone, en consecuencia, una etapa
de desarrollo espiritual bastante elevada por parte del constructor del
antakarana; significa que hay señales de ello (por lo menos) entre la mente,
los pétalos de sacrificio y el principio átmico. Puede ser simplemente el hilo
más tenue imaginable, mil veces más fino que la gasa más sutil, pero debe estar
inevitablemente presente. Cuando, desde el ángulo del esoterista, esto llegue a
ser un hecho tangible, se tendrá entonces el contacto directo siguiente:
Cuando este contacto es total, significa que se ha logrado una etapa de
trabajo espiritual, si puedo expresarlo así, llevando al hombre al total
alineamiento en el plano físico; esta unificación es consumada en el momento de
la cuarta iniciación, la Gran Renunciación, cuando el primer aspecto empieza a
dominar los otros dos.
Luego,
la vida del alma -tal como fue comprendida hasta entonces- se desvanece y el
cuerpo causal desaparece. La suma total de los recuerdos, las cualidades y las
adquisiciones, son absorbidas en la mónada. Las palabras "Yo y mi Padre
somos uno" llegan a ser verdad. El cuerpo astral también se desvanece en
el mismo gran proceso de renunciación, y el cuerpo físico (como agente
automático del cuerpo vital) ya no es necesario, aunque persiste y sirve un
propósito, cuando la mónada así lo requiere. En vez del aspecto forma tenemos,
en el plano físico, la mónada, la esfera de la Tríada espiritual y el cuerpo
etérico. Quisiera recordar aquí que los niveles de existencia consciente que
consideramos amorfos, lo son relativamente, porque nuestros siete planos
constituyen los siete subplanos del plano físico cósmico. Cuando se ha
alcanzado este punto de realización, el centro de la conciencia se halla en la
naturaleza voluntad y no en la naturaleza amor. La actividad y el amor están
presentes en plena medida, pero el foco de atención del iniciado está centrado
en el aspecto Voluntad de la Divinidad.
En
un antiguo libro, perteneciente a los Archivos de los Maestros, se dice que:
"La
tarea del iniciado de primer rayo es la conservación de los valores; la meta
del iniciado de segundo rayo es el logro del positivismo. Aquel que trabaja con
el tercer rayo debe alcanzar el sendero que va desde acá hasta allá.
El
iniciado de cuarto rayo llega al aspecto voluntad cuando el conflicto ocupa su
correcto lugar, y no produce indebida preocupación. Estas cuatro realizaciones
señalan la meta para el hombre, llevándolo al punto inferior de conciencia. El
rayo que corresponde a la visión y dedicación señala el camino directo, evoca
la voluntad de continuar y fusiona el amor de Dios, el amor del hombre y cuanto
alienta en el propósito subyacente en todo, y, para ese propósito y su
consumación terrena, el séptimo rayo dedica todo lo que posee".
No ha sido fácil poner en términos y palabras modernas estas ideas
abstrusas, expresadas en el lenguaje y simbolismo más arcaico. Sólo he
expresado la idea general -la colaboración de los siete rayos en los procesos
de construcción, empleados por la Deidad, y su interacción planificada, en pequeña
escala, infinitesimal en
comparación con el gran Todo. El hombre responde dentro del círculo de la
humanidad, encerrada dentro del círculo mayor de la Jerarquía, y se hace
consciente de esta fusión, y emplea las potencias de ambos grupos de vidas, por
intermedio del antakarana. En el momento en que el discípulo se acerca a ese
punto en la conciencia y el antakarana está firmemente arraigado (aunque
todavía sea una tenue estructura), llega a ser consciente de la realidad del
círculo mayor que incluye a los otros dos -Shamballa, el lugar Secreto donde la
voluntad de Dios es formulada para el inmediato presente y el lejano futuro.
Con
esta visión y el preámbulo sugerido, consideraremos ahora las siete técnicas a
utilizarse en la etapa de proyección del proceso de construcción.
Primer
Rayo... Voluntad o Poder
Para
comprender la técnica de primer rayo, debe ser primeramente comprendida su
cualidad básica. Como bien saben, es dinámica. El primer rayo de poder
constituye el punto en el centro; su técnica consiste en no moverse nunca del
centro, sino trabajar dinámicamente desde allí. Quizás la palabra que
expresaría mejor su modo de actuar es Inspiración. El Padre inspira respuesta
del aspecto material o de la Madre, si prefieren este simbolismo, pero lo realiza
permaneciendo inamovible. Desde el punto en que se encuentra actúa el
Constructor (humano o divino), no por la Ley de Atracción como lo hace el
segundo rayo, sino por la Ley de Síntesis, por el hágase de la voluntad, basado
sobre un propósito y programa claramente formulado. Por lo tanto, verán que la
personalidad de primer rayo debe reconocer (como efectivamente lo hacen todos
los discípulos) qué aspecto de sí mismo pertenece a determinado rayo. Para el
discípulo que no ha recibido la tercera iniciación, le es imposible descubrir
su rayo monádico, pero cualquier discípulo que está construyendo el antakarana
y ha alcanzado la etapa de proyección, debe
conocer su rayo del alma y su rayo de la personalidad y recordar que la
potencia de ambos, fusionada o mezclada, tiene que llevar a cabo el acto de
proyección. Puede ser evocada la energía de la mónada y como resultado
descenderá hacia el agente
activo, no constituyendo en sí un acto de proyección, que es trabajo de la
"sombra y el reflejo". El
Antiguo Comentario, cuando se refiere a la Palabra de Poder de cada
rayo, dice que:
"Cuando
no hay sombra, porque el Sol no alumbra, y no hay reflejo, porque el agua no
existe, entonces sólo queda aquel que con los ojos dirige la vida y la forma.
La triple sombra se convierte en una. Los tres del yo no existen. Los tres
superiores descienden y los nueve son uno. Aguarden el momento".
Por lo tanto, cuando el rayo del alma domina al rayo de la personalidad, el
ego se convierte en agente activo, ayudado por el rayo del yo inferior. Los
rayos de los tres vehículos yo no están activos, permanece la dualidad básica
de alma y personalidad, sin ninguna diferenciación menor.
Al
considerar los siete rayos, procuro hacer tres cosas en cada caso:
1.
Dar la técnica de proyección. La técnica se divide en cuatro etapas:
a. La
etapa preparatoria donde la conciencia se enfoca en el rayo del alma.
b. El intervalo donde el agente proyector
comprende intensamente la existencia del "punto de tensión" y el
producto terminado del proceso de visualización.
c. La
actividad de la voluntad enfocada, de acuerdo al rayo, en la cual una línea de
luz o sustancia viviente, es enviada o proyectada imaginativa y creadoramente
lo más lejos posible, desde la unidad mental hacia la Tríada espiritual,
empleando constantemente la imaginación creadora.
d. Esta línea de luz (hilo o puente) es luego
imaginada matizada por las dos cualidades de rayo y que se mantiene firmemente
alineada en la luz de la Tríada espiritual -no en la luz del alma. Esto corresponde
a una etapa muy anterior de desarrollo, donde la mente era mantenida firme en
la luz. La mente aún es mantenida así; pero como agente del alma y de la
personalidad, ya no está pasiva, sino que se convierte en agente activo de
retención.
2.
Indicar verdaderamente el efecto que produce la palabra de poder. Adquirida una
adecuada estabilidad, el discípulo pronuncia una Palabra de Poder que sirve
para llevar la luz hacia adelante y arriba. Cuando es pronunciada correctamente
esta Palabra, produce tres efectos:
a. Mantiene el canal libre de todo impedimento
para el descenso de luz de la Tríada espiritual.
b. Alcanza (por medio de su actividad
vibratoria) el centro de poder denominado Tríada espiritual, que
temporariamente se enfoca en el átomo manásico permanente y evoca respuesta en
forma de hilo de luz triadal descendente.
c. Produce una vibración por todo el antakarana,
que a su vez evoca respuesta del arco iris, construido por los demás
discípulos. De esta manera continúa construyéndose el antakarana racial.
Hablando
en forma simbólica, trato de impartir dos cosas. Como bien se sabe, no existe
literalmente arriba ni abajo, superior ni inferior; tampoco acciones
separatistas, tal como las define la ciencia esotérica; sin embargo, la verdad
debe ser presentada así, debido a la conciencia mental del discípulo. He estado
dando también en términos humanos, el delineamiento de un proceso que, si es
adecuadamente seguido, permitirá hacer un real progreso en la comprensión preparatoria, requerida
por todo aquel que espera algún día recibir la iniciación.
3.
Esto nos lleva al tercer punto, la naturaleza de la iniciación. La iniciación
se divide realmente en tres expansiones principales de conciencia:
a. La expansión de conciencia, de la
personalidad consagrada, hacia la conciencia del alma, culmina en la tercera
iniciación.
b. La expansión de esta conciencia, fusionada y
mezclada, hacia la conciencia de
la Tríada espiritual, culmina en la quinta iniciación.
c. La expansión de conciencia, para la cual
trabajan los Maestros, culmina en la séptima iniciación.
En
la actualidad los estudiantes han hecho gran progreso para lograr el control de
la personalidad, y la cantidad de discípulos en el mundo es tan numerosa, que
el énfasis jerárquico se ha puesto sobre los estados de conciencia que seguirán
después de la tercera iniciación, por eso se da al público la enseñanza sobre
el antakarana.
Clasificaré
la enseñanza sobre las seis etapas y los siete métodos de rayo para tener una
imagen visual del proceso propuesto. La realización del proceso es,
lógicamente, otro asunto, y su éxito depende de algo más que de una comprensión
teórica del mismo.
Depende de la capacidad de vivir más definidamente que hasta ahora en el
mundo del significado, del conocimiento que se tenga respecto a los rayos del
alma y de la personalidad, de la capacidad de centrarse en la conciencia
fusionada, y desde ese punto -manteniendo la mente firme en la luz- pronunciar
la Palabra de Poder que llevará el hilo de luz creado, hacia la Tríada
espiritual.
DELINEAMIENTO
DE LA CONTEMPLACIÓN REFLEXIVA
PARA
LA CONSTRUCCIÓN DEL ANTAKARANA
I. Puntos a recordar.
Este
trabajo de construcción concierne al manejo de la energía. Los estudiantes
harían bien en reflexionar acerca de la diferencia que existe entre energía y
fuerza.
Depende
del uso de la imaginación creadora. Los estudiantes deberían también
reflexionar sobre la relación que existe entre la imaginación y la intuición y
entre ambas y la mente.
La
construcción del antakarana debe llevarse a cabo con la máxima comprensión
consciente.
II. Los seis pasos o métodos en la
construcción del antakarana.
1.
Intención.
a.
La obtención de una correcta orientación: hacia
el alma, hacia la Tríada espiritual.
b.
La necesidad de una comprensión mental del
trabajo a realizar.
c.
La creación de un "círculo no se pasa"
formado de energías conscientemente reunidas y mantenidas en estado de tensión.
d.
Un período de claro pensar sobre el proceso de
la Intención debe ser ensayado.
e.
Luego el mantenimiento de un punto de tensión.
2.
Visualización.
a. El
empleo de la imaginación creadora o facultad de crear imágenes.
b. La
respuesta a la impresión intuitiva o búdica.
c. La
dedicación a dos energías:
La
energía mantenida en un punto de tensión dentro del "círculo no se
pasa", creado previamente.
La
energía activa creadora de imágenes, puesta en actividad por la mente del
constructor.
3.
Proyección.
a. La
evocación de la voluntad por medio del método adecuado al royo egoico del
discípulo.
b. La
simultánea preservación de tres cosas en la mente:
Conciencia
de la fusión de la personalidad con el alma.
Conciencia
del punto de tensión enfocada.
Conciencia
de la energía de rayo en su aspecto voluntad.
c. La
aplicación de cualquier método de proyección de los siete rayos, de acuerdo con
el rayo del discípulo.
d. El
empleo de una Palabra de Poder.
4.
Invocación y Evocación.
a. El
alma y la personalidad fusionadas son ahora invocadoras y su mutua intención se
expresa en las tres etapas previas.
b. La
respuesta que llega luego de la Tríada espiritual evocada por esa intención e
impulsada por un acto de la voluntad desde el punto de tensión.
5.
Estabilización.
Se obtiene mediante la prolongada y paciente
aplicación de los cuatro procesos
anteriores, seguida del uso consciente del antakarana.
6.
Resurrección y Ascensión.
La elevación de la conciencia, fuera de las
limitaciones del alma y de la personalidad (desde el ángulo de la mónada), y su
entrada en la conciencia de la Tríada espiritual.
Quisiera
abordar aquí un punto importante, relacionado con las Palabras de Poder. Podría
dar estas palabras en su antiguo idioma senzar, pero me resultaría imposible
enseñar por medio de la escritura, su pronunciación antigua y peculiar, o la
nota en la cual deberían ser emitidas. Esto antes era considerado como de
suprema importancia. Actualmente se le enseña al discípulo a trabajar mucho más
en los planos internos del significado,
y no a depender, como hasta ahora, de la actividad externa del sonido. Debe
recordarse que no está creando en el plano externo. Por lo tanto el sonido o
sonidos físicos, es relativamente de poca importancia. Lo que importa es la
capacidad para sentir el
significado de la Palabra de Poder cuando la emite silenciosamente. La cualidad de su idea es la que
producirá el efecto correcto, y no el modo en que produce un sonido con la
ayuda de las cuerdas vocales y la boca.
Se
ha señalado que el A.U.M. emitido inaudiblemente y oído, tiene mayor potencia
que cuando es emitido audiblemente. Esto fue preliminar a la pronunciación de
estas Palabras de Poder. Va aprendiendo el significado del O.M., aunque no se
ha dado cuenta. Todo se hace en preparación para emplear las Palabras de Rayo.
Lo importante es el pensamiento detrás de la forma, la sensación registrada
respecto a las palabras y la comprensión de su significación; lo interesante es
la habilidad para pensar, sentir y enviar silenciosamente el llamado de la
cualidad a la cualidad, del significado al significado, de la naturaleza a la
naturaleza, de la forma al espíritu, recordando siempre que lo que existe en el
plano físico no es un
principio. El sonido físico no conducirá a la exitosa construcción del
antakarana. Es la cualidad de un tipo particular de naturaleza subjetiva (el
rayo del alma cuando domina al rayo de la personalidad) lo que atrae a aquello que
es aún más subjetivo, siendo en verdad lo que efectúa el trabajo. Debería
tenerse presente que, desde el ángulo de la Tríada espiritual, la naturaleza
del alma es definidamente objetiva. Esto es la enunciación de una realidad
oculta que será mejor comprendida cuando la verdadera naturaleza del hombre
(tal como se enseña en las ciencias esotéricas) sea aceptada por los
pensadores, científicos y sicólogos.
Quiero
puntualizar aquí que no daré determinada palabra, pues sería inútil. El O.M. no
tiene ninguna utilidad para la mayoría de las personas, aunque como estudiantes
entrenados puedan beneficiarse con su empleo. Esta inutilidad general se debe a
que la gente no la emplea correctamente y cuando lo hace, no mantiene
firmemente su significación en la conciencia. Lo mismo sucede con una Palabra
de Poder. De qué serviría dar la Palabra de Poder de primer rayo que
(transcrita en forma simbólica) se asemeja a UKRTA-PKLTI. Ciertos sonidos de
esta palabra‑forma han sido omitidos porque no hay manera de describirlos,
pues no son vocales ni consonantes. Correctamente emitida la palabra
mencionada, constituyen tres palabras. Pero puedo dar en lo posible, el significado equivalente en castellano
y quisiera que lo tengan presente al pronunciar mentalmente el sonido o la
Palabra de Poder, tratando de visualizarla para realizar el milagro esotérico
de construir el puente.
Por
lo tanto, el discípulo de primer rayo tendrá que satisfacer los requisitos lo
mejor que pueda y seguir las cuatro etapas de la técnica de proyección, como se
da en la página 419. Cuando ha seguido fielmente la rutina delineada, la fusión
de la personalidad con el alma debe ser conscientemente emprendida y hasta
cierto punto realizada, entonces estos factores fusionados deben mantenerse
firmes en la luz triadal. Así se produce otro punto de enfocada intención,
dando como resultado una nueva y más dinámica tensión. En el completo silencio
resultante se lleva a cabo el acto de proyectar el antakarana, efectuándose por el impulso de una
Palabra de Poder. El simbolismo vinculado a ello reside en el empleo que hace
la masonería de las palabras "Así sea", pronunciadas con la mano
derecha extendida, significando la voluntad personificada por la Logia, que en
sí mismo es un símbolo de la Voluntad y el Propósito del Altísimo.
El
significado de la Palabra de Poder, a emplear en este punto de proyección,
podría ser resumido en las palabras: "YO AFIRMO LA REALIDAD". Ésta es
la traducción aproximada que puedo darles de la palabra‑forma mencionada
anteriormente. Una reflexión profunda sobre estas palabras demostrará que si se
las enuncia comprendiendo su significado, son de enorme potencia. El discípulo
que las pronuncia acepta y luego afirma que:
1.
La Tríada espiritual es una realidad.
2.
La relación entre el alma y la personalidad
fusionada y combinada es una realidad.
3.
El antakarana es también una realidad.
4.
La expresión dual de la dualidad básica de la
manifestación -personalidad o forma y Mónada o Espíritu- es una realidad.
5.
La voluntad de la Mónada es el factor a evocar.
6.
Se puede depender del Uno como conocedor, pleno
de propósito, para entrar en contacto con el instrumento de su voluntad en el
plano físico.
7.
El trabajo se ha realizado. Esta aceptación
efectiva no es fe sino conocimiento y convicción, y sobre tal convicción, el
discípulo se apoya, actúa y depende, trasformándose en una actitud inalterable
e inmutable. El significado del séptuple enunciado que antecede es más claro si
el discípulo medita sobre la diferencia entre fe y convicción. Esta divina
afirmación mantiene al universo en existencia; es el resumen personificado de
todo conocimiento y amor, y el discípulo de primer rayo debe comenzar a emplear
esta técnica, apoyándose en la divina prerrogativa de afirmación. Reflexiónese
sobre este enunciado. Es la técnica
que emplea Shamballa, y el derecho, la prerrogativa y el privilegio
establecido, de todas las almas de primer rayo.
Nuevamente
las dos etapas de Intención y Visualización han sido cuidadosamente seguidas y
las cuatro etapas de Proyección llevadas a un nivel más elevado. La vívida luz
del alma de segundo rayo (la más vívida de este sistema solar de segundo rayo)
domina a la luz de la forma e irradia externamente hacia la luz triádica:
Entonces se produce un momento de intensa concentración y se pronuncia la
peculiar Palabra de Poder de segundo rayo. De esta Palabra, el símbolo dual
SXPRULXS toma forma en la mente del discípulo y significa la afirmación:
"VEO LA MÁXIMA LUZ". Este enunciado tiene relación con el Sol Central
espiritual y no con el Corazón del Sol; implica, si se me permite expresarlo
así, el esfuerzo más intenso para ver en la luz la relación del todo, siendo
ésta una de las más poderosas experiencias a la cual pueda ser sometido el
discípulo. No es visión ni siquiera aspiración por ver la visión. Es la visión
total, de la cual el símbolo masónico del "Ojo de Dios", "el Ojo
que todo lo ve", es la expresión. Significa conocer la luz del rostro
divino, de la cual la luz del alma es el pálido reflejo. El discípulo ha
aprendido la significación de las luces solar y lunar (luces del alma y de la
forma), pero es algo distinto. Es la gran luz de la realidad misma oscureciendo
a las demás luces, revelando la realidad del Camino superior iluminado que
conduce al Nirvana, de la cual el antakarana proyectado es la primera etapa
conscientemente realizada por el discípulo.
En
consecuencia podrá verse la dificultad que enfrento para aclarar estas Palabras
de Poder, porque esencialmente la Palabra hecha carne, o el alma en encarnación,
registra el poder en este
punto; es el símbolo (el aspecto forma) y el poder (el aspecto espíritu) que
actúa como gran agente creador y atraviesa todas las barreras y todos los
estados de conciencia separatistas, estableciendo así la completa unidad.
He
indicado las vocales y consonantes más
apropiadas para aclarar estas Palabras y lo he hecho en los casos de primero y
segundo rayos. No daré otras pues serían completamente inútiles. Impartiré
solamente las significaciones, los conceptos implicados y el sentido que estas
arcaicas palabras‑formas (que he tratado de describir con letras)
encierra. A medida que la raza va penetrando cada vez más en el mundo del
significado, estas palabras‑formas son cada vez menos importantes y sólo
concentrando el pensamiento, basado en el entendimiento comprensivo, pueden
obtenerse resultados. En este tipo de trabajo relativamente nuevo somos
precursores.
Tercer Rayo... Inteligencia Activa.
Fueron
seguidos los procesos de Intención y Visualización y también concluidas las
cuatro etapas de la técnica de Proyección. En el punto más elevado de tensión,
el discípulo pronuncia la Palabra de Poder de tercer rayo. No es fácil para el
discípulo de este rayo obtener el necesario y concentrado silencio, porque su
gran fluidez le hace pronunciar innumerables palabras y desempeñar una gran
actividad mental, debido frecuentemente al impulso del espejismo. Esto disminuye
la potencia de lo que él trata de realizar. Pero cuando ha obtenido el
"silencio mental" y se ha convertido simplemente en un punto de
concentración inteligente, entonces puede emplear la Palabra de Poder con gran
eficacia. La dificultad reside en vencer la tendencia a emplearla con la idea
de obtener resultados físicos en su conciencia. Actúa siempre desde el ángulo
de esa cualidad divina que caracteriza a la materia, así como el discípulo de
segundo rayo trabaja siempre desde el ángulo de la cualidad, y el discípulo de
primer rayo desde la positividad del espíritu. Pero una vez que abarca
intuitivamente y comprende realmente el concepto de que espíritu y materia son
una sola realidad y ha logrado dentro de sí mismo sublimar la materia, recién
puede desligarse de todo lo que el ser humano comprende referente a la forma.
Entonces puede enunciar la Palabra de Poder que hará posible su completa
identificación con el espíritu, vía el antakarana. Tal palabra significa:
"YO SOY EL PROPÓSITO MISMO”.
Respecto
a las restantes Palabras de Poder, relacionadas con los cuatro Rayos de
atributo, sólo las enumeraré, pues poco puedo decir sobre ellas. Pueden ser
comprendidas a la luz de lo que he dicho respecto a las tres Palabras de Poder
empleadas en los Rayos de Aspecto, y son:
Cuarto
Rayo ... Armonía a través del Conflicto.
“DOS SE FUSIONAN EN
UNO”
Quinto
Rayo ... Conocimiento Concreto o Ciencia.
“TRES MENTES SE
UNEN”
(Esto
afirma la realidad de que la Mente Universal, la mente superior y la mente
inferior concreta, se fusionan por medio del antakarana ya proyectado)
Sexto
Rayo ... Devoción o Idealismo.
"LO SUPERIOR
CONTROLA"
Séptimo
Rayo ... Ley u Orden Ceremonial.
“LO SUPERIOR Y LO
INFERIOR SE UNEN”
Se
observará que en todas estas Palabras de Poder emergen dos pensamientos
evidentes; primero, que la meta de toda actividad es la total fusión de los
tres aspectos y, segundo, que se obtiene conciencia de esto mediante la
construcción y el empleo del puente entre la Tríada espiritual y la
Personalidad. Como verán, éstas son afirmaciones definidas, basadas en el
conocimiento que conduce a la convicción. Las diferentes escuelas que hoy
postulan tal afirmación en el mundo, no son más que esfuerzos distorsionados de
la humanidad para adoptar la posición afirmativa que necesariamente asumen el alma y la
personalidad fusionadas, demostrando una especie de reacción instintiva hacia
una nueva comprensión que está penetrando en la conciencia de la humanidad,
mediante sus discípulos e iniciados.
Hemos
concluido prácticamente el estudio del antakarana; sin embargo, quiero
explayarme algo más sobre las tres etapas finales del proceso de construcción
tal como fue considerado y delineado anteriormente. Estas tres etapas fueron
consideradas muy brevemente debido a su naturaleza abstracta, no obstante
forman parte de los seis métodos de construcción. Los primeros tres fueron considerados más
detalladamente que los tres últimos y he creído que podría servir un propósito
útil si diera mayor enseñanza sobre la invocación y evocación en particular,
porque eso condicionará -consciente y exotéricamente- la nueva religión
mundial, tal como lo ha hecho hasta ahora esotérica e inconscientemente.
Invocación y Evocación
(Continuación de las páginas 406-7).
Estos
dos palabras describen ese algo misterioso -emanación, demanda silenciosa,
impulso innato hacia la luz- innato en todas las formas, que produce
interacción y relación, siendo la causa de la penetración en la luz y de todo
progreso o avance, en el sendero de la conciencia en expansión. Lo mismo sucede
en la planta que se abre camino de la oscuridad del suelo a la luz del sol; en
el niño que se desprende por impulso de la vida, de la matriz de la madre; en
el ser humano que se esfuerza por ir hacia los reinos de mayor conocimiento y
hacia una vida física efectiva; en el aspirante que pasa del Aula del
Aprendizaje al Aula de la Sabiduría; en el discípulo que penetra en el reino de
la luz y vida del alma; en el iniciado que pasa de un grado a otro en la
Jerarquía de la Liberación; en el Cristo que pasa a la Cámara del Concilio de
Shamballa, y en el Señor del Mundo que emprende esos procesos que Lo conducirán
a los reinos de la vida divina -sobre la cual el iniciado más elevado de
nuestro planeta no tiene el menor concepto. Todo se produce como parte de un
gran sistema de invocación y evocación, de demanda y respuesta, y todos son
característicos del "método de vida" que rige a la graduada Jerarquía
del Ser en nuestro planeta.
Este
evolutivo impulso hacia adelante, en el Camino Iluminado, de la oscuridad a la
luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es un anhelo
innato en todas las formas. Constituye una de las más sutiles y menos
comprendidas leyes del universo, relacionada con el principio Vida, del cual
nada sabemos todavía; subyace
en la Ley de la Evolución, al igual que en la Ley del Karma, siendo en realidad la Ley del Propósito
de la Vida del Logos planetario; es una expresión de Su intención dinámica,
pues obliga a toda sustancia, en manifestación en tiempo y espacio, a accionar
y reaccionar de acuerdo a Su voluntad; de esta manera permite que Su forma -el
planeta, compuesto por los siete reinos de la naturaleza- exprese la intención
logoica mientras dura el "Gran Aliento", del cual tiempo y espacio
son dos aspectos. Afecta al átomo más pequeño y al más excelso Ser, dentro de
la esfera de Su conciencia y del alcance de Su vivencia; afecta a los reinos
subhumanos sin que ellos se den cuenta y (en lo que les concierne) es lo que a
veces se ha denominado "la Ley de la Vida del Sol". Después de haber
alcanzado la etapa de integración de la personalidad, la familia humana reacciona
al propósito divino con acrecentada conciencia. Una vez construido el
antakarana y recibidas las iniciaciones superiores, el iniciado colabora en ese
propósito con plena comprensión e intención. Ya no reacciona simplemente a sus
propios anhelos internos que lo obligan a invocar siempre el aspecto superior
de la vida y de la conciencia, que presiente tener por delante. Ahora conoce;
ve; participa en el Plan; se relaciona con la Intención divina por medio de la
comprensión de la Doctrina o Ciencia de Tensión; se apropia de la Intención
divina hasta donde puede captarla. Esta interacción recíproca produce la.
mutabilidad de la forma y la inmutabilidad de la naturaleza divina,
características de esas conciencias que se han liberado de la prisión de la
forma.
En
otra parte[1]
he dicho que: "La definición de la religión, que en el futuro demostrará
mayor exactitud que cualquier de las formuladas hasta ahora por los teólogos,
podría ser expresada de la manera siguiente:
Religión es el nombre asignado al llamado invocador
de la humanidad y la respuesta, a esa demanda, evocada por esa Vida más grande.
En
realidad significa que la parte reconoce su relación con el Todo, además de la
constante demanda para aumentar la
percepción de dicha relación, lo cual produce el reconocimiento, por parte del
Todo, de la demanda formulada. Es el impacto producido sobre esa Vida, por la
vibración de la humanidad -orientada específicamente hacia esa Gran Vida de la
cual se siente parte- y el impacto, en respuesta de ese “amor omniabarcante”,
sobre esa vibración menor. Recién ahora el impacto producido por la vibración
humana puede ser sentido tenuemente en Shamballa; hasta hoy su más poderosa
actividad alcanzó solamente a la Jerarquía. Religión, la ciencia de invocación
y evocación, en lo que concierne a la humanidad, constituye el Acercamiento (en
la futura nueva era) de una humanidad polarizada mentalmente. En el pasado la
religión ha tenido un atractivo totalmente emocional. Se ocupaba de la relación
del individuo con el mundo de la realidad y de buscar aquellos que aspiraban a
la divinidad. Su técnica consistió en capacitar al hombre para revelar esa
divinidad, lograr una perfección que justifique esa revelación y desarrollar la
sensibilidad y la respuesta amorosa al Hombre ideal, resumida en el Cristo para
la humanidad actual. Cristo vino para poner fin a este ciclo de acercamiento
emocional, existente desde los días atlantes. Demostró en Sí Mismo la
perfección visualizada y dio a la humanidad un pleno ejemplo de todas las
posibilidades latentes en el hombre, hasta
esa época. Entonces el logro de la perfección de la conciencia crística
se convirtió en el objetivo principal de la humanidad."
La
actividad de los anteriores Instructores y los Hijos de Dios manifestados, fue
únicamente la presentación de los distintos aspectos de la perfección divina
que el Cristo sintetizó en Sí Mismo. Pero Él hizo mucho más que eso. Si hubiera
sido sólo esto lo que Él realizó, habría presentado a la humanidad el cuadro de
una realización estática, o sea la culminación de la perfección, tal como lo
exigía en esa época el estado evolutivo del hombre; en realidad nos hubiera
presentado un gran Personaje y al mismo tiempo su evolución detenida. Esto era
lógicamente imposible; pero la religión que Él fundó nunca reconoció este hecho
ni consideró lo que subyace más allá del Cristo, cuál era la naturaleza de Su trasfondo subjetivo y Su punto de
realización, y si Él tenía aún otras posibilidades. Esta omisión quizás resultó
inevitable, debido a que la idea de la evolución fue conocida relativamente
tarde por la conciencia humana. La religión ortodoxa se ha preocupado del
acercamiento, mediante la emoción y la aspiración, a este Personaje Perfecto,
pero no ha visto más allá del Personaje, hasta la Realidad que Él representa.
Cristo Mismo lo previó como una posibilidad y trató de soslayar, cuando señaló
a Sus discípulos que podrían "hacer cosas más grandes que las que Él había
hecho", porque Él "iba al Padre". En estas palabras señaló más
allá de Sí Mismo al ser que era responsable de Su Ser y el Camino de Evolución
Superior -tema que la iglesia nunca ha tratado satisfactoriamente. En las
palabras que anteceden, Él señaló un estado del ser que nunca demostró en la
tierra, debido a la falta de preparación del hombre, y a que Él Mismo también
estaba "en Camino".
El
Camino de Evolución Superior tiene también dos fases como las tiene el Camino
Iluminado. En las primeras etapas del desarrollo de la conciencia crística y en
la obtención de la tercera iniciación, la Transfiguración, el aspirante y el
discípulo iniciado atraviesan la primera parte del sendero del discipulado. Al
hollar el Camino de Evolución Superior (aún empleamos, este término tan
engorroso) el discípulo iniciado recorre el camino del antakarana y el Camino
de las Iniciaciones superiores. Al hacer este enunciado, les recordaré
nuevamente que la tercera iniciación es considerada por la Jerarquía como la
primera iniciación mayor, mientras que las dos iniciaciones anteriores son
consideradas sólo de naturaleza preparatoria. El entrenamiento dado, en
preparación para éstas y las consiguientes expansiones de conciencia, revela al
iniciado la naturaleza del alma, el alcance (amplio y universal) de la
conciencia‑divina y su relación con el Padre, la Mónada, que le permite
convertirse en alma en manifestación, en tal medida, que su percepción se
trasforma definitiva e inalterablemente
en la del alma; en la cuarta iniciación, el cuerpo-alma, el vehículo
causal, ya no es necesario; luego desaparece, se disipa y destruye totalmente,
dejando así al iniciado, libre para hollar el Camino de Evolución Superior y
seguir los pasos de Cristo. Él fue el primero de nuestra humanidad planetaria
que abrió la senda (¿y no es ésta una frase muy común?) hacia las esferas
superiores de la revelación.
Quisiera
también recordar aquí que durante esta etapa de la evolución humana, estas
variadas fases existen simultáneamente; esto explica ampliamente la diferencia
y las relativas dificultades que caracterizan a todas las religiones del mundo
y a todas las relaciones. La demanda emocional por parte de las masas es
necesaria, y su meta -algo alejada- es la conciencia del alma y el control por
el alma. Constituye el camino místico de las primeras etapas preparatorias de
la Ciencia de Invocación y Evocación. Es el método que debe seguir en la
actualidad la humanidad común, ampliamente atlante en su acercamiento y
naturaleza; ella debe aprender a hollar el Sendero convirtiéndose en el Sendero
Mismo, y así desarrollar el mecanismo y las capacidades que le son inherentes a
la Mente divina, que "hila el hilo de conexión de la luz y relaciona a
todos los seres dentro del círculo no se pasa planetario.
Al
convertirse en el Sendero, hablando simbólicamente, y por un proceso de
reorientación, el aspirante que trata de hollar el Camino Iluminado de la
purificación y del discipulado, alcanza un punto en que esa luz y ese sendero
le han llevado a una meta específica. Entonces, la luz que ha generado dentro
de sí mismo y que está aprendiendo rápidamente a emplear, le revela el Camino
de Evolución Superior, la realidad de una meta aún mayor y más grande que
Cristo denominó "el Hogar del Padre".
En
la cuarta iniciación, por primera vez en su experiencia, llega a ser consciente
de que existe un vacío o brecha, que lo separa de su meta distante. Esto
constituyó la parte principal de la agonía en la Cruz. Hubo una fusión de
agonías en ese momento supremo, si puedo describir así lo ocurrido. El Maestro
Jesús, crucificado allí, sintió
la agonía de la necesidad humana y renunció a Su propia vida; dio todo de sí
(hablando también simbólicamente) para satisfacer esa necesidad. En ese momento
Cristo influyó sobre Su gran discípulo y también pasó simultáneamente por una
gran experiencia iniciática. Su agonía, en la ansiedad por recibir la
revelación y una acrecentada iluminación (a fin de ampliar sus facultades como
Salvador del mundo), le reveló las nuevas posibilidades, por las cuales -cuando
las enfrentó confusamente en el Huerto de Getsemaní y más tarde en la Cruz- toda
Su naturaleza se cohibió.
Éste
es un gran misterio, y comprenderlo es tan imposible como saber de lo que estoy
hablando; es conveniente establecer el hecho en la conciencia, que en la
iniciación de la Crucifixión, el Maestro Jesús recibió la cuarta iniciación y
el Cristo la sexta iniciación. El Maestro Jesús alcanzó la experiencia
culminante del Camino Iluminado, mientras que Cristo hizo ese esfuerzo final
que Le permitió completar y atravesar "el arco iris" y, por lo tanto,
"ir al Padre" (como Él dijo a Sus discípulos), avanzando hacia la
primera etapa del Camino de Evolución Superior.
El
punto práctico que los aspirantes y discípulos deben recordar es que la Ciencia
de Invocación y Evocación entró en una nueva fase cuando Cristo vino y Se
presentó ante la humanidad; entonces impartió la enseñanza que resumía todo el
pasado e indicó los nuevos aspectos de la futura enseñanza. Abrió la puerta al
Camino de Evolución Superior, hasta entonces cerrada, así como Buda resumió en
Sí Mismo la realización del Camino Iluminado y la adquisición de todo
conocimiento y sabiduría. Al abrir Cristo esta "puerta mayor, que está más
allá de la puerta menor", introdujo -si puedo expresarlo tan
inadecuadamente- la Voluntad de Dios en la tierra, particularmente en relación
con la conciencia de los hombres. Elevó toda la Ciencia de Invocación y
Evocación al plano mental e hizo posible un nuevo acercamiento a la divinidad.
Resulta difícil presentar un símbolo que aclare esto en la mente, pero el que
se da en la página siguiente puede traer alguna iluminación.
Debe
recordarse que la inteligencia y el amor estaban presentes en la Tierra, la
primera en mayor grado que el segundo, y que la tarea de todos los Salvadores
del mundo (surgiendo del Lugar Secreto, desde el ilimitado pasado hasta la
actualidad) ha sido introducir, organizar y complementar estos aspectos, energías
y
atributos divinos, para continuar su desarrollo en el cuerpo del Logos
planetario. De vez en cuando, en la época de Su Aparición, Ellos demostraron a la
humanidad el grado de desarrollo alcanzado. Estos Representantes de la Deidad
han pertenecido a todas las categorías, grados y distintas etapas de desarrollo
espiritual; fueron elegidos por Su aptitud para responder a la invocación y
manifestar ciertas cualidades divinas, atraer a Su alrededor a quienes poseían
latentes las mismas cualidades divinas y, por lo tanto, simplificar la
enseñanza que el Salvador del Mundo vino a impartir, traduciendo en el
equivalente humano todo lo que era posible de la inspiración divina. Muchos de
Ellos han sido olvidados, aunque Su trabajo tuvo éxito; otros se han convertido
en un mito, debido a la facultad del hombre de crear formas mentales, pero Su
trabajo ha sido recordado y los monumentos y las tradiciones dan constante
testimonio; los grandes Hijos de Dios poseían un gran poder y amor a la
humanidad, y aún después de muchos siglos evocan la atención del género humano
y condicionan todavía las reacciones de millones de personas.
Vyasa
-el Vyasa original, la gran Individualidad evocada por la invocación de los
primitivos hombres‑animales- sigue siendo algo más que un nombre, aunque
ha salido de nuestro esquema planetario hace millones de años. Respondió a las
invocadoras especies superiores del reino animal, abriéndoles una puerta hacia
el reino humano, y Su trabajo dio lugar al proceso conocido como
individualización. En el transcurso de las épocas han venido estos Hijos de
Dios, evocados por la invocación humana; invocaron a su vez ciertos aspectos de
la naturaleza divina, profundamente ocultos en la humanidad -todos relacionados
hasta entonces con la conciencia y la respuesta de la parte al Todo. Eventualmente, vino Hércules y abrió
la puerta al sendero del discipulado, y Su trabajo está conservado para
nosotros en los Doce Trabajos de Hércules, los cuales resumen las diferentes
pruebas a que son sometidos todos los discípulos, previamente a las distintas
iniciaciones. Vino Shri Krishna y abrió la puerta por la cual el género humano
pudo pasar a la segunda Iniciación. Buda,
un Personaje aún mayor, conocido como "El Iluminado", vino y demostró
a la humanidad la naturaleza del Camino Iluminado, sus revelaciones y efectos
en la conciencia. Representó para nosotros la suprema realización del camino
místico. Luego vino Cristo y realizó un triple trabajo:
1. Abrió
la puerta para la tercera iniciación.
2. Introdujo
en la Tierra "la voluntad de Dios en la matriz del amor" (como
esotéricamente se lo denomina).
3. Señaló
el camino que atraviesa "el ojo de la aguja" y permite entrar en la
Pirámide a través del pasillo (el símbolo de la Tríada espiritual. A.A.B.) que
conduce externamente al Camino que finaliza en Shamballa.
Su trabajo fue de naturaleza
culminante; demostró en Sí Mismo dos aspectos divinos, dando de este modo
"forma y sustancia al amor"; esto ha sido secuencialmente fomentado
por varios Salvadores del mundo de menor categoría, que vinieron anteriormente,
de los cuales Shri Krishna fue el más grande.
Cristo completó el trabajo
de Buda, manifestando en su plenitud, la naturaleza del amor, permitiendo, como
bien saben, la plena expresión del amor‑sabiduría en su aspecto dual -un
aspecto demostrado por Buda y otro por Cristo. Pero en el mundo del pensamiento
y de la religión aún no se ha hecho hincapié sobre Su principal trabajo -la
revelación del Camino de Evolución Superior. Esto implica atraer la prístina
voluntad divina y relacionar la Jerarquía espiritual con el Gran Concilio en
Shamballa. Por lo tanto, será evidente que fue el primero en llevar a cabo,
etapa tras etapa, la total revelación de la humanidad a la Jerarquía y de la
Jerarquía a Shamballa. Pudo realizar esto en virtud de haber construido y terminado el antakarana,
facilitando así el trabajo de todos los futuros aspirantes y discípulos. Hizo
posible que su progreso, respecto a la iniciación de cada etapa del antakarana
planetario, no sufriera interrupciones. Presentó el "primer hilo de
sustancia viviente, irradiado por el amor, inteligentemente tejido y
energetizado por la voluntad, que ningún ser humano de nuestra humanidad
terrestre ha podido entretejer con el antakarana planetario. He aquí el secreto
de la sexta iniciación -la ascensión- no observado todavía por el ocultista.
Ahora
diré algo muy importante. Todo el esquema evolutivo está basado en una serie de ascensiones, las cuales son
el resultado de un procedimiento, una técnica, un método (empleen el término
que quieran) de invocación, aplicado por el individuo, grupo o reino inferior,
y la consiguiente evocación de lo mayor, más incluyente e iluminado. Esto es
verdad respecto al solitario aspirante en el Camino, o a todo un reino de la
naturaleza. Los grandes Hijos de Dios encarnados son necesariamente Aquellos
pueden incluir en Su conciencia reinos enteros o estados divinos del Ser. Aquí
tenemos la clave de cómo la invocación de un grupo "con intención
masiva" puede atraer, y lo ha hecho tantas veces en nuestra historia
planetaria, a un Ser que satisfaga la necesidad, expresada por la invocación,
como "camino de salida", y personificar en Sí Mismo la visión o meta
requeridas.
Como
se habrá observado he llevado la enseñanza (dada anteriormente sobre el tema) a
la totalidad de los reinos. En una instrucción anterior, he considerado el
proceso tal como es aplicado al discípulo que invoca a su alma; luego llevé el concepto
más allá y consideré al discípulo que invoca a su Padre en los Cielos, la
Mónada. Me he ocupado ahora brevemente de toda la humanidad, la cual se halla
en un gran punto de invocación, donde está todo el reino humano involucrado.
Tenemos así las seis grandes etapas finales en el proceso que estamos
considerando: la Invocación que conduce a la Evocación, a la Resurrección en la
Quinta Iniciación y a la Ascensión en la Sexta.
Resumiendo,
he llevado el estudio de los aspectos esotéricos del desarrollo mental, a un
punto en que el hombre espiritual es elevado a los reinos -que no son los del
alma ni de la personalidad- que lo convierten en parte integrante de la
experiencia monádica. Por lo tanto me ocupé definidamente de la experiencia
iniciática. He puesto el debido énfasis sobre el hecho de que la personalidad
sigue siendo un instrumento o vehículo de expresión para el alma universal y
sus muchos aspectos en el plano físico; he aclarado también que para la
conciencia, el alma en sí, se ha perdido en el mar de la comprensión universal;
he detallado además el estado del ser que el iniciado ha alcanzado como
resultado de las seis etapas de construcción consciente del antakarana, pero he
señalado a este respecto que lo transcurrido está más allá de lo que llamamos
conciencia, siendo por consiguiente indefinible para el intelecto humano. Hemos
tratado además ciertas etapas de desarrollo que permanecen indescifrables para
cualquier comprensión humana, excepto para Quienes pueden actuar en los atrios
de Shamballa. Cuando estas etapas se hayan superado habrá sido alcanzada la
meta de los procesos evolutivos, en lo que a la humanidad se refiere. Tales
conceptos abarcan la presentación de la verdad y de nuestro tema, hasta el
momento actual. No podemos seguir más allá, porque no sería de utilidad, y
tampoco la constitución humana adecuada, para la tarea impuesta.
En
previas secciones he llevado nuestro tema al punto culminante de todo lo dado
hasta ahora respecto a la mente humana y su capacidad. He indicado el método
por el cual la mente, entrenada en la meditación y por lo tanto consciente del
alma, puede -por medio de la construcción del antakarana- alcanzar alturas y
etapas de inclusividad que la introducirán en ciertos aspectos de la así
llamada mente universal, la Mente de Dios, tal como se la denomina
familiarmente. Lo que en verdad he hecho, es considerar muy brevemente el modo
por el cual el discípulo o el iniciado pueden, con acrecentado poder,
sintonizarse con la mente del Logos planetario, Sanat Kumara. Así como el
discípulo puede, cuando es
consciente del alma, sintonizarse con la mente de Su Maestro, del mismo modo el
iniciado, en una vuelta más alta de la espiral, también puede registrar los
pensamientos del Ser divino en el Que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
ser.
Por
el desarrollo del antakarana y su consciente uso científico, el iniciado se
hace consciente de lo que transcurre en la Cámara del Concilio de Shamballa;
entonces puede empezar a trabajar eficientemente como un exponente del aspecto
Voluntad de la divinidad. Sin embargo, durante todo este tiempo nos hemos
limitado totalmente a la consideración del aspecto mente, en sus tres fases en
el plano mental, haciéndolo extensivo a los estados del ser, desconocidos por
todos, excepto para los discípulos entrenados e iniciados. Mi intención ha sido
darles una visión interna teórica, no práctica, sobre los métodos de actividad
y los posibles estados del ser, a los cuales podrán algún día aspirar y
eventualmente alcanzar.
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Año:
2002
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