La Muerte: Una Gran Aventura Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice
A. Bailey)
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Resumen de una
declaración hecha por el Tibetano
Publicada en agosto de
1934
Solamente diré que soy un
discípulo tibetano de cierto grado; esto puede significar muy poco para
ustedes, porque todos son discípulos, desde el aspirante más humilde hasta
más allá del Cristo Mismo. Tengo cuerpo físico lo mismo que todos los
hombres; resido en los confines del Tíbet, y a veces (desde el punto de vista
exotérico), cuando me lo permiten mis obligaciones, presido un grupo
numeroso de Lamas tibetanos. A esto se debe la difusión de que soy un abad de
ese Monasterio Lamásico. Aquellos que están asociados conmigo en el trabajo
de la Jerarquía (todos los verdaderos discípulos están unidos en este
trabajo), me conocen también con otro nombre y cargo. A.A.B. conoce dos de
mis nombres. Soy un hermano que
ha andado un poco más por el sendero y, por consiguiente, tengo más
responsabilidades que el estudiante común. He luchado y he abierto un camino
hacia la luz y logré mayor cantidad de luz que el aspirante común que leerá
este artículo, por lo tanto, tengo que actuar como transmisor de luz, cueste
lo que costare. No soy un hombre viejo con respecto a lo que la edad puede significar
en un instructor, y tampoco soy joven e inexperto. Mi trabajo consiste en
enseñar y difundir el conocimiento de la Sabiduría Eterna dondequiera que
encuentre respuesta, y esto lo he estado haciendo durante muchos años. Trato
también de ayudar a los Maestros M. y K. H. en todo momento, porque estoy
relacionado con Ellos y Su trabajo. Lo expuesto hasta aquí encierra mucho,
pero tampoco les digo nada que pueda inducirles a ofrecerme esa ciega
obediencia y tonta devoción que el aspirante emocional brinda al Gurú o
Maestro, con el cual aún no está en condiciones de tomar contacto, ni puede
lograrlo hasta tanto no haya transmutado la devoción emocional en
desinteresado servicio a la humanidad, no al Maestro. No espero que sean
aceptados los libros que he escrito. Pueden o no ser exactos, correctos y
útiles. El lector puede comprobar su verdad mediante la práctica y el
ejercicio de la intuición. Ni A.A.B. ni yo, tenemos interés en que se los
considere como que han sido inspirados, tampoco que se diga misteriosamente
que son el trabajo de uno de los Maestros. Si estos libros
presentan la verdad de tal manera que pueda considerarse como la continuación
de las enseñanzas impartidas en el mundo, y si la instrucción suministrada
eleva la aspiración y la voluntad de servir desde el plano de las emociones
al plano mental (el plano donde se encuentran los maestros), entonces estos
libros habrán cumplido con su propósito. Si la enseñanza impartida encuentra
eco en la mente iluminada del trabajador mundial, y si despierta su
intuición, entonces acéptense tales enseñanzas. Si estas
afirmaciones son comprobadas oportunamente y consideradas como verdaderas
bajo la prueba de la Ley de Correspondencia, muy bien, pero si esto no es
así, no se acepte lo expuesto. |
libros de referencia
por el Maestro
Tibetano (Djwhal Khul) dictados a Alice
A. Bailey Libro Ref. Nro. Título Edición 1 Iniciación
Humana y Solar 1986 14 Tomo I: Psicología Esotérica I 1980 |
La Gran Invocación Desde
el punto de Luz en la Mente de Dios, Que
afluya luz a las mentes de los hombres, Que
la Luz descienda a la Tierra. Desde
el punto de Amor en el Corazón de Dios, Que
afluya amor a los corazones de los hombres, Que
Cristo retorne a la Tierra. Desde
el centro donde la voluntad de Dios es conocida, Que
el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres. El
propósito que los Maestros conocen y sirven. Desde
el centro que llamamos la raza de los hombres, Que
se realice el Plan de Amor y de Luz Y
selle la puerta donde se halla el mal. Que
la Luz, el Amor y el Poder, restablezcan el Plan en la Tierra. Esta
Invocación no es propiedad de ningún individuo o grupo especial. Pertenece a
la humanidad. La
belleza y la fuerza de esta Invocación reside en su sencillez y en que
expresa ciertas verdades esenciales que todos los seres humanos aceptan
innata y normalmente: la verdad de la existencia de una Inteligencia básica a
la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que detrás de las
apariencias externas, el Amor es el poder motivador del Universo; la verdad
de que vino a la tierra una gran Individualidad llamada
Cristo por los cristianos, que encarnó ese Amor para que pudiéramos
comprenderlo; la verdad de que el Amor y la Inteligencia son consecuencia de
la Voluntad de Dios, y finalmente de que el Plan Divino sólo puede
desarrollarse a través de la humanidad misma. Alice A. Bailey |
“El
reinado del temor a la muerte casi ha terminado, y entraremos pronto en un
periodo de conocimiento y seguridad, que socavará la base de todos nuestros
temores. Respecto al temor a la muerte, poco puede hacerse, excepto elevar el
tema a un nivel más científico y, -en este sentido científico- enseñar a las
personas a morir. Existe una técnica de morir, así como existe una de vivir,
pero se ha perdido en gran parte en Occidente y casi en Oriente, excepto en
algunas agrupaciones de Oriente formadas por Conocedores. Quizá consideremos
esto más adelante, y la idea de encarar este tema puede permanecer en la
mente de los estudiantes que lo leen, y probablemente al estudiar, leer y
pensar, quizás obtengan material de interés para ser recopilado y
publicado”. Tratado sobre
Magia Blanca Alice A. Bailey “Ten
presente, Oh Chela, que en las esferas conocidas, la luz sólo responde a la
PALABRA. Sabe que esta luz desciende y se concentra, sabe que desde su punto
de enfoque escogido ilumina su propia esfera; sabe también que la luz
asciende y deja en la oscuridad aquello que, en tiempo y espacio, ha
iluminado. A este descenso y ascenso los hombres le llaman vida, conciencia
y muerte; a esto Nosotros, que hollamos el Camino iluminado, le llamamos
muerte, experiencia y vida”. La Curación
Esotérica, pág. 344 (Tratado sobre los
Siete Rayos, Tomo IV) PROLOGO I.
Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los
próximos doscientos años verán la abolición de la muerte, tal como ahora
comprendemos esa gran transición, y el establecimiento de la realidad de la
existencia del alma. (14-97) II.
Nuestras ideas sobre la muerte han sido
erróneas. Hemos considerado a la muerte como terrible final, pero en realidad
es la gran evasión, la entrada en una más plena actividad, y la liberación
de la vida desde el vehículo cristalizado y la forma inadecuada. (19-48) III.
¿Por qué no aceptan la Transición? Aprendan a
glorificarse en la experiencia que otorga el don de la sabia edad avanzada, y
estén a la expectativa de la Gran Aventura que los enfrenta. En sus momentos
más elevados saben que esa Transición significa la realización, sin verse
limitados por el plano físico. (6-594) IV.
La enfermedad y la muerte son condiciones esencialmente
inherentes a la sustancia, y así como el hombre se identifica con el aspecto
forma, así también será condicionado por la Ley de Disolución. Esta ley,
fundamental y natural, rige la vida de la forma en todos los reinos de la
naturaleza. (17-368) V.
Existe una técnica de morir, así como existe una
de vivir. . . (4-220) VI.
... (Las personas) no relacionan la muerte con
el sueño. Después de todo, la muerte es sólo un intervalo más extenso en la
vida de acción en el plano físico; nos vamos “al exterior” por un periodo más
largo. (4-359) VII.
. . . la muerte puede ser mejor considerada como
la experiencia que nos libera de la ilusión de la forma... (22-246) VIII.
... la muerte es sólo un intervalo en una vida
de progresiva acumulación de experiencia.., indica una transición definida de
un estado de conciencia a otro. (22-245) IX.
La muerte llega al individuo, en el sentido
común del término, cuando desaparece del cuerpo físico la voluntad de vivir y
es reemplazada por la voluntad de abstracción. A esto lo denominamos muerte.
(18-144) X.
A medida que la humanidad va siendo consciente
del alma.., la muerte será considerada como un proceso “por mandato”, llevado
a cabo con plena conciencia y comprensión del propósito cíclico. (17-321) XI.
. . . El Trabajo de Restitución . . . El Arte de
Eliminación . . . Los Procesos de Integración ... Estos tres procesos
constituyen la muerte. (17-292) XII.
La muerte es un acto de la intuición,
transmitido por el alma a la personalidad y que luego, de acuerdo con la
voluntad divina, lo lleva a cabo la voluntad individual. (16-444) XIII.
Entonces es emitida una Palabra. El descendente
punto de luz asciende, respondiendo a la apenas perceptible nota de llamada,
atraído a su fuente de donde emanó. A esto el hombre le llama muerte y el
alma le llama vida. (17-345) XIV.
Resurrección es la nota clave de la naturaleza,
pero no la muerte. La muerte es la antecámara de la Resurrección. (13-389) |
PARTE I Nuestro
presente ciclo es el fin de la era; los próximos doscientos años verán la
abolición de la muerte, tal como ahora comprendemos esa gran transición, y el
establecimiento de la realidad de la existencia del alma. (14-97) PARTE
I
(1) El alma será
conocida como un ente y como impulso motivador y centro espiritual que está
detrás de las formas manifestadas. Dentro de pocas décadas serán corroboradas
ciertas grandes creencias. El trabajo del Cristo y su principal misión hace
dos mil años, fue demostrar las posibilidades y poderes divinos latentes en
todo ser humano. La proclamación que hizo, de que todos somos hijos de Dios y
tenemos un Padre Universal, será considerada, en el futuro, no como un
enunciado hermoso, místico y simbólico, sino que será juzgado como un
pronunciamiento científico. Nuestra hermandad universal y nuestra esencial
inmortalidad serán demostradas y comprendidas como hechos reales de la
naturaleza. (14-97) (2) Se necesita
valor para enfrentar la realidad de la muerte, y para formular en forma muy
definida nuestras creencias sobre el tema... La muerte es el único hecho que
podemos predecir con absoluta seguridad y, sin embargo, la mayoría de los
seres humanos se rehusa a considerarlo, hasta que lo enfrenta de modo
inminente y personal. Las
personas enfrentan la muerte de muy diversas maneras; algunas con un
sentimiento de autocompasión, se hallan tan preocupadas por lo que dejan, por
lo que termina para ellas, por el hecho de abandonar todo lo que acumularon
en la vida, que el verdadero significado del futuro inevitable no les
llama la atención. Otras la enfrentan con valor y encaran lo inevitable,
miran la muerte con osadía, porque no pueden hacer nada más. Su orgullo los
ayuda a salir al paso del acontecimiento. Aún otros rehusan considerar en
absoluto esa posibilidad. Se autohipnotizan hasta llegar a un estado donde
el pensamiento de la muerte es rechazado por la conciencia, que no lo
considera posible, de modo que cuando llega, los toma de sorpresa; están
inermes y lo único que pueden hacer es sencillamente morir. La actitud cristiana,
por lo general, es más precisa en su aceptación de la voluntad de Dios,
adoptando la resolución de considerar el acontecimiento como lo mejor que
pudiera ocurrir, aun cuando no lo parezca desde el ángulo del medio ambiente
y las circunstancias. La firme creencia en Dios y Su propósito predestinado
para el individuo, lleva a pasar triunfalmente por los portales de la muerte,
pero si se les dijera que ésta es simplemente otra forma del fatalismo del
pensador oriental, y una creencia fija en un destino inalterable, lo
considerarían falso. Los que así piensan se escudan tras el nombre de Dios. Sin embargo, la
muerte puede ser más que todas esas cosas y enfrentada de distintas maneras.
Puede tener cabida definida en la vida y en el pensamiento, y podemos
prepararnos para ella como algo inevitable, pero simplemente es el Originador
de cambios. De este modo haremos del proceso de la muerte una parte planeada
de todo nuestro propósito de vida. Podemos vivir teniendo conciencia de la inmortalidad, lo que agregará
colorido y belleza a nuestra vida; podemos fomentar la conciencia de
nuestra futura transición y vivir con la esperanza de su prodigio. La muerte
así encarada, considerada como un preludio para una ulterior experiencia
viviente, cobra un significado distinto. Se transforma en experiencia
mística, una forma de iniciación, que alcanza el punto culminante en la
crucifixión. Todas las anteriores renunciaciones menores nos preparan para
la gran renunciación; todas las anteriores muertes sólo son el preludio del
estupendo episodio de morir. La muerte nos trae la liberación temporaria de
la naturaleza corporal, de la existencia en el plano físico y de la
experiencia visible, que quizás con el tiempo será permanente. Constituirá
la liberación de toda limitación, y aunque creamos (como lo hacen millones
de seres) que la muerte es sólo un intervalo en una vida de progresiva
acumulación de experiencia, o el fin de toda experiencia (como sostienen
otros tantos millones), no puede negarse el hecho de que la muerte indica una
transición definida de un estado de
conciencia a otro. (22-243/5) (3) Los
estudiantes de religión estudiarán la manifestación de lo que llamamos
“aspecto vida”, así como el científico estudia el llamado aspecto “materia”;
ambos llegarán a comprender la estrecha relación que existe entre estos dos
aspectos, con lo cual se llenará el antiguo vacío y cesará temporariamente
la lucha entre la ciencia y la religión. Se pondrán en práctica métodos
precisos para demostrar que la vida persiste después de la muerte del cuerpo
físico, y la trama etérica será reconocida como factor operante. (3-360) (4) El primer paso
para sustanciar la realidad de la existencia del alma es establecer la
supervivencia, aunque esto no probará necesariamente la inmortalidad. Sin
embargo, puede considerarse como un paso dado en la correcta dirección. Se
está comprobando constantemente que algo sobrevive al proceso de la muerte y
persiste después de la desintegración del cuerpo físico. Si esto no es
verdad, entonces somos víctimas de una alucinación colectiva, y engañan y
mienten y están enfermos y pervertidos los cerebros y las mentes de miles de
personas. Tal gigantesca locura colectiva es más difícil de creer que la
alternativa de una expansión de conciencia. Sin embargo, el desarrollo que
sigue la línea síquica no probará la existencia del alma. Sólo sirve para
destruir la posición materialista. (14-99) (5) El problema de
la muerte, es innecesario decirlo, se funda en el amor a la vida, el instinto
más arraigado de la naturaleza humana. La ciencia reconoce que nada se pierde
de acuerdo a la ley divina; la eterna supervivencia, de un modo u otro, es
considerada universalmente como una verdad. De todo el cúmulo de teorías se
han extraído y propuesto tres soluciones principales, muy conocidas por las
personas reflexivas, y son: 1.
La solución
estrictamente materialista afirma que la experiencia y la expresión de la
vida consciente continúan mientras la forma física tangible existe y persiste,
pero también enseña que después de la muerte y la consiguiente desintegración
del cuerpo, ya no existe una persona consciente, activa y autoidentificada.
El sentido del Yo, la percepción de la personalidad, en contraposición con
las otras personalidades, se desvanece al desaparecer la forma; creen que la
personalidad sólo es la suma total de la conciencia de las células del
cuerpo. Esta teoría relega al hombre al mismo estado de cualquiera de las
formas de los otros tres reinos de la naturaleza; está basada en la
insensibilidad del ser humano común hacia la vida, fuera de un vehículo
tangible; ignora toda evidencia contraría y explica que como no podemos ver
(visualmente) y comprobar (tangiblemente) la persistencia del Yo o la
inmortal entidad después de la muerte, ella no existe. Muchos ya no sostienen
esta teoría como en años anteriores, particularmente durante la materialista
Era Victoriana. 2.
La teoría de la
inmortalidad condicional. Esta teoría es sostenida aún por ciertas
escuelas fundamentalistas de pensamiento, teológicamente estrechas, y también
unos cuantos intelectuales principalmente de tendencia egotista. Afirma que
sólo quienes obtienen una etapa particular de percepción espiritual o aceptan
un conjunto peculiar de
pronunciamientos teológicos pueden recibir el don de la inmortalidad
personal. Los altamente intelectuales también arguyen que a quienes poseen
una mente desarrollada y cultivada, don culminante para la humanidad,
análogamente se les otorga la eterna supervivencia. Una escuela rechaza a
aquellos que consideran espiritualmente recalcitrantes o negativos a la
imposición de su verdad teológica particular, lo cual los condena a un total
aniquilamiento como en la solución materialista, o a un eterno castigo, que
al mismo tiempo aboga por una especie de inmortalidad. Debido a la innata
bondad del corazón humano, muy pocos son vengativos o suficientemente
irreflexivos para considerar aceptable esta presentación; por supuesto, entre
ellos, debemos clasificar las personas irreflexivas que evaden la
responsabilidad mental, aceptando ciegamente los pronunciamientos teológicos.
La interpretación cristiana, dada por las escuelas ortodoxas y fundamentalistas,
prueba ser falsa cuando es sometida a un claro razonamiento; entre los
argumentos que niegan su veracidad reside el hecho de que el cristianismo
proclama un largo futuro pero ningún pasado; siendo asimismo un futuro que
depende totalmente de las acciones del actual episodio de vida y de ninguna
manera explica las distinciones y diferencias que caracterizan a la
humanidad. Esto sólo tiene asidero en la teoría de una Deidad antropomórfica,
cuya voluntad -en su actuación práctica- sólo presenta aquello que no tiene
pasado sino únicamente futuro; reconocen ampliamente la injusticia de esto,
pero dicen que la inescrutable voluntad de Dios no debe ser puesta en duda.
Millones de personas sostienen esta creencia, pero no tan fuertemente como lo
hacían cien años atrás. 3.
La teoría de la
reencarnación, tan familiar para todos mis lectores, está
llegando a ser crecientemente popular en Occidente; siempre fue aceptada en
Oriente (aunque con muchas adiciones e interpretaciones tontas). Dicha
enseñanza ha sido tan distorsionada como las enseñanzas de Cristo, Buda o
Shri Krishna, por sus teólogos de mente estrecha y limitada. Los básicos
fundamentos de un origen espiritual, de un descenso a la materia, de un ascenso
por medio de las constantes encarnaciones en la forma, hasta que esas formas
sean expresiones perfectas de la conciencia espiritual que mora internamente,
y de una serie de iniciaciones, al finalizar el ciclo de encarnación, están
siendo más rápidamente aceptados y reconocidos como nunca lo fueron. Tales son las
principales soluciones a los problemas de la inmortalidad y de la
supervivencia del alma humana; que aspiran responder a la eterna pregunta
del corazón humano respecto a cuándo, por qué, dónde y adónde. (17-296/8) (6) Dentro de los
próximos años la realidad de la supervivencia y de la eternidad de la
existencia, habrán dejado de ser una incógnita para convertirse en una
convicción. No quedarán dudas de que el hombre al abandonar el cuerpo físico
continúe siendo una entidad viviente y consciente. Se sabrá que continúa su
existencia en un mundo más allá del físico y que vive, está despierto y es
consciente. Esto se comprobará de diversas maneras, por: a.
El desarrollo de un poder dentro del ojo físico
del ser humano que.., revelará el cuerpo etérico... y se verá que los hombres
ocupan ese cuerpo. b.
El creciente número de personas que tienen el poder
de emplear... “el tercer ojo”..., que ha despertado nuevamente, demostrará
la inmortalidad... porque verá fácilmente al hombre que ha abandonado sus
cuerpos etérico y físico. c.
Un descubrimiento, en el campo de la fotografía,
comprobará la supervivencia. d.
Por medio de la radio, con el tiempo se
establecerá comunicación con aquellos que han pasado al más allá, y esto se
convertirá en una verdadera ciencia. e.
El hombre será sensibilizado a tal grado de percepción
y contacto, que le permitirá ver a
través de las cosas y revelará la naturaleza de la cuarta dimensión, y
fusionará en un nuevo mundo los mundos subjetivo y objetivo. La muerte ya no
inspirará terror y desaparecerá el temor particular que provoca. (17-304/5) (7) Resultará
evidente que cuando la humanidad logre esta perspectiva sobre la muerte y el
arte de morir, toda la actitud de la raza humana sufrirá un benéfico cambio.
Esto irá a la par, a medida que el tiempo transcurre, de una sensibilidad
humana en los niveles telepáticos; los hombres serán cada vez más
inteligentes y la humanidad se enfocará acrecentadamente en los niveles
mentales. Esta sensibilidad telepática será un fenómeno común y corriente,
siendo el espiritismo actual una garantía de ello, aunque la seria
distorsión existente se basa en gran parte en los ansiosos deseos de la
humanidad, pero contiene muy poca telepatía verdadera. Actualmente la
telepatía que existe entre el médium (esté o no en trance) y el pariente o
amigo desaparecido, no existe entre aquel que ha experimentado la liberación
de la muerte y el que todavía se halla en la forma. Esto debe tenerse siempre
presente. Mientras tanto, donde la mente no es normalmente telepática, puede
haber (aunque muy raras veces) la interposición de una mediumnidad, basada en
la clarividencia y clariaudiencia, pero no en el trance. Aún así esto precisará establecer un contacto
totalmente astral por medio de un tercero, y estará basado en el espejismo y
el error. No obstante será un paso adelante para las actuales sesiones
mediumnímicas, que simplemente ignoran al muerto, respondiendo solamente al
interesado lo que el médium lee en su aura. Los recuerdos de la apariencia
personal, las reminiscencias significativas acumuladas en la conciencia del
que pregunta, y la vana ilusión de pedir consejos, pues cree que porque ha
fallecido es más inteligente que antes. Cuando el médium a veces logra
establecer una verdadera comunicación, se debe a que el solicitante y la
persona fallecida son tipos mentales, por lo tanto se establece una
verdadera sensibilidad telepática entre ellos, la cual es captada por el médium. La raza va
progresando, desarrollándose y haciéndose cada vez más mental. La relación
entre los muertos y los vivos debe y deberá existir en los niveles mentales,
antes de los procesos de integración; la verdadera interrupción de la
comunicación se producirá cuando el alma humana esté reabsorbida en la
superalma, antes de volver a encarnar. La realidad de que se establece
comunicación hasta ese momento, destruirá completamente el temor a la
muerte. En el caso de los discípulos que trabajará en el Ashrama de un
Maestro, este proceso de integración no constituirá siquiera una barrera.
(17-293) (8) Veremos así
emerger gradualmente en el mundo un gran grupo de síquicos entrenados cuyos
poderes son comprendidos, actuando en el plano astral con tanta inteligencia
como cuando lo hacen en el plano físico, y preparándose para expresar los
poderes síquicos superiores, percepción y telepatía espirituales. Estas personas
constituirán oportunamente un grupo de almas vinculadoras, mediando entre los
que no pueden ver ni oír en el plano astral, por ser prisioneros del cuerpo
físico, y los que son igualmente prisioneros del plano astral, por carecer
del mecanismo físico de respuesta. Por lo tanto, la
gran necesidad no es de que cesemos de consultar y entrenar a nuestros
psíquicos y médium, sino de que los entrenemos correctamente y los protejamos
inteligentemente, vinculando así, por su intermedio, los dos mundos, el
físico y el astral. (13-18/9) (9) A medida que
pasa el tiempo y antes de finalizar el próximo siglo, se comprobará que la
muerte no existe tal como se la comprende ahora. La continuidad de conciencia
será tan ampliamente desarrollada y tantos hombres de tipo elevado actuarán
simultáneamente en ambos mundos, que el antiguo temor desaparecerá y el intercambio
entre el plano astral y el físico estará firmemente establecido y
científicamente controlado, llegando a su fin, felizmente, la actuación de
los médium de trance. (4-219) (10) Quisiera
señalar además, que la mediumnidad de trance, tal como se la llama, debe ser
inevitablemente reemplazada por esa mediumnidad del hombre o la mujer
clarividente o clariaudiente en el plano astral y que, por lo tanto, en plena
conciencia vigílica y con el cerebro físico alerta y activo, puede ofrecerse
como intermediario entre los hombres que poseen cuerpos en el plano físico
(y, por lo tanto, son ciegos y sordos en niveles sutiles) y quienes han
descartado sus cuerpos, y están impedidos de toda comunicación física. Este
tipo de síquico puede comunicarse con ambos grupos, y su valor y utilidad
como médium está más allá de todo cálculo cuando tiene una mente centrada o
altruista, pura y dedicada al servicio. Pero en el entrenamiento al que se
sometan deberán evitar los actuales métodos negativos y, en vez de “tratar de
desarrollar la mediumnidad” en un silencio vacuo y expectante, deben
esforzarse por actuar positivamente como almas, y permanecer consciente e
inteligentemente en posesión del mecanismo inferior de sus cuerpos; además
deben saber qué centro de ese cuerpo emplean mientras trabajan síquicamente,
y aprender a observar, como almas, el
mundo de ilusión en el cual emprenden el trabajo; desde su posición elevada
y pura deben ver con nitidez, oír con claridad e informar con exactitud, y
de este modo servir a su era y generación, haciendo del plano astral un lugar
bien conocido de actividad familiar y acostumbrando al género humano a
llevar una existencia donde sus semejantes experimenten, vivan y sigan el
sendero. (13.16/7) (11) En la venidera era
acuariana la humanidad establecerá una cultura sensible a los valores
espirituales más sutiles y superiores, más una civilización libre de espejismo
y de gran parte de la ilusión que hoy cobra a los pueblos arios, y traerá una
vida racial que será incorporada por esas formas que eliminarán la brecha
que existe en la actualidad, libre de lo que ahora conocemos como enfermedad
del peor tipo, aunque prevalecerán, lógicamente, la muerte y ciertos tipos de
desintegración corporal que pueden conducir eventualmente a la muerte. El
vencimiento de la muerte no se produce por la eliminación de los males
corporales, sino estableciendo esa continuidad de conciencia que conduce del
plano físico de la vida, a la existencia subjetiva interna. Grupos como el
tercero pueden ser los custodios de este estado del ser, siendo su problema,
por lo tanto, desarrollar esa continuidad de conciencia que abrirá las
“puertas a la vida y disipará el temor a lo conocido que desaparece”.
(13.42/3) |
PARTE
II Nuestras
ideas sobre la muerte han sido erróneas. Hemos considerado a la muerte como
un horrible final, pero en realidad es la gran evasión, la entrada en una más
plena actividad, y la liberación de la vida desde el vehículo cristalizado y
la forma inadecuada. (19-48) PARTE II
(1)
Nuestro tema será ahora, la liberación de la naturaleza corporal por el
proceso de la muerte... Ante
todo trataremos de definir este misterioso proceso al cual están sujetas
todas las formas, y que frecuentemente sólo constituye el fin temido, temido
por no ser comprendido. La mente del hombre está tan poco desarrollada que el
temor a lo desconocido, el terror a lo no familiar y el apego a la forma, han
provocado una situación en la que uno de los acontecimientos más benéficos en
el ciclo de vida de un encarnado Hijo de Dios, es visto como algo que debe
ser evitado y postergado el mayor tiempo posible. La
muerte, si sólo pudiéramos comprenderlo, es una de las actividades que más
hemos practicado. Hemos muerto muchas veces y moriremos muchas más. Muerte
es, esencialmente, cuestión de conciencia. En cierto momento estamos
conscientes en el plano físico; en otro, nos retraemos a otro plano y estamos
allí activamente conscientes. En la medida en que nuestra conciencia se
identifica con el aspecto forma, la muerte continuará manteniendo su antiguo
terror. Tan pronto nos reconozcamos como almas y hallemos que somos capaces
de enfocar a voluntad nuestra conciencia y sentido de percepción en cualquier
forma o plano, o en cualquier dirección dentro de la, forma de Dios, ya no
conoceremos la muerte. La muerte para el
hombre medio es un fin desastroso, pues implica la terminación de todas las
relaciones humanas, la cesación de toda actividad física, la ruptura de
todos los signos de amor y afecto y el tránsito (involuntario y disconforme)
a lo desconocido y temido. Es lo mismo que salir de una habitación iluminada
y agradable, cordial y familiar, donde están reunidos nuestros seres
queridos, y pasar a la noche fría y oscura, solo y aterrorizado, esperando lo
que vendrá y sin ninguna seguridad. Pero las personas
olvidan por lo general que todas las noches, durante las horas de sueño,
morimos en lo que respecta al plano físico y vivimos y actuamos en otro
lugar. Olvidan también que han adquirido ya la facilidad de dejar el cuerpo
físico, porque aún no pueden conservar en la conciencia del cerebro físico
los recuerdos de esa muerte y el consiguiente intervalo de vida activa, y no
relacionan la muerte con el sueño. Después de todo, la muerte es sólo un
intervalo más extenso en la vida de acción en el plano físico; nos vamos “al
exterior” por un periodo más largo. Pero el proceso del sueño diario y el
proceso de la muerte ocasional son idénticos, con la única diferencia que en
el sueño el hilo magnético o corriente de energía, a través de la cual corren
las fuerzas vitales, se mantiene intacto, y constituye el camino de retorno
al cuerpo. Con la muerte, este hilo de vida se rompe o corta. Cuando esto ha
acontecido, la entidad consciente no puede volver al cuerpo físico denso, y
al faltarle a ese cuerpo el principio de coherencia, se desintegra. (4-358/9) (2) 1. Temor a la muerte. Está basado en: a.
El terror, en el proceso final del desgarramiento
en el acto de la muerte. b.
El horror a lo desconocido y a lo indefinido. c.
La duda respecto a la Inmortalidad. d.
El pesar por tener que abandonar a los seres
queridos o ser abandonado por ellos. e.
Las antiguas reacciones a las pasadas muertes
violentas, arraigadas profundamente en el subconsciente. f.
El aferrarse a la vida de la forma, por estar
principalmente identificados con ella en la conciencia. g.
Las viejas y erróneas enseñanzas referentes al
cielo y al infierno, siendo ambas, perspectivas desagradables para cierto
tipo de personas. Como conozco el
tema, tanto por la experiencia en el mundo externo como por la expresión de
la vida interna, diré que: La muerte no existe. Como bien saben, hay una
entrada en una vida más plena. Hay liberación de los obstáculos del vehículo
carnal. El tan temido proceso de desgarramiento no existe, excepto en los
casos de muerte violenta o repentina, entonces lo único desagradable es la
sensación instantánea y abrumadora de peligro y destrucción inminente, y
algo que se parece a un shock eléctrico. Nada más. Para los no evolucionados,
la muerte es un sueño y un olvido, porque la mente no está bastante despierta
para reaccionar, y el archivo de la memoria está prácticamente vacío. Para el
ciudadano común y bueno, la muerte es la continuidad en su conciencia del
proceso de la vida, y lleva a cabo los intereses y tendencias de esa vida.
Su conciencia y sentido de percepción son los mismos e invariables. No
percibe mucha diferencia, está bien cuidado, y a menudo no se da cuenta que
ha pasado por la muerte. Para el perverso y cruel egoísta, el criminal y esos
pocos que viven únicamente para el aspecto material, se produce esa
situación denominada “atados a la tierra”. Los vínculos, que han forjado con
la tierra, y la atracción hacia ella, de todos sus deseos, los obliga a
permanecer cerca de la misma y de su último medio ambiente terreno. Tratan
desesperadamente por todos los medios posibles, de ponerse en contacto y
volver a penetrar en él. En contados casos, un gran amor personal por quienes
han dejado, o el incumplimiento de un deber reconocido y urgente, mantienen
a quienes poseen bondad y belleza, en semejante situación. Para el aspirante,
la muerte es la entrada inmediata en una esfera de servicio y de expresión a
que está muy acostumbrado, percibiendo enseguida que no es nueva. En las
horas de sueño ha desarrollado un campo de servicio activo y de aprendizaje.
Ahora sencillamente funciona en él durante las veinticuatro horas (hablando
en términos de tiempo del plano físico) en vez de las breves horas de sueño
en la tierra. (4-218/9) (3) Otro temor que
induce a la humanidad a considerar la muerte como una calamidad es el que ha
inculcado la religión teológica, particularmente los Protestantes
fundamentalistas y la Iglesia Católica Romana: el temor al infierno, la
imposición de castigos, comúnmente fuera de toda proporción a los errores
cometidos durante una vida, y el terror impuesto por un Dios iracundo. Le
dicen al hombre que debe someterse y que no hay escapatoria posible, excepto
por medio de la expiación vicaria. Como bien saben, no existe un Dios
iracundo, un infierno ni tampoco la expiación vicaria. Sólo existe un gran
principio de amor que anima a todo el universo; existe la Presencia de
Cristo, indicando a la humanidad la realidad del alma y que somos salvados
por la vivencia de esa alma, y que el único infierno que existe es la tierra
misma, donde aprendemos a trabajar por nuestra propia salvación, impulsados
por el principio de amor y de luz e impelidos por el ejemplo de Cristo y el
anhelo interno de nuestra propia alma. Esta enseñanza acerca del infierno nos
recuerda el giro sádico que la Iglesia Cristiana, en la Edad. Media, dio al
pensamiento y a las erróneas enseñanzas establecidas en El Antiguo Testamento,
acerca de Jehová, el Dios tribal de los Judíos. Jehová no es Dios, ni el Logos planetario,
ni el Eterno Corazón de Amor que Cristo reveló. A medida que estas erróneas
ideas vayan desapareciendo, será eliminado, de la mente del hombre, el
concepto del infierno y reemplazado por la comprensión de la ley que hace al
hombre lograr su propia salvación en el plano físico, lo cual conducirá a
corregir los males cometidos durante sus vidas en la tierra y que
oportunamente le permitirá “limpiar su propia pizarra”. No trato aquí de
imponerles una discusión teológica; sólo procuro señalar que el actual temor
a la muerte debe ceder su lugar a una inteligente comprensión de la realidad
y ser sustituido por el concepto de continuidad, que niega toda
interrupción, y acentuar la idea de que existe una vida, una Entidad
consciente, que adquiere experiencia en muchos cuerpos. (17.291) (4) En el próximo
siglo se observará que la muerte y la voluntad tendrán inevitablemente un
nuevo significado para la humanidad y desaparecerán la mayoría de las
antiguas ideas. La muerte, para el hombre común reflexivo, constituye un
momento de catastrófica crisis. La cesación y fin de todo lo amado, lo
familiar y lo deseable, la irrupción en lo desconocido e incierto, y la
abrupta terminación de todos los planes y proyectos. No tiene importancia
cuánta fe pueda haber en los valores espirituales, ni cuán esclarecido sea
el razonamiento de la mente acerca de la inmortalidad, ni tampoco cuán
concluyente se evidencie la supervivencia y eternidad; siempre existe una
duda, el reconocimiento de la posibilidad de que todo termina y la negación y
fin de toda actividad, de todas las reacciones cardíacas, de todo
pensamiento, emoción, deseo, aspiración y de las intenciones enfocadas
alrededor del núcleo central del ser del hombre. El anhelo y la determinación
de sobrevivir y el sentido de continuidad, todavía dependen, aun para el
creyente más ferviente, de una probabilidad, de una base inestable y del
testimonio de otros, que en realidad nunca han vuelto para contar la verdad.
El énfasis de toda idea acerca de este tema concierne al Yo central o la
integridad de la Deidad. (18-94) (5) El instinto de autoconservación tiene
su raíz en un innato temor a la muerte; mediante la presencia de ese temor,
la raza ha luchado hasta alcanzar el presente punto de longevidad y
resistencia. Las ciencias que conciernen a la preservación de la vida, al
conocimiento médico en la actualidad, y a las proezas de la comodidad de la
civilización, todo ha surgido de este temor básico. Todo ha tendido hacia la
conservación del individuo y su persistente condición de ser. La humanidad
persiste, como raza y reino de la naturaleza, y el resultado de la tendencia
a ese temor, trae la reacción instintiva de la unidad humana a la propia
perpetuación. (4-447) (6) Ansío que
capten la enseñanza que ya he dado, antes de entrar en la faz explicativa o
nueva. Estúdienla con cuidado para que el tema de la muerte pueda configurarse
en sus mentes con más firmeza y sensatez. Traten de obtener un nuevo ángulo
del tema y procuren ver la ley, el propósito y la belleza de la intención, detrás
de lo que hasta ahora ha sido el mayor terror y temor. Posteriormente
trataré de darles una vislumbre del proceso de la muerte tal como lo registra
el alma, cuando inicia el acto de restitución. Esto podrá parecerles
especulativo o hipotético; en todo caso constituirá una afirmación cuya
exactitud pocos de ustedes podrán comprobar. Pero, seguramente, puede ser
más sensato y saludable, más sólido y bello, que la actual oscuridad y
enfermiza esperanza, o la desafortunada especulación y frecuente
desesperación que se cierne en la actualidad sobre cada lecho de muerte.
(17-322) |
PARTE
III ¿Por
qué no aceptan la Transición? Aprendan a glorificarse en la experiencia que
otorga el don de la sabia edad avanzada, y estén a la expectativa de la Gran
Aventura que los enfrenta. En sus momentos más elevados saben que esa
Transición significa la realización, sin verse limitados por el plano físico. (6-594) PARTE III
(1)
Las razones por las cuales un discípulo debe por lo menos tratar de no
relajarse indebidamente y arremeter adelante a pesar de la fatiga (la fatiga
de años de vida) y del creciente "crujir" del mecanismo humano y la
inevitable tendencia hacia el constante servicio y contacto con los demás,
podrían ser enumeradas de la manera siguiente: 1.
Debe esforzarse por
continuar el mismo ritmo de servicio y de vida fructífera cuando -libre del
cuerpo físico- se encuentre en el más allá. No debe haber interrupción en ese
servicio. 2.
Debe esforzarse, hasta
donde sea posible, por mantener la continuidad de su conciencia como
discípulo activo, sin permitir interrupción alguna entre su actual punto de
tensión y el que sobreviene después de la experiencia de la muerte. 3.
Debe esforzarse por
cerrar el episodio de la experiencia de esta vida, a fin de evidenciar que es
miembro de un Ashrama; no debe permitir interrupción alguna en la relación
establecida ni que cese la afluencia de la vida ashrámica a través del
discípulo, al mundo de los hombres. Esta actividad no es fácil debido al
natural y normal deterioro del vehículo físico a medida que envejece, lo cual
requiere una concentración definida del esfuerzo, acrecentando así
la tensión en la que vive siempre un discípulo. Los discípulos de
mi Ashrama tienen la doble responsabilidad de mantenerse firmes para preservar
el conocimiento, si puedo emplear tal frase. Esta firmeza de ninguna manera
debe abandonarse cuando la vejez se acerca, ni debe permitírsele
desaparecer por la transición de la misma muerte. El Maestro de un Ashrama
trabaja mediante el pensamiento consciente e ininterrumpido de un grupo
fusionado de discípulos. El servicio activo externo de un grupo de
discípulos no es de mucha importancia (aunque tiene necesariamente un
propósito vital) como el coherente e integrado pensamiento grupal, tan
poderoso para efectuar cambios en la conciencia humana. El problema
particular de la crisis mundial actual y los terribles reajustes en la
conciencia humana, incidentales a la inauguración de una nueva cultura,
civilización y religión mundiales, justifican que se les presente a los
miembros de mi Ashrama (y a los grupos afiliados como el suyo) la oportunidad
de mantener intacto y libre de todo deterioro su “estado mental” durante los
años que restan de esta vida, a través del proceso de disolución, y así hasta
la liberación en el más allá. No es una tarea fácil mantener consciente esta
integridad; requiere comprensión y un esfuerzo deliberado. (6-433/4) (2) Cuando sea
captada la verdadera naturaleza del servicio, se descubrirá que es un aspecto
de esa energía divina que trabaja siempre bajo el aspecto destructor, porque
destruye las formas con el fin de liberarlas. El servicio es una manifestación
del Principio de Liberación, y la muerte y el servicio constituyen dos
aspectos del mismo. El servicio salva y libera, y trae liberación en diversos
niveles, a la conciencia aprisionada. Lo mismo puede afirmarse de la muerte.
(4-388) (3) Observarán que
me refiero a la muerte cuando hace sentir su presencia por enfermedad o
vejez. No me refiero a la muerte cuando acontece por guerra o accidente,
asesinato o suicidio. Estas y otras causas de la muerte están regidas por un
proceso directriz totalmente diferente; quizá ni siquiera involucre el karma
de un hombre o su destino individual, como en caso de guerra, cuando mueren
muchas personas. Esto no tiene nada que ver con la Ley de Causa y Efecto como
un factor en la trayectoria del alma de cualquier individuo. No es un acto de
restitución planeado por un alma determinada que cumple con su destino
individual - La muerte, a través del proceso destructivo de la guerra, está
bajo la dirección e intención cíclica del Logos planetario, que actúa a
través de la Cámara del Concilio de Shamballa. Los Seres que allí dirigen los
procesos mundiales saben que ha llegado el momento en que la relación entre
el mal planetario y las Fuerzas de la Luz o del Bien, han alcanzado un punto
de “antagonismo explosivo”, según se lo denomina. A ello debe dársele rienda
suelta si queremos que el propósito divino actúe sin impedimentos. Por lo
tanto es permitida la explosión; sin embargo está presente todo el tiempo un
factor controlante, aunque el hombre no se dé cuenta de ellos. Estos Seres
(que cumplen la voluntad de Dios) no se identifican de ninguna manera con la
vida de la forma, en consecuencia se dan cuenta exacta de la importancia
relativa que tiene la vida en la forma; para Ellos la destrucción de las
formas no es la muerte en el sentido que nosotros la entendemos, sino
sencilla y únicamente un proceso de liberación. El temor a la muerte es
fomentado insistentemente por la visión limitada, de quienes se Identifican
con la forma. El ciclo que ahora
vivimos ha sido testigo de la más grande destrucción de formas humanas, en
toda la historia de nuestro planeta. No
hubo destrucción de seres humanos. Quisiera que observaran este
enunciado. Debido a esta destrucción total, la humanidad ha ido adoptando
rápidamente una actitud más serena respecto a la muerte. Esto no es muy
evidente todavía pero -dentro de pocos años- tal nueva actitud comenzará a
destacarse y el temor a la muerte empezará a desaparecer del mundo. En gran
parte también se deberá a la acrecentada sensibilidad del mecanismo humano de
respuesta, que conduce a una interna o nueva orientación de la mente humana,
con imprevisibles resultados. La base de todas
las guerras es fundamentalmente el sentido de separatividad. Este
individualismo fundamental, o complaciente aceptación del aislamiento,
conduce a todas las demás causas secundarias de la guerra: la codicia que
produce desastres económicos, el odio que trae fricción nacional e
internacional, la crueldad que da por resultado el sufrimiento y la muerte.
Las raíces de la muerte están profundamente arraigadas; es la destrucción
del ciclo de separatividad, como individuo, en el plano físico, comúnmente
denominado muerte; en consecuencia, la muerte es un proceso de unificación.
Si analizaran algo más la cuestión, verían que la muerte libera la vida
individualizada, llevándola a una existencia menos restringida y confinada,
y oportunamente -cuando el proceso de la muerte haya sido aplicado a los tres
vehículos en los tres mundos- a la vida de la universalidad. Este es un
estado de inexpresable bienaventuranza. (17-318/9) (4) Referente a la
prolongación de la vida, lograda en el último siglo de realizaciones
científicas, quisiera señalar que las verdaderas técnicas y posibilidades de
la organizada acción del alma son siempre parodiadas y falsamente demostradas
en el plano físico por las primeras actividades científicas, que tienen un
correcto móvil pero sólo son un símbolo, en la esfera externa de la vida, de
la verdadera y por lo común futura actividad del alma. El lapso de vida
oportunamente será corto o largo, según la voluntad de las almas que sirven
conscientemente y emplean el mecanismo del cuerpo como instrumento para
servir al Plan. En la actualidad, con frecuencia, se mantiene la vida en la
forma -tanto en la vejez como en la infancia- que bien podría liberarse. No
cumplen ningún propósito útil y causan mucho dolor y sufrimiento a formas que
la naturaleza (si se la dejara actuar) no las utilizaría y las extinguiría.
Observen esta última palabra. Debido al excesivo énfasis puesto sobre el
valor dado a la vida de la forma, al temor universal que se tiene a la muerte
-esta gran transición que todos debemos enfrentar- y a nuestra incertidumbre
acerca de la realidad de la inmortalidad y debido a nuestro profundo apego a
la forma, detenemos el proceso natural y nos aferramos a la vida, la cual
lucha por liberarse, confinada en cuerpos muy inadaptados para los propósitos
del alma. No me interpreten mal. No tengo la intención de decir nada que
pueda constituir un aliciente para el suicidio. Pero sí digo, y lo hago con
énfasis, que la Ley del Karma frecuentemente queda en suspenso cuando las
formas se mantienen en expresión coherente, las cuales debían haber sido
descartadas, pues no sirven a ningún propósito útil. En la mayoría de los
casos esta preservación es impuesta por el grupo al que pertenece el sujeto y
no por el sujeto mismo, siendo con frecuencia un inválido consciente, una
persona de edad cuyos mecanismos de contacto y respuesta son imperfectos, o
un niño anormal. Tales casos constituyen ejemplos definidos de la
neutralización de la Ley del Karma. (17-260) |
PARTE
IV La
enfermedad y la muerte son condiciones esencialmente inherentes a la
sustancia, y así como el hombre se identificó con el aspecto forma, así
también será condicionado por la Ley de Disolución. Esta ley, fundamental y
natural, rige la vida de la forma en todos los reinos de la naturaleza. (17-368) PARTE IV
(1)
La liberación del alma, por medio de la enfermedad y la muerte, no es
necesariamente un acontecimiento desgraciado. Es esencial que se adopte una
nueva y mejor actitud hacia el fenómeno de la muerte, lo cual es posible y
está cercana. Sobre esto no es necesario que me extienda, pero trato de
darles una nueva perspectiva del tema de las enfermedades y la muerte.
(17-259) (2)
Segundo, la enfermedad es a veces parte incidental del proceso por el cual el
alma abandona su morada. A esto le llamamos muerte y puede venir rápida e
inesperadamente cuando el alma se retira súbitamente del cuerpo. O la muerte
puede extenderse durante un largo período y el alma demorar meses o años para
su lento y gradual desprendimiento del cuerpo, el cual agoniza
lentamente. (17-40) (3)
La enfermedad puede constituir una muerte gradual y lenta y así liberar al
alma. Entonces no será posible la curación, no obstante son necesarias
medidas paliativas y sedativas y ciertamente deberán ser aplicadas. La
duración de la vida puede prolongarse, pero no es posible una curación
permanente y definitiva. Esto no lo comprende el curador mental común.
Convierten a la muerte en algo horrible cuando en realidad es una amiga
benevolente. La enfermedad
puede ser el súbito y final llamado para que el cuerpo renuncie al alma y la
libere para otro servicio. En estos casos
debe hacerse todo lo posible desde el punto de vista de la moderna ciencia
médica y quirúrgica y de sus ciencias afines, tan numerosas hoy. También
puede realizarse mucho desde el ángulo de la curación mental y espiritual,
con la ayuda de la ciencia de la sicología. Algún día habrá mayor
colaboración y una sintetización de sus esfuerzos entre estos distintos campos.
(17.40/1) (4) Será evidente
para el pensador casual, que muchas enfermedades y las causas de la muerte
se deben a las condiciones ambientales de las cuales él no es responsable,
estas abarcan desde los acontecimientos estrictamente externos hasta las
predisposiciones hereditarias, y podrían enumerarse de la manera siguiente: 1.
Accidentes, que pueden ser
causados por negligencia personal, acontecimientos grupales, descuidos de
otras personas, refriegas callejeras como en los casos de huelgas y por la
guerra. También pueden ser producidos por un animal o víbora, envenenamiento
accidental y muchas otras causas. 2.
Infecciones que llegan al
hombre externamente y no como resultado de su propia y peculiar condición sanguínea,
constituyendo las diversas enfermedades infecciosas y contagiosas y las
epidemias prevalecientes. El hombre puede contraerlas en el cumplimiento del
deber, por sus contactos diarios o por la amplia propagación de la enfermedad
en su ambiente. 3.
Enfermedades debidas
a la desnutrición, especialmente en los niños. Este estado de
desnutrición predispone al cuerpo a la enfermedad, aminora la resistencia y
la vitalidad y contrarresta “el poder luchador” del hombre, conduciéndolo a
la muerte prematura. 4.
Herencia. Existe como bien
se sabe ciertos tipos de debilidad hereditaria que predispone a la persona a
contraer ciertas dolencias y llevan a la consecuente muerte o producen esas
condiciones que conducen a un constante debilitamiento del aferramiento a la
vida; también existen esas tendencias que constituyen una especie de apetito
peligroso y producen hábitos indeseables, relajamiento de la moral, y son un
peligro para la voluntad del individuo, inhibiéndolo en su lucha contra tales
predisposiciones, sucumbe a ellas y paga con la enfermedad y la muerte el precio
de tales hábitos. (17-23/4) (5) Hay una o dos
cosas que quisiera dejar en claro y que ustedes a su vez deben aclararle al
paciente: 1.
La curación no se garantiza. El paciente debe
comprender que continuar viviendo en el cuerpo físico no constituye la meta
más elevada posible. Podría serlo si hubiera que prestar un servicio muy
importante, si debiera cumplir aún con ciertas obligaciones o si tuviera que
aprender otras lecciones. La existencia corpórea no es, sin embargo, el bien
más preciado. Liberarse de las limitaciones del cuerpo físico es
verdaderamente beneficioso. El paciente debe aprender a reconocer y aceptar
la Ley del Karma. 2.
El temor es innecesario. Uno de los primeros
objetivos del agente curador debería ser ayudar al paciente a obtener una
visión feliz, sana y esperanzada, acerca de su futuro, no importa lo que el
futuro le depare. (17-287) (6) Por lo tanto
el curador tiene el deber de ser eficaz y, de acuerdo con lo que él es, así
será el efecto que producirá sobre el paciente. Cuando un curador trabaja
magnéticamente e irradia la fuerza de su alma sobre el paciente, éste podrá
lograr más fácilmente el fin deseado, lo cual puede ser la total curación o
si no el establecimiento de un estado mental que le permitirá seguir viviendo
con su dolencia, sin verse obstaculizado por las limitaciones kármicas del
cuerpo, o quizá pueda liberarse debidamente (con alegría y facilidad) del
cuerpo y obtener la completa salud a través del portal de la muerte.
(17-15/6) (7) Algunos
sectarios y curadores generalmente adoptan la posición de que es muy
importante liberar al vehículo físico de enfermedades y arrebatarlo de las manos
de la muerte. Sin embargo, quizá sea preferible (y frecuentemente lo es)
dejar que la enfermedad realice su trabajo y la muerte libere al alma del
aprisionamiento. Llega inevitablemente el momento, para todos los seres
encarnados, en que el alma demanda liberarse del cuerpo y de la vida de la
forma, y la naturaleza tiene sus propios y sabios métodos para hacerlo.
Enfermedad y muerte deben ser reconocidas como factores liberadores, cuando
se producen como resultado del exacto momento elegido por el alma. Los
estudiantes deberán comprender que la forma física es un conglomerado de
átomos erigidos en organismos y finalmente en un cuerpo coherente, el cual se
mantiene unido por la voluntad del alma. Si lleváramos esa voluntad a su
propio plano o (como se dice esotéricamente) “si dejáramos que el ojo del
alma mire hacia otra dirección” inevitablemente sobrevendría la enfermedad y
la muerte en el actual ciclo. Esto no constituye un error mental o el fracaso
en reconocer la divinidad o que se haya sucumbido al mal, en realidad es la
resolución de la naturaleza forma, en sus partes componentes y esencia
básica. La enfermedad es esencialmente un aspecto de la muerte. Es el proceso
por el cual la naturaleza material y forma sustancial se preparan para
separarse del alma. (17-90) (8) Nadie cuyo
karma indica que ha llegado su hora, ha regresado de las “puertas de la
muerte”; entonces termina el ciclo de vida en el plano físico, a no ser que
sea un trabajador del Ashrama, un discípulo de cierta categoría, cuyo trabajo
y presencia son aún necesarios en la tierra, para terminar su tarea asignada.
Entonces el Maestro del Ashrama puede agregar Su conocimiento y energía a la
del curador o a la del paciente, postergando temporariamente su partida. Ni
el curador ni el paciente pueden depender de esto, pues no conocen las
circunstancias que lo justifique plenamente. (17-513/4) (9) Cuando la
muerte es segura y el médico y el curador observan los “signos de la
muerte”, no es necesario que el curador interrumpa su trabajo. Continuándolo,
quizás acreciente el mal, pero ayudará al paciente a acelerar normalmente el
acto de morir. El antiguo proverbio “donde hay vida hay esperanza”, no es
básicamente aplicable a todos los casos. La vida puede prolongarse y a
menudo se prolonga después que el alma ha decidido retirarse a su plano. La
vida de los átomos de los señores lunares puede ser nutrida durante largo
tiempo, y esto aumenta la angustia del hombre espiritual que se da cuenta del
proceso e intención de su alma. Lo que se mantiene vivo es el cuerpo físico,
pero el verdadero hombre ya no enfoca allí su interés. Inevitablemente
llega una etapa, por ejemplo en el caso de una enfermedad maligna, donde el
médico sabe que es simplemente cuestión de tiempo, y el curador espiritual
puede aprender a reconocer los mismos signos. Entonces, en vez de guardar
silencio el médico y el curador, en lo que al paciente concierne, el tiempo
que queda deberá emplearse (si las facultades del paciente lo permiten) en la
debida preparación para el “retiro benéfico y feliz” del alma; la familia y
amigos del paciente participarán en la preparación. En las primeras etapas
de la nueva religión mundial, será inculcada esta actitud hacia la muerte. Se
enseñará un concepto totalmente nuevo de la muerte, con el énfasis puesto
sobre el retiro consciente; los servicios funerarios, o más bien los
servicios de la cremación, serán un feliz acontecimiento, porque se acentuará
la liberación y el retorno. (17-476/7) (10)
Si se me preguntara cuál es la principal tarea de todos los grupos de
curación, tal como la Jerarquía quisiera que actuaran en el futuro, diría que
consiste en preparar a los seres humanos para lo que podríamos considerar el
aspecto restaurador de la muerte, dando así un nueve y más feliz significado,
del dado hasta ahora al temible enemigo del género humano. Hallarán que
cuando trabajan en estas líneas indicadas de pensamiento, se repite
constantemente el tema de la muerte, y el resultado de ello será la adopción
de nuevas actitudes hacía la muerte y se inculcará una gozosa expectativa
cuando ocurra ese inevitable y tan familiar acontecimiento. Los grupos de
curación deben prepararse para encarar esta condición básica de todo lo que
vive, y la mayor parte de su trabajo consiste en elucidar el principio
muerte. Se dice que el alma debe retornar a quien la dio. Hasta ahora ello
constituye una restitución obligada y temida, que engendra temor y hace que
hombres y mujeres de todas partes clamen por la curación del cuerpo físico,
sobrestimando su importancia, y los induce a considerar que la prolongación
,de la existencia terrenal es el factor más importante de sus vidas. En el
próximo ciclo, tales actitudes erróneas deben llegar a su fin; la muerte se
convertirá en un proceso normal y comprensible, tan normal como el proceso de
nacer, aunque menos doloroso y temible. Este comentario es una profecía y
como tal debe ser considerado.
(17-288/9) |
PARTE
XIV Resurrección
es la nota clave de la naturaleza, pero no la muerte. La muerte es lo
antecámara de la Resurrección. (13-389) PARTE XIV
(1)
Resurrección da la clave del mundo de significados y es el tema fundamental
de todas las religiones del mundo, pasadas, presentes y futuras. Resurrección
del espíritu en el hombre, en todas las formas, en todos los reinos; es el
objetivo de todo proceso evolutivo, lo cual significa liberarse del
materialismo y del egoísmo. En tal resurrección, la evolución y la muerte son
meras etapas preparatorias y familiares. La tónica y el mensaje dados por el
Cristo, cuando estuvo la última vez en la tierra, fue Resurrección, pero fue
tal la morbosidad del género humano y estaba tan envuelto por el espejismo y
la ilusión, que permitió que se desviara la comprensión de Su muerte, en
consecuencia, durante siglos, el énfasis fue puesto sobre la muerte y,
únicamente en el día de Pascua o en los cementerios, se recuerda la
Resurrección. Esto debe cambiar. Permitir que esta situación se perpetúe no
ayuda a la comprensión progresiva de las verdades eternas. La Jerarquía trata
ahora de producir este cambio, alterando así el acercamiento de la humanidad
al mundo de lo invisible y a las realidades espirituales. (13-389/90) (2)
El concepto de la resurrección contiene la nueva y más importante revelación
que le llegará a la humanidad, y sentará las bases para la nueva religión
mundial. En
el pasado inmediato, la nota clave del cristianismo ha sido la muerte,
simbolizada por la muerte del Cristo y muy distorsionada por San
Pablo en su esfuerzo por fusionar la nueva religión dada por Cristo y la
antigua religión de la sangre de los judíos. En el próximo ciclo está
tergiversada enseñanza sobre la muerte, asumirá el lugar que le corresponde
,y será conocida como el anhelo disciplinador de romper y terminar con la
muerte, el aferramiento de la materia sobre el alma; el gran objetivo de
toda enseñanza religiosa será la resurrección del espíritu en el hombre y
eventualmente en todas las formas de vida, desde la etapa más inferior de la
evolución hasta la experiencia monádica más elevada. En el futuro se pondrá
el énfasis sobre “la vivencia de la naturaleza erística” -cuya prueba será el
Cristo Resucitado- y sobre el empleo de la voluntad, invocando este
“despliegue divino”. (18-264) (3) ¿El milagro de
la Resurrección de Cristo, en lo que concierne a Su personalidad, residió en
el hecho de que después de haber pasado por la muerte y habiendo resucitado
una vez más, era esencialmente la misma Persona, sólo con más poderes? ¿No
podría suceder lo mismo con nosotros? ¿No podría la muerte eliminar
simplemente la limitación en el sentido físico, dejándonos una acrecentada
sensibilidad y un sentido más claro de los valores? (22-247) (4) El temor a la
muerte es una de las grandes anormalidades o distorsiones de la verdad
divina, de las cuales son responsables los Señores del Mal Cósmico Inicial.
Cuando en las primitivas épocas atlantes surgieron del lugar donde había sido
confinados, y obligaron a que la Gran Logia Blanca se retirara temporariamente a niveles
subjetivos, su primer gran acto distorsionador fue implantar el temor en los
seres humanos, comenzando con el temor a la muerte. Desde ese momento los
hombres han puesto el énfasis sobre la muerte y no sobre la vida, y cada día
han sido dominados por el temor. Uno de los actos
iniciales del Cristo y de la Jerarquía, cuando reaparezcan, será erradicar
este temer particular, y confirmar en las mentes de los pueblos la idea de
que encarnar y tomar forma es el verdadero lugar de oscuridad para el
espíritu divino, que es el hombre; temporariamente es la muerte y el
aprisionamiento del espíritu. Se enseñará a los hombres que la evolución es
en sí misma un proceso iniciático que conduce de una experiencia viviente a
otra, culminando en la quinta Iniciación de la Revelación y en la séptima
Iniciación de la Resurrección. (18-598) (5) Muchas muertes
tuvieron lugar dentro del ciclo milenario de vidas del iniciado: 1.
La muerte familiar y constantemente repetida del
cuerpo físico, encarnación tras encarnación. 2.
La muerte de los vehículos astral y mental,
cuando el alma, que no muere, los descarta vida tras vida, sólo para crear
nuevos, hasta alcanzar la maestría. 3.
Luego -como resultado del proceso de encarnación
y sus efectos evolutivos- sobreviene la muerte del deseo, siendo reemplazado
por una creciente aspiración espiritual. 4.
Entonces, por el empleo correcto de la mente,
llega la “muerte” de la personalidad o, más bien, su repudio y renunciación
a todo lo material. 5.
A esto le sigue la muerte o la destrucción del
cuerpo causal o del alma, durante la gran Iniciación de la Renunciación. Este proceso de
muerte y resurrección tiene lugar incesantemente en todos los reinos de la
naturaleza; cada muerte prepara el camino para una mayor vivencia y amor, y
cada muerte (si se la analiza con cuidado) es el prefacio para la
resurrección en cualquiera de las formas, hasta llegar a la resurrección
final y a una posición en que se obtiene la realización final. No me extenderé
sobre este proceso de la constante muerte, seguida de la constante resurrección,
pero los hombres temen a la muerte debido a la nota clave y a la técnica
evolutiva, porque aman excesivamente lo material y detestan perder el
contacto con el aspecto forma de la naturaleza. Es conveniente recordar que
la inmortalidad es un aspecto del ser espiritual viviente, y no un fin en sí
misma, como los hombres tratan de hacerla aparecer. Para los Conocedores de
la Vida la frase “yo soy un alma inmortal” ni siquiera es verdad. Decir “yo
soy la Vida misma, por lo tanto soy inmortal” se acerca más a la verdad,
pero aún esa frase es (desde el ángulo del iniciado) sólo una parte de una
verdad mayor. (18-597/8) (6) Nuevamente
quisiera detenerme aquí para hacerles ver que los conceptos muerte,
sustitución, unificación vicaria y sacrificio, serán reemplazados -en la
nueva era- por los conceptos resurrección o vivencia, unidad espiritual,
transferencia y servicio, para que una nueva tónica penetre en la vida
humana, trayendo esperanza, alegría, poder y libertad. (15-336) (7) La vida dentro
de la forma asciende triunfalmente al seno de su “Padre en los Cielos”, así
como la vida dentro del cuerpo físico, en el momento de la muerte busca su
fuente, el ego. Esto lo realiza en cuatro etapas: 1.
La abstracción del cuerpo físico denso. 2.
La abstracción del cuerpo etérico. 3.
El posterior abandono del cuerpo astral. 4.
El abandono final del cuerpo mental. (1-117) (8) Hablando en
sentido oculto, cualquier proceso de ascender o “elevar”, produce
automáticamente la muerte la
cual afecta a los átomos de los órganos involucrados y origina las etapas
preliminares de la mala salud, la enfermedad y la desintegración, porque la muerte no es otra cosa que la
desintegración y el retiro de la energía. Cuando la ciencia de
transferir la energía de un centro inferior a uno superior sea comprendida,
entonces se arrojará luz sobre el problema de la muerte, y la verdadera
Ciencia de la Muerte vendrá a la existencia, liberando a la raza del temor
que le inspira. (15-418) (9) “Cristo ha
resucitado”, es su clamor, y porque ha resucitado, el reino de Dios puede
continuar en la tierra, y Su mensaje de amor difundirse ampliamente. Saben
ahora, más allá de toda controversia, que Él ha vencido a la muerte, y que en
los años venideros también ellos verán derrotada a la muerte. Es evidente,
por sus escritos y su entusiasmo, que esperaban un reino inmediato y que la
realidad de la inmortalidad fuera universalmente reconocida. Que estaban
equivocados, lo prueban los casi dos mil años de cristianismo. No somos
todavía ciudadanos de un reino divino que se manifiesta definidamente en la
tierra. El temor a la muerte es tan fuerte como siempre, y la realidad de la
inmortalidad es aún una fuente de especulación para millones de seres. Pero
lo que falló fue su sentido del tiempo y no comprendieron los lentos
procesos de la naturaleza. La evolución marcha lentamente y recién ahora nos
encontramos verdaderamente al borde de la manifestación del reino de Dios
sobre la Tierra. Debido a que estamos al final de una era, sabemos que el
dominio que ejerce la muerte sobre el ser humano y el terror que inspira el
ángel de la muerte, pronto desaparecerán. Se desvanecerán porque
consideraremos a la muerte como otro paso en el camino hacia la luz y la
vida, y nos daremos cuenta que a medida que la vida erística se expresa en
todos los seres humanos y a través de ellos, demostrarán para sí y para el
mundo, la realidad de la inmortalidad. La clave para la
derrota de la muerte y los procesos para comprender el significado y el
carácter de la eternidad y de la continuidad de la vida, pueden ser revela.
dos sin peligro sólo cuando el amor se posesione de la conciencia humana y
cuando el bien para el todo, y no el bienestar egoísta del individuo, se
considere como supremo. Sólo por el amor (y el servicio como expresión de
ese amor) puede comprenderse el verdadero mensaje de Cristo, y los hombres
podrán así seguir hacia una resurrección gozosa. (22-237) (10) Alzó Su Cruz
como un símbolo y un ejemplo del método y como un límite entre el mundo de
los valores tangibles y el de los valores espirituales, exhortándonos a
dominar la naturaleza inferior, para que el espíritu de Dios tenga plena
libertad. Enseñé que la
muerte debe finalizar y que el destino de la humanidad es resucitar de entre
los muertos. La inmortalidad debe ocupar el lugar de la mortalidad. Para
beneficiamos, el Cristo resucitó de entre los muertos, probándonos que los
lazos de la muerte no pueden retener a ningún ser humano que actúe como Hijo
de Dios. (22-262) (11) “Que la
energía del Yo divino me inspire y la luz del Alma me dirija; que sea
conducido de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real, de la muerte a la
inmortalidad.” (5-503) |
LA
CONSTITUCION DEL HOMBRE
La constitución
del hombre, considerada en las siguientes páginas, es fundamentalmente
triple: I.
La Mónada o Espíritu
puro, el Padre en los Cielos. Este aspecto
refleja los tres aspectos de la Deidad: 1.
Voluntad o Poder................El Padre, 2.
Amor-Sabiduría...................El Hijo, 3.
Inteligencia Activa...............El Espíritu
Santo, y sólo se hace contacto con
ella en las iniciaciones finales, cuando el hombre se acerca al fin de la
jornada y es perfecto. La mónada también se refleja en: II.
El Ego, Yo superior o
Individualidad. Potencialmente, este aspecto es: 1.
Voluntad espiritual Atma. 2. Intuición. Amor-Sabiduría, el
principio crístico. Budi. 3. Mente Superior
o Abstracta - ... Manas Superior El ego empieza a hacer sentir
su poder en el hombre evolucionado y en forma creciente en el sendero de
probación, hasta que en la tercera iniciación llega a perfeccionarse el
control del yo superior sobre el yo inferior y el aspecto más elevado
comienza a hacer sentir su energía. El ego se refleja
en: III.
La Personalidad o yo
inferior, el hombre en el plano físico. Este aspecto es
también triple: 1. Cuerpo mental manas
inferior. 2. Cuerpo emocional cuerpo
astral. 3. Cuerpo físico los
cuerpos físico denso y etérico. La finalidad de la evolución
es, por lo tanto, llevar al hombre a la comprensión del aspecto egoico y
poner la naturaleza inferior bajo su control. |
GLOSARIO Adepto. Un Maestro o un
ser humano que, habiendo seguido la senda de la evolución y entrado en la
etapa final del Sendero de Iniciación, ha recibido cinco iniciaciones y,
por lo tanto, ha pasado al quinto reino o reino espiritual, y debe recibir
sólo dos iniciaciones más. Adi. El Primero, el
primitivo, el plano atómico del sistema solar, el superior de los siete
planos. Alma. Ego o alma, dos
términos que usamos como sinónimos, tienen escasamente diferentes
significados y la diferencia revela dos aspectos de la misma Entidad
espiritual: como Ego, es el Hijo de la Mente en relación a su reflejo, el
hombre en encarnación física y es por lo tanto individualista; y como Alma, es
el Hijo de la Mente en relación con otros Hijos de la Mente en niveles
mentales y tiene por lo tanto conciencia grupal y es universalista. Es
absolutamente apropiado usar estas dos palabras como sinónimos porque la
Entidad espiritual puede manifestar ambos aspectos simultáneamente
-individualista y universalista- y es los dos Ego y Alma, sin embargo el
estudiante debe tener una clara idea de lo que está implicado en esas
expresiones. Antakarana o Antankarana. El camino o puente
entre la mente superior y la inferior, que sirve como medio de comunicación
entre ambas. Lo construye el mismo aspirante con materia mental. Ashrama. El centro en que
el Maestro reúne a los discípulos y aspirantes para instrucción personal. Astral.., palabra
identificada con kama o deseo, y... aplicada al plano de la reacción
emocional. Atlántida. Continente
sumergido en el océano Atlántico, según Platón y la enseñanza esotérica. Fue
asiento de la cuarta raza raíz, a la que llamamos raza atlante. Atma. Es Espíritu
universal, la Mónada divina; el séptimo Principio denominado así en la
constitución septenaria del hombre. Atomo permanente. Los cinco átomos
más la unidad mental, un átomo en cada uno de los cinco planos de la
evolución humana (la unidad mental se halla también en el plano mental), de
los cuales la mónada se apropia para manifestarse. Forman un centro estable y
son relativamente permanentes. Alrededor de ellos se construyen los cuerpos o
envolturas. Literalmente son pequeños centros de fuerza. Aura. Esencia o efluvio
sutil e invisible que emana de los cuerpos humanos y animales y hasta de los
objetos inanimados. Es un efluvio síquico que participa al mismo tiempo de
la mente y del cuerpo. Es electro vital y también electro mental. Bodhisattva. El hombre cuya conciencia
se ha convertido en inteligencia o budi, y que sólo le falta pasar otra
encarnación para llegar a ser Buda perfecto. El Bodhisattva, tal como se
utiliza aquí, es el nombre del cargo que ocupa actualmente el Señor Maitreya,
llamado Cristo en Occidente. Este cargo equivale al de Instructor del Mundo.
El Bodhisattva es el Guía de todas las
religiones del Mundo, y el Maestro de Maestros y de ángeles. Buda. Nombre dado a
Gautama. Nacido en la India más o menos en el año 621 a.C.; alcanzó el estado
de Buda en el año 592 a.C. Buda significa “el iluminado”, y ha alcanzado el
más elevado grado de conocimiento posible para el hombre, en nuestro sistema
solar. Budi. El alma universal
o mente. En el hombre es el alma espiritual o sexto principio, por lo tanto,
el vehículo de Atma, el Espíritu, que es el séptimo principio. “Círculo infranqueable”. La circunferencia
del sistema solar manifestado, siendo la periferia de influencia del Sol,
entendido esotérica y exotéricamente. El límite del campo de actividad de la
fuerza central de la vida. Cuerpo causal. Desde el punto de
vista del plano físico no es un cuerpo subjetivo ni objetivo. Es el centro de
la conciencia egoica, y está formado por la conjunción de budi y manas. Es
relativamente permanente, pues subsiste durante el ciclo de encarnaciones y
se desvanece después de la cuarta iniciación, cuando el hombre ya no debe
reencarnar. Cuerpo etérico o doble etérico. Según la enseñanza
esotérica, el cuerpo físico consta de parte densa o cuerpo físico, propiamente
dicho, y cuerpo etérico. El cuerpo físico denso está formado por materia de
los tres subplanos inferiores del plano físico, y el cuerpo etérico, por los
cuatro subplanos superiores del plano físico. Deva o Angel. Un dios. En sánscrito es una
deidad resplandeciente. Un ser celestial, bueno, malo o indiferente. Los
devas se dividen en muchos grupos y no sólo se los llama ángeles y
arcángeles, sino constructores menores y mayores. Devachan. Ese estado de
conciencia en el plano mental, al cual pasa el alma desprovista de su cuerpo
astral, actuando en su cuerpo mental o limitada por él. Es de orden superior
al cielo común; la bienaventuranza que en él se disfruta es más mental de lo
que entendemos comúnmente por esa palabra; no obstante se halla todavía en
el mundo inferior de la forma y será trascendido una vez practicado el
desapego. (23-33) Ego. (Ver Alma) Grupos Egoicos. En el tercer
subplano del quinto plano, el mental, se hallan los cuerpos causales de los
individuos. Estos cuerpos son la expresión del ego o de la autoconciencia
individualizada, y se reúnen en grupos según el rayo o cualidad del ego. Iniciación. De raíz latina,
que significa el principio de una ciencia. Se refiere a quien penetra en los
misterios de la ciencia del yo y del no-yo, en todos los yoes. El sendero de
iniciación es la etapa final del sendero de la evolución humana, hollado por
el hombre, y se divide en cinco etapas, llamadas las cinco iniciaciones. Jerarquía. El grupo de seres
espirituales en los planos internos del sistema solar, que constituye las
fuerzas inteligentes de la naturaleza y dirige los procesos evolutivos. Se
divide internamente en doce Jerarquías. En nuestro esquema planetario, el de
la Tierra, hay un reflejo de esta Jerarquía, llamada por los esoteristas
Jerarquía oculta, constituida por chohanes, adeptos e iniciados, que actúan
en el mundo por medio de sus discípulos. Karma. La acción física.
Metafísicamente es la ley de retribución, de causa y efecto o de causación
ética. Hay karma de mérito y karma de demérito. Es el poder que domina todas
las cosas, la resultante de la acción moral y el efecto moral de un acto
cometido para el logro de algo que satisface un deseo personal. Lemuria. Término moderno
empleado primeramente por algunos naturistas y ahora adoptado por los teósofos
para indicar el continente que, según La Doctrina Secreta de Oriente,
precedió a la Atlántida. Fue el hogar de la tercera raza raíz. Logos. La deidad
manifestada en todo pueblo y nación. La externa expresión o efecto de la
causa eternamente oculta. Logos planetario. Este término se
aplica generalmente a los siete espíritus superiores, correspondientes a los
siete arcángeles de los cristianos. Todos pasaron por la etapa humana, y
ahora se manifiestan a través de un planeta y sus evoluciones, así como el
hombre lo hace a través de su cuerpo físico. Un espíritu superior planetario
que actúa en cualquier globo, es en realidad un Dios personal del planeta. Manas o principio manásico. La mente, la
facultad mental, que distingue al hombre de los animales. Es el principio
individualizador, que capacita al hombre para darse cuenta de que él existe,
siente y conoce. Algunas escuelas lo dividen en dos partes: la mente
superior o abstracta, y la mente inferior o concreta. Mántram. Versículos de los
Vedas. En sentido exotérico, mántram (esa facultad o poder síquico que imparte
percepción e ideas) es la parte más antigua de los Vedas, cuya segunda parte
constituye los Brahmanas. En la fraseología esotérica el mántram es el Verbo
hecho carne u objetivado por magia divina. Es un conjunto de palabras o
sílabas ordenadas rítmicamente, de manera que al pronunciarlas se generan
ciertas vibraciones. Maya. En sánscrito es
“ilusión”. Nombre del principio de la forma o limitación. Es el resultado de
la manifestación. Se aplica generalmente en sentido relativo a los fenómenos
o a las apariencias objetivas creadas por la mente. Mayavi Rupa. En sánscrito
“forma ilusoria”. Es el cuerpo de manifestación creado por el adepto,
mediante un acto de la voluntad, para emplearlo en los tres mundos. No tiene
relación material con el cuerpo físico. Es espiritual y etérico y pasa a
través de todo, sin ningún obstáculo. Se construye por el poder de la mente
inferior, con el tipo más elevado de materia astral. Mónada. El Uno, el triple
espíritu en su propio plano. En esoterismo significa, con frecuencia, la
tríada unificada -Atma, Budi y Manas; voluntad espiritual, intuición y mente
superior- o la parte inmortal del hombre que reencarna en los reinos
inferiores, progresando gradualmente a través de ellos hasta llegar al
hombre, de allí a la meta final. Prana. El principio Vida,
el aliento de la Vida. El esoterista dice: “consideramos la Vida como una forma
de existencia, manifiesta en lo que denominamos materia o, separándola
incorrectamente, llamamos espíritu, alma y materia en el hombre. La materia
es el vehículo para la manifestación del alma en este plano físico de
existencia; el alma es el vehículo para la manifestación del espíritu, y los
tres son como una trinidad, sintetizados por la Vida que los compenetra a
todos”. Raza Raíz. Una de las siete
razas humanas que evolucionan en un planeta durante el gran ciclo de la existencia
planetaria, al cual se denomina periodo mundial. La raza raíz aria, a la que
pertenecen los indos, europeos y americanos modernos, es la quinta; los
chinos y japoneses pertenecen a la cuarta raza. Shamballa. La ciudad de los
Dioses, situada para algunas naciones en Occidente, para otras en Oriente, y
aun para otras en el norte o en el sur. Es la Isla Sagrada en el desierto de
Gobi. Es el hogar del misticismo y de la Doctrina Secreta. Atómico (subplano). Los
ocultistas dividen la materia del sistema solar en siete planos o estados, de
los que el atómico es el superior. Análogamente, cada plano se divide en
siete subplanos, de los que el superior es el subplano atómico. Existen, por
consiguiente, cuarenta y nueve subplanos, y siete de ellos subatómicos. Tríada. Es el hombre
espiritual; la expresión de la mónada; el espíritu germinal, conteniendo las
potencialidades de la divinidad, que se irán desarrollando en el transcurso
de la evolución. Esta Tríada constituye el yo individualizado o separado, el
ego. |
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Año: 2002
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