Los Ángeles en la Vida Social Humana

 

Un tratado esotérico Sobre los Ángeles

 

Vicente Beltrán Anglada

 

 

   

 

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A MARIA CARMEN AGULÓ PÍ en el imperecedero recuerdo del inmortal AKASHA.... IN MEMORIAM

 

VICENTE BELTRÁN ANGLADA

 

 

 

PORTADA E ILUSTRACIONES

 

La imagen que ilustra la portada, así como las figuras del interior de este libro, el tercer volumen del tríptico “UN TRATADO ESOTERICO SOBRE LOS ANGELES”, han sido realizadas por el inspirado pintor JOSEPH GUMÍ i CARDONA, quien une a la requerida e imprescindible habilidad técnica la valiosa facultad de percepción de los mundos invisibles.

 

Con respecto a la ilustración de la portada, debo significar que se trata de la reproducción de un cuadro titulado “GENESIS”, pintado por el señor GUMÍ i CARDONA, expuesto en el MUSEO DE ARTE MODERNO de BARCELONA. En la composición del mismo se ha tratado de representar simbólicamente el principio de la generación humana con las figuras centrales de ADAN y EVA, rodeadas de un ambiente plástico donde se entrefunden armoniosamente los conceptos religiosos, filosóficos y artísticos, surgidos de las ideas fundamentales de la geometría esotérica la cual, a su vez, se inspira en aquellas medidas áureas o solares aportadas por los Ángeles a los grandes artistas de todos los tiempos.

 

Las demás imágenes son visiones del propio artista, percibidas en niveles ocultos y representadas vívidamente a través de la habilidad técnica. PERCEPCIÓN OCULTA y HABILIDAD TÉCNICA son las constantes en las obras del señor GUMÍ a quien, desde aquí, agradezco muy profundamente su deferencia al ilustrar todos mis libros acerca de los ANGELES, insistiendo una vez más que las figuras representativas del mundo oculto, tal como él las plasma en sus dibujos e ilustraciones, se ajustan perfectamente a las que yo suelo percibir en el devenir de mis investigaciones esotéricas.

 

VICENTE BELTRÁN ANGLADA

 

 


INDICE

 

Portada e ilustraciones

Prefacio

Introducción

 

 

Primera Parte

 

Capítulo I

GEOMETRÍA ESOTERICA

La ciencia de los centros

El Reino Angélico, el centro de equilibrio entre Vida y forma

El Arquetipo

 

Capítulo II

LOS DEVAS Y LA IMAGINACIÓN HUMANA

Los Ambientes Individuales

Los Ambientes Familiares

Los Ambientes Profesionales

Los Ambientes Grupales

Los Ambientes Sociales Nacionales

El Alma Territorial

 

Capítulo III

EL MISTERIO DEL ATOMO DE HIDRÓGENO

La Actividad de los Angeles en el Proceso de Substanciación de los Átomos ultérrimos

 

Capítulo IV

LOS DEVAS Y EL CUERPO ETÉRICO HUMANO

Los Devas Lunares

 

Capítulo V

LA ACTIVIDAD DE LOS DEVAS DORADOS

Como trasmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente  PRANA

Como Agentes Inductores o Trasmisores del PRANA planetario

Como dinámicos impulsores de los Ritmos de Respiración de los Seres humanos

Como Creadores de los Fenómenos de Irradiación Magnética en la Vida de los Reinos

 

Capítulo VI

LOS DEVAS Y EL TRABAJO DE LA JERARQUIA

Los Agentes de Shamballa

Los Impulsores del Plan

La Humanidad, el Centro místico  de todos los Reinos

Los Tres Departamentos de Trabajo de la Jerarquía y la Obra de los Devas

El Departamento del Manú

El Departamento del Bodhisattva

El Departamento del Mahachohan

 

Capítulo VII

EL PODER PSÍQUICO DE LOS DEVAS

Sobre los Reinos de la Naturaleza

Sobre los Estados de Conciencia Humanos

Sobre los Siete Rayos

Sobre las Corrientes de Vida Astrológica

Sobre los Vehículos de Manifestación de la Entidad Causal, Alma o Angel Solar y su relación cósmica

Sobre los Hechos Kármicos que tienen lugar en nuestro planeta

Sobre los Fenómenos Psíquicos

Definidos como Paranormales o Parapsicológicos

 

 

SEGUNDA PARTE

 

Capítulo VIII

LOS SEÑORES DEL KARMA

El Angel de la Muerte

El Angel de la Justicia

El Angel de los Registros Akásikos

El Angel de la Liberación

 

Capítulo IX

LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA DEL HOMBRE

El Nacimiento

La Enfermedad

La Vejez

La Muerte

El Kamaloka y el Devachán

 

Capítulo X

LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA DEL UNIVERSO

Los Símbolos de los Señores del Karma

El Señor de la Muerte

El Señor de la Justicia

El Señor de los Archivos

El Señor de la Liberación

 

Capítulo XI

LAS SEMILLAS DEL BIEN CÓSMICO

La Lucha del Bien y del Mal, la Base Mística de la Creación

El Misterio del Espacio y del Tiempo

 

Capítulo XII

LOS ANGELES Y LAS INFLUENCIAS ASTROLÓGICAS

Las Personificación Mística de las Energías

La Astrología, una Ciencia de Comunicación entre Angeles y Hombres

Los Ciclos de Vida Universal

La División Esotérica del Mundo por las Grandes Jerarquías Dévicas

 

Capítulo XIII

EGREGORES

¿Qué es un Egregor?

¿Cómo identificar un Egregor?

¿Cómo destruir los Egregores Negativos?

¿Cómo actúan los Angeles Superiores sobre los Egregores?

Otras consideraciones Ocultas sobre los Egregores

 

Capítulo XIV

SÍNTESIS EXPERIMENTAL

La Visión del Mundo Oculto

Las Condiciones Intimas del Contacto Angelico

Los Insignes Forjadores del Destino

El Sentimiento de Alegría y el Misterio de la Voz

El Tercer Elemento Vital

Ultimas Consideraciones

 

EPILOGO

 

 

 

 

 

 

PREFACIO

 

 

Este es el tercer volumen de Un Tratado Esotérico Sobre los Angeles ([1]). En el primero estudiamos las fuerzas ocultas de la Naturaleza, iniciando un recorrido cósmico que partiendo de la labor universal de los grandes Logos creadores y de las excelsas Entidades Angélicas, se introducía en las interesantes temáticas de las Jerarquías Angélicas del Universo, de las vinculaciones humano-dévicas con un estudio de la ciencia de la invocación y del contacto angélico, de la intervención de estos excelsos moradores de los mundos invisibles en la vida social del hombre, del misterio implícito en la generación angélica y el destino de perfección de los Angeles, para culminar la investigación con unas ideas acerca del Angel Solar, el Yo espiritual del ser humano, y la actividad de los Angeles en la evolución de los sentidos superiores de la humanidad y su participación activa en los fenómenos denominados parapsicológicos.

 

Tal estudio permitió sentar las bases para el segundo volumen, el cual fue titulado muy intencionadamente La Estructuración Dévica de las Formas, ya que toda su temática oscilaba alrededor de las formas dévicas o angélicas de la Naturaleza, desde las de las humildes, aunque importantes, entidades llamadas esotéricamente "elementales constructores", hasta las gloriosas Existencias Angélicas cuya misión o destino es dirigir desde niveles universales más asequibles a la razón humana la evolución de los Planos, de los Reinos, de las Razas y de todas las especies vivientes dentro de los ámbitos de nuestro Sistema Solar. Una de las principales motivaciones de este segundo libro fue el presentar por primera vez quizás en el devenir de los estudios esotéricos, unas ideas sobre el principio místico del lenguaje de los Devas y su directa relación, vía la ley augusta de los sonidos creadores, con el lenguaje que utilizan los hombres de la Tierra. Objetivo muy importante también de La Estructuración Dévica de las Formas fue el estudio de las formas psíquicas creadas en el ambiente planetario por las ceremonias mágicas o litúrgicas efectuadas por todas las congregaciones religiosas del mundo, las Ordenes secretas de carácter iniciático y las escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual.

 

Este tercer libro, titulado Los Angeles en la Vida Social Humana, viene a ser como una síntesis de los dos anteriores, aunque haciendo un énfasis especial en la necesidad urgente de que los seres humanos de cierta comprensión espiritual establezcan contacto inteligente con los Moradores del Espacio, designación esotérica de los Devas en su multiplicidad de especies y jerarquías, con vistas a una síntesis de poder espiritual la cual tendrá lugar si los discípulos, aspirantes y hombres y mujeres de buena voluntad del mundo realizan los necesarios esfuerzos y se ajustan a las correspondientes disciplinas, a últimos de este siglo o a principios del otro.

 

A nuestro entender, la importancia de los tres libros que constituyen este Tratado radica en el hecho de que vienen a rellenar un hueco vacío dentro del estudio esotérico de los fenómenos que se realizan en el éter y cuya causa permanece aún ignorada por la ciencia de nuestros días, tales como la electricidad, la conciencia inteligente del átomo inmerso en una gran comunidad de elementos químicos o las motivaciones ocultas de las manifestaciones parapsicológicas.

 

La presentación de las entidades dévicas o angélicas en su prodigiosa diversidad como los agentes ocultos de todo fenómeno en la vida de la Naturaleza, geológico, eléctrico, psíquico o espiritual, irradiará una nueva luz hacia la comprensión del mecanismo psicológico que por encima de la voluntad humana, origina en el éter del espacio toda clase de reacciones las cuales se transforman progresivamente en las leyes cíclicas de la Naturaleza con sus perfectos ritmos, cálidas demostraciones del poder creador de la divinidad, en la manifestación natural de todas y cada una de las especies vivientes y en la creación de los ambientes psíquicos o sociales de la humanidad.

 

Por todos estos motivos consideramos que este Tratado -si bien insuficiente todavía para abarcar las inmensas profundidades del maravilloso mundo dévico- serviría al menos para ofrecer una mejor noción del permanente milagro que se realiza en las infinitas oquedades de los éteres universales y planetarios para llevar la magna obra de la evolución, así como estimular a los sinceros aspirantes espirituales del mundo para que dediquen parte de su vida y de sus esfuerzos a establecer un vinculo de amorosa unión con el mundo oculto de los Angeles, sabiendo de antemano que Estos están aguardando con inmensa simpatía y comprensión, el inicio de estos sinceros y particulares intentos para ofrecer a cambio la inapreciable dádiva de su espiritual inspiración.

 

Vicente Beltrán Anglada

 

INTRODUCCION

 

 

Una de las incógnitas que surge en la mente del hombre inteligente es quizás la que tiene que ver con aquello que corrientemente solemos llamar fatalidad, hado o destino. Se nos dijo esotéricamente desde siempre que el destino corresponde a la actividad de los Señores del Karma. En unos capítulos de este tercer volumen de Un tratado Esotérico sobre los Angeles, hemos intentado desbrozar algo esta incógnita utilizando el principio de analogía y la intuición superior, lo cual nos obligó a realizar un gran esfuerzo espiritual y no simplemente intelectual para poder remontarnos en conciencia a ciertos niveles de expresión causal y poder extraer de allí algunos significativos argumentos que esclarecían sin duda los orígenes del destino humano, planetario y universal, una idea absolutamente abstracta pero que el investigador esotérico se ve obligado a presentar en forma racional y científica. Algunos de los secretos relacionados con esta idea espiritual del karma tienen que ver con la revelación oculta de los Angeles y debemos confesar con gran honestidad, que en el desarrollo de la misma tuvimos el inmenso privilegio de ser ayudados y recibir inspiración directa de algunos de Estos excelsos moradores del mundo oculto. En ciertos pasajes de este Tratado hicimos referencia ya a alguna de estas experiencias particulares de contacto angélico, tratando de presentar a los Angeles como nuestros hermanos de los reinos invisibles de la Naturaleza, supremos artífices en el arte de la construcción de formas en todos los planos del Universo y rebosantes de simpatía y buena voluntad hacia los seres humanos. A través de tales contactos tuvimos siempre una visión mucho más certera y científica de lo que en términos esotéricos llamamos procesos místicos, misterios universales, secretos alquímicos, magia organizada y fraternidad cósmica.

 

Efectivamente, los Angeles no se limitaron a introducirnos en ciertas áreas desconocidas del mundo oculto, sino que nos explicaron técnicamente y a nuestra manera cómo y de qué manera se producían los hechos y fenómenos de la Naturaleza, fuese cual fuese su plano o nivel de expresión. Así, la comprensión de los mundos invisibles adquirió para nosotros un carácter tan eminentemente científico como el que tiene que ver con la explicación racional o intelectual de cómo la energía de un rayo eléctrico creado en la atmósfera planetaria, puede ser canalizada convenientemente por un simple pararrayos -aunque quizás sería mejor definirle atraerrayos- siguiendo el principio eléctrico científicamente reconocido como ley de puntas de Faraday, o de la actualización de la energía eléctrica de la luz por medio de una bombilla de cristal con filamento metálico de la cual fue extraído previamente el aire, tal como descubrió Edison. Todo en la Naturaleza es electricidad, energía en acción, fuerzas en movimiento..., una interacción constante entre la vida y la forma a través de la actividad dévica o angélica presente en todas las fases de estructuración, conservación y destrucción del Universo.

 

Bien, quizás esto lo hayamos dicho ya en otras ocasiones o en otras fases de nuestro estudio, pero interesa observar que la repetición de las mismas cosas no obedece a un equivocado sentido de redundancia o a algún olvido de parte nuestra, sino que la utilizamos como un vehículo de necesidad para que la comprensión de ciertas ideas ocultas se vaya definiendo a través de una multiplicidad de ideas afines, concretas y ya previamente establecidas en nuestra mente. Recomendamos, por tanto, una profunda atención a cada uno de los temas presentados en este Tratado con la serena convicción de que en alguno de ellos hallarán Uds. un punto importante o de esencial interés por medio del cual y sin utilizar otros medios que los del simple discernimiento, podrán abarcar una serie impresionante de significados espirituales y quizás también el aliciente máximo para poder establecer -a igual que lo hicimos nosotros- un contacto verdaderamente significativo e importante con el mundo maravilloso de los Devas. Si tales previsiones son ciertas y hallan Uds. en la totalidad del libro algunos de estos puntos ascensionales que los eleve por encima de Uds. mismos y los conecte con la realidad espiritual oculta en todos y cada uno de los seres vivientes, nos sentiremos realmente felices y verdaderamente satisfechos, ya que nuestro interés esotérico y más acendrado anhelo es contribuir de alguna manera al despertar de las almas suficientemente preparadas para dar el siguiente paso dentro de la ordenación jerárquica de la vida, aquel que conduce a las cúspides máximas del ser y permite penetrar vía el cuerpo causal en la gran corriente iniciática.

 

Parte del gran legado kármico de este Tratado persigue esta suprema meta y conscientes de la virtualidad de esta obra jerárquica, sólo pedimos atención y persistencia en el estudio y un gran amor por las grandes corrientes de vida divina que procedentes del mundo oculto, deben penetrar silenciosamente en nuestro corazón desvaneciendo las huellas de un pasado corrupto y haciendo cesar definitivamente los tormentos del deseo esclavizado. Tal es en esencia el supremo objetivo que persiguen los Angeles y los hombres inteligentes, sabiendo ocultamente que todos estamos vinculados por idénticos motivos divinos de universal perfección.

 

Vicente Beltrán Anglada

 

 

 

PRIMERA PARTE

 

Capítulo I

 

GEOMETRIA ESOTERICA

 

 

La Geometría es el andamiaje de la imaginación. El Arte y la Ciencia se complementan geométricamente. Podríamos decir así que ninguna expresión artística carece de ciencia ni ninguna ciencia carece de arte, de ahí que todo conocimiento proviene del íntimo sentimiento creador, no teniendo otra meta la creación, que inicialmente es percepción, que darle adecuada forma a la imaginación que surge como efecto de los impulsos internos. Existe también, por poco que lo analicemos, un sentimiento de belleza matemática que tiende a la armonía de las formas y de los números, una elegancia geométrica -podríamos decir dévica- que puede ser descubierta por doquier, llegando finalmente a la conclusión de que una ecuación matemática para ser perfecta ha de tener forzosamente belleza. La Ciencia de los Números es la Ciencia de la Forma y no podemos hablar de Geometría Esotérica sin referirnos a la armonía existente entre ambas Ciencias. Con respecto a esa Geometría oculta habrá que tenerse en cuenta también que todos los cuerpos en el espacio se comportan de acuerdo con la posición que ocupan en el mismo con respecto a otros. Sus coincidencias y sus conjunciones, es decir, las figuras geométricas que constituyen en su mutua interdependencia tienen un significado básico, podríamos incluso denominarlo kármico, al ser observadas desde determinados ángulos de visión o perspectiva. La contemplación del Universo desde nuestro particular campo de percepciones tiene una importancia considerable desde el punto de vista esotérico y la mecánica misma de los astros, es decir, sus movimientos apreciables de rotación y traslación, motivarán en el espacio aquellas condiciones íntimas que producen nuestros particulares estados de conciencia.

 

Creemos que por vez primera, quizás, en los estudios esotéricos, se intenta enlazar la idea del karma solar, planetario y humano con la posición geométrica de los astros en el firmamento. En nuestro caso particular, consideramos al planeta Tierra como centro de nuestras percepciones y al Universo entero como un inmenso campo de perspectiva. Yendo al fondo mismo de esta cuestión podríamos decir que la posición que ocupe un cuerpo en el espacio en relación con otros repercute en su propia estructura molecular. Posiciones similares en el orden estrictamente geométrico engendrarán así parecidas estructuras atómicas y la forma de un elemento químico cualquiera variará sensiblemente según sea la posición que ocupe dentro de su conjunto molecular y sus líneas geométricas de relación con otros grupos de elementos químicos. Hay pues una vinculación en el orden geométrico de acuerdo con determinadas posiciones adoptadas en el espacio por los cuerpos celestes o por los simples elementos químicos, siguiendo la absoluta ley de afinidades, cósmicas, universales, planetarias, humanas y moleculares. Es posible organizar así la vida manifestada, con todo cuanto ello presupone, de acuerdo con conceptos estructurales y disposiciones posicionales y geométricas. De ahí nace precisamente la idea de “las redes espaciales”, una verdadera creación angélica, las cuales al parecer y en orden a la filosofía de la forma o de la geometría esotérica, cubren el entero Universo y según sus combinaciones estructurales, vistas siempre desde el ángulo de la propia perspectiva, determinan ciertos definidos aspectos psicológicos en relación con los centros de visión o de observación.

 

Habrá que ir pensando también, de acuerdo con tales conclusiones, que el establecimiento de jerarquías espirituales en el orden psicológico vendrá determinado también por la posición geométrica de unas almas con respecto a otras, o por el lugar que ocupen dentro de alguna definida FORMA geométrica adoptada en tiempo y espacio por Aquellas supremas Entidades psicológicas que denominamos esotéricamente Logos cósmicos, Logos solares y Logos planetarios, los Cuales, sin embargo, vienen particularmente condicionados también por el lugar que ocupen en el Espacio absoluto en relación con Sistemas estelares de todavía más elevada trascendencia.

 

Podríamos hablar asimismo, tal como era la concepción de los grandes Iniciados Druidas, de una geometría de los órganos dentro del cuerpo físico de los seres humanos y de la misión kármica de cada grupo de células o moléculas en relación con el lugar geométrico que ocupen dentro de la totalidad del organismo.

 

Siguiendo rigurosamente el supremo dictado del principio hermético de analogía no nos será difícil hablar de relaciones kármicas entre órganos y planetas, entre sistemas moleculares y grupos de Universos y admitir aún, dentro de este cuadro de relaciones, que cualquier elemento químico, por pequeño que sea, está en magnética relación con algún cuerpo celeste, siendo un punto geométrico a través del cual una función psicológica, de la naturaleza que sea, tendrá oportunidad de expresarse.

 

Así, pues, la clave de la expresión universal se halla en la geometría del espacio, es decir, en la forma geométrica de un cuerpo y en el lugar geométrico que circunstancialmente pueda ocupar en el espacio con respecto a la compleja estructura geométrica dentro de la cual su cuerpo con su particularizada forma se halla incluido. Y podríamos deducir, además, dentro de un inacabable cuadro de analogías, que el destino de cualquier ser, sea cual sea la naturaleza de su especie o su jerarquía espiritual, viene inexorablemente condicionado por la forma de su cuerpo físico y por la posición geométrica que adopte dentro de la estructura social de la cual forma parte. Esto puede significar también -si nuestras suposiciones son ciertas- que el Karma como Ley de la Naturaleza es un resultado de la FORMA que adopten y de la POSICION que ocupen, geométricamente hablando, la pluralidad infinita de vidas y de conciencias sujetas al devenir incesante de la evolución. La misma ley y el mismo orden rigen el comportamiento psicológico del ser humano, habida cuenta que éste, sea cual sea su posición social y evolución interna, ocupa un lugar geométrico definido en el seno de la sociedad humana o contexto social del cual forma parte, siendo precisamente este LUGAR el que le condiciona kármicamente y le obliga a adoptar frente a la vida y a las circunstancias, un comportamiento psicológico definido con una serie de reacciones muy singulares y particularizadas frente al ambiente familiar, social y comunal dentro del cual vive inmerso. Así, de la misma manera que existe una geometría del espacio hay que admitir muy lógicamente también que hay una geometría esotérica que rige el comportamiento humano en todas sus fases de desarrollo durante el proceso de la evolución psicológica.

 

La Ciencia de los Centros

 

La geometría esotérica tiene que ver mucho, por tanto, con lo que nuestros estudios ocultos llamamos ciencia de los centros, la cual cuida del desarrollo y cumplimiento de los chacras alojados en el doble etérico del ser humano, los cuales son puertas de entrada en el cuerpo físico de todas las posibles energías universales. Habrá así, lógicamente, una geometría particular de los centros de fuerza o chacras, adoptando cada uno visto clarividentemente, una forma geométrica específica de acuerdo con el número de pétalos desarrollados, la cual estará relacionada con ciertos centros cósmicos de los cuales copiará o absorberá aquella definida forma geométrica. No será en vano pues que el centro MULADHARA de la base de la columna vertebral adopte la forma geométrica de la Cruz con cuatro pétalos desarrollados, que el chacra ANAHATA del corazón tenga la forma geométrica o mística de un loto con doce pétalos o que el centro SAHASRARA, el de la cúspide de la cabeza, aparezca como una montaña de fuego dentro de la cual puede apreciarse un loto indescriptible conteniendo mil pétalos... Las energías cósmicas procedentes de centros estelares más allá de la medida de nuestro entendimiento se proyectan sobre todos los centros vivos de la Naturaleza, condicionando sus expresiones y dotándolos de una forma geométrica determinada, sea la que se refiere a un Plano del Universo, a un Reino de la Naturaleza, a una Raza humana o a una definida especie dentro del insondable marco de la Creación.

 

Hay que tener en cuenta, por tanto, que toda unidad psicológica condicionante de no importa qué tipo de forma geométrica, viene condicionada a su vez por la posición que ocupe dentro de cualquier estructura molecular o social, la cual es un resultado de la unión y relación de un incalculable número de unidades geométricas -en realidad minúsculas vidas dévicas- cada una de las cuales con su particular idiosincrasia, temperamento y carácter psicológico -si podemos decirlo así- cuyas reacciones totales dan fe de una estructura determinada, sea atómica, molecular, psicológica o espiritual. Variará lógicamente la calidad de los elementos básicos o unidades geométricas de vida definidas esotéricamente como elementales constructores en uno u otro nivel. Son, en realidad, la vida de Dios en movimiento incesante de traslación, en tanto que la forma geométrica de una determinada estructura tiende, por inercia o por su lento movimiento de asimilación de las energías, a la ley de gravitación, cuya cualidad apreciable desde el ángulo oculto es el movimiento de rotación de los astros. Los dos movimientos antes descritos adoptan también en el espacio una forma geométrica idéntica: la ESPIRAL, lo único que variará en el orden universal es que el movimiento de rotación engendra una espiral que va de la superficie o del espacio hacia adentro, el centro, en tanto que el movimiento de traslación, por el contrario, se proyecta desde el centro hacia el espacio exterior. La creación de un Universo físico, de un planeta, de un ser humano o de un chacra etérico se inicia siempre con la nebulosa cuya forma ESPIRAL gravita hacia un centro espiritual de síntesis, siguiendo un proceso centrípeta de gravitación y origina con este movimiento circular que va de la superficie al centro la fase de substanciación del éter, llevada a cabo por los Devas, a la cual ya nos hemos referido varias veces durante el curso de este Tratado y que progresivamente y después que la fuerza gravitatoria del centro, el SOL, se ha escindido en otros varios centros gravitatorios menores, los PLANETAS, con idéntico movimiento en espiral hacia dentro, se convierte en un Sistema solar. Cada uno de los planetas son unos centros, chacras o expresiones geométricas de las cualidades que el Logos solar trata de revelar a través de las mismas.

 

Hay por tanto en todo Universo -si es que son ciertas para el Cosmos absoluto las leyes de analogía que rigen para nuestro Sistema solar- dos movimientos principales: el de rotación de cada astro alrededor de sí mismo creando un centro gravitatorio particular y con ello un tipo definido de expresión psicológica y singularidad geométrica y otro de traslación alrededor de un centro de atracción mayor, llámesele Sol, Constelación o Galaxia que le crea un sentido más o menos acentuado de dependencia cósmica. En el aspecto psicológico la fuerza centrípeta o de rotación sobre sí crea el sentimiento de separatividad o de egoísmo, por el contrario, la fuerza centrífuga o de expansión hacia un centro mayor fuera de la propia gravitación despierta, promueve y desarrolla el sentimiento de unidad y de altruismo y aproxima íntimamente al astro a su centro de atracción mayor en donde misteriosamente intuye, presiente o adivina el Espíritu de Síntesis que está en la base potencial del Cosmos absoluto. Parecerá extraño, quizás, que hablemos de cualidades psicológicas al referirnos a los astros que pueblan el infinito firmamento. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en la fase primaria u original de cada cosa se halla una motivación oculta, un tremendo impulso dinámico e inteligente que impele a la manifestación. Ahora bien, considérese que tal impulso dinámico e inteligente no procede de la materia substanciada mediante la cual todas las cosas fueron hechas, sino de un Espíritu creador que reúne en Sí todas las cualidades psicológicas de voluntad, sabiduría e inteligencia a un grado superlativo de exaltación, al cual no pueden acceder nuestros más elevados sentidos espirituales, pero cuya irresistible tendencia es la MANIFESTACION CICLICA. La Forma geométrica se hace eco de tal espíritu de expresión psicológica y surgen así del Espacio absoluto todos los cuerpos universales, desde el más pequeño y humilde asteroide a la más absoluta y trascendente Galaxia. Bien, esta idea podrá parecer quizás demasiado abstracta. Aplíquese, no obstante, el principio de analogía; analícense los dos movimientos universales conocidos como rotación y traslación; inténtese penetrar en sus remotas causas originales y se tendrá una idea concreta e intelectual de las trascendentes realidades cósmicas, una ventana abierta a las insondables profundidades del infinito Espacio, la cual puede mostrarle al audaz investigador esotérico las causas supremas de la vida manifestada, así como los orígenes psicológicos del ser humano.

 

 

El Reino Angélico, El Centro de Equilibrio entre Vida y Forma

 

Cuando analizamos la relación existente entre la Vida espiritual y la Forma material, entre la Voluntad de Ser y el Propósito de Realizar, observamos los fenómenos producidos en el espacio por las dos fuerzas básicas que rigen el orden cíclico del Cosmos; hacia adentro, hacia el alma espiritual o ser inmanente se halla el secreto psicológico de rotación o de gravitación; hacia afuera, en dirección al Ser trascendente que llamamos Dios, se halla el misterio psicológico de traslación o de expansión cíclica. Esotéricamente -y siempre debo hacer esta obligada aclaración- se percibe un espacio geométrico que es externo y otro espacio psicológico que es interno. Las condiciones que rigen el Espacio -considerado como una Entidad- son idénticas en los dos casos, pero cuando hablamos de un espacio geométrico introducimos en nuestro estudio el factor tiempo, el cual condiciona desde el centro gravitatorio de todo cuerpo de substancia las cualidades psicológicas que sólo con el tiempo pueden manifestarse y llegar a su plena madurez y perfección. Llegará sin embargo un momento en la vida de todo ser viviente en que el tiempo y el espacio se equilibrarán adecuadamente y constituirán un fenómeno único de conciencia, de unidad o de síntesis. Es en aquel momento solemne en la vida de la Naturaleza, de un Reino, de una Raza, de una Especie o de un ser humano que se cumplirá un destino establecido de perfección y se realizará plenamente un ARQUETIPO, depositario de una Idea de Dios y contenedor de ciertas elevadas cualidades de Sí mismo. ¿Cómo ha sido posible tal prodigio? ¿Cómo se ha realizado tal milagro? Todo en la Naturaleza es un prodigio, todo es un milagro. Pero ha sido realmente la ley del esfuerzo fustigado por el sentido infinito de una gran Necesidad Cósmica de expansión vital el que ha hecho posible que se creara una síntesis, que se conquistara una Verdad y se diera testimonio objetivo de una Ley. El principio de analogía hace el resto mostrándole al investigador esotérico en forma concreta, clara y objetiva la incalculable serie de procesos concatenados procedentes de las dos infinitas vertientes de la Vida, subjetiva y espiritual una y objetiva y material la otra, pero que igual que dos afluentes del mismo río convergen en la majestad infinita del insondable Océano de la existencia universal. El espacio geométrico y el espacio psicológico se han unido y reconciliado después de inmensos periodos de lucha y de conflicto y ya jamás podrán marchar por separado, al menos desde la consideración o punto de vista racional del hombre. Esta idea podría apuntar seguramente hacia metas más elevadas todavía, como por ejemplo, la indagación de las causas supremas de esta acción unificadora de síntesis dentro de la cual lo inmanente y lo trascendente, la gravitación hacia adentro y la expansión hacia afuera, la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga, el ideal y el ARQUETIPO, tiempo y espacio, etc. han llegado a un augusto Centro de Cumplimiento universal.

 

Ahora bien, los factores cósmicos o los intermediarios divinos que han prestado su colaboración en la magna obra de realizar un ARQUETIPO, es decir, los Angeles o Devas, realizaron su misión equilibrante entre la Vida y la Forma liberando del seno profundo de los espacios lntermoleculares o de las profundidades misteriosas de los éteres universales, las energías cósmicas que producen perfección y armonía. Por ejemplo, en el centro místico de los movimientos de rotación y de traslación de cualquier cuerpo celeste hay un ESPACIO eternamente virgen, libre absolutamente de karma, dentro del cual no opera fuerza gravitatoria alguna, pero que es la causa promotora del equilibrio universal. Y si extremando la idea imaginamos, tal como lo hemos hecho ya en otras varias ocasiones, que tales espacios interespaciales o intermoleculares no están vacíos, sino que están habitados y dinamizados por una especie particular de vida, muy diferente de la nuestra quizás, pero dotada de una increíble y extraordinaria capacidad de síntesis, el Reino Dévico o Angélico, tendremos en nuestras manos el elemento supremamente vital que nos faltaba para poder explicar razonablemente el misterio creador del Equilibrio universal, abarcando la totalidad de la Creación divina.

 

 

El Arquetipo.

 

Cuando lo inmanente y lo trascendente de cualquier ser viviente se han unido o reconciliado en cualquier momento del tiempo y en cualquier lugar del espacio, se produce un milagro de rara y espectacular belleza. Platón lo llamaba ARQUETIPO, la síntesis geométrica de belleza alcanzada por un cuerpo en la vida de la Naturaleza, mineral, vegetal, animal o humano. Pero, existe también en el nivel que sea una energía espiritual que ha logrado redención, siendo psicológicamente perfecta su expresión a través de aquella bendita forma, teniendo en cuenta que no puede haber perfección posible en la vida de la Naturaleza si no se realiza previamente un equilibrio verdadero entre una razón interna, o propósito creador, y una manifestación externa por medio de una cualificada forma geométrica. Tal equilibrio no hubiera sido posible a no mediar el tercer factor, aquel poder aglutinante de la energía material y espiritual al que místicamente llamamos ALMA.

 

Todas las formas de la Naturaleza poseen un Alma que las dota de conciencia y de un impulso vital, dinámico e irresistible que las orienta hacia un definido propósito de redención o, si Uds. lo prefieren, de perfección. Sin embargo, la redención y la perfección no constituyen metas rígidas o estáticas, sino que son antesalas de mayores conocimientos y realizaciones. Por lo tanto, cuando hablemos de Arquetipos en relación con las formas geométricas hacemos referencia a un estadio de perfección orientado siempre a nuevas y más esplendentes perfecciones. De ahí que la perfección que no constituye un fin en sí misma sino que es un eterno movimiento hacia más elevadas realidades, no está condicionada a meta definida alguna, ya que una vez la Naturaleza ha realizado el milagro de un Arquetipo, en el nivel, plano, reino o especie que sea, abre automáticamente la perspectiva de nuevos y más esplendentes Arquetipos o Modelos a realizar.

 

El Arquetipo del hombre se halla virtualmente en el ser ANDROGINO, aquél en cuyo centro de conciencia se han fundido o reconciliado todas las posibles polaridades. Al igual que ocurre con el misterio de la electricidad, cuyo centro de equilibrio o reconciliación es la Luz, el Alma del hombre es el centro de reconciliación entre el Espíritu y la Materia, entre la Vida divina y la forma geométrica del cuaternario inferior, entre el propósito de SER y la acción de REALIZAR. En el centro de la eterna Balanza de la Justicia kármica se halla el alma del hombre, decidiendo, luchando, sufriendo y gozando..., hasta que llega un día en que la Balanza se equilibra, el Espíritu y la Materia ya no luchan entre si; se han perfectamente integrados en el centro causal del Alma y se produce entonces aquel fenómeno humano que esotéricamente se denomina el ANDROGINO, la realización perfecta del hombre que ha consumado su destino. La mente humana ya no lucha ni se extiende horizontalmente a la búsqueda de conocimiento y su corazón se halla desapegado y libre de todo deseo. El Fuego de Kundalini circula libremente entonces por todos los centros etéricos; alrededor del SUSUMMA, IDA y PINGALA se hallan perfectamente equilibrados y el Fuego -tal como místicamente se dice- se ha convertido en LUZ, una Luz que orienta hacia las más elevadas realidades cósmicas. En tal estado de realización el cuerpo físico, ya pertenezca a un hombre o a una mujer, deja de sentir atracciones o estímulos de carácter sexual. Nada ni nadie pueden afectar ya este equili­brio estable en la vida de la naturaleza humana y cuando en el proceso cíclico de la muerte física tal esplendente y cualificado cuerpo arquetípico ha de ser abandonado, la conciencia del alma no se refugia en el Devachán, la zona intermolecular o de descanso angélico en el plano mental, sino que se fusiona absolutamente con la Mónada espiritual, el verdadero y único SER del hombre. Si algún nuevo nacimiento tuviera que producirse en el devenir del tiempo, la Mónada o Espíritu se manifestaría físicamente sin necesidad de sujetarse al ordinario proceso de concepción nacido de la dualidad masculino-femenina que rige para todos los seres humanos que no lograron todavía su perfección individual, sino que será realizado por medio de un ímpetu de amor y utilizando creativamente las fuerzas angélicas del espacio para construir el Vehículo adecuado a la realización de ciertos nobles fines que sólo la Mónada espiritual conoce y sirve. A este Cuerpo de radiante y sublime irradiación que el Iniciado crea con ayuda de los Devas superiores se le llama esotéricamente LINGA SAHIRA y tiene la propiedad de no envejecer, de estar libre de enfermedades y de persistir en el plano físico todo el tiempo que sea necesario para el cumplimiento de la obra jerárquica aceptada voluntariamente por la Vida infinita de la Mónada espiritual. Otra de sus propiedades es la de hacerse invisible a voluntad y de surgir inesperadamente de los éteres del espacio cuando así conviniere a los propósitos moná­dicos. Este Cuerpo, un verdadero TALISMAN viviente está bajo la custodia de ciertos Devas de elevadísima evolución que hacen circu­lar PRANA de las más elevadas regiones del éter a través de cada uno de sus componentes moleculares, construidos únicamente con átomos seleccionados del cuarto nivel etérico y que son atraídos en virtud de un sonido o Mántram especial que pronuncia el Iniciado cada vez que tiene necesidad de utilizar su LINGA SAHIRA para poder manifestarse substancialmente en el mundo.

 

En estas últimas ideas y consideraciones hallarán Uds. no pocos indicios acerca de la actividad de aquellas gloriosas Jerarquías Dévicas, denominadas en algunas partes de este Tratado Esotérico sobre los Angeles, Señores de los Arquetipos, Quienes, bajo la suave imposición del Adepto, construyen los Cuerpos Sagrados o Langas Sarires necesarios para el cumplimiento de alguna misión especial en el mundo, siguiendo el criterio universal de la Gran Fraternidad Oculta que guía los destinos espirituales del planeta Tierra...

 

 

 

Capítulo II

 

LOS DEVAS Y LA IMAGINACION HUMANA

 

 

Según decíamos al principio del capítulo anterior la Geometría es el Andamiaje de la Imaginación. Según esta declaración, la imagi­nación humana ha de basarse necesariamente sobre estructuras geométrica definidas si ha de objetivar figuras, ideas o pensamien­tos, teniendo en cuenta que la calidad de las creaciones de la ima­ginación dependerá lógicamente de la forma geométrica en que se fundamenta dicha actividad, circulares para las formas superiores de la imaginación relacionadas con propósitos de carácter espiri­tual, triangulares cuando se trate de expresar cualidades psicológi­cas y cuadrangulares cuando se trate de expresar únicamente formas objetivas relacionadas con el mundo físico. De acuerdo con estas tres figuras geométricas fundamentales y con la actividad creativa que compete a cada una de ellas se realiza el entero proceso de la imaginación en la vida humana, pudiendo ser añadi­do que ningún ser humano carece de imaginación, sea cual sea el nivel espiritual o psicológico en que se mueva, debiendo recordarse que existe una norma general o corriente para aquilatar el valor de las imaginaciones:

 

a.      Los individuos de escasa evolución espiritual imaginan formas basadas en la figura geométrica del cuadrado.

 

b.      Los aspirantes y discípulos basan sus imaginaciones en la figu­ra geométrica del triángulo equilátero.

 

c.      Los seres muy evolucionados y los Iniciados fabrican sus ima­ginaciones partiendo de la figura geométrica del círculo, la for­ma arquetípica del Sistema solar.

 

Si analizamos los tres tipos de imaginación humana con la activi­dad dévica o angélica, tendremos la siguiente relación:

 

a.      Los hombres involucionados utilizan en sus imaginaciones la energía que proviene de ciertos devas constructores a las órdenes de los Angeles AGNISCHAITAS, integradores, en multiplicidad de jerarquías, del plano físico.

 

b.      Los aspirantes espirituales y discípulos utilizan en sus imagi­naciones la energía que dimana de los Angeles AGNISURYAS del plano astral, o psíquico.

 

c.      Consecuentemente, los seres humanos de alta cualificación es­piritual y los Iniciados, fundamentan la actividad de sus ima­ginaciones en la energía que transmiten los Angeles AGNIS­VATTAS, Señores del plano mental.

 

De estas relaciones expuestas no deberemos establecer natural­mente conclusiones demasiado rígidas ni de orden autoritario. Hay que tener en cuenta sobre esta cuestión, que cada plano del Universo contiene siete subplanos y aún que cada uno de tales sub­planos está dividido en otras tantas subdivisiones, siguiendo un orden armónico que permite todas las extensiones posibles en cada uno de los niveles de la vida de la Naturaleza. Tengamos presente, sin embargo, que hay líneas naturales de acceso que comunican entre sí a planos y subplanos y que existe una pluralidad infinita de extensiones dentro del espacio vital que ocupa el ser humano en el orden social de la vida y lógicamente no podemos circunscribirle dentro de una esfera conceptual constante, sino que hay que admitir que dentro de sí se opera una alquimia de carácter espiri­tual que le obliga a extenderse constantemente y que, por tanto, las imaginaciones -que son una constante en su vida- estarán sujetas sin duda a innumerables e insospechables cambios de ritmo en el devenir de espacio y tiempo, deparándole esta circunstancia campos de expansión imaginativa cada vez más dilatados, es decir, que las imaginaciones meramente físicas evocarán condiciones emocionales o particularidades psíquicas y que el campo emocio­nal, a su vez, despertará ecos mentales que sugerirán en ciertas ocasiones experiencias espirituales de alta trascendencia.

 

Podríamos decir, esotéricamente hablando, que el campo de la imaginación es absolutamente neutro, ya que las imágenes que surgen o son invocadas durante el proceso imaginativo no son sino energías dévicas circunstancialmente substanciadas que prestan su concurso en los fenómenos psíquicos generados por los sucesivos estados de conciencia humanos. Podríamos deducir, pues, de acuerdo con estas conclusiones, que la imaginación es la expresión un estado de conciencia hecho objetivo por la actividad de aquellas energías angélicas o dévicas, misteriosamente Vívidas y dinámicas en cada porción íntima del espacio o del éter que constituye la esencia de sus vidas. Se tratar en todo caso, de una actividad sincrónica humano-dévica mediante la cual el hombre utiliza mecánicamente, la mayoría de las veces, la substancia creadora que surge de sus estados de conciencia y el ángel o deva se limita a registrarlos en el éter en forma objetiva, visible y concep­tuable, creando en el espacio infinito las condiciones apropiadas que armónicamente dispuestas y conjuntadas producirán:

 

a.      Los ambientes individuales

b.      Los ambientes familiares

c.      Los ambientes profesionales

d.      Los ambientes grupales

e.      Los ambientes sociales de las naciones

 

El estudio de cada uno de estos ambientes o efectos psíquicos creados por la entidad humana, nos deparará una idea más concreta del significado intimo de la imaginación y de sus conse­cuencias en la evolución planetaria en su conjunto.

 

Veamos:

 

 

Los Ambientes Individuales

 

Son la base estructural de la sociedad humana en su conjunto. Se sustenta en la capacidad que posee el hombre de IMAGINAR, es decir, de elaborar estados de conciencia y de transmitirlos al éter o substancia etérica que lo envuelve, cualifica y vivifica. Tales esta­dos de conciencia dependen, tal como vimos anteriormente, de la evolución espiritual de los seres humanos y cada uno de ellos los elabora a partir de un determinado nivel, físico, emocional o mental siguiendo las leyes universales de vibración. La vibración cualificada, es decir, surgiendo de un centro de conciencia indivi­dual, explica científicamente el fenómeno de la imaginación. Es interesante reconocer al respecto que la imaginación es una facultad inherente a la raza humana que el hombre utiliza constante­mente, sin que se dé cuenta de ello la mayoría de las veces, pero deberemos admitir que esta facultad inteligentemente aplicada podría constituir la base angular en la creación de los ambientes psíquicos correctos de la humanidad y las grandes avenidas para un nuevo orden social. Podríamos deducir, por analogía, que todas las imaginaciones humanas, correctas o incorrectas, deseables o in­deseables, constituyen un poder psíquico que envuelve a nuestro planeta y le da su carácter ambiental, el cual, examinado desde el ángulo oculto y utilizando la visión clarividente, aparece como una verdadera ENTIDAD PSIQUICA, cuya estructura molecular -si podemos decirlos así- se nutre de las imaginaciones humanas, o sea, de sus estados de conciencia. La comprensión de esta idea orienta la visión hacia los mundos invisibles o subjetivos, de los cuales tan poco sabemos, en el sentido de aceptar como lógica la idea de que la forma psíquica de esta ENTIDAD es una construc­ción planificada realizada por los Devas superiores de cada uno de los tres primeros planos de la Naturaleza, secundados en Su labor por un increíble número de entidades dévicas menores, las cuales se apropian de las moléculas químicas del espacio afectadas por determinados tipos de vibración humana, las convierten en formas etéricas y las introducen bajo la dirección de los grandes Devas constructores en la estructura molecular de la gran ENTIDAD PSIQUICA PLANETARIA que es el centro místico de todas las imaginaciones humanas.

 

La persistencia de esta ENTIDAD PSIQUICA creada conjunta­mente por las imaginaciones humanas y las actividades dévicas, constituye un aspecto definido de la regulación del karma de la humanidad, siendo el intermediario causal entre el destino de los hijos de los hombres y la Voluntad inquebrantable del Señor del Mundo y utilizado, por tanto, por los Señores del Karma, Quienes ajustan la balanza de la vida planetaria y de cada uno de los seres humanos de acuerdo con la cualidad de las aportaciones psíquicas segregadas por la imaginación y energetizadas por la actividad prodigiosa de los devas que viven, se mueven y tienen el ser en cada uno de los estratos o niveles que constituyen los vehículos de la Vida de Dios en el seno de la Naturaleza. Hay, por lo tanto, una gran analogía entre la imaginación humana y el cumplimiento del karma, teniendo en cuenta que la imaginación obedece a estados de conciencia y que el karma es la medida exacta o representación Vívida de los mismos. Ahí, en este punto, hay una explicación racional, lógica y científica del hecho oculto de que el KARMA es JUSTICIA y de que expresa en todo momento la bondad exquisita de un principio de luz que trata de revelarse en el tiempo, propiciando cada vez más nobles cualidades dentro del corazón humano. Los problemas sociales surgidos del choque de sus estados de conciencia contra el plan organizado de la Vida y formulados en forma de imaginación, podrán ser solucionados un día con solo utilizar creadora y conscientemente la facultad representativa, utili­zando para ello la fuerza mística del corazón -tal como esotéricamente se dice- para provocar en el ambiente planetario todos los cambios positivos que exige un adecuado y correcto orden social. Es a partir de este punto que puede ser comprendida la idea expuesta hace siglos por Pablo, el Apóstol iniciado, cuando decía: el hombre es tal como piensa en su corazón, no mencionando aquí para nada a la mente como centro de las imaginaciones humanas, sino al corazón, el lugar sagrado en donde la justicia divina tie­ne su secreto santuario y desde donde evoca y ordena misteriosa­mente a las infinitas huestes dévicas para que produzcan todos los ambientes necesarios para la correcta evolución del hombre.

 

Aún cuando al principio de este interesante tema clasificábamos a la imaginación como física, emocional o mental, no lo hacíamos en el sentido de conceptuarla como creaciones en cada uno de estos ni­veles, sino para establecer una diferencia de niveles entre los estados de conciencia humanos, es decir, entre grados de evolución espiri­tual dentro del conjunto planetario de la humanidad. De ahí que al considerar esotéricamente como neutra a la imaginación la incluía­mos dentro de un orden completamente nuevo desde el ángulo psi­cológico, es decir, de canalizadora de estados de conciencia huma­nos siendo estos los que determinaban vía al corazón lo que técni­camente definimos como imaginaciones.

 

Pero, prescindiendo en todo caso de estos grados de conciencia evolutiva, deberemos considerar que cada hombre será, psicológi­camente hablando, según sean sus particulares estados de concien­cia, es decir, sus imaginaciones, hasta llegar a la lógica conclusión de que cada cual imaginará o efectuará espontáneamente sus representaciones subjetivas u objetivas del ambiente, de acuerdo con sus naturales tendencias psicológicas y aptitudes innatas. Al llegar a este punto hay que tener presente que existen siete defini­das particularidades psicológicas, marcadas por un determinado tipo de Rayo ([2]), de acuerdo con el patrón arquetípico del Universo del cual nuestro planeta forma parte. Estas particularidades psico­lógicas determinan los siguientes tipos humanos:

 

El Político, el Líder, apto para gobernar ............................................................................  1er Rayo

 

El Religioso, el Educativo que ayuda a desarrollar la conciencia humana .......................   2do Rayo

 

El Filósofo, que responde a la ley oculta de las formas subjetivas de la Vida ..................   3er Rayo

 

El Artista, que cultiva la belleza como base de la armonía ...............................................   4to Rayo

 

El Científico, que experimenta concretamente en las cosas objetivas de la Naturaleza ...   5to Rayo

 

El Devoto, o místico, que en todas las cosas de la Naturaleza ve la mano del Señor ......   6to Rayo

 

El Organizador, o Mago, que trata de apropiarse del Orden creado

que se halla oculto en la base del Universo cíclico ..........................................................   7mo Rayo

 

 

Tengamos presente, al examinar estas definiciones, que cada Rayo es una entidad Dévica que pone en movimiento una corriente definida de Vida universal y que esta corriente de Vida es, al propio tiempo, la expresión psicológica de alguno de los Siete Logos planetarios, Señores de los siete planetas sagrados, los cuales personifican en tiempo y espacio una u otra de las Siete Cualidades Espirituales del Logos Solar, considerando a ESTE, pese a su excel­sa naturaleza cósmica, como una Entidad Psicológica en proceso de evolución. Será lógico admitir así, por analogía, que las energías dévicas de los Siete Rayos afectan muy particularmente a la huma­nidad definiendo los tipos psicológicos humanos, de la misma manera que éstos afectan la cualidad distintiva de sus particulares imaginaciones. El hecho de que nuestro Tratado tenga que ver muy especialmente con las vidas angélicas, impide extendernos demasia­do acerca de otras muy importantes peculiaridades de los Rayos. Para nuestras investigaciones nos será más necesario establecer una directa relación entre las Siete Jerarquías Angélicas del Universo, portadoras de las energías de los Rayos, e identificarlas con las cua­lidades psicológicas de cada tipo de imaginación humana, para de­terminar finalmente la gran hegemonía que existe entre los Angeles y los hombres y establecer, de esta manera, las bases de una gran fraternidad de relaciones entre las dos corrientes místicas de la evo­lución solar y planetaria. Tales bases deberían sustentarse lógica­mente en los siguientes puntos:

 

1.      El reconocimiento de la fraternidad humano-dévica y de los puntos de contacto marcados por la ley de la evolución Solar.

 

2.      El establecimiento de los adecuados sistemas de acercamiento de ambas corrientes de vida divina, a través del estudio de los Rayos.

 

3.      El desarrollo de un proceso mediante el cual la imaginación se convierta en una forma psíquica adecuada a la evolución de los seres humanos, constituyendo lo que técnicamente de­finimos los valores sociales del ambiente.

 

4.      La comprensión de que cualquier ambiente, individual, fami­liar, grupal y social es esencialmente una creación humana.

 

De ahí el conocido axioma esotérico: El Karma o destino es una creación del hombre.

 

El estudio analítico de estos puntos deberá aproximarnos cada vez más al mundo de los Devas y reconocer como válida y substancial la constante psicológica que guía nuestro Tratado, en el sentido de considerar que la energía sigue a la imaginación, de la misma manera que anteriormente afirmábamos también que la energía sigue al pensamiento, aunque estableciendo la diferenciación de que el pensamiento organizador y culto de la humanidad es el factor dinámico que debería conducir la imaginación por el sende­ro de la rectitud, del orden y de la realización espiritual.

 

Lo interesante a ser remarcado en nuestra investigación esotérica es el deliberado intento de hallar los puntos de confluencia de las actividades psicológicas humanas con las corrientes de energía de los Devas y establecer, a partir de ahí, todas las relaciones posibles en orden a la claridad y objetividad científica de la cuestión. Habida cuenta de que un ambiente social dentro de la humanidad es el resultado de la suma de muchas imaginaciones humanas substanciadas -por decirlo de alguna manera- por las energías etéricas manejadas por los Devas, vamos a ver ahora la manera como estas relaciones son efectuadas:

 

a.      Por similitud de vibraciones, o gama de sonidos espirituales, establecidas entre los hombres y los Devas.

 

b.      Por radiación cromática, es decir, por los efectos del color en la creación de los ambientes particulares y sociales del mundo.

 

c.      Por la belleza de las formas geométricas de la imaginación, la cual condiciona la estructura psíquica de las formas am­bientales.

 

Como veremos, nos hallamos aquí de nuevo con los tres vértices del gran Triángulo de la Creación Universal, la cual se basa en:

 

a.      El Sonido                                    =      Voluntad Creadora                    A

b.      El Color                           =      Amor Incluyente                        U

c.      La Forma geométrica    =       Inteligencia Activa                    M

 

que hemos ido considerando en varias fases de nuestra investiga­ción oculta. El sistema hermético de establecer analogías nos per­mitirá seguir adelante con este Tratado Esotérico sobre los Angeles y percibir cada vez más claramente en nuestras vidas individuales, la acción espiritual del Señor del Universo.

 

La acción particular del hombre en el lugar que ocupa kármica­mente en la vasta esfera de la Creación está matizada por el poder espontáneo de la imaginación, por la cualidad del Rayo distintivo de su evolución espiritual y por la calidad del ambiente que sea capaz de crear a su inmediato alrededor y que, de una u otra manera, constituye su aportación -buena o mala- dentro del contexto social del que forma parte, familiar, local, grupal, etc. El ser humano, sea cual sea su particular evolución, contribuirá siempre con sus expresivas realidades a crear el ambiente social del mundo, en todos momentos será un creador capacitado por sus innatas aptitudes y capacidades imaginativas para embellecer la vida en términos de realización, o para afearla y destruirla de acuerdo con las motivaciones provenientes de su arraigada natura­leza inferior.

 

 

Los Ambientes Familiares

 

La familia es la base de la convivencia social. Mediante ella el ser humano se capacita para profundizar cada vez más dentro de sí, siguiendo las directrices marcadas por el amor, la responsabilidad y el deseo de bien para los seres allegados. Se basa inicialmente en la ley de polaridad y el hombre y la mujer que la representan en espacio y tiempo constituyen dentro de la humanidad el principio unificador de la familia. Los hijos que nacerán serán la representa­ción genuina del segundo aspecto de la Divinidad, siendo esencial­mente su misión la de establecer una armonía constante en el orden dual en que se basa tal polaridad. Que esto se realice o no en el seno de la humanidad en que vivimos, dependerá del grado de evolución del contexto familiar, debiendo tener presente que las familias del futuro -cuya meta reconocida desde el ángulo esotérico es el ser ANDROGINO- deberán pasar previamente por una fase prolongada de perfecta convivencia familiar, dentro de la cual, y a igual que en el proceso de la creación universal, el hombre asumirá la representatividad del Dios-Padre, que la mujer será una digna y perfecta representante del aspecto Madre-Espíritu Santo en la vida de la Naturaleza y que los hijos, sin distinción alguna de sexos, serán genuinas representaciones del equilibrio estable de la Crea­ción que en la cualidad incluyente del Amor, el aspecto Hijo de la Divinidad, tiene en la vida del Universo su expresión más sensi­ble y perfecta.

 

Bien, todo esto lo sabemos ya y no es necesario insistir sobre el principio de la Trinidad universal, que en el establecimiento de la familia como modelo social de vida tiene su más acabada expresión en el seno de la humanidad. Sin embargo, bueno será que exami­nemos esta idea desde el ángulo oculto y que tratemos de descubrir la actividad de los Angeles en el desarrollo del proceso social que llevan adelante los seres humanos por medio de la familia. El hacer referencia a la misma desde el ángulo esotérico nos obligará a ana­lizar el proceso desde el campo de observación del individuo y a considerar las circunstancias kármicas que coinciden fatalmente -al parecer- en la unión de un hombre y una mujer sobre la base del matrimonio y en la numerosísima secuela de hechos concatena­dos que llevan irremisiblemente a aquel punto crucial en la vida de dos seres humanos. Deberemos considerar también, la actividad de los devas que intervienen en el proceso que culmina en una unión matrimonial sin necesidad de remontarnos a causas precedentes que provienen a veces de muy alejadas épocas de la vida planetaria y que, al parecer, constituyen unas constantes dentro de la acción familiar o proceso kármico mediante el cual y sin que aparente­mente juegue papel alguno, o quizás sólo muy poco importante, la decisión individual, los hechos y las circunstancias de la vida se suceden de tal misteriosa manera que el matrimonio se convierte en un hecho casi totalmente social y no simplemente un acto de deci­sión particular del individuo.

 

En mi libro La Jerarquía, los Angeles Solares y la Humanidad (Editorial Kier, de Buenos Aires), relato un caso leído en la luz astral de los acontecimientos planetarios, en el cual aparecen dos seres humanos unidos tan entrañablemente desde el ángulo espiri­tual que renacieron juntos muchas veces a través de las épocas, constituyendo la mayoría de las veces uniones matrimoniales tan perfectas desde el ángulo de vista social, que en su vida particular eran genuinas representaciones de la trinidad espiritual que rige el Universo. Estos casos naturalmente no son generales y, tal como podremos apreciar en la consideración del ambiente social que nos rodea, la vida familiar es muy imperfecta todavía ya que existen en el seno de la misma muchas tensiones emocionales y grandes divergencias de opiniones. Los ambientes modélicos de vida familiar con respecto al ambiente general o social, constituyen fenómenos muy aislados y se hallan todavía en una muy alejada fase de integración en la vida de la humanidad y, desde el ángulo oculto, esta inadaptación a la expresión correcta de la vida familiar constituye un semillero de discordias, desavenencias e incomprensiones huma­nas que fatalmente y por un proceso de espontánea imaginación son llevadas al éter circundante y convertidas mediante la actividad dévica, a la que anteriormente hacía referencia, en una nube psí­quica, obscura y desagradable que se convierte fatalmente en ambiente social. Ahora bien, cuando hagamos referencia a los ambientes familiares del mundo, deberemos tener en cuenta los siguientes factores:

 

a.      Participación kármica de dos seres humanos en la elaboración de un hecho social.

 

b.      La calidad espiritual de los devas que secundan aquellas deci­siones.

 

c.      La importancia de una misión social -considerada desde el ángulo oculto- que aquellos dos seres humanos tienen el de­ber de realizar.

 

Cada uno de estos tres factores arranca de un tronco común que bien podríamos definir como el karma de la humanidad, al cual cada ser humano agrega su pequeña parte. Uno de los aspectos más substanciales del proceso kármico es el matrimonio en el mundo físico, basado en el sentimiento de amor y no en los inútiles convencionalismos humanos. Este sentimiento genera espontánea­mente el ambiente familiar ideal. Siendo así, resulta interesante observar desde el ángulo oculto la concatenación de hechos que lleva a dos seres a unir sus vidas en matrimonio y a generar hijos los cuales, a su vez, serán continuadores de idénticos procesos de vida social.

 

Con respecto a la intervención angélica o dévica en la elabora­ción de las circunstancias que rodean aquel hecho principal, debe­remos tener en cuenta constantemente su capacidad de crear situa­ciones sociales de acuerdo con estados de conciencia humanos y la manera impersonal y armónica mediante la cual ajustan los estados de conciencia o imaginaciones y un proyecto vital previamente señalado por los Señores del Karma después de una cuidadosa lectura de los registros akásicos de la Naturaleza. Las huestes angélicas en multiplicidad de jerarquías y funciones cumplen con su deber secundario de elaborar situaciones sociales de acuerdo con aquella voluntad kármica que acatan implícitamente, pero que sólo los Angeles superiores son capaces de comprender. En otras partes de este Tratado se ha hecho referencia a una categoría especial de Angeles que rigen la plasmación de los Arquetipos -o formas ideales de las razas, especies y Reinos de la Naturaleza. Pues bien, dependiendo de éstos y en una categoría muy específica también, hay unos Devas que registran en sus vidas los arquetipos de los hechos y de los ambientes sociales de la humanidad y que mediante un proceso de ajuste realmente incomprensible para nosotros, dig­nifican en una considerable parte las relaciones humanas entre jó­venes de ambos sexos preparando sus conciencias para aquel tipo de ambiente familiar que preludie un matrimonio perfecto, estable­cido de acuerdo con el principio del amor y de la recta convi­vencia.

 

Estos razonamientos podrán aparecer como románticos o fanta­siosos; sin embargo, nosotros los calificaríamos como de muy lógicos, por cuanto resuelven de alguna manera el dilema de aquel gran acontecimiento social mediante el cual dos seres humanos deciden unir sus vidas y vivir juntos en el seno de la sociedad organizada que les rodea.

 

Con respecto a la calidad de la misión especial que ambos seres humanos deben realizar, la visión exacta de la misma y la capaci­dad de llevarla a cabo dependerán naturalmente de la evolución espiritual de los mismos, de la calidad de sus estados de conciencia y de su perfecta adaptabilidad a la manera de ser del otro. Debemos decir al respecto que esta calidad espiritual llevada al matrimonio y al plan familiar son tan importantes desde el ángulo de apreciación de la Jerarquía planetaria, que desde hace unos años se ha tratado de vincular el karma individual de muchos discí­pulos espirituales del mundo a fin de que coincidiendo en el tiempo, bajo la forma física de hombre y de mujer, pudieran efectuar uniones matrimoniales correctas que constituyesen un estímulo oculto en el orden social y ayudaran, con su ejemplo, a la creación de unos nuevos vínculos familiares más de acuerdo con la sensibilidad espiritual de la Nueva Era.

 

 

Los Ambientes Profesionales

 

En anteriores capítulos de este Tratado nos habíamos referido ya a los Angeles de las Profesiones. Desde tiempos inmemoriales tales Angeles han regido un karma específico de la humanidad, el que tiene que ver con la forma como un ser humano desarrolla sus facultades en el plano físico en el sentido del trabajo o de las activi­dades cotidianas de carácter lucrativo o aquellas otras realizadas como placer o deleite. Algunas de tales facultades provienen del recuerdo subconsciente de vidas pasadas y vienen suministradas por la vibración de los átomos permanentes, físico, emocional o mental; otras se corresponden con ciertas declinaciones astrológicas y manifestadas como habilidades técnicas, en una u otra profesión. Otras, finalmente, son el resultado de un duro esfuerzo contra las tendencias innatas en la lucha por adquirir ciertas habilidades o capacidades profesionales y, desde el ángulo esotérico, constituyen la línea de máxima resistencia impuesta a un ser humano en el devenir de su destino kármico.

 

He ahí, pues, que las facilidades o dificultades que pueda encon­trar un ser humano en el ejercicio de una profesión determinada es el resultado de ciertas previsiones cósmicas de carácter kármico que han de cumplirse radicalmente en la vida social de la humani­dad. Es verdaderamente contrastante contemplar al ser humano en el ejercicio de una profesión determinada mediante la cual debe ganarse el sustento, desde el ángulo esotérico. El ambiente psíquico que crea a su alrededor una persona que está a gusto con su trabajo, porque se trata de una declinación astrológica favorable o porque está ampliamente capacitada para ejercerla, contrasta nota­blemente con el de aquella otra que trabaja a disgusto y sin estímulo alguno de carácter interno. Si consideramos íntimamente ambos casos, nos daremos cuenta de cómo actúan en todos los niveles los Señores del Karma a través de la actividad de los Angeles de las Profesiones, facilitando la tarea a algunos y dificul­tando enormemente la de otros, para llegar a la consecuencia de que existe algo en la vida de todo ser humano que le facilita o, por el contrario le dificulta, el éxito en el logro de la estabilidad personal, social y económica.

 

Si se contempla este panorama desde el ángulo de vista puramen­te externo, hay motivos suficientes para sentirse terriblemente oprimido al considerar estas tremendas diferenciaciones humanas en orden a oportunidades, capacidades y actividades contradicto­rias en el aspecto social de las profesiones y habrá muchos que pensarán sin duda que Dios no es la Justicia, tal como pregonan aún distinción alguna todas las religiones del planeta, y que habrá suficientes motivos para dudar de su Bondad infinita al contemplar el deprimente panorama de las injusticias humanas que pueden ser observadas desde el ángulo de vista social. Esta concepción externa de la vida ha dado lugar a través del tiempo al fenómeno de conciencia reconocido como ateísmo y las personas que piensan de esta manera tienen su absoluta razón ya que al percibir las cosas desde el plano de las apariencias objetivas y externas, no pueden concebir a una Divinidad de Justicia que otorga a unos lo que les quita a los otros.

 

Sin embargo, desde el ángulo oculto, las cosas varían enorme­mente ya que no sólo se acepta el principio de las causas subyacen­tes y le reconoce al ser humano un tremendo poder de decidir y de actuar y aún de crear situaciones individuales, familiares y comu­nales, sino que recorriendo la línea desconocida y secreta del pasado humano que no todo el mundo puede recordar, se puede percibir la memoria oculta de las almas y se asiste, a veces, al curioso espectáculo de ver que el mendigo de hoy fue rico anterior­mente y no supo aprovechar dignamente el poder de sus riquezas, que el ignorante que vemos aprender con dificultad los conocimien­tos prácticos impartidos en la infancia, fue en un remoto pasado un inteligente hombre de ciencia que utilizó egoístamente y sólo para beneficio propio sus notables conocimientos científicos y que un hombre que en el devenir de su vida profesional es un fracasado fue también en procesos anteriores de vida un notable ejecutor profe­sional al cual le son aparentemente negadas en el presente ciertas habilidades técnicas, a fin de que desarrolle otras nobles capacida­des de acción profesional y social.

 

Bien, quizás se diga que estas razones son pueriles y que en sí mismas no constituyen argumentos válidos para persuadir a un convencido ateísta. Nosotros, en todo caso, no intentamos conven­cer a nadie, sólo estamos emitiendo ideas. Esotéricamente hemos investigado el pasado de muchas almas y personalmente estamos convencidos de la justicia del Karma, siendo el Karma desde otro ángulo de apreciación la Mano del Señor trazando el destino del Universo, sin preocuparse demasiado -y esta afirmación no niega en absoluto nuestro convencimiento de Su Bondad y Justicia infini­tas- de lo que ocurre en el seno de la sociedad humana. Es la misma santa indiferencia que adoptamos nosotros en relación con los insignificantes átomos que constituyen nuestro organismo físico. Esta indiferencia no es sin embargo falta de amor o de justicia en nuestro ánimo con respecto a nuestro conjunto celular, ya que nadie mejor que nosotros está interesado en que nuestro cuerpo en la totalidad de sus funciones fisiológicas se comporte lo más armó­nica y correctamente que sea posible. Estamos seguros de que si el átomo tiene conciencia -tal como se asegura ocultamente- más de una vez se sentirá ateísta con respecto a nosotros.

 

Las imaginaciones que surgen de los estados de conciencia huma­na en torno a las profesiones ejercidas, constituyen técnicamente los ambientes profesionales, o lo que esotéricamente definimos como el espíritu de una profesión. Tal espíritu, en su totalidad, es un Angel capacitado técnica, psíquica y astrológicamente para realizar un arquetipo de perfección a través de los seres humanos más hábiles y capacitados. Así, cualquiera que sea el tipo de profesión que un hombre ejerza en la vida y por adecuadamente que la ejercite, siempre será susceptible esta profesión de un mejoramien­to técnico o de una creciente perfección en sus cualidades expresi­vas. Tal es, en efecto, la labor de los Angeles de las Profesiones y su obra en la vida social de la humanidad a través del tiempo, la vemos reflejada en la creación de los Gremios, hermandades y comunidades humanas basadas en idéntica profesión y sabiamente dirigidas desde los niveles ocultos por los Espíritus de las Profe­siones.

 

 

Los Ambientes Grupales

 

Cada profesión, en el orden comunitario de gremios y hermanda­des -actualmente los definimos Sindicatos de Ramo- están regi­dos por unos Devas o Entidades ocultas, los cuales, de manera misteriosa, constituyen el aspecto técnico de la misma. Esta idea nos presenta a los profesionales destacados de cada gremio u oficio como personas sensibles en tales aspectos capaces de recibir ins­trucción oculta de parte de los Angeles de las Profesiones. Elevan­do sin embargo nuestra medida conceptual sobre las comunidades profesionales, nos hallamos con el primer hecho social importante en la vida de la humanidad. Ya no se trata de individuos aislados, por muy bien cualificados que estén dentro de sus respectivas profesiones, sino de la suma total de los mismos inmersos en una parcela particular dentro del campo absoluto de las profesiones. Estos núcleos de poder activo dentro de los ambientes sociales de la humanidad, son puntos de contacto dévico, anclajes perfectos de energías espirituales llevando a los seres humanos un dinamismo vital e integrador que promueve en ellos grandes transformaciones internas. La importancia de las hermandades y de los gremios de carácter profesional es evidente para el esoterista, quien no sola­mente aprecia el aspecto económico de las profesiones que los seres humanos ejercen para atender su subsistencia vital y la de sus fami­liares, sino que las considera esencialmente como unos fecundos sistemas de acercamiento humano en el intento natural y social de establecer rectas relaciones entre individuos que ejercen idéntica profesión y entre los distintos gremios y hermandades. La profesión de un ser humano -vista desde el ángulo oculto- es un incentivo creador en su vida, un punto de enfoque de sus naturales aptitudes o un centro de desarrollo de sus capacidades innatas, y si bien el karma individual no siempre da facilidades en tal sentido ya que no todos los seres humanos ejercen una profesión a la medida de sus deseos, tendencias y capacidades, la lucha que ha de sostener el individuo para adaptarse a un tipo de profesión que no le gusta o para la cual no está debidamente capacitado, comporta siempre un sutil problema de adaptación o de integración social. Esta lucha es kármica y desde el ángulo oculto tiene que ver con la necesidad de que los hombres establezcan contactos con devas de distinta vibra­ción a la de aquellos que por orden de Rayo, de tendencias internas o de signo astrológico debería corresponderles. Ahora bien, anali­zando más profundamente esta idea acerca de las profesiones, vemos que todas las corporaciones, sociedades y núcleos humanos persiguiendo idénticos fines u objetivos, ya sea en el campo de la religión, de la política, de la ciencia, de la filosofía, del arte, de la enseñanza, del deporte, etc., son esencialmente campos profesiona­les dentro de los cuales cada cual hallará el adecuado cauce para las energías internas, sea cual sea el nivel de las mismas, siendo el Karma, gran regente del destino humano, el que otorgará la medida necesaria de integración humana en cada profesión y el grado de capacitación o de jerarquía dentro de la misma, debiendo tener en cuenta al respecto cuanto dijimos en el segundo volumen de este Tratado, en el capítulo VII -Los Angeles Representantes de las Profesiones Humanas: “. . .todo tipo de profesión, desde la más humilde a la de Jefe de Estado de un país, está regido por determinadas Jerarquías de Angeles Guardianes”, siendo Estos los Agentes místicos de los Señores del Karma, los que exteriorizan la Voluntad de la Mónada y los que promueven desde los éteres más sutiles los ambientes grupales de la humanidad.

 

 

Ambientes Sociales Nacionales

 

Habida cuenta de que todo tipo de ambiente social, ya sea parti­cular, familiar, profesional, grupal o nacional, es un producto de la imaginación humana expresada en forma de estados de conciencia, podríamos afirmar con todo sentido de lógica, que cada nación de la Tierra es psíquicamente y desde el ángulo del ambiente social, la suma de los estados de conciencia de todos sus ciudadanos, pudien­do colegir también de acuerdo con esta idea que habrá una Entidad psíquica de carácter dévico, que utilizando creadoramente las elaboraciones físicas, psíquicas y mentales de todos los ciudada­nos de aquel país, determinará lo que técnicamente definimos como su Espíritu Nacional, es decir, su idiosincrasia particular, su singularidad psicológica, su manera típica de pensar y de enfrentar situaciones, así como la riqueza o pobreza del lenguaje que condi­ciona su grado de civilización y de cultura. De manera muy sutil y de acuerdo con unas significaciones ocultas que escapan por com­pleto a nuestra ponderación mental, el Deva protector de un país -si podemos clasificarle de esta manera- es responsable también de la forma geométrica del territorio dentro del cual se circunscribe o crea sus fronteras, de la riqueza o pobreza del suelo nacional, de sus productos agrícolas o ganaderos y del desarrollo de la ciencia y de la industria en relación con otros territorios y naciones, no siendo tampoco ajeno dicho Deva a la estructuración de la forma de política o de gobierno que rige la vida de sus ciudadanos, los cuales, desde el ángulo oculto y de acuerdo con la ley del karma son la representación genuina de las verdaderas necesidades de los pueblos. Esta afirmación aparecerá sin duda como muy dura y arbitraria al superficial examen y quizás creerá el lector que estamos justificando de una u otra manera la actitud de los gobiernos despóticos, crueles o deshonestos con respecto a las naciones que por el dictado de una ley cíclica y kármica les ha tocado gobernar. No se trata de esto naturalmente, por cuanto todo ser inteligente y de buena voluntad reconoce de manera clara e incontrovertible la acción correcta o incorrecta, moral o inmoral dado que posee lo suficientemente desarrollado el sentido cualifica­tivo del Bien y del Mal. Sin embargo, debo reiterar una vez más que el investigador esotérico suele ver las causas ocultas de los ordinarios acontecimientos externos y si bien por ética y acrisolados sentidos humanos experimenta una irresistible tendencia hacia el Bien y lucha con todas sus fuerzas para establecer sus leyes aquí en la Tierra, reconoce igualmente que en la vida de un ser humano, de una comunidad o de cualquier país, se está cumpliendo inexorablemente un destino de Justicia que los hombres deben tratar constantemente de reorientar, de comprender y de mejorar en todas las fases de su cumplimiento y desarrollo. El investigador esotérico acepta naturalmente frente a cualquier hecho y circuns­tancia la actitud impersonal que surge al considerar sus raíces kár­micas, pero aún y admitiendo el destino de justicia que ha de cumplirse, su sensibilidad interna y su sentimiento íntimo de com­prensión humana profundamente arraigados en su corazón, se entregará con todas sus fuerzas y capacidades a la noble tarea de remediar los males provocados por la incorrecta manera de gober­nar un país, un sentimiento que surge triunfante de su corazón por efecto de sus contactos internos con SHAMBALLA, morada del Señor del Mundo y el verdadero centro de la Justicia y del Bien planetario. Bien, estas derivaciones, como comprenderán, son consubstanciales con la idea básica de llegar al fondo de una investiga­ción oculta, que ha de llevarnos necesariamente a considerar la vida evolutiva de su Angel regente y a las misteriosas relaciones de Este con el Gran Señor planetario dentro de cuya aura magnética se mueven, viven y tienen su razón de ser todas las naciones de la Tierra.

 

Deberemos admitir también, de acuerdo con lo que acabamos de decir, que habrá una extensa, singular y cualitativa jerarquía oculta entre los numerosísimos Angeles que personifican las volun­tades de los ciudadanos de cualquier país, en orden a su desarrollo evolutivo y constituyen lo que técnicamente hemos definido como su espíritu nacional, el carácter peculiar y psicológico de las gentes que habitan normalmente en sus más o menos extensos territorios. El ambiente psíquico de un país -lo hemos dicho ya en otras varias ocasiones- es eminentemente subjetivo, pero su efectos considerados desde el ángulo de la substancia etérica que manipu­lan los devas son tan objetivos, que toda persona medianamente sensible es capaz de captar el espíritu nacional de un país cuando por cualquier razón ha debido desplazarse al extranjero. Este efecto es también notorio, aunque en grado menor, cuando en virtud de un viaje por el interior del país propio le es posible contactar el espíritu comarcal o territorial de las ciudades y pueblos que lo componen, con sus particulares tipismos psicológicos, artís­ticos y culturales, así como el especial matiz con que cada porción de territorio diversifica las inflexiones o sonidos del lenguaje común o idioma propio. Estas particularidades tienen naturalmente sus raíces en el alma oculta de los pueblos o Deva familiar que los integra, cuya misión especial es captar todos y cada uno de los estados de conciencia de los individuos que constituyen tales comu­nidades nacionales, regionales o comarcales y darles adecuada for­ma psíquica, creando así los ambientes característicos de las nacio­nes y pueblos de la Tierra.

 

Podemos hablar por tanto de ALMA -en su sentido más estricto y oculto- cuando hagamos referencia a las comunidades huma­nas, pues allí donde se halle un cierto número de individualidades capaces de pensar y de sentir y con capacidades para emitir y proyectar estados de conciencia, allí se hallará sin duda el corres­pondiente Deva familiar, regional o nacional que cuidará de crear las necesarias condiciones psíquicas para que aquel contexto subje­tivo se haga objetivo, íntimo y familiar.

 

 

El Alma Territorial

 

Bien, el tema del alma de los pueblos es complejo aunque pro­fundamente excitante, pues nos da una idea muy ajustada de lo que hay que entender por karma o destino nacional. En todo caso, Alma indica conciencia, dirección inteligente y capacidad de sínte­sis y no hay parcela alguna de la superficie o del interior del planeta, por pequeña que sea, en donde el investigador esotérico no pueda contactar un alma, es decir, a un pequeño o Gran Deva que en la multiplicidad de sus funciones no sea un representante directo de la justicia de los Señores del Karma. Podríamos hablar así de los pequeños ambientes de la Tierra, creados por las congre­gaciones psíquicas o las comunidades sociales de las abejas y hor­migas y otros animales profunda y misteriosamente comunitarios y de los grandes ambientes planetarios, universales y cósmicos. En su fondo hallaremos siempre la actividad maravillosa de un Deva o de un increíble número de Devas cuya misión es crear Alma o mani­festación de Alma, con vistas al desarrollo de un misterioso Plan evolutivo. Podríamos hablar, asimismo, de la participación psíqui­ca de los animales domésticos en la creación de los ambientes fami­liares de los seres humanos, de la misma manera en que yendo más al fondo de la cuestión podríamos incluir a ciertos Devas muy próximos a la gran familia humana, los cuales intervienen muy activamente en la estructuración de los ambientes familiares por cuanto manipulan creadoramente los estados de conciencia de los inte­grantes de cada familia y según el grado y calidad del potencial psíquico que desarrollen, matizarán o colorearán aquellos ambientes. Podríamos afirmar al respecto que los Devas familiares son a la familia lo que los Espíritus nacionales son para una pequeña o gran nación. La analogía siempre será perfecta en todos sus detalles ya que igual es arriba que abajo e igual es abajo que arriba. Extremando la idea cabria igualmente asegurar que existen ambientes territoriales, es decir, aquellos que cualifican todos y cada uno de los lugares de la Tierra, los cuales dependen de la evolución de sus particulares Angeles regentes o Espíritus naciona­les, pero que pueden ser conectados si se posee la adecuada sensibi­lidad psíquica para registrarlos. Estos ambientes territoriales son creados por los devas de la tierra, del agua, del fuego y del aire en su interdependiente actividad de substanciar o de darle forma psí­quica a las reacciones comunales de las miríadas de especies minerales, vegetales y animales que evolucionan por doquier y constituyen, desde el ángulo esotérico, la faz oculta o mística de la Tierra.

 

Es decir, que lo que técnicamente definimos como la flora y fauna de un país es el resultado de la evolución de todas las especies vege­tales y animales que allí tienen su vida y razón de ser, es decir, las motivaciones distintas regidas por la Ley del Karma que se expre­san de acuerdo con la singularidad propia de aquel país.

 

Sobre este punto deberíamos ser enormemente críticos y ver hasta qué punto la inclinación del eje de la Tierra en relación con la eclíptica o movimiento alrededor del Sol, afecta el karma de ciertas regiones o áreas del planeta, favoreciendo a unas y perjudicando a otras, siempre desde el ángulo de apreciación humana, como ocurre por ejemplo en la evolución de las especies vivientes, incluidos los seres humanos, en las zonas tórridas, templadas o glaciales, cuyas condiciones de vida serán tanto más difíciles cuanto más afectadas estén por los ángulos de inclinación terrestre en relación con el astro solar. Bien, éstas pueden ser unas ideas muy interesan­tes y dignas de tener en cuenta al tratar los ambientes territoriales del planeta, inhóspitos unos, acogedores y hasta singularmente benignos otros, lo cual -aparte de la idea implícita del Karma gravitando sobre aquellos territorios- nos muestra la singularidad de ciertos Devas regentes de los mismos y que cubriéndolos con su manto de luz etérica, como se dice esotéricamente, confeccionan las condiciones ambientales y psíquicas que constituyen sus parti­culares almas territoriales.

 

El tema de los ambientes territoriales es inmenso y no puede ser abarcado en su totalidad ya que atañe a todas las unidades de vida en ellos inmersas, desde los elementos químicos que evolucionan a través de la materia organizada del planeta hasta el más esplenden­te Deva realizador y constructor del ambiente que caracteriza a un extenso Continente planetario. Lo que mayormente nos interesa en el estudio de este Tratado Esotérico sobre los Angeles es percibir el significado intimo del término ambiente, a fin de que captando por intuición, por discernimiento o por simple análisis intelectual, la idea de que toda unidad de vida y de conciencia crea su propio ambiente psíquico y que la suma de todas estas unidades, independientemente de sus particulares evoluciones, crea en el éter las modificaciones sensibles que llamamos ambiente colectivo, nuestra actitud psicológica frente a la sociedad o comunidad social de que formamos parte, ya se refiera a la familia, al gremio profesional al que pertenezcamos o al lugar del planeta en donde hemos nacido y en el que iniciamos nuestro destino humano, será sin duda la de los verdaderos aspirantes espirituales, es decir, de cooperación consciente con los Devas que en multiplicidad y diversidad de especies y jerarquías, pueblan los éteres del espacio y crean los distintos ambientes psíquicos de la Tierra convirtiéndolos en los anclajes de las energías planetarias de los Señores del Karma, teniendo presen­te, de acuerdo con el principio de Bondad y de Justicia que Ellos representan, que todos los ambientes de la Tierra pueden y deben ser mejorados, dignificados y ennoblecidos de acuerdo con la vo­luntad inteligente del ser humano. Así, obrando en tal sentido, la ley del Karma será tanto más benigna cuanto con más interés se aplique el hombre a la tarea creadora de gobernar sus propias actitudes personales, de modificar sus impulsos emocionales de acuerdo con la ley de fraternidad y de expresar bondad y compren­sión en todas sus relaciones sociales.

 

 

 

Capítulo III

 

EL MISTERIO DEL ATOMO DE HIDROGENO

 

 

Todo tipo de substancia, material o inmaterial -entendiendo por inmaterial en este caso el aspecto subjetivo de la Naturaleza- está constituido por átomos, cuya densidad dependerá siempre de las necesidades de evolución de la substancia que constituye cada uno de los siete planos del sistema solar. La base estructural de toda substancia, sea cual sea su grado de evolución, es el átomo de hidrógeno. Este átomo, unidad fundamental en química ya que, como es sabido, consta solamente de un protón y un electrón, tiene la particularidad -esotéricamente reconocida- de contener die­ciocho infinitesimales unidades atómicas visibles únicamente a la investigación clarividente, llamados ocultamente ANUS o átomos ultérrimos, cuya esencia es monádica y es la primera manifestación química del principio de vida en el Universo.

 

Contando siempre con la facultad clarividente, se percibe que la manifestación primera del átomo, o del conjunto de átomos de hidrógeno, tiene lugar en el cuarto subplano del físico, o primer subplano etérico, constituyendo el punto de paso de la substancia etérica superior al nivel físico más denso. En dicho cuarto subpla­no, los dieciocho átomos ultérrimos se diferencian constituyendo un protón y un electrón, es decir, que se convierten en un conjunto átmico formado por nueve ANUS positivos y otros tantos negati­vos. Podría decirse así, que las energías positiva y negativa que constituyen toda la substancia material suministrada por la Vida oculta planetaria a través de su vehículo etérico, son una combina­ción de energía solar y de energía planetaria, procedente la primera de FOHAT, o Fuego creador del Universo, y siendo la segunda una emanación directa del Fuego de KUNDALINI, encerrado en las entrañas misteriosas de la Tierra. El ANU, tanto si se le considera un átomo ultérrimo de tipo cósmico, como de carácter físico, representa siempre una fusión dentro de la substancia material, de estos dos Fuegos de base.

 

Ahora bien, examinado el átomo de hidrógeno por el sistema oculto de la clarividencia y dirigiendo la atención hacia el compor­tamiento de los átomos ultérrimos, se ve a éstos ejerciendo su presión sobre el protón o sobre el electrón de acuerdo con las leyes de la polaridad universal, aumentando proporcionalmente esta pre­sión a medida que el proceso de substanciación material va tenien­do efecto, es decir, que la gran Escalera de Jacob constituida por la totalidad de los elementos químicos de la Naturaleza, arranca del átomo de hidrógeno situado en los peldaños más elevados de la misma y va descendiendo de allí sumando átomos de hidrógeno con sus correspondientes ANUS, hasta alcanzar el más complejo y pesado de los elementos químicos conocidos hasta el momento presente, el Laurencio ([3]), el cual consta de ciento tres unidades de hidrógeno. Si el índice de dieciocho ANUS que contiene el átomo de hidrógeno fuese estrictamente proporcional, tendríamos que el átomo de laurencio seria poseedor de 103 x 18 = 1.854 ANUS y que bastaría con multiplicar por 18 el número de protones de cada elemento químico para obtener su carga completa de ANUS. Parece ser, sin embargo, que el índice de átomos ultérrimos varia con la calidad de los elementos químicos, constituyendo una rara singularidad científica ([4]). El misterio del átomo de hidrógeno es, por tanto, el que pueda encerrar cualquier otro elemento químico conocido, salvo en el sentido que constituye, tal como decíamos anteriormente, el punto de paso de las energías físicas superiores hacia las fuerzas más densas de la materia. Podemos asegurar, sin embargo, de acuerdo con la lógica que se desprende de tales con­clusiones, que existen átomos mucho más sutiles y ligeros que los del hidrógeno, surgidos de un proceso natural de sutilización de los mismos mediante el cual el átomo de hidrógeno, por un proceso de transmutación que se realiza dentro de la propia materia por impo­sición del Espíritu de Dios, va perdiendo cargas sucesivas de ANUS y da lugar a los elementos atómicos que constituyen las moléculas de substancia de los subplanos tercero, segundo y primero del plano físico solar. En lo que hace referencia al plano físico cósmi­co, nuestro sistema solar, esta pérdida o reducción del número de ANUS da lugar a los planos astral, mental, búdico, átmico, etc. De acuerdo con la ley esotérica que va de lo universal a lo particular; podríamos afirmar que el proceso de substanciación -al cual me he referido muy frecuentemente durante el curso de este tratado esotérico sobre los Angeles- se inicia a partir del plano ADICO, el de la propia Divinidad, en donde los átomos cósmicos constituyen­tes son de la máxima sutilidad y pureza, es decir, sin carga alguna de ANUS o átomos ultérrimos cósmicos. Al descender al plano MONADICO, los átomos ádicos son substanciados -si podemos decirlo así- con tres ANUS, siendo ésta al parecer la primera manifestación cíclica de la vida del Logos al crear Su Universo, representando cada uno de estos ANUS alguno de los aspectos creadores de la Divinidad, que es triple en Su naturaleza. Tal podría ser el origen para nuestra mente tridimensional, del Trián­gulo de la Creación mencionado en los anales ocultos. El plano ATMICO, el de la Voluntad espiritual de la Mónada, está consti­tuido -de acuerdo con esta analogía- por átomos conteniendo cada uno una carga de 6 ANUS cósmicos. La substancia integrado­ra del plano BUDICO, el de la unidad espiritual, está constituida por agregados atómicos que contienen 9 ANUS. Este número de ANUS constituye un misterio iniciático. Quien logre penetrar en tal misterio sabrá de las razones ocultas por las cuales el 9 es el número del hombre y también por qué el 9 es el número de la Iniciación, comenzando entonces la búsqueda del misterio a partir del aspecto esencial del ANU cósmico, el de la divina Síntesis ([5]).

 

El plano MENTAL está constituido por elementos atómicos con­teniendo cada uno 12 ANUS, estando directamente relacionado este húmero con la gran Rueda del Zodíaco y con los 12 Trabajos de Hércules, el discípulo Iniciado. Los elementos atómicos y mole­culares del plano ASTRAL contienen 15 ANUS, siendo precisa­mente este número el que corresponde a la sensibilidad psíquica latente en todas las cosas existentes, a los deseos y sentimientos humanos y al sexto Rayo, el de la devoción a la obra de la Divinidad, numéricamente relacionado con la simplificación dígita del número de ANUS: 15 ó 1 + 5 = 6.

 

Al incidir el átomo astral así constituido en el plano FISICO, le son añadidos otros 3 ANUS, completando así los 18 que corres­ponden al átomo de hidrógeno, es decir, un ANU para cada sub­plano o nivel hasta llegar al cuarto subplano etérico e iniciarse aquí la química universal de convertir en gaseosa la substancia etérica proveniente de los planos más elevados del sistema solar.

 

La Escalera de Jacob de los elementos químicos pasa pues por el átomo de hidrógeno, ya sea para construir los átomos pesados que culminarán en el laurencio o para sutilizarse al extremo de consti­tuir los átomos ultérrimos cósmicos del plano ADICO, el de la Vida inmaculada de la propia Divinidad.

 

 

La Actividad de los Angeles en el Proceso de Substanciación de los Atomos Ultérrimos

 

La línea maestra de este tratado esotérico sobre los Angeles pasa, como Uds. habrán podido advertir, por un término que yo he con­siderado clave para la comprensión del Propósito divino en la vida de la Naturaleza. Se trata de la palabra substanciación, la cual, después de una meditación profunda sobre lo dicho en el apartado anterior, adquirirá un tremendo valor de síntesis, pues toda la actividad dévica analizada en el proceso místico de substanciación, a partir de la más indescriptible y absoluta diafanidad y transpa­rencia atómica, o sea, a partir del átomo ádico sin agregado alguno de ANUS cósmicos, hasta la creación de los elementos más pesados en el orden material de la creación, que constituyen el Reino Mineral, la Osamenta del planeta, tal como ocultamente se le denomina, es una suma o acumulación constante de ANUS ultérrimos físicos al contenido molecular de cualquier tipo de substancia. El éter del espacio es esencialmente una carga eléctrica que se va repartiendo equitativamente por todos los planos del Universo, constituyendo la estructura geométrica y química del mismo. La unidad eléctrica de base en el Universo será, sin duda, la que resulte del equilibrio dentro del átomo esencial o divino, es decir, dentro del ANU cósmico, el cual, como unidad atómica de base, consta de tres elementos, uno dinámico o positivo, otro aparente­mente estático o negativo y en el centro de ambos surge el tercer elemento, de carácter inmensamente ígneo y de deslumbrantes resplandores, operando en el centro de aquellos en virtud de las leyes universales del equilibrio. De ahí que se le asigne al ANU, ya sea en su naturaleza cósmica o en su aspecto meramente físico, no solamente cuantitativo como creador de toda la substancia química del Universo, sino también un valor cualitativo como causa oculta de la electricidad, universal y planetaria, pudiendo ser comprendi­do así el origen común de la materia y de la energía, siendo aparentemente el permanente equilibrio que existe entre ambas aquella Fuente de Poder que llamamos Jerarquía Angélica del Universo, una Fuerza que determina al parecer la expresión natu­ral de todas las formas creadas. Así, extremando al máximo nuestro sentido critico de valores y utilizando al propio tiempo el principio hermético de analogía, nos será posible considerar qui­zás que el equilibrio dentro de un átomo ultérrimo, o ANU físico, o dentro de cualquier otro centro de equilibrio universal, o ANU cósmico, en la vida de la Naturaleza, es la representación de un diminuto e imperceptible deva o de un glorioso Arcángel, cuyas naturales misiones serán, sin duda, el producir luz, radiación, magnetismo o aquella energía base de expansión de la Vida divina en el Universo que llamamos técnicamente electricidad, viniendo determinada la calidad de la jerarquía angélica por la diafanidad, intensidad y transparencia de las energías que irradien del centro equilibrio del que dimanen o al que de una u otra manera vitalicen. El trabajo de substanciación del ANU cósmico primordial hasta convertirlo en un átomo de hidrógeno físico y la tarea acumu­lativa de los átomos de hidrógeno hasta constituir la materia más pesada, es una misión encomendada a los devas y podríamos decir, esotéricamente, que en el centro de cada uno, de los elementos químicos conocidos, se halla una minúscula e inadvertida entidad dévica, cuya luminosa vida mantiene en equilibrio el contenido molecular o atómico de cualquier forma creada y es responsable de la calidad de sus radiaciones.

 

Vista esta idea desde el ángulo cósmico, nuestro Universo y aún el Propio planeta aparecerán como centros de equilibrio creados por la intervención de ciertas Entidades angélicas, las cuales, pese a Su indescriptible evolución cumplen una función similar a la de las Pequeñísimas e insospechables vidas dévicas que mantienen en equilibrio estable la infinitesimal estructura de un átomo físico Ultérrimo... Por estas y por otras todavía más ocultas razones, el proceso substanciador del éter, tal como veíamos en las primeras enunciaciones de este tratado, tiene un carácter eminentemente angélico, pudiendo afirmarse que las entidades dévicas -en todas sus huestes y jerarquías- irán perdiendo progresivamente su signi­ficado meramente místico para introducirse en las áreas de la in­vestigación científica, singularmente en aquellas mayormente rela­cionadas con las maravillosas combinaciones geométricas observa­das en el interior de todos y cada uno de los elementos químicos que constituyen los compuestos moleculares, por cuanto se compro­bará que cada forma geométrica -sea cual sea su disposición- está directamente relacionada con la vida de un grupo específico de devas, cuyas vibraciones, reflejadas desde ignoradas regiones subje­tivas, crean aquel particular tipo de figuras geométricas, esferoida­les, cónicas, piramidales, cilíndricas, etc., las cuales, armoniosa­mente entrelazadas, constituyen la característica definida de cual­quier grupo de elementos químicos, tal como puede ser percibido con ayuda de los modernos microscopios electrónicos. Así, al Conocido aforismo platónico Dios geometriza..., podría serle añadi­da otra afirmación esotérica igualmente verídica y categórica .. .mediante la energía creativa de los Angeles. El axioma tendría enton­ces, además de su carácter eminentemente filosófico, una expresión afirmativa de naturaleza científica.

 

Estas conclusiones de carácter universal, a las que nos hemos ido aproximando siguiendo un proceso sistemático de analogía, po­drían depararnos una visión mucho más completa del mundo físico que nos rodea, llegando a la consideración de que todo cuanto existe en la Naturaleza, sea cual sea su forma, cualidad, reino o especie, no es más que un agregado de átomos de hidrógeno en diversas y complejas fases de substanciación, entendiendo que las formas materiales se caracterizan por orden de densidad..., vinien­do condicionadas por el número de átomos de hidrógeno que componen el núcleo atómico de cualquier elemento químico. Vemos así que entre el átomo más ligero, o de hidrógeno, con un sólo protón y un solo electrón, y el más pesado, el laurencio, con una carga de 103 átomos de hidrógeno, se extiende toda la gama de elementos químicos conocidos hasta ahora, constituyendo mediante sus diferentes pesos atómicos y estructuras geométricas definidas el universo material, el indescriptible e inmenso depósito substancial del cual cada vida y cada unidad de conciencia extraen el contenido molecular que ha de constituir su forma física. Hay que admitir, por tanto, que toda expresión de vida vendrá absolutamente condicionada por la calidad de los elementos químicos y compuestos moleculares que entran en la composición de la forma, organismo o vehículo que ha de utilizarse durante el proceso evolutivo o kármico, teniendo en cuenta que los vehículos o meca­nismos de expresión del ser humano -el cual lógicamente ha de constituir el centro de nuestra atención- son cuatro:

 

 

 

 

 

Cada uno de estos mecanismos de manifestación cíclica está compuesto por conjuntos moleculares de elementos químicos, que van aumentando de densidad a medida que el impulso espiritual a través del alma o conciencia va descendiendo desde los subplanos superiores del plano físico a los inferiores, aglutinando materia cada más densa según sea la calidad de los vehículos expresivos, los ­cuales se caracterizan, tal como veíamos anteriormente al analizar el aspecto universal del proceso, por la cantidad de ANUS que son absorbidos en cada plano a medida que la fuerza del alma va incorporándose en la materia. Una pequeña tabla de analogía el sentido de cuanto hemos venido estudiando en este apartado:

 

 

 

SISTEMA SOLAR                     NUMERO DE ANUS                          PLANO FISICO

 

                                   Cósmicos                                          Físicos

 

 

Plano Adico ........................................... 0 .............................................  Subplano atómico

Plano Monádico .................................... 3 .............................................  Subplano subatómico

Plano Atmico ......................................... 6 .............................................  Subplano etérico

Plano Búdico ......................................... 9 .............................................  Subplano subetérico

Plano Mental ........................................ 12 ............................................  Subplano gaseoso

Plano Astral .......................................... 15 ............................................  Subplano liquido

Plano Físico .......................................... 18 ............................................  Subplano sólido

 

 

Lo único que variará, por tanto -y en forma incomprensible para nuestra mente- será la sutilidad infinita de los ANUS correspondientes al plano físico cósmico, nuestro sistema solar como un todo, en relación con los del plano físico solar, considera­do como nuestro universo material. Establecer una correcta analogía sobre este punto parece constituir un misterio iniciático...

 

 

 

Capítulo IV

 

LOS DEVAS Y EL CUERPO ETERICO HUMANO

 

 

El tema del cuerpo etérico, o doble etérico, tal como se le recono­ce también en los tratados esotéricos, es de gran interés para el cualificado investigador de las ciencias ocultas, ya que es a través del mismo que las energías solares y planetarias se proyectan sobre todos los cuerpos físicos de la Naturaleza y les infunden vida, calor y movimiento. Todas las energías del Universo son etéricas, es decir ígneas (1) y vienen impregnadas de las peculiaridades distintivas del Logos Solar. Al incidir estas energías sobre nuestro planeta evocan una respuesta de parte del Logos planetario, Quien, des­pués de apropiarse de su contenido vital para dinamizar su Esque­ma Terrestre, les infunde sus propias y distintivas cualidades y las transmite al planeta, creando asimismo las condiciones adecuadas de vida, calor y movimiento. Existen pues en la Tierra, y probable­mente en algunos otros planetas de este Sistema solar, tres tipos específicos de energía como base de su particular vida orgánica y celular. La una tiene carácter solar ya que procede del Sol, centro de vida del Universo, la otra es de tipo lunar y la tercera, que surge del equilibrio entre las dos primeras, es una particular emanación del propio Logos terrestre y puede definírsela por tanto como energía planetaria.

 

Buscando la analogía, podríamos decir que sobre el vehículo eté­rico del ser humano convergen asimismo dos tipos de energía, solar una y lunar la otra, constituyendo la primera un enlace con lo espiritual y respondiendo la otra a los imperativos de la existencia material. Del centro de ambas actividades o energías en acción surge la expresión natural del yo psicológico o personalidad humana, siendo esta energía la correspondencia analógica de la que manipula el Logos planetario. A esta energía etérica personifi­cada o particularizada se hace precisamente referencia cuando hablamos del cuerpo etérico humano, el cual constituye un bien definido campo magnético que le permite establecer contacto con el campo magnético de todos los demás seres humanos, creando la vastísima esfera de relaciones sociales que condiciona su íntima y personal evolución. Así, el entero campo de expresión de la vida en todas sus infinitas zonas de proyección es ETERICO, variando únicamente las condiciones que determinan que el cuerpo etérico o campo magnético que rodea y compenetra a todos los seres y a todas las cosas, sea más sutil o más denso, dependiendo su cualidad vibratoria del grado de evolución alcanzado. Explicada la idea del cuerpo etérico y del aura magnética que establece alrededor del cuerpo físico denso podríamos establecer ahora la siguiente tabla de analogía:

 

 

 

 

CUERPO ETÉRICO

 

Entidad                      Cualidad                   Fuego            Expresión

 

Logos Solar              Vida                            Fohat              Cósmica
Logos Planetario     Calor                          Solar              Universal
Ser Humano              Movimiento               Kundalini       Planetaria

 

 

Vista esta analogía de acuerdo con los razonamientos preceden­tes, vamos a identificar ahora a las tres jerarquías de DEVAS etéri­cos cuya misión es acumular, canalizar y distribuir las energías que en su totalidad constituyen el vehículo etérico de los seres humanos:

 

a.      Una jerarquía dévica de evolución superior a la humana, tiene la misión de acumular las energías etéricas de vida proceden­tes del Sol. Tales Devas, a la vista del observador esotérico cualificado, aparecen como destellos ígneos de un intensísimo, esplendente y brillante color dorado. Así, en literatura esotéri­ca tales Devas son definidos como los Señores de la Luz Dorada y también como los custodios del Prana Solar. ([6])

 

b.      Otra categoría de Devas etéricos, asimismo de gran evolución, tienen como propósito de sus vidas asimilar las energías sola­res y después de bañar con ellas -si podemos decirlo así- las cualidades íntimas del Logos planetario, las proyectan sobre el aura etérica del hombre y le infunden calor vital, una expre­sión del fuego solar al incidir sobre el campo magnético de cualquier cuerpo planetario. A la visión del observador esotéri­co tales Devas aparecen bajo distintos matices del color viole­ta, cuyo brillo y luminosidad varían de acuerdo con su propia evolución y según sea el desarrollo espiritual de los seres huma­nos con los cuales entran en contacto. Tales Devas constituyen ocultamente el aura de salud del hombre y crean definidamen­te el campo magnético o circulo de expansión etérica dentro del cual realiza éste el proceso de su evolución física.

 

c.      c Hay todavía otro tipo de Devas, llamados esotéricamente los Señores de la Radiación Magnética, cuyo cometido en la vida de la Naturaleza es unificar las energías solares y las planeta­rias y dotar de forma adecuada al vehículo etérico de los seres humanos, una forma dinámica y radiante sobre la cual será es­tructurado el cuerpo físico denso. A este tipo de Devas suele denominárseles también ocultamente los Impulsores del Movi­miento, siendo esta denominación muy correcta, habida cuen­ta que el necesario equilibrio y la adecuada distribución de las energías del fuego solar y del planetario, debe realizarse por medio de la traslación o movimiento de los fuegos dentro del organismo físico, dinamizando el proceso de unificación etéri­ca de los NADIS, contraparte etérica del sistema nervioso en sus dos vertientes, cerebro espinal y neuro vegetativo, con el de la circulación de la sangre que da vida al proceso hormonal. El movimiento que surge de la incidencia del fuego creador de la Naturaleza sobre el vehículo físico es un agente kármico, rela­cionado con las capacidades de absorción de Prana solar y pla­netario por parte del Ego en proceso de encarnación física. Los Devas Impulsores del Movimiento son de color gris azulado y según sea su evolución o capacidad vibratoria, variarán la intensidad, pureza y brillo de los colores de sus refulgentes auras, es decir, que serán de tonalidad casi enteramente gris, y por tanto con menor movimiento y capacidad de distribución y traslación, o enteramente azules, de un intensísimo azul celeste con brillantes resplandores, si se trata de introducir ener­gía solar o planetaria en los vehículos etéricos de las individua­lidades más avanzadas de la Raza.

 

La vida, el calor y el movimiento reflejan en los niveles etéricos del Sistema las cualidades íntimas y esenciales que provienen del Espíritu, del Alma y de la Personalidad humana, siendo el vehículo etérico del hombre el centro de incidencia de todas las energías planetarias, solares y extrasolares que constituyen el vastísimo Esquema de Evolución de todos y cada uno de los Reinos de la Naturaleza en proceso de encarnación cíclica.

 

 

Los Devas Lunares

 

Entendemos por Devas lunares, dentro de nuestras investigacio­nes esotéricas, a todas aquellas numerosísimas huestes dévicas de tipo inferior, laborando misteriosamente dentro de la substancia material para construir las formas más densas en cada uno de los tres planos físico, emocional y mental del planeta. La tradición esotérica y mística transmitida a través de las edades por los verda­deros CONOCEDORES del mundo oculto, nos asegura que toda substancia material utilizada en nuestro planeta es de origen lunar y es un legado histórico que los PITRIS, o grandes Adeptos lunares, transmitieron a la Tierra hace muchos millones de años en respuesta a ciertas necesidades planetarias en orden al proceso general de la evolución solar. Lo cierto es que desde incontables edades nuestro Logos planetario viene utilizando aquella substancia material -carente de principio creador- prefabricada, si podemos decirlo así, durante el largo ciclo de la evolución lunar, siendo aquel legado histórico o herencia kármica, uno de los principales fundamentos de la evolución de los Reinos inferiores de nuestro mundo, es decir, el mineral, el vegetal, el animal y de los cuerpos físico, astral y mental inferior o concreto del Reino humano. Se nos dice esotéricamente al respecto que con la oleada de vida material o substancia lunar, vinieron también una considerable cantidad de devas lunares los cuales habían terminado completamente su mi­sión en nuestro satélite y debían iniciar aquí en la Tierra un nuevo período evolutivo, siendo tales devas los que en nuestros estudios esotéricos sobre los Angeles denominamos los Agentes substanciadores de la Energía. Algunas de sus cualificadas jerarquías consti­tuyen el ingente grupo de los elementales constructores a los cuales nos hemos referido abundantemente durante el curso de este Tratado.

 

Ahora bien, nuestra consideración esotérica acerca de los devas lunares deja abierta en las mentes el gran interrogante que más de una vez habrá intrigado a los sinceros investigadores del mundo oculto... ¿Qué es de la Luna en el momento presente? La Luna, tal como se sabe, es un astro muerto, siendo la prueba de ello -al menos dentro de las concepciones lógicas que surgen de la utilización del principio de analogía- que carece de rotación, siendo el movimiento de rotación un misterio que será resuelto en el curso de cierta iniciación planetaria. Una de las ideas que han podido ser captadas a través de la laboriosa serie de investigaciones esotéricas, es que la Luna carece de rotación o de movimiento individual e independiente porque en el centro de su masa de materia no hay FUEGO que la vitalice y dinamice, tal como ocurre con los demás cuerpos planetarios del Sistema en donde el Kundalini solar -el tercer aspecto ígneo de la Divinidad- hace sentir su dinámica presión. Así, pues, el hecho de que la Luna sea un cuerpo muerto la sitúa en nuestros comentarios esotéricos, siempre de acuerdo con el inapelable juicio critico de la analogía, en la posición de cual­quier cuerpo orgánico muerto en la vida de la Naturaleza, es decir, que se halla en pleno proceso de desintegración. Tal desintegración -a igual que ocurre con todos los demás cuerpos físicos en ese estado- emite unas radiaciones negativas que afectan poderosa­mente su entorno, siendo nuestro planeta Tierra el más afectado por ellas, en orden a su proximidad y también por efecto de una misteriosa vinculación kármica.

 

Existen, como Uds. saben, ciertas previsiones planetarias desarro­lladas por las naciones más cultas y civilizadas o con mayores medios técnicos a su alcance, acerca de lo que podríamos definir saneamiento de la ecología terrestre. Poco se realiza, sin embargo, en orden a lo que podríamos definir como ecología extraterrestre, la cual deberá ocupar un lugar preferente dentro de la atención mundial en el devenir de las próximas décadas, a medida que la Tierra se haga más sensible a las influencias cósmicas. Ahora bien, el problema que plantea nuestro satélite la Luna, siguiendo las directrices de una adecuada ecología extraterrestre, es de orden inmediato y no admite dilaciones. Hay unas definidas influencias negativas de la Luna sobre nuestro planeta, las cuales, observadas desde el ángulo esotérico, producen los siguientes resultados:

 

a.      Incrementan la actividad de los devas lunares de todos los ór­denes y jerarquías en la vida de la Naturaleza, así como la de aquellas otras criaturas dévicas planetarias situadas en el arco descendente o de la involución en nuestro mundo.

 

b.      Activan poderosamente las condiciones nocivas de los gérmenes, virus y bacterias causantes de todas las enfermedades físi­cas planetarias, produciendo trastornos de orden general y ensombreciendo el aura de salud de la Raza que es la ofrenda universal de los devas dorados que transmiten energía solar.

 

c.      Revitalizan a extremos insospechables las formas psíquicas o egregores negativos que gravitan sobre los ambientes planeta­rios, determinando enfermedades de tipo nervioso, altas ten­siones emocionales y dificultades de integración mental en la vida psicológica de los seres humanos.

 

d.      Estimulan la actividad de los obscuros devas grises del plane­ta, cuya misión es estructurar los vehículos físicos de las formas animales más densas en la vida de la Naturaleza, algunas de las cuales realizan su evolución en las regiones más profundas e inaccesibles de los océanos o en ciertos ignorados niveles geológicos del planeta. Estas formas de vida animal, gi­gantescos peces y monstruosos reptiles, completamente trascendidas desde el ángulo de la evolución del Logos planetario, constituyen un obstáculo evidente para la buena marcha de la evolución total en la vida de la Naturaleza.

 

e.      Intensifican la corriente vibratoria que une a los devas lunares de más densa vibración con los devas planetarios de las sombras, responsables del miedo psicológico a lo desconocido, a la obscuridad, al proceso natural de la muerte y de las dudas humanas con respecto a la inmortalidad del alma.

 

f.        Establecen y mantienen una constante sintonía entre las radia­ciones negativas que se nutren de las substancias etéricas pro­ducidas por efecto de la desintegración lunar y las que provie­nen de los devas inferiores del propio planeta, los cuales se ali­mentan de la densa substancia etérica procedente de los cuerpos y organismos físicos fallecidos y en proceso de putre­facción o descomposición, dentro de las áreas físicas de la Na­turaleza.

 

Démonos cuenta, al llegar a este punto, de la necesidad de que sean adoptadas prudentes e inmediatas medidas de saneamiento y de control de las adversas condiciones ecológicas del mundo. Una de ellas, la aparentemente menos nociva, pero que ocultamente es la más perjudicial, tiene que ver con el fenómeno físico de la muerte y sus posteriores consecuencias en el orden ecológico am­biental, siendo la cremación de cadáveres, esotéricamente hablan­do, la técnica más perfecta y conveniente para liberar los despojos mortales, ya sean de personas o de animales de la acción condicionante del karma físico, por cuanto permite la rápida liberación de elementos dévicos que operan sobre la substancia material y que, lógicamente, se hallan presentes durante el proceso de desin­tegración de la misma, de ahí que será sagrado -desde el ángulo oculto- el día en que la humanidad como un todo se decida inteligentemente por el método de cremación o de incineración de los cuerpos en los cuales se ha producido el fenómeno físico de la muerte. Habrá entonces, según lo que hemos razonado anterior­mente, mucha menos contaminación física y astral, por cuanto se habrá logrado restituir rápidamente mediante el poder del fuego -el único y verdadero elemento transmutador de la Naturaleza- los átomos ultérrimos, llamados esotéricamente ANUS, a su fuente universal de procedencia, el éter primordial del Espacio, sin pasar por los estados agónicos y dolorosos del elemento tierra, ni por las mil tribulaciones astrales que implica la permanencia de materia etérica densa alrededor de los cuerpos físicos en lento proceso de desintegración, con la consiguiente creación de focos infecciosos en el aura astral o psíquica del planeta que favorecen la permanencia de larvas y cascarones astrales, vivificados o energetizados por enti­dades dévicas de inferior vibración, cuyas vidas elementales se nutren precisamente de la densa substancia etérica que se despren­de de estos despojos físicos de seres humanos y de animales en período de descomposición. Todo es empezar, tal como vulgarmen­te se dice, y, si se inicia la nueva fase ecológica del mundo con un riguroso sistema de cremación de las formas físicas gastadas en el seno de la Naturaleza, una mayor oportunidad de sutilización habrá para los éteres del espacio que constituyen el aura del planeta y a través de los cuales llegan a nosotros las energías sutiles correspondientes a los niveles superiores de nuestro Sistema solar. Otra manera altamente nociva y peligrosa de contaminación ambiental es la producida por el mantenimiento artificial de formas muertas, bajo apariencias de vida, mediante la técnica de momifi­cación y de embalsamamiento de los cadáveres. El problema se agudiza cuando estas formas momificadas son expuestas a la curiosidad del público, tal como ocurre en el caso de los museos y centros de enseñanza específica sobre etnología, medicina, ciencias naturales, etc., pues las radiaciones que emiten tales cuerpos artificialmente integrados, son altamente perjudiciales y pueden llegar incluso en determinados casos a interferir magnéticamente en la vida de los Egos que los utilizaron.

 

En un concilio de la Jerarquía planetaria celebrado hace unos años, se planificó una actividad jerárquica destinada a destruir progresivamente las formas psíquicas creadas en los ambientes mundiales por las radiaciones etéricas de estas formas momifica­das, cuyo proceso de desintegración natural fue detenido artificialmente. Una de sus inmediatas previsiones fue seleccionar de entre los distintos Ashramas de los Maestros, algunos grupos de discípu­los altamente cualificados para esta misión, los cuales fueron inten­samente entrenados en el arte de disolver las formas psíquicas que por afinidad vibratoria se agrupaban en torno de los lugares en donde se guardan restos humanos y cuerpos momificados. El expe­rimento jerárquico y el trabajo de los discípulos prosigue con éxito en el intento de paliar los efectos de aquellas causas, aunque se espera con gran interés y expectación por parte de la Jerarquía de Maestros, la decisión humana de destruir definitivamente y por el poder alquímico del fuego, todas aquellas formas cristalizadas y adulteradas en su natural proceso de desintegración. Otra de las misiones encomendadas a tales discípulos -según hemos podido observar- es colaborar también con los grupos de devas luminosos de los subplanos superiores del plano físico en el trabajo de sanear los pesados y negativos ambientes creados alrededor de los hospita­les, cementerios y otros lugares de sufrimiento humano, tales como las prisiones, los manicomios y los hogares sin armonía, así como los pesados ambientes psíquicos que se estructuran en los matade­ros de animales y en todos aquellos lugares del planeta en donde existen grandes conflictos y profundos sufrimientos humanos. To­das estas densas vibraciones contribuyen -como Uds. podrán com­prender- a elevar el índice de contaminación ambiental y si bien hay muchos grupos de Angeles trabajando en el sentido de la puri­ficación de los ambientes planetarios, secundados activamente por los numerosos discípulos entrenados en la técnica de destrucción de las formas psíquicas negativas que envuelven los éteres planetarios, se precisa realizar un esfuerzo todavía mayor y de conjunto con la participación de los aspirantes espirituales y hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, para que puedan ser apreciados efectos realmente espectaculares dentro de aquel vasto plan de saneamien­to psíquico proyectado por los augustos Responsables del Bien planetario.

 

 

Capítulo V

 

LA ACTIVIDAD DE LOS DEVAS DORADOS

 

 

Los Devas Dorados son aspectos consubstanciales con la Vida del Sol y rigen el proceso mágico mediante el cual la Vida del Logos se transmite al Universo. En relación con nuestro planeta, y segura­mente con todos los planetas de nuestro Sistema Solar, tales Devas actúan:

 

a.       Como transmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente PRANA.

 

b.       Como Agentes inductores del PRANA planetario.

 

c.       Como dinámicos impulsores de los Ritmos respiratorios de los seres humanos.

 

d.       Como impulsores de los fenómenos de irradiación magnética en la vida de los Reinos.

 

 

a. Como transmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente PRANA

 

Los Devas Dorados, llamados místicamente Los Señores de la Vi­da, constituyen tres corrientes vitales que surgiendo del centro del Sol se transmiten a todo el contenido del Universo. Estas Jerar­quías de Devas se extienden desde los grandes Angeles vinculados con el aspecto Voluntad, o Vida del Logos, hasta los pequeñísimos devas expresados como partículas doradas que refulgen en la atmósfera y forman parte del aura de vitabilidad del Creador en cualquier zona libre del Espacio. En cualquier caso, tales Jerar­quías nos dan una idea exacta de lo que hay que entender por vitalidad, o PRANA. El PRANA, como esencia de vida, se halla presente en todas as áreas del Universo, abarcando la extensión de los Planos, de los Reinos, de las Razas y de todas las especies vivientes. Constituye lo que en términos ocultos llamamos la simiente viva de la evolución, siendo tal denominación muy exacta, habida cuenta de que sin vida la evolución sería imposible. Las cualidades expresivas de los Planos son asimismo una manifesta­ción de PRANA solar; así, cuando hablamos de PRANA, no lo hacemos única y exclusivamente en el sentido de vitalidad, sino que le asignamos también un significado muy íntimo de cualidad, reco­nociendo que la calidad del PRANA estará lógicamente en corres­pondencia con el nivel en donde se manifieste, pudiendo hablarse en tal sentido de PRANA monádico, átmico, búdico, mental, astral y etérico-físico, cualificado para introducirse ocultamente dentro de todos los cuerpos y vitalizar y mantener coherentemente todas las formas que en tales niveles tienen necesidad de un cauce de expresión, ya que, como esotéricamente se sabe, todos los Planos del Universo, no importa cuan elevados sean, son OBJETI­VOS, perceptibles y densos para las unidades de conciencia que en ellos viven, se mueven y tienen el ser. Esta afirmación puede indicar que habrá Angeles dorados, o Señores de Vida, cumpliendo su especial cometido en todas las regiones del Espacio, abarcando todas las áreas de la Creación que en cada Plano de la Naturaleza manifiesta y cualifica la ley de Jerarquía, siendo esta idea de jerar­quía, ya sea dévica o humana, la que nos explica razonablemente el proceso dinámico que en oleadas sucesivas de Vida va llenando el Universo de cualidades cada vez más íntimas y trascendentes del Logos solar.

 

Ahora bien, la manera como las Entidades Dévicas Solares realizan su trabajo dependerá, sin duda, de las especiales caracte­rísticas de las zonas estelares en donde deben desarrollar sus activi­dades. Los tres tonos de color dorado que cualifican a estos Devas: el dorado ígneo y refulgente, imposible de ser percibido por los seres humanos, el color dorado amarillo y el color dorado blanco proyectados sobre la Tierra procedentes del Sol, son símbolos de Jerarquía y de poder angélico. Indican, por tanto, grados de acerca­miento de estos exaltados Devas al centro místico y espiritual de donde emanan todos los rayos solares. Veamos estas distinciones dévicas y sus relaciones en la expansión de la Vida del Logos, en el Universo y en el Planeta:

 

Estas relaciones, como Uds. podrán observar, tienen que ver absolutamente con todo cuanto hemos venido diciendo durante el curso de este Tratado. Así nos será fácilmente comprensible que cada una de estas tres categorías de Devas dorados cumple una misión muy definida en la vida del Universo. Tal como vimos anteriormente su misión esencial es irradiar, extendiendo su campo de proyección sobre zonas definidas del Espacio y sobre parcelas expresivas muy bien cualificadas del Universo físico, el Cuerpo del Logos solar. Los Planos de la Naturaleza, por ejemplo, están parti­cularmente cualificados y vivificados desde el ángulo oculto por una u otra de estas Jerarquías Dévicas Solares. Como un dato más a ser añadido al contexto de nuestras investigaciones, podríamos citar estas zonas de influencia, con lo cual nuestra idea acerca de peculiaridades expresivas de esas Entidades solares o pránicas, verá notablemente enriquecida. Veamos:

 

 

ANGELES DORADOS

 

PLANO

 

 

 

 

 

 

 

Adico

Devas Dorados-Igneo

.............................

Monádico

 

 

Átmico

 

 

 

 

 

 

 

 

Devas Dorado-Amarillo

..............................

Búdico

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mental

Devas Dorado-Blanco

..............................

Astral

 

 

Físico

 

 

Esta clasificación nos ilustrará en el sentido de reconocer que la actividad de los Devas Dorados se extiende, por analogía, a los subplanos de cada uno de los Siete Planos del Universo numérica­mente relacionados. Por ejemplo, los Devas Dorado-Igneo influirán también muy particularmente sobre los subplanos primero, segun­do y tercero de todos los Planos, por cuanto su campo expresivo se extiende a los Planos primero, segundo y tercero, etc. Otra relevan­te actividad de los Devas Dorados en general será, sin duda, la de ser los Agentes inductores del PRANA solar sobre el aura planeta­ria, por lo que bien pueden ser denominados asimismo Impulsores del PRANA planetario. Veamos más detalladamente esta actividad de los Devas Dorados.

 

 

b. Como Agentes Inductores o Transmisores del PRANA planetario

 

La irradiación del PRANA que surge del centro místico del Sol abarca el entero sistema universal. Así, cada planeta absorbe el que le es necesario para el correcto desarrollo de sus necesidades físicas y psíquicas y el sobrante de estas energías constituye lo que podríamos definir como su campo magnético. Los Devas dorados son los conductores de estas energías pránicas, cuya cualidad, intensidad y características variarán notablemente al incidir en el aura etérica de cada uno de los planetas del Universo, habida cuen­ta que dicha aura refleja junto con el sobrante de energía pránica solar, ciertas cualidades intimas de los propios Logos planetarios. Esto quiere significar, desde el ángulo oculto, que dentro del aura etérica de cualquier planeta y en cada una de sus particulares irradiaciones magnéticas, se expresarán simultáneamente devas dorados conductores del PRANA solar y otro tipo de Devas que son conductores de la propia energía planetaria. El grupo más importante de estos conductores de la energía pránica del planeta lo constituyen los Devas color violeta, Señores del Magnetismo Terres­tre. Es por el convencimiento de esta verdad que en algunos pasajes de este Tratado se les ha mencionado en el sentido de que siendo impulsores de la salud de los cuerpos físicos dentro de la Naturale­za planetaria, la invocación de su poder por parte de los seres humanos facilitaría en gran manera la tarea científica de hallar adecuado remedio a todas las enfermedades físicas de la Raza y despejada definitivamente la incógnita de la Ciencia médica frente a las enfermedades consideradas todavía como incurables, tales como el cáncer, la diabetes, el reumatismo, etc. Los Devas violeta planetarios y los Devas dorados procedentes del Sol tienen en sus rayos un poder que de acuerdo con las previsiones jerárquicas, debe vencer a la enfermedad y a la propia muerte. La evolución de la Raza, el incremento del sentimiento de buena voluntad --un poder espiritual cuyo dinamismo afecta a los éteres e invoca a los Angeles superiores-- y el establecimiento de correctas relaciones humanas, cuya expresión en los éteres es limpiar el campo magné­tico de la Tierra y con él los ambientes sociales de la humanidad, es una tarea kármica de gran envergadura que debería iniciarse cuanto más pronto mejor, recordando aquí la aseveración de un gran Iniciado de la Jerarquía: “Las épocas florecientes, las civiliza­ciones de carácter superior y las culturas más amplias, dignas e incluyentes no vienen únicamente a la Tierra en virtud de las posi­ciones cíclicas de los astros, sino mayormente porque los seres hu­manos se esforzaron sinceramente en conquistarlas”. Las palabras de este Adepto nos indican claramente que la conocida frase esoté­rica proveniente de la más lejana antigüedad los astros inclinan pero no obligan, se fundamenta en las posibilidades creadoras innatas en el corazón del hombre, es decir, en lo que podríamos calificar de determinismo espiritual, un poder captado de la propia Divinidad y acatado por los Angeles, siendo por tanto la creación que nace de esta determinación una actividad humano-dévica. Hay que tener en cuenta al respecto que el Reino humano y el Reino dévico constituyen los principios masculino y femenino de cualquier tipo de creación, aquí en la Tierra y en no importa qué planeta de nuestro Sistema solar y son, por tanto, los cualificadores de todos los poderes existentes, cuya base sea el Propósito divino encarna­do por los seres humanos. La expresión de este Propósito en la vida de la Naturaleza es la capacidad de respuesta de los Devas. Tal como puede leerse en los antiquísimos textos de El Libro de los Iniciados: “No puede existir Vida organizada ni Vida consciente allí donde no hayan hombres ni Devas...” ¿Nos dice algo esta afirma­ción? En estas palabras se halla precisamente la respuesta a la gran interrogante del ser humano: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, en el sentido de considerar que la humanidad, el Cuarto Reino de la Naturaleza, es el eje de la evolución planetaria tal como ya apuntábamos en otras partes de este Tratado, signifi­cando que el término HUMANIDAD, considerado desde el ángulo de la Jerarquía, abarca la multiplicidad de humanidades que viven, se mueven y tienen su razón de ser en no importa qué astro dentro del Cosmos absoluto. Siempre desde al ángulo jerárquico, podría afirmarse que existen humanidades, es decir, entes inteligentes constituyendo diversas jerarquías espirituales, en el centro místico de la evolución de cualquier planeta dentro del Universo y aun mas allá del Universo. Y, consecuentemente con esta verdad y para completarla, tenemos a los Devas, a los alter egos -si podemos decirlo así- de los seres humanos, cuyas cualidades de sensibili­dad y especiales características son altamente necesarias para poder ser efectuadas en el Eter del Espacio las necesarias modifica­ciones que preceden al ACTO CREADOR. Deberemos insistir necesariamente sobre este punto y afirmar constantemente que los hombres y los Devas son el eje de la polaridad planetaria. La naturaleza de las Mónadas humanas, o Cuarta Jerarquía Creadora, es masculina y la de las Mónadas dévicas, o Sexta Jerarquía Crea­dora, es femenina. Ambas Jerarquías constituyen en su mancomu­nada actividad y en la gloria de sus Reinos respectivos, la Voluntad y el Propósito Inteligente de la Divinidad, manifestadas bajo las le­yes de la Polaridad que rigen el proceso infinito de la Creación. Es­ta polaridad, observada en su mágico despliegue de oportunidades espirituales y habiendo llegado a su punto más elevado de síntesis, contiene el secreto del ser ANDROGINO mitad hombre, mitad deva que unificará el karma de los dos Reinos y llevará el planeta a un grado muy exaltado de perfección.. .([7])

 

Bien, siguiendo con esta idea, vamos a considerar ahora otro sujeto de profundo interés esotérico. Tiene que ver con lo que ocultamente llamamos refracción de los rayos solares y que tanto limita la plena expansión de los Devas dorados. Se trata, tal como Uds. habrán podido imaginar, con la oblicuidad manifiesta de los ángulos de visión humanos con respecto a cualquier campo de perspectiva. Sabemos ocultamente que la inclinación del eje de la Tierra y su distanciamiento del punto vernal, regido astrológicamente por la Constelación de Aries, se debe principalmente al escaso grado de fusión o de integración alcanzado por la humani­dad con respecto al mundo dévico. Lo lejos que se hallan todavía entre sí estas poderosísimas corrientes de Vida determina que en el devenir de los ciclos mayores del Sistema, los que definen a los grandes YUGAS del Universo, el eje de la Tierra se halle en perpetua declinación y oblicuamente dirigida su superficie al sentido de los rayos que provienen del centro místico del Sol, dando lugar a aquello que en términos esotéricos definimos como MAYA, ESPE­JISMO e ILUSION, es decir, que el ángulo de declinación del eje de la Tierra con respecto a la eclíptica produce, tal como dijimos ya en otra parte de este Tratado, el karma de nuestro planeta. Según se nos dice ocultamente esta inclinación irá siendo corregida en virtud de sucesivas iniciaciones cósmicas de nuestro Logos planeta­rio, el Cual cifra Sus esperanzas -si podemos utilizar una locución tan aparentemente contradictoria- en la reconciliación del Reino humano con la Sexta Jerarquía creadora de los Angeles, ya que tal reconciliación o fusión determinará una afluencia tal de energía cósmica sobre el planeta, que producirá la liberación de una considerable porción de karma, con las naturales consecuencias de que el planeta pierda peso y de que acelere su movimiento de rotación, por lo cual será mucho más regular y uniforme el movimiento de traslación por el espacio sideral y determinando, finalmente, que el eje planetario adopte progresivamente una posi­ción perpendicular con respecto al plano de la eclíptica, con la desaparición paulatina del movimiento de retrogradación o de pre­cesión de los Equinoccios. Bien, estos datos aun cuando parecen ir muy particularmente dirigidos a los amantes de la Ciencia astroló­gica, están muy íntimamente relacionados con nuestro estudio sobre los Devas y constituyen, por tanto, aclaraciones acerca del mismo para todos los sinceros investigadores esotéricos y aspirantes espirituales deseosos de conocimiento superior.

 

 

c. Como dinámicos impulsores de los Ritmos de Respiración de los Seres humanos

 

El dinamismo vital con el que impregnan los Devas dorados los éteres de nuestro mundo constituye lo que técnicamente definimos como atmósfera planetaria, a la cual dotan de los elementos activos que permiten la respiración de los seres humanos, de todas las especies animales y de todo el conjunto planetario. La respiración es un misterio iniciático al que oportunamente accederán todos los seres humanos. Contiene el secreto de los movimientos de Sístoles y Diástoles del Corazón solar y con el tiempo será demostrado que la respiración, correctamente practicada, puede prolongar la vida del hombre sobre la Tierra durante largos ciclos de tiempo.

 

Existen, naturalmente, unas razones muy esotéricas que avalan la precedente afirmación, entre ellas la de que los pequeños devas dorados que dinamizan la atmósfera planetaria pueden penetrar en los pulmones de los seres humanos y permanecer allí largo tiempo como elementos de vida y no surgir rápidamente al exterior, tal como ocurre habitualmente, sin darle tiempo al PRANA vital de los Devas dorados para que ejerzan sobre el organismo su benéfica acción. Interesa, por tanto, que el hombre aprenda a respirar correctamente, aunque las técnicas que preceden a tales entrena­mientos respiratorios son de orden espiritual y sólo las facilitan las escuelas esotéricas, vinculadas de una u otra manera, con la gran Logia Blanca del planeta o Jerarquía planetaria. Según hemos podido constatar ocultamente, la respiración correcta es suave, profunda y rítmica, y según sea la evolución espiritual de los seres humanos, los Devas dorados, o devas pránicos, invocados por la Ciencia de la Respiración, técnicamente descrita como PRANAYA­MA, cumplirán adecuadamente su cometido de dotar a los organis­mos humanos de la suficiente dosis de vitalidad y dinamismo que les permita curar las enfermedades y vencer a la muerte.

 

Al hablar de RITMOS, debemos hacer referencia a los tres más importantes que cualifican las respiraciones humanas y a los Devas que intervienen en el desarrollo de los mismos:

 

a.      Ritmo lunar  ...............................................  Devas grises

b.      Ritmo planetario  .......................................  Devas violeta

c.      Ritmo solar  ................................................  Devas dorados

 

El Ritmo respiratorio lunar está relacionado con los movimientos cíclicos de nuestro satélite y expresados, desde nuestro ángulo perceptivo, por las cuatro fases de la luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante. Estas fases lunares imprimen un ritmo respiratorio definido en la vida de la Naturaleza, el cual es el adoptado corrientemente por la mayoría de los seres humanos. Este Ritmo se caracteriza por respiraciones cortas y sin pausas entre la actividad de inhalación y la de exhalación.

 

El Ritmo respiratorio planetario tiene también cuatro fases: noche, día, aurora y crepúsculo, pero su exteriorización o actividad en el hombre le induce a efectuar ciertas fases o intervalos entre el proceso de inhalación y el de exhalación, las mismas que van de la noche al día cualificando las auroras o las que van del día a la noche y dan lugar a los crepúsculos. En la expresión de este Ritmo respiratorio de introducción de PRANA en los pulmones, intervie­nen muy activamente los devas color violeta, llamados también devas de la salud, por cuanto contribuyen muy poderosamente a energetizar el aura humana y dotar al hombre de un dinámico y refulgente campo magnético. Le permiten asimismo establecer contacto con cierta categoría de Devas dorados, los cuales suelen infiltrarse en el organismo físico durante las pausas o intervalos de la respiración y preparan dentro del cuerpo, sin que el hombre se dé cuenta, el conjunto celular para posteriores recepciones de vida dévica superior.

 

El Ritmo respiratorio solar tiene que ver con las cuatro etapas definidas como las estaciones del año, es decir, la primavera, el verano, el otoño y el invierno. Las personas sujetas a este Ritmo son de naturaleza profundamente espiritual y tanto sus inhalacio­nes como sus exhalaciones son profundas y extensas con pausas entre ellas asimismo largas y prolongadas. Los Devas dorados que intervienen en el proceso, no sólo son los más evolucionados procedentes del Sol que se introducen en el aura etérica de la Tierra, sino que son también los que purifican el aura etérica y campo magnético de los seres humanos a quienes la Jerarquía espiritual del planeta, a través de sus correspondientes ASHRAMAS, está preparando para la Iniciación.

 

Al llegar a este punto, y continuando con la progresión de las etapas místicas que preparan a los seres humanos para estas eleva­das zonas de integración espiritual, habrá que hacer referencia, siquiera brevemente, a un Ritmo respiratorio que podríamos califi­car de Ritmo Zodiacal, ya que está vinculado con las doce Conste­laciones que rigen nuestro Cielo sideral y con la actividad de los Devas de tremenda evolución cósmica que sólo cuidan de los Ritmos espirituales de los Seres más avanzados del planeta. Según se nos dice ocultamente, algunas de sus Jerarquías intervienen en la confección de los vehículos superiores de los Adeptos y de otros Seres espirituales todavía más elevados en evolución y jerarquía. Establecer contacto con tales esplendentes Devas exige una integra­ción espiritual de índole solar y haber accedido durante el devenir de la existencia física al estado supremo de SAMADHI, cuyo ritmo, desde el ángulo respiratorio es tan extraordinariamente prolongado que prácticamente ha desaparecido la necesidad de respirar, es decir, de inhalar PRANA. El ser excepcional que ha Iogrado elevarse a ese estado tiene poder sobre los Devas dorados del Sol y, a igual que Cristo, puede curar las enfermedades físicas y psíquicas sólo por la irradiación de su campo magnético, sin necesidad de recurrir a la imposición de manos.

 

Se nos dice también esotéricamente que por medio del estableci­miento consciente de ciertos Ritmos respiratorios, el ser humano suficientemente integrado en el orden espiritual puede vencer las leyes de gravitación, remontarse a voluntad por el espacio, viajar por los éteres, liberarse de las necesidades humanas de comer y de beber -sin que la salud de su cuerpo se resienta- y establecer contacto con los Devas superiores. Pero, tal como hemos dicho anteriormente, los Ritmos superiores que han de liberar al hombre de sus necesidades kármicas, deben ser aprendidos en las duras pruebas de la vida, en el sacrificio del yo y en el servicio a los demás, sin olvidar nunca que en el devenir de este proceso de integración los Devas estarán siempre a su lado beneficiándole del extraordinario poder de síntesis que se desprende de sus auras radiantes.

 

 

d. Como creadores de los fenómenos de irradiación magnética en la vida de los Reinos

 

El fenómeno de irradiación tiene que ver con el aura de salud de los Reinos de la Naturaleza y con la expansión natural del sobrante de energía pránica en forma de campo magnético. De ahí que las personas de salud delicada carecen casi por completo de campo magnético, debido a que el PRANA emanante de los Devas solares debe circunscribirse únicamente a las necesidades físicas de super­vivencia, no poseyendo así capacidad alguna de irradiación de la energía. Cuando el caso es extremo, es decir, cuando no sólo no existe sobrante sino que incluso falta energía aún para las necesida­des físicas de base, cuales son la respiración, la circulación de la sangre, la asimilación de los alimentos, etc., entonces las células del cuerpo ávidas de energía para satisfacer las demás necesidades del organismo, se hacen parasitarias o vampíricas. El vampirismo en tal caso indica únicamente la apropiación inconsciente de prana vital perteneciente a otros organismos, por parte de las per­sonas con un evidente déficit de energía pránica. Indica, por tanto, que existen alguna lesiones íntimas de carácter etérico que impiden la entrada de la energía dévica solar a través de los cuerpos etéricos o que las correspondientes glándulas endocrinas y plexos nerviosos se hallan obstruidos o deteriorados y no pueden transmi­tir a los órganos del cuerpo físico el PRANA necesario para su natural supervivencia. En ambos casos, la incapacidad de que penetre el PRANA en el organismo y que por efecto de ello los Devas dorados no puedan cumplir su natural cometido, hace que aquellos cuerpos se hagan vampíricos o que perdido el estimulo de vida sobrevenga el fenómeno de la muerte... En el caso contrario, es decir, en el de los individuos de salud desbordante, cuyo cuerpo etérico está perfectamente organizado y  lleno de dinamismo vital, la irradiación del sobrante de energía origina un extenso y radiente campo magnético, colaborando inconscientemente en la labor de los Devas dorados en la actividad de infundir PRANA vital en los ambientes planetarios.

 

Sin embargo, y siguiendo una tónica general impuesta por la propia Ley de evolución, la irradiación de energía pránica a través del campo magnético de los seres humanos afecta poderosamente a un tipo de Devas de color violáceo misteriosamente vinculados con la evolución del Reino animal, singularmente con las especies muy desarrolladas dentro del mismo, tales como nuestros animales domésticos, los cuales se benefician del contacto humano y -tal como ocultamente sabemos- se están preparando para la Individualización. Los Devas violáceos constituyen el enlace magnético de ambos Reinos y observados clarividentemente se les ve agrupa­dos por jerarquías, cuyo color se extiende desde el matiz violáceo hasta el gris obscuro y les define como pertenecientes a Almas grupo más o menos evolucionadas dentro del Reino animal. En todo caso, puede ser comprendida la relación que existe por doquier en la vida de la Naturaleza, atravesando los Reinos, las Razas y las especies, gracias a la participación del mundo dévico, cuyas jerarquías se extienden desde el Centro místico del Sol hasta el más humilde de los átomos ultérrimos... Será fácilmente asimila­ble entonces la idea de que el Reino animal cumple, a su vez, una misión muy similar a la de los seres humanos con respecto a la evolución del Reino vegetal a través de las huestes algo menos evolucionadas de los devas violáceos, pero no por esto menos útiles dentro del Plan general de la evolución. Igual actividad será desarrollada inconscientemente por el Reino vegetal en relación con el Reino mineral, ya que las vidas dévicas -prescindiendo de sus particulares evoluciones- se hallan por doquier transmitiendo ENERGIA y manteniendo unida la cadena magnética que une el conjunto universal con la Vida infinita del Creador.

 

 

Capítulo VI

 

LOS DEVAS Y EL TRABAJO DE LA JERARQUIA

 

 

Habiendo estudiado, siquiera parcialmente, la actividad que de­sarrollan los Devas en la vida de la Naturaleza, desde la que tiene que ver con la elaboración de los elementos químicos, unidades básicas de la materia, hasta la construcción de los más excelsos Universos por parte de los indescriptibles Angeles Cósmicos, la idea a considerar ahora debería ser indudablemente la de la rela­ción que existe entre las evoluciones dévicas del planeta y las vidas integrantes de aquella Gran Corporación de Almas Iluminadas que en nuestros estudios esotéricos denominamos Jerarquía Espiritual planetaria o Gran Fraternidad Blanca. Pues, es evidente que la ac­tividad de los Devas en sus distintas huestes y jerarquías, deben guardar una muy estrecha relación con la Obra que lleva a cabo esta Gran Fraternidad -inspirada por el Señor del Mundo- den­tro del círculo-no-se-pasa del planeta. Así es en efecto y el carácter de esta relación o vinculación es tan importante que abarca todas y cada una de las parcelas de vida planetaria ocupadas por los Rei­nos de la Naturaleza y por cada una de las especies vivientes. La Ley esotérica podría ser definida así: Donde hay Vida hay necesa­riamente una Conciencia que la cualifique y donde hay Conciencia ha de haber forzosamente una Forma apropiada que la manifieste. En esta frase se halla enteramente implícito el misterio de la Crea­ción, tantas veces mencionado durante el curso de nuestro estudio, ya que siguiendo el rigor esotérico de la analogía sabemos que Vi­da, Conciencia y Forma constituyen en su mutua interdependencia el soporte vivo de la evolución universal abarcando el confín de todo lo existente. Deberemos suponer, por tanto, que en la vida del planeta hay jerarquías dévicas de todos los órdenes imaginables trabajando en todos los sectores evolutivos, ya sea en relación con SHAMBALLA -Sede del Señor del Mundo- con el aspecto mediador dentro del desarrollo evolutivo planetario, cuyo Centro Ilamamos Gran Fraternidad Blanca, o con el aspecto representativo de la Forma con Centro místico en la vida de la Humanidad ([8]). Profundizando algo más en la idea, podríamos establecer la siguiente analogía incluyendo en ella a las unidades de Vida dévica que presumiblemente, ejercen sus actividades de acuerdo con la evolución alcanzada por cada uno de los tres Centros planetarios:

 

 

 

 

Bien, estas relaciones merecen un comentario algo más extenso, habida cuenta que las actividades desarrolladas por cada uno los tres Centros planetarios están muy íntimamente vinculados entre sí y constituyen en realidad un solo Centro de expansión uni­versal. Podríamos decir así que la Jerarquía Espiritual o Gran Fra­ternidad, tiene a su cargo el desarrollo del aspecto alma o con­ciencia en todos los Reinos de la Naturaleza y que Devas de todas las jerarquías imaginables cooperan en este trabajo de infundir Conciencia en la Vida de la Forma. Otra de las consideraciones a tener en cuenta es que la Vida de SHAMBALLA lo llena todo y que, por tanto, la actividad de la Jerarquía espiritual es cualificar esta Vida omniabarcante de SHAMBALLA de acuerdo con las necesidades de la evolución del planeta, planeando el futuro de acuer­do con las exigencias del presente y avizorando las etapas que corresponde actualizar de acuerdo con la ley cósmica de los ciclos, las corrientes de energías astrológicas y la evolución alcanzada por cada Reino, Raza o Especie. He ahí otra trinidad que conviene tener en cuenta de acuerdo con el principio de analogía, debido a que de manera muy sutil los Reinos de la Naturaleza en su totalidad dependen directamente de SHAMBALLA, que las Razas humanas están conectadas con la obra de la Jerarquía y que todas las especies vivientes en los Reinos sub-humanos están misteriosa­mente enlazados con la vida evolutiva de la Humanidad. Esta, según se desprende de una profunda y sostenida investigación de sus móviles más ocultos y trascendentes, es el centro de la evolución planetaria. Esta es una razón muy obvia si tenemos en cuenta que la humanidad es el Cuarto Reino de la Naturaleza y que ocupa el cuarto lugar en la evolución de un Sistema Septenario como el de nuestro Universo. Veamos estas relaciones:

 

 

a.

El Sistema Solar de Cuarto Orden

(El Nuestro)

 

 

 

b.

El Cuarto Esquema

(El Esquema Terrestre)

 

 

 

c.

La Cuarta Cadena

(de nuestro Esquema Terrestre)

 

 

 

d.

La Cuarta Ronda

(La Ronda que corresponde a la Encarnación física de nuestro Logos planetario)

 

 

 

e.

El Cuarto planeta de la Cuarta Ronda

(nuestro Planeta Tierra)

 

 

 

f.

El Cuarto Reino

(el Reino humano)

 

 

 

g.

El Cuarto Rayo, de Armonía a través del Conflicto

( que cualifica la evolución de nuestra humanidad)

 

 

 

h.

El Cuaternario Humano

(Cuerpo físico, doble etérico, cuerpo astral y mental inferior

 

 

 

i.

El Cuarto Chacra (ANAHATA)

(El Corazón, centro de la vida material y espiritual)

 

 

 

j.

La Cuarta Glándula Endocrina (Timo)

(Cuya segregación hormonal en la vida del cuerpo constituye todavía un secreto esotérico)

 

 

En último lugar, y sintetizando todos los posibles cuaternarios en la vida de la Naturaleza, tenemos a los Cuatro Señores del Karma, representantes en nuestro planeta de los Cuatro grandes Mahara­jáes que rigen el destino de nuestro Sistema solar. La comprensión de estas relaciones es altamente necesaria para alcanzar un punto óptimo de clarificación de las actividades desarrolladas por las Entidades angélicas del Universo y, muy especialmente, por las de nuestro planeta, en relación con la obra jerárquica. A este respecto debemos tener presente que SHAMBALLA se expresa por medio de la Jerarquía y que la Jerarquía lo hace muy definidamente a través de la humanidad. El sistema evolutivo de la Tierra funciona virtualmente como un todo y el proceso, tal como se expresa en la vida del Universo, va de lo menor a lo mayor y de lo inferior a lo superior. En el caso que nos ocupa, vemos que las unidades de vida humana se especializan para ingresar en las filas de la Jerarquía y que los Miembros de esta Jerarquía se están preparando para penetrar en el Centro, extraordinariamente místico, de SHAMBA­LLA, conteniendo estas últimas palabras el secreto de la íntima vinculación de los grandes Adeptos con los excelsos Devas a quienes en páginas anteriores hemos definido como los Agentes de SHAMBALLA. Con este término podrían ser definidas también las innumerables huestes dévicas y jerarquías evolutivas humanas capaces de resistir, tal como esotéricamente se dice, la Presencia radiante del Señor del Mundo, SANAT KUMARA.

 

 

Los Agentes de SHAMBALLA

 

Con este término se intenta representar a una nueva Jerarquía espiritual, cuyas cualidades están mucho más allá y por encima de la comprensión de los hombres más inteligentes de la humanidad y del término corrientemente asignado a los Miembros de la Gran Fraternidad Blanca. Estos Agentes, ya sean de estirpe dévica o de naturaleza humana, están capacitados para manejar el Fuego Eléc­trico de la Divinidad, el cual es esencialmente VIDA o ESPIRITU. Trabajan en íntimo contacto con el Señor del Mundo y con los Angeles directores de la evolución de los Reinos. Su misión es mantener en ininterrumpida circulación la corriente de Vida que emana del gran Corazón Solar espiritual y penetra en cada uno de los Planos del Universo por medio de los Siete Grandes Arcánge­les, distribuyéndola luego para la absorción y manipulación de los Angeles regentes de los Reinos. Un tipo especial de AGNISHVAT­TAS distribuyen a su vez este Fuego en dirección al Reino humano desarrollando la mente de los hombres y otros devas menores, aunque mucho más evolucionados que los individuos corrientes de la Raza humana, dinamizan la corriente de vida que incide en las especies de cada uno de los tres primeros Reinos, utilizando lo que en términos esotéricos definimos como esencia elemental y abarca la enorme vastedad de unidades de vida de los Reinos mineral, ve­getal y animal. La labor de los grandes Devas cualificados como Agentes de SHAMBALLA consiste en introducir el propósito de la Vida solar en cada una de las unidades de vida de nuestro esquema terrestre. Constituyen considerables legiones de Angeles de distintos grados de evolución, pero marcados todos ellos por la impronta espiritual del Señor del Mundo y llenos del Designio ígneo del Logos Solar de introducir Su Vida en cada uno de los seres que viven, se mueven y tienen el ser en los dilatados confines de Su omniabarcante Esque­ma evolutivo. El resultado de sus actividades es la continuidad de la corriente de Vida circulando por todo el Universo y, particulari­zándola, por nuestro esquema planetario. Tal como dijimos anteriormente, el Centro cualificador de la Vida solar espiritual de nuestro planeta es el Logos regente del mismo, encarnado en Aquel esplendente e indescriptible Ser que en los estudios esotéricos es definido como SANAT KUMARA, o Señor del Mundo. Este glorioso Ser es el Gobernante absoluto del planeta Tierra. De EL dependen todos los Centros planetarios y todas las jerarquías, angélicas y humanas, que realizan su evolución dentro del formidable esquema terrestre. Sus decisiones obedecen al Mandato Solar y sólo al Logos de nuestro Universo ha de rendir cuentas -si así podemos decir­lo- de Sus decisiones y gobierno de nuestro mundo. Las jerarquías angélicas y humanas que en su totalidad hemos descrito como los Agentes de SHAMBALLA cumplen sus obligaciones según la cali­dad de su rango o estirpe. Forman parte de la sociedad ultrasecreta que ocultamente llamamos el Concilio de SHAMBALLA, en donde el Señor del Mundo y Sus Agentes y Colaboradores terrestres y ex­traterrestres se reúnen para examinar conjuntamente los Planes de la Evolución y las necesidades de fuerza solar para cada ciclo evolutivo afectando a Reinos, razas y especies. Tales necesidades, vistas con la percepción ultradimensional de SANAT KUMARA y de los Agentes místicos de SHAMBALLA, toman la forma de un Plan organizado, marcando ciertos jalones u objetivos determinados de acuerdo con el ciclo evolutivo particular del planeta Tierra y las necesidades de integración con las grandes Decisiones solares.

 

 

Los Impulsores del Plan

 

La Jerarquía espiritual del planeta está formada asimismo por unidades de vida angélica y humana a las cuales se las denomina ocultamente los Grandes Mediadores, ya que su particular misión si bien difiere en el desarrollo de las distintas actividades asignadas a hombres y a Devas, coinciden en el santo propósito de que cada unidad de vida en el seno de la Naturaleza tome conciencia de su estado y condición y aprenda a alinearse conscientemente con el grupo mayor del cual forman parte. Lógicamente, el grupo mayor y más incluyente para la humanidad será la Jerarquía espiritual o Gran Fraternidad Blanca y el que corresponde a los tres primeros Reinos de la Naturaleza, el mineral, el vegetal y el animal será la humanidad. Existe, en todo caso, una función mediadora constan­te en la evolución del Universo, del planeta o del hombre. Ya en otras partes de este Tratado hicimos referencia a un ANTAKARA­NA, o puente de arco iris, por el cual las unidades de vida de una especie se transportaban a otra superior, de la misma manera que el ser humano creaba conscientemente el Antakarana o puente de luz que enlazaba su yo inferior con el Angel solar en el plano causal. Este puente de luz tiene carácter universal y constituye el enlace de todas las unidades de vida de! Sistema solar con el Propósito de Realización del Logos. Lo único que habrá que añadir aquí ­para que la idea aparezca con mayor claridad, es que los Angeles superiores de la Jerarquía, los cualificados Adeptos de la misma, trabajan armoniosamente al unísono para construir este Puente de Unión, que podríamos definir como del Propósito o Intención de Dios, el Logos, con respecto a la vida de la Naturaleza que es su campo de expresión. Así, cada Angel y cada Adepto, utilizando el concurso de miríadas de unidades dévicas de orden subalterno, infunden la luz del propósito iluminado en las almas de los seres humanos y de los Reinos inferiores del planeta y dinamizan o exaltan en la intimidad de sus vidas el anhelo permanente de perfección. Una infinita cadena de Luz partiendo del Reino mineral y ­llegando al ser humano puede ser percibido así por el investigador esotérico, atravesando la vida de los Reinos vegetal y animal. Otra cadena de Luz, todavía mayor y más brillante, se eleva del Reino humano en dirección a la Jerarquía la Cual ha sido descrita con mucha justicia el Quinto Reino de la Naturaleza, el Reino de los Cielos. Esta cadena de luz, encarnando el propósito de liberación de Dios y el deseo de perfección humana, llega a su más exaltado grado de sutilización, cualidad, resplandor y belleza en las fases de evolución técnicamente definidas como Sendero del Discipulado consciente y Sendero de la Iniciación, ya que en el devenir de los mismos las almas humanas penetran conscientemente en los Planes de la Jerarquía y empiezan a ser participes del Propósito de Dios.

 

El ANTAKARANA, o Puente de Unión, indica siempre relación y participación, unidad de vida y de conciencia y una eterna vincu­lación de Dios con la inmensa estructura de Su Obra, el Universo. Los Angeles que colaboran en esta labor jerárquica de creación del Puente y de aceleración del Ritmo de la conciencia, suelen pertene­cer a las especies superiores de las Entidades Angélicas definidas como AGNISURYAS, aunque hay también muchos Devas de la ca­tegoría de los AGNISHVATTAS y una considerable hueste de Devas que intervienen conscientemente en la evolución del aspecto conciencia en la vida de todos los Reinos, comandando innumera­bles legiones de devas menores y elementales de la Naturaleza, ex­celentemente cualificados para el arte de la construcción de formas en todos los niveles. Otro grupo muy especializado de Angeles su­periores de la Jerarquía, trabajan bajo la directa supervisión de los Señores del Karma para llevar a cabo el Propósito de Liberación del Logos en cada uno de los Reinos de la Naturaleza. La actividad particular de cada uno de los Señores del Karma podrán estudiarla Uds. más adelante, en otros capítulos de este libro. Interesa, sin embargo, que tengamos muy presente la vinculación humano-dévi­ca en relación con los Señores del Karma y la misteriosa relación de los mismos con el Cuaternario individual, constituido por el cuerpo físico denso, el vehículo etérico, la naturaleza astral o psíquica y la mente organizada, con el Cuarto Reino en su totalidad, con el cuarto planeta de un Sistema de siete mundos, que es nuestra Tierra, con la evolución del chacra MULADHARA, cuyos cuatro pétalos son una proyección del karma humano y con el Cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto que cualifica la actividad del hombre aquí en este planeta. Los Señores del Karma son cuatro poderosos Angeles de naturaleza cósmica y Su intervención en la vi­da del Universo, del planeta, del hombre y de todos los seres crea­dos, es otra demostración de la gran fraternidad humano-dévica a la cual hemos debido hacer mención en muchas páginas de este Tratado. Como más adelante veremos, tales son los Señores del Karma:

 

a.      El Angel de la Muerte.

b.      El Angel de la Justicia.

c.      El Angel de los Registros Akásicos.

d.      El Angel de la Liberación.

 

Son lógicamente también Agentes de SHAMBALLA, pero Su obra, a igual que la del Señor del Mundo, tiene un Designio Solar y abarca la grandiosidad infinita del contenido universal, con sus planos, reinos, humanidades y especies vivientes...

 

Cada uno de los Señores del Karma tiene bajo Sus órdenes innu­merables huestes de Devas de todos los grados de evolución, reali­zando sus actividades de acuerdo a ciertos propósitos definidos y a la presión de determinados Rayos de poder, los cuales, a su vez, atraen hacia los Señores del Karma potentísimas e inexplicables corrientes astrológicas procedentes del espacio cósmico. Sin em­bargo, los Impulsores del Plan dentro del planeta Tierra, Adeptos y Angeles, constituyen la gran Corporación de las Almas Iluminadas que dirigen todas las energías universales, la de los Señores del Karma incluidas, hacia el desarrollo del Alma o de la Conciencia en la integridad absoluta de los Reinos de la Naturaleza, de las Razas humanas y de todas las especies que tienen su vida y su razón de ser en cada uno de los Reinos.

 

 

La Humanidad, el Centro Místico de todos los Reinos.

 

Tal como hemos venido diciendo en páginas anteriores, el Reino humano, el Cuarto dentro de la evolución espiritual de la Tierra, es el Centro de la vida planetaria, debido precisamente al número CUATRO que le distingue, personifica y cualifica en orden a la evolución de la Naturaleza entera. Tal como decía un Maestro de la Jerarquía en el pasado siglo a un grupo de discípulos: “La Cadena infinita de la Luz y de los Conocedores pasa por el Reino humano, como la circulación de la sangre pasa por el corazón “. La descrip­ción no puede ser más afirmativa ni más categórica. La función del CUARTO Reino, el reino humano, es tremendamente importante debido a la posición que ocupa dentro de un esquema septenario de evolución universal y cabe preguntarse, después de analizar crítica­mente la obra del hombre aquí en la Tierra, si el ser humano ha respondido plenamente a las exigencias kármicas de su especial co­metido como eje de evolución de los Reinos y, en caso contrario, determinar cuales han sido las causas de su aparente fracaso. Bien, no hay que argumentar demasiado sobre tales extremos, teniendo en cuenta el grado de evolución de los seres humanos en la presente Cuarta Ronda y sus dificultades por mantenerse dignamente en el centro de la evolución planetaria, siguiendo el imperativo del CUARTO Rayo que cualifica al CUARTO Reino y debe llevarle a la Luz de la Revelación y de la integración espiritual por medio de las crisis y las tensiones psicológicas que surgen inevitablemente del conflicto de la separatividad, del egoísmo del yo y del apego a las cosas materiales.

 

El Reino humano, la humanidad en su conjunto, está evolucio­nando por fases, por grados o niveles de integración espiritual y la esperanza de la evolución y del cumplimiento planetario se halla depositada actualmente en los discípulos mundiales, los cuales constituyen CUATRO grandes grupos, conectado cada uno con una jerarquía específica de Devas AGNISHVATTAS. Veamos:

 

a.      Discípulos en observación o probación.

b.      Discípulos aceptados (por haber pasado con éxito las pruebas exigidas).

c.      Discípulos en el Corazón del Maestro (a los que se prepara pa­ra Iniciación).

d.      Discípulos Iniciados (que van de la primera a la tercera Ini­ciación).

 

Cada uno de estos CUATRO grupos, se dé o no se dé cuenta de ello, se halla espiritualmente vinculado con la evolución de los CUATRO primeros Reinos de la Naturaleza:

 

a.      Los Discípulos Iniciados se hallan especialmente vinculados con la evolución de los seres humanos de cierto grado de inte­gración espiritual.

 

b.      Los Discípulos en el Corazón del Maestro colaboran en la obra de introducir la luz de la conciencia en los seres humanos de escasa evolución espiritual y en las unidades superiores de vida animal, o especies más evolucionadas de este Reino.

 

c.      Los Discípulos Aceptados realizan una idéntica actividad so­bre las unidades de vida del Reino animal menos evolucio­nadas.

 

d.      Los Discípulos en Probación perfeccionan, a través de las disci­plinas físicas de sus vidas, las actividades de los Reinos vegetal y mineral.

 

La obra de los Señores del Karma en la vida de la Naturaleza halla a través de estos cuatro grupos y la correspondiente hueste de Devas afines, unos puntos de contacto para poder influir en la vida de los Reinos. No es necesario advertir que cada uno de los grupos de Discípulos es un centro de inspiración para todos los seres hu­manos los cuales, en determinadas fases o períodos de sus vidas, deberán convertirse a su vez en discípulos en una u otra de las clasificaciones antes descritas.

 

Ahora bien, el propósito del Señor del Mundo a través de la Jerarquía incide en la vida de la humanidad, produciendo un despertar gradual de la conciencia humana. Esta conciencia, como Uds. saben, repite en su vida evolutiva los tres aspectos universales de Vida, Cualidad y Apariencia a través de su mente organizada, su naturaleza astral y su cuerpo físico. Así la mente humana debe­rá ser consciente un día del Centro místico de SHAMBALLA; la naturaleza astral se convertirá a su vez en el Amor de la JERAR­QUIA y el aspecto objetivo o corporal tendrá que reflejar también en tiempo y espacio la obra de la Divinidad reflejando perfecta­mente el Arquetipo de Belleza de la Creación. Es obvio comentar que en el desarrollo de esta triple actividad de la conciencia intervendrán tres tipos específicos de Devas: AGNISCHAITAS (plano físico), AGNISURYAS (plano astral) y AGNISHVATTAS (plano mental). La analogía, convenientemente interpretada nos llevará siempre a inevitables puntos de coincidencia.

 

 

Los Tres Departamento de Trabajo de la Jerarquía y la Obra de los Devas

 

Cada uno de los tres sectores de vida organizada del planeta en orden a la evolución de la humanidad, técnicamente definidos como vida material, cualidad emocional y mente organizada, persi­gue un Arquetipo de perfección. Tales son estos Arquetipos:

 

a.      Vida Material. Deberá encarnar el Arquetipo de Belleza física y el equilibrio perfecto de las funciones orgánicas.

 

b.      Cualidad Emocional. Deberá reflejar oportunamente el Arque­tipo de Bondad, que es una expresión natural del Amor e indi­ca desarrollo de la sensibilidad humana.

 

c.      Mente Organizada. Capaz de captar el Arquetipo de Verdad que se halla presente en el devenir de cada cosa creada y se manifiesta como Luz e Inspiración.

 

La resolución humana de estos tres Arquetipos esenciales que lle­van a la perfección, constituyen la obra particular de tres excelsas Entidades planetarias definidas esotéricamente: el MANU, el BO­DHISATTVA y el MAHACHOHAN, cuyo trabajo en orden a la evolución planetaria se centraliza en tres esferas muy definidas de contacto:

 

a. El Departamento del MANU

 

Esta excelsa Entidad planetaria tiene a su cargo la evolución y desarrollo de las Razas humanas conforme van apareciendo en la vida del planeta. Puede decirse así que cada Raza, con sus corres­pondientes siete subrazas, están a cargo de un MANU. Tiene bajo sus órdenes un considerable número de Devas AGNISCHAITAS, con la misión de preparar y construir en materia etérica el cuerpo físico de cada nueva subraza a la búsqueda del tipo racial que mejor corresponda a las intenciones y proyectos del Manú. Una vez que ESTE ha dado el visto bueno -si podemos decirlo así- a algún Arquetipo racial o subracial, se le materializa bajo forma fí­sica densa utilizando los correspondientes factores mendelianos más afines, es decir, a través de cuerpos físicos que de una u otra manera alcanzaron cierta perfección en belleza y atributos semejan­tes a aquellos mediante los cuales el MANU de una Raza trata de expresar una nueva forma física humana y un más noble carácter racial.

 

La actividad de los Devas raciales es semejante, aunque en una escala superior a la de los elementales que edad tras edad y ciclo tras ciclo construyen los cuerpos físicos de los seres humanos, sin embargo, su trabajo es eminentemente selectivo y deben construir nuevos compuestos moleculares más sutiles, a medida que avanza la evolución espiritual y el alma humana exige cuerpos físicos cada vez más refinados, complejos y mejor organizados. Desde el ángulo esotérico, los Devas raciales son mucho más evolucionados que los Devas constructores de los vehículos físicos de los seres humanos ya que, en orden al proceso general de la evolución humana, tienen asignada la tarea de construir los Arquetipos que constituyen la Meta de perfección para cada Raza y para cada subraza.

 

Estos Devas, AGNISCHAITAS, trabajan bajo las órdenes inme­diatas del MANU de la Raza, siendo siete las Razas humanas que han de aparecer durante el proceso de evolución de un planeta y varios los MANUS, o Señores raciales que, en la vida de la huma­nidad deberán dar cumplimiento al Plan general del Creador. Es obvio, también, que el destino de una Raza y la programación de sus naturales atributos, es una obra genuinamente espiritual cuyos planes y propósitos están en la mente de los MANUS, siendo virtualmente Su cometido idear el Arquetipo final de una Raza y preparar a tal fin siete Arquetipos menores, los cuales vendrán a ser como peldaños de la Gran Escalera que conduce al esplendor definitivo de aquella Raza, con la expresión física que representa el Arquetipo racial plenamente constituido y desarrollado.

 

Es lógico pensar también, después de las afirmaciones anteriores, que habrá un grupo específico de Devas de alta evolución espiritual trabajando directamente bajo la dirección del MANU, cuyo trabajo consiste en preparar en materia etérica los diseños del Arquetipo racial tal como los planea el Señor de la Raza y siete los grupos de Devas constructores, asimismo muy evolucionados, que construyen en materia más densa, sólida o substancial los diseños o bocetos que someten a su consideración los Devas que trabajan con los Arquetipos ideados por el MANU de la Raza. Hay que reconocer asimismo que la obra de los Devas raciales en sus múltiples divisio­nes, se verá recompensada en cada nueva edad y en cada nuevo ciclo de vida por la experiencia vital del MANU y de los Devas de las Razas precedentes, cuya memoria permanente registrada en los éteres akásicos permite corregir fallos, construir nuevos compuestos moleculares e imprimir más sensibilidad a las células corporales de los vehículos físicos anteriores, preparando así el luminoso camino del Arquetipo racial de la séptima subraza de la Séptima Raza que aparecerá sobre la Tierra representando en cuerpo físico y bajo apariencia objetiva la gracia, belleza y armonía de una suprema Decisión solar.

 

 

b. El Departamento del BODHISATTVA

 

De la misma manera que el MANU de una Raza debe idear el Ar­quetipo racial o físico que le corresponde, así el BODHISATTVA, o Señor de las Almas Iluminadas, tal como se le describe en len­guaje místico, tiene la misión de infundir luz, amor y comprensión en las unidades de vida humana que constituyen el Cuarto Reino. Su trabajo, visto desde el ángulo esotérico, constituye el eje del proceso evolutivo pues debe desarrollar la simiente del Espíritu en todas las almas y dotarlas del impulso interno mediante el cual se elevarán gradualmente de la materia más densa al más elevado es­píritu creador. Para lograr tal fin estimula la creación de todos los sistemas religiosos, educacionales y artísticos cuya finalidad sea el desenvolvimiento espiritual del alma humana y su acercamiento al Corazón de la Divinidad presente en todas y cada una de las cosas creadas.

 

El BODHISATTVA trabaja con diversas jerarquías de Angeles AGNISURYAS con objeto de purificar los deseos materiales de los seres humanos y convertirlos en aspiración superior. Así, de la misma forma que el Señor MANU trabaja específicamente con los cuerpos físicos y etéricos de los hombres, el BODHISATTVA lo hace con sus vehículos emocionales, siendo el objetivo final de todo Su trabajo desarrollar en el corazón de la humanidad el principio básico del Amor, con sus inseparables aspectos de bondad, compa­sión y justicia. Se espera, al final de la presente Cuarta Ronda, que el principio crístico del Amor del cual es Custodio el Señor BO­DHISATTVA, esté tan desarrollado en una gran mayoría de la hu­manidad, que justifique la entrada en la vida del planeta de una nueva y más abundante Vida, símbolo de perfección humana y esperanza suprema de la Jerarquía espiritual de nuestro mundo.

 

Al igual que ocurre con la obra del Señor MANU, la tarea asigna­da al Señor BODHISATTVA mueve a la acción a siete categorías de Devas en los distintos subplanos del Plano astral, comandados por esplendentes Angeles AGNISURYAS, teniendo como meta de sus actividades la dignificación del alma humana y el contacto espiritual con los excelsos y misteriosos Devas del Plano búdico, cuyas Vidas están llenas de Amor por todo lo creado y son los impulsores en la vida planetaria de la llama infinita de la Gran Fraternidad Cósmica, de la cual nuestro Logos Solar es uno de los grandes exponentes en virtud del Segundo Rayo de Amor que cua­lifica Su Vida radiante y del cual surgen Sus infinitas e indescripti­bles creaciones.

 

 

El Departamento del MAHACHOHAN

 

Al Señor MAHACHOHAN se le define también como El Señor de la Civilización y puede decirse que es la Entidad planetaria a cuyas órdenes trabaja mayor cantidad de Devas. Tiene a su cargo el desarrollo de la inteligencia en el alma humana y para llevar a cabo Sus planes y proyectos en orden a la total evolución de la humani­dad, ejerce asimismo autoridad sobre los Departamentos mundia­les de la Ciencia, del Arte, de las Religiones organizadas y del As­pecto Mágico de todo ritual, ceremonia o liturgia con objeto de conectar a los seres humanos con el Reino angélico y con su aspecto espiritual más trascendente. A igual que el MANU y el BODHI­SATTVA, el MAHACHOHAN ejerce poder sobre numerosísimas huestes y jerarquías dévicas realizando su evolución en uno u otro de los siete subplanos del Plano mental, en un intento supremo de realzar la inteligencia humana y elevarla a las cumbres del propósi­to espiritual más elevado, convertir al hombre en un perfecto Cono­cedor, en una semilla fértil dentro de los áridos desiertos del mundo, con capacidades despiertas para crear en los niveles men­tales situaciones nuevas y más apropiadas para el desarrollo de la cultura de la Raza y la expresión sublime de un tipo de civiliza­ción que provea a las necesidades de evolución espiritual de todos los seres humanos. El trabajo específico de los Devas que trabajan bajo las órdenes del MAHACHOHAN es dotar a las almas de los hombres de luz e inteligencia para que puedan captar el significado íntimo del Amor y desarrollar planes tendientes a hacerlo objetivo y revelador en el devenir de las relaciones sociales.

 

Los Angeles AGNISHVATTAS de la mente superior, en multipli­cidad de huestes, jerarquías y funciones, cooperan con el Señor de la Civilización en la obra de hacer comprensible el Plan de Dios en las mentes de los hombres. Sus actividades son increíblemente diversas, pues por la calidad de sus respectivas misiones han de introducir luz en todas las áreas de la vida organizada de la humanidad, estimulando el germen de la inteligencia latente en el cerebro de los seres humanos y acelerando el proceso de iluminación espiritual, con el consiguiente resultado del desarrollo de la mente y el gradual acercamiento al supremo Manantial de Luz de donde surge la energía que cualifica al aspecto inteligencia en la vida de todo lo creado.

 

Resulta evidente, pues, de acuerdo con todo cuanto acabamos de decir, que Devas de todas las jerarquías dentro de los tres grupos principales que trabajan en estrecho contacto con la humanidad, es decir, de los AGNISCHAITAS, los AGNISURYAS y los AGNI­SHVATTAS, actúan conjuntada y muy estrechamente para producir el HOMBRE NUEVO al cual hizo referencia el Iniciado Pablo de Tarso. Las leyes infinitas de la evolución gravitando sobre todo lo creado, y muy especialmente sobre la humanidad, han hecho posi­ble el acercamiento dévico al mundo de los hombres. Las inconta­bles legiones de Devas de distinta evolución, especialidad, hueste o jerarquía, han dotado a la Naturaleza de todos sus maravillosos encantos. Sin embargo, la obra más bella e infinitamente más importante dentro de la evolución cíclica de los Reinos, la Humani­dad, se halla todavía en sus primeras fases de desarrollo espiritual y los Arquetipos de Verdad, Bondad y Belleza, que deben ser reve­lados en virtud del trabajo particular de los Grandes Señores Pla­netarios, el MANU, el BODHISATTVA y el MAHACHOHAN, es­tán todavía en proceso de estructuración. Según se nos dice oculta­mente los Ojos del Logos Solar están fijos sobre la Tierra, ya que debido al lugar que el esquema terrestre ocupa dentro del Sistema universal, es muy importante que este pequeño planeta en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser, se alinee definidamente con los Planes del Gran Señor Solar y aprenda la trascendente lección del acercamiento cósmico, cuyo recuerdo intuitivo se halla oculto en el corazón de todo ser humano y constituye el anclaje perenne de la Vida de Dios en la vida mística de la humanidad.

 

 

 

Capítulo VII

 

EL PODER PSIQUICO DE LOS DEVAS

 

 

Durante el curso de nuestras investigaciones ocultas sobre los Devas, hemos podido constatar en múltiples ocasiones el extraordinario poder psíquico que manejan y las asombrosas demostraciones de su dominio de los éteres cualificados que constituyen los planos de la Naturaleza. Les hemos visto crear en la atmósfera de la Tierra todos los fenómenos de carácter eléctrico conocidos, como el viento, la lluvia, las tormentas, los huracanes, los rayos, Los truenos, etc. Otros de carácter ígneo, como los terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, etc., tan impresionantes desde el ángulo kármico, ya que suelen producir grandes destrucciones geológicas, profundas alteraciones del suelo terrestre y una serie impredecible de víctimas humanas con sus espantosas consecuencias en el orden social y comunal, son vistos siempre con temor por los seres humanos. Sin embargo, las expresiones más poderosas de los Devas se hallan indudablemente en los niveles psíquicos, en donde la substancia etérica es más sutil y les es más fácilmente manejable. Importante labor es la que le aguarda al investigador esotérico cuando trata de clasificar y ordenar en forma concreta las múltiples actividades dévicas en los mundos llamados subjetivos o invisibles. A nuestra humilde labor de investigación de los fenómenos ocultos producidos por los Devas le hemos señalado una meta, no muy ambiciosa quizás, pero ciertamente muy positiva y necesaria dentro de nuestro trabajo. Esta meta, singularmente concreta, ya que ante todo debe ser práctica, debe abarcar las áreas conocidas del ser humano, es decir, de la mente, de la sensibilidad psíquica y del cuerpo físico, aunque estableciendo una serie de relaciones con lo cósmico sin las cuales nuestro estudio resultaría incompleto. En otras partes de este Tratado nos hemos referido ya a la labor de construcción de los tres vehículos de manifestación del alma humana, en la que intervenían mancomunadamente la voluntad de ser y el intento constante de realizar, correspondiendo la primera al hombre y el segundo al deva constructor. La misión de construir es la actividad característica de los devas; es por tal razón que se les denomina esotéricamente los constructores del mundo invisible.

 

Así, lo que nos interesa estudiar cada vez más profundamente de ahora en adelante es el sistema de relaciones, maravilloso y sublime, establecido entre los Angeles y los hombres, así como las infinitas modificaciones del éter, la substancia energetizada mediante la cual el Logos creador vivifica, dinamiza y perfecciona su Cuerpo de expresión, el Universo. Podríamos asignarle racionalmente el término jerarquía a estas modificaciones del éter universal en relación con los Devas y reconocer al propio tiempo -por analogía- que cada una de tales jerarquías deberá estar en armonía o sintónica vibración:

 

a.      Con los Reinos de la Naturaleza y sus infinitas vidas, especies y razas en evolución cíclica.

 

b.      Con los estados de conciencia humanos, es decir, con los pensamientos, deseos, actitudes psicológicas y actividades diversas desarrolladas por el hombre y de cuya base se originan los ambientes sociales del mundo, con sus múltiples niveles de expresión.

 

c.      Con los diversos Rayos, en número de siete, que constituyen las corrientes de energía logoica que dan vida al Universo.

 

d.      Con las corrientes astrológicas que proceden del espacio solar y extrasolar, creando las oportunidades cíclicas de la evolución humana, planetaria, solar y cósmica, las cuales obedecen a las leyes infinitas de relación o comunicación, base sustancial del Cosmos.

 

e.      Con los vehículos de manifestación de la Entidad causal llamada Alma, Yo superior o Angel solar en nuestros estudios esotéricos. Tales vehículos, en lo que respecta a la evolución de la entidad humana en esta presente cuarta ronda y en este cuarto planeta que es la Tierra, son cinco: el físico, el astral, el mental, el búdico y el átmico. Sin embargo, visando el sentido de lo práctico y realizable en nuestras investigaciones ocultas, hemos depositado nuestra especial atención a los tres primeros por considerar que la evolución de los vehículos búdico y átmico corresponde al devenir de las razas del futuro y a la vida de los grandes discípulos e Iniciados del planeta y que, nada de carácter práctico puede aportar a los aspirantes espiri­tuales de nuestros días.

 

f.        Con los hechos kármicos que se producen en el planeta y constituyen la simiente viva para etapas posteriores de evolución humana.

 

g.      Con los fenómenos psíquicos, paranormales o parapsicológicos, insuficientemente investigados todavía y escasamente clarificados o poco definidos en los tratados dedicados a esta interesante rama del saber oculto.

 

Examinemos brevemente la actividad de los Devas:

 

 

a. Sobre los Reinos de la Naturaleza

 

Estos, como se sabe, son siete, de acuerdo con la clasificación septenaria del Universo. Veamos: el Reino Mineral, el Vegetal, el Animal, el Humano y el Superhumano, técnicamente descrito como el Reino de los Cielos. No interesa de momento especular sobre los dos Reinos superiores al Superhumano, los cuales se hallan ubicados en niveles del Universo inaccesibles por completo a la razón más exaltada del hombre. Lo que sí nos interesa fundamentalmente es reconocer el hecho esotérico de que los Reinos de la Naturaleza están integrados en órbitas evolutivas distintas que van desde el plano Adico, o divino, al plano físico, extendiéndose así de plano en plano las Jerarquías dévicas o angélicas que cuidan de su evolución. Habrá que repetir al respecto lo dicho en anteriores ocasiones, es decir, que cada plano está regido por un Arcángel de gran magnificencia y poder y que cada subplano está bajo la supervisión y guía de un exaltado Angel, de la categoría de los Chohanes de Rayo, unos Adeptos que han alcanzado la sexta Iniciación planetaria y la segunda Iniciación solar. Cada Reino, a su vez y dependiendo de la jurisdicción de los Angeles de determinado subplano, está regido también por un cualificado Angel, el cual está especialmente dedicado a la obra de perfección de dicho Reino dentro del cual efectúan su evolución multiplicidad de especies, cada una de ellas con sus propios guías y regentes dévicos, cuya integración espiritual dependerá lógicamente de las necesidades evolutivas de aquellas. En fin, el proceso de substanciación, estructuración y guía particular de los Reinos obedece a la actividad angélica, no pudiendo ser registradas otras fuentes de actividad que la de estos excelsos moradores de los mundos invisibles y la colaboración constante y decidida de aquellos Adeptos que, una vez recibida la quinta Iniciación planetaria, decidieron permanecer en el planeta y trabajar en estrecha y fraternal colaboración con los grandes Regentes del mundo dévico.

 

Quizás sea ilustrativo advertir que los Angeles que guían la evolución de las distintas especies dentro de los Reinos inferiores al humano, lo hacen a través de sus respectivas Almas-grupo, siendo éstas, tal como vimos en el primer volumen de este Tratado, una especie de esferas psíquicas dentro de las cuales viven, se mueven y tienen el ser -utilizando aquí una muy gráfica idea- todas las unidades de vida monádica que realizan su evolución en una u otra de las múltiples especies de estos Reinos.

 

 

b. Sobre los Estados de Conciencia Humanos

 

Tal como vimos en páginas anteriores, al referirnos a las formas psíquicas o Egregores creados por la actividad mancomunada de los devas y los seres humanos, hay una substancia etérica en el ámbito planetario que sirve de vehículo de comunicación entre todos y cada uno de los niveles de expresión mental, psíquica y etérico-física con sus consecuencias objetivas de estructuración de los ambientes sociales del mundo. Los artífices de esta obra objetiva en los éteres espaciales son los devas en sus múltiples divisiones, especies y familias dentro de la infinita prodigalidad de su maravilloso mundo. Trabajan siempre según el proceso científico de condensación de las energías mentales y psíquicas que surgen de los estados de conciencia humanos y construyen con esta substancia materializada las condiciones precisas -kármicamente registradas- que originan los ambientes planetarios, desde el estrictamente individual al social o comunal más incluyente. De esta manera puede ser fácilmente equiparada la acción dévica en lo que respecta a un ambiente familiar, profesional o comunal, cuyas expresiones concretas analizábamos en el segundo volumen de este Tratado, con las grandes líneas maestras de carácter cósmico que crean la civilización, la cultura, la especial idiosincrasia psicológica y el peculiar y característico lenguaje de todas las naciones de la Tierra.

 

Un estudio más profundo de los aspectos ocultos de estas relaciones humano-dévicas, nos señalaría quizás analogías siderales que escapan de momento a nuestra individual comprensión, pero que tendrían que ver sin duda con la obra creativa de los Angeles superiores del Sistema, que contribuyeron en la obra de substanciación de nuestro Sistema solar utilizando los estados de conciencia Logoicos o la relación magnética establecida entre tales estados y ciertas indescriptibles Potestades Angélicas, más allá de la más exaltada comprensión humana, cuya evolución se realiza en zonas del espacio cósmico en donde el Eter, o substancia creadora, alcanza unos niveles de pureza y diafanidad realmente insospechables e indefinibles.

 

 

c. Sobre los Siete Rayos

 

Estos, como esotéricamente se sabe, son siete corrientes de Vida emanantes de aquel Centro cósmico místicamente definido como el Corazón del Sol. Lo que quizás no sea tan conocido por el lector de los temas esotéricos u ocultos es que estas corrientes de energía son la expresión de una u otra de las Siete cualidades espirituales que definen la conciencia psicológica de nuestro Logos Solar, es decir: la Resolución o Voluntad de Ser, la Unión por el poder del Amor, la Comprensión del alcance cósmico del Universo, el Sentimiento infinito de Belleza, el Sentido permanente de Investigación, la Devoción exquisita e indescriptible hacia el Trabajo creador y la Magia de Cumplimiento o Espíritu de Realización de la Obra Universal. Estas siete cualidades logoicas se expresan a través de los llamados planetas sagrados, cuyos Logos alcanzaron la quinta Ini­ciación cósmica. Tales son dichos planetas expresados según el orden de los Rayos y de las cualidades expuestas: Vulcano, Júpiter, Saturno, Mercurio, Venus, Neptuno y Urano. Participando de las cualidades del tercer Rayo, como Saturno, tenemos a nuestro planeta Tierra, cuyo Logos planetario está atravesando actualmente las crisis que preceden a la Cuarta Iniciación cósmica, de las del sexto Rayo, como Neptuno, al planeta Marte y de las del primer Rayo, como Vulcano, al planeta Plutón. Otros dos planetas no descubiertos todavía, pertenecientes a los Rayos segundo y cuarto, añadidos a los diez antes descritos totalizan los doce planetas, los cuales, enlazados con las doce Constelaciones del Zodíaco, deberán ser sagrados o perfectos -desde el ángulo del Logos- al finalizar este presente MAHAMANVANTARA, o ciclo de actividad logoica o solar. Ahora bien, desde el ángulo de vista de este Tratado, hay que considerar que las corrientes de Vida universal que emanan del Corazón del Sol, o Siete Rayos, son proyectadas o transmitidas a la totalidad del Esquema de Evolución Solar por los Grandes Arcángeles o Supremas Entidades Dévicas del Sistema, constituyendo sendos canales de distribución de la Conciencia Divina al coincidir o crear impacto sobre la vida evolutiva de los planetas sagrados y sobre la conciencia de sus respectivos Logos planetarios, así como sobre cada uno de los Planos del Universo y de los Reinos y sobre cada una de las razas y especies que en aquellos realizan su evolución. Veamos, por tanto, cómo la Vida del Señor del Universo llega a nosotros en virtud del excelso poder expansivo de los grandes Mahadevas, los Cuales utilizan para su desplazamiento por los espacios infinitos corrientes de energía etérica, siendo el Eter -definido en lenguaje jerárquico- la Sangre de los Dioses y los Angeles, en sus distintas funciones, los agentes misteriosos que le comunican a esta Sangre la vitalidad, el calor y el dinamismo de sus Vidas radiantes, a fin de que el gran contenido universal subsista y pueda desarrollar en forma constante y progresiva su proceso evolutivo.

 

 

d. Sobre las corrientes de Vida Astrológica

 

Estas corrientes de Vida, a igual que los Siete Rayos, son las comunicadoras celestes de las cualidades características de los grandes Centros estelares, universales y cósmicos que oscilan en estrecha e indisoluble relación por las profundidades infinitas del Espacio absoluto. Estas corrientes de Vida extrasolares o cósmicas vienen transportadas -si podemos decirlo así- desde los más ignorados y remotos confines del Cosmos por otras huestes dévicas de trascendente evolución cuya misión es vincular Vidas y Conciencias y establecer relaciones. Por tal motivo son definidos jerárquicamente Los Grandes Comunicadores del Espacio. Por su mediación existe un lazo permanente de unión entre los planetas, los Universos, las Constelaciones y las Galaxias, constituyendo lo que en algunas partes de este Tratado hemos definido como Fraternidad Cósmica o Ambiente Social de los Dioses.

 

Las corrientes astrológicas son las comunicadoras de las virtudes de los astros y a través de las huestes dévicas llegan a penetrar en los ambientes planetarios y en la vida de los seres humanos, condicionando su evolución y su comportamiento psicológico y deparándoles las oportunidades kármicas de sus vidas espirituales. La incidencia de estas energías celestes, virtualmente capacidades psicológicas o estados de conciencia de los Logos, canalizadas por los Devas sobre los seres humanos y sobre la Vida sicológica de los astros, es denominada técnicamente Ciencia Astrológica. Los hombres del futuro, más evolucionados que nosotros, conocerán sin duda la sutilidad de unas corrientes de energía de tal extraordinaria sutilidad y tensión espiritual que les pondrán en comunicación con unas Entidades Angélicas o Celestes de tal excelsa y desconocida magnitud que Sus Vidas radiantes son para los seres humanos más avanzados sólo vagas intuiciones o románticos sueños que tratan de expresarse en lo más profundo y remoto de sus conciencias.

 

 

e. Sobre los Vehículos de Manifestación de la Entidad Causal, Alma o Angel Solar y su relación cósmica

 

Tal como dijimos en otras partes de este Tratado, estos vehículos de manifestación son la mente, el cuerpo astral y el cuerpo físico, sirviendo de vehículo de relación entre ellos el llamado cuerpo etérico o doble etérico, habida cuenta de que es un duplicado perfecto del cuerpo físico denso y siendo su composición -tal como su denominación así lo indica- la energía etérica y su expresividad más concreta y definida el dinamismo vital que determina la cohesión atómica del cuerpo físico y su sentido de permanencia temporal. Es necesario observar que estos tres cuerpos físico, astral y mental -coordinados por el vehículo etérico- llamados esotéricamente los vehículos cíclicos o periódicos del Alma son construidos por los devas etéricos, astrales y mentales siguiendo las leyes evolutivas de la Naturaleza y el proceso kármico señalado por la evolución espiritual del Alma. Esta idea será mejor comprendida si se tiene en cuenta que cada Plano de la Naturaleza tiene siete subplanos y que hay diversidad de especies o familias dévicas en cada uno de ellos que llevan a cabo el proceso de substanciación del Eter para construir las formas o los vehículos adecuados para cada estado de conciencia de los hombres. La calidad de los vehículos obedecerá lógicamente pues a la evolución espiritual del Alma, así como también y por analogía a la sutilidad de las entidades dévicas que construyen sus vehículos o mecanismos de expresión. Es necesario captar esta idea de sintonía de vibraciones entre los estados de conciencia humanos y el grado de sutilidad de los Angeles o Devas constructores, ya que puede ser aplicada enteramente y por analogía al Gran Océano de Vida Cósmica.

 

En uno de los capítulos del primer volumen de este Tratado esotérico sobre los Angeles, hablamos hecho referencia a un axioma esotérico procedente de los Archivos de la Gran Logia Planetaria, cuya formulación venía a dar este sentido: “Hay un hombre para cada Angel y un Angel para cada hombre”, un axioma que puede ser aplicado en su integridad a todos los Hombres celestiales, guías y directores de planetas, universos y galaxias. Estas excelsas Entidades Logoicas, de incomprensible evolución para nuestra mente humana, precisan a igual que nosotros de vehículos periódicos o cíclicos de expresión, siendo éstos las colosales estructuras cósmicas que expresan sus cualidades íntimas, sus energías particulares de Rayo y sus peculiares o característicos estados de conciencia. Habrá que aceptarse así obviamente la existencia de una increíble Dinastía o Jerarquía de Angeles de incalculable y desconocida evolución que construyen con la misteriosa Esencia de sus Vidas los Vehículos de Manifestación cíclica de aquellas soberbias Voluntades de Expresión Logoica. Así parece ser si nos atenemos -tal como es de rigor en nuestros estudios esotéricos- al principio de analogía hermético “igual es arriba que abajo”, que, al parecer, rige para el Cosmos absoluto.

 

Esta ley de analogía o de correspondencia ha sido profundamente estudiada por los investigadores del mundo oculto y revelada de muchas y muy distintas maneras por los Grandes Responsables del Sistema, con la aportación de aquella grandiosa idea cósmica que toma cuerpo en nuestra mente con estas sencillas palabras: “los Tres Universos del Logos”, por la cual es ser humano plenamente advertido de los grandes valores del Espíritu penetra en la interioridad de la Vida del Creador y toma contacto con las Supremas Decisiones de Su Mente. Estos tres Universos son la analogía de los tres Vehículos cíclicos que utiliza el Alma humana durante el proceso de evolución de su vida espiritual, siendo ésta su más aproximada relación:

           

UNIVERSO                           DESARROLLO                     ANALOGIA
DIVINO                                              LOGOICO                 HUMANA

 

            Primer Universo                  La Personalidad                   Cuerpo Físico

            Segundo Universo              El Alma                                               Cuerpo Astral

            Tercer Universo                  El Espíritu                             Cuerpo Mental

 

 

En ella se aprecia la identidad del principio divino en el corazón humano y la mágica expresión de la ley de analogía expuesta en aquellas místicas palabras, rebosantes de verdad y de misterio: “Vosotros sois hechos a imagen y semejanza del Creador”, tan sencillas y tan poco comprendidas todavía por los aspirantes espirituales de nuestros días. Así, de acuerdo con esta analogía deberán surgir nuevas y más profundas ideas sobre la identidad humano-logoica.

 

Veamos:

 

 

 

Hay que suponer, de acuerdo con la analogía, que la identidad de tales Universos será únicamente posible por medio de la actividad Angélica que vive, se mueve y tiene el ser en los niveles cósmicos. Por lo tanto, del conjunto de tales afirmaciones debería surgir una idea de síntesis que abarcase dentro de su infinito contexto las vidas microcósmicas y las más esplendentes Entidades macrocósmicas, es decir, que al afirmar que devas constructores procedentes del éter construyen los vehículos o mecanismos de expresión del Alma humana, estamos afirmando también que tremendas Potestades Angélicas de inconcebible evolución estructuran los soberbios Universos cíclicos que son los Vehículos de manifestación de los Logos Creadores dentro de la expansión multidimensional del Espacio infinito.

 

Los detalles cósmicos correspondientes a esos contactos realizados por los Hombres Celestiales y las excelsas Entidades Mahadévicas, están más allá y por encima de nuestra comprensión y entendimiento. Sin embargo, utilizando como siempre la analogía e investigando profundamente la labor oculta y silenciosa de los devas constructores de los vehículos de expresión del Alma humana, tendremos siquiera una vaga noción de la labor omniabarcante realizada por los poderosísimos Arcángeles del Sistema.

 

 

f. Sobre los Hechos Kármicos que tienen lugar en nuestro planeta

 

Tales hechos son una expresión de lo que en lenguaje esotérico definimos como las oportunidades cíclicas de la evolución, constituyendo una compleja aunque maravillosa red de acontecimientos misteriosamente relacionados que se transmiten vida tras vida, creando el engarce magnético de la historia del pasado con los hechos del presente y siendo trasladados luego al futuro en forma de oportunidades de redención y liberación. El desarrollo de los hechos y la calidad de la historia planetaria son consubstanciales con la evolución del ser humano, siendo la humanidad en su conjunto el eje mágico alrededor del cual gira la evolución total del planeta, ya que se halla situada en el centro de los tres Reinos inferiores, el mineral, el vegetal y el animal y los tres superiores. De ahí la importancia del Reino humano y del karma de la huma­nidad, un recipiente mágico del misterio de revelación que deberá convertir al hombre en un dios en la vida de la Naturaleza y en un transmisor del gran legado cósmico del que es depositario, pues él, a igual que los Hombres Celestiales, posee los átomos permanentes, uno para cada vehículo de manifestación, mediante los cuales puede registrar todos los hechos y acontecimientos que suceden dentro y fuera de sí y proyectarlos al futuro en forma de recuerdos o memorias vivas de todas las experiencias psicológicas individuales y comunales realizadas en el devenir de su vida kármica, siendo los Angeles del Recuerdo, Agentes del Gran Señor Kármico denomina­do esotéricamente la MEMORIA COSMICA, los encargados de grabar con caracteres indelebles en la vida del Alma humana todos los hechos y acontecimientos que constituyen sus experiencias en el tiempo.

 

 

g. sobre las Fenómenos Psíquicos definidos como Paranormales o Parapsicológicos ([9])

 

Tales fenómenos en su totalidad están relacionados con las activi­dades etéricas de aquellos Devas llamados ocultamente los Señores del Eter, las cuales, si bien han sido analizadas y divulgadas en sus aspectos más objetivos y apreciables, no han sido estudiadas toda­vía en la base de sus causas motivadoras; de ahí la evidente incapa­cidad de la mayoría de los investigadores en ese campo de estudio de someterlas a un análisis realmente profundo y científico. Y, sin embargo, en la base esencial o productora de tales fenómenos se halla una realidad tremendamente científica, tal como puede ser aseverado con la frase esotérica, tantas veces utilizada durante el curso de este Tratado, substanciación del Eter y cuyas consecuen­cias son la conversión del Espacio, si podemos decirlo así, en Materia capaz de adoptar todas las formas deseadas o producidas   por los estados de conciencia de los hombres y de todos los demás seres de la Naturaleza. Algunas de tales modificaciones del éter afectan, debido a su mayor sutilidad, el cuerpo psíquico o astral de las personas físicamente predispuestas. Según hemos podido apre­ciar durante el curso de nuestras investigaciones esotéricas, las personas acusadamente psíquicas o astrales y de escaso desarrollo mental están más propensas que las otras a recibir los impactos astrales en sus vidas físicas. Según se nos dice esotéricamente, la mayoría de estas personas astralmente polarizadas y profundamen­te psíquicas son unos remanentes de la raza atlante, que por no haber logrado alcanzar el suficiente desarrollo mental se rezagaron de aquella civilización y reemprendieron en la raza aria el trabajo incumplido o escasamente desarrollado en ciclos anteriores, avan­zando con el conjunto de la raza actual para liberarse de aquellos vestigios psíquicos y desarrollar convenientemente la mente intelec­tual. Sea como sea, el hecho evidente es que un ingente grupo de personas, atlantes o arias, son exageradamente sensibles a los mun­dos psíquicos y, debido al escaso control que tienen sobre sus naturalezas astrales, son unos elementos idóneos para provocar inconscientemente la mayor parte de los fenómenos parapsicológi­cos registrados y clasificados por los investigadores en ese campo de estudio.

 

El investigador esotérico entrenado en el arte de la investigación oculta comprueba que todo fenómeno psíquico registrado u objeti­vizado, es decir, que haya logrado traspasar la barrera astral e introducirse de una u otra manera en el plano físico para poder ser debidamente percibido, analizado y catalogado, obedece al princi­pia de substanciación del éter y a la consiguiente creación de esta rara substancia que los parapsicólogos denominan ectoplasma. El ectoplasma, siendo energía etérica substanciada puede adoptar todas las formas imaginables, ya sea en virtud de potentes impulsos emocionales provenientes del ser humano acusadamente psíquico o bajo el poder del mago entrenado en el arte mental de la visualiza­ción. No obstante, ningún fenómeno parapsicológico sería posible de no mediar el tercer elemento, es decir, la vida de los devas substanciadores del éter sin cuyo concurso no puede ser creada forma alguna en el espacio, ni obtener tampoco del mismo el ectoplasma que puede hacerla perceptible, reconoscible y diná­mica.

 

Las personas que habitualmente registran tales fenómenos parap­sicológicos, es decir, los médiums, clarividentes, clariaudientes y sensitivos de tipo astral, debido a su excesiva polaridad psíquica, no tienen una idea muy concreta de lo que realmente sucede en los mundos invisibles; ellas se limitan simplemente a registrar impre­siones y no están debidamente capacitadas para suministrar datos concretos ni observaciones inteligentes acerca de tales fenómenos. Ha llegado el momento, por tanto, de introducir el tercer elemento dévico en las averiguaciones científicas de los verdaderos investiga­dores dentro del campo de la Parapsicología, ya que tal conoci­miento les llevará en forma directa y segura a la resolución de la causa productora de todos los fenómenos psíquicos, sea cual sea su importancia, capaces de afectar el éter y la sensibilidad emocional de los seres humanos. El fraguado de cualquier fenómeno paranor­mal o parapsicológico, tanto el que tiene que ver con la creación del ectoplasma, con los ruidos astrales dentro de los hogares, con la actividad de los llamados duendes o con la manifestación objetiva del cascarón astral de un ser desencarnado, ha sido conveniente­mente explicado en otras partes de este Tratado. Conviene insistir, sin embargo, sobre un hecho fundamental y es el de que el plexo solar de los seres humanos, singularmente de los muy psíquicos, es un recipiente de substancia astral no liberada la cual, en determi­nadas ocasiones y de acuerdo con los estados de conciencia inferio­res, toma contacto con devas de escasa evolución del plano astral y provoca fenómenos psíquicos diversos. Un rapto de cólera o una violenta tensión emocional pueden determinar a veces el fenómeno de materialización física de alguna definida y no muy agradable forma astral. Ha habido en este caso una potente reacción de los éteres y una dinámica expresión de aquel estado de conciencia negativo bajo la expresión objetiva de un deva o de un elemental constructor de naturaleza evolutiva muy primaria. Podríamos afirmar desde el ángulo esotérico, que los fenómenos psíquicos en su casi totalidad son un resultado de la intercomunica­ción humano-dévica, realizada en los bajos niveles del plano astral con una respuesta ectoplásmica del Espacio, ya que, esotéricamen­te, cualquier modalidad de ECTOPLASMA, no es otra cosa que éter cualificado capaz de adoptar todo tipo de formas psíquicas en respuesta a cada uno de los estados de conciencia del Alma humana y como una réplica substancial de todo cuanto ocurre -psíquicamente hablando- en la vida de la Naturaleza y de los Reinos en evolución.

SEGUNDA PARTE

 

Capítulo VIII

 

LOS SEÑORES DEL KARMA

 

El tema de los Señores del Karma ha constituido un apasionante misterio espiritual para el investigador esotérico de todos los tiempos. Sin embargo, el impenetrable secreto que envuelve la excelsa Vida de los Señores del Karma sólo será revelado en el devenir de ciertas trascendentes Iniciaciones recibidas en los más altos niveles del Sistema solar. Así, lo que vamos a intentar mayormente en este apartado de nuestro estudio, será revelar los misterios menores acerca de la vida y cualidades e estos misteriosos Agentes del Bien Universal y el trabajo que realizan dentro del Circulo-no-se-pasa del Universo. Una parte del secreto que puede ser revelado cerca de los Señores del Karma es que son Entidades Angélicas de elevadísima e indescriptible perfección espiritual cuya evolución se realiza en desconocidos niveles del Plano mental cósmico, que actúan en forma interdependiente y que cada uno de Ellos rige un sector definido dentro del Sistema solar y en la vida de la Naturaleza, realizando Su labor por medio de una infinita y prodigiosa cantidad de Devas de distinta jerarquía, quienes ejercen definidamente su poder desde los niveles arrúpicos o sin forma hasta las más objetivas formas de vida de los reinos inferiores, siguiendo cuatro objetivos específicos que constituyen la esencia particular de Sus vidas y de Sus especiales misiones:

 

1.      La destrucción de todas las formas cristalizadas en la vida del Universo.

2.      La expresión constante y permanente del propósito de perfección solar.

3.      El registro cíclico de todos los sucesos temporales y atemporales dentro del Universo.

4.      La creación de formas nuevas por el proceso infinito de renova­ción de los impulsos cíclicos en la vida de la Naturaleza.

 

Estas cuatro actividades fundamentales caracterizan o personifi­can a cada uno de los Señores del Karma. Veamos:

 

a.      El Angel de la Muerte.

b.      El Angel de la Justicia.

c.      El Angel de los Archivos Akásicos.

d.      El Angel de la Liberación.

 

Según se nos dice ocultamente, estas cuatro actividades o estos particulares aspectos de la energía divina se manifiestan por la ex­tensión infinita del Cosmos presidiendo los ciclos inmortales del Tiempo, ya se refieren a los períodos de actividad logoica, llamados esotéricamente MAHAMANVANTARAS, o aquellos otros en que habiendo cesado los períodos de actividad, la conciencia del Logos con su inmenso contenido de memorias y experiencias, se sumerge en la Noche Silenciosa de los Tiempos, en aquel indescriptible Vacío cósmico que en nuestros estudios esotéricos definimos como EL GRAN PRALAYA. En las inmensas oquedades de aquel Vacío infinito el Logos, el GUERRERO, deja de luchar y experimenta la PAZ y el DESCANSO que sobrevienen después de todo ciclo de actividad, de lucha y de trabajo.

 

Podríamos afirmar que los cuatro impulsos básicos de la evolu­ción o actividades de los Señores del Karma en la vida del Univer­so, generan todos los aspectos cíclicos planetarios, siendo los más asequibles a nosotros y los que mayormente han de atraer nuestro interés.

 

a.      El movimiento de rotación terrestre con sus cuatro fases: día, noche, aurora y crepúsculo.

 

b.      El movimiento de la Tierra alrededor del Sol con las cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno.

 

c.      Los cuatro puntos cardinales del planeta: Norte, Sur, Este y Oeste.

 

d.      Los cuatro YUGAS o edades planetarias: KALI YUGA, DWAPARA YUGA, TRETA YUGA y SATYA YUGA, es decir, la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata y la edad de oro.

 

e.      Las cuatro edades en la vida del ser humano: niñez, juventud, edad madura y vejez.

 

En general, y utilizando la analogía, se verá que en la expresión cíclica de todos los aspectos cuaternarios de la vida manifestada, puede ser apreciada la actividad de los Señores del Karma utilizan­do la prodigiosa red etérica que circunda el planeta y tiene su ex­presión en todos y cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Vamos a analizar brevemente ahora la obra particular que realiza cada uno de los Señores del Karma.

 

 

a. EL ANGEL DE LA MUERTE

 

Toda actividad desarrollada en la vida de la Naturaleza que esté relacionada con el fenómeno de la muerte está regida por este Señor del Karma. Nada muere ni nada se extingue dentro del omniabarcante seno de la Creación sin que intervenga directamente esta Voluntad ejecutora que DESTRUYE incesantemente las for­mas gastadas en no importa qué plano o nivel dentro del Universo, del planeta o de cada uno de los reinos, para que, sobre sus cenizas puedan estructurarse formas nuevas cada vez más bellas y lumino­sas a la incesante búsqueda de un arquetipo de perfección. El trabajo de destrucción encomendado a este Señor del Karma, aparentemente negativo, cruel y despiadado visto desde el ángulo unilateral, emocional y egoísta de los seres humanos, es, sin embar­go, eminentemente constructivo y positivo desde el ángulo de visión esotérica, ya que únicamente son destruidas las formas viejas, gastadas y cristalizadas incapaces de resistir la dinámica presión de las energías de la Vida, constantemente renovadas que surgen del Gran Océano Creador. Es así, pues, que sobre las bases inconmovi­bles de la Muerte son erigidas constantemente las nobles estructu­ras de la Vida y el poder de este glorioso Señor del Karma se extiende por doquier dentro del ámbito universal, no solamente al nivel físico de las formas o estructuras más densas, sino a los más elevados e incluyentes niveles del Sistema solar. La muerte de las ideas, cristalizadas por el uso, de los incontables espejismos del mundo emocional y de todos los estados de conciencia provenientes del pasado, permite una mayor efusión de vida y de inspiración en las mentes y en los corazones de los hombres, deparándoles de esta manera la oportunidad infinita de redención espiritual.

 

Antiguamente se le enseñaba al discípulo en entrenamiento espi­ritual que el Señor de la Muerte actuaba únicamente sobre los lla­mados mundos inferiores, es decir, en los niveles físico, astral y mental concreto. Nosotros diríamos, sin embargo, que con estas deducciones se estaba justificando quizás la incapacidad de considerar en la extensión infinita del Universo, la misteriosa y omni­abarcante actividad de los Señores del Karma. Lo que realmente queremos significar con estas palabras es que más allá del plano mental y penetrando ya en los niveles búdicos la acción de los Señores del Karma es tan impenetrable y sutil que escapa por completo a las más exaltadas percepciones humanas y sólo los grandes Iniciados tendrán alguna noción de la actividad de los Grandes Señores. Hay también, en la línea de nuestro estudio, la incógnita de si los Angeles estarán sujetos también como nosotros al rigor del Karma, o si la CRUZ que simboliza esta Ley actuará en forma distinta de la que se desarrolla corrientemente en la vida de la Naturaleza. Por tal motivo, durante el curso de la investigación esotérica que dio vida a este Tratado sobre los Angeles, fuimos siempre muy circunspectos al referirnos al karma de los Devas, debido precisamente a nuestro convencimiento de que los Señores del Karma eran unas excelsas Entidades Angélicas y que la Proyec­ción de Sus vidas sobre el entero universo dévico debería ser muy distinta que la que actúa sobre los seres humanos.

 

Ayudado por JESAZEL que es un DEVA extraordinariamente evolucionado, logré penetrar incidentalmente en ciertos aspectos muy definidos de la vida de los Señores del Karma, singularmente en aquellos donde se reflejan las cualidades distintivas de Sus esplendentes Vidas llenas de AMOR por el conjunto universal y en donde el rigor de la JUSTICIA es ley benigna llevada amorosamen­te a cabo. El Señor de la Muerte -a Quien la ignorancia de los pueblos asignó un carácter terriblemente cruel y fatalista- es, por el contrario, una Entidad benigna y protectora, llena de devoción por la Obra oculta de la Divinidad en cuyo inmortal seno actúa a fin de que la evolución, que es el Movimiento de la Vida de Dios siguiendo las razones ocultas de Su Alma, no se paralice jamás, venciendo la oposición de las formas gastadas en la vida de la Na­turaleza o quebrantando la resistencia de las llamadas voluntades menores, surgidas del conflicto de los Reinos, que cristalizaron en movimientos contrarios, lentos o antagónicos y crearon vórtices de energía negativa en el devenir del inmaculado Camino Logoico. De manera similar a la del Señor de la Muerte actúan las incontables legiones de Devas que secundan Su voluntad de cumplimiento y se hallan, tal como esotéricamente se nos dice, misteriosamente infil­trados por todas las zonas del Universo, atentos a cualquier evento de cristalización dentro del ilimitado campo de las formas, que implique un retraso injustificable de la Obra del Creador y del sagrado designio que han de cumplir los Reinos, las Razas y las Especies dentro del Circulo-no-se-pasa del Sistema solar. Otra de las explicaciones que me dio JESAZEL acerca de los Señores del Karma, fue que estos Angeles del Destino reglan cada uno un sector del Universo y se manifestaban a través de unas formas de cualidad cósmica que las hacía prácticamente invisibles a las percepciones de los más profundos y agudos investigadores del mundo oculto. Sin embargo, siguiendo las presiones astrológicas de determinadas Constelaciones y de ciertos definidos Rayos, JESAZEL precipitó en los niveles etéricos a mi alcance, algunas de las peculiaridades descriptivas de los Señores del Karma. Como fruto de esta preciosa ayuda angélica me fue posible observar, aunque muy vagamente, las Formas de los Angeles del Karma, presentán­dose ante mi asombrada visión unas Colosales Entidades muy pare­cidas a las descritas en este Tratado al referirnos a los esplendentes Devas de los Reinos de la Naturaleza, aunque mucho más podero­sas e incluyentes, siendo mayormente consciente del color de Sus radiantes Auras, rojo fuego de incomparables matices para el Señor de la Muerte, azul índigo intensamente brillante y refulgente para el Señor de la Justicia, amarillo claro de vivísimos resplando­res para el Señor de los Registros Akásicos y violeta purísimo con destellos indescriptibles de un blanco inmaculado para el Señor de la Liberación. Utilizando el principio hermético de analogía podría­mos establecer, aunque con las debidas reservas, las siguientes analogías:

 

 

ANGEL                                  RAYO             COLOR          FUNCION

 

De la Muerte                                 Rojo               Destrucción de las Formas

 

De la Justicia                                            Azul Índigo    Estabilidad y Equilibrio

 

De los Archivos                            Amarillo          Registro de Memorias

 

De la Liberación                           Violeta                       Movimiento de Renovación y creación

 

 

 

b. EL ANGEL DE LA JUSTICIA

 

Llevando simbólicamente este Angel la Espada del Cumplimiento en su mano derecha y sosteniendo en la izquierda la Balanza de la Justicia de los Actos, aparece ante la percepción del clarividente iluminado como una Entidad Angélica supremamente Hierática, Serena e Inconmovible. Ante Su vista todo es Bueno en la vida de la Naturaleza y Ella no premia ni castiga, sino que se limita al Cumplimiento exacto de la Ley. El Señor de la Justicia utiliza para su expresión una poderosísima corriente universal de segundo Rayo y extrae una parte considerable de Sus energías del planeta Júpiter el cual, en todos los anales esotéricos, astrológicos y místicos es considerado como Padre de Amor y de Justicia y representa en la vida del Universo al propio Logos solar. Otra de las maravillosas peculiaridades del Señor de la Justicia es la que tiene relación con la Invocación de los Avatares, es decir, de Aquellos extraordinarios Seres cósmicos que cíclica y periódicamente retornan al mundo o a otras partes del Universo para hacer triunfar la Ley y para restable­cer el Orden.

 

 

c. EL ANGEL DE LOS REGISTROS AKÁSICOS

 

A este Señor del Karma se le denomina esotéricamente la ME­MORIA CÓSMICA. Esta extraordinaria Entidad Angélica mantie­ne en Su omniabarcante Seno no solamente el recuerdo vivo de todos los hechos y acontecimientos que ocurrieron en el pasado, sino también todos los que tendrán lugar en el futuro de cada uno de los planetas que constituyen nuestro Sistema solar. Es lógico suponer por ello que este Señor del Karma no es únicamente un Archivo de Recuerdos, sino que participa muy activamente en la confección del Destino de la Vida del Creador, ya que conoce los propósitos logoicos para cada uno de los ciclos de tiempo que se ex­tienden desde el principio hasta el fin del Universo.

 

Por lo tanto, y sometiendo de nuevo nuestra investigación al juicio de la razón superior, es evidente que este Gran Señor suministrará a todos aquellos que sean capaces de establecer contacto con la vida de alguno de Sus Angeles servidores, no sólo las memorias del pasado, sino también la intuición del futuro, pudiendo asegurarse que los grandes videntes, profetas y almas intuitivas de todos los tiempos fueron grandes personalidades humanas que a través de la rectitud de sus vidas y juicios pudieron introducirse más o menos profundamente en el océano de vida, de plenitud y de conocimiento del Señor de los Registros akásicos.

 

Por poco que profundicemos en la analogía, nos será posible esta­blecer una relación muy directa entre el MAHACHOHAN de nues­tra Jerarquía planetaria, llamado el Señor de la Civilización, con la actividad de la Memoria Cósmica dentro de la línea de actividad del tercer Rayo y utilizando seguramente como centro de canaliza­ción de recuerdos al planeta Saturno dentro de nuestro Sistema planetario.

 

 

d. EL ANGEL DE LA LIBERACION

 

La obra de este Señor del Karma puede ser sintetizada en las palabras renovación y creación, ya que todas Sus actividades en la vida del Universo es introducir las energías del Cumplimiento universal en todas las cosas creadas y en todos y cada uno de los seres vivientes, preparando las condiciones precisas para que Sus grandes Hermanos, el Señor de la Muerte, el de la Justicia y el de los Registros Akásicos puedan establecer la ley, el orden y la legalidad dentro del Sistema solar. Veamos cómo se realiza el proceso:

 

Ante todo hay que suponer como base de la Creación y de sus posibles repercusiones en el orden evolutivo, la existencia de un tremendo e indescriptible impulso dinámico proveniente de la Voluntad de Cumplimiento de la Divinidad que surge de las misteriosas entrañas universales y se sumerge en la vida de todo ser y de toda cosa -sea cual sea su magnitud o jerarquía- creando las condiciones precisas para que el Señor de los Archivos registre el proceso. Seguidamente interviene la Voluntad del Señor de la Justicia quien busca la perfección de todas las formas creadas e impone un RITMO de acuerdo con la evolución de las conciencias que utilizan aquellas formas para manifestarse. Cuando este Ritmo es descompensado, cuando falta el requerido equilibrio o existe una acusada resistencia en el seno de la forma aparece el Señor de la Muerte, el cual destruye con sus dardos de fuego -tal como místicamente se dice- aquellas estructuras incapaces de seguir el Ritmo exigido por la Ley compensatoria de la Justicia y le entrega al Señor de la Liberación los cuerpos y las almas de las unidades de vida que no pudieron resistir el impulso sagrado del dinamismo cósmico y entonces este Gran Señor, utilizando unos métodos de vibración adecuados renueva aquellas formas y, tal como se dice en antiquísimos escritos esotéricos, quema en los Altares del Corazón Silencioso del Logos todos los gérmenes de limitación existentes creando para las Formas un Sendero de Redención y para las almas otro paralelo ocultamente definido como de renovación y liberación. En tanto que este proceso de redención y liberación va teniendo lugar, el Señor de los Registros toma nota de todo el proceso a través de dos jerarquías de Angeles Solares desconocidos todavía en nuestros estudios esotéricos, por cuanto sus formas y cualidades dévicas no han entrado todavía en el campo de percepción de los investigadores del mundo oculto. Una de tales jerarquías utiliza el distintivo azul índigo del segundo Rayo y la otra el distintivo violeta radiante del séptimo. Ambas jerarquías colaboran con el Gran Señor de la Liberación determinando la progresiva redención y liberación de todos los seres y de todas las formas. Utilizando creadoramente la analogía podríamos considerar que este Señor del Karma actualiza las energías más íntimas -si podemos expresarlo así- del Logos de nuestro Universo y las exterioriza por medio del séptimo Rayo, utilizando aparentemente al planeta Urano como centro de proyección de Su vida en el Universo.

 

Bien, el examen profundo de cuanto acabamos de exponer podrá depararnos quizás una visión algo más completa acerca del misterio que desde tiempos inmemoriales encubrió la vida de los Señores del Karma. Sin que queramos ser muy rigurosos al respecto, podríamos asegurar que la actividad conjunta de estos benditos y excelsos Seres viene representada simbólicamente bajo la forma geométrica de la CRUZ, atravesando el Universo y cada uno de los planetas que lo constituyen. Los cuatro puntos cardinales de la Tierra y los movimientos de rotación y traslación de los astros, así como el misterio íntimo de la vida humana cualificando el cuaternario místico de su vida evolutiva constituido por el cuerpo físico, el doble etérico, el vehículo emocional y la mente discernidora son aspectos místicos de la CRUZ kármica. Lo mismo podríamos decir, siempre en relación con nuestro planeta, acerca del CUARTO RAYO que rige la totalidad del CUARTO REINO, nuestra huma­nidad terrestre, expresiones constantes de esta CRUZ, la cual puede ser observada todavía más concretamente en los cuatro péta­los que componen el Chacra MULADHARA, símbolos de la lucha y del sacrificio kármico operando sobre la conciencia humana y desde donde se inicia -si nos atenemos al juicio de los sabios y conocedores del mundo oculto- el verdadero destino del hombre.

 

 

 

Capítulo IX

 

LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA

EN LA VIDA DEL HOMBRE

 

 

 

Los aspectos principales del karma en la vida del ser humano son cuatro:

 

a.      El Nacimiento

b.      La Enfermedad

c.      La Vejez

d.      La Muerte

 

Es lógico suponer que estos cuatro aspectos estarán condicionados por la actividad particular de uno u otro de los Señores del Karma. Si establecemos una analogía con lo dicho en el capítulo anterior podremos entresacar de la misma la siguiente relación:

 

a. El Nacimiento ......................   El Angel de la Liberación

b. La Enfermedad ....................   El Angel de la Justicia

c. La Vejez ..............................    El Angel del Tiempo (de los Archivos Akásicos)

d. La Muerte ............................    El Angel Exterminador (el Destructor de la Forma)

 

a. Las condiciones que presiden el Nacimiento de un ser humano a la vida física son inteligentemente preparadas por el Señor de la Liberación, siguiendo las directrices señaladas por Sus dos Hermanos, el Angel de la Justicia y el Angel de los Registros Akásicos. El Angel de la Muerte, respetuosamente aparte, debe aguardar todavía “la hora cíclica” en que la forma sea totalmente innecesaria por falta de fluidez y de adaptación al proceso de la vida, para cumplir con su función destructora.

 

El Señor de la Liberación preside el acto cíclico del nacimiento rigiendo los períodos solemnes que se extienden desde el instante de la concepción hasta el momento cumbre del alumbramiento. “La salida a la luz” de la forma física gestada en los momentos de obscuridad dentro del claustro materno, constituye un acto de liberación de la propia forma y es la representación en la vida de la materia, de aquella otra liberación, o entrada en el Reino de la Luz, que esotéricamente llamamos INICIACION, confirmándose plenamente y en todos los sentidos el principio hermético de analogía ... igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba, cuya relación se prolonga desde las bases materiales de la existencia hasta las más elevadas cumbres espirituales, jalonando de luz el proceso que desde tiempos inmemoriales se conoce con el término místico de SENDERO.

 

Los actos cíclicos que presagian o anuncian un nuevo nacimiento en la vida de cualquier alma humana son cuidadosamente cronometrados -por decirlo de alguna manera- por el Angel de los Registros Akásicos, el Cual somete la panorámica completa de la vida individual a la atención infinita del Angel de la Justicia y Este, contemplando el pasado del alma y habiendo pesado convenientemente su corazón (Los Misterios de Osiris), y extraído del mismo las tres energías resultantes del proceso de recapitulación del alma -efectuado durante el proceso cíclico de la muerte del cuerpo de manifestación en un estadio de vida anterior- emite Su justo veredicto y pronuncia el ¡HÁGASE!, un Mántram al que responden los Devas cuyo pasado -no me atrevo a llamarle karma- viene entretejido de muchos y muy estrechos contactos con el alma que va a encarnar. A partir de este momento suceden cinco cosas:

 

1.      Se le muestran al alma que va a encarnar en un momento de mística iluminación las condiciones que deberá enfrentar en su nueva existencia física. Esta iluminación le viene transmitida por el Angel Solar.

 

2.      Le son confiados los tres Mántram o las Tres Místicas Voces -tal como esotéricamente se dice- que han de confiarle el secreto de su nuevo nacimiento, una Voz para el cuerpo mental, otra para el cuerpo emocional y la tercera para el cuerpo físico. La pronunciación de estos tres Mántrams abren los éteres del espacio y de su inmaculado seno surgen los tres Devas, o los tres Elementales constructores, que deberán construir los tres cuerpos de manifestación del alma.

 

3.      Una VOZ resuena entonces procedente del plano cósmico emitida por el Señor de la Liberación, proyectándola sobre el cuerpo causal del alma. El Angel solar a su vez y al conjuro de este Mántram, emite otro muy directo y particular y lo transmite al alma en proceso de encarnación física.

 

4.      El alma oye esta llamada y a igual que sucede en la creación de un nuevo Universo pronuncia el Mántram de mística aquiescencia: “Cúmplase Señor Tu Voluntad”. Simultáneamente, corrientes etéricas de tres tipos vibratorios se arremolinan alrededor de los tres átomos permanentes ([10]) y se inicia el proceso de substanciación del éter correspondiente a cada uno de los vehículos de manifestación, teniendo lugar entonces lo que en términos místicos llamamos el misterio de la concepción. A partir de este momento el alma entra en un estado indefinible de quietud y se sumerge en un mundo de incomprensible silencio -una especie de sueño del alma- y deja que los tres Elementales constructores vayan realizando su obra. El Elemental físico se introduce entonces en las entrañas de la mujer que va a ser la madre física del alma que va a encarnar, llevando consigo el tesoro inapreciable del átomo permanente físico que el Señor de los Registros le había con­fiado y alrededor de este centro de energía cósmica, conteniendo todas las memorias del alma, empieza su obra de construcción del cuerpo físico utilizando los éteres más convenientes para la futura evolución del alma.

 

5.      Una vez que el cuerpo físico ha sido convenientemente estructurado, la Voz del Angel Solar resuena nuevamente desde el plano causal, despierta al alma sumida en sueño y le indica el momento exacto y trascendente del nacimiento. Este se efectúa bajo la dirección del Angel liberador el Cual contempla el espacio sideral, ve la posición de las estrellas y con una sabiduría infinita que está más allá de la comprensión humana, pronuncia el último y definitivo Mántram: HÁGASE LA LUZ y a este conjuro mágico una misteriosa corriente de vida divina impulsa cuerpo y alma hacia el exterior, se produce el alumbramiento y un nuevo ser nace a la vida de la experiencia en los tres mundos del esfuerzo humano. El tiempo y el espacio y su obra mancomunada, la conciencia, se han fundido de nuevo para revelar el íntimo secreto de la Vida de Dios latente en lo más profundo del corazón de toda existencia manifestada.

 

b. Todo tipo de enfermedad registrada por el ser humano en su existencia física es básicamente el resultado de una condición kármica, dictaminada por el Señor de la Justicia después de haber examinado en los Archivos Akásicos que le suministra el Angel de los Registros, las vidas anteriores del alma. Como consecuencia de tal lectura y visando también las oportunidades divinas de redención del alma, se provocan dos condiciones muy interesantes en la existencia humana:

 

a.      El pago consciente aunque irremediable de pasados errores y omisiones espirituales bajo forma de enfermedades físicas, dolencias psíquicas y desarreglos mentales.

 

b.      La aceptación -asimismo consciente por parte del alma- de un karma adicional de enfermedades y dolencias como oportunidades cíclicas de perfección. Ese método de aceleración del proceso kármico fue seguido mayormente por los discípulos de la Era de Piscis. ([11])

 

Una vez que el alma aceptó el reto de los acontecimientos poste­riores a su nacimiento en su contacto con el ser causal, ya nada detendrá el impulso de la ley de Cumplimiento y el Karma deberá cumplirse. La expresión de tal impulso viene determinada por aquellos factores que esotéricamente podríamos definir como presiones siderales, es decir, las influencias astrológicas procedentes de las Constelaciones Zodiacales y del propio Sistema solar. Las enfermedades físicas y las dolencias psíquicas obedecen así al dictado de una Ley justa y equitativa, aceptada conscientemente la mayoría de las veces por las almas cuando han logrado acopiar una gran reserva de luz espiritual en sus vidas y pueden reorientar el destino marcado por las estrellas, después de haber efectuado grandes y supremos reajustes dentro de sí, ya como aspirantes o como discípulos aceptados, bajo la experta dirección de algún Iniciado de la gran Jerarquía planetaria.

 

Nada diremos en este apartado acerca del origen kármico de las enfermedades contraidas por el género humano y transportadas a la humanidad actual procedentes de la evolución cíclica de las primeras Razas, ni tampoco entraremos en detalles acerca de las formas psíquicas de las enfermedades, ya que estas ideas fueron expuestas en el primer volumen de este Tratado. Deberemos insistir, sin embargo, en el hecho de que nuestra atmósfera planetaria está llena todavía de residuos kármicos cuya activa permanencia en los niveles etéricos demuestra la incapacidad humana de sanear su campo magnético psíquico y de invocar convenientemente a los Angeles color violeta de la Curación Física de Enfermedades, y a los excelsos Devas azules que poseen el inapreciable secreto de la armonía psíquica.

 

Lo que mencionamos anteriormente acerca de la aceptación voluntaria de un karma adicional en forma de enfermedades, dolencias u otras condiciones adversas gravitando sobre el alma en encarnación física contiene, sin embargo, una cláusula secreta -si podemos decirlo así- mediante la cual una reserva complementaria de energía espiritual puede ser reorientada hacia cualquier particular o trascendente destino, el cual, desde el ángulo de vista corriente, debería haber llegado a un extremo límite de cumplimiento sin oportunidad alguna de salvación, pero que, no obstante, dicha salvación se produce y tiene lugar. No se tratará entonces, ni en ningún caso, de lo que el vulgo suele llamar un milagro, ni tampoco la expresión de un poder sobre el karma, sino simplemente que ciertas motivaciones ocultas del alma aconsejaron aquel reajuste. En algunos casos excepcionales, el karma de un discípulo sin reserva adicional de energía puede ser trascendido en alguno de sus aspectos físicos o psíquicos, cuando en virtud de algún trabajo específico que puede realizar en servicio de la Jerarquía, le son concedidos los poderes de la gracia, o los especiales favores de los Señores del Karma, los cuales dejan en las responsables manos del Maestro el karma particular de aquel discípulo. En este caso, la efectividad del servicio creador determinando una mayor afluencia de energías superiores, le permite al discípulo contrabalancear el peso del karma y trascender ciertos hechos astrológicos que normal o fatalmente deberían producirse.

 

c. El fenómeno de la vejez en el cuerpo físico humano -y seguramente en el de todos los seres en la vida de la Naturaleza- se produce por el desgaste de los órganos vitales a medida que las energías etéricas que hasta aquel momento lo habían ido integrando van perdiendo fluidez y no llegan con el adecuado ritmo vibratorio al centro místico del corazón. Se inicia entonces una lenta cristalización de las funciones orgánicas con sus fenómenos reconocidos de debilitamiento, pasividad, estatismo y decrepitud, siendo esta última fase la que -tal como esotéricamente se dice- prepara el camino de retorno, la vía natural de acceso al universo subjetivo por parte del alma y la destrucción del cuerpo físico por parte del Señor de la Muerte.

 

Como Uds. saben, cuatro son las edades cíclicas que condicionan la existencia física del hombre: niñez, juventud, edad madura y vejez, las cuales son una analogía perfecta, aunque en miniatura, de las cuatro edades planetarias descritas como Kali Yuga, Dwapara, Treta Yuga y Satya Yuga, es decir, la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata y la edad de oro. Ahora bien, todas las edades cíclicas vienen regidas por una porción determinada de tiempo. Utilizando la analogía hermética sobre la cual se apoya la totalidad de este Tratado, aparecen estos cuatro ciclos de tiempo en la vida de la humanidad como un todo:

 

0 - 18 - 36 - 54 – 72,

 

cuyas sumas, ya sean parciales o totales, nos darán siempre el número 9, ya que el 9 es el número del hombre, tal como esotéricamente es reconocido. Veamos ahora su distribución:

 

 

0 - 18

Niñez

Se considera la etapa de la niñez y de la adolescencia. Es la fase correspondiente al principio de integración vital.

18 - 36

Juventud

Es la etapa de la juventud con la máxima afluencia de energía vital. El proceso de integración o de acumulación ha llegado a sus extremos límites.

 

36 - 54

Edad Madura

A partir de los 36 años se inicia lentamente un proceso de cristalización celular y el cuerpo físico empieza a rechazar parte de la energía vital.

54 - 72

Vejez

De los 54 hasta los 72 el proceso es netamente de restitución el cual inicia el llamado ciclo de retorno que ha de llevar a la muerte física ([12])

 

 

 

Como Uds. habrán podido observar, los cuatro ciclos que esotéricamente se han tomado como base de estas analogías son de 18 años, ([13]) una cantidad que no ha sido tomada caprichosamente o al azar, sino que tiene como fundamento el principio vital de la energía suministrado por los procesos físicos de la respiración y de la circulación de la sangre. Tal como científicamente es reconocido, el ser humano efectúa 18 respiraciones por minuto y a cada respiración corresponden cuatro pulsaciones o latidos del corazón, dándonos por tanto 18 x 4 = 72 pulsaciones por minuto. Si continuamos por esta línea de analogía considerando un día completo de la vida de un hombre en orden a sus respiraciones, tendremos:

 

18 x 60        =      1.080 respiraciones por hora

            1.080 x 24    =     25.920 respiraciones por día

 

siendo esta cantidad en años la correspondencia exacta de un ciclo menor de Brahma, es decir, un Día de nuestro Logos planetario, el periodo de tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa bajo la esfera sideral regida por las Doce Constelaciones del Zodiaco, en su movimiento de retrogradación o de precesión de los Equinoccios.

 

Prosiguiendo nuestro estudio, vemos que desde el momento del nacimiento a la vida física hasta llegar a la edad de treinta y seis años, el alma fue acumulando substancia energética alrededor del cuerpo físico o natural, pero a partir de aquí debe empezar a devolverle a la Naturaleza, en forma lenta y paulatina, toda la materia energetizada por los Devas con la cual llegó a establecer la medida física del karma. Se abre entonces el llamado proceso de RESTITUCION en el devenir del cual el complejo celular gastado por el noble servicio al yo espiritual en encarnación física, empieza a rechazar las energías de renovación y a encerrarse cada vez más en sí mismo hasta constituir un bloque cristalizado que progresivamente se hace inservible para las necesidades de evolución del alma, la cual no tiene otro objetivo en aquella fase de existencia que la liberación de la forma física y la entrada en el mundo subjetivo de las almas.

 

He ahí, pues, que para el alma en encarnación física -un proceso que se repetirá sin embargo en los otros cuerpos de manifestación cíclica, el astral y el mental- hay dos grandes procesos que constituyen el principio de su propia esencia evolutiva, primero, el de INTEGRACION o ACUMULACION de energía concretizada proveniente de los correspondientes éteres; segundo, el de RESTITUCION de dicha energía y tiene por objetivo la redención de la forma y la liberación del alma. La vejez es el fenómeno natural de esta lenta desintegración que ha de devolverle a la Madre Naturaleza todos los elementos vitales con que ésta dotó al alma para fines de manifestación.

 

Todo este proceso dual está regido por el Señor de la Liberación, pero cuando la materia se ha hecho completamente inservible para las necesidades del alma, somete el trabajo final al Señor de la Muerte, el Cual destruye la forma y restituye todos los elementos integradores de los distintos vehículos a su Fuente natural de procedencia: el ETER DEL ESPACIO.

 

d. El Señor de la Muerte ejecuta el plan subsiguiente de liberación de la forma en tres planos definidos de la Naturaleza: el físico, el astral y el mental. Se trata de un proceso alquímico de sublimación de las energías mediante el cual y a través de los llamados Angeles del Silencio, el alma se va liberando progresivamente de sus vehículos de manifestación. Esta liberación consta de cuatro fases:

 

a.      Rotura del cordón plateado (El Señor de la Muerte)

b.      Recapitulación de hechos (El Señor de los Registros)

c.      Examen de conciencia (El Señor de la Justicia)

d.      La entrada en el Devachán (El Señor de la Liberación)

 

representando cada una un aspecto particular en la vida del alma la cual, en el momento mismo en que uno de aquellos Angeles del Silencio rompe el cordón plateado que la unía al cuerpo, penetra en el cuarto subplano del plano físico, llamado esotéricamente subetérico, e inicia allí un proceso increíblemente rápido de memorización o recapitulación de todos los hechos realizados en la existencia física, apreciados en sus más mínimos detalles y constituyendo un fenómeno único y trascendental de conciencia provocado por el Yo superior o Angel Solar desde el plano causal, o mental abstracto. Una vez esta recapitulación ha sido plenamente realizada, el alma deja de ver a su vehículo de materia y se refugia en el segundo nivel del plano astral, ([14]) en donde pasará un cierto tiempo dedicado a lo que esotérica y místicamente se denomina examen de conciencia. Este periodo de tiempo, considerado de acuerdo con nuestro concepto tridimensional del tiempo, puede ser corto o largo, desde días o meses hasta muchos cientos de años, dependiendo en todo caso de la evolución espiritual alcanzada por el. alma. Ahí, en este nivel, tiene lugar también una segunda recapitulación enteramente astral y consiste en recapitular o memorizar todos los acontecimientos astrales vividos por el alma a través de los deseos, emociones y sentimientos durante el proceso de la encarnación física.

 

Una vez efectuada esta segunda recapitulación y realizado el requerido examen de conciencia, el alma penetra en el plano mental y efectúa en el subplano correspondiente la tercera y última recapitulación, mucho más breve que las dos anteriores, y penetra en el Devachán.

 

 

EL KAMALOKA Y EL DEVACHAN([15])

 

Con estos dos nombres el investigador esotérico trata de representar dos estados particulares de conciencia que ha de enfrentar el alma después de haberse liberado de las ataduras del cuerpo físico. El KAMALOKA -técnicamente hablando- es el propio plano astral, haciendo referencia muy concreta a aquel subplano especifico dentro del mismo cuyas vibraciones están más en sintonía con la evolución del alma. Hay un proceso de recapitulación de hechos astrales que se realiza corrientemente tal como vimos en páginas anteriores en el segundo subplano del plano astral. Sin embargo, las almas más evolucionadas realizan este proceso obligado de recapitulación en subplanos superiores del KAMALOKA, siendo mucho más breve también el período de permanencia en este plano, un periodo que variará sensiblemente de acuerdo con la calidad de las energías espirituales acumuladas por el alma en su cuerpo causal. Hay así, independientemente de la evolución espiritual de las almas, un proceso de vivencia astral dedicado a sublimar estados psicológicos, utilizando la técnica del examen de conciencia y la capacidad íntima que poseen las almas de utilizar creadoramente todas las experiencias del tiempo para fines redentivos. En todos los casos, una irresistible tendencia mueve las almas a la ascensión de los niveles superiores del plano astral, realizándose de esta manera una especie de filtración o sublimación de las tendencias groseras contenidas en el cuerpo astral al pasar de uno a otro subplano, con lo cual el alma se siente cada vez más libre y cualificada para adaptarse a más nobles estados de conciencia y a una mayor sutilización de las cualidades atesoradas en su interior, como frutos de la experiencia espiritual. Los Devas habitantes de cada uno de los subplanos del plano astral, ofrecen gustosamente su fraternal colaboración a los intentos del alma de purificarse astralmente con vista a la redención y sublimación de la materia astral, acumulada en su cuerpo psíquico, y afectando la mayor o menor sensibilidad espiritual del mismo.

 

Cuando la vida del alma ha demostrado una incapacidad manifiesta de ascender a otros subplanos superiores del plano astral, es decir, que ha quedado normal y naturalmente estacionada, recibe entonces un impacto de luz causal y se siente impelida hacia el plano mental, quedando ubicada en el subplano de este plano en sintonía perfecta con el subplano que ocupaba el alma en el plano astral. Debido a que los estados de conciencia experimentados por el alma en el plano mental después del proceso de la muerte son interdependientes con los vividos astralmente, hay una relación muy estrecha y directa entre el KAMALOKA, esotéricamente descrito como lugar de deseo, y el DEVACHAN, que significa esotéricamente conciencia dévica o de bienaventuranza Podemos decir así, que cada alma posee su propio kamaloka y su particular devachán, configurados por todos y cada uno de sus estados de conciencia en el devenir de la existencia kármica y constituyendo las bases universales sobre las cuales los seres humanos levantan la noble estructura de su realización espiritual.

 

 

 

Capítulo X

 

LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA

EN LA VIDA DEL UNIVERSO

 

 

Las indescriptibles y exaltadas Entidades Psicológicas que esotéricamente llamamos LOGOS, ya se refieran a los que rigen una Galaxia, una Constelación, un Universo o un simple planeta, están sujetos también, aunque de manera inexplicable e incomprensible, a la Ley del Karma. El nacimiento, la muerte y el proceso inexorable de la reencarnación forman parte de aquella Ley, aunque utilicen para manifestarla unas zonas del espacio tan enormemente dilatadas que los efectos del tiempo están más allá y por encima de nuestros cálculos y medidas.

 

Sin embargo, y tal como esotéricamente sabemos, el espacio es una abstracción, siendo el tiempo un fenómeno que se realiza en el interior de la conciencia humana cuando trata de objetivizar el espacio a través de los movimientos de rotación y de traslación de nuestro planeta Tierra, unos movimientos que al parecer son comunes a todos los cuerpos celestes.. Precediendo a la manifestación cíclica de cualquier Universo o de cualquier planeta hay, aparentemente, una Determinación Cósmica que crea en el espacio las condiciones precisas mediante las cuales los Logos creadores podrán surgir objetivamente a la manifestación. Tal como analizamos en el volumen primero de este Tratado, tales condiciones vienen fijadas por aquel supremo sentido de elección del campo de las manifestaciones por parte de una Voluntad suprema, de la cual no se habla mucho en los estudios esotéricos, pero que es una expresión de la actividad misteriosa de los Señores del Karma. Estos ANGELES, supremos representantes de la Ley cósmica de armonía, tienen en conjunto coma símbolo la figura geométrica de la CRUZ, a la cual y casi sin distinción alguna han rendido adoración las religiones y filosofías del mundo desde el principio de los tiempos... La imagen de la CRUZ toma básicamente su importancia, y de manera incomprensible forma parte, de los misterios iniciáticos, porque los Señores del Karma preceden a la manifestación cíclica de cualquier Universo situándose, esotéricamente hablando, arriba y abajo y a derecha e izquierda de un punto en el espacio que bien podríamos calificar de ATENCION suprema del Logos, constitu­yendo las bases del Cuaternario Cósmico a través del cual la Vida del Logos creador, el Krishna universal, tendrá oportunidad de dar vida, conciencia y una forma objetiva a Arjuna, intérprete de las decisiones de Krishna y seguidor incansable del Destino que de acuerdo con experiencias precedentes del Logos, le señalarán sabia­mente los Señores del Karma.

 

Creemos sinceramente que los conceptos que acabamos de emitir contienen significados dignos de una profunda atención, pues de acuerdo con el sistema de investigación esotérica que va de lo universal a lo particular y aplicando convenientemente la analogía, la actividad de los Señores del Karma en la vida humana podría ser correctamente clarificada.

 

Trazada la Cruz en los Cielos, tal como místicamente se dice, la Vida de Dios se infunde en la Materia y el Corazón Solar empieza a latir. Las mágicas contracciones y dilataciones de estos latidos, las sístoles y diástoles de este inmenso Corazón originan en tiempo y espacio los fenómenos característicos conocidos científicamente como ROTACION y TRASLACION. Tales son las analogías de estos universales movimientos:

 

 

CORAZON SOLAR

 

SÍSTOLES ..................  Movimiento de contracción hacia el centro

La Fuerza centrípeta de la Naturaleza

La Ley de Gravedad

El Movimiento de Rotación

El Egoísmo de la Materia

 

DIÁSTOLES ...............  Movimiento de dilatación hacia la periferia

La Fuerza centrífuga de la Naturaleza

El Principio de Expansión cíclica

El Movimiento de Traslación

El Altruismo del Espíritu

 

 

Tales analogías pueden ser íntegramente aplicadas al planeta y al hombre, así como místicamente también a todos los centros de vida menores que viven, se mueven y tienen el ser dentro del dilatado círculo del Universo.

 

Volviendo a la función primordial de los Señores del Karma, podríamos decir que las Aspas de la Cruz constituyen los límites de expansión de la rueda del Universo, creando el misterioso Círculo-no-se-pasa del mismo, es decir, sus fronteras naturales dentro de las cuales el Logos solar deberá realizar su íntima y particular evolución y salvaguardar los intereses espirituales de Su Vida, el Tesoro infinito de Su Conciencia inmortal. El movimiento de DIASTOLES en la infinita dilatación del Corazón solar lleva las energías de la Vida a todo el contenido universal; el movimiento de SISTOLES lleva las cualidades de la forma al centro mágico del Corazón. En el entrejuego de las energías de la Vida y de la Forma se halla el secreto de la Electricidad, ese misterio al cual tantas veces nos hemos referido durante el curso de este Tratado. El altruismo del Espíritu y el egoísmo de la Materia manifestadas como energía contienen el secreto inmenso de la Creación, ya sea de un Universo o de un simple átomo. Es la ley de la Dualidad que rige el principio de la Manifestación cíclica.

 

Ahora bien, examinando científicamente los movimientos de con­tracción y dilatación del Corazón solar, después de haber reconoci­do esotéricamente la intercesión de los Señores del Karma que depositaban o introducían la CRUZ mística de la manifestación en los espacios absolutos creando el círculo máximo de expansión de la Vida del Logos, nos será fácil reconstruir el proceso creador del Universo, aceptando como absolutamente válida la imagen astro­nómica de la Nebulosa, esta inmensa espiral de energía cósmica en proceso de substanciación o materialización, la cual surge del centro del corazón solar y se lanza al Cosmos a la gran aventura de la conciencia, pero retorna eternamente al centro de donde dimana llevando al mismo Materia cada vez más densa pero, al propio tiempo, más cualificada. Quizás llegaremos a reconocer un día la misteriosa aunque íntima relación que existe entre el proceso de substanciación material del Universo y la ley de Gravedad, que es su natural consecuencia, con la actividad maravillosa y secreta que llevan a cabo los Señores del Karma, los Angeles de la Cruz cósmica.

 

Esta CRUZ, en multiplicidad infinita de aspectos, matizará en­tonces la magia dinámica de la Creación y todas las manifestacio­nes de la vida espiritual o monádica en proceso de experimentación y de evolución, desde el centro mismo de la materia, cualificando cada una de sus vastísimas expresiones y la imagen de esta CRUZ, penetrando profundamente en las conciencias humanas, elevará sus aspiraciones al centro místico de procedencia cósmica: el SOL CENTRAL ESPIRITUAL, creando las religiones y las creencias espirituales a través de las cuales han expresado sus ínfimos anhelos de contacto solar. Consecuentemente al desarrollo de esta verdad esencial en la línea de nuestros comentarios, nos pareció oportuno dedicar unos capítulos al estudio de los efectos de las ce­remonias mágicas y litúrgicas de las religiones en la vida espiritual del hombre, en el volumen segundo de este Tratado.

 

Otra de las ideas que hay que considerar en relación con los Seño­res del Karma es la que hace referencia a la imagen mística de la CRUZ gravitando en forma de DESTINO sobre la vida de todos los seres vivientes, pudiendo afirmarse desde el ángulo esotérico y de acuerdo con el principio de analogía, que el KARMA, como esencia de MUERTE, JUSTICIA, MEMORIA y LIBERACION está presente en la manifestación de todo lo creado, dirigiendo con sabiduría infinita la evolución del Universo, de los planetas, de los planos de la Naturaleza, de las Razas humanas, de los Reinos y de las especies. Hay, por tanto, un sentido de dirección tan justo y equitativo en todas las cosas de la vida que bien podríamos califi­carle como de supremamente fraternal. Este sentimiento íntimo de fraternidad actúa por doquier, en el aire, en el fuego, en el agua, en la tierra, en el éter primordial, cualificando la vida de los elementos naturales, los cuales, de manera maravillosa, constituyen las palancas de presión de los Señores del Karma en la vida de la Naturaleza física, aunque actuando asimismo en todos los niveles de evolución en el Universo y sobre todos los estados de conciencia divina, manifestados bajo no importa qué tipo de forma objetiva o subjetiva, en la extensión de todo lo creado.

 

Los Señores del Karma son la Ley que preside y ordena la ejecu­ción de cualquier hecho y circunstancia en la vida de la Naturaleza. Los Arcángeles supremos que rigen los planos del Universo, los Angeles superiores que rigen la vida evolutiva de los Reinos y los exaltados Devas que se hallan en la raíz mística de la existencia de los hombres, son Agentes de los Señores del Karma, los brazos eje­cutores de la Ley, siendo su labor tan supremamente impersonal y fraternal que examinada su actividad desde el ángulo esotérico le demuestran al alma que la paz, la plenitud, el orden y la justicia no son simples y engañosas palabras, sino una REALIDAD profundamente objetiva que puede ser revelada en cualquier momento de la vida si se desarrolla un profundo sentido de atención hacia todo cuanto nos rodea, sea la vida armónica de la Naturaleza con sus perfectos y ajustados ritmos o la ininterrumpida sucesión de hechos y acontecimientos. que tienen lugar durante el curso de nuestra vida.

 

Tal como decíamos en páginas anteriores, consubstancialmente con el proceso de la Creación y aún antes de que la actividad dévica de substanciación del éter haga objetiva la Voluntad del Señor del Universo, se halla presente ya la Voluntad de acción de los Señores del Karma. Su Cruz, proyectándose en los insondables vacíos del Espacio, invita al germen de Vida Logoico -dicho con toda reve­rencia- a que se sitúe en el centro místico de la figura geométrica creada por la interacción de los Grandes Señores. Así, bajo la dirección de los Señores del Karma será iniciado el proceso creador de Universo, en el devenir del cual se sucederán dentro de la Con­ciencia Logoica una serie infinita de modificaciones que darán lugar al desarrollo evolutivo, desde la difícil y azarosa proyección de Vida que va de la periferia del círculo-no-se-pasa al centro creador logoico, originando la base potencial de la Materia y el principio de gravitación universal, hasta la plena liberación de la Conciencia Logoica, la Cual, en un postrer y maravilloso intento logrará destruir las barreras limitadoras del círculo-no-se-pasa que impedían su Acción cósmica y se proyectará hacia los misterios del Espacio infinito, ayudado por el Angel Kármico de la Liberación... La evolución de los Señores del Karma, consubstancial con la de los Logos creadores, estará sin duda por encima de la de ESTOS en el sentido de que han de forjar los Destinos Universales o Logoicos de acuerdo con la visión absoluta de los Registros Akásicos o Memoria Cósmica, siguiendo el trazado de una Ley de Justicia que penetrará en el destino universal de la Conciencia Logoica, orien­tándola hacia Su implacable y eternamente seguro Destino de Re­dención y Perfección.

 

 

Los Símbolos de los Señores del Karma

 

La imagen del Señor de la Muerte, denominado también el Angel Exterminador, vista su proyección en los niveles etéricos, aparece como una inmensa Entidad cuyas colosales proporciones abarcan la totalidad del Universo, llenando el espacio de unos vivísimos e indescriptibles fulgores ígneos color escarlata. Su antiguo símbolo procedente de un remotísimo pasado lunar era un Angel que llevaba una calavera humana en la mano izquierda y en la derecha una espada de fuego. Sin embargo, vista esta imagen desde el plano causal se aprecia que el símbolo antes descrito no correspon­de a la realidad. Nada más opuesto verdaderamente al significado íntimo de la Muerte que la calavera con la cual suele representársela. El Señor de la Muerte es una Llama perenne de Vida. Su verda­dero símbolo es el Dardo de Fuego con el cual destruye todas las formas objetivas o subjetivas de la Naturaleza. Investigaciones pos­teriores llevadas a cabo bajo la experta dirección de JESAZEL me confirmaron estos extremos. Las energías que utiliza el Señor de la Muerte proceden de los primeros subplanos del Plano monádico cósmico. En nuestros estudios esotéricos las denominamos de pri­mer Rayo, siendo estas energías de tipo superior a las actualizadas por el Logos de nuestro Universo para la vivificación de Su formi­dable Esquema Solar.

 

La sombra de Su Cruz -tal como puede leerse en El Libro de los Iniciados- se extiende sobre el Espacio, ocupando cada Señor del Karma el brazo de la Cruz que le corresponde creando así, de manera maravillosa, los Cuatro Puntos Cardinales que fijarán la posición y orientación del futuro Universo en relación con los demás Universos y Sistemas estelares inmersos dentro del Espacio Cósmico. Parte esencial y fundamental de la evolución universal es la orientación y posición exacta que de acuerdo con las sabias previsiones de los Señores del Karma, debe ocupar cada Sistema Solar dentro del maravilloso Plan cósmico de conjunto.

 

La evolución particular de cada Logos, fatalmente vinculada con este plan cósmico de conjunto, se realizará entonces a partir del centro de la Cruz de los Señores del Karma en donde previamente fue introducido el Atomo Permanente Físico del Logos que mística­mente encarnó y constituirá el centro vital del Corazón. La primera noción de Vida universal dentro del Esquema o Destino Logoico preparado por los Señores del Karma, son los movimientos de Sís­toles y Diástoles del Corazón Solar, originando el primero la Ley de Gravitación molecular y el segundo la de Expansión Cíclica, estan­do limitada dicha expansión por la extensión en los espacios infini­tos de los Brazos de la Cruz de los Señores del Karma, los cuales señalan y definen perfectamente las fronteras o círculo-no-se-pasa de cualquier Sistema solar y de cualquier planeta dentro de no importa qué tipo de Universo.

 

Según me pareció intuir más adelante -y esta idea la dejo a la inteligente consideración de Uds. - los Dardos de Fuego que utiliza el Señor de la Muerte de nuestro Esquema Solar provienen de la Constelación de LEO, estando relacionada esta constelación con aquel Centro Logoico Monádico que llamamos esotéricamente EL SOL CENTRAL ESPIRITUAL.

 

El Señor de la Justicia es representado habitualmente armada su mano derecha con una espada de fuego y sosteniendo en la izquier­da una balanza. De este símbolo muy arcaico -ya que proviene de un lejanísimo pasado- han sido extraídos multiplicidad de símbo­los menores apropiados para expresar las ideas de Cumplimiento y de Justicia, las cuales son consubstanciales con el ejercicio de la Ley serena y equitativa que debe regir el Cosmos absoluto. Desdi­chadamente para la humanidad estas simbologías -correctamente establecidas a veces- jamás llegaron a plasmarse en auténticas realidades, por cuyo motivo cuando se habla de Ley y de Justicia aquí en la Tierra sólo se hace una muy pálida e insignificante referencia a la Ley de Equilibrio Universal que simboliza la Balan­za y, por tanto, poco o nada tienen que ver con la auténtica justicia con que es utilizada la Espada del Cumplimiento cósmico.

 

“Si elevaras tu conciencia a un plano auténticamente superior, por encima del plano causal -me decía JESAZEL- percibirías el ver­dadero significado de la Ley de Justicia en la cual sólo existe Amor y Comprensión y no el odio y la ignorancia con que suelen aplicar los hombres el Sentido de la Ley compensatoria de los Actos. La imagen simbólica de la ley tradicional, Espada y Balanza, quedaría reducida al símbolo perfecto de la Bendición Cósmica mediante la cual el Señor de la Justicia, indescriptiblemente amoroso y sereno, NO premia NI castiga, sino que se limita a ajustar los actos con aquellos patrones arquetípicos que toda alma lleva consigo al nacer y que constituyen la raíz espiritual de sus mejores actos. Si se aparta de estos patrones, marcados por el fuego divino en su inte­rior más profundo, se aparta de la Ley, si los sigue acata la Ley y acepto noblemente su destino. El Angel de la Justicia es el Centro mismo de la conciencia humana y forma misteriosamente parte de su destino cósmico. Así, la ayudará siempre para que sea conscien­te de la Ley y se apreste constantemente a cumplirla.”

 

Otra de las grandes y misteriosas razones cósmicas que caracteri­zan al Señor de la Justicia es la INVOCACION DE LOS GRAN­DES AVATARES que con Su presencia aceleran la evolución universal y planetaria. Tal como dice KRISHNA a ARJUNA en el BAGHAVAD GITA: “. . ,cuando el desequilibrio del mundo altera el cumplimiento de la Ley y la Justicia es transgredida, YO envío a Mis mensajeros para restablecer la Paz y el Orden.” De esta manera, para restablecer la paz y el orden universal, aparecen cícli­camente en la Tierra invocados por el Señor de la Justicia, los Avatares, ya sea bajo forma de Profetas, Salvadores o Instructores espirituales, siendo esta actividad supremamente cósmica una prueba de Amor y de Compasión absoluta por parte de los Señores del Karma.

 

Las energías cósmicas que se canalizan a través del Angel kármi­co de la Justicia con destino a nuestro Universo, proceden aparen­temente de la Constelación de LIBRA y se distribuyen por medio del planeta Venus ([16]).

 

El Señor de los Archivos, vista su proyección en los niveles etéricos, aparece a la vista del observador clarividente sosteniendo un libro en el cual están registrados todos los hechos y aconteci­mientos pasados, presentes y futuros de nuestro Universo. Sin embargo -y tal como oportunamente me señaló JESAZEL- este símbolo sólo debe ser aceptado de acuerdo con el significado inte­lectual de un libro, el cual siempre es un contenedor de recuerdos. Rebasada la medida conceptual de la mente y liberado el cerebro de los efectos tridimensionales del tiempo, la imagen del Señor de los Registros en su función natural de MEMORIA COSMICA, aparece como una impresionante Entidad Angélica envuelta com­pletamente por una indescriptible y brillantísima aura color amari­llo oro, abarcando la totalidad del Espacio. Su actividad, tal como Su nombre indica, es registrar y archivar todos los hechos, aconte­cimientos y circunstancias que suceden dentro y fuera de los límites temporales del espacio, es decir, tanto objetivos como subjetivos dentro del omniabarcante seno creador, constituyendo así -vean, por favor, la importancia trascendente de las memorias acumuladas en el tiempo- el fenómeno de la conciencia, ya sea la de un Logos, de un Angel, de un hombre o de un humilde insecto. La conciencia psicológica, la propia luz de la inteligencia, el sentido del amor y el poder de la voluntad no podrían existir indudablemente si no hubiese en su base un conjunto de memorias perfectamente archi­vadas, en el Cosmos y en el corazón de todos los seres vivientes, que a cada cual da lo suyo y le presta un significativo carácter de evolución y, por tanto, de jerarquía espiritual.

 

Cada cual será, pues, según sea la calidad de sus recuerdos. Se trata de un principio de selección natural que todas las almas sin distinción alguna efectúan en el devenir de sus particulares viven­cias y nadie será mejor o peor que lo que sus íntimas memorias que justifiquen, utilizándolas en forma de conciencia para proyectarse incesantemente hacia el futuro a la eterna búsqueda de la propia perfección. El Señor de los Registros archiva así todos los actos realizados en la vida, todos los pensamientos y todas las emociones, construyendo con ellos la base sobre la cual se estructura la civiliza­ción, la historia y la cultura de los pueblos y de las humanidades. La conciencia instintiva o de rebaño, común al reino animal, es asimismo el resultado de una acumulación de hechos y experiencias realizadas en el interior del alma grupo de este Reino o dentro del alma grupo de las especies que conjuntamente lo integran. La conciencia colectiva de los reinos vegetal y animal en cada una de sus múltiples especies expresa también la actividad del Señor de los Registros, el Cual regula de esta manera las leyes de la evolución universal y planetaria. Extendamos esta asombrosa actividad de registro y archivo del Señor de la Memoria Cósmica al Espacio absoluto y tendremos en nuestro poder la clave de la analogía, que nos permitirá justificar el conocido axioma hermético Igual es arriba que abajo...

 

Utilizando creadoramente dicha clave no sería erróneo quizás señalar a la Constelación de Capricornio como centro de contacto del Señor de los Registros en relación con nuestro Universo y al planeta Saturno, definido astrológicamente el Mensajero del tiem­po, como el Archivador de los Registros planetarios dentro del Sistema solar.

 

Al Señor de la Liberación se le simbolizó en todos los tiempos como un glorioso Angel venciendo a un Dragón. El símbolo es per­fecto en el sentido de que el Angel representa al Espíritu del hombre y el Dragón la síntesis de todas sus limitaciones nacidas del contacto con la Materia, las cuales deben ser vencidas y sublima­das antes de que el alma acceda a la perfección de cualquier estado de conciencia. La Lanza mediante la cual el Angel vence al Dragón tiene también un significado esotérico muy interesante, como por ejemplo asignarle el símbolo de la columna vertebral, profunda­mente hundida en las entrañas del Dragón de las que brotan sangre y fuego y que vienen a representar el Fuego de Kundalini, el cual asciende por la columna vertebral del Iniciado a medida que la lanza, símbolo de cumplimiento, va destruyendo todas las limita­ciones impuestas al alma por la ley que rige la Materia.

 

La Liberación es, al propio tiempo, un movimiento constante de renovación. La lucha que sostiene el alma en el sentido de su re­dención, va orientada siempre a impedir que la conciencia se parali­ce en el tiempo o se ate sutilmente a cualquiera de los hechos de la historia de su vida. La serpiente, que cambia de piel cíclica o perió­dicamente, es un perfecto símbolo del principio de renovación que lleva adelante el Angel de la Liberación en su esplendorosa e indescriptible ejecutoria. Y véase también en la imagen de la serpiente una indicación del Fuego ascendente de kundalini una vez la Ma­teria ha sido vencida y el alma liberada.

 

De todas las consecuencias expuestas en este capítulo no sería aventurado decir que el Centro de proyección de las energías del Señor de la Liberación con respecto a nuestro Universo es la Cons­telación de SAGITARIO, cuyo símbolo es el jinete sagrado arrojan­do la flecha de las grandes decisiones al mundo del Espíritu, siendo Júpiter, el Hijo predilecto del Logos -según rezan antiguos Co­mentarios esotéricos- el planeta que regula el movimiento de la Liberación dentro de nuestro Sistema solar, secundado por Urano, a quien en lenguaje oculto se Le denomina El Señor del Cumpli­miento.

 

 

 

Capítulo XI

 

LAS SEMILLAS DEL BIEN COSMICO

 

 

En nuestro Universo de segundo Rayo se expresa una ley compen­satoria entre el Bien y el Mal que esotéricamente definimos como de Síntesis y se manifiesta en forma de equilibrio. La Síntesis, en todas sus expresiones objetivas o subjetivas, certifica constantemen­te el sentido de este equilibrio natural. Podríamos decir así, de acuerdo con las líneas que seguimos en este Tratado, que el armonioso entendimiento y comprensión entre dos de las más cono­cidas corrientes de vida evolutiva dentro del Universo, la angélica y la humana, producirá a su debido tiempo una síntesis espiritual que dará nacimiento a una nueva raza de hombres cuyas caracte­rísticas etnológicas serán de tal naturaleza que se confundirán con las formas sutiles de los Angeles superiores, produciendo sutilidad física, sentido de transparencia, carencia de sexo, profunda lumi­nosidad y magnética radiación... El afortunado ser a quien le ha sido posible percibir a un elevado Deva de la categoría de los AGNISHVATTAS o establecer contacto consciente con su propio Angel Solar, sabrá por anticipado la gloria que les aguarda a los seres humanos en el devenir de ulteriores edades evolutivas, cuando trascendidas las etapas correspondientes a los cuerpos físico, astral y mental, puedan funcionar libremente en sus vehículos búdicos. Tal eventualidad, por alejada que parezca es, sin embargo, sólo un pequeño ciclo dentro del gran Camino Cósmico que ha de recorrer el ser humano hasta convertirse en un ser Andrógino, con la pureza indescriptible del Angel superior y la conciencia cósmica que como ser humano purificado le corresponde.

 

Cuando el hombre llega a ese estado que bien podemos calificar de Síntesis, se convierte en un Agente universal o planetario del Bien Cósmico. Sin embargo, cuando hablamos del Bien o del Mal cósmicos, no hacemos sino extender a una superior escala o medida lo que humanamente entendemos por bien y por mal con los inevi­tables riesgos de confusión mental que ello presupone. Nuestras distinciones obedecen naturalmente al sentido de lo que psicológi­camente nos produce placer o bienestar o, por el contrario, desa­zón, angustia y sufrimiento. Lógicamente, al tratar de extender estas condiciones psicológicas al Cosmos absoluto nos encontrare­mos siempre con la inevitable barrera de los desconocidos éteres espaciales, cuyas inexploradas regiones constituyen todavía un misterio para nuestra humana comprensión, por cuyo motivo se nos advierte esotéricamente de la necesidad de utilizar la clave her­mética de la analogía, aquella que se erige como el principio intui­tivo del conocimiento, en el sentido de que si el hombre es hecho realmente a imagen y semejanza del Creador es obvio que al pro­fundizar rectamente en sí mismo ha de descubrir un día el secreto iniciático que encubre el alto Misterio del Bien y del Mal y las causas ocultas que determinan ambos efectos. Siguiendo adelante con este principio de analogía, podríamos considerar el Cosmos como una gigantesca y sobrecogedora ampliación del ser humano perfecto y teniendo una cierta idea de la perfección, tal como la evolución de nuestra mente nos la da a entender, no nos será difícil establecer estas relaciones cósmicas con solo considerar que el prin­cipio de analogía corre paralelo al del principio de semejanza que, al parecer, existe como una constante divina en la extensión infinita de todo lo creado.

 

El lector habrá apreciado, sin duda, que en algunos pasajes de nuestro estudio hemos utilizado el término Mal Cósmico en el sentido de que la Perfección absoluta no existe en lugar alguno del Cosmos, ya que de haberla el Espacio, el Universo, el Cosmos en su totalidad, etc., serían un inmenso e indescriptible PRALAYA, un insondable VACIO en donde habría sido reabsorbida para siempre jamás la OBRA perenne de la Creación con sus infinitos y corres­pondientes MANVANTARAS. En la línea de esta idea cabe seña­lar que todo proceso evolutivo, sea cual sea su importancia y trascendencia, obedece a razones kármicas, viniendo cualificado todo Karma por la Ley de Necesidad que obliga a todo Logos crea­dor a REENCARNAR cíclicamente en los insondables Espacios que guardan el secreto del Cosmos manifestado. Habrá que imagi­nar, por tanto, que existen Logos creadores de todas las Jerarquías posibles dentro del cuadro de lo que esotéricamente hemos apren­dido, planetarios, universales, cósmicos y galácticos, cualificando cada uno de Ellos con su particular tipo de evolución y naturaleza expresiva ciertas definidas zonas del Espacio infinito. Esta analogía nos lleva consecuentemente a la consideración de excelsas Potestades Angélicas de evolución análoga a la de tales Logos que, a igual que las que consideramos como factores esenciales en la estructura­ción química de nuestro planeta, cooperan con Aquellos en la subs­tanciación etérica de Sus inconcebibles Sistemas Estelares. Apare­cerá claro también, y siempre hemos depositado mucho énfasis so­bre este punto, que dichos Sistemas constituyen inmensas e inaudi­tas familias cósmicas, inmersas en impresionantes ambientes socia­les, sujetas a igual que nosotros a la Ley de Fraternidad la cual, al parecer, es el factor aglutinante -en el más oculto de los senti­dos- que mantiene la cohesión y el equilibrio de todos los mundos oscilantes...

 

Habremos de imaginar también, siempre desde el ángulo de la analogía, que existirán grandes diferenciaciones de potencial mag­nético entre los infinitos Logos que constituyen tales agrupaciones, pudiendo asegurarse que tales diferencias de potencial producirán -como en el caso corriente de las pilas eléctricas- el Misterio imperecedero de la ELECTRICIDAD, esta ENERGIA de indes­criptibles variaciones, frecuencias e intensidades en orden a la evo­lución cósmica, que utilizan las infinitas e increíbles huestes de An­geles de todas las posibles Jerarquías para construir las estructuras físicas o moleculares que corresponden a cada tipo de Universo. Esto lo hemos dicho ya varias veces durante el curso de este Tratado y aunque pueda aparecer como una innecesaria redundan­cia, deberemos continuar insistiendo sobre este punto, ya que no podemos hablar de Síntesis o de Equilibrio sin aceptar previamente aquella INTERCOMUNICACION LOGOICO-ANGELICA que determina el misterio de la construcción de los mundos.

 

En este orden de cosas deberemos admitir también que en las in­finitas extensiones del Espacio -vean, por favor, cuan limitados son los términos que debemos utilizar- existen ZONAS de tensión o de distensión de carácter magnético, cuyas representaciones obje­tivas tal como aparecen ante nuestra mente tridimensional, pueden aparecer como canalizadoras del Bien o del Mal cósmico, lo mismo que hacemos habitualmente al referirnos a nuestros ambientes cuando nos son agradables y simpáticos o cuando, por el contrario, los conceptuamos de desagradables y repelentes.

 

Ahora bien, al llegar a este punto deberemos considerar si la analogía que utilizamos frente al estudio del inconmensurable Cosmos es válida y representa algún tipo de realidad, o si es inadecuada e imperfecta debido a que nuestra mente es incapaz todavía de utili­zar creadoramente aquella analogía por efecto de la falta de desarrollo de nuestros sentidos superiores. Deberemos decir sobre tal extremo, que no disponemos de otra medida que la de nuestro actual entendimiento y que es a través del mismo que nos esforza­mos por acercamos honestamente a la Verdad...

 

Esta honestidad nos librará, sin duda, de la limitación de ciertos interrogantes científicos que todavía hoy, casi en las postrimerías del siglo XX, están preguntándose si existe vida y conciencia en otros mundos o en otros Universos. Sobre este punto, reconocerán Uds. que la investi­gación esotérica va mucho más allá del intento científico, ya que como inicio de sus investigaciones acepta el hecho de que la Vida lo llena todo, que no existen vacíos en el Cosmos y que la Conciencia y tipo de Forma de cada Universo, obedecen a una sublime mecá­nica en el centro de la cual se agitan unos misteriosos Agentes invi­sibles que utilizan los formidables impulsos creadores surgidos de no importa qué centro Logoico de tensión creadora, para construir los andamiajes y las estructuras de materia cósmica surgidas de aquellos Centros que objetivarán, substanciarán o darán forma a todos los planetas, a todos los Universos y a todas las Galaxias.

 

Utilizando pues la analogía a nuestro alcance y reconociendo, al menos como una necesaria hipótesis, que el Espacio absoluto con­tiene todas las medidas que puedan cualificar la Vida, crear el Entendimiento y construir todas las Formas existentes, aceptare­mos el hecho de que el Bien y el Mal cósmico constituyen una necesaria polaridad, tal como ocurre en nuestro Universo y más concretamente en nuestro planeta Tierra. Así, desde el ángulo eso­térico deberíamos estudiar dicha polaridad considerándola el prin­cipio misterioso del Karma Cósmico, que obliga a la Vida represen­tada por cualquier Centro Logoico de Creación a manifestarse cíclicamente utilizando como Cuerpos de expresión a Universos cada vez más perfectos, sutiles e incluyentes. Vista la idea desde este ángulo de vista, los conceptos de Bien y de Mal aceptados como una necesaria polaridad adoptan esotéricamente el sentido místico del Karma y es a partir de aquí que podemos iniciar realmente un estudio esotérico del Cosmos, equiparando lo que sucede en sus insondables e indescriptibles oquedades con lo que ocurre en nuestro mundo en relación con la humanidad.

 

Si tuviésemos la visión de un inefable Adepto en nuestro intento de descubrir la maravillosa Verdad que se oculta tras el velo de nuestra humana ignorancia, quizás descubriríamos que las ZONAS que anteriormente describíamos como expresiones del Bien o del Mal cósmico, no son sino GIGANTESCAS NEBULOSAS conteniendo las semillas de todo lo correcto o de todo lo incorrecto que realizaron o están realizando las humanidades de todos los Sistemas de Mundos en eterna evolución. El Bien y el Mal en el sentido cósmico tendrían entonces un claro significado psicológico, por cuanto los relacionaríamos con nuestros. ambientes sociales en donde lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto y lo apetecible y lo indeseable, constituyen el eje mágico alrededor del cual oscila la Vida del Espíritu, a través de toda posible expresión de Forma, a fin de ser cada vez más consciente o de tener cada vez más alma y poder afirmar así en el ámbito de lo creado aquel inefable sentido de Síntesis, el Centro Omega de todo proceso creador.

 

Podríamos representar la Ley del Espíritu como el impulso básico y esencial de la Creación y la Ley de la Materia como una expresión objetiva y mágica de aquel impulso, ordenando el proceso de la evolución de acuerdo con aquella parte del Espíritu presente en toda posible manifestación de forma, que llamamos Alma, Cuali­dad o Conciencia y situando entre el Espíritu y el Alma o entre el Alma y la forma física a aquellos excelsos, invisibles e inconcebi­bles Agentes divinos que llamamos Angeles o Devas, los fieles in­térpretes de la Voluntad de Dios.

 

Y son precisamente tales misteriosos Agentes de la Divinidad, los que en la línea de nuestro estudio y en la honestidad de nuestras investigaciones esotéricas consideramos como las Semillas del Bien Cósmico. Del Espíritu a la Materia, siguiendo la inefable Ruta de los Dioses, el Espíritu del Bien, el impulso creador se reviste de substancia material, una substancia que los Angeles fabrican con ETER de todas las posibles densidades en el interior de aquel sublime Espacio que esotéricamente definimos como el Círculo-no-se-pasa de la evolución Logoica y más allá del cual se halla el Espa­cio contenedor de otro Universo en donde -utilizando inteligente­mente la analogía- se inicia el Círculo-no-se-pasa o las fronteras cósmicas en donde otro sublime Logos ha encerrado el Karma de Su Vida para realizar un nuevo proceso creador y recorrer otro indescriptible Camino evolutivo. Pero, el Espíritu en la Materia, la cual representa el aspecto negativo del proceso, el aspecto del Mal, en el sentido del esfuerzo, de la lucha y del desesperado intento de redención o liberación halla también su representación en los Devas constructores de la Forma, en aquellos otros Agentes invisi­bles aunque eternamente presentes que en multiplicidad de huestes y jerarquías, laboran en el seno de la substancia material tratando de construir para el Espíritu divino la más adecuada expresión al Karma de Su Vida representado en las Leyes de la Necesidad que todos los Logos creadores acatan en los abismales repliegues de Sus insondables conciencias.

 

 

La Lucha del Bien y el Mal, la Base Mística de la Creación

 

Si las ideas que acabamos de exponer han sido adecuadamente interpretadas, se llegará fácilmente a la conclusión de que en las inmensas soledades cósmicas y en los divinos Espacios intermolecu­lares de donde extraen los Logos su inconcebible potencia creado­ra, existe una constante lucha -o quizás sería mejor decir un per­manente intento de reconciliación- entre el Bien y el Mal, siendo tales actividades las precursoras de todo posible Universo ya que las Leyes de la Polaridad constituyen, como anteriormente señala­mos, el eje mágico de la evolución alrededor del cual giran todas las expresiones de Vida cósmica, desde el inicio de una Nebulosa en substancia etérica de la más sublime sutilidad, hasta que el mis­terio alquímico de la substanciación angélica la convierte en un maravilloso Universo dotado de todas las infinitas cualidades de la Vida. Así, el orden universal sigue su marcha y el impulso creador eternamente renovado extrae del seno profundo del Espacio todo tipo de Eter cualificado que convenientemente estructurado por las Entidades Angélicas siguiendo un riguroso método de proporción y sabias medidas que son la esencia de sus vidas entregadas a la perfección de la Forma, se convertirá en el adecuado Cáliz que ha de contener el Verbo de la Experiencia, de la Visión y de la Revela­ción de un Logos creador.

 

Desde el ángulo de vista angélico, que es el que nos interesa captar y tratar de comprender, la lucha entre el Bien y el Mal tal como aparece ante nuestra humana visión, se aprecia como un claro intento de unión y reconciliación del Espíritu y la Materia, siendo los Angeles los misteriosos Agentes de tal intento. Toda su obra, desde el inicio del Sistema solar por medio de una Nebulosa hasta la consumación del último Manvántara, es de armonía y equilibrio, ya que su objetivo es la Forma perfecta. Desde un buen principio y utilizando la mecánica de una inteligencia más allá de nuestro alcance, elaboran la materia, la dignifican con sus vidas de armonía y le infunden un orden de proporción y de crecimiento que regirá las sabias medidas, justas y equilibradas a las cuales deberán ajustarse todas las formas expresivas de la Naturaleza. Estas sabias medidas que rigen la perfecta proporción de todas y cada una de las cosas creadas, fueron antaño un secreto iniciático que los grandes artistas del pasado lograron conquistar y las legaron al mundo de la construcción y del arte creador bajo la denominación técnica de medidas áureas o medidas solares. Estas medidas áureas que rigen las proporciones justas y correctas de todos los cuerpos físicos de la Naturaleza constituyen misteriosamente la conciencia de los Devas y es por medio de ellas que construyen las formas perfectas que admiramos por doquier, singularmente en el Reino vegetal en donde Dios, nuestro Logos solar, ha depositado por ra­zones intimas de carácter cósmico Su especial preferencia. La perfección angélica, vista desde el ángulo más profundamente eso­térico, viene determinada por la evolución de las medidas áureas que utilizan en su trabajo de construir formas de Materia para el Espíritu creador, pudiendo asegurar que tal perfección culmina siempre con la plasmación o realización de los llamados ARQUE­TIPOS, es decir, la encarnación perfecta de la Idea de Dios con respecto a un Plano de la Naturaleza, a un definido Reino, a una Raza humana, a una determinada especie dentro de un Reino o a un ser humano que alcanzó la liberación... El ARQUETIPO es, por tanto, el Centro místico del Intento creador, el vórtice de ener­gía dinámica que preside el proceso incesante de la evolución. Rea­lizar el Arquetipo presupone tanto para los Angeles como para los hombres el objetivo místico de la propia perfección; los hombres por la comprensión perfecta de las ideas sublimes encerradas en la Mente de Dios y constituyendo Misterios iniciáticos; los Angeles, porque supieron interpretar adecuadamente la forma de adminis­trar tales Misterios y fueron capaces de construir en consecuencia la Estructura molecular idónea, sabiamente calculada y maravillo­samente dispuesta para poder albergar aquel Cuerpo de Misterios que el hombre introducía en su interior. De esta manera, siempre veremos surgir del glorioso intento creador incontenibles huestes angélicas llevando escritas en sus radiantes auras magnéticas de sublime vibración las suaves medidas áureas a las cuales ajustan perennemente su acción en el tiempo las indescriptibles perfeccio­nes cósmicas.

 

La perfección de un estado natural u original parece también, des­de el ángulo psicológico, como una medida áurea o solar cuya sin­gularidad y sentido de divina proporción son asimismo una obra angélica, de manera que si elevando la idea intelectual a la concep­ción sensible del verdadero artista creador tuviésemos que describir la obra de los Angeles en relación con la manifestación infinita de la Naturaleza, no podríamos hacerlo sino que en términos de sabias y armónicas proporciones, siendo esta perfección la que el hombre debe copiar psicológicamente de la Naturaleza como el único y adecuado Camino de Unión y Reconciliación con la Vida maravillosa de los Angeles.

 

Es al llegar a este punto de comprensión que la Vida del Universo, del planeta, de la Naturaleza o del hombre empieza a adquirir su verdadero significado y a considerar que la analogía -que es la medida proporcional por excelencia en orden al conoci­miento superior- le deparará siempre al ser humano de espíritu investigador la clave mística del reconocimiento integral de todas las cosas. La Vida del Universo que es un concepto total en el sentido del conocimiento esotérico, se manifiesta como una Reali­dad cuya medida espiritual e inmaculado sentido de la proporción se hallan presentes en todas y cada una de las cosas de la Naturale­za, siendo todas ellas perfectas pues perfectas son -de acuerdo con su particular y bien definida misión- las fuerzas naturales o dévicas que siguiendo las directrices de las medidas y proporciones solares, construyen los elementos moleculares mediante los cuales son estructurados los Universos... La perfección de los estados de conciencia de los hombres y los exaltados impulsos de mística reve­rencia de sus almas espirituales, contemplados por un Deva de exaltada evolución, aparecerán siempre como suaves medidas de proporción cósmica. Por ello, cuando en escritos anteriores había­mos afirmado que el hombre es la medida de la Creación, no hacíamos sino preludiar estas otras afirmaciones sobre la propor­ción cósmica de esta medida y presentar a la humanidad como uno de los objetivos principales de la atención de Dios en esta presente fase de cumplimiento universal en lo que al planeta Tierra se refiere.

 

 

El Misterio del Espacio y del Tiempo

 

A medida que avanzamos en nuestro estudio esotérico sobre los Angeles, más grande es nuestra convicción de que la Trinidad com­puesta por los aspectos de Vida, Conciencia y Forma se hallan presentes por doquier, no sólo en lo objetivo, concreto y tangible, sino también en los misteriosos mundos subjetivos en donde nues­tros sentidos físicos no tienen todavía un pleno acceso, pero en donde nuestra mente investigadora que se ha hecho vulnerable a las sutilidades íntimas del Espacio, descubre un insospechable orbe lleno de las más complejas, bellas e inimitables formas. Llegamos a descubrir también, en alas de nuestro sentido investigador, áreas insospechables de vida y de conciencia bajo aspectos y figuras de entidades psicológicas y psíquicas, en aquellas místicas regiones consideradas hasta aquí como sutiles abstracciones filosóficas, es decir, las contenedoras o recipientes del Espacio y del Tiempo. Desde el momento en que hemos descubierto este nuevo y maravilloso mundo, lleno de mágicas influencias celestes flotando incesan­temente a nuestro alrededor y hemos establecido un cierto e inteli­gente contacto con las fuerzas dévicas o angélicas de la Naturaleza, las más filosóficas abstracciones aparecen ante nuestra observación como actividades psicológicas y realidades científicas en todos los niveles posibles de vida y existencia en el dilatado campo expresivo de la Naturaleza.

 

Hemos llegado así a la conclusión de que el Espacio en su absoluta integridad es una Entidad psíquica, inteligente y de carác­ter angélico poseyendo una extraordinaria e insospechable capaci­dad de reacción a todas y cada una de nuestras actividades humanas, desde las más sencillas como el respirar y la asimilación de los alimentos hasta las que motivan las más audaces aventuras a la búsqueda de la Verdad espiritual más profunda e incluyente. Ta­les reacciones obedecen siempre, no lo olvidemos, a las sabias pre­visiones de la Divinidad en Su voluntad de registrar en Su omni­abarcante Conciencia la experiencia psicológica, espiritual o místi­ca que resulta del contacto del ser humano y de todos los demás seres vivientes de la Naturaleza con la Entidad Espacio, la cual, en cada uno de sus infinitos repliegues místicos, alberga a aquella otra Entidad Angélica, parte consubstancial de su Vida, que llamamos Tiempo y cuya acción, apreciada desde el ángulo esotérico, aparece como Energía, lo mismo que hacemos cuando consideramos la acti­vidad de los Angeles o los Devas. El Espacio y el Tiempo guardan aparentemente una relación muy similar a la del Espíritu y la Materia, pudiendo ser medidas las naturales e inevitables reaccio­nes del Espacio en aspectos de Tiempo, variando el concepto de Tiempo como Entidad, o como Energía, de acuerdo con la evolu­ción de cada uno de los Universos que constituyen un Sistema cósmico o un grupo de Galaxias.

 

A medida que vayamos profundizando en la vida de los Devas, singularmente en la de Aquellos que de manera misteriosa consti­tuyen la contraparte mística de la humanidad, nuevos conceptos filosóficos y más elevadas analogías aparecerán ante nuestras inves­tigaciones, adquiriendo valores objetivos las más profundas abstracciones y reconociendo que todo cuanto existe es la obra de una prodigiosa hueste de Entidades dévicas, funcionando sincrónica­mente con el Propósito infinito de una Voluntad Cósmica que trasciende por completo nuestro más elevado entendimiento. Pero, re­conociendo el hecho, investigaremos las leyes divinas a nuestro al­cance para intentar descubrir algunos de sus secretos o misterios, los cuales constituyen el objetivo de todas nuestras investigaciones ocultas. El primero de tales secretos será, sin duda, el reconoci­miento intuitivo -que más adelante será científico- de que las múltiples Jerarquías Angélicas del Universo constituyen la Entidad Espacio; el segundo lo constituirá el reconocimiento de que las actividades de los seres humanos y de todas las humanidades y seres vivientes de los planetas de nuestro Sistema solar son las motivadoras de aquella otra indescriptible Entidad psicológica que en su integridad llamamos Tiempo. Resulta enormemente curioso y al propio tiempo singularmente aleccionador relacionar ambas Entidades con las ideas de Espíritu y Materia y, en una más técnica demostración objetiva, con las del Reino de los Angeles y el Mundo de los hombres. Se abre entonces un nuevo ciclo de investigación esotérica, el cual vendrá seguramente a demostrar que en toda universal actividad dentro de la infinita grandiosidad del Cosmos, concurren tres aspectos esenciales:

 

a. El Espacio

b. El Tiempo

c. El factor Luz, mediante el cual Espacio y Tiempo pueden ser relacionados.

 

Al llegar a esta conclusión, la idea más importante a considerar de acuerdo con nuestras investigaciones sobre el mundo dévico. es la inevitable relación Espacio - Luz - Tiempo con respecto a la pro­ducción de los ambientes sociales que se hallan en la base de las distintas civilizaciones y culturas de la humanidad y constituyen los aspectos fundamentales de la historia. Desde tal ángulo de vista podríamos llegar a una analogía de síntesis. Por ejemplo:

 

 

CONDICION             CUALIDAD              EFECTOS        DEVAS

 

            Espacio  - Espíritu   Mente                     Civilización            AGNISHVATTAS

            Luz         - Alma                     Energía                               Cultura                   AGNISURYAS

            Tiempo   - Cuerpo    Materia                                Historia                 AGNISCHAITAS

 

 

Démonos cuenta así que la historia que registran objetivamente los éteres del Espacio, o Memoria Cósmica de la Naturaleza, no es sino la condensación de las culturas que segregaron subjetivamente las grandes civilizaciones planetarias en el proceso eternamente incansable y vibrante de la evolución. Bastará recordar, en todo caso, cuanto hasta aquí fue dicho en relación con las vidas dévicas y sus incesantes contactos con la vida de la Naturaleza, de la cual el hombre forma parte, y considerar que las contracciones y dilataciones del éter que preludian las infinitas creaciones universales, son la obra de los trabajadores invisibles del mundo oculto, o devas constructores, los cuales, con la luz o la energía de sus vidas tejen -tal como místicamente se dice- todas las formas objetivas y sub­jetivas del Universo. De ahí que desde el ángulo esotérico, ciertas jerarquías dévicas o angélicas son consideradas el aspecto LUZ que ilumina, o la ENERGIA que vivifica los mares insondables del Espacio, de la misma manera que las actividades de los hombres en sus múltiples niveles determinan el fenómeno misterioso del Tiem­po. De esta manera, el maravilloso enigma que subyace en el creci­miento de la más humilde planta, como el que se revela en la forma mística, esencialmente geométrica, de una delicada flor, de un pájaro o del propio ser humano, puede ser medido siempre en términos de Espacio y Tiempo, relacionados y vinculados por el factor Luz, constituyendo estos tres elementos la gloria infinita de la Divinidad en su incansable esfuerzo por SER y por REALIZAR, determinantes del proceso de la Evolución.

 

Si nos atenemos a estas conclusiones, cuando leamos o estudie­mos las páginas de la historia planetaria y enfrentemos los hechos históricos creados por las distintas civilizaciones y culturas del pasado, nuestra mente investigadora penetrará, por analogía, en el carácter psicológico de los hombres que las crearon y comprobará la calidad específica de los Angeles que intervinieron en su manifestación y estructuración, ya se trate de las civilizaciones egipcia, helénica, etrusca o maya o aquella otra, de carácter cósmico, que produjo la gloria del Renacimiento, cuyas bases culturales constitu­yen todavía, en las postrimerías de este siglo XX, unos ARQUETI­POS de inspiración y perfección para la Raza humana.

 

Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, el hombre piensa y, consciente o inconscientemente, CREA y el Angel segre­ga de Sí la energía que corresponde al pensamiento humano; así, de acuerdo con la cualidad del mismo pacientemente ELABORA y CONSTRUYE las condiciones precisas de la existencia organizada de la humanidad. No existe, por tanto, Separatividad entre ambos mundos, el angélico y el humano, pues el sentido del axioma oculto ..la energía sigue al pensamiento es de orden cósmico y no existe impulso alguno de vida en el planeta o en el Universo que no halle en cualquier tipo de Deva la oportunidad infinita de manifestarse. Y esto no reza solamente para los Reinos inferiores de la Naturale­za y para la humanidad, sino también para los Reinos superiores, pues la historia es la misma, aunque escrita con distintos caracte­res, en la Vida inconmensurable del Creador. El aspecto práctico de esta conclusión es que todos contribuimos con nuestros pensa­mientos, emociones y humanas actitudes a escribir la historia del tiempo, pero sólo los sabios conocedores serán capaces de recubrir sus imperecederas páginas con las doradas túnicas de la experien­cia espiritual. Hay, pues, grandes responsabilidades en el orden individual y social, así como oportunidades múltiples de realización si se es consciente de la obra mística de la Naturaleza que la vida de los Angeles nos está constantemente señalando. Es sólo cuestión de abrir los ojos para ver y afinar cuidadosamente el oído para oír, pues todo está hecho ya de acuerdo con los grandes patrones históricos y Arquetipos sublimes vibrantes en los mundos ocultos, desde donde los Angeles, las energías espirituales que siguen y persiguen los pensamientos de los hombres, aguardan con infinita paciencia que la voluntad humana sea fuerte y audaz y decida penetrar con mente clara y corazón puro en sus divinos retiros e inconcebibles santuarios...

 

 

 

Capítulo XII.

 

LOS ANGELES Y LAS INFLUENCIAS ASTROLOGICAS

 

 

Una de las grandes dificultades que tendrá que enfrentar el estu­diante de Astrología de nuestros días es la que hace referencia a lo que esotéricamente se define como personificación de las energías procedentes de cada una de las Constelaciones del Zodíaco, baña­das místicamente en la luz del sol y transportadas o proyectadas sobre nuestro planeta por los misteriosos agentes del éter que dinamizan los espacios universales. De la misma manera que la luz del sol se proyecta sobre la Tierra en virtud de un acto de Decisión so­lar, las energías de las Constelaciones Zodiacales vienen proyecta­das por las grandes Decisiones Cósmicas engendradas en los ocul­tos e indescriptibles centros místicos de donde se origina la vida que anima dichas Constelaciones, pudiendo afirmarse que las corrientes de energía astrológica son actos de Voluntad, de Amor o de Inteligencia engendrados por los potentísimos e incomprensibles Logos que utilizan aquellas Constelaciones como Cuerpos de Mani­festación. El tema visto así, de improviso, aparece como difícilmen­te comprensible dada la aterradora majestad de sus cósmicas reper­cusiones, pero si aplicamos correctamente la analogía veremos cómo la idea aparece clara y sencillamente a nuestro análisis intelectual. Bastará para ello confeccionar mentalmente un simple cuadro de analogía de acuerdo a cuanto esotéricamente sabemos sobre la ley de evolución, es decir, a la ley de jerarquía espiritual que rige para el cosmos absoluto. En nuestro estudio esotérico sobre los Angeles hemos podido comprobar que a cada estado de conciencia humana corresponde una corriente de energía dévica, o sea, que la sensibilidad angélica y su capacidad de crear corrientes de energía eléctrica alrededor del campo magnético humano (su Aura etérica), deben corresponderse forzosamente con las actitu­des mentales, emocionales y físicas de los seres humanos. Es partiendo de esta base que nos fue posible hablar de los ambientes sociales, familiares e individuales dentro de la humanidad. Así, pues, la analogía entre el Angel y el Hombre, creciendo en majes­tad y potencia, puede deparamos una visión muy objetiva de lo que podríamos denominar científicamente corrientes astrológicas, ya se refieran a los astros, a los Sistemas solares o a las propias Constela­ciones que, en su mutua interdependencia, constituyen una Gala­xia. Siguiendo con este orden de ideas podríamos decir que cada Constelación, vista en su conjunto, no es sino el Cuerno objetivo de una Individualidad Psicológica de carácter cósmico cuya Concien­cia, expresando cualidades definidas, se manifiesta -si podemos decirlo así- como un movimiento en el Espacio mediante el cual son invocadas potentísimas Entidades Angélicas, las Cuales con­vierten aquel movimiento en energía y la transportan -vía el éter- a las más alejadas regiones del Cosmos absoluto. El principio hermético la energía sigue al pensamiento puede ser íntegra­mente aplicado aquí, facilitando el trabajo de nuestra mente investigadora. El Gran Iniciado HERMES TRISMEGISTUS les llamó a estas potentísimas Entidades Angélicas “los Gobernadores del Mundo”, concretando la actividad de Aquéllas que más asidua y particularmente toman contacto con nuestro planeta Tierra.

 

Al analizar la definición bíblica de los Siete Espíritus ante el Trono del Señor (El Logos Solar) refiriéndose a los Siete Logos planetarios, Señores de Rayo, Regentes de los Siete planetas sagra­dos de nuestro Universo, es decir, de Vulcano, Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, adivinamos que se hace también una directa referencia a los Siete esplendentes Arcángeles relacionados muy íntimamente con la vida mística de aquéllos. Tales Entidades Angélicas podrían ser análogamente descritas así, de acuerdo con su relación íntima con el planeta sagrado del que dimanan o del cual -por decirlo de alguna más significativa mane­ra- extraen sus energías:

           

ANGEL                                              PLANETA

 

            Raziel       ........................................   Vulcano
            Miguel      ........................................    Mercurio
            Haniel      ........................................     Venus
            Zadquiel   .......................................    Júpiter
            Zapquiel   .......................................    Saturno

Gabriel     .......................................    Urano

Camael              .......................................    Neptuno

 

Hay que tener en cuenta al respecto que la terminación “el”, asig­nada a todo Angel superior, es un símbolo del omnipotente poder de la Divinidad que le asignó un nombre o un atributo creador a cada Angel, a cada ser humano y a cada elemento vivo en el seno infinito de la Naturaleza. Así, si utilizáramos la raíz latina en la denomina­ción de los poderosos Mahadevas que rigen las energías que surgen de las Constelaciones del Zodíaco, los denominaríamos así: Ariel, Tauriel, Cancriel, Leoniel, Virginiel, Libriel, Escorpiel, Capriel, Acuariel y Pisciel, en vez de la raíz hebraica que los denomina así:

 

Aries                          Malquidiel

Tauro                         Armodel

Géminis                     Ambriel

Cáncer                                   Muriel

Leo                            Verquiel

Virgo                          Hamaliel

Libra                          Zuriel

Escorpio                   Barquiel

Sagitario                   Aduaquiel

Capricornio              Hanael

Acuario                                   Gambiel

Piscis                         Batquiel

 

Pero prescindiendo de tales denominaciones que sólo deben ser tenidas en cuenta desde el ángulo lingüístico, lo interesante para nosotros es tratar de captar el significado íntimo de las corrientes astrológicas que desde todas las partes del cielo se precipitan sobre nuestro planeta, ya que lo más importante desde el ángulo esotéri­co es cómo captar adecuadamente tales energías y cómo canalizarlas individualmente para crear correctos ambientes sociales, lo cual únicamente será posible si nuestra vida personal es tan correcta que pueda servir de adecuado cauce a aquellas corrientes de ener­gía astrológica, algunas de las cuales hacen vibrar los éteres del espacio a unas notas de tal elevada frecuencia que sólo pueden ser canalizadas perfectamente por los grandes Angeles planetarios o por los altos Iniciados de la Jerarquía. Sin embargo, a los seres humanos de una cierta evolución les cabe la suerte -si podemos decirlo así- de acogerse consciente o inconscientemente a las in­fluencias angélicas o astrológicas que rigen los ciclos menores del tiempo, llamados esotéricamente tatwas, y también los que se derivan del movimiento de rotación de la Tierra, es decir, del día, de la noche, de las auroras y de los crepúsculos, así como de los del movimiento de traslación del planeta alrededor del sol que originan las cuatro estaciones del año... Por todas estas coincidencias que influyen poderosamente en el destino humano, cabe admitir la importancia del conocimiento del mundo dévico en relación con la vida de la Naturaleza y de la sabia definición del gran iniciado HERMES TRISMEGISTUS, que les asignaba a los Angeles la denominación de gobernadores del mundo.

 

Ahora bien, de acuerdo con la descripción esotérica hasta aquí realizada para definir las distintas jerarquías angélicas que operan en y a través de nuestro Universo, habrá que hacerse un énfasis especial a las jerarquías que actúan más allá del círculo-no-se-pasa del Sistema solar por cuanto personifican las energías que provienen de las Doce Constelaciones Zodiacales que constituyen nuestro cielo sideral y que a través de los grandes Angeles planetarios convergen en la vida evolutiva del planeta a través de las fuerzas ocultas que rigen el complejo molecular de los elementos químicos de la Naturaleza, es decir, los elementales constructores del aire, del fuego, del agua y de la tierra, llamados esotéricamente en nuestro Tratado, sílfides, salamandras, ondinas y gnomos... Un atento examen del diagrama que sigue nos informará acerca de las relaciones astrológicas que existen entre las grandes Constelaciones, los Angeles, los planetas y la vida oculta de la Naturaleza a través de los pequeños gobernantes de los elementos, reconocidos esotéricamente como elementales constructores: (ver pág. 153)

 

 

CONSTELACIONES            PLANETAS               ANGELES       ELEMENTO        DEVAS CONSTRUCTORES

 

Aries  .........................   Marte

Leo  ...........................   Sol     ..............     Agnis  ..........    Fuego   ..........    Salamandras

Sagitario  ...................  Júpiter

 

 

Tauro  ........................  Venus

Virgo  .........................  Mercurio  .........    Saturnos  .......  Tierra             ...........    Gnomos o espíritus

Capricornio  ...............  Saturno                                                                     de la tierra.

 

 

Géminis  .....................  Mercurio

Libra  ..........................  Venus    ...........    Mercurios  .......  Aire  ............      Sílfides o Silfos

Acuario  ......................  Urano

 

 

Cáncer  ......................   La Luna

Escorpio  ....................   Marte    ...........    Neptunos  .......  Agua  ...........      Ondinas

Piscis  ........................    Plutón

 

 

Este diagrama va orientado hacia la comprensión espiritual del hombre corriente. El orden de los planetas regentes variaría si nos atuviésemos a la evolución de los discípulos mundiales y de los Iniciados del planeta. Sin embargo, esperamos que el orden expuesto sea suficiente por ahora, ya que no es nuestro empeño en este Tratado esotérico sobre los Angeles abordar directamente el estudio astrológico, sino que intentamos únicamente establecer analogías para facilitar nuestra investigación sobre la vida de los Devas.

 

 

La personificación Mistica de las Energías

 

El aspirante espiritual debe estudiar el ocultismo desde el ángulo de vista de las causas motivadoras de los acontecimientos planetarios y prestar menos atención a las conclusiones exotéricas basadas en objetividades intelectuales, muy dignas de tener en cuenta, pero del todo punto insuficientes para poder adueñarse del secreto dévico o angélico que rige el mundo de las causas de todos los fenó­menos naturales pero, paradójicamente, deberá experimentar, tan exotéricamente como le sea posible -si puede ser comprendida exactamente esta locución- las verdades esotéricas sometidas a su atención acerca de las causas de toda manifestación objetiva de la Naturaleza y de los ambientes sociales de la humanidad, a fin de poder localizar en el éter a las gloriosas Entidades dévicas cuya misión es personificar las energías logoicas que surgen de todos los puntos del Espacio absoluto y sirven de Vehículos de comunicación entre Sí de todas aquellas Entidades Logoicas cuyo destino inviola­ble es extenderse en magnitud y profundidad por las infinitas regio­nes cósmicas. Siendo así, la misión del aspirante espiritual, cuya participación en la vida evolutiva de la Naturaleza ha de ser cada vez más consciente y efectiva, será sin duda también la de crecer en magnitud y profundidad dentro de los ámbitos planetarios en donde vive, se mueve y tiene el ser, lo cual sólo será posible si se deja influenciar creadoramente por la fuerza mágica de los Angeles y se somete voluntariamente a la actividad moldeadora que Ellos ejercen sobre los hombres y sobre las comunidades sociales de acuerdo con la presión de los majestuosos Arquetipos causales diseñados por la propia Divinidad. De acuerdo con esta idea podríamos decir que el mejor de los consejos que puede serle impartido al aspirante espiritual -hacia el cual van especialmente dirigidos estos comentarios- es que se deje guiar serenamente por las corrientes astrológicas que rigen su destino kármico más bien que el pretender conocer intelectualmente los signos astrológicos que lo rigen. Así avanzará más rápidamente hacia la consumación de su vida kármica ya que, tal como dice el Maestro, mejor es vivir que conocer. Como se verá por poco que se profundice en estas palabras, no se niega en absoluto la efectividad del conocimiento intelectual relacionado con la forma y principal integrador de la mente razonadora, sino que se le pospone únicamente para dar lugar a la cualidad vivencial del Espíritu, el cual está más allá y por encima de todo posible razonamiento. Es decir, y siendo todavía más concretos, en el primer caso y a través de las vías del conoci­miento natural sabemos que existen los Angeles, pero en el segun­do establecemos contacto con sus inmortales Vidas y nos dejamos guiar por las luminosas expresiones de sus Presencias radiantes. La entrada en el Sendero oculto como regla obligada de nuestro propósito espiritual, es el resultado cierto –nos demos o no cuenta de ello- de alguna experiencia vivida de carácter angélico. Tal experiencia ha impresionado sin embargo tan potente y fúlgidamente nuestra memoria que ya jamás podremos olvidarla y es aquella luz subjetiva e intuitiva la que lenta aunque persistentemente nos va introduciendo en el Camino iniciático...

 

 

La Astrología, una Ciencia de Comunicación entre Angeles y Hombres

 

Este tema será continuación del anterior, pero concretándolo a aspectos más objetivos y más fácilmente asimilables para la mente intelectual de los aspirantes espirituales. Al definir a la Astrología como una Ciencia de Comunicación o de relación entre Angeles y Hombres, tenemos en cuenta el significado místico del contacto espiritual existente desde siempre por decisiones de la propia Divinidad y que, por ello, escapa totalmente a nuestros comentarios. Intentamos únicamente añadirle un mayor sentido potencial , asignándoles a los hombres sentido creador y a los Angeles cualida­des constructoras. Así, el sentido del axioma esotérico la Energía sigue al Pensamiento, puede ser utilizado igualmente en la locución corrientes de energía ambiental o cuando extendiendo enormemen­te el significado oculto de la misma hacemos uso de la frase corrientes de vida astrológica. En ambos casos se expresa idéntica idea de COPARTICIPACION, ya sea entre Entidades Logoicas y poderosos Arcángeles o entre entidades humanas y Angeles familiares. Lo único que hay que señalar naturalmente es la abismal distancia, medida en términos de evolución, que separa un trascen­dente Arcángel que teje los acontecimientos que constituyen el des­tino creador de un Logos, Señor de un Universo, de una constela­ción o de una Galaxia, de aquel Deva familiar que utilizando los materiales que le suministra la vida espiritual y oculta de un ser humano, le crea los acontecimientos ambientales que configuran y modelan su destino.

 

Por lo tanto, cuando hablamos de la Astrología como una vía natural de. comunicación entre Angeles y hombres en virtud de las energías de los astros, no hacemos sino concretar el proceso en tér­minos fácilmente comprensibles para la mente intelectual. Utili­zando la clave de la analogía nos será útil considerar la relación que existe entre:

 

a.      Las Doce Constelaciones del Zodíaco (Los doce MAHADEVAS).

b.      Los Doce Planetas Sagrados (al finalizar el Mahamanvántara)

c.      Las Doce Lunas del Planeta Júpiter

d.      Las Doce Tribus de Israel

e.      Las Doce Puertas de la Ciudad Celeste (de Shamballa)

f.        Los Doce Trabajos de Hércules

g.      Los Doce Apóstoles (Los doce Angeles planetarios)

h.      Los Doce Pétalos Sagrados del Corazón

i.        Los Doce Meses del Año

 

Esta relación, entresacada de las leyes de la analogía, si bien no completa, nos permitirá extender considerablemente nuestro hori­zonte mental en torno a nuestro estudio esotérico sobre los Angeles ya que tales Entidades, a partir de los Doce Mahadevas de las Constelaciones del Zodíaco que presiden nuestro cielo sideral, están presentes como energías personificadas en todas y cada una de las analogías antes descritas, pues si bien es evidente su actividad bajo la forma de los grandes Mahadevas que personifican o encaman las corrientes de energía que surgen del centro místico de cada Conste­lación, no lo es menos en el sentido de considerar que todas las analogías con base en el número DOCE se corresponden precisa­mente con la actividad dévica y con el número de perfección del Reino de los Angeles.

 

Vemos así, en la relación oculta entre el Zodíaco sideral y los doce planetas sagrados, una posibilidad de largo alcance para la Vida de nuestro Logos solar, ya que si bien en la actualidad son sólo siete los planetas sagrados, tal como vimos en páginas precedentes de este Tratado, hay que tener en cuenta que existen otros tres plane­tas no sagrados: la Tierra, Marte y Plutón, a los cuales habrá que añadir otros dos todavía no descubiertos, pero que ya empiezan a surgir del éter -tal como esotéricamente se dice- totalizando doce planetas, relacionados místicamente con cada una de las doce Constelaciones y que serán sagrados al final de nuestro sistema solar, cuando nuestro Logos haya logrado la perfección del Arque­tipo solar o angélico que corresponde al Universo actual.

 

Según se nos dice esotéricamente hay una misteriosa relación entre los doce planetas sagrados con los doce satélites de Júpiter el cual, a través de cada uno de ellos, canaliza misteriosamente las energías de las doce Constelaciones. Hay que advertir al respecto que Júpiter es un planeta sagrado vinculado con las energías del segundo Rayo, el mismo que rige la Vida de nuestro Logos solar y que su relación con ESTE es similar a la que unía místicamente la vida de Juan, el discípulo más amado, con la de Cristo, el Representante de las energías del segundo Rayo de AMOR en nuestro planeta. Hay que tratar de ver en toda posible analogía una base de realidad, que no es meramente simbólica sino que intenta precisa­mente expresar verdades universales. Los doce hijos de Jacob, las doce Tribus de Israel y las doce Puertas de la Ciudad Celeste (Jerusalén), son analogías muy significativas de las Doce Constela­ciones, aunque concretizadas en los aspectos bíblicos de pueblo ele­gido, teniendo en cuenta, sin embargo, que toda la humanidad y no únicamente el pueblo judío es el pueblo elegido por la Divini­dad, siendo Jerusalén, la Tierra Prometida, un símbolo del Centro místico de SHAMBALLA y las doce puertas que dan acceso a este Centro Celeste son las corrientes astrológicas del Zodíaco que el ser humano perfecto ha de dominar antes de poder penetrar en el recinto secreto de SHAMBALLA, el Centro en donde la Voluntad de Dios (el Logos solar) es conocida...

 

Tiene entonces una realidad plenamente objetiva el mito de los doce trabajos de Hércules, siendo Hércules la personificación del Iniciado que obtuvo la perfección en cada uno de los doce signos del Zodíaco y en cada uno de los Siete Rayos: 12+7=19, 1 + 9 = 10, número que, como Uds. saben, es el de la perfección humana. Siendo más concretos todavía, deberíamos decir que cada uno de los trabajos de Hércules se realiza en el corazón del Iniciado a través de cada uno de los doce pétalos del chacra cardíaco, un trabajo que repercute en el chacra coronario, en cuyo centro espiri­tual y en el momento cúspide de la quinta Iniciación resplandece la estrella mística de doce puntas de un indescriptible blanco inma­culado, representación infinita en la vida del hombre perfecto de la perfección del Logos Solar, cuyo Centro Cardíaco de Doce resplan­decientes Pétalos está constituido por todos los Hércules planeta­rios, o Maestros de Compasión y Sabiduría de todas las humanida­des de este Sistema Solar, que alcanzaron la perfección en cada uno de los Doce Signos del Zodíaco.

 

 

Los Ciclos de Vida Universal

 

Las ideas precedentes tratan, como Uds. habrán podido compro­bar, con la ley universal de los ciclos, es decir, con los períodos de actividad con que son divididos dentro de la inmensidad del espacio los momentos augustos del tiempo. Este último se basa, dentro de un plano tridimensional, en los movimientos de rotación y de traslación de los astros, siendo mayores naturalmente los ciclos de tiempo correspondientes a las inmensas orbitaciones de los gran­des sistemas. No hay una correspondencia exacta, por tanto, entre el movimiento de rotación y de traslación de nuestro planeta y el de otro planeta, mayor o menor, dentro de nuestro Universo, desde el ángulo de vista del tiempo, ya que será tanto más extenso el recorrido u orbitación de cualquier planeta o astro celeste cuanto más alejado se halle de su centro solar, por lo cual casi resultará imposible conceptuar la magnitud de los ciclos del tiempo cuando los condicionemos a los gigantescos centros solares, galácticos o cósmicos que se mueven dentro de la extensión infinita del Espacio absoluto. La relación Espacio-Tiempo parece ser, sin embargo, la medida natural de la evolución en lo que a la ley de ciclos respecta, siendo el Espacio la gran Matriz Cósmica de todas las formas uni­versales y el Tiempo el factor condicionante del Espacio, cuando movidos por las Leyes infinitas de la Necesidad Kármica se sienten atraídos los Logos creadores hacia los periodos cíclicos de la Ma­nifestación.

 

Pese al contenido abstracto de estas ideas nos será posible, sin embargo, llegar a la conclusión de que la noción de tiempo es muy relativa, ya que se halla condicionada siempre a las mayores o menores magnitudes de las orbitaciones cíclicas de los astros. Hay que considerar no obstante -y esta es una conclusión definidamente esotérica- que cuanto mayor sea una orbitación mayor será asimismo la efusión de energía proveniente de cualquier centro solar, siendo mayores y más potentes, por tanto, las Energías Angélicas cuyas excelsas Vidas galvanizan los éteres espaciales dentro de los cuales tienen lugar aquellas tremendas orbitaciones, estando muy estrechamente vinculada la ley espiritual de Jerarquía con la magnitud de una orbitación, de la misma manera que la expansión del campo magnético humano en el orden espiritual dependerá de la evolución de la conciencia, situada constantemente en el centro de la tensión espacio-tiempo la cual, una vez superada a través de las leyes de la evolución se convertirá en equilibrio, es decir, en la armonía integral que se produce cuando la conciencia se ha liberado de toda posible polaridad en el devenir de su vida individual.

 

La energía producida por las orbitaciones de los cuerpos celestes al rasgar los espacios siderales, tendrá una medida constante para cada astro, siendo proporcional la energía a la magnitud de las or­bitaciones, o sea, que a mayor orbitación mayor cantidad generada de energía. La cualidad de dicha energía vendrá determinada naturalmente por la ley de Jerarquía, de la cual cada Logos es un exaltado exponente. Otros conceptos. que pueden ser extraídos en relación con estas ideas que vamos exponiendo tendrán que ver con Las vinculaciones astrológicas existentes entre todos y cada uno de Los Sistemas estelares en movimiento de expansión cíclica y con las cualidades de las energías, o corrientes de Vida dévica de Rayo, que surgen de cada centro logoico de creación.

 

Contemplado el Universo desde este ángulo de vista aparecerá surcado, sin duda, por una infinita gama de energías, matizadas por la luz, la nota o el sonido que emiten los Logos de cada esquema solar y transportadas por los Angeles, de todas las jerar­quías posibles, a través del espacio absoluto, estando marcado cada Angel por la impronta o sello específico de tales corrientes de energía, definidas esotéricamente como de FRICCION ya que, al parecer, tienen que ver directamente con el Fuego creador de la Divinidad de cada esquema y radicando ahí, en esta idea, una ex­plicación científica de las causas de la electricidad tal como la conocemos en nuestro planeta. Bien, como Uds. verán, deberemos extremar mucho nuestro sentido de la analogía sobre este punto, ya que se trata ni más ni menos que de comprender la ley mística de Los contactos establecidos, vía el espacio, por todos los Logos crea­dores y grandes Arcángeles dentro de la infinita majestad del Cosmos.

 

Deberemos suponer también, de acuerdo con estos nuevos con­ceptos que vamos emitiendo, que las auras angélicas o vestidura etérica de que se apropian las distintas y numerosas jerarquías de Angeles en el Cosmos como símbolo de poder y majestad, variarán sensiblemente en color, radiación y poder de acuerdo con la evolución del Centro Logoico de donde procedan y también según sea la magnitud de la orbitación de este centro solar en relación con otros centros solares y la intensidad de las fricciones que origi­nan en su desplazamiento por el espacio. El sonido que producirá el éter del espacio al ser rasgado equivaldrá a una nota o sonido cósmico y el fuego que surja por efecto de las intensas fricciones originará para cada Universo un tipo peculiar de energía, electrici­dad o corriente astrológica que los astrólogos del futuro deberán te­ner en cuenta, considerándola no como una simple energía estelar, sino como un tremendo poder psicológico que les dará la clave del karma de nuestro planeta. Podríamos añadir también -siempre de acuerdo con la analogía- que si a igual que un exaltado RISHI pudiésemos contemplar el Universo desde su elevada atalaya cósmi­ca, percibiríamos en el fuego de la fricción un color definido de acuerdo con las cualidades espirituales que surgen de los centros logoicos, oiríamos un sonido, el mántram universal que repiten incesantemente las jerarquías angélicas y observaríamos una forma geométrica, la del Arquetipo que cada Logos creador tiene el Dharma de realizar y llevar a la perfección. El tema, si bien profundamente sugestivo es también extremadamente complejo y la analogía no será suficiente quizás para poder darnos una idea de estos ángulos de percepción tan vastos... Deberemos confiar mucho, por tanto, en la capacidad intuitiva de nuestra conciencia y en la profundidad y persistencia de nuestras investigaciones. De todas maneras, se halla ahí, en esta idea, una explicación esotérica de aquel fenómeno cósmico definido ocultamente como Música de las Esferas, la cual sólo puede ser oída por los grandes Iniciados del Sistema. Los oídos mortales del ser humano sólo pueden escuchar algunas de las notas de aquella mágica sinfonía, las cuales se traducen en la música que nos cautiva, sensibiliza y deleita. Volviendo a la idea cósmica que nos ocupa, podríamos decir que de la misma manera que el perfume precede siempre a la flor, la música de un planeta precede asimismo constantemente el paso de su cuerpo celeste por el espacio y los oídos logoicos de todas las comunidades cósmicas podrán detectarle y deleitarse -si podemos decirlo así- de la Melodía que producen los Angeles de aquel cuerpo celeste y determinan su cósmica identificación, ya que aquella melodía en su integridad constituye el NOMBRE augusto del Logos que lo rige y representa. De ahí la importancia asignada esotéricamente al Nombre, ya se refiera a los hombres o a los Devas, por cuanto en el Nombre subyace el secreto iniciático del Reconocimiento espiritual y las bases íntimas de la universal perfección. El tema del Nombre y su importancia iniciática fue estudiado en el segundo libro de este Tratado. Nos abstendremos por tanto de insistir sobre el mismo. Sin embargo, y ya para terminar, quisiéramos establecer unas nuevas analogías las cuales podrán ayudamos en el devenir de futuras investigaciones:

 

 

a. EL NOMBRE:

     VIDA

 

Siempre se refiere al Hombre espiritual, ya sea un Logos o un ser humano.

 

b. EL SONIDO:

    CUALIDAD

 

El Mántram en relación con el Nombre, pronunciado por los Devas en sus infinitas jerarquías, para producir tensión creadora y expresar las cualidades implícitas en la  pronunciación del Nombre.

             

c. EL ECO:

    APARIENCIA

 

La extensión del Sonido por los Espacios universales, mezclándose con el eco de otros Nombres o Sonidos y produciendo “relación cósmica”.

 

 

 

Estos tres factores, aplicados a la vida de nuestro Universo, darían lugar a lo que esotéricamente definimos como Espíritu, Alma y Cuerpo. En relación con el hombre corriente esta triple manifestación se expresaría como mente, sensibilidad y cuerpo físico y con respecto al orden general de la existencia, tal como se expresa en nuestro planeta, surgirían como siempre los tres aspec­tos vitales tantas veces repetidos en las páginas de este Tratado, es decir:

 

a.      Sonido

b.      Color

c.      Forma Geométrica

 

una constante cósmica, eternamente invariable que igual puede ser aplicada al más elevado Universo como al más diminuto de los átomos. El principio de analogía, inteligentemente aplicado, nos dará siempre la clave esotérica o mística de cualquier estudio o de cualquier idea, por elevadas que sean sus implicaciones.

 

 

La división esotérica del mundo por las Grandes Jerarquías Dévicas

 

De acuerdo con el sentido territorial el planeta se halla dividido en cinco Continentes, siendo actualmente cinco las razas humanas que realizan su evolución en nuestro mundo. La jerarquía angélica de los AGNISCHAITAS, más directamente vinculada con la crea­ción física de la Naturaleza, tienen poder sobre los cinco grandes grupos de elementos que producen el fenómeno de la vida en todo el contenido substancial planetario, es decir, en la tierra, en el agua, en el fuego, en el aire y en el éter que es el elemento cualificador e integrador. Los seres humanos poseen cinco sentidos normales de percepción, vista, oído, olfato, gusto y tacto y según se nos dice esotéricamente los más avanzados deberán desarrollar también cinco sentidos en cada uno de sus cuerpos sutiles, el astral, el mental, el búdico y el átmico, en el devenir de la presente Cuarta Ronda. Pasar de ahí, en lo que al ser humano se refiere, sería una empresa vana considerando el desarrollo espiritual de la humanidad del presente. Sabemos, a través de nuestras investiga­ciones esotéricas, que hay en el mundo hombres de elevadísima integración espiritual, tales como los Iniciados de la Jerarquía planetaria quienes, merced a los esfuerzos, devo­ción al trabajo interno y a las férreas disciplinas de Sus vidas, lograron desarrollar los sentidos correspondientes a cada uno de los cuerpos o vehículos de manifestación cíclica o evolutiva en la presente Ronda planetaria, y aún otros dos que para la inmensa mayoría de la humanidad constituyen sólo unas vagas promesas para más lejanas edades y más avanzados ciclos evolutivos. Como resultado de las profundas investigaciones ocultas, sabemos que en los planetas Venus y Mercurio y posiblemente en alguno otro más de nuestro Sistema solar, las humanidades que en ellos realizan su evolución han desarrollado seis y hasta siete sentidos de percepción interna, lo cual les facilita la percepción en otros niveles más elevados del Universo, a igual que nuestros Adeptos e Inicia­dos. El hecho se debe principalmente a que tales humanidades realizan su evolución en una Cadena o en una Ronda planetaria mas elevada que la nuestra, lo cual puede ser un indicio de que se hallan estrechamente vinculadas con Jerarquías angélicas de ex­traordinaria evolución, teniendo en cuenta que viven, se mueven y tienen el ser en espacios de seis y siete dimensiones, habiendo una directa relación entre las dimensiones del Espacio donde actúan los Angeles y los sentidos desarrollados cíclicamente por todas las hu­manidades del Sistema.

 

Los Angeles de la Naturaleza, es decir, estas potencias ocultas que presiden el orden de la evolución en nuestro planeta Tierra, se mueven en espacios de cinco dimensiones, habida cuenta que los sentidos que tiene que desarrollar nuestra humanidad en cada Pla­no de la Naturaleza son solamente cinco en la actual Ronda plane­taria y en lo que al ser humano respecta. Sabemos, sin embargo, que hay Angeles de exaltada evolución formando parte de nuestra Jerarquía planetaria que se mueven en espacios multidimensiona­les, tales como los que rigen los Planos de la Naturaleza o los que ordenan el proceso de integración de los Reinos, las razas y las especies. En lo que a la gran familia humana se refiere, sólo podemos hablar de los Angeles familiares, de gran evolución espiritual, que viven en muy estrecho contacto con los seres huma­nos constituyendo misteriosamente las bases de sus culturas, civili­zaciones y ambientes sociales, siendo uno de sus principales cometidos facilitarles el desarrollo de los cinco sentidos de percepción en cada uno de sus cuerpos sutiles.

 

Nuestro planeta, como todos los planetas del Sistema solar, es esencialmente septenario aunque en su presente estado de evolu­ción esté desarrollando únicamente una quinta fase de la Voluntad todopoderosa de la Divinidad, y es por esta razón que el número básico ó sagrado que corresponde indistintamente al Reino huma­no y a la evolución dévica es el CINCO, estando representado sim­bólicamente el primero en la forma geométrica del pentágono con la figura de un hombre en el centro y la segunda en la estrella de cinco puntas que brilla esplendorosamente en la radiante cabeza de los Angeles AGNISHVATTAS. El número cinco es, por tanto, el número de la integración que corresponde a la humanidad y al mundo dévico, prescindiendo por completo de si en las filas de la humanidad o en las de las jerarquías angélicas existan excelsas Entidades de tal elevado desarrollo espiritual que posean siete sen­tidos en plena actividad, hayan alcanzado siete iniciaciones o que se muevan en espacios ultradimensionales para medir los cuales nuestra mente actual carece por completo de datos y referencias.

 

Es lógico suponer que al dividir el planeta en cinco Continentes, se obedece jerárquicamente a un claro sentido de analogía con el número cinco que corresponde a la perfección del Cuarto Reino, el Reino humano, en esta presente fase de la evolución planetaria, cuya meta reconocida es alcanzar la conciencia átmica en el quinto Plano del Sistema solar. Se hace referencia también a las cinco je­rarquías de Angeles con los cuales el ser humano podrá establecer contacto a medida que vaya desarrollando sus sentidos o facultades en los niveles subjetivos de la Naturaleza.

 

Desde el ángulo de vista esotérico y utilizando el principio hermé­tico de la analogía, podríamos decir que los cinco Continentes de la Tierra están bajo la dirección de cinco exaltados Angeles de catego­ría espiritual muy similar a la de los Budhas de Actividad, teniendo bajo sus órdenes un increíble número de Devas constructores y es­píritus elementales cuya misión es construir, conservar o destruir las formas de acuerdo con el proceso evolutivo o kármico de aquellos Continentes. Cinco Angeles subalternos, aunque de gran evolución espiritual y dependiendo directamente del Centro místico de SHAMBALLA, enfocan las energías superiores de los Rayos involucrados en esta presente Era de grandes oportunidades espirituales, en cinco definidas ciudades del mundo con objeto de irradiar a través de las mismas el poder dinámico de tres esplen­dentes Entidades cósmicas conocidas esotéricamente bajo los nom­bres de: el Avatar de Síntesis, el Espíritu de la Paz y el Señor Budha, las cuales preparan el Camino para el Avatar de la Nueva Era. Tales ciudades son: Nueva York, Londres, Ginebra, Tokyo (Japón) y Darjeeling (India).

 

Podemos decir también que todas las naciones de la Tierra, a igual que cada Continente, están ocultamente dirigidas por un Angel de elevada jerarquía a quien se le asigna esotéricamente el nombre de espíritu nacional. Las características particulares, idio­sincrasia y temperamento de los ciudadanos de un país obedecen a ciertas improntas de carácter angélico que le prestan a esta nación su propio e inconfundible sello. Si nos diésemos cuenta de estas motivaciones subjetivas,  llegaríamos a distinguir posiblemente las causas profundas de ese espíritu nacional y nuestro grado de afini­dad con el mismo, lo cual significaría que nos habríamos puesto en contacto con el poderoso Deva que rige los destinos de un país, reconociendo su directa participación en la elaboración de su lengua­je, tipo racial, temperamento físico y complejo psicológico y tenien­do en cuenta, además, que dicho Deva canaliza las corrientes as­trológicas de los astros que inciden sobre su particular territorio y condicionan su karma nacional, el cual viene condicionado también por las reacciones psíquicas de cada uno de sus ciudadanos a aquellas impresiones astrológicas o cíclicas. El lenguaje constituye el elemento integrador de un país a través del numerosísimo cortejo de devas menores, cuya misión es escuchar los distintos sonidos que se elevan de la gran masa de sus ciudadanos y según las peculiares reacciones que suscitan en el éter del Espacio, van construyendo lo que podríamos definir como la arquitectura del lenguaje.

 

Tal como dijimos en otra parte de este Tratado, la civilización, la cultura y la ética de las naciones se refleja en la riqueza expresiva de su lenguaje como medio de relación y participación en las tareas encomendadas a cada uno de los ciudadanos de un país, así como en su capacidad de adaptarlo a las necesidades de comunicación internacional, siendo esta necesidad de comunicación un intento de carácter espiritual programado por el Señor del Mundo para una Era no muy lejana de la nuestra actual, para cuya realización será preciso que las naciones más poderosas de la Tierra, olvidando vie­jos antagonismos e intereses, se pongan de acuerdo sobre la base común de un idioma internacional basado en las necesidades humanas y en el espíritu de buena voluntad. Estamos plenamente seguros que los grandes Devas familiares aportarían sus profundos conocimientos sobre los sonidos humanos para que dicho lenguaje tuviese eficacia, fuese de fácil adaptación y encarnase un mágico sentido de unión y creatividad.

 

Lo dicho para las naciones puede ser íntegramente aplicado a los territorios menores que llamamos comarcas, regiones o localidades, siendo de notar que dentro de los límites o fronteras de cada nación la Tierra existe una notable variedad de carácteres y temperamentos, así como inflexiones específicas y muy particularizadas dentro del mismo lenguaje o sistema de expresión que le prestan singulares y determinadas diferenciaciones. Veamos, por tanto, cuan difícil le será a la humanidad llegar a un correcto entendi­miento en el orden general planetario cuando tantas y tan diversas variantes existen dentro de las propias fronteras de un país...

 

Cada espacio terrestre, sea nacional, comarcal o territorial viene regido por sus particulares Devas, los cuales tienen una inexplicable y misteriosa conciencia de su misión. Así, cada lugar de la Tierra, desde el más amable y acogedor hasta el más árido e inhóspito, está ocultamente regido por sus correspondientes entida­des dévicas las cuales están haciendo llegar su influencia o radio de actividad magnética a los lugares más ocultos e impenetrables por medio de los elementales constructores a los que hicimos amplia re­ferencia en otras partes de este Tratado. Un hermoso paisaje lleno de verdor y cálido ensueño, lo mismo que el árido y reseco desierto, están ocultamente dinamizados por los Devas, sea cual sea su estir­pe o jerarquía, cumpliendo su misión de acuerdo con el karma pla­netario, pudiendo afirmarse que a medida que la humanidad vaya avanzando en su evolución serán más acogedoras y menos hostiles las condiciones climatológicas y los ambientes sociales del planeta. No habrán entonces zonas inhóspitas, desiertas, yermas o áridas como las de las cercanías de los polos o del ecuador. Las pequeñas voluntades de los hombres, que son parte de la Voluntad de Dios, harán posible que el eje de la Tierra enderezca su posición con respecto al plano horizontal de su eclíptica y se produzca por efecto de ello un estado de armonía general que le depare al conjunto planetario un clima de físico bienestar y ambientes socia­les fraternales y correctos para todos los hijos de los hombres.

 

No estamos traficando con sueños ni nos atraen las visiones exageradamente místicas en las líneas descriptivas de este Tratado. No hacemos sino repetir con diferentes palabras lo dicho y repetido por los grandes Iniciados de nuestro planeta: “. . .La Naturaleza cumpli­rá su misión de armonía cuando el hombre haya cumplido la suya de paz, fraternidad y justicia”.

 

 

 

 

Capítulo XIII

 

EGREGORES

 

 

Con el nombre genérico de EGREGORES vamos a conceptuar esotéricamente todas las formas psíquicas que viven y se mueven dentro de los distintos éteres que constituyen el espacio planetario. Tal como vimos en otra parte de este Tratado, hay EGREGORES provenientes de un remoto pasado que todavía pululan por los bajos niveles del plano astral y son proyectores de energía negativa sobre el aura etérica de nuestro mundo. Otros, de carácter más reciente y producidos por la raza aria, contienen grandes reservas de energía mental y su poder es notorio en la vida planetaria determinando lo que corrientemente llamamos ambiente social, político, cultural, religioso, etc., de las naciones. Los EGREGO­RES se hallan por doquier, en las pequeñas comunidades y en las grandes concentraciones sociales, pues allí en donde participe acti­vamente el espíritu humano, allí se fomentan y se construyen EGREGORES. Así, el término EGREGOR tiene para el investiga­dor esotérico un sentido total y absoluto, ya que de una u otra manera es la representación genuina del alma de los pueblos, es decir, la expresión de su grado de civilización y cultura. Si investi­gamos el proceso histórico del planeta y sus repercusiones psicoló­gicas sobre la humanidad del presente desde el ángulo oculto, com­probaremos la existencia de tres principales tipos de EGREGORES en el aura etérica de la Tierra:

 

1º EGREGORES creados en las primeras subrazas de la Raza Lemur y transportados, vía el éter, a nuestros días por la inco­rrecta forma de pensar, sentir y actuar de las razas del presente, constituyendo los vastos semilleros de virus y bacte­rias que originan las más importantes y dolorosas enfermeda­des físicas de la humanidad.

 

2º EGREGORES, dotados de un portentoso poder, procedentes de las antiguas humanidades atlantes. Constituyen potentísi­mas concentraciones de energía psíquica y se expresan en los subplanos inferiores del plano astral condicionando poderosa­mente a la conciencia humana. Según el punto de vista de la Jerarquía espiritual del planeta, estos EGREGORES son el principal enemigo de los aspirantes y discípulos del mundo en su intento de integrarse espiritualmente y establecer contacto con su Yo superior.

 

  EGREGORES construidos en materia mental y gravitando so­bre los éteres planetarios. Fueron creados inicialmente por las humanidades de las cinco subrazas de la Raza Aria. Algunas de sus formas son realmente destructivas por el espíritu de separatividad que encarnan. Otras, por el contrario, son buenas y aparecen actualmente como positivas, aunque al adentrarse la humanidad dentro del área de luz del cumplimiento causal de la Raza, deberán ser finalmente destruidas pese a las cuali­dades que encarnan y ser reemplazadas por otras más adecua­das para la evolución de las sucesivas subrazas que irán apa­reciendo. Algunas de estas formas mentales son expresiones del saber científico, pero aparecen frías y sin contenido espiri­tual. Es precisamente esta circunstancia la que aleja a los cien­tíficos del mundo de las causas originales de la energía. Como bien decía un gran Maestro de la Jerarquía a principios de este siglo: “La Ciencia carece todavía de corazón, de ahí la peligro­sidad de sus conquistas iniciales.” La visión de este Maestro se­ñalaba una vez más en la historia de la Logia el peligro que su­pone el conocimiento sin haber madurado suficientemente el sentimiento de fraternidad dentro del corazón.

 

Con este triple legado kármico de substanciados EGREGORES enfrenta la humanidad del presente el proceso de su espiritual evolución, debiendo ser debidamente señalado que la Nueva Era, a la cual nos referimos tan frecuentemente, será de una tremenda lucha contra los EGREGORES que en distintos niveles y bajo una prodigiosa diversidad de matices constituyen las bases de nuestra civilización actual. Habida cuenta de que este Tratado Esotérico sobre los Angeles ha de constituir una obra genuinamente práctica que trascienda el propio conocimiento de las ideas tratadas, hemos creído oportuno profundizar lo más posible en este tema de los EGREGORES, a fin de que el aspirante espiritual de nuestros días y aún el propio discípulo en entrenamiento esotérico, puedan utilizar los conocimientos impartidos en forma práctica y eficiente, contribuyendo de alguna manera a la obra de la Jerarquía planeta­ria en Su intento de limpiar los ambientes planetarios para que el Avatar de la Nueva Era pueda crear sin dificultades el Camino de Luz que lo acercará a la Tierra y al corazón de los seres humanos de buena voluntad.

 

 

¿Qué es un EGREGOR?

 

Un EGREGOR, técnicamente hablando, es un núcleo de subs­tancia mental, psíquica o etérica creada por el modo de pensar, sentir y actuar de los seres humanos en no importa qué plano ni en qué tiempo de la historia del mundo, cuya forma psíquica, encar­nando aquellas cualidades expresivas de conciencia, ha sido cons­truida por los devas substanciadores de la energía en cualquier nivel de la vida de la Naturaleza. Es decir, que todo impulso vital o substancial surgiendo de los individuos o de las comunidades socia­les del mundo y siguiendo la línea creadora de la conciencia, produce inevitablemente una reacción dévica del espacio y producto de ella es la forma psíquica de un EGREGOR. Pero, hay que señalar al respecto que hay EGREGORES efímeros y EGREGO­RES permanentes. Los primeros obedecen a impulsos psíquicos o estados de conciencia esporádicos y sin fuerza aglutinante; los segundos son el resultado de la acumulación de materia psíquica realizada de manera constante y permanente por efecto de los esta­dos de conciencia habituales, ya sea de los individuos o de los grupos. En todo caso, la respuesta dévica a los impulsos psíquicos creados por la humanidad a distintos niveles y con carácter asiduo o permanente, constituye lo que corrientemente llamamos ambien­tes sociales y comunales, siendo éstos la base de la civilización y cultura de los pueblos.

 

En el segundo libro de este Tratado hicimos extensa referencia a los EGREGORES CONSTRUIDOS POR LOS DEVAS DEL AIRE utilizando el poder de los ritos, de las ceremonias litúrgicas y medi­taciones llevados a cabo regularmente por las distintas religiones, sociedades secretas y escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual del mundo, determinando formas psíquicas de gran poder magnético que afectan el ambiente particular de tales comunidades y asociaciones, pero que también, y en forma más subjetiva y oculta, operan sobre las conciencias de los demás individuos y grupos determinando el fenómeno psicológico místicamente reco­nocido como del despertar espiritual del alma. Esta es la manera mediante la cual el fermento social de elevación y dignificación de la conciencia se produce. Los EGREGORES, en tal caso y en tanto sean necesarios, resultan positivos y es lícito mantenerlos en ilumi­nada tensión, tal como se dice esotéricamente.

 

Existen, por el contrario, otras formas de EGREGORES mani­fiestamente negativos, producidos por la conciencia separativa de la humanidad, por su actos de egoísmo y por su manifiesta incapa­cidad de acogerse al bien y de rechazar el mal. Estos EGREGO­RES son, desdichadamente, los más numerosos y los que más frecuentemente encuentra el discípulo en su incesante caminar hacia las alturas espirituales en donde se hallan asentadas la paz, la sere­nidad y la comprensión humana. El poder de los EGREGORES actuales de carácter inferior, vienen notablemente estimulados por la presencia en los ambientes psíquicos planetarios de aquellos otros potentísimos EGREGORES del pasado, creados por las humanidades que realizaron su evolución en las razas Atlante y Lemur y que -según decía un viejo Maestro de la Jerarquía-”... impiden el desarrollo de las nobles cualidades espirituales de la Raza y constituyen el verdadero KURUKSETRA, o campo de batalla del discípulo” en su empeño de establecer contacto con el Angel Solar de su vida y recibir de Este la gloria de la inspiración causal. Sea como sea, el proceso de exteriorización de la Jerarquía y el Retorno del Avatar, dependen única y exclusivamente -en estas primeras fases del Gran Intento- de la capacidad de visión y del determinismo espiritual de los discípulos mundiales que han de destruir dentro de sí mismos y a su inmediato alrededor a todos los EGREGORES de carácter negativo que los devas inferiores man­tienen substanciados y objetivamente corporizados en los bajos ni­veles del plano astral. Los EGREGORES DE ESTE PLANO son los más vigorosos debido a que sobre sus siete subplanos se proyecta muy potentemente la fuerza mística del Segundo Rayo, el del propio LOGOS de nuestro Sistema Solar. De ahí que el plano astral constituya para la humanidad la línea de mínima resistencia para la elaboración de sus estados de conciencia y, consiguiente­mente, para poder invocar -utilizando aquí un término justo y adecuado- a los devas astrales cuya misión es substanciar los estados de conciencia de los hombres y crear los ambientes psíqui­cos de la humanidad.

 

Los lectores que hayan analizado el segundo volumen de este Tratado Esotérico sobre los Angeles, recordarán sin duda cuanto allí fue dicho acerca de los EGREGORES existentes en todos los planos o niveles de manifestación humana y tendrán quizás una certera noción de las dificultades que ha de entrañar su destrucción, aún reconociendo que son de carácter negativo, debido a que la conciencia de los seres humanos -salvo contadas excepciones- se halla plenamente identificada con tales EGREGORES y le resul­ta tremendamente difícil y hasta penoso luchar contra ellos ya que parecen formar parte del propio equipo individual y su destrucción motiva a veces verdadera aflicción y dolor. La contraparte superior y sublime de ese estado de tensión, dolor y lucha por destruir los EGREGORES se halla en el ARHAT, el Gran Iniciado, que ha de destruir su Cuerpo causal o Cuerpo de Luz con el cual estuvo ínti­mamente vinculado durante millones de años, antes de poder pene­trar en el Misterio infinito de la Quinta Iniciación y convertirse en un Adepto, Maestro de Compasión y Sabiduría.

 

Los distintos tipos de EGREGORES cualifican la vida de los indi­viduos y de los grupos, quienes han producido una gigantesca acumulación de energía por efecto de sus ordinarios y habituales estados de conciencia y la forma de tales EGREGORES, construida por una impresionante cantidad de devas afines, se convierte en el condicionamiento kármico que sofoca las nobles cualidades espirituales de la humanidad. Hemos visto durante el curso de este Tratado cómo la acumulación incesante de energía psíquica creaba una ingente cantidad de EGREGORES los cuales, agrupados por orden de densidad o de cualidad vibratoria, se reunían en dos gran­des e incluyentes grupos constituyendo aquellas dos potentísimas y misteriosas Entidades que esotéricamente definimos como el GUARDIAN DEL UMBRAL y el ANGEL DE LA PRESENCIA, nefasta y altamente negativa la primera por ser el receptáculo de todas las expresiones inferiores de la humanidad y apetecible y correcta la segunda, por cuanto encarna los mejores anhelos y aspi­raciones espirituales de los seres humanos. La lucha de los aspirantes inteligentes y de buena voluntad y de los discípulos en entrena­miento espiritual se realiza en el centro de estos dos potentísimos EGREGORES raciales, de ahí el principio místico de todas las religiones que afanosamente predican la paz, el orden, la serenidad y el equilibrio, ya que es en el centro mismo de toda dualidad o separatividad humana donde la lucha adquiere caracteres de verda­dera epopeya y el relato de esta lucha constituye, de una u otra manera, el Cuerpo de Misterios de aquellas religiones o comunida­des espirituales.

 

 

¿Como identificar a un EGREGOR?

 

Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, un EGREGOR es una masa de energía psíquica dotada de una forma objetiva en el plano donde habitualmente se manifiesta. Esta forma ofrece la particularidad de adaptarse a las expresiones de la personalidad psicológica humana, cuando ésta experimenta ciertos estados de conciencia, tales como el odio, la envidia, el miedo o la desespera­ción o, por el contrario, la benevolencia, el afecto, la compasión, la decisión o el valor. La acumulación de las energías psíquicas exigiendo una forma -he ahí una locución que merece un cuida­doso estudio- halla en los distintos éteres del espacio cualificado que rodea y compenetra a nuestro planeta, la respuesta justa y ade­cuada. La actividad de ciertos devas constructores en los distintos niveles de expresión psíquica, produce y determina aquellas formas y una vez creadas se introducen en las mismas constituyendo lo que podríamos denominar esotéricamente un centro de conciencia. Vemos, por tanto, que cualquier tipo de EGREGOR es una acu­mulación de energía psíquica en algún definido nivel, dotada de una forma distintiva y cualificada y mantenida coherentemen­te en el éter por la voluntad instintiva de un centro de concien­cia dévico.

 

La utilización correcta del principio de analogía, la verdadera piedra filosofal en el estudio esotérico, permitirá profundizar toda­vía más el significado íntimo de esta relación, resaltando principal­mente el hecho de que la construcción de formas psíquicas -que más tarde se convertirán en EGREGORES- constituye el sendero evolutivo para ese tipo de devas que en nuestro estudio llamamos los agentes substanciadores del éter. Su evolución particular se rea­liza en el centro mágico de aquella actividad alquímica que con­vierte el defecto en una cualidad o el vicio en una virtud. Esta voluntad dévica de evolución -si podemos llamarla así- se halla sometida al espíritu del hombre y a sus correctos o incorrectos pro­pósitos de vida. De ahí que desde el ángulo esotérico la actividad de tales devas es absolutamente impersonal, siendo siempre los seres humanos los que en definitiva construyen sus buenos o malos ambientes. Hay en estas últimas palabras dos principales significados a tener en cuenta; primero, que el hombre es el único y verda­dero promotor de su destino psicológico y kármico y segundo, que como ser inteligente, como aspirante espiritual o como discípulo en entrenamiento esotérico, tiene el deber de mejorar la condición evolutiva de aquellos devas que son sus servidores en la tarea de construir los EGREGORES que han de condicionar los ambientes individuales, familiares, comunales y sociales de la humanidad y canalizar las tendencias naturales, instintivas o inteligentes de la raza humana.

 

Hemos hecho referencia a las tendencias naturales de la raza humana, porque en esta frase se halla implícito el valor de los términos historia, civilización y cultura con su inmenso caudal de conocimiento y riqueza de experiencia. Los EGREGORES cons­truidos por las distintas humanidades deberían lógicamente ser destruidos una vez cumplida su finalidad de abrir o cerrar ciclos evolutivos y liberar así a la ingente cantidad de devas substanciadores que los estructuraron. Sin embargo, y por desdicha de la huma­nidad, no sucede así y los viejos EGREGORES continúan activos y pletóricos de poder en los niveles psíquicos, impidiendo la marcha natural de la evolución. Una de las razones principales por la que fue escrito este Tratado fue el intento jerárquico de presentar un cuadro lo más completo posible de las condiciones positivas o nega­tivas del espacio planetario, surcado por una inmensa e increíble hueste de EGREGORES, correctos unos porque constituyen pro­yecciones de energía espiritual, incorrectos otros por encarnar tendencias egoístas de la humanidad y constituyendo centros nefastos de energía material que atrae las voluntades humanas a los aspec­tos negativos de la existencia.

 

De ahí, por tanto, las disposiciones jerárquicas al analizar el esta­do actual de la humanidad, de entrenar a los discípulos mundiales en los distintos ASHRAMAS de los Maestros, en la tarea de identi­ficar a los EGREGORES responsables del malestar mundial, con sus tensiones y conflictos, y de crear, mediante el estímulo espiri­tual de sus enaltecidos estados de conciencia, los nuevos EGRE­GORES que han de reorientar el curso de la historia, imprimir un nuevo aliento a la civilización actual y abrir los cauces espirituales de la nueva cultura de la Raza. La lucha contra las tendencias ancestrales, la capacidad de discernimiento y la persistencia en la actitud firme al enfrentar las erróneas condiciones de vida, han de cualificar los nobles intereses jerárquicos en las individualidades avanzadas de la humanidad, constituyendo el más formidable reto del discípulo y de los aspirantes espirituales del mundo ante la avasalladora afluencia de energía cósmica proveniente de la Constela­ción de Acuario.

 

 

¿Cómo destruir los EGREGORES negativos?

 

La respuesta dada por un Maestro de la Jerarquía a la pregunta de un discípulo de Su Ashrama de cómo podría la humanidad librarse del mal fue clara y contundente “. . .practicando el bien!”. La misma respuesta puede ser aplicada a la pregunta de cómo des­truir los EGREGORES negativos que gravitan sobre los ambientes sociales del mundo, es decir, creando EGREGORES nobles y correctos, insuflados de amor al bien y constituyendo verdaderos transmisores de luz causal. La lucha deberá circunscribirse enton­ces al terreno de las relaciones humanas, que es donde mayormente se aprecia la actividad psíquica de los EGREGORES y en la mane­ra de vivir y de comportarse de los ciudadanos de todas las naciones ya que, tal como hemos dicho en otras partes de este Tratado, “... la civilización y la cultura de los pueblos, expresiones de su grado particular de evolución espiritual, dependen de la acti­vidad de los EGREGORES creados por la humanidad y por los misteriosos agentes dévicos del éter a través de las edades”. Aun cuando esotéricamente se acepte como correcto que las formas psí­quicas de tales EGREGORES son construidas por los devas subs­tanciadores del éter, no es menos cierto -y ahí reside la dificultad y la responsabilidad de los hombres y mujeres inteligentes y de bue­na voluntad del mundo- de que la motivación íntima de los mismos se halla en los estados de conciencia elaborados consciente o inconscientemente por la humanidad en cualquier momento cíclico de su historia.

 

Existe, por tanto, una prodigiosa vastedad de EGREGORES negativos, los cuales ocupan zonas definidas en el aura magnética planetaria, constituyendo centros receptores y al propio tiempo proyectores de aquellas energías que en términos esotéricos llama­mos lunares y están en sintonía con las cualidades negativas desarrolladas por los seres humanos en el devenir de sus vidas kár­micas. Tal como tuvimos ocasión de estudiar en capítulos específi­cos de este Tratado, las virtudes y los defectos humanos estaban convenientemente ordenados y clasificados de acuerdo con dos grupos principales; aquellos que en mística cristiana son denomi­nados los siete pecados y las siete virtudes capitales. Los pecados capitales son poderosas entidades psíquicas o EGREGORES dota­dos de una gran consistencia objetiva y substancial, capaces de impresionar la visión del clarividente astral y atormentar frecuente­mente con sus nocivas influencias a las personas sensitivas o sujetas a trastornos nerviosos, al paso que galvanizan los éteres planeta­rios con sus densas radiaciones produciendo lo que corrientemente llamamos malos ambientes. Las siete virtudes espirituales, o las llaves del Espíritu Santo para abrir las puertas del Alma, tal como las denomina asimismo la tradición mística, constituyen las fuerzas del equilibrio al contrarrestar las energías de los EGREGORES negativos con las de los EGREGORES positivos creados por las buenas intenciones y recta conducta de los hombres y promotores por ello de los buenos ambientes sociales.

 

Al llegar a esta fase de nuestro estudio, hacemos hincapié en el hecho de que el EGREGOR, siendo básicamente una creación mental -ya sea en un sentido positivo o negativo, ya que es una creación del alma humana- ofrece la particularidad de estar dota­do de conciencia, una conciencia embrionaria o instintiva, pero con capacidades de acción y de reacción, así como de un alto espíritu de supervivencia. Debido a estas circunstancias, el EGREGOR tiene capacidades de absorción de las energías y también de expan­sión de las mismas, oponiendo una feroz resistencia -si podemos decirlo así- a todas las fuerzas y voluntades que tratan de des­truirle. Se alimenta -utilizando aquí el término correcto y adecua­do- de las buenas o malas voluntades de los hombres, ofreciendo una dura y enconada resistencia a las primeras y absorbiendo las energías de las segundas, cuando se trata de EGREGORES que podemos clasificar de negativos. Por el contrario, los EGREGO­RES positivos, también altamente cohesivos e influyentes, utilizan para su supervivencia las energías que surgen de las cualidades po­sitivas o superiores de los seres humanos y luchan denodadamente contra las que vienen impregnadas de cualidades inferiores. La re­solución psicológica del problema del bien y del mal, así como del equilibrio estable en la vida del hombre aquí en la Tierra, depende únicamente de saber crear buenos EGREGORES. Tal es el problema que enfrentan hoy día los discípulos mundiales. Les ha sido permitido en ciertos momentos clave de sus vidas desarrollar la visión del mundo psíquico o astral para que reconozcan e identifi­quen a los EGREGORES o formas psíquicas que originan los am­bientes planetarios, a fin de que adopten en todos momentos la actitud correcta, sabiendo que tal actitud es la base creadora de los estados positivos de conciencia que darán lugar a los bri­llantes e inspirativos EGREGORES que han de destruir las ne­fastas formas psíquicas segregadas por la humanidad a través de las edades.

 

 

Cómo actúan los Angeles superiores sobre los EGREGORES

 

Pese a que desde el limitado ángulo de visión de los seres humanos aparecen los Angeles bajo un carácter típicamente religio­so y místico, lo cierto es que su actividad en la vida de la Naturale­za es netamente científica, utilizando para ello un extraordinario dinamismo que está más allá de nuestra comprensión y unos incomprensibles métodos que podríamos calificar, sin embargo, de rigurosamente científicos y profundamente técnicos. Algunos cuali­ficados investigadores del mundo oculto -dentro de los cuales nos incluimos humildemente nosotros- han llegado a la conclusión, después de unos previos contactos con ciertos excelsos moradores del reino dévico, que lo que en términos corrientes llamamos ciencia de los hombres con sus prodigiosas conquistas en el aspecto técnico, no es sino un pálido reflejo de la actividad de los Angeles en la vida de la Naturaleza. Ellos utilizan los verdaderos cauces científicos para producir todos los fenómenos llamados naturales, sean acuosos, geológicos, eléctricos, psíquicos, etc., en la extensión de la vida planetaria. La explicación correcta de tales fenómenos, pese a su aparente simplicidad, constituye un secreto iniciático, re­servado inicialmente a los investigadores del mundo oculto, pero que irá siendo revelado gradualmente en forma de ciencia natural en las Escuelas superiores y en las Universidades de todos los países realmente cultos y civilizados. Se nos dice esotéricamente que al fi­nal de este siglo XX, serán muchos los seres humanos que habrán logrado participar conscientemente de este legado tradicional iniciático, estableciendo contacto consciente con diversas jerarquías dévicas de las cuales recibirán instrucción superior. Estos seres humanos serán las simientes de la Nueva Era, la sal de la tierra a la que se refirió Cristo y la levadura de la nueva humanidad. Serán auténticamente mentales, pero su corazón amoroso rebosará una perfecta comprensión de las necesidades humanas y de los métodos correctos de solucionarlas. No poseerán orgullo espiritual, muy propio de los discípulos de la Era de Piscis, sino que sus conoci­mientos esotéricos vendrán impregnados de verdadera sabiduría, constituyendo desde el ángulo espiritual el camino de Luz que reco­rrerá el Avatar para introducirse en el aura de la Tierra.

 

Estos esforzados paladines del bien universal crearán en el éter lo que podríamos calificar de EGREGORES de la Nueva Era. -dados por una gran cantidad de hombres y mujeres de buena vo­luntad del mundo, mantendrán en sus mentes y corazones las lumi­nosas imágenes del ideal redentor y permitirán que Devas construc­tores de elevada jerarquía espiritual los substancien en el éter y den progresivamente forma a los luminosos y vibrantes EGREGORES que deberán presidir el nuevo ciclo de ordenación espiritual del mundo. Los grandes Angeles de los planos superiores del Sistema hallarán en estos EGREGORES los adecuados cauces de proyec­ción de la energía cósmica procedente de las poderosas estrellas de la Constelación de Acuario, cuya actividad empieza a manifestarse ya en ciertas regiones psíquicas de la humanidad. La realidad de tales hechos es tan profunda y significativa que difícilmente podrá alcanzar la mente del hombre corriente hasta pasados lo menos tres siglos dentro de la ordenación cíclica de la Era de Acuario. Sin embargo, los aspirantes de cierta elevación espiritual y los cualifi­cados discípulos mundiales SON YA CONSCIENTES de tales hechos y colaboran -más o menos eficientemente- con los gran­des Angeles en la elaboración de los nuevos EGREGORES cíclicos. Una nueva ordenación o ciclo de vida está siendo planificada desde los niveles jerárquicos con destino a la humanidad para que sirva de apertura para los nuevos tiempos.

 

Si hemos seguido atentamente el proceso de expansión cíclica de los EGREGORES planetarios de acuerdo con el sentido normal y natural de la evolución, veremos que consta de tres etapas prin­cipales:

 

1.      Destrucción de los viejos EGREGORES del pasado, nocivos, dañinos y negativos frente al devenir de los nuevos aconteci­mientos cíclicos, de los cuales los Angeles superiores del sistema retiraron Su atención.

 

2.      Creación de los nuevos EGREGORES por parte de la humani­dad evolucionada de la Era presente y su materialización en el éter, a través de la actividad de los devas constructores corres­pondientes al nuevo ciclo.

 

3.      La tercera y última etapa corresponde a los Angeles superio­res, los Cuales utilizarán dichos EGREGORES como canales de distribución de las nuevas y poderosísimas energías entran­tes.

 

Estas etapas son actualizadas corrientemente cuando hay necesi­dad de cambios drásticos en las condiciones planetarias o cuando los ambientes sociales del mundo exijan un nuevo y más eficaz replanteamiento, pero actúan de manera mucho más potente y dinámica durante los cambios cíclicos de Eras, tal como ocurre actualmente, en que, en virtud del movimiento precesional de los equinoccios o de retrogradación cíclica, nuestro planeta va aleján­dose de las zonas siderales impregnadas de las radiaciones psíqui­cas de la Constelación de Piscis y penetra progresivamente en las zonas espaciales del Universo dinamizadas por la Constelación de Acuario. Viendo el fin desde el principio, démonos cuenta de que en el desarrollo de esta Voluntad cíclica de acercamiento sideral intervienen muy activa y mancomunadamente los hombres y los devas, creando los primeros y construyendo substancialmente los segundos las bases científicas de todos los EGREGORES que flotan o gravitan sobre los ambientes planetarios. Como siempre, el proceso de substanciación de EGREGORES y de todas las formas psíquicas capaces de afectar de una u otra manera los sentidos físi­cos o astrales de los seres humanos, es una expresión natural del conocido axioma esotérico la energía sigue al pensamiento, habién­dole sido añadido únicamente la actividad prodigiosa de los excel­sos Angeles que desde más allá y muy por encima de nuestro más elevado entendimiento, dirigen las poderosísimas corrientes de energía universal y cósmica sobre nuestro pequeño planeta...

 

 

Otras Consideraciones Ocultas Acerca de los Egregores

 

El tema de los EGREGORES es muy importante por cuanto tra­ta muy directamente de las creaciones humanas en el mundo ocul­to, así como de la importancia de las mismas en lo que se refiere a la estructura de los ambientes psíquicos de la humanidad que de­terminan el grado de civilización y cultura de los pueblos de la Tierra y escriben las páginas de su historia. Sin embargo, coexis­tiendo con los EGREGORES existen también en los mundos invisi­bles o niveles ocultos de la Naturaleza otras formas psíquicas no creadas por la humanidad, pero que en su conjunto contribuyen a fomentar los buenos o malos ambientes y son, por tanto, elementos subjetivos que colorean con sus particulares influencias la evolución espiritual de los seres humanos. Algunas de tales formas fueron es­tudiadas anteriormente en otras páginas de este Tratado, pero conviene insistir sobre las mismas, por cuanto su identificación y la distinción que logremos establecer entre ellas y las formas psíquicas de los EGREGORES, nos ayudarán en gran manera cuando trate­mos de contactar conscientemente a las Entidades angélicas que pueblan los distintos éteres planetarios y muy especialmente a nuestro Angel Solar o Yo espiritual. Veamos algunas de las formas psíquicas no creadas por la humanidad.

 

a.      Los Cascarones Astrales, pertenecientes a cadáveres de hom­bres y animales y vivificados por devas inferiores. Tales casca­rones aparecen bajo la forma de las personas o animales falle­cidos y parecen dotados de vida. Una de las experiencias a la que debe sujetarse el discípulo en entrenamiento iniciático, es aprender a diferenciar entre el cascarón astral de una persona que dejó el cuerpo sin vida y la forma astral de una persona que todavía vive en el plano físico. La distinción es muy difícil de establecer debido a la extrema sagacidad de los devas vivifi­cadores de las formas astrales de los seres fallecidos, ya que aprovechan la impronta o el sello característico y particular de­jado por ellos en cada una de las partículas atómicas que cons­tituyen aquella forma psíquica.

 

b.      Las formas astrales creadas por arte de Magia por personas vi­viendo en el plano físico, utilizando el poder de la voluntad y la capacidad imaginativa sobre las entidades dévicas de escasa evolución que pueblan el aura etérica del planeta. Estas formas psíquicas suelen desvanecerse pronto, aunque pueden persistir durante largos períodos de tiempo, lógicamente en tanto per­dure el lazo magnético establecido entre el poder mental de la persona creadora de aquellas formas y la vida de los devas que ayudaron a construirlas.

 

c.      Las formas psíquicas de ciertos elementales inferiores que se alimentan de los residuos etéricos de densa vibración que se desprende de los reinos animal y humano. Hay que distinguir muy especialmente las formas psíquicas que adoptan en el éter estos desperdicios astrales, groseros y bestiales una vez han sido manipulados por estos devas inferiores de la Naturaleza. Se confunden muy fácilmente con los EGREGORES psíquicos creados por las pasiones humanas. Sin embargo, no son lo que técnicamente definimos como EGREGORES en nuestro Trata­do, sino una acumulación de residuos kármicos -si podemos decirlo así- segregados por la actividad inconsciente de los animales y por la de los seres humanos incapaces todavía de razonar debidamente.

 

d.      Todas las formas psíquicas construidas por ciertas devas de mayor evolución con capacidades de adoptar en el éter la figu­ra humana o la de cualquier animal. Estas formas varían en orden al mayor o menor desarrollo de la voluntad ejecutora de tales formas, a menudo de carácter instintivo, cuya evolución dévica de tipo bastante primario se realiza a través de esta fa­cultad natural de imitación o de asimilación de cualquier tipo de forma en la vida de la Naturaleza.

 

e.      Las formas psíquicas de otras entidades dévicas de expresión semietérica, cuya evolución se realiza en ciertas capas geológi­cas del planeta. Tienen figura muy parecida a la humana. Al­gunas de sus especies son las entidades dévicas que hemos de­nominado ASURAS en algunas partes de este Tratado. Su color es terroso, propio del suelo que habitan y su expresión si bien muy parecida a la humana es muy tosca. Suelen aparecer en lugares solitarios, pero el hecho de que posean una cierta naturaleza astral hace que puedan hacerse visibles a los huma­nos muy sensibles o durante el sueño. Son extremadamente hu­raños y sólo establecen contacto con los devas de su misma especie o familia y rehuyen sistemáticamente el contacto con los seres humanos.

 

La distinción entre este grupo de formas psíquicas que acabamos de clasificar en orden a nuestro trabajo de investigación esotérica y las formas psíquicas de los EGREGORES, no es en ninguna mane­ra fácil; por el contrario, es singularmente difícil y, tal como hemos dicho anteriormente, constituye un campo de prueba para la habi­lidad de los discípulos sujetos a entrenamiento iniciático. Las formas de los elementales constructores o devas de las formas, tales como los gnomos o espíritus de la tierra, los silfos, las ondinas, las hadas, etc., en su multiplicidad de especies, grupos y familias cons­tituyen un campo apasionante de estudio para el investigador esoté­rico, el cual debe aprender a distinguir sus formas etéricas de entre la gran profusión de EGREGORES psíquicos que moran en los varios niveles del espacio etérico del planeta, debiendo ser adverti­do que algunos de tales EGREGORES, nacidos del contacto de los seres humanos de refinada evolución con Angeles superiores, apa­recen a la vista del observador bajo la forma de resplandecientes Devas, siendo verdaderamente difícil distinguir unas formas de otras, constituyendo precisamente esta dificultad una prueba defi­nitiva para el aspirante a la Iniciación.

 

Otra habilidad o destreza de observación que ha de desarrollar el investigador de los niveles ocultos de la Naturaleza, es la de poder diferenciar correctamente una forma real, es decir, la que corres­ponde a algún vehículo definido de manifestación humana, astral o física, de la forma psíquica del EGREGOR que una persona o un grupo más o menos numeroso de personas han construido con la participación de los devas constructores, utilizando el poder psíquico que emana de sus conciencias. Un ejemplo muy concreto ayuda­rá a clarificar esta idea. En ciertos niveles muy elevados de nuestro planeta hay una imagen real y verdadera de CRISTO, el Avatar del Amor y Guía espiritual de la humanidad, es decir, una imagen que responde perfectamente a Su propia y radiante Vida. Sin embargo, en los niveles psíquicos y creada por la actividad emocional de los seres humanos, hay otra imagen de CRISTO la cual sintetiza la aspiración espiritual y sentimientos de amor y devoción de todos los fieles y creyentes del mundo, siendo esta forma psíquica el EGRE­GOR de CRISTO, pero no el resplandeciente vehículo de forma que utiliza el CRISTO. La primera imagen obedece a una REALI­DAD, la otra indica el grado de ilusión o de espejismo psíquico a que ha llegado un sector numerosísimo de la humanidad en su in­cesante empeño de captar aquella trascendente Realidad. He ahí la distinción perfecta entre una forma adaptada a las necesidades evolutivas de un Ser espiritual y el EGREGOR construido con materia Kama-manásica en los niveles psíquicos. Igual distinción puede ser establecida en todos los niveles en donde actúe el poder psíquico, potentemente emocional, de los seres humanos, como por ejemplo en el caso de los EGREGORES construidos en torno a una imagen física considerada como milagrosa o de la que se esperan favores de orden sobrenatural. Tal es el caso de las Vírgenes de Lourdes o de Fátima -sólo por citar dos ejemplos alrededor de las cuales la mente, la ilusión, la acendrada devoción, el ferviente deseo o simplemente la ciega superstición, han construido unos po­tentísimos EGREGORES o Formas psíquicas tan tremendamente importantes y poderosas que han atraído la atención de ciertos exaltados Angeles superiores, Quienes las utilizan como vehículo transmisor de energías curativas y de exaltación espiritual. Vea­mos, por tanto, que en definitiva siempre nos hallamos en el devenir de nuestras investigaciones esotéricas sobre el mundo ocul­to con esta íntima y estrecha vinculación humano dévica que origi­na todos los ambientes etéricos y psíquicos planetarios. Apliquemos ahora estos ejemplos al campo de la política, de la religión, del arte, de la educación, etc., y tendremos en nuestro haber una idea muy elaborada del significado íntimo del término carisma, un efecto angélico que puede ser fácilmente incorporado al campo de la investigación psicológica, pues el magnetismo carismático que ejercen ciertas personas en los ambientes sociales donde desarrollan sus actividades humanas, es un resultado de la presión dévica en sus vidas, determinada la mayoría de las veces por las reacciones psíquicas de un considerable número de personas sobre una sola, la cual, sin esforzarse y sin tener cualidades humanas verdaderamente relevantes, se ve elevada al pináculo de la fama, del éxito o de la admiración multitudinaria. El caso de la exaltación producida por el fervor populachero sobre músicos, cantantes o artistas, la mayo­ría de las veces realmente mediocres, es un claro ejemplo de ello. Y, no obstante, en el fondo de tales impresionantes éxitos, mereci­dos o inmerecidos, se halla subjetivamente la fuerza de un EGRE­GOR creado por el vibrante entusiasmo, la ciega admiración o el interés colectivo hacia ciertas personas exageradamente idealizadas, que han culminado en una forma psíquica de carácter irreal, pero que actúa definidamente en los ambientes sociales del mundo. Esperamos haya sido convenientemente comprendida la idea de los EGREGORES, la cual, incorporada al conjunto de estas inves­tigaciones esotéricas, permita introducir más luz en el devenir de los estudios efectuados sobre el mundo oculto y hacer más com­prensibles las razones por las cuales en los tratados filosóficos más profundos se le asigna al ser humano el carácter de un creador, de un experto en el arte mágico de la construcción de formas.

 

 

 

Capítulo XIV

 

SINTESIS EXPERIMENTAL

 

 

Después de leer cuanto ha sido dicho en este Tratado, quizás se pregunte el lector si el autor ha basado sus comentarios en conoci­mientos adquiridos previamente, o bien si ha desarrollado sus ideas de acuerdo con sus propias experiencias dentro del mundo oculto. Debo decir al respecto que si bien en el pasado adquirí bastante información acerca de la interesante temática de los mundos invisi­bles, jamás llegué a sentirme plenamente satisfecho de tal literatu­ra, no porque ésta careciese de valor, sino porque siempre creí que sólo la propia experiencia podría calmar mi ardiente sed de conoci­miento interno. A esta experiencia dediqué pues todos mis esfuer­zos individuales, pudiendo afirmar que los tres libros que constitu­yen Un Tratado Esotérico sobre los Angeles son el fruto de un tra­bajo de investigación personal, llevado adelante venciendo todas las dificultades que hallé en mi camino como efectos del karma y las propias que son inherentes a los esfuerzos de la búsqueda. La gentil ayuda dévica que recibí durante el curso de mis investigacio­nes y que acepté con cálido agradecimiento, forman indudablemen­te parte de este proceso místico de introducción en el mundo oculto. Esta síntesis que someto a la consideración de Uds. es un bloque arrancado de la cantera de mi propia experiencia. En ella soy sincero y sólo trato de que el ánimo de Uds. se sienta arrebola­do por idéntico entusiasmo que el que me impulsó a penetrar audazmente en los secretos de la vida oculta. Esta síntesis abarca mis primeras experiencias o contactos con las fuerzas elementales de la Naturaleza, hasta los grandes contactos realizados en niveles. superiores con Angeles de gran evolución espiritual, quienes se dig­naron introducirme conscientemente en los misterios de sus mara­villosos mundos de armonía.

 

En lo que respecta a las fuerzas dévicas definidas ocultamente como elementales de la Naturaleza, es decir, los espíritus de la tie­rra, las ondinas de las aguas, las sílfides del aire y los elementales del fuego, definidos como salamandras, así como todos los peque­ños espíritus etéricos que viven en la atmósfera planetaria dándole sabor y vida, puedo asegurar que en líneas generales sus formas coinciden con las anteriormente descritas por los investigadores esotéricos del pasado, siendo válidos todos los conocimientos tradi­cionales, aunque admitiendo el hecho de que dentro de cada espe­cie de elementales de la Naturaleza, hay multiplicidad de variantes, según sea la zona de la Tierra o del Eter en donde realizan su parti­cular evolución. Las formas, sin embargo, suelen ser muy parecidas y sólo varían el tamaño, el color y la vibración peculiar distintiva de cada grupo. Las especies más numerosas, según he podido compro­bar, son las que corresponden a los espíritus de la tierra, definidos generalmente como GNOMOS. Algunos de los que viven cerca de los seres humanos, definidos como DUENDES, son más inteligen­tes ya que, a igual que los animales domésticos, viven cerca del hombre para acelerar su evolución. Estos duendecillos, a igual que todos los elementales de su especie, poseen una gran habilidad en copiar las formas del complejo ambiental que les rodea. Sus indu­mentarias suelen ser pues muy parecidas a las que llevan los seres humanos, pero hay un grupo muy numeroso de espíritus de la tierra según he podido observar, cuyas vestimentas no varían demasiado de las de los enanitos de los bosques, tal como nos los muestra la tradición y son recogidos en los cuentos de hadas con los cuales tanto nos recreamos en nuestra niñez. Lo que decimos acerca de los espíritus de la tierra puede ser íntegramente aplicado a los demás elementales de la Naturaleza. La belleza de las hadas de las flores, los graciosos movimientos de las ondinas en el seno de las aguas, la velocidad de las sílfides del aire y el impresionante poder de las salamandras del fuego, atentas siempre a la voz de mando de los impresionantes AGNIS, los Impulsores del Fuego, constituyen alicientes vivísimos para el ánimo del observador... Nuestra intención, sin embargo, siguiendo el criterio que hemos adoptado durante el curso de nuestras investigaciones, ha sido refe­rirnos a las fuerzas elementales de la Naturaleza en el sentido de la labor oculta y definida que realizan en orden a la evolución plane­taria, descubriéndolas en su acción coordinada para producir todos los fenómenos llamados naturales, desde el simple movimiento que produce la brisa hasta la alta concentración de sílfides y ondinas trabajando mancomunadamente para producir las grandes tormen­tas y huracanes. Es decir, que si bien he recogido humildemente la rica herencia tradicional de los conocimientos ocultos sobre las fuerzas dévicas de la Naturaleza, me ha parecido más conveniente y practico para los aspirantes espirituales de nuestro mundo moder­no, señalar las normas de vida que siguen tales entidades dévicas, aportando al respecto algunos datos concretos acerca de la misión que la Madre Naturaleza les ha confiado dentro del concierto uni­versal de la Creación.

 

Los lectores de libros esotéricos de nuestra época están más inte­resados -creo yo- en descubrir el secreto de la energía que se halla oculto en lo más profundo del corazón silente de la Naturale­za, que en el tradicional objetivo de presentar formas de energía, aunque el estudio de tales formas forme parte de las investigaciones esotéricas del mundo oculto. Recogí -permítanme esta afirma­ción- el sagrado relato místico y tradicional de las formas dévicas, pero añadiéndoles el significado dinámico de la acción, mediante el cual puede apreciarse la suprema analogía de dichas formas con sus muy bien determinadas y cualificadas misiones en el orden creativo de la Naturaleza. He podido establecer así una clara dis­tinción entre energía y forma con respecto a las infinitas vidas dévi­cas que en multiplicidad de huestes y jerarquías crean el Universo, tratando de percibir y de comprender la profunda y desconocida actividad dinámica que surge de los éteres misteriosos del Espacio para construir adecuadas formas para todos y cada uno de los Rei­nos de la Naturaleza. He podido comprobar que para cada grupo de Devas realizando determinada misión en la vida de los Reinos, existen unas reglas definidas en lo que a su particular trabajo hace referencia. Podríamos decir que para cada jerarquía dévica rige lo que en términos humanos llamamos la responsabilidad. A mayor jerarquía mayores compromisos y exigencias, así como mayor belle­za y sutilidad en la línea de las actividades dévicas, habiendo aparentemente una enorme semejanza entre este sentido natural de responsabilidad impuesta por la ley de jerarquía dévica y la ley del karma que rige para los seres humanos. Pero, por encima de todas las consideraciones jerárquicas del mundo dévico, existe el perma­nente estímulo de la ley universal de Necesidad que mueve todas las actividades de los Devas y les mantiene gozosamente, dentro de sus grupos respectivos, para construir todas las formas que precisan las unidades de vida de todas las especies dentro de cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Así, al observar atentamente el desarrollo del trabajo realizado por un elemental constructor y el de un Deva de superior gradación dentro del mundo dévico, fui consciente tam­bién de la armonía existente entre todas las cosas objetivas de la vida y el incesante devenir de sus profundas motivaciones ocultas.

 

Los nexos de unión o las fronteras silenciosas que separan ambos mundos, el externo y el interno, son tan sutiles que necesariamente me vi obligado a sutilizar mis vehículos de percepción interna en una elevada medida. Así pude librarme de muchos de los errores de visión y de las consiguientes distorsiones mentales que de ellos se derivan. Traté, en fin, de establecer unas claras analogías entre la minúscula existencia dévica manifestada como un puntito de luz en el centro místico del átomo ultérrimo, primera expresión de vida atómica o química en la vida del Universo y el gigantesco ATOMO que llamamos Sistema Solar. Si bien la expresión cíclica o campo de experiencia entre ambos extremos varía inconcebiblemente en espacio, tiempo y conciencia, el sentido y el propósito de la mani­festación son idénticos en uno y otro caso. Esta realidad marca y define perfectamente las leyes de la analogía, cuya utilización correcta e inteligente por parte de los científicos del mundo, apor­tará datos concluyentes y objetivos sobre la realidad del mundo oculto y de la causa suprema de la ENERGIA, manifestada bajo multiplicidad de formas en la vida de la Naturaleza.

 

 

La Visión del Mundo Oculto

 

Uds. se preguntarán seguramente también, y esta es una pregun­ta que yo considero muy lógica, cómo le fue posible al investigador establecer contacto directo con las formas angélicas de manifesta­ción tal como fueron descritas en este Tratado. Bien, esta pregunta puede ser contestada con toda honestidad y sencillez desde una doble vertiente; la primera es que el autor posee una gran sensibili­dad psíquica y una mente muy analítica y la segunda -tal como lo he afirmado en algunas otras partes de este libro -porque ciertos Devas de gran evolución se dignaron aprovechar aquella sensibili­dad psíquica para introducirme en el maravilloso campo de la evo­lución angélica, intensificando mis capacidades de observación interna y grabando en mi memoria cerebral todos los datos de inte­rés esotérico que mi mente apercibida iba registrando. Uno de tales Devas -llamado ocultamente JESAZEL y a Quien dediqué especialmente el segundo volumen de este Tratado- estuvo muy asi­duamente conmigo durante casi todo el tiempo de mis investigacio­nes. Tanto los demás Angeles que gentilmente me ayudaron, son de categoría espiritual superior a la humana y poseen un tremendo y misterioso poder sobre los éteres espaciales, como pude comprobar cuando materializaron en mi mente la forma de los es­píritus de la Naturaleza de ciertos Devas constructores y de deter­minadas Jerarquías dévicas de gran evolución. Acerca de estas últi­mas, me advirtieron que me sería muy difícil poder intelectualmen­te transcribirlas. “Es -me decían- como si trataras de explicar la paz, la música o el viento’ Se trataba en realidad de definir unas formas para las cuales la mente intelectualizada del hombre no posee todavía elementos de conciencia. Debo confesar pues muy honradamente que las descripciones que realicé acerca de las Enti­dades Angélicas superiores en los textos del segundo volumen de este Tratado, titulado muy significativamente La Estructuración Dévica de las Formas, fueron sólo vagos recuerdos de una experiencia vivida en los niveles ocultos, evocados intuitivamente y expresados utilizando el poder creativo de la imaginación. El propósito insigne que guía las actividades de tales excelsas Entidades Dévicas quedó sin embargo lo suficientemente claro en mi mente y a través de las percepciones continuadas del mundo oculto, fui siendo cada vez más consciente de la directa intervención angélica en todos los acontecimientos históricos o kármicos que tienen lugar en el devenir de la vida planetaria, utilizando la misteriosa red etérica que conecta a todos los seres y a todas las cosas, más allá y por encima de la propia ley de jerarquía. A través de esta red etérica que constituye el vehículo magnético y radiante del Logos planetario, todo cuanto vive, se mueve y tiene el ser dentro del círculo-no-se-pasa del planeta, participa de un karma o de un destino común.

 

El punto de vista de los Devas, como reino en evolución, es evi­dentemente muy distinto del de los seres humanos. Por decirlo de alguna manera ellos ven las cosas realizadas, en tanto que el ser humano siempre tiene la sensación de que las está realizando. Tal es a mi entender el motivo por el cual ambas corrientes de vida, la dévica y la humana, no se hayan encontrado todavía en el devenir de un sendero único plenamente compartido... No obstante, y tal como me ha sido posible constatar, un gran número de seres huma­nos están capacitándose actualmente para establecer contactos con el mundo dévico, aunque no sean plenamente conscientes de las fa­cultades que van desarrollando y consideren que sus visiones y percepciones no son sino efectos psíquicos corrientes dentro del campo parapsicológico. Debo aclarar al respecto que todos los efec­tos parapsicológicos susceptibles de ser contactados o registrados por los seres humanos, en no importa qué nivel del mundo psíqui­co, son vibraciones en el éter, estando en su base la actividad de los espíritus de la tierra, del agua, del aire o del fuego, muy hábiles en la producción de todos los fenómenos psíquicos o paranormales, capaces de afectar la vista, el oído, el tacto, el gusto o el olfato de las personas convenientemente sensibilizadas al mundo oculto y muy hábiles también en la producción de las engañosas formas eté­ricas o ectoplásmicas, que tanto seducen a la mayoría de los inves­tigadores de los mundos invisibles. Podríamos afirmar que todos los fenómenos psíquicos que se producen en el éter y afectan los sentidos ocultos del hombre han existido siempre, cambiando úni­camente de polaridad o de vibración a medida que la humanidad iba evolucionando. Las unidades muy evolucionadas de la raza lemur, inspirados por los devas, fueron capaces de producir efectos físicos en sus ambientes sociales de clan o de tribu y hoy día podrían ser hallados todavía hechiceros de tribus perdidas en el interior de las selvas de Africa o Australia, que pese a su rudimen­tario desarrollo mental son capaces de producir mediante sortilegios mágicos, en realidad invocaciones de los elementales de la Naturaleza, aprendidos de sus remotos antepasados y transmitidos de boca a oído -tal como rezan las más antiguas tradiciones esoté­ricas- los fenómenos naturales del viento, del trueno o de la lluvia... Lo mismo cabría decir en relación con seres humanos de nuestra época aunque de ascendencia netamente atlante, los cuales son poseedores de altos secretos alquímicos y pueden provocar tam­bién muchos de los llamados fenómenos naturales y de carácter psí­quico, singularmente algunos que están directamente relacionados con el secreto místico del Fuego. Según me explicó oportunamente JESAZEL, “el secreto del Fuego y el misterio de la Electricidad, constituyen un solo y único Misterio que deberá ser revelado a la humanidad en el devenir de la Nueva Era, ya que su descubrimien­to dará lugar a una serie impresionante de conquistas en el orden técnico, cuya importancia no puede ser medida todavía por el cere­bro tridimensional del hombre de nuestros días.”

 

Al hablar de Electricidad, debo hacer referencia a mis afirmacio­nes en otras partes de este Tratado en el sentido de que se trata de una Energía universal y planetaria cuya causa se halla en la ley de polaridad, o diferencia de potencial psíquico o ígneo entre los llamados devas lunares y los devas solares, los cuales en ciertas fases de equilibrio producen luz, calor o movimiento. El misterio de este equilibrio se halla muy bellamente expuesto en los conocimientos esotéricos acerca de los llamados planetas sagrados, o pla­netas luminosos, en donde los Angeles que rigen la Materia y los que emanan del Espíritu creador han llegado a un perfecto equili­brio y consecuentemente han dejado de luchar entre sí.

 

Recuerdo que en cierta ocasión, JESAZEL me había dicho: Cuando el hombre se dé cuenta del inmenso poder de equilibrio que tiene sobre el ambiente social que le rodea y se responsabilice por efecto de ello de su digna misión en la vida de la Naturaleza, se convertirá en un dios sobre la Tierra. Son los poderes incontrolados o insuficientemente desarrollados los que crean la desdicha de la humanidad. Es como si a los hombres se les hubiesen cortado las alas tensas para el vuelo, y se arrastrasen lentos y pesados por los surcos estériles y resecos de la tierra, una tierra que, sin embargo, es fértil, fecunda y generosa”. Las palabras de JESAZEL dieron origen al titulo del tercer libro de este Tratado: Los Angeles en la Vida Social Humana, en el desarrollo de cuyos textos según habrán Uds. podido observar, he tratado constantemente de hallar el nexo de unión o de equilibrio entre los hombres y los Devas en un mutuo y mancomunado esfuerzo de reconciliación. La síntesis de tales argumentos se halla sin duda en el hecho de que todos los ambien­tes planetarios, sociales, comunales, profesionales y familiares son inicialmente reacciones psíquicas de los devas constructores del es­pacio etérico a los pensamientos, deseos, emociones y actitudes de los seres humanos. Esta es una razón convincente, aún en el terreno científico, si se tiene en cuenta que la civilización, la cultura, la historia íntima y aún el lenguaje, costumbres y tradicio­nes de todos los pueblos de la Tierra, obedecen a reacciones del espacio vital en donde se hallan inmersos todos los seres humanos, no importa el lugar en donde viven, se mueven y tienen el ser dentro de la vastedad del mundo. Lógicamente, de no existir tales reacciones no habría explicación científica de ningún hecho de carácter psicológico. Sólo falta, entonces, darle un nombre científi­co a tales reacciones. Yo les llamo devas substanciadores del éter y también devas constructores. Me baso naturalmente en denomina­ciones de carácter tradicional, aunque no demasiado místicas, aceptadas íntegramente dentro del fecundo campo de los estudios esotéricos.

 

 

Las Condiciones Intimas del Contacto Angélico

 

Puede que Uds. se hayan interrogado alguna vez acerca de cuales deberían ser los requisitos mediante los cuales un ser humano podría establecer contacto con los Devas y con todas las fuerzas ocultas de la Naturaleza. Bien, esta interrogante podría ser contes­tada desde un ángulo puramente científico y psicológico, por ejemplo: “... tratando de ser conscientes de las mismas.” Esta respuesta, que aparentemente no dice nada, lo está diciendo todo, habida cuenta que el contacto dévico o angélico ha existido siem­pre, en todas las fases de la vida evolutiva de la humanidad y en todos los niveles dentro de la inmensa complejidad y magnificencia del mundo oculto que nos rodea y compenetra. El sentido intimo de la civilización, de la cultura y de las tradiciones de todos los tiempos, revela siempre el contacto del hombre con las fuerzas subjetivas e invisibles de la Naturaleza. Los Angeles, en su multi­plicidad de jerarquías y funciones, han constituido perennemente el centro de todos los mitos sagrados, leyendas misteriosas y narracio­nes simbólicas del mundo. Desde los poderosos Arcángeles o Ma­hadevas, Señores de la espiritual revelación, hasta los humildes devas elementales que cuidan de la construcción de los átomos quí­micos, pasando por los Devas familiares, Genios o Daymons que inspiraron las obras de los grandes filósofos y artistas del pasado, todo es CONTACTO, REVELACION e INSPIRACION. Sólo hay que abrir los ojos e intentar percibir esta infinita prodigalidad dévi­ca. El segundo paso corresponde al esfuerzo por desarrollar con­ciencia dévica en nuestra vida de aspirantes espirituales y evocar respuesta de los éteres inmortales. Para ello deberemos adquirir un tipo de sensibilidad espiritual con respecto al entero contexto ambiental que nos envuelve. El término comprensión, que es la an­tesala del amor humano, define muy claramente ese tipo de sensibilidad, que permitirá modificar sensiblemente la conciencia psico­lógica hasta el punto de suprimir todas las reacciones de tipo personal, corrientemente de carácter antagónico y, como conse­cuencia, provocar una reacción psíquica de carácter dévico que creará un impacto en nuestra conciencia y llenará de luz algún hueco de nuestro cerebro, permitiendo cierta liberación de energía espiritual y desarrollando algún definido y cualificado grupo de cé­lulas. El proceso parece sencillo; sin embargo está lleno de dificul­tades y los hábitos egoístas de la personalidad crearán, a no dudarlo, zonas de gran resistencia a las buenas intenciones del alma. Pero, habrá que perseverar en el intento y hacer frente a todas las dificultades, sabiendo de antemano que el contacto dévico nos hará conscientes de ocultos e ignorados niveles de armonía dentro del propio ser y que los resultados obtenidos, ya en un buen principio de los intentos de acercamiento dévico, mantendrá nues­tro ánimo muy sereno, animoso y expectante y la voluntad muy firme y dispuesta a enfrentar los incidentes psicológicos de la búsqueda.

 

Las primeras experiencias de contacto dévico afectarán quizás el sentido del olfato en forma de vagos o penetrantes perfumes. Tam­bién podrá percibirse auditivamente las notas de una música tenue, suave y lejana o bien será posible registrar en los éteres ambientales una serie de luces de varios colores que surgen inopinadamente dentro del campo subjetivo de nuestras percepciones internas, para desaparecer asimismo raudamente, aunque deparándonos una sen­sación psicológica de paz y de bienestar. Más adelante, las tomas de contacto serán más concretas y objetivas, desde la vaga impre­sión de que Alguien está a nuestro lado ayudándonos con su pre­sencia, singularmente en momentos de grandes problemas y difi­cultades, hasta la visión concreta y objetiva de los pequeños devas y espíritus elementales de la Naturaleza. Finalmente, se abrirá por completo el campo de nuestras percepciones sutiles en el éter y seremos capaces de percibir a los Devas familiares, quienes, con in­finita cordialidad, nos introducirán en el extenso y dilatado campo de las relaciones dévicas. En esta fase nos será posible, sin duda, establecer contacto y entablar amistad con algún Deva superior, el cual nos hará conscientes, si a ello estamos realmente dispuestos, de los misterios del Reino Dévico, con sus profundas enseñanzas místicas sobre las leyes ocultas de la Naturaleza y los íntimos secre­tos y sagrados misterios que preceden a la iniciación espiritual del ser humano.

 

El proceso de sensibilización psicológica que precede al contacto dévico deberla iniciarse con un voluntario silencio de palabras, ya que según expresión de los propios Angeles el silencio contiene es­píritu y las palabras suelen contener aspectos materiales. Sea como sea, el silencio ha sido adoptado como norma de desarrollo espiri­tual por todas las escuelas esotéricas y místicas del mundo y el contacto angélico, que es una expresión del desarrollo espiritual del ser humano, no podía escapar de la regla. El silencio de palabras atrae por simpatía el silencio de deseos y pensamientos y, según mi propia experiencia, la quietud mental ha sido una norma natural para establecer contacto con los Devas. Así, resulta conveniente un saludable ejercicio de silenciación de palabras cuando nada impor­tante tengamos que decir, o suspenderlas en un acto meritorio de silencio cuando las condiciones ambientales así lo exigiesen, aun­que teniendo en cuenta en todos los casos que el permanecer ínti­mamente silenciosos no debe implicar nunca desconsideración o falta de cortesía hacia los demás, sino una sincera y confiada defe­rencia hacia el Ser interno, Quien nos revelará intuitivamente cuando hay que hablar o cuando es necesario callar...

 

Como Uds. habrán podido constatar, estoy refiriéndome a ciertas experiencias de carácter íntimo aunque de efectos ambientales, pero cuya culminación en el orden oculto ha de ser el estableci­miento de unas relaciones conscientes con el mundo dévico. Quizás Uds. habrán tenido alguna vez experiencias de ese tipo, en la niñez o en el devenir de ciertas etapas de sus vidas cuya trascendencia motivó profundos cambios en sus conciencias. La manera imprevis­ta como tal proceso culminó en una solución correcta cuando ya to­do parecía perdido, podría indicar quizás que en el desarrollo de la misma intervinieron factores ocultos que llevaron a cabo por proce­dimientos supranormales aquello que seguramente se hallaba más allá del alcance de nuestras fuerzas o posibilidades. Podríamos decir al respecto que muchas de las soluciones atribuidas a la acción humana nada o muy poco tienen que ver con la utilización de la voluntad o del libre albedrío... El libre albedrío expresa frecuentemente una incapacidad manifiesta para solucionar ciertos problemas vitales en el devenir de la existencia humana, debiendo ser aceptada entonces la presencia oculta de una voluntad oculta completamente independiente de la del hombre, que realiza por arte mágico -si es que podemos decirlo así- cuanto éste es incapaz de realizar. Sólo así es posible que se cumpla normal y adecuadamente el karma del ser humano y el de la propia humani­dad. Y, naturalmente, dentro de los límites de esta comprensión habrá que aceptarse asimismo como lógica la idea de que una infi­nita legión de entidades ocultas, llámeselas ángeles, devas o simple­mente energía divina, está cumpliendo el propósito de la Vida de Dios en la Naturaleza con una total abstracción de los deseos y las voluntades de los hombres. De ahí también que la perfección humana, que nace del augusto cumplimiento del destino kármico, no sea sino un resultado de la compenetración inteligente del hombre con la actividad de los Devas, que desde los niveles ocultos cuidan del cumplimiento de la Voluntad de Dios.

 

 

Los Insignes Forjadores del Destino

 

Cuando establecemos esta marcada distinción entre el libre albe­drío humano y la voluntad divina encarnada por los Devas, estamos introduciéndonos realmente en las verdaderas causas o motivaciones de la historia, ya sea individual, comunal o planetaria. El centro de incidencia del proceso es el Karma o Destino, es decir, la Ley de Causa y Efecto que rige el absoluto cumplimiento de la Voluntad de Dios dentro de las fronteras o círculo-no-se-pasa del Universo. Lo que hace el hombre mientras se halla en el pleno ejercicio de su libre albedrío, es ofrecer una constante resistencia a la Voluntad rectora del Destino y a esta resistencia se la llama corrientemente voluntad individual. Hay por tanto un larguísimo trayecto a recorrer en tanto que el hombre no comprenda que su libre albedrío se opone constantemente a la voluntad divina y deci­da inteligentemente variar la conducta o trayectoria de su vida. Las energías dévicas, como fuentes de construcción, se hallan presentes por doquier constituyendo la motivación oculta de todas las formas y sembrando dentro del corazón humano las eternas semillas de la comprensión superior. Es precisamente esta comprensión la que ha de realizar dentro del sancta sanctorum del corazón individual la trascendente alquimia de convertir el libre albedrío en voluntad perfecta, siendo descrita ocultamente esta alquimia trascendente como INICIACION es decir, la capacidad que tiene el hombre de prescindir conscientemente de su libre albedrío, o pequeña volun­tad humana, frente a la Voluntad todopoderosa de la Divinidad, con lo cual deja de sufrir y de sentirse fatalmente atado a la Rueda del Destino con su interminable secuela de muertes y nacimientos. En el centro del proceso superior que va del libre albedrío humano a la Voluntad divina, pasando por las inevitables crisis de la Inicia­ción, hallaremos siempre que las ocultas motivaciones de tal tras­cendente experiencia surgen de unas regiones desconocidas del éter a las que yo denomino mundo dévico o reino angélico. Estas energías dévicas constituyen el eje misterioso alrededor del cual gira la Rueda del Destino individual, planetario o solar movida por los Señores del Karma. La Ley siempre es la misma, aunque crezca o decrezca la medida o los limites de contención de la Vida dentro de la Forma. Así, un pequeño átomo tendrá un destino tan comple­to como el del propio Universo, pese a la medida infinitesimal de su cauce o a lo reducido de su campo de expresión. La Vida es la medida de todas las cosas, pero sabe limitarse en cada una de ellas en orden al Plan universal diseñado por la propia Divinidad. Esta limitación da origen al principio de Jerarquía espiritual dentro del Cosmos. De ahí que existan unas muy particulares e íntimas rela­ciones entre Vida, Conciencia y Forma, términos tan frecuente­mente utilizados en los libros esotéricos. La Vida pertenece siempre a la Divinidad creadora, la Conciencia es el privilegio de la Vida manifestada, y la Manifestación, con su infinita prodigalidad de Formas, corresponde a la actividad de las jerarquías dévicas. Tal es aparentemente el orden de la Creación mediante el cual el Espíritu humano manifestado como Vida se sumerge en el misterioso océano de la Materia para ser cada vez más consciente del Propósito redentor que a través de cada una de las Formas de la Naturaleza trata de revelarse. La Conciencia, por tanto, es la reacción o res­puesta de la Vida al contacto con la Forma material. Esta Forma material, a su vez, es una respuesta a los sagrados impulsos de la Vida del Espíritu. Así, siempre existirán unos lazos indestructibles entre la incalculable prodigalidad de conciencias en evolución -dentro y fuera del Universo- y la Vida Divina, llena de propósi­tos redentores, que se introduce en la Materia para dignificarla y elevarla a las sempiternas alturas del Espíritu. Por tal razón es al­tamente necesario que el ser humano, cuya alma o conciencia se halla en el centro del equilibrio del Espíritu-Vida y de la Materia-Forma, aprenda a dignificar sus compuestos materiales y a elevar la sintonía vibratoria de los mismos, siguiendo unos propósitos re­dentores idénticos a los de la propia Divinidad, ya que no es un simple tópico o una amable condescendencia la afirmación bíblica de que somos hechos a Su imagen y semejanza.

 

Interesa profundamente, pues, iniciar ese trabajo redentor de la Materia asignado al Reino humano estableciendo contacto con las Entidades dévicas, cuya misión es dotar de Formas cada vez más dignas y bellas a las conciencias en evolución dentro del círculo-no­-se-pasa del planeta y del propio Universo. El secreto de la Forma, uno de los grandes misterios iniciáticos, revela que cualquier partí­cula de materia ha de hacerse radioactiva para poder liberar las energías de la Vida divina contenidas en su interior. Tal es la labor asignada al Reino dévico y a la humanidad trabajando mancomu­nada y debidamente compenetrados. El resultado de esta fusión de actividades tendrá como absoluta consecuencia la liberación del aciago destino que persigue a la humanidad desde las más primiti­vas edades...

 

Podríamos asegurar que algunas de las grandes crisis humanas de los momentos actuales son de reajuste con las nuevas energías dévicas, procedentes de las más elevadas regiones sidera­les, en respuesta a las necesidades de evolución del propio Logos planetario y una de cuyas principales consecuencias o resultados ha de ser el contacto consciente de los seres humanos debidamente capacitados con elevadas jerarquías del Reino dévico.

 

 

El Sentimiento de Alegría y el Misterio de la Voz

 

La Alegría proviene siempre de una conciencia de unidad y de síntesis; es una condición natural y una inherente prerrogativa de las Mónadas espirituales, ya sean de los Angeles, de los hombres o de cualquier ser en la vida de la Naturaleza. Siendo así, sólo el con­tacto con la Mónada realizado a través del Angel solar, o Yo supe­rior del hombre, mediante el proceso de la Iniciación podrá traerle al ser humano la paz y la alegría que tan ardientemente busca. Podríamos decir que las Iniciaciones humanas en los misterios de la Divinidad son acercamientos monádicos, introducciones cons­cientes en uno u otro de los Siete subplanos que constituyen el Pla­no búdico en donde el sentimiento de Alegría, que es básicamente Felicidad, puede ser debidamente comprendido y experimentado. Tal comprensión y tal experiencia permitirán un día la relación consciente y fraternal de los seres humanos, previamente iniciados en los misterios del Eter, con los excelsos Devas habitantes de estos elevados niveles en la vida de la Naturaleza. Uno de los grandes Yogas que practicarán normalmente los hombres del futuro y que yo he denominado intencionadamente DEVI YOGA ([17]), permitirá a la humanidad avanzada crear una vía de acceso a los más eleva­dos subplanos del plano búdico y unificar creadoramente su vida con la Vida de los Angeles superiores, creando así las bases de la Fraternidad universal y el establecimiento del Reino de Dios aquí en la Tierra.

 

Si la adquisición del sentimiento de Alegría dependiese de una técnica, diríamos que esta técnica debería tener tres grandes ver­tientes: la invocación, el contacto y el control de las energías prove­nientes del plano búdico. La invocación presupone emitir una nota de armonía en la vida personal con el consecuente establecimiento de rectas relaciones humanas dentro del contexto social en el que vivimos inmersos. El contacto es inevitable cuando la armonía per­sonal se exterioriza en forma de paz a través del aura etérica, creando un campo magnético puro y radiante. Los Angeles familia­res -a los cuales hemos hecho amplia referencia en otras partes de este estudio- contemplan serenamente el proceso de irradiación que acompaña la vivencia correcta del ser humano y pueden mostrarse objetivamente ante sus percepciones e incluso ilustrarles sobre muchos de los misterios que encubren sus mundos de armonía, confiándole más adelante, en ciertas iniciaciones y cuando los vehículos expresivos se han hecho perfectamente moldeables a la influencia superior, el poder de controlar eficientemente utilizando substancia búdica, las numerosísimas huestes de pequeños devas de la tierra, del agua, del aire y del fuego que en su interacción constituyen la vida material en sus múltiples e incalculables combi­naciones... Técnicamente el hombre se convierte en un Mago.

 

En cierta ocasión, y cuando me hallaba escribiendo sobre los es­píritus de la Naturaleza, JESAZEL, el Angel amigo, me comunicó el secreto de una Voz cuyo sonido tenía la virtud de materializar a los pequeños devas que en multiplicidad de formas y especies constituyen el aspecto material de la vida de la Naturaleza. Este so­nido tenía una cadencia extraña y se parecía mucho desde el ángulo auditivo, al susurro o eco que se oye dentro de una caracola marina cuando le aplicamos el oído. Pero, a su conjuro, aparecían y se hacían objetivas y claramente visibles ante mí una serie impre­sionante de criaturas del éter, graciosas unas, hurañas otras pero que, en su conjunto, constituían el andamiaje o estructura básica de las formas de la Naturaleza. Algunas de tales criaturas dévicas podrán Uds. apreciarlas en los grabados que ilustran los tres volúmenes que constituyen este Tratado esotérico sobre los Angeles. El secreto de la Voz es el del propio misterio de la Creación. Cuando el hombre sea puro y tenga sana alegría en su corazón se hará propicio a tales misterios. Parece ser que la Paz constituye la regla única de la Alegría y es el único poder al que pueden respon­der los Angeles superiores. Un sonido inarmónico y sin paz en su contenido sólo puede producir alteraciones nocivas en el ambiente y atraerá únicamente a devas y elementales de tipo inferior. Una palabra o un sonido inteligente llevando paz en cada una de sus inflexiones, creará un campo magnético dentro del cual podrán manifestarse los Devas superiores. El secreto del Bien y del Mal, del Dolor y del Gozo, es el mismo que separa entre sí los sonidos armónicos de los inarmónicos dentro de la humanidad y al incalcu­lable número de devas en uno u otro bando que en su interacción producen las alteraciones ambientales. Dentro de una lógica senci­lla y fácilmente comprensible, vemos que el Reino de la Felicidad está al alcance del hombre que vive en paz consigo mismo y no se esclaviza al fruto de sus acciones. La mente de este hombre, como la del Angel, no fragua ambiciones y posee una impresionante sencillez de ideas y pensamientos que constituyen la antesala mística aunque potentemente dinámica de la Creación. Pues -tal como decía JESAZEL- “La sencillez debe estar en la base del hombre sabio haciéndole acreedor a la potencialidad del sagrado y a los sonidos de los mántrams invocativos “. Las palabras de JESAZEL y las conversaciones que tuve el privilegio de sostener con El, me dieron siempre la clave de resolución de ciertas dudas surgidas en mi mente durante mi proceso de investigación oculta.

 

Uds. se preguntarán quizás cómo eran efectuadas estas conversa­ciones. Lógicamente y por el carácter de las mismas, debían reali­zarse dentro de una atmósfera de paz y de quietud la cual provoca­ba una especie de vacío a mi alrededor aislándome por completo de cuanto me rodeaba. Tal era invariablemente el preludio. Oía después una especie de sintonía (me he dado cuenta oportunamente que cada Angel tiene su propia sintonía), como si alguien musi­tase quedamente mi nombre en mis oídos. Sabía entonces que se trataba de JESAZEL, pues aunque había logrado establecer con­tacto con diversos Angeles durante el proceso de mi trabajo esotéri­co sobre el mundo dévico, singularmente cuando trataba de investi­gar el secreto místico de su lenguaje, el carácter íntimo de amistad y de comprensión con que me había distinguido JESAZEL, impreg­naba mi aura etérica de un radiante magnetismo especial que le hacía perfectamente reconocible. La conversación no se producía nunca al azar; según pude averiguar oportunamente, era siempre el resultado de alguna silenciosa invocación que yo sin darme cuenta formulaba cuando algo no lo veía suficientemente claro o cuando intentaba descifrar el sentido de algún hecho oculto relacionado con la misteriosa vida de los Devas. Debo aclarar al respecto que nuestras conversaciones se realizaban en un nivel mental superior, aun cuando mis sentidos internos parecían recogerlas o registrarlas como una conversación común o corriente. Otras veces, tales conversaciones se reflejaban objetivamente dentro de una especie de marco etérico de intenso color índigo sobre el cual se reflejaban unas bellas y extrañas figuras geométricas de fúlgido y brillante color dorado. Algunas de tales conversaciones, captadas magistral­mente por el pintor señor Josep Gumí, podrán Uds. verlas refleja­das en los grabados que ilustran el segundo volumen de este Tratado.

 

El sentido de estas conversaciones penetraba en mi mente en forma intuitiva y el cerebro recogía su significado de manera casi perfecta. Puedo decir -y lo hago con un gran sentido de recono­cimiento a la potencia inductiva de JESAZEL y no a mis cualidades interpretativas- que sólo dos o tres veces durante el curso de mis investigaciones tuvo que rectificar JESAZEL algún punto sobre el cual mi mente había sufrido una distorsión. Puedo afirmar ahora, sin espíritu alguno de soberbia, pero si de gran satisfacción, que mi sensibilidad a la vida oculta ha llegado a un punto en que me es posible diferenciar muchas de las influencias dévicas en la vida de la Naturaleza y de la humanidad, que crean reacciones psíquicas ambientales y producen determinados efectos psicológicos y parap­sicológicos en la vida de los seres humanos.

 

 

El Tercer Elemento Vital

 

Desde el ángulo de vista esotérico, todo cuanto acontece o se rea­liza en la vida de la Naturaleza es un gigantesco fenómeno psíqui­co, motivado por la Voluntad del Creador al infundir Su Vida en la Materia y evocar de ella cada vez más sutiles respuestas. Los Planos del Universo justifican esta Voluntad o Propósito de la Divinidad y no hay rincón alguno dentro del Sistema solar que no albergue una potencia psíquica, irradiando energía a través de su aura etérica y creando un definido campo magnético. Si se admite este hecho podrá llegarse fácilmente a la conclusión de que el Espa­cio contiene en sí una Potencia inteligente e integradora de todos aquellos campos magnéticos y los convierte en ambientes definidos dentro del orden colectivo o social de la Naturaleza. Cualquier tipo de ambiente dentro de la humanidad, sea particular, familiar, pro­fesional o grupal es el resultado de la condensación de un tipo determinado de energía psíquica, generada por los seres humanos y manipulada creativamente por las potencias integradoras del Espa­cio, que nosotros llamamos esotéricamente Angeles o Devas en las líneas de este Tratado. Pero, dénse Uds. cuenta de que al utilizar las expresiones dévica y angélica, no hemos caído en el error de considerar a estas fuerzas desde el ángulo de vista religioso o tradi­cional, sino que les hemos asignado un poder científico y una acti­vidad extraordinariamente dinámica en la vida de la Naturaleza, cual es la de construir todas las posibles estructuras geométricas, formas, cuerpos o vehículos que, en su totalidad y en la vida de los Reinos y de las Especies, albergan el Espíritu de Dios en una infini­ta e increíble gama de estados de conciencia. Tenemos así y por doquier, estados de conciencia vibrando a través de estructuras geométricas definidas y creando unos apropiados campos magnéti­cos y psíquicos. El estudio de las reacciones producidas entre los distintos campos magnéticos por parte de los investigadores del mundo oculto, dará lugar a la verdadera Ciencia Parapsicológica del futuro. En el presente se les asigna demasiada importancia todavía a los pequeños efectos ambientales y se discute aún demasiado en términos de conocimientos teóricos, porque no se ha logra­do llegar a la plenitud de experiencia de los hechos psíquicos; de ahí que el problema del psiquismo, con su numerosa secuela de fenómenos en el éter, constituye todavía una zona llena de vague­dades y de misteriosas incógnitas, es decir, un área de discusión en donde cada cual aporta sus particulares puntos de vista, pero no experiencias vitales.

 

Esta era, en efecto, la alternativa que se me presentaba al iniciar mis investigaciones ocultas acerca de los Angeles. Todo cuanto acerca de ellos había leído en el pasado me parecía demasiado nebuloso o místico y no resistía, a mi entender, ni el peso ni el rigor de la razón científica. Así, pues, tuve que profundizar mucho dentro de mí mismo en un intento de hallar el tercer elemento que me faltaba para poder unificar los centros de conciencia humanos con los fenómenos producidos en el éter y los estados psíquicos en general. Este tercer elemento surgió inopinadamente ante mi per­cepción mental en momentos álgidos y trascendentes de mi vida. Al principio sus formas eran vagas, suaves, acrecentando con su mis­teriosa incógnita mi pasión por la vida oculta, que siempre había constituido una parte esencial de mi vida. Más adelante pude percibir con toda claridad a los espíritus de la Naturaleza, pero no en sueño, sino formando parte de mi contemplación de la obra de la Naturaleza. Pude darme cuenta así que el suelo, el aire, el agua, el fuego, y todo cuanto me rodeaba era vida inteligente, siguiendo unas ocultas y misteriosas motivaciones bajo la forma característi­ca de los elementos naturales.

 

Así, el agua no era para mí un sim­ple compuesto químico, sino que era además el recipiente místico que albergaba a unas vidas inteligentes que aparentemente y en mutuas y desconocidas intercomunicaciones la construían. Apren­dí, de esta manera, a aliar el agua con unas bellas criaturas etéricas que esotéricamente se denominan ONDINAS. Lo mismo me ocurrió al examinar ocultamente el aire, la tierra o el fuego, dándome cuenta de que en el seno de tales elementos existía una insólita y palpitante vida que llenaba el espacio con su poder psí­quico. Comprendí progresivamente que estas vidas menores, las síl­fides, las ondinas, las hadas, los gnomos, etc. y la multiplicidad de invisibles y desconocidos espíritus de la Naturaleza, eran expresio­nes psíquicas de un poder más elevado ya que, tal como siempre había presentido, la ley de evolución contiene en sí el principio de jerarquía. Y es así, en forma suave y paulatina, como fui conscien­te de unas fuerzas psíquicas infinitamente superiores que utiliza­ban asimismo el Eter del Espacio como campo de expresión. Sur­gieron entonces ante mi exaltada y maravillada visión extensas gamas de Devas, maestros en el arte de la construcción, dirigiendo una increíble hueste de pequeñísimos obreros, los cuales con rara habilidad, creaban con sutilísimos hilos de luz etérica todas las formas físicas de la Naturaleza y que descomponiendo aquella luz la dotaban de color y de las inherentes cualidades físicas y psíqui­cas que constituían la razón de ser de sus vidas, de su constitución y de su especie...

 

 

Ultimas consideraciones

 

La evolución de los Devas de todos los órdenes, en relación con la substancia material del Universo y del planeta, es obvia y es apre­ciable en el devenir de cada nuevo ciclo de vida, en el que la vibra­ción interna del Morador del Cuerpo, ya se trate del Logos Solar, del Logos planetario o del ser humano, ha alcanzado un nivel supe­rior que exige una substancia material o lunar -si podemos decirlo así- manejada por más excelsos y elevados Pitris. Variará por tanto sensiblemente la calidad de las formas, ya que hay una evi­dente relación entre calidad o vibración y substancia o forma. La analogía ha de ser perfecta en todos los casos y habrá que admitir­se lógicamente que los Devas que en su integridad confeccionan la substancia de un esquema de evolución humano, planetario, solar o cósmico, deberán acceder -a igual que los seres humanos y los Logos creadores- a algún tipo de INICIACION DEVICA en cual­quier ignorado nivel de la Naturaleza, de parte de los poderosos Arcángeles regentes de los Planos del Universo, o de los Angeles superiores que rigen la evolución de los Reinos. El Misterio de Re­velación de tales Iniciaciones -si tenemos en cuenta las cualidades específicas de los Devas- será quizás el desarrollo del sentido íntimo del OIDO para poder escuchar los múltiples e incesantes so­nidos que se elevan del mundo manifestado, de la misma manera que las Iniciaciones humanas tienen por objeto desarrollar el senti­do oculto de la VISTA, es decir, el dilatado grupo de percepciones que han de convertir al Iniciado en un perfecto CONOCEDOR.

 

La analogía nos va demostrando constantemente que los Angeles y los Hombres constituyen dos corrientes de Vida divina tan estre­chamente vinculadas, que resultaría imposible mover una sin que inmediatamente se sienta movida la otra. En otras partes de este Tratado me he referido a los grados de vinculación humano dévica y sus resultados en la vida de la humanidad, tal como puede ser, por ejemplo, la construcción de sus vehículos de manifestación y también el proceso de integración espiritual y grado de acercamien­to a los grandes DEVAS de los tres Planos inferiores del Sistema, llamados: AGNISCHAITAS, AGNISURYAS y AGNISHVATTAS cuyo contacto, inteligentemente establecido, puede decidir el ritmo de nuestra vida, detener a veces el curso de los acontecimientos kármicos y llevamos de la obscuridad a la luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es decir, a la Montaña de la Iniciación, desde cuyas gloriosas cumbres podemos contemplar el valle de la ilusión mental, de los variados espejismos astrales y del maya de los sentidos físicos, sin sentirnos atraídos por sus potentes insinuaciones. Este paso trascendente que hemos logrado dar con ayuda de los Devas y de nuestro espíritu de resolución, significa que hemos vencido la fuerza gravitatoria de los devas inferiores, nuestra intención se halla anclada actualmente en las fuerza de en nuestros estudios esotéricos devas lunares, y que la supremamente místicas, aunque increíblemente dinámicas, vitalizadas por los grandes Devas AGNISHVATTAS y que Angel Solar, o Yo espiritual, puede intervenir libremente en nuestra vida, inspirando las resoluciones de nuestra alma y dotándonos de amorosa comprensión hacia los demás. Cuando esto sucede, los asuntos humanos con todas sus crecientes dificultades y tensiones ya no atraen tan poderosamente como antes nuestro interés individual, permitiéndonos vivir más desapegados y seguros dentro del complejo social donde vivimos inmersos... El hecho oculto que un día será científicamente descubierto de que a cada hombre corresponde un Deva de similar vibración, aunque de na­turaleza negativa con respecto a él, mostrará el secreto de la luz es­piritual. Podrá indicar, también, que el trabajo realizado en el de­venir de nuestros estudios, meditaciones y actos de servicio, ha sus­citado un eco muy creador e íntimo de parte de los insondables éteres del Espacio y que nuestro ALTER EGO angélico ([18]) -atento a las circunstancias de nuestra acción- nos ayuda con sus indicaciones en el ejercicio de la rectitud y del buen sentido natural.

 

Tal como he dicho ya en varias ocasiones, y lo repito ahora por cuanto lo considero muy importante desde el punto de vista del lector, durante el curso de las investigaciones ocultas que culmina­ron en este Tratado, he logrado establecer contacto con algunos de superior evolución y de reconocida inteligencia. Sus insinuaciones espirituales y el grato sabor de su contacto me permitieron continuar el trabajo emprendido, singularmente porque gracias a Ellos tuve siempre una protección segura cuando debía introdu­cirme en ciertas regiones psíquicas en donde los devas que intenta­ba contactar eran realmente peligrosos, debido a su intenso dinamismo vibratorio y al poder ígneo de sus campos magnéticos o cuando trataba de penetrar en los niveles etéricos ocupados por los elementales inferiores de la Naturaleza, señores de la tierra, del agua, del aire o del fuego. La experiencia espiritual fue siempre aleccionadora y sé ahora que todas mis motivaciones espirituales obedecían al interés jerárquico por esclarecer el tema, tan profundamente místico y espiritual, relacionado con la misteriosa Vida de los devas. Veamos ahora, algunas de las razones por las cuales el conocimiento del mundo dévico se hace necesario e imprescindible para la evolución mental y profundidad esotérica de los aspirantes espirituales de mundo:

 

a.      Porque, tal como hemos venido diciendo en las páginas de este Tratado, los hombres y los Devas son dos evoluciones o co­rrientes de Vida que corren paralelas y que, al final de cierto ciclo de evolución planetaria, deberán coincidir en un punto infinito de su mutuo desarrollo espiritual para crear el divino HERMAFRODITA o SER ANDROGINO, mitad hombre -mitad Deva -si podemos decirlo así- que ha de culminar una gran etapa mística e iniciática en la Vida de nuestro Logos planetario.

 

b.      Porque el secreto de la existencia humana y el por qué de todas las formas existentes, se halla escondido en el mundo de los Devas y es allí donde hay que descubrirlo.

 

c.      Porque la evolución humana no sería posible sin la coopera­ción de los grandes DEVAS que rigen los ciclos de la vida del hombre aquí en la Tierra, preparando su destino creador y confeccionando la substancia material mediante la cual son construidos sus tres vehículos expresivos, llamados de necesi­dad kármica, es decir, el mental, el astral y el físico.

 

d.      Porque los Devas constructores de estos tres cuerpos en cada uno de los Planos físico, astral y mental y sus correspondientes subplanos, están cualificados para convertir los impulsos humanos o necesidades kármicas, en ambientes definidos dentro del orden social y planetario, teniendo en cuenta que las líneas de mínima resistencia o instintos procedentes de un lejanísimo pasado, constituyen el campo de batalla del hombre y los incentivos dévicos de la propia perfección. Hay que tener en cuenta al respecto que cada uno de los vehículos humanos es esencialmente un Deva, asistido por una innumerable hueste de devas menores, algunos de ellos minúsculos como los propios átomos, cuyo poder centralizador ha de ser conquista­do por el hombre. A estos Devas se les denomina esotéricamente ELEMENTALES CONSTRUCTORES. Tenemos, por tanto, los Elementales físico, astral y mental, poseyendo cada uno, tal como habremos dicho ya en otras partes de este estu­dio, un tipo de conciencia separada que el ser humano ha de controlar, gobernar y dirigir. A este trabajo continuado de go­bierno y de control de tales Devas o Elementales constructores, se le define oculta y místicamente con el nombre de SENDE­RO. Se trata de un proceso de integración que puede llevarse a cabo mediante la práctica de un oportuno y conveniente Yoga, de un sistema inteligente de meditación o por la práctica asidua y continuada de la buena voluntad y el deseo de bien hacia los demás en el devenir de las relaciones sociales. Tal trabajo de integración es un DHARMA de naturaleza kármica y tiene por objeto redimir a las vidas menores que construyen nuestros vehículos de necesidad y hacer evolucionar al Deva constructor por el sistema universal de polarización magnética hacia centros superiores en donde la Vida dévica es más radiante e incluyente.

 

e.      Porque sin un conocimiento perfecto del mundo dévico no po­dríamos acceder a las alturas de la intuición ni a la gloria de la inspiración espiritual. Uno de los secretos conquistados del mundo de los Devas, utilizando la clave de la analogía, es el de que la actividad del hombre por adueñarse del misterio universal de su propia vida pasa por el Reino dévico, ya que son precisamente ciertos excelsos Devas solares los que crean el estímulo de la vida espiritual y construyen con la luz inmor­tal de Sus vidas radiantes aquel místico Puente de Arco Iris, denominado esotéricamente ANTAKARANA. Este Puen­te conecta al hombre, el alma en encarnación cíclica, con su Alma espiritual, Yo superior o Angel Solar. Toda la Vida de la Naturaleza, en permanente expansión de posibilidades latentes, revela este principio infinito de polarización de lo inferior con lo superior, ya se refiera a un átomo, a un ser humano, a un planeta, a un Universo o a una Galaxia. Los Devas, en su multiplicidad de huestes y jerarquías crean eternamente el ANTAKARANA de unión entre todos los principios separados en la vida de la Naturaleza y producen fusión y reconciliación en el insondable destino de todo lo creado. Gracias a los Devas existe un infinito e ininterrumpible SUTRATMA, o Hilo de Vida y de Conciencia, que une todos los Planos, Reinos, Ra­zas y Especies enlazándolos a un Destino común de perfección y reconciliación. Tal es el sentido incomprensible de FRA­TERNIDAD que une el corazón de todo lo creado con el in­descriptible Corazón solar.

 

f.        Porque, tal como esotéricamente hemos aprendido, los hom­bres encarnan los principios conscientes de la Divinidad, lo que podríamos denominar AUTOCONCIENCIA o aspectos esenciales de Su Vida. Los Devas, a su vez, representan la VI­BRACION CONSTRUCTIVA de Su Naturaleza expresiva, es decir, los atributos que corresponden a aquellos aspectos esen­ciales. Así, los tres aspectos mayores de la CONCIENCIA y los cuatro atributos menores de la EXISTENCIA constituyendo el Gran Septenario Solar, están eternamente unidos y vincula­dos. Esta infinita relación de aspectos y atributos se extiende a la Naturaleza entera, a la Vida de los Planos regidos por poderosísimos Arcángeles, a los Reinos con sus excelsos Ange­les regentes, a la Vida cíclica de los Rayos y a las Razas hu­manas con sus correspondientes Manúes y Devas familiares... Tenemos el ejemplo claro y concreto de esta realidad en el CUATERNARIO humano que expresa los cuatro atributos del alma en encarnación cíclica o universal, el cuerpo físico, el vehículo etérico, la naturaleza psíquica o astral y la mente organizadora y los aspectos espirituales del Angel Solar, o Yo superior, que anda en el tercer subplano del Plano mental el poder monádico de la Tríada espiritual constituida por Atma, Budhi y Manas.

 

 

Extremando la analogía podríamos descubrir todavía otras mu­chas e interesantes razones para justificar el interés de la Jerarquía espiritual del planeta por presentar el conocimiento y estudio de las Vidas dévicas o angélicas a la atención de los aspirantes espiritua­les del mundo, cada vez más inteligentes y responsables. Sin em­bargo, y siendo muy sincero al respecto, creo que las razones expuestas serán suficientes y que abrirán nuevas y más extensas perspectivas espirituales en la mente inquisitiva del sincero in­vestigador.

 

 

 

 

EPILOGO

 

 

Vamos a cerrar con unas breves notas el ciclo de este estudio oculto que hemos titulado en su totalidad "Un Tratado Esotérico sobre los Angeles". Estamos seguros que durante el curso del mismo muchos y muy sinceros aspirantes espirituales habrán logrado comprender más claramente que antes los objetivos básicos que persigue la investigación esotérica, la cual debe culminar virtualmente en la perfecta comprensión del mundo oculto y en el sentido anhelo de aproximación a todas y cada una de las infinitas vidas, mayores y menores, que lo integran. Creemos sinceramente también que después de leer este Tratado el aspirante espiritual se sentirá más dispuesto para penetrar en las profundidades místicas de su ser, en un intento supremo de descubrir en aquellas divinas interioridades el brillante hilo de Luz que enlaza mágica y misteriosamente su vida individual con todas las corrientes de vida del Cosmos. La comprensión exacta de la ley de Fraternidad y de sus eternas motivaciones en la vida del hombre es la meta inmediata de todas las investigaciones ocultas, unas investigaciones que deberán culminar un día en la experiencia trascendente de la liberación del alma. No hay tarea más noble en la vida de un ser humano que el esforzarse por comprender a los demás, sabiendo que en ese término de los demás han de ser incluidos nuestros hermanos los Angeles y todas las humanidades dentro y fuera del Universo que, a igual que nosotros, viven, piensan y sienten y están llenas de motivaciones ocultas hacia el Bien universal.

 

Este Tratado esotérico carecería evidentemente de valor si no hubiese logrado introducir en sus textos algunos argumentos sólidos acerca de la vida oculta de la Naturaleza, capaces de merecer la atención científica, singularmente los que tratan de la polaridad humano-dévica en cuyas insondables raíces cósmicas se gesta el impenetrable misterio de la electricidad, o sobre el mágico poder que se agita en la profundidad desconocida de los éteres del Espacio capaz de producir el milagro de cualquier tipo de manifestación de Vida, desde la germinación de la humilde semilla que se convertirá en el majestuoso árbol o la gestación de la misteriosa simiente que dará lugar al ser humano con todos sus poderes y facultades... ¡¡Devas, devas por doquier, en la tierra, en el agua, en el fuego, en el viento y en el éter, así como en cada uno de los deseos, sentimientos y pensamientos de los hombres!!... Sólo hay que abrir los ojos para ver y afinar cuidadosamente los oídos para oír. El eterno secreto de la Naturaleza y de la Vida del propio Dios se halla hoy más cerca que nunca del hombre que sinceramente lo busque en las reconditeces íntimas del propio corazón...

 

No vamos a insistir, sin embargo, en conceptos que quedaron claramente establecidos en las páginas de uno u otro de los tres libros que constituyen este Tratado Esotérico. Sólo deseamos recordar con mucho afecto y comprensión que las ideas contenidas en los mismos deben ser cuidadosamente examinadas, no aceptadas indiscriminadamente porque puedan aparecer como muy claras al primer intento o categóricamente rechazadas porque sus conceptos no guardan una aparente similitud con los conocimientos adquiridos, es decir, con lo que intelectualmente se sabe o que corrientemente se acepta como verdad. El aceptar por negligencia o el rechazar por sistema son las grandes dificultades del Sendero. Invitamos pues a desarrollar el discernimiento y a evocar la duda inteligente. Nos encontramos ya muy cerca del final de este siglo XX, un siglo marcado por grandes acontecimientos mundiales, con grandes descubrimientos científicos y espectaculares avances en el orden técnico, pero caracterizada también por una serie impresionante de guerras, cataclismos y desastres que han asolado y continúan asolando la vida de la humanidad, quebrantando las leyes de la fraternidad y de la justicia y rindiendo únicamente culto a la ambición, al egoísmo y a la codicia que -pese a los prodigiosos avances en el orden técnico y material- mueven todavía grandes sectores sociales y un increíble número de corazones humanos.

 

Se impone, por tanto, una serena reflexión acerca de las ideas contenidas en estos tres libros, singularmente las que hacen una directa referencia a la fraternidad angélica, en la seguridad de que la Verdad y el Testimonio inefable del Bien común penetrarán en el ánimo del lector y lo liberarán del apego a las efímeras conquistas materiales, las cuales pertenecen al tiempo y forman el polvo perecedero con que suelen revestir sus auras inmortales los hombres de la Tierra.

 

Dedicamos nuevamente nuestro cálido y sentido agradecimiento a los Angeles amigos que tan gentilmente nos ofrecieron su ayuda en el intento de descubrir los Misterios de su Reino y nos hicieron partícipes del tesoro de gracia que emana de sus serenas y esplendentes Vidas. Este es, al final de este Tratado Esotérico sobre los Angeles, el sentimiento que embarga nuestro corazón humano y que nos ha orientado en el devenir de nuestras investigaciones, sabiendo intuitivamente que se trataba de una Obra jerárquica llena de enseñanza oculta y trascendente para todos los sinceros aspirantes espirituales del mundo. Acéptese pues el testimonio íntimo de nuestra humilde ofrenda y el encendido fervor de nuestra eterna plegaria...

 

 

En las Montañas de Montserrat

bajo el Signo de Libra, de 1980.

 

 

Vicente Beltrán Anglada

 

 

Los Ángeles en la Vida Social Humana
Vicente Beltrán Anglada
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Ilustraciones del Libro

Las demás imágenes son visiones del propio artista, percibidas en niveles ocultos y representadas vívidamente a través de la habilidad técnica. PERCEPCIÓN OCULTA y HABILIDAD TÉCNICA son las constantes en las obras del señor GUMÍ a quien, desde aquí, agradezco muy profundamente su deferencia al ilustrar todos mis libros acerca de los ANGELES, insistiendo una vez más que las figuras representativas del mundo oculto, tal como él las plasma en sus dibujos e ilustraciones, se ajustan perfectamente a las que yo suelo percibir en el devenir de mis investigaciones esotéricas.

Vicente Beltrán Anglada


PRINCIPIO DE VIDA

Un ángel Constructor, presidiendo el acto de nacimiento de una criatura humana. La Luz que lleva consigo, es un símbolo de “alumbramiento”. Este ángel, no es el “elemental constructor”, sino un Agente del Gran Deva, el Arcángel KSHITI, Señor del Plano Físico, dándole la espiritual bienvenida al recién nacido.

ATOMO PERMANENTE

El principio de la vida física del ser humano. Espermatozoides en proceso de desarrollo. El que irradia más luz llevará el átomo permanente físico alrededor del cual será estructurado un nuevo cuerpo humano.

El proceso es dirigido enteramente por los devas lunares, aunque sujetos a la presión solar del Ego. Este proceso es percibido clarividentemente desde el plano mental superior. Téngase en cuenta que todas las incidencias son observadas en el nivel etérico superior; de ahí las aparentes diferenciaciones en su forma que las que solemos apreciar en el mundo físico, aunque se noten algunas semejanzas.

FORMAS CONSTRUCTORAS

Proceso de desarrollo en el interior del óvulo fecundado, visto clarividentemente.

Etapas en orden descendente:
Mineral
Vegetal
Animal
Semihumana
Humana

Todo este proceso es visto considerablemente aumentado en la luz astral desde el nivel etérico superior, con cuatro etapas definidas que corresponden a la actividad de cada uno de los Señores del Karma.


LOS ANGELES DE LA MUERTE

 

O mejor dicho, los ANGELES DE LA LUZ RESPLANDECIENTE.
La salvaguarda del alma, después que ha dejado su cuerpo físico, no corresponde ya a los seres humanos, a sus deudos, amigos o parientes, por mucho que la amen y quieran ayudarla en sus invocaciones, a menudo potentemente egoístas y negativas, sino que corresponde a la actividad de aquellas benditas Entidades dévicas que llamamos esotéricamente LOS ANGELES DE LA LUZ RESPLANDECIENTE. Estos acogen al alma seguidamente desde el momento físico del a muerte, cuando roto ya el “sutratma” o “hilo de la vida”, que lo unía la cuerpo, la envuelven en un manto de quietud y propician su entrada en el plano astral.

El grabado viene a representar las etapas especificas que se suceden a medida que el alma va dejando el cuerpo y va entrando bajo la benéfica influencia de estos Ángeles de la Luz, que presiden el fenómeno de la muerte.

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2004

 

 

 

 

 

 
 
 

EL UNICORNIO

 

 

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2004

 



[1] Los dos anteriores fueron publicados por Editorial Eyras (Madrid).

[2] Los Siete Rayos son corrientes de vida encarnando las cualidades característi­cas de la Divinidad, expresadas por medio de Siete Logos planetarios y a través de los Siete Planos de la Naturaleza.

[3] Investigaciones científicas posteriores han confirmado la existencia de elemen­tos químicos más pesados o con más carga de unidades de hidrógeno.

[4] Hay que considerar al respecto que de la misma familia de los átomos de hidró­geno simples, aunque más complejos y con más carga de ANUS, se hallan los áto­mos de deuterio y de tritio, denominados en el libro QUIMICA OCULTA, de Mme. Annie Besant y Mr. C.W. Leadbeater, adyarlum y occtsltum respectivamente, conte­niendo el primero 1 protón, 1 electrón y 1 neutrón, con una carga de 36 ANUS, y el segundo, 1 protón, 1 electrón y 2 neutrones, con una carga de 54 ANUS. Así, el átomo de helio que sigue inmediatamente al átomo de hidrógeno, con 2 protones, 2 electrones y 2 neutrones, aparece en dicho libro con un contenido de 72 ANUS y no con sólo 36 que aparentemente le corresponderían si se atuviese estrictamente al nú­mero de protones y electrones en relación con el átomo más simple de hidrógeno.

Vemos, por ello, que la regla no es exacta en el sentido de una rigurosa analogía concreta (aunque quizás se manifieste esta analogía en los niveles subjetivos o abs­tractos). La señora Annie Besant y el señor Leadbeater, que fueron unos excelentes investigadores del mundo oculto, así parecen atestiguarlo en QUIMICA OCULTA, en el sentido de considerar que el número de protones y de electrones para cada ele­mento químico de la Naturaleza no ha de multiplicarse necesariamente por los 18 ANUS que a cada uno de ellos debería corresponderle. Existe, al parecer, una regla muy esotérica -iniciática podríamos decir- que regula el número de ANUS que constituyen el núcleo central de cualquier elemento químico, los protones o los osci­lentes electrones. En todo caso, el ANU continua siendo la fuerza viva, coherente y determinante que se halla en la base substancial o química del Universo.

 

[5] Basta considerar en relación con esta idea, que el cuarto plano del sistema solar, el búdico, está íntimamente vinculado con el cuarto éter del plano físico del que surgirá eventualmente, por un proceso de substanciación, el átomo dé hidróge­no., Está vinculado asimismo con el cuarto reino de la Naturaleza, el reino humano. No será difícil establecer por analogía el por qué los 9 ANUS del plano búdico cons­tituyen realmente la base del axioma esotérico... “el 9 es el número del hombre”.

[6] Ver capítulo siguiente: La Actividad de los Devas dorados.

[7] A su conversión en un planeta sagrado.

[8] No hay que olvidar que el primer ser en el proceso de la Creación que adopta la Forma o Figura del Arquetipo solar, es el ser humano.

[9] Ver volumen primero de este Tratado, “Las fuerzas Ocultas de la Naturaleza

[10] Véase pág. 136 de “LAS FUERZAS OCULTAS DE LA NATURALEZA” ca­pítulo ‘Los Angeles y los Atomos Permanentes”. Editorial EYRAS.

[11] La aceleración del proceso evolutivo por parte de los discípulos de la Era de Acuario se verifica a través del servicio creador.

[12] Recuerden que estas cifras se refieren a la humanidad considerada en su con­junto y no se refieren al ser humano en su aspecto particular.

[13] Es curiosa esta analogía, teniendo en cuenta los dieciocho ANUS que compo­nen la estructura del átomo de hidrógeno.

[14] El sexto, a partir de arriba.

[15] Véase el libro del mismo autor, ‘LA JERAR QUIA, LOS ANGELES SOLA­RES YLA HUMANIDAD”. Editorial Kier, Buenos Aires.

[16] El planeta Júpiter interviene también muy activamente en La expansi6n de estas energías.

[17] Ver libro del mismo autor “Los Misterios del Yoga”, Editorial Kier, Buenos Aires. Rep. Argentina.

[18] El Angel Guardián. según expresión esotérica y mística.