Los Ángeles en la Vida Social Humana
Un tratado esotérico Sobre los Ángeles
Vicente Beltrán Anglada |
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A MARIA CARMEN AGULÓ PÍ en el imperecedero recuerdo del
inmortal AKASHA.... IN MEMORIAM
VICENTE BELTRÁN
ANGLADA
PORTADA
E ILUSTRACIONES
La imagen que
ilustra la portada, así como las figuras del interior de este libro, el tercer
volumen del tríptico “UN TRATADO ESOTERICO SOBRE LOS ANGELES”, han sido
realizadas por el inspirado pintor JOSEPH GUMÍ i CARDONA, quien une a la
requerida e imprescindible habilidad técnica la valiosa facultad de percepción
de los mundos invisibles.
Con respecto a
la ilustración de la portada, debo significar que se trata de la reproducción
de un cuadro titulado “GENESIS”, pintado por el señor GUMÍ i CARDONA, expuesto
en el MUSEO DE ARTE MODERNO de BARCELONA. En la composición del mismo se ha
tratado de representar simbólicamente el principio de la generación humana con
las figuras centrales de ADAN y EVA, rodeadas de un ambiente plástico donde se
entrefunden armoniosamente los conceptos religiosos, filosóficos y artísticos,
surgidos de las ideas fundamentales de la geometría esotérica la cual, a su
vez, se inspira en aquellas medidas áureas o solares aportadas por los Ángeles
a los grandes artistas de todos los tiempos.
Las demás
imágenes son visiones del propio artista, percibidas en niveles ocultos y
representadas vívidamente a través de la habilidad técnica. PERCEPCIÓN OCULTA y
HABILIDAD TÉCNICA son las constantes en las obras del señor GUMÍ a quien, desde
aquí, agradezco muy profundamente su deferencia al ilustrar todos mis libros
acerca de los ANGELES, insistiendo una vez más que las figuras representativas
del mundo oculto, tal como él las plasma en sus dibujos e ilustraciones, se
ajustan perfectamente a las que yo suelo percibir en el devenir de mis
investigaciones esotéricas.
VICENTE BELTRÁN
ANGLADA
INDICE
Portada
e ilustraciones Prefacio Introducción
Primera Parte
Capítulo I GEOMETRÍA ESOTERICA La
ciencia de los centros El
Reino Angélico, el centro de equilibrio entre Vida y forma El
Arquetipo
Capítulo II LOS DEVAS Y LA IMAGINACIÓN HUMANA Los
Ambientes Individuales Los
Ambientes Familiares Los
Ambientes Profesionales Los
Ambientes Grupales Los
Ambientes Sociales Nacionales El
Alma Territorial
Capítulo III EL MISTERIO DEL ATOMO DE HIDRÓGENO La
Actividad de los Angeles en el Proceso de Substanciación de los Átomos
ultérrimos
Capítulo IV LOS DEVAS Y EL CUERPO ETÉRICO HUMANO Los
Devas Lunares
Capítulo V LA ACTIVIDAD DE LOS DEVAS DORADOS Como
trasmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente PRANA Como
Agentes Inductores o Trasmisores del PRANA planetario Como
dinámicos impulsores de los Ritmos de Respiración de los Seres humanos Como
Creadores de los Fenómenos de Irradiación Magnética en la Vida de los
Reinos
Capítulo VI LOS DEVAS Y EL TRABAJO DE LA JERARQUIA Los
Agentes de Shamballa Los
Impulsores del Plan La
Humanidad, el Centro místico de
todos los Reinos Los
Tres Departamentos de Trabajo de la Jerarquía y la Obra de los Devas El
Departamento del Manú El
Departamento del Bodhisattva El
Departamento del Mahachohan
Capítulo VII EL PODER PSÍQUICO DE LOS DEVAS Sobre
los Reinos de la Naturaleza Sobre
los Estados de Conciencia Humanos Sobre
los Siete Rayos Sobre
las Corrientes de Vida Astrológica Sobre
los Vehículos de Manifestación de la Entidad Causal, Alma o Angel Solar
y su relación cósmica Sobre
los Hechos Kármicos que tienen lugar en nuestro planeta Sobre
los Fenómenos Psíquicos Definidos
como Paranormales o Parapsicológicos
SEGUNDA PARTE
Capítulo VIII LOS SEÑORES DEL KARMA El
Angel de la Muerte El
Angel de la Justicia El
Angel de los Registros Akásikos El
Angel de la Liberación
Capítulo IX LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA
DEL HOMBRE El
Nacimiento La
Enfermedad La
Vejez La
Muerte El
Kamaloka y el Devachán
Capítulo X LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA
DEL UNIVERSO Los
Símbolos de los Señores del Karma El
Señor de la Muerte El
Señor de la Justicia El
Señor de los Archivos El
Señor de la Liberación
Capítulo XI LAS SEMILLAS DEL BIEN CÓSMICO La
Lucha del Bien y del Mal, la Base Mística de la Creación El
Misterio del Espacio y del Tiempo
Capítulo XII LOS ANGELES Y LAS INFLUENCIAS ASTROLÓGICAS Las
Personificación Mística de las Energías La
Astrología, una Ciencia de Comunicación entre Angeles y Hombres Los
Ciclos de Vida Universal La
División Esotérica del Mundo por las Grandes Jerarquías Dévicas
Capítulo XIII EGREGORES ¿Qué
es un Egregor? ¿Cómo
identificar un Egregor? ¿Cómo
destruir los Egregores Negativos? ¿Cómo
actúan los Angeles Superiores sobre los Egregores? Otras
consideraciones Ocultas sobre los Egregores
Capítulo XIV SÍNTESIS EXPERIMENTAL La
Visión del Mundo Oculto Las
Condiciones Intimas del Contacto Angelico Los
Insignes Forjadores del Destino El
Sentimiento de Alegría y el Misterio de la Voz El
Tercer Elemento Vital Ultimas
Consideraciones
EPILOGO
|
PREFACIO
Este es el tercer volumen de Un Tratado
Esotérico Sobre los Angeles ([1]).
En el primero estudiamos las fuerzas ocultas de la Naturaleza, iniciando un
recorrido cósmico que partiendo de la labor universal de los grandes Logos
creadores y de las excelsas Entidades Angélicas, se introducía en las
interesantes temáticas de las Jerarquías Angélicas del Universo, de las
vinculaciones humano-dévicas con un estudio de la ciencia de la invocación y
del contacto angélico, de la intervención de estos excelsos moradores de los
mundos invisibles en la vida social del hombre, del misterio implícito en la
generación angélica y el destino de perfección de los Angeles, para culminar la
investigación con unas ideas acerca del Angel Solar, el Yo espiritual del ser
humano, y la actividad de los Angeles en la evolución de los sentidos
superiores de la humanidad y su participación activa en los fenómenos
denominados parapsicológicos.
Tal estudio permitió sentar las bases
para el segundo volumen, el cual fue titulado muy intencionadamente La
Estructuración Dévica de las Formas, ya que toda su temática oscilaba alrededor
de las formas dévicas o angélicas de la Naturaleza, desde las de las humildes,
aunque importantes, entidades llamadas esotéricamente "elementales
constructores", hasta las gloriosas Existencias Angélicas cuya misión o
destino es dirigir desde niveles universales más asequibles a la razón humana
la evolución de los Planos, de los Reinos, de las Razas y de todas las especies
vivientes dentro de los ámbitos de nuestro Sistema Solar. Una de las
principales motivaciones de este segundo libro fue el presentar por primera vez
quizás en el devenir de los estudios esotéricos, unas ideas sobre el principio
místico del lenguaje de los Devas y su directa relación, vía la ley augusta de
los sonidos creadores, con el lenguaje que utilizan los hombres de la Tierra.
Objetivo muy importante también de La Estructuración Dévica de las Formas fue
el estudio de las formas psíquicas creadas en el ambiente planetario por las
ceremonias mágicas o litúrgicas efectuadas por todas las congregaciones
religiosas del mundo, las Ordenes secretas de carácter iniciático y las
escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual.
Este tercer libro, titulado Los Angeles
en la Vida Social Humana, viene a ser como una síntesis de los dos anteriores,
aunque haciendo un énfasis especial en la necesidad urgente de que los seres
humanos de cierta comprensión espiritual establezcan contacto inteligente con
los Moradores del Espacio, designación esotérica de los Devas en su
multiplicidad de especies y jerarquías, con vistas a una síntesis de poder
espiritual la cual tendrá lugar si los discípulos, aspirantes y hombres y
mujeres de buena voluntad del mundo realizan los necesarios esfuerzos y se
ajustan a las correspondientes disciplinas, a últimos de este siglo o a
principios del otro.
A nuestro entender, la importancia de los
tres libros que constituyen este Tratado radica en el hecho de que vienen a
rellenar un hueco vacío dentro del estudio esotérico de los fenómenos que se
realizan en el éter y cuya causa permanece aún ignorada por la ciencia de
nuestros días, tales como la electricidad, la conciencia inteligente del átomo
inmerso en una gran comunidad de elementos químicos o las motivaciones ocultas
de las manifestaciones parapsicológicas.
La presentación de las entidades dévicas
o angélicas en su prodigiosa diversidad como los agentes ocultos de todo
fenómeno en la vida de la Naturaleza, geológico, eléctrico, psíquico o
espiritual, irradiará una nueva luz hacia la comprensión del mecanismo
psicológico que por encima de la voluntad humana, origina en el éter del
espacio toda clase de reacciones las cuales se transforman progresivamente en
las leyes cíclicas de la Naturaleza con sus perfectos ritmos, cálidas
demostraciones del poder creador de la divinidad, en la manifestación natural
de todas y cada una de las especies vivientes y en la creación de los ambientes
psíquicos o sociales de la humanidad.
Por todos estos motivos consideramos que
este Tratado -si bien insuficiente todavía para abarcar las inmensas
profundidades del maravilloso mundo dévico- serviría al menos para ofrecer una
mejor noción del permanente milagro que se realiza en las infinitas oquedades
de los éteres universales y planetarios para llevar la magna obra de la
evolución, así como estimular a los sinceros aspirantes espirituales del mundo
para que dediquen parte de su vida y de sus esfuerzos a establecer un vinculo
de amorosa unión con el mundo oculto de los Angeles, sabiendo de antemano que
Estos están aguardando con inmensa simpatía y comprensión, el inicio de estos
sinceros y particulares intentos para ofrecer a cambio la inapreciable dádiva
de su espiritual inspiración.
INTRODUCCION
Una de las incógnitas que surge en la
mente del hombre inteligente es quizás la que tiene que ver con aquello que
corrientemente solemos llamar fatalidad, hado o destino. Se nos dijo
esotéricamente desde siempre que el destino corresponde a la actividad de los
Señores del Karma. En unos capítulos de este tercer volumen de Un tratado
Esotérico sobre los Angeles, hemos intentado desbrozar algo esta incógnita
utilizando el principio de analogía y la intuición superior, lo cual nos obligó
a realizar un gran esfuerzo espiritual y no simplemente intelectual para poder
remontarnos en conciencia a ciertos niveles de expresión causal y poder extraer
de allí algunos significativos argumentos que esclarecían sin duda los orígenes
del destino humano, planetario y universal, una idea absolutamente abstracta
pero que el investigador esotérico se ve obligado a presentar en forma racional
y científica. Algunos de los secretos relacionados con esta idea espiritual del
karma tienen que ver con la revelación oculta de los Angeles y debemos confesar
con gran honestidad, que en el desarrollo de la misma tuvimos el inmenso
privilegio de ser ayudados y recibir inspiración directa de algunos de Estos
excelsos moradores del mundo oculto. En ciertos pasajes de este Tratado hicimos
referencia ya a alguna de estas experiencias particulares de contacto angélico,
tratando de presentar a los Angeles como nuestros hermanos de los reinos
invisibles de la Naturaleza, supremos artífices en el arte de la construcción
de formas en todos los planos del Universo y rebosantes de simpatía y buena
voluntad hacia los seres humanos. A través de tales contactos tuvimos siempre una
visión mucho más certera y científica de lo que en términos esotéricos llamamos
procesos místicos, misterios universales, secretos alquímicos, magia organizada
y fraternidad cósmica.
Efectivamente, los Angeles no se
limitaron a introducirnos en ciertas áreas desconocidas del mundo oculto, sino
que nos explicaron técnicamente y a nuestra manera cómo y de qué manera se
producían los hechos y fenómenos de la Naturaleza, fuese cual fuese su plano o
nivel de expresión. Así, la comprensión de los mundos invisibles adquirió para
nosotros un carácter tan eminentemente científico como el que tiene que ver con
la explicación racional o intelectual de cómo la energía de un rayo eléctrico
creado en la atmósfera planetaria, puede ser canalizada convenientemente por un
simple pararrayos -aunque quizás sería mejor definirle atraerrayos- siguiendo
el principio eléctrico científicamente reconocido como ley de puntas de
Faraday, o de la actualización de la energía eléctrica de la luz por medio de
una bombilla de cristal con filamento metálico de la cual fue extraído
previamente el aire, tal como descubrió Edison. Todo en la Naturaleza es
electricidad, energía en acción, fuerzas en movimiento..., una interacción
constante entre la vida y la forma a través de la actividad dévica o angélica
presente en todas las fases de estructuración, conservación y destrucción del
Universo.
Bien, quizás esto lo hayamos dicho ya en
otras ocasiones o en otras fases de nuestro estudio, pero interesa observar que
la repetición de las mismas cosas no obedece a un equivocado sentido de
redundancia o a algún olvido de parte nuestra, sino que la utilizamos como un
vehículo de necesidad para que la comprensión de ciertas ideas ocultas se vaya
definiendo a través de una multiplicidad de ideas afines, concretas y ya
previamente establecidas en nuestra mente. Recomendamos, por tanto, una
profunda atención a cada uno de los temas presentados en este Tratado con la
serena convicción de que en alguno de ellos hallarán Uds. un punto importante o
de esencial interés por medio del cual y sin utilizar otros medios que los del
simple discernimiento, podrán abarcar una serie impresionante de significados
espirituales y quizás también el aliciente máximo para poder establecer -a
igual que lo hicimos nosotros- un contacto verdaderamente significativo e
importante con el mundo maravilloso de los Devas. Si tales previsiones son
ciertas y hallan Uds. en la totalidad del libro algunos de estos puntos
ascensionales que los eleve por encima de Uds. mismos y los conecte con la
realidad espiritual oculta en todos y cada uno de los seres vivientes, nos
sentiremos realmente felices y verdaderamente satisfechos, ya que nuestro
interés esotérico y más acendrado anhelo es contribuir de alguna manera al
despertar de las almas suficientemente preparadas para dar el siguiente paso
dentro de la ordenación jerárquica de la vida, aquel que conduce a las cúspides
máximas del ser y permite penetrar vía el cuerpo causal en la gran corriente
iniciática.
Parte del gran legado kármico de este Tratado
persigue esta suprema meta y conscientes de la virtualidad de esta obra
jerárquica, sólo pedimos atención y persistencia en el estudio y un gran amor
por las grandes corrientes de vida divina que procedentes del mundo oculto,
deben penetrar silenciosamente en nuestro corazón desvaneciendo las huellas de
un pasado corrupto y haciendo cesar definitivamente los tormentos del deseo
esclavizado. Tal es en esencia el supremo objetivo que persiguen los Angeles y
los hombres inteligentes, sabiendo ocultamente que todos estamos vinculados por
idénticos motivos divinos de universal perfección.
La Geometría es el andamiaje de la
imaginación. El Arte y la Ciencia se complementan geométricamente. Podríamos
decir así que ninguna expresión artística carece de ciencia ni ninguna ciencia
carece de arte, de ahí que todo conocimiento proviene del íntimo sentimiento
creador, no teniendo otra meta la creación, que inicialmente es percepción, que
darle adecuada forma a la imaginación que surge como efecto de los impulsos
internos. Existe también, por poco que lo analicemos, un sentimiento de belleza
matemática que tiende a la armonía de las formas y de los números, una
elegancia geométrica -podríamos decir dévica- que puede ser descubierta por
doquier, llegando finalmente a la conclusión de que una ecuación matemática
para ser perfecta ha de tener forzosamente belleza. La Ciencia de los Números
es la Ciencia de la Forma y no podemos hablar de Geometría Esotérica sin
referirnos a la armonía existente entre ambas Ciencias. Con respecto a esa
Geometría oculta habrá que tenerse en cuenta también que todos los cuerpos en
el espacio se comportan de acuerdo con la posición que ocupan en el mismo con
respecto a otros. Sus coincidencias y sus conjunciones, es decir, las figuras
geométricas que constituyen en su mutua interdependencia tienen un significado
básico, podríamos incluso denominarlo kármico, al ser observadas desde
determinados ángulos de visión o perspectiva. La contemplación del Universo
desde nuestro particular campo de percepciones tiene una importancia
considerable desde el punto de vista esotérico y la mecánica misma de los
astros, es decir, sus movimientos apreciables de rotación y traslación, motivarán
en el espacio aquellas condiciones íntimas que producen nuestros particulares
estados de conciencia.
Creemos que por vez primera, quizás, en los estudios
esotéricos, se intenta enlazar la idea del karma solar, planetario y humano con
la posición geométrica de los astros en el firmamento. En nuestro caso
particular, consideramos al planeta Tierra como centro de nuestras percepciones
y al Universo entero como un inmenso campo de perspectiva. Yendo al fondo mismo
de esta cuestión podríamos decir que la posición que ocupe un cuerpo en el
espacio en relación con otros repercute en su propia estructura molecular.
Posiciones similares en el orden estrictamente geométrico engendrarán así
parecidas estructuras atómicas y la forma de un elemento químico cualquiera
variará sensiblemente según sea la posición que ocupe dentro de su conjunto
molecular y sus líneas geométricas de relación con otros grupos de elementos
químicos. Hay pues una vinculación en el orden geométrico de acuerdo con
determinadas posiciones adoptadas en el espacio por los cuerpos celestes o por
los simples elementos químicos, siguiendo la absoluta ley de afinidades,
cósmicas, universales, planetarias, humanas y moleculares. Es posible organizar
así la vida manifestada, con todo cuanto ello presupone, de acuerdo con
conceptos estructurales y disposiciones posicionales y geométricas. De ahí nace
precisamente la idea de “las redes espaciales”, una verdadera creación
angélica, las cuales al parecer y en orden a la filosofía de la forma o de la geometría
esotérica, cubren el entero Universo y según sus combinaciones estructurales,
vistas siempre desde el ángulo de la propia perspectiva, determinan ciertos
definidos aspectos psicológicos en relación con los centros de visión o de
observación.
Habrá que ir pensando también, de acuerdo con tales
conclusiones, que el establecimiento de jerarquías espirituales en el orden
psicológico vendrá determinado también por la posición geométrica de unas almas
con respecto a otras, o por el lugar que ocupen dentro de alguna definida FORMA
geométrica adoptada en tiempo y espacio por Aquellas supremas Entidades
psicológicas que denominamos esotéricamente Logos cósmicos, Logos solares y
Logos planetarios, los Cuales, sin embargo, vienen particularmente condicionados
también por el lugar que ocupen en el Espacio absoluto en relación con Sistemas
estelares de todavía más elevada trascendencia.
Podríamos
hablar asimismo, tal como era la concepción de los grandes Iniciados Druidas,
de una geometría de los órganos dentro del cuerpo físico de los seres humanos y
de la misión kármica de cada grupo de células o moléculas en relación con el
lugar geométrico que ocupen dentro de la totalidad del organismo.
Siguiendo rigurosamente el supremo dictado del principio
hermético de analogía no nos será difícil hablar de relaciones kármicas entre
órganos y planetas, entre sistemas moleculares y grupos de Universos y admitir
aún, dentro de este cuadro de relaciones, que cualquier elemento químico, por
pequeño que sea, está en magnética relación con algún cuerpo celeste, siendo un
punto geométrico a través del cual una función psicológica, de la naturaleza
que sea, tendrá oportunidad de expresarse.
Así, pues, la clave de la expresión universal se halla
en la geometría del espacio, es decir, en la forma geométrica de un cuerpo y en
el lugar geométrico que circunstancialmente pueda ocupar en el espacio con
respecto a la compleja estructura geométrica dentro de la cual su cuerpo con su
particularizada forma se halla incluido. Y podríamos deducir, además, dentro de
un inacabable cuadro de analogías, que el destino de cualquier ser, sea cual
sea la naturaleza de su especie o su jerarquía espiritual, viene
inexorablemente condicionado por la forma de su cuerpo físico y por la posición
geométrica que adopte dentro de la estructura social de la cual forma parte.
Esto puede significar también -si nuestras suposiciones son ciertas- que el
Karma como Ley de la Naturaleza es un resultado de la FORMA que adopten y de la
POSICION que ocupen, geométricamente hablando, la pluralidad infinita de vidas
y de conciencias sujetas al devenir incesante de la evolución. La misma ley y
el mismo orden rigen el comportamiento psicológico del ser humano, habida
cuenta que éste, sea cual sea su posición social y evolución interna, ocupa un
lugar geométrico definido en el seno de la sociedad humana o contexto social
del cual forma parte, siendo precisamente este LUGAR el que le condiciona
kármicamente y le obliga a adoptar frente a la vida y a las circunstancias, un
comportamiento psicológico definido con una serie de reacciones muy singulares
y particularizadas frente al ambiente familiar, social y comunal dentro del
cual vive inmerso. Así, de la misma manera que existe una geometría del espacio
hay que admitir muy lógicamente también que hay una geometría esotérica que
rige el comportamiento humano en todas sus fases de desarrollo durante el
proceso de la evolución psicológica.
La geometría esotérica tiene que ver mucho, por tanto,
con lo que nuestros estudios ocultos llamamos ciencia de los centros, la cual
cuida del desarrollo y cumplimiento de los chacras alojados en el doble etérico
del ser humano, los cuales son puertas de entrada en el cuerpo físico de todas
las posibles energías universales. Habrá así, lógicamente, una geometría
particular de los centros de fuerza o chacras, adoptando cada uno visto
clarividentemente, una forma geométrica específica de acuerdo con el número de
pétalos desarrollados, la cual estará relacionada con ciertos centros cósmicos
de los cuales copiará o absorberá aquella definida forma geométrica. No será en
vano pues que el centro MULADHARA de la base de la columna vertebral adopte la
forma geométrica de la Cruz con cuatro pétalos desarrollados, que el chacra ANAHATA
del corazón tenga la forma geométrica o mística de un loto con doce pétalos o
que el centro SAHASRARA, el de la cúspide de la cabeza, aparezca como una
montaña de fuego dentro de la cual puede apreciarse un loto indescriptible
conteniendo mil pétalos... Las energías cósmicas procedentes de centros
estelares más allá de la medida de nuestro entendimiento se proyectan sobre
todos los centros vivos de la Naturaleza, condicionando sus expresiones y
dotándolos de una forma geométrica determinada, sea la que se refiere a un
Plano del Universo, a un Reino de la Naturaleza, a una Raza humana o a una
definida especie dentro del insondable marco de la Creación.
Hay que tener en cuenta, por tanto, que toda unidad
psicológica condicionante de no importa qué tipo de forma geométrica, viene
condicionada a su vez por la posición que ocupe dentro de cualquier estructura
molecular o social, la cual es un resultado de la unión y relación de un
incalculable número de unidades geométricas -en realidad minúsculas vidas dévicas-
cada una de las cuales con su particular idiosincrasia, temperamento y carácter
psicológico -si podemos decirlo así- cuyas reacciones totales dan fe de una
estructura determinada, sea atómica, molecular, psicológica o espiritual.
Variará lógicamente la calidad de los elementos básicos o unidades geométricas
de vida definidas esotéricamente como elementales constructores en uno u otro
nivel. Son, en realidad, la vida de Dios en movimiento incesante de traslación,
en tanto que la forma geométrica de una determinada estructura tiende, por
inercia o por su lento movimiento de asimilación de las energías, a la ley de
gravitación, cuya cualidad apreciable desde el ángulo oculto es el movimiento
de rotación de los astros. Los dos movimientos antes descritos adoptan también
en el espacio una forma geométrica idéntica: la ESPIRAL, lo único que variará
en el orden universal es que el movimiento de rotación engendra una espiral que
va de la superficie o del espacio hacia adentro, el centro, en tanto que el
movimiento de traslación, por el contrario, se proyecta desde el centro hacia
el espacio exterior. La creación de un Universo físico, de un planeta, de un
ser humano o de un chacra etérico se inicia siempre con la nebulosa cuya forma
ESPIRAL gravita hacia un centro espiritual de síntesis, siguiendo un proceso
centrípeta de gravitación y origina con este movimiento circular que va de la
superficie al centro la fase de substanciación del éter, llevada a cabo por los
Devas, a la cual ya nos hemos referido varias veces durante el curso de este
Tratado y que progresivamente y después que la fuerza gravitatoria del centro,
el SOL, se ha escindido en otros varios centros gravitatorios menores, los
PLANETAS, con idéntico movimiento en espiral hacia dentro, se convierte en un
Sistema solar. Cada uno de los planetas son unos centros, chacras o expresiones
geométricas de las cualidades que el Logos solar trata de revelar a través de
las mismas.
Hay por tanto en todo Universo -si es que son ciertas
para el Cosmos absoluto las leyes de analogía que rigen para nuestro Sistema
solar- dos movimientos principales: el de rotación de cada astro alrededor de
sí mismo creando un centro gravitatorio particular y con ello un tipo definido
de expresión psicológica y singularidad geométrica y otro de traslación
alrededor de un centro de atracción mayor, llámesele Sol, Constelación o
Galaxia que le crea un sentido más o menos acentuado de dependencia cósmica. En
el aspecto psicológico la fuerza centrípeta o de rotación sobre sí crea el
sentimiento de separatividad o de egoísmo, por el contrario, la fuerza
centrífuga o de expansión hacia un centro mayor fuera de la propia gravitación
despierta, promueve y desarrolla el sentimiento de unidad y de altruismo y
aproxima íntimamente al astro a su centro de atracción mayor en donde
misteriosamente intuye, presiente o adivina el Espíritu de Síntesis que está en
la base potencial del Cosmos absoluto. Parecerá extraño, quizás, que hablemos
de cualidades psicológicas al referirnos a los astros que pueblan el infinito
firmamento. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en la fase primaria u
original de cada cosa se halla una motivación oculta, un tremendo impulso
dinámico e inteligente que impele a la manifestación. Ahora bien, considérese
que tal impulso dinámico e inteligente no procede de la materia substanciada
mediante la cual todas las cosas fueron hechas, sino de un Espíritu creador que
reúne en Sí todas las cualidades psicológicas de voluntad, sabiduría e
inteligencia a un grado superlativo de exaltación, al cual no pueden acceder
nuestros más elevados sentidos espirituales, pero cuya irresistible tendencia
es la MANIFESTACION CICLICA. La Forma geométrica se hace eco de tal espíritu de
expresión psicológica y surgen así del Espacio absoluto todos los cuerpos
universales, desde el más pequeño y humilde asteroide a la más absoluta y
trascendente Galaxia. Bien, esta idea podrá parecer quizás demasiado abstracta.
Aplíquese, no obstante, el principio de analogía; analícense los dos
movimientos universales conocidos como rotación y traslación; inténtese
penetrar en sus remotas causas originales y se tendrá una idea concreta e
intelectual de las trascendentes realidades cósmicas, una ventana abierta a las
insondables profundidades del infinito Espacio, la cual puede mostrarle al
audaz investigador esotérico las causas supremas de la vida manifestada, así
como los orígenes psicológicos del ser humano.
Cuando analizamos la relación existente entre la Vida
espiritual y la Forma material, entre la Voluntad de Ser y el Propósito de
Realizar, observamos los fenómenos producidos en el espacio por las dos fuerzas
básicas que rigen el orden cíclico del Cosmos; hacia adentro, hacia el alma
espiritual o ser inmanente se halla el secreto psicológico de rotación o de
gravitación; hacia afuera, en dirección al Ser trascendente que llamamos Dios,
se halla el misterio psicológico de traslación o de expansión cíclica.
Esotéricamente -y siempre debo hacer esta obligada aclaración- se percibe un
espacio geométrico que es externo y otro espacio psicológico que es interno.
Las condiciones que rigen el Espacio -considerado como una Entidad- son
idénticas en los dos casos, pero cuando hablamos de un espacio geométrico introducimos
en nuestro estudio el factor tiempo, el cual condiciona desde el centro
gravitatorio de todo cuerpo de substancia las cualidades psicológicas que sólo
con el tiempo pueden manifestarse y llegar a su plena madurez y perfección.
Llegará sin embargo un momento en la vida de todo ser viviente en que el tiempo
y el espacio se equilibrarán adecuadamente y constituirán un fenómeno único de
conciencia, de unidad o de síntesis. Es en aquel momento solemne en la vida de
la Naturaleza, de un Reino, de una Raza, de una Especie o de un ser humano que
se cumplirá un destino establecido de perfección y se realizará plenamente un
ARQUETIPO, depositario de una Idea de Dios y contenedor de ciertas elevadas
cualidades de Sí mismo. ¿Cómo ha sido posible tal prodigio? ¿Cómo se ha
realizado tal milagro? Todo en la Naturaleza es un prodigio, todo es un
milagro. Pero ha sido realmente la ley del esfuerzo fustigado por el sentido
infinito de una gran Necesidad Cósmica de expansión vital el que ha hecho
posible que se creara una síntesis, que se conquistara una Verdad y se diera
testimonio objetivo de una Ley. El principio de analogía hace el resto
mostrándole al investigador esotérico en forma concreta, clara y objetiva la
incalculable serie de procesos concatenados procedentes de las dos infinitas
vertientes de la Vida, subjetiva y espiritual una y objetiva y material la
otra, pero que igual que dos afluentes del mismo río convergen en la majestad
infinita del insondable Océano de la existencia universal. El espacio geométrico
y el espacio psicológico se han unido y reconciliado después de inmensos
periodos de lucha y de conflicto y ya jamás podrán marchar por separado, al
menos desde la consideración o punto de vista racional del hombre. Esta idea
podría apuntar seguramente hacia metas más elevadas todavía, como por ejemplo,
la indagación de las causas supremas de esta acción unificadora de síntesis
dentro de la cual lo inmanente y lo trascendente, la gravitación hacia adentro
y la expansión hacia afuera, la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga, el
ideal y el ARQUETIPO, tiempo y espacio, etc. han llegado a un augusto Centro de
Cumplimiento universal.
Ahora bien, los factores cósmicos o los intermediarios
divinos que han prestado su colaboración en la magna obra de realizar un
ARQUETIPO, es decir, los Angeles o Devas, realizaron su misión equilibrante
entre la Vida y la Forma liberando del seno profundo de los espacios
lntermoleculares o de las profundidades misteriosas de los éteres universales,
las energías cósmicas que producen perfección y armonía. Por ejemplo, en el
centro místico de los movimientos de rotación y de traslación de cualquier
cuerpo celeste hay un ESPACIO eternamente virgen, libre absolutamente de karma,
dentro del cual no opera fuerza gravitatoria alguna, pero que es la causa
promotora del equilibrio universal. Y si extremando la idea imaginamos, tal
como lo hemos hecho ya en otras varias ocasiones, que tales espacios
interespaciales o intermoleculares no están vacíos, sino que están habitados y
dinamizados por una especie particular de vida, muy diferente de la nuestra
quizás, pero dotada de una increíble y extraordinaria capacidad de síntesis, el
Reino Dévico o Angélico, tendremos en nuestras manos el elemento supremamente
vital que nos faltaba para poder explicar razonablemente el misterio creador
del Equilibrio universal, abarcando la totalidad de la Creación divina.
El
Arquetipo.
Cuando lo inmanente y lo trascendente de cualquier ser
viviente se han unido o reconciliado en cualquier momento del tiempo y en
cualquier lugar del espacio, se produce un milagro de rara y espectacular
belleza. Platón lo llamaba ARQUETIPO, la síntesis geométrica de belleza
alcanzada por un cuerpo en la vida de la Naturaleza, mineral, vegetal, animal o
humano. Pero, existe también en el nivel que sea una energía espiritual que ha
logrado redención, siendo psicológicamente perfecta su expresión a través de
aquella bendita forma, teniendo en cuenta que no puede haber perfección posible
en la vida de la Naturaleza si no se realiza previamente un equilibrio
verdadero entre una razón interna, o propósito creador, y una manifestación
externa por medio de una cualificada forma geométrica. Tal equilibrio no
hubiera sido posible a no mediar el tercer factor, aquel poder aglutinante de la
energía material y espiritual al que místicamente llamamos ALMA.
Todas las formas de la Naturaleza poseen un Alma que las
dota de conciencia y de un impulso vital, dinámico e irresistible que las
orienta hacia un definido propósito de redención o, si Uds. lo prefieren, de
perfección. Sin embargo, la redención y la perfección no constituyen metas
rígidas o estáticas, sino que son antesalas de mayores conocimientos y
realizaciones. Por lo tanto, cuando hablemos de Arquetipos en relación con las
formas geométricas hacemos referencia a un estadio de perfección orientado
siempre a nuevas y más esplendentes perfecciones. De ahí que la perfección que
no constituye un fin en sí misma sino que es un eterno movimiento hacia más
elevadas realidades, no está condicionada a meta definida alguna, ya que una
vez la Naturaleza ha realizado el milagro de un Arquetipo, en el nivel, plano,
reino o especie que sea, abre automáticamente la perspectiva de nuevos y más
esplendentes Arquetipos o Modelos a realizar.
El Arquetipo del hombre se halla virtualmente en el ser
ANDROGINO, aquél en cuyo centro de conciencia se han fundido o reconciliado
todas las posibles polaridades. Al igual que ocurre con el misterio de la
electricidad, cuyo centro de equilibrio o reconciliación es la Luz, el Alma del
hombre es el centro de reconciliación entre el Espíritu y la Materia, entre la
Vida divina y la forma geométrica del cuaternario inferior, entre el propósito
de SER y la acción de REALIZAR. En el centro de la eterna Balanza de la Justicia
kármica se halla el alma del hombre, decidiendo, luchando, sufriendo y
gozando..., hasta que llega un día en que la Balanza se equilibra, el Espíritu
y la Materia ya no luchan entre si; se han perfectamente integrados en el
centro causal del Alma y se produce entonces aquel fenómeno humano que
esotéricamente se denomina el ANDROGINO, la realización perfecta del hombre que
ha consumado su destino. La mente humana ya no lucha ni se extiende
horizontalmente a la búsqueda de conocimiento y su corazón se halla desapegado
y libre de todo deseo. El Fuego de Kundalini circula libremente entonces por
todos los centros etéricos; alrededor del SUSUMMA, IDA y PINGALA se hallan
perfectamente equilibrados y el Fuego -tal como místicamente se dice- se ha
convertido en LUZ, una Luz que orienta hacia las más elevadas realidades
cósmicas. En tal estado de realización el cuerpo físico, ya pertenezca a un
hombre o a una mujer, deja de sentir atracciones o estímulos de carácter
sexual. Nada ni nadie pueden afectar ya este equilibrio estable en la vida de
la naturaleza humana y cuando en el proceso cíclico de la muerte física tal
esplendente y cualificado cuerpo arquetípico ha de ser abandonado, la
conciencia del alma no se refugia en el Devachán, la zona intermolecular o de
descanso angélico en el plano mental, sino que se fusiona absolutamente con la
Mónada espiritual, el verdadero y único SER del hombre. Si algún nuevo
nacimiento tuviera que producirse en el devenir del tiempo, la Mónada o
Espíritu se manifestaría físicamente sin necesidad de sujetarse al ordinario
proceso de concepción nacido de la dualidad masculino-femenina que rige para
todos los seres humanos que no lograron todavía su perfección individual, sino
que será realizado por medio de un ímpetu de amor y utilizando creativamente
las fuerzas angélicas del espacio para construir el Vehículo adecuado a la
realización de ciertos nobles fines que sólo la Mónada espiritual conoce y
sirve. A este Cuerpo de radiante y sublime irradiación que el Iniciado crea con
ayuda de los Devas superiores se le llama esotéricamente LINGA SAHIRA y tiene
la propiedad de no envejecer, de estar libre de enfermedades y de persistir en
el plano físico todo el tiempo que sea necesario para el cumplimiento de la
obra jerárquica aceptada voluntariamente por la Vida infinita de la Mónada
espiritual. Otra de sus propiedades es la de hacerse invisible a voluntad y de
surgir inesperadamente de los éteres del espacio cuando así conviniere a los
propósitos monádicos. Este Cuerpo, un verdadero TALISMAN viviente está bajo la
custodia de ciertos Devas de elevadísima evolución que hacen circular PRANA de
las más elevadas regiones del éter a través de cada uno de sus componentes
moleculares, construidos únicamente con átomos seleccionados del cuarto nivel
etérico y que son atraídos en virtud de un sonido o Mántram especial que
pronuncia el Iniciado cada vez que tiene necesidad de utilizar su LINGA SAHIRA
para poder manifestarse substancialmente en el mundo.
En estas últimas ideas y consideraciones hallarán Uds.
no pocos indicios acerca de la actividad de aquellas gloriosas Jerarquías
Dévicas, denominadas en algunas partes de este Tratado Esotérico sobre los
Angeles, Señores de los Arquetipos, Quienes, bajo la suave imposición del
Adepto, construyen los Cuerpos Sagrados o Langas Sarires necesarios para el
cumplimiento de alguna misión especial en el mundo, siguiendo el criterio
universal de la Gran Fraternidad Oculta que guía los destinos espirituales del
planeta Tierra...
Según decíamos al principio del capítulo anterior la
Geometría es el Andamiaje de la Imaginación. Según esta declaración, la imaginación
humana ha de basarse necesariamente sobre estructuras geométrica definidas si
ha de objetivar figuras, ideas o pensamientos, teniendo en cuenta que la
calidad de las creaciones de la imaginación dependerá lógicamente de la forma
geométrica en que se fundamenta dicha actividad, circulares para las formas
superiores de la imaginación relacionadas con propósitos de carácter espiritual,
triangulares cuando se trate de expresar cualidades psicológicas y
cuadrangulares cuando se trate de expresar únicamente formas objetivas
relacionadas con el mundo físico. De acuerdo con estas tres figuras geométricas
fundamentales y con la actividad creativa que compete a cada una de ellas se
realiza el entero proceso de la imaginación en la vida humana, pudiendo ser
añadido que ningún ser humano carece de imaginación, sea cual sea el nivel
espiritual o psicológico en que se mueva, debiendo recordarse que existe una
norma general o corriente para aquilatar el valor de las imaginaciones:
a.
Los individuos de
escasa evolución espiritual imaginan formas basadas en la figura geométrica del
cuadrado.
b.
Los aspirantes y
discípulos basan sus imaginaciones en la figura geométrica del triángulo
equilátero.
c.
Los seres muy
evolucionados y los Iniciados fabrican sus imaginaciones partiendo de la
figura geométrica del círculo, la forma arquetípica del Sistema solar.
Si analizamos los tres tipos de imaginación humana con
la actividad dévica o angélica, tendremos la siguiente relación:
a.
Los hombres
involucionados utilizan en sus imaginaciones la energía que proviene de ciertos
devas constructores a las órdenes de los Angeles AGNISCHAITAS, integradores, en
multiplicidad de jerarquías, del plano físico.
b.
Los aspirantes
espirituales y discípulos utilizan en sus imaginaciones la energía que dimana
de los Angeles AGNISURYAS del plano astral, o psíquico.
c.
Consecuentemente,
los seres humanos de alta cualificación espiritual y los Iniciados,
fundamentan la actividad de sus imaginaciones en la energía que transmiten los
Angeles AGNISVATTAS, Señores del plano mental.
De estas relaciones expuestas no deberemos establecer
naturalmente conclusiones demasiado rígidas ni de orden autoritario. Hay que
tener en cuenta sobre esta cuestión, que cada plano del Universo contiene siete
subplanos y aún que cada uno de tales subplanos está dividido en otras tantas
subdivisiones, siguiendo un orden armónico que permite todas las extensiones
posibles en cada uno de los niveles de la vida de la Naturaleza. Tengamos
presente, sin embargo, que hay líneas naturales de acceso que comunican entre
sí a planos y subplanos y que existe una pluralidad infinita de extensiones
dentro del espacio vital que ocupa el ser humano en el orden social de la vida
y lógicamente no podemos circunscribirle dentro de una esfera conceptual
constante, sino que hay que admitir que dentro de sí se opera una alquimia de
carácter espiritual que le obliga a extenderse constantemente y que, por
tanto, las imaginaciones -que son una constante en su vida- estarán sujetas sin
duda a innumerables e insospechables cambios de ritmo en el devenir de espacio
y tiempo, deparándole esta circunstancia campos de expansión imaginativa cada
vez más dilatados, es decir, que las imaginaciones meramente físicas evocarán
condiciones emocionales o particularidades psíquicas y que el campo emocional,
a su vez, despertará ecos mentales que sugerirán en ciertas ocasiones
experiencias espirituales de alta trascendencia.
Podríamos decir, esotéricamente hablando, que el campo
de la imaginación es absolutamente neutro, ya que las imágenes que surgen o son
invocadas durante el proceso imaginativo no son sino energías dévicas
circunstancialmente substanciadas que prestan su concurso en los fenómenos
psíquicos generados por los sucesivos estados de conciencia humanos. Podríamos
deducir, pues, de acuerdo con estas conclusiones, que la imaginación es la
expresión un estado de conciencia hecho objetivo por la actividad de aquellas
energías angélicas o dévicas, misteriosamente Vívidas y dinámicas en cada
porción íntima del espacio o del éter que constituye la esencia de sus vidas.
Se tratar en todo caso, de una actividad sincrónica humano-dévica mediante la
cual el hombre utiliza mecánicamente, la mayoría de las veces, la substancia
creadora que surge de sus estados de conciencia y el ángel o deva se limita a
registrarlos en el éter en forma objetiva, visible y conceptuable, creando en
el espacio infinito las condiciones apropiadas que armónicamente dispuestas y
conjuntadas producirán:
a.
Los ambientes
individuales
b.
Los ambientes
familiares
c.
Los ambientes
profesionales
d.
Los ambientes
grupales
e.
Los ambientes
sociales de las naciones
El estudio de cada uno de estos ambientes o efectos
psíquicos creados por la entidad humana, nos deparará una idea más concreta del
significado intimo de la imaginación y de sus consecuencias en la evolución
planetaria en su conjunto.
Veamos:
Son la base estructural de la sociedad humana en su
conjunto. Se sustenta en la capacidad que posee el hombre de IMAGINAR, es
decir, de elaborar estados de conciencia y de transmitirlos al éter o
substancia etérica que lo envuelve, cualifica y vivifica. Tales estados de
conciencia dependen, tal como vimos anteriormente, de la evolución espiritual
de los seres humanos y cada uno de ellos los elabora a partir de un determinado
nivel, físico, emocional o mental siguiendo las leyes universales de vibración.
La vibración cualificada, es decir, surgiendo de un centro de conciencia individual,
explica científicamente el fenómeno de la imaginación. Es interesante reconocer
al respecto que la imaginación es una facultad inherente a la raza humana que el
hombre utiliza constantemente, sin que se dé cuenta de ello la mayoría de las
veces, pero deberemos admitir que esta facultad inteligentemente aplicada
podría constituir la base angular en la creación de los ambientes psíquicos
correctos de la humanidad y las grandes avenidas para un nuevo orden social.
Podríamos deducir, por analogía, que todas las imaginaciones humanas, correctas
o incorrectas, deseables o indeseables, constituyen un poder psíquico que
envuelve a nuestro planeta y le da su carácter ambiental, el cual, examinado
desde el ángulo oculto y utilizando la visión clarividente, aparece como una
verdadera ENTIDAD PSIQUICA, cuya estructura molecular -si podemos decirlos así-
se nutre de las imaginaciones humanas, o sea, de sus estados de conciencia. La
comprensión de esta idea orienta la visión hacia los mundos invisibles o
subjetivos, de los cuales tan poco sabemos, en el sentido de aceptar como
lógica la idea de que la forma psíquica de esta ENTIDAD es una construcción
planificada realizada por los Devas superiores de cada uno de los tres primeros
planos de la Naturaleza, secundados en Su labor por un increíble número de
entidades dévicas menores, las cuales se apropian de las moléculas químicas del
espacio afectadas por determinados tipos de vibración humana, las convierten en
formas etéricas y las introducen bajo la dirección de los grandes Devas
constructores en la estructura molecular de la gran ENTIDAD PSIQUICA PLANETARIA
que es el centro místico de todas las imaginaciones humanas.
La persistencia de esta ENTIDAD PSIQUICA creada conjuntamente
por las imaginaciones humanas y las actividades dévicas, constituye un aspecto
definido de la regulación del karma de la humanidad, siendo el intermediario
causal entre el destino de los hijos de los hombres y la Voluntad
inquebrantable del Señor del Mundo y utilizado, por tanto, por los Señores del
Karma, Quienes ajustan la balanza de la vida planetaria y de cada uno de los
seres humanos de acuerdo con la cualidad de las aportaciones psíquicas segregadas
por la imaginación y energetizadas por la actividad prodigiosa de los devas que
viven, se mueven y tienen el ser en cada uno de los estratos o niveles que
constituyen los vehículos de la Vida de Dios en el seno de la Naturaleza. Hay,
por lo tanto, una gran analogía entre la imaginación humana y el cumplimiento
del karma, teniendo en cuenta que la imaginación obedece a estados de
conciencia y que el karma es la medida exacta o representación Vívida de los
mismos. Ahí, en este punto, hay una explicación racional, lógica y científica
del hecho oculto de que el KARMA es JUSTICIA y de que expresa en todo momento
la bondad exquisita de un principio de luz que trata de revelarse en el tiempo,
propiciando cada vez más nobles cualidades dentro del corazón humano. Los
problemas sociales surgidos del choque de sus estados de conciencia contra el
plan organizado de la Vida y formulados en forma de imaginación, podrán ser
solucionados un día con solo utilizar creadora y conscientemente la facultad
representativa, utilizando para ello la fuerza mística del corazón -tal como
esotéricamente se dice- para provocar en el ambiente planetario todos los
cambios positivos que exige un adecuado y correcto orden social. Es a partir de
este punto que puede ser comprendida la idea expuesta hace siglos por Pablo, el
Apóstol iniciado, cuando decía: el hombre es tal como piensa en su corazón, no
mencionando aquí para nada a la mente como centro de las imaginaciones humanas,
sino al corazón, el lugar sagrado en donde la justicia divina tiene su secreto
santuario y desde donde evoca y ordena misteriosamente a las infinitas huestes
dévicas para que produzcan todos los ambientes necesarios para la correcta
evolución del hombre.
Aún cuando al principio de este interesante tema
clasificábamos a la imaginación como física, emocional o mental, no lo hacíamos
en el sentido de conceptuarla como creaciones en cada uno de estos niveles,
sino para establecer una diferencia de niveles entre los estados de conciencia
humanos, es decir, entre grados de evolución espiritual dentro del conjunto
planetario de la humanidad. De ahí que al considerar esotéricamente como neutra
a la imaginación la incluíamos dentro de un orden completamente nuevo desde el
ángulo psicológico, es decir, de canalizadora de estados de conciencia humanos
siendo estos los que determinaban vía al corazón lo que técnicamente definimos
como imaginaciones.
Pero, prescindiendo en todo caso de estos grados de
conciencia evolutiva, deberemos considerar que cada hombre será, psicológicamente
hablando, según sean sus particulares estados de conciencia, es decir, sus
imaginaciones, hasta llegar a la lógica conclusión de que cada cual imaginará o
efectuará espontáneamente sus representaciones subjetivas u objetivas del
ambiente, de acuerdo con sus naturales tendencias psicológicas y aptitudes
innatas. Al llegar a este punto hay que tener presente que existen siete definidas
particularidades psicológicas, marcadas por un determinado tipo de Rayo ([2]),
de acuerdo con el patrón arquetípico del Universo del cual nuestro planeta
forma parte. Estas particularidades psicológicas determinan los siguientes
tipos humanos:
El
Político, el Líder, apto para gobernar
............................................................................ 1er Rayo
El
Religioso, el Educativo que ayuda a desarrollar la conciencia humana
....................... 2do Rayo
El
Filósofo, que responde a la ley oculta de las formas subjetivas de la Vida
.................. 3er Rayo
El
Artista, que cultiva la belleza como base de la armonía
............................................... 4to Rayo
El
Científico, que experimenta concretamente en las cosas objetivas de la
Naturaleza ... 5to Rayo
El Devoto, o místico, que en todas las cosas
de la Naturaleza ve la mano del Señor ......
6to Rayo
El Organizador, o Mago, que trata de
apropiarse del Orden creado
que se halla oculto en la base del
Universo cíclico
.......................................................... 7mo Rayo
Tengamos presente, al examinar estas definiciones, que
cada Rayo es una entidad Dévica que pone en movimiento una corriente definida
de Vida universal y que esta corriente de Vida es, al propio tiempo, la
expresión psicológica de alguno de los Siete Logos planetarios, Señores de los
siete planetas sagrados, los cuales personifican en tiempo y espacio una u otra
de las Siete Cualidades Espirituales del Logos Solar, considerando a ESTE, pese
a su excelsa naturaleza cósmica, como una Entidad Psicológica en proceso de
evolución. Será lógico admitir así, por analogía, que las energías dévicas de
los Siete Rayos afectan muy particularmente a la humanidad definiendo los
tipos psicológicos humanos, de la misma manera que éstos afectan la cualidad
distintiva de sus particulares imaginaciones. El hecho de que nuestro Tratado
tenga que ver muy especialmente con las vidas angélicas, impide extendernos
demasiado acerca de otras muy importantes peculiaridades de los Rayos. Para
nuestras investigaciones nos será más necesario establecer una directa relación
entre las Siete Jerarquías Angélicas del Universo, portadoras de las energías
de los Rayos, e identificarlas con las cualidades psicológicas de cada tipo de
imaginación humana, para determinar finalmente la gran hegemonía que existe
entre los Angeles y los hombres y establecer, de esta manera, las bases de una
gran fraternidad de relaciones entre las dos corrientes místicas de la evolución
solar y planetaria. Tales bases deberían sustentarse lógicamente en los
siguientes puntos:
1.
El reconocimiento de
la fraternidad humano-dévica y de los puntos de contacto marcados por la ley de
la evolución Solar.
2.
El establecimiento
de los adecuados sistemas de acercamiento de ambas corrientes de vida divina, a
través del estudio de los Rayos.
3.
El desarrollo de un
proceso mediante el cual la imaginación se convierta en una forma psíquica
adecuada a la evolución de los seres humanos, constituyendo lo que técnicamente
definimos los valores sociales del ambiente.
4.
La comprensión de
que cualquier ambiente, individual, familiar, grupal y social es esencialmente
una creación humana.
De ahí el conocido axioma esotérico: El Karma o destino
es una creación del hombre.
El estudio analítico de estos puntos deberá aproximarnos
cada vez más al mundo de los Devas y reconocer como válida y substancial la
constante psicológica que guía nuestro Tratado, en el sentido de considerar que
la energía sigue a la imaginación, de la misma manera que anteriormente
afirmábamos también que la energía sigue al pensamiento, aunque estableciendo
la diferenciación de que el pensamiento organizador y culto de la humanidad es
el factor dinámico que debería conducir la imaginación por el sendero de la
rectitud, del orden y de la realización espiritual.
Lo interesante a ser remarcado en nuestra investigación
esotérica es el deliberado intento de hallar los puntos de confluencia de las
actividades psicológicas humanas con las corrientes de energía de los Devas y
establecer, a partir de ahí, todas las relaciones posibles en orden a la
claridad y objetividad científica de la cuestión. Habida cuenta de que un
ambiente social dentro de la humanidad es el resultado de la suma de muchas
imaginaciones humanas substanciadas -por decirlo de alguna manera- por las
energías etéricas manejadas por los Devas, vamos a ver ahora la manera como
estas relaciones son efectuadas:
a.
Por similitud de
vibraciones, o gama de sonidos espirituales, establecidas entre los hombres y
los Devas.
b.
Por radiación
cromática, es decir, por los efectos del color en la creación de los ambientes
particulares y sociales del mundo.
c.
Por la belleza de
las formas geométricas de la imaginación, la cual condiciona la estructura
psíquica de las formas ambientales.
Como veremos, nos hallamos aquí de nuevo con los tres
vértices del gran Triángulo de la Creación Universal, la cual se basa en:
a.
El Sonido = Voluntad Creadora A
b.
El Color = Amor Incluyente U
c.
La Forma geométrica =
Inteligencia Activa
M
que
hemos ido considerando en varias fases de nuestra investigación oculta. El
sistema hermético de establecer analogías nos permitirá seguir adelante con
este Tratado Esotérico sobre los Angeles y percibir cada vez más claramente en
nuestras vidas individuales, la acción espiritual del Señor del Universo.
La acción particular del hombre en el lugar que ocupa
kármicamente en la vasta esfera de la Creación está matizada por el poder
espontáneo de la imaginación, por la cualidad del Rayo distintivo de su
evolución espiritual y por la calidad del ambiente que sea capaz de crear a su
inmediato alrededor y que, de una u otra manera, constituye su aportación
-buena o mala- dentro del contexto social del que forma parte, familiar, local,
grupal, etc. El ser humano, sea cual sea su particular evolución, contribuirá
siempre con sus expresivas realidades a crear el ambiente social del mundo, en
todos momentos será un creador capacitado por sus innatas aptitudes y
capacidades imaginativas para embellecer la vida en términos de realización, o
para afearla y destruirla de acuerdo con las motivaciones provenientes de su
arraigada naturaleza inferior.
La familia es la base de la convivencia social. Mediante
ella el ser humano se capacita para profundizar cada vez más dentro de sí,
siguiendo las directrices marcadas por el amor, la responsabilidad y el deseo
de bien para los seres allegados. Se basa inicialmente en la ley de polaridad y
el hombre y la mujer que la representan en espacio y tiempo constituyen dentro
de la humanidad el principio unificador de la familia. Los hijos que nacerán
serán la representación genuina del segundo aspecto de la Divinidad, siendo
esencialmente su misión la de establecer una armonía constante en el orden
dual en que se basa tal polaridad. Que esto se realice o no en el seno de la
humanidad en que vivimos, dependerá del grado de evolución del contexto
familiar, debiendo tener presente que las familias del futuro -cuya meta
reconocida desde el ángulo esotérico es el ser ANDROGINO- deberán pasar
previamente por una fase prolongada de perfecta convivencia familiar, dentro de
la cual, y a igual que en el proceso de la creación universal, el hombre
asumirá la representatividad del Dios-Padre, que la mujer será una digna y
perfecta representante del aspecto Madre-Espíritu Santo en la vida de la
Naturaleza y que los hijos, sin distinción alguna de sexos, serán genuinas
representaciones del equilibrio estable de la Creación que en la cualidad
incluyente del Amor, el aspecto Hijo de la Divinidad, tiene en la vida del
Universo su expresión más sensible y perfecta.
Bien,
todo esto lo sabemos ya y no es necesario insistir sobre el principio de la
Trinidad universal, que en el establecimiento de la familia como modelo social
de vida tiene su más acabada expresión en el seno de la humanidad. Sin embargo,
bueno será que examinemos esta idea desde el ángulo oculto y que tratemos de
descubrir la actividad de los Angeles en el desarrollo del proceso social que
llevan adelante los seres humanos por medio de la familia. El hacer referencia
a la misma desde el ángulo esotérico nos obligará a analizar el proceso desde
el campo de observación del individuo y a considerar las circunstancias
kármicas que coinciden fatalmente -al parecer- en la unión de un hombre y una
mujer sobre la base del matrimonio y en la numerosísima secuela de hechos
concatenados que llevan irremisiblemente a aquel punto crucial en la vida de
dos seres humanos. Deberemos considerar también, la actividad de los devas que
intervienen en el proceso que culmina en una unión matrimonial sin necesidad de
remontarnos a causas precedentes que provienen a veces de muy alejadas épocas
de la vida planetaria y que, al parecer, constituyen unas constantes dentro de
la acción familiar o proceso kármico mediante el cual y sin que aparentemente
juegue papel alguno, o quizás sólo muy poco importante, la decisión individual,
los hechos y las circunstancias de la vida se suceden de tal misteriosa manera
que el matrimonio se convierte en un hecho casi totalmente social y no
simplemente un acto de decisión particular del individuo.
En mi libro La
Jerarquía, los Angeles Solares y la Humanidad (Editorial Kier, de Buenos
Aires), relato un caso leído en la luz astral de los acontecimientos
planetarios, en el cual aparecen dos seres humanos unidos tan entrañablemente
desde el ángulo espiritual que renacieron juntos muchas veces a través de las
épocas, constituyendo la mayoría de las veces uniones matrimoniales tan
perfectas desde el ángulo de vista social, que en su vida particular eran
genuinas representaciones de la trinidad espiritual que rige el Universo. Estos
casos naturalmente no son generales y, tal como podremos apreciar en la
consideración del ambiente social que nos rodea, la vida familiar es muy
imperfecta todavía ya que existen en el seno de la misma muchas tensiones
emocionales y grandes divergencias de opiniones. Los ambientes modélicos de
vida familiar con respecto al ambiente general o social, constituyen fenómenos
muy aislados y se hallan todavía en una muy alejada fase de integración en la
vida de la humanidad y, desde el ángulo oculto, esta inadaptación a la
expresión correcta de la vida familiar constituye un semillero de discordias,
desavenencias e incomprensiones humanas que fatalmente y por un proceso de
espontánea imaginación son llevadas al éter circundante y convertidas mediante
la actividad dévica, a la que anteriormente hacía referencia, en una nube psíquica,
obscura y desagradable que se convierte fatalmente en ambiente social. Ahora
bien, cuando hagamos referencia a los ambientes familiares del mundo, deberemos
tener en cuenta los siguientes factores:
a.
Participación
kármica de dos seres humanos en la elaboración de un hecho social.
b.
La calidad
espiritual de los devas que secundan aquellas decisiones.
c.
La importancia de
una misión social -considerada desde el ángulo oculto- que aquellos dos seres
humanos tienen el deber de realizar.
Cada uno de estos tres factores arranca de un tronco
común que bien podríamos definir como el karma de la humanidad, al cual cada
ser humano agrega su pequeña parte. Uno de los aspectos más substanciales del
proceso kármico es el matrimonio en el mundo físico, basado en el sentimiento
de amor y no en los inútiles convencionalismos humanos. Este sentimiento genera
espontáneamente el ambiente familiar ideal. Siendo así, resulta interesante
observar desde el ángulo oculto la concatenación de hechos que lleva a dos
seres a unir sus vidas en matrimonio y a generar hijos los cuales, a su vez,
serán continuadores de idénticos procesos de vida social.
Con respecto a la intervención angélica o dévica en la
elaboración de las circunstancias que rodean aquel hecho principal, deberemos
tener en cuenta constantemente su capacidad de crear situaciones sociales de
acuerdo con estados de conciencia humanos y la manera impersonal y armónica
mediante la cual ajustan los estados de conciencia o imaginaciones y un
proyecto vital previamente señalado por los Señores del Karma después de una
cuidadosa lectura de los registros akásicos de la Naturaleza. Las huestes
angélicas en multiplicidad de jerarquías y funciones cumplen con su deber
secundario de elaborar situaciones sociales de acuerdo con aquella voluntad
kármica que acatan implícitamente, pero que sólo los Angeles superiores son
capaces de comprender. En otras partes de este Tratado se ha hecho referencia a
una categoría especial de Angeles que rigen la plasmación de los Arquetipos -o
formas ideales de las razas, especies y Reinos de la Naturaleza. Pues bien, dependiendo
de éstos y en una categoría muy específica también, hay unos Devas que
registran en sus vidas los arquetipos de los hechos y de los ambientes sociales
de la humanidad y que mediante un proceso de ajuste realmente incomprensible
para nosotros, dignifican en una considerable parte las relaciones humanas
entre jóvenes de ambos sexos preparando sus conciencias para aquel tipo de
ambiente familiar que preludie un matrimonio perfecto, establecido de acuerdo
con el principio del amor y de la recta convivencia.
Estos razonamientos podrán aparecer como románticos o
fantasiosos; sin embargo, nosotros los calificaríamos como de muy lógicos, por
cuanto resuelven de alguna manera el dilema de aquel gran acontecimiento social
mediante el cual dos seres humanos deciden unir sus vidas y vivir juntos en el
seno de la sociedad organizada que les rodea.
Con respecto a la calidad de la misión especial que
ambos seres humanos deben realizar, la visión exacta de la misma y la capacidad
de llevarla a cabo dependerán naturalmente de la evolución espiritual de los
mismos, de la calidad de sus estados de conciencia y de su perfecta
adaptabilidad a la manera de ser del otro. Debemos decir al respecto que esta
calidad espiritual llevada al matrimonio y al plan familiar son tan importantes
desde el ángulo de apreciación de la Jerarquía planetaria, que desde hace unos
años se ha tratado de vincular el karma individual de muchos discípulos
espirituales del mundo a fin de que coincidiendo en el tiempo, bajo la forma
física de hombre y de mujer, pudieran efectuar uniones matrimoniales correctas
que constituyesen un estímulo oculto en el orden social y ayudaran, con su
ejemplo, a la creación de unos nuevos vínculos familiares más de acuerdo con la
sensibilidad espiritual de la Nueva Era.
En anteriores capítulos de este Tratado nos habíamos
referido ya a los Angeles de las Profesiones. Desde tiempos inmemoriales tales
Angeles han regido un karma específico de la humanidad, el que tiene que ver
con la forma como un ser humano desarrolla sus facultades en el plano físico en
el sentido del trabajo o de las actividades cotidianas de carácter lucrativo o
aquellas otras realizadas como placer o deleite. Algunas de tales facultades
provienen del recuerdo subconsciente de vidas pasadas y vienen suministradas
por la vibración de los átomos permanentes, físico, emocional o mental; otras
se corresponden con ciertas declinaciones astrológicas y manifestadas como
habilidades técnicas, en una u otra profesión. Otras, finalmente, son el
resultado de un duro esfuerzo contra las tendencias innatas en la lucha por
adquirir ciertas habilidades o capacidades profesionales y, desde el ángulo
esotérico, constituyen la línea de máxima resistencia impuesta a un ser humano
en el devenir de su destino kármico.
He ahí, pues, que las facilidades o dificultades que
pueda encontrar un ser humano en el ejercicio de una profesión determinada es
el resultado de ciertas previsiones cósmicas de carácter kármico que han de
cumplirse radicalmente en la vida social de la humanidad. Es verdaderamente
contrastante contemplar al ser humano en el ejercicio de una profesión
determinada mediante la cual debe ganarse el sustento, desde el ángulo
esotérico. El ambiente psíquico que crea a su alrededor una persona que está a
gusto con su trabajo, porque se trata de una declinación astrológica favorable
o porque está ampliamente capacitada para ejercerla, contrasta notablemente
con el de aquella otra que trabaja a disgusto y sin estímulo alguno de carácter
interno. Si consideramos íntimamente ambos casos, nos daremos cuenta de cómo
actúan en todos los niveles los Señores del Karma a través de la actividad de
los Angeles de las Profesiones, facilitando la tarea a algunos y dificultando
enormemente la de otros, para llegar a la consecuencia de que existe algo en la
vida de todo ser humano que le facilita o, por el contrario le dificulta, el
éxito en el logro de la estabilidad personal, social y económica.
Si se contempla este panorama desde el ángulo de vista
puramente externo, hay motivos suficientes para sentirse terriblemente
oprimido al considerar estas tremendas diferenciaciones humanas en orden a
oportunidades, capacidades y actividades contradictorias en el aspecto social
de las profesiones y habrá muchos que pensarán sin duda que Dios no es la
Justicia, tal como pregonan aún distinción alguna todas las religiones del
planeta, y que habrá suficientes motivos para dudar de su Bondad infinita al
contemplar el deprimente panorama de las injusticias humanas que pueden ser
observadas desde el ángulo de vista social. Esta concepción externa de la vida
ha dado lugar a través del tiempo al fenómeno de conciencia reconocido como
ateísmo y las personas que piensan de esta manera tienen su absoluta razón ya
que al percibir las cosas desde el plano de las apariencias objetivas y
externas, no pueden concebir a una Divinidad de Justicia que otorga a unos lo
que les quita a los otros.
Sin embargo, desde el ángulo oculto,
las cosas varían enormemente ya que no sólo se acepta el principio de las
causas subyacentes y le reconoce al ser humano un tremendo poder de decidir y
de actuar y aún de crear situaciones individuales, familiares y comunales,
sino que recorriendo la línea desconocida y secreta del pasado humano que no
todo el mundo puede recordar, se puede percibir la memoria oculta de las almas
y se asiste, a veces, al curioso espectáculo de ver que el mendigo de hoy fue
rico anteriormente y no supo aprovechar dignamente el poder de sus riquezas,
que el ignorante que vemos aprender con dificultad los conocimientos prácticos
impartidos en la infancia, fue en un remoto pasado un inteligente hombre de
ciencia que utilizó egoístamente y sólo para beneficio propio sus notables
conocimientos científicos y que un hombre que en el devenir de su vida
profesional es un fracasado fue también en procesos anteriores de vida un
notable ejecutor profesional al cual le son aparentemente negadas en el
presente ciertas habilidades técnicas, a fin de que desarrolle otras nobles
capacidades de acción profesional y social.
Bien, quizás se diga que estas razones son pueriles y
que en sí mismas no constituyen argumentos válidos para persuadir a un
convencido ateísta. Nosotros, en todo caso, no intentamos convencer a nadie,
sólo estamos emitiendo ideas. Esotéricamente hemos investigado el pasado de
muchas almas y personalmente estamos convencidos de la justicia del Karma,
siendo el Karma desde otro ángulo de apreciación la Mano del Señor trazando el
destino del Universo, sin preocuparse demasiado -y esta afirmación no niega en
absoluto nuestro convencimiento de Su Bondad y Justicia infinitas- de lo que
ocurre en el seno de la sociedad humana. Es la misma santa indiferencia que
adoptamos nosotros en relación con los insignificantes átomos que constituyen
nuestro organismo físico. Esta indiferencia no es sin embargo falta de amor o
de justicia en nuestro ánimo con respecto a nuestro conjunto celular, ya que
nadie mejor que nosotros está interesado en que nuestro cuerpo en la totalidad
de sus funciones fisiológicas se comporte lo más armónica y correctamente que
sea posible. Estamos seguros de que si el átomo tiene conciencia -tal como se
asegura ocultamente- más de una vez se sentirá ateísta con respecto a nosotros.
Las imaginaciones que surgen de los estados de
conciencia humana en torno a las profesiones ejercidas, constituyen
técnicamente los ambientes profesionales, o lo que esotéricamente definimos
como el espíritu de una profesión. Tal espíritu, en su totalidad, es un Angel capacitado
técnica, psíquica y astrológicamente para realizar un arquetipo de perfección a
través de los seres humanos más hábiles y capacitados. Así, cualquiera que sea
el tipo de profesión que un hombre ejerza en la vida y por adecuadamente que la
ejercite, siempre será susceptible esta profesión de un mejoramiento técnico o
de una creciente perfección en sus cualidades expresivas. Tal es, en efecto,
la labor de los Angeles de las Profesiones y su obra en la vida social de la
humanidad a través del tiempo, la vemos reflejada en la creación de los
Gremios, hermandades y comunidades humanas basadas en idéntica profesión y
sabiamente dirigidas desde los niveles ocultos por los Espíritus de las Profesiones.
Cada profesión, en el orden comunitario de gremios y
hermandades -actualmente los definimos Sindicatos de Ramo- están regidos por
unos Devas o Entidades ocultas, los cuales, de manera misteriosa, constituyen
el aspecto técnico de la misma. Esta idea nos presenta a los profesionales
destacados de cada gremio u oficio como personas sensibles en tales aspectos
capaces de recibir instrucción oculta de parte de los Angeles de las
Profesiones. Elevando sin embargo nuestra medida conceptual sobre las
comunidades profesionales, nos hallamos con el primer hecho social importante
en la vida de la humanidad. Ya no se trata de individuos aislados, por muy bien
cualificados que estén dentro de sus respectivas profesiones, sino de la suma
total de los mismos inmersos en una parcela particular dentro del campo
absoluto de las profesiones. Estos núcleos de poder activo dentro de los
ambientes sociales de la humanidad, son puntos de contacto dévico, anclajes
perfectos de energías espirituales llevando a los seres humanos un dinamismo
vital e integrador que promueve en ellos grandes transformaciones internas. La
importancia de las hermandades y de los gremios de carácter profesional es
evidente para el esoterista, quien no solamente aprecia el aspecto económico
de las profesiones que los seres humanos ejercen para atender su subsistencia
vital y la de sus familiares, sino que las considera esencialmente como unos
fecundos sistemas de acercamiento humano en el intento natural y social de
establecer rectas relaciones entre individuos que ejercen idéntica profesión y
entre los distintos gremios y hermandades. La profesión de un ser humano -vista
desde el ángulo oculto- es un incentivo creador en su vida, un punto de enfoque
de sus naturales aptitudes o un centro de desarrollo de sus capacidades innatas,
y si bien el karma individual no siempre da facilidades en tal sentido ya que
no todos los seres humanos ejercen una profesión a la medida de sus deseos,
tendencias y capacidades, la lucha que ha de sostener el individuo para
adaptarse a un tipo de profesión que no le gusta o para la cual no está
debidamente capacitado, comporta siempre un sutil problema de adaptación o de
integración social. Esta lucha es kármica y desde el ángulo oculto tiene que
ver con la necesidad de que los hombres establezcan contactos con devas de
distinta vibración a la de aquellos que por orden de Rayo, de tendencias
internas o de signo astrológico debería corresponderles. Ahora bien, analizando
más profundamente esta idea acerca de las profesiones, vemos que todas las
corporaciones, sociedades y núcleos humanos persiguiendo idénticos fines u
objetivos, ya sea en el campo de la religión, de la política, de la ciencia, de
la filosofía, del arte, de la enseñanza, del deporte, etc., son esencialmente
campos profesionales dentro de los cuales cada cual hallará el adecuado cauce
para las energías internas, sea cual sea el nivel de las mismas, siendo el
Karma, gran regente del destino humano, el que otorgará la medida necesaria de
integración humana en cada profesión y el grado de capacitación o de jerarquía
dentro de la misma, debiendo tener en cuenta al respecto cuanto dijimos en el
segundo volumen de este Tratado, en el capítulo VII -Los Angeles Representantes
de las Profesiones Humanas: “. . .todo tipo de profesión, desde la más humilde
a la de Jefe de Estado de un país, está regido por determinadas Jerarquías de
Angeles Guardianes”, siendo Estos los Agentes místicos de los Señores del
Karma, los que exteriorizan la Voluntad de la Mónada y los que promueven desde
los éteres más sutiles los ambientes grupales de la humanidad.
Habida cuenta de que todo tipo de ambiente social, ya
sea particular, familiar, profesional, grupal o nacional, es un producto de la
imaginación humana expresada en forma de estados de conciencia, podríamos
afirmar con todo sentido de lógica, que cada nación de la Tierra es
psíquicamente y desde el ángulo del ambiente social, la suma de los estados de
conciencia de todos sus ciudadanos, pudiendo colegir también de acuerdo con esta
idea que habrá una Entidad psíquica de carácter dévico, que utilizando
creadoramente las elaboraciones físicas, psíquicas y mentales de todos los
ciudadanos de aquel país, determinará lo que técnicamente definimos como su
Espíritu Nacional, es decir, su idiosincrasia particular, su singularidad
psicológica, su manera típica de pensar y de enfrentar situaciones, así como la
riqueza o pobreza del lenguaje que condiciona su grado de civilización y de
cultura. De manera muy sutil y de acuerdo con unas significaciones ocultas que
escapan por completo a nuestra ponderación mental, el Deva protector de un
país -si podemos clasificarle de esta manera- es responsable también de la
forma geométrica del territorio dentro del cual se circunscribe o crea sus
fronteras, de la riqueza o pobreza del suelo nacional, de sus productos
agrícolas o ganaderos y del desarrollo de la ciencia y de la industria en
relación con otros territorios y naciones, no siendo tampoco ajeno dicho Deva a
la estructuración de la forma de política o de gobierno que rige la vida de sus
ciudadanos, los cuales, desde el ángulo oculto y de acuerdo con la ley del
karma son la representación genuina de las verdaderas necesidades de los
pueblos. Esta afirmación aparecerá sin duda como muy dura y arbitraria al
superficial examen y quizás creerá el lector que estamos justificando de una u
otra manera la actitud de los gobiernos despóticos, crueles o deshonestos con
respecto a las naciones que por el dictado de una ley cíclica y kármica les ha
tocado gobernar. No se trata de esto naturalmente, por cuanto todo ser
inteligente y de buena voluntad reconoce de manera clara e incontrovertible la
acción correcta o incorrecta, moral o inmoral dado que posee lo suficientemente
desarrollado el sentido cualificativo del Bien y del Mal. Sin embargo, debo
reiterar una vez más que el investigador esotérico suele ver las causas ocultas
de los ordinarios acontecimientos externos y si bien por ética y acrisolados
sentidos humanos experimenta una irresistible tendencia hacia el Bien y lucha
con todas sus fuerzas para establecer sus leyes aquí en la Tierra, reconoce
igualmente que en la vida de un ser humano, de una comunidad o de cualquier
país, se está cumpliendo inexorablemente un destino de Justicia que los hombres
deben tratar constantemente de reorientar, de comprender y de mejorar en todas
las fases de su cumplimiento y desarrollo. El investigador esotérico acepta
naturalmente frente a cualquier hecho y circunstancia la actitud impersonal
que surge al considerar sus raíces kármicas, pero aún y admitiendo el destino
de justicia que ha de cumplirse, su sensibilidad interna y su sentimiento
íntimo de comprensión humana profundamente arraigados en su corazón, se
entregará con todas sus fuerzas y capacidades a la noble tarea de remediar los
males provocados por la incorrecta manera de gobernar un país, un sentimiento
que surge triunfante de su corazón por efecto de sus contactos internos con
SHAMBALLA, morada del Señor del Mundo y el verdadero centro de la Justicia y del
Bien planetario. Bien, estas derivaciones, como comprenderán, son
consubstanciales con la idea básica de llegar al fondo de una investigación
oculta, que ha de llevarnos necesariamente a considerar la vida evolutiva de su
Angel regente y a las misteriosas relaciones de Este con el Gran Señor
planetario dentro de cuya aura magnética se mueven, viven y tienen su razón de
ser todas las naciones de la Tierra.
Deberemos admitir también, de acuerdo con lo que
acabamos de decir, que habrá una extensa, singular y cualitativa jerarquía
oculta entre los numerosísimos Angeles que personifican las voluntades de los
ciudadanos de cualquier país, en orden a su desarrollo evolutivo y constituyen
lo que técnicamente hemos definido como su espíritu nacional, el carácter
peculiar y psicológico de las gentes que habitan normalmente en sus más o menos
extensos territorios. El ambiente psíquico de un país -lo hemos dicho ya en
otras varias ocasiones- es eminentemente subjetivo, pero su efectos
considerados desde el ángulo de la substancia etérica que manipulan los devas
son tan objetivos, que toda persona medianamente sensible es capaz de captar el
espíritu nacional de un país cuando por cualquier razón ha debido desplazarse
al extranjero. Este efecto es también notorio, aunque en grado menor, cuando en
virtud de un viaje por el interior del país propio le es posible contactar el
espíritu comarcal o territorial de las ciudades y pueblos que lo componen, con
sus particulares tipismos psicológicos, artísticos y culturales, así como el
especial matiz con que cada porción de territorio diversifica las inflexiones o
sonidos del lenguaje común o idioma propio. Estas particularidades tienen
naturalmente sus raíces en el alma oculta de los pueblos o Deva familiar que
los integra, cuya misión especial es captar todos y cada uno de los estados de
conciencia de los individuos que constituyen tales comunidades nacionales,
regionales o comarcales y darles adecuada forma psíquica, creando así los
ambientes característicos de las naciones y pueblos de la Tierra.
Podemos hablar por tanto de ALMA -en su sentido más estricto y oculto- cuando hagamos
referencia a las comunidades humanas, pues allí donde se halle un cierto
número de individualidades capaces de pensar y de sentir y con capacidades para
emitir y proyectar estados de conciencia, allí se hallará sin duda el correspondiente
Deva familiar, regional o nacional que cuidará de crear las necesarias
condiciones psíquicas para que aquel contexto subjetivo se haga objetivo,
íntimo y familiar.
Bien, el tema del alma de los pueblos es complejo aunque
profundamente excitante, pues nos da una idea muy ajustada de lo que hay que
entender por karma o destino nacional. En todo caso, Alma indica conciencia,
dirección inteligente y capacidad de síntesis y no hay parcela alguna de la
superficie o del interior del planeta, por pequeña que sea, en donde el
investigador esotérico no pueda contactar un alma, es decir, a un pequeño o
Gran Deva que en la multiplicidad de sus funciones no sea un representante
directo de la justicia de los Señores del Karma. Podríamos hablar así de los
pequeños ambientes de la Tierra, creados por las congregaciones psíquicas o
las comunidades sociales de las abejas y hormigas y otros animales profunda y
misteriosamente comunitarios y de los grandes ambientes planetarios,
universales y cósmicos. En su fondo hallaremos siempre la actividad maravillosa
de un Deva o de un increíble número de Devas cuya misión es crear Alma o manifestación
de Alma, con vistas al desarrollo de un misterioso Plan evolutivo. Podríamos
hablar, asimismo, de la participación psíquica de los animales domésticos en
la creación de los ambientes familiares de los seres humanos, de la misma
manera en que yendo más al fondo de la cuestión podríamos incluir a ciertos
Devas muy próximos a la gran familia humana, los cuales intervienen muy
activamente en la estructuración de los ambientes familiares por cuanto
manipulan creadoramente los estados de conciencia de los integrantes de cada
familia y según el grado y calidad del potencial psíquico que desarrollen,
matizarán o colorearán aquellos ambientes. Podríamos afirmar al respecto que
los Devas familiares son a la familia lo que los Espíritus nacionales son para
una pequeña o gran nación. La analogía siempre será perfecta en todos sus
detalles ya que igual es arriba que abajo e igual es abajo que arriba.
Extremando la idea cabria igualmente asegurar que existen ambientes
territoriales, es decir, aquellos que cualifican todos y cada uno de los
lugares de la Tierra, los cuales dependen de la evolución de sus particulares
Angeles regentes o Espíritus nacionales, pero que pueden ser conectados si se
posee la adecuada sensibilidad psíquica para registrarlos. Estos ambientes
territoriales son creados por los devas de la tierra, del agua, del fuego y del
aire en su interdependiente actividad de substanciar o de darle forma psíquica
a las reacciones comunales de las miríadas de especies minerales, vegetales y
animales que evolucionan por doquier y constituyen, desde el ángulo esotérico,
la faz oculta o mística de la Tierra.
Es decir, que lo que técnicamente definimos como la
flora y fauna de un país es el resultado de la evolución de todas las especies
vegetales y animales que allí tienen su vida y razón de ser, es decir, las
motivaciones distintas regidas por la Ley del Karma que se expresan de acuerdo
con la singularidad propia de aquel país.
Sobre este punto deberíamos ser enormemente críticos y
ver hasta qué punto la inclinación del eje de la Tierra en relación con la
eclíptica o movimiento alrededor del Sol, afecta el karma de ciertas regiones o
áreas del planeta, favoreciendo a unas y perjudicando a otras, siempre desde el
ángulo de apreciación humana, como ocurre por ejemplo en la evolución de las
especies vivientes, incluidos los seres humanos, en las zonas tórridas,
templadas o glaciales, cuyas condiciones de vida serán tanto más difíciles
cuanto más afectadas estén por los ángulos de inclinación terrestre en relación
con el astro solar. Bien, éstas pueden ser unas ideas muy interesantes y
dignas de tener en cuenta al tratar los ambientes territoriales del planeta,
inhóspitos unos, acogedores y hasta singularmente benignos otros, lo cual
-aparte de la idea implícita del Karma gravitando sobre aquellos territorios-
nos muestra la singularidad de ciertos Devas regentes de los mismos y que
cubriéndolos con su manto de luz etérica, como se dice esotéricamente,
confeccionan las condiciones ambientales y psíquicas que constituyen sus particulares
almas territoriales.
El
tema de los ambientes territoriales es inmenso y no puede ser abarcado en su
totalidad ya que atañe a todas las unidades de vida en ellos inmersas, desde
los elementos químicos que evolucionan a través de la materia organizada del
planeta hasta el más esplendente Deva realizador y constructor del ambiente
que caracteriza a un extenso Continente planetario. Lo que mayormente nos
interesa en el estudio de este Tratado Esotérico sobre los Angeles es percibir
el significado intimo del término ambiente, a fin de que captando por
intuición, por discernimiento o por simple análisis intelectual, la idea de que
toda unidad de vida y de conciencia crea su propio ambiente psíquico y que la
suma de todas estas unidades, independientemente de sus particulares
evoluciones, crea en el éter las modificaciones sensibles que llamamos ambiente
colectivo, nuestra actitud psicológica frente a la sociedad o comunidad social
de que formamos parte, ya se refiera a la familia, al gremio profesional al que
pertenezcamos o al lugar del planeta en donde hemos nacido y en el que
iniciamos nuestro destino humano, será sin duda la de los verdaderos aspirantes
espirituales, es decir, de cooperación consciente con los Devas que en
multiplicidad y diversidad de especies y jerarquías, pueblan los éteres del
espacio y crean los distintos ambientes psíquicos de la Tierra convirtiéndolos
en los anclajes de las energías planetarias de los Señores del Karma, teniendo
presente, de acuerdo con el principio de Bondad y de Justicia que Ellos
representan, que todos los ambientes de la Tierra pueden y deben ser mejorados,
dignificados y ennoblecidos de acuerdo con la voluntad inteligente del ser
humano. Así, obrando en tal sentido, la ley del Karma será tanto más benigna cuanto
con más interés se aplique el hombre a la tarea creadora de gobernar sus
propias actitudes personales, de modificar sus impulsos emocionales de acuerdo
con la ley de fraternidad y de expresar bondad y comprensión en todas sus
relaciones sociales.
Capítulo III
Todo tipo de substancia, material o inmaterial
-entendiendo por inmaterial en este caso el aspecto subjetivo de la Naturaleza-
está constituido por átomos, cuya densidad dependerá siempre de las necesidades
de evolución de la substancia que constituye cada uno de los siete planos del
sistema solar. La base estructural de toda substancia, sea cual sea su grado de
evolución, es el átomo de hidrógeno. Este átomo, unidad fundamental en química
ya que, como es sabido, consta solamente de un protón y un electrón, tiene la
particularidad -esotéricamente reconocida- de contener dieciocho
infinitesimales unidades atómicas visibles únicamente a la investigación
clarividente, llamados ocultamente ANUS o átomos ultérrimos, cuya esencia es monádica y es la primera
manifestación química del principio de vida en el Universo.
Contando siempre
con la facultad clarividente, se percibe que la manifestación primera del
átomo, o del conjunto de átomos de hidrógeno, tiene lugar en el cuarto subplano
del físico, o primer subplano etérico, constituyendo el punto de paso de la
substancia etérica superior al nivel físico más denso. En dicho cuarto subplano,
los dieciocho átomos ultérrimos se diferencian constituyendo un protón y un
electrón, es decir, que se convierten en un conjunto átmico formado por nueve
ANUS positivos y otros tantos negativos. Podría decirse así, que las energías
positiva y negativa que constituyen toda la substancia material suministrada
por la Vida oculta planetaria a través de su vehículo etérico, son una combinación
de energía solar y de energía planetaria, procedente la primera de FOHAT, o
Fuego creador del Universo, y siendo la segunda una emanación directa del Fuego
de KUNDALINI, encerrado en las entrañas
misteriosas de la Tierra. El ANU, tanto si se le considera un átomo ultérrimo
de tipo cósmico, como de carácter físico, representa siempre una fusión dentro
de la substancia material, de estos dos Fuegos de base.
Ahora bien, examinado el átomo de hidrógeno por el
sistema oculto de la clarividencia y dirigiendo la atención hacia el comportamiento
de los átomos ultérrimos, se ve a éstos ejerciendo su presión sobre el protón o
sobre el electrón de acuerdo con las leyes de la polaridad universal, aumentando
proporcionalmente esta presión a medida que el proceso de substanciación
material va teniendo efecto, es decir, que la gran Escalera de Jacob
constituida por la totalidad de los elementos químicos de la Naturaleza,
arranca del átomo de hidrógeno situado en los peldaños más elevados de la misma
y va descendiendo de allí sumando átomos de hidrógeno con sus correspondientes
ANUS, hasta alcanzar el más complejo y pesado de los elementos químicos
conocidos hasta el momento presente, el Laurencio ([3]),
el cual consta de ciento tres unidades de hidrógeno. Si el índice de dieciocho
ANUS que contiene el átomo de hidrógeno fuese estrictamente proporcional,
tendríamos que el átomo de laurencio seria poseedor de 103 x 18 = 1.854 ANUS y
que bastaría con multiplicar por 18 el número de protones de cada elemento
químico para obtener su carga completa de ANUS. Parece ser, sin embargo, que el
índice de átomos ultérrimos varia con la calidad de los elementos químicos,
constituyendo una rara singularidad científica ([4]).
El misterio del átomo de hidrógeno es, por tanto, el que pueda encerrar
cualquier otro elemento químico conocido, salvo en el sentido que constituye,
tal como decíamos anteriormente, el punto de paso de las energías físicas
superiores hacia las fuerzas más densas de la materia. Podemos asegurar, sin
embargo, de acuerdo con la lógica que se desprende de tales conclusiones, que
existen átomos mucho más sutiles y ligeros que los del hidrógeno, surgidos de
un proceso natural de sutilización de los mismos mediante el cual el átomo de
hidrógeno, por un proceso de transmutación que se realiza dentro de la propia
materia por imposición del Espíritu de Dios, va perdiendo cargas sucesivas de
ANUS y da lugar a los elementos atómicos que constituyen las moléculas de substancia
de los subplanos tercero, segundo y primero del plano físico solar. En lo que
hace referencia al plano físico cósmico, nuestro sistema solar, esta pérdida o
reducción del número de ANUS da lugar a los planos astral, mental, búdico,
átmico, etc. De acuerdo con la ley esotérica que va de lo universal a lo
particular; podríamos afirmar que el proceso de substanciación -al cual me he
referido muy frecuentemente durante el curso de este tratado esotérico sobre
los Angeles- se inicia a partir del plano ADICO, el de la propia Divinidad, en
donde los átomos cósmicos constituyentes son de la máxima sutilidad y pureza,
es decir, sin carga alguna de ANUS o átomos ultérrimos cósmicos. Al descender
al plano MONADICO, los átomos ádicos son substanciados -si podemos decirlo así-
con tres ANUS, siendo ésta al parecer la primera manifestación cíclica de la
vida del Logos al crear Su Universo, representando cada uno de estos ANUS
alguno de los aspectos creadores de la Divinidad, que es triple en Su
naturaleza. Tal podría ser el origen para nuestra mente tridimensional, del
Triángulo de la Creación mencionado en los anales ocultos. El plano ATMICO, el
de la Voluntad espiritual de la Mónada, está constituido -de acuerdo con esta
analogía- por átomos conteniendo cada uno una carga de 6 ANUS cósmicos. La
substancia integradora del plano BUDICO, el de la unidad espiritual, está
constituida por agregados atómicos que contienen 9 ANUS. Este número de ANUS
constituye un misterio iniciático. Quien logre penetrar en tal misterio sabrá
de las razones ocultas por las cuales el 9 es el número del hombre y también
por qué el 9 es el número de la Iniciación, comenzando entonces la búsqueda del
misterio a partir del aspecto esencial del ANU cósmico, el de la divina
Síntesis ([5]).
El plano MENTAL está constituido por elementos atómicos
conteniendo cada uno 12 ANUS, estando directamente relacionado este húmero con
la gran Rueda del Zodíaco y con los 12 Trabajos de Hércules, el discípulo
Iniciado. Los elementos atómicos y moleculares del plano ASTRAL contienen 15
ANUS, siendo precisamente este número el que corresponde a la sensibilidad
psíquica latente en todas las cosas existentes, a los deseos y sentimientos
humanos y al sexto Rayo, el de la devoción a la obra de la Divinidad, numéricamente
relacionado con la simplificación dígita del número de ANUS: 15 ó 1 + 5 = 6.
Al incidir el átomo astral así constituido en el plano
FISICO, le son añadidos otros 3 ANUS, completando así los 18 que corresponden
al átomo de hidrógeno, es decir, un ANU para cada subplano o nivel hasta
llegar al cuarto subplano etérico e iniciarse aquí la química universal de
convertir en gaseosa la substancia etérica proveniente de los planos más
elevados del sistema solar.
La Escalera de Jacob de los elementos químicos pasa pues
por el átomo de hidrógeno, ya sea para construir los átomos pesados que
culminarán en el laurencio o para sutilizarse al extremo de constituir los
átomos ultérrimos cósmicos del plano ADICO, el de la Vida inmaculada de la
propia Divinidad.
La línea maestra de este tratado esotérico sobre los
Angeles pasa, como Uds. habrán podido advertir, por un término que yo he considerado
clave para la comprensión del Propósito divino en la vida de la Naturaleza. Se
trata de la palabra substanciación, la cual, después de una meditación profunda
sobre lo dicho en el apartado anterior, adquirirá un tremendo valor de
síntesis, pues toda la actividad dévica analizada en el proceso místico de
substanciación, a partir de la más indescriptible y absoluta diafanidad y
transparencia atómica, o sea, a partir del átomo ádico sin agregado alguno de
ANUS cósmicos, hasta la creación de los elementos más pesados en el orden
material de la creación, que constituyen el Reino Mineral, la Osamenta del
planeta, tal como ocultamente se le denomina, es una suma o acumulación
constante de ANUS ultérrimos físicos al contenido molecular de cualquier tipo
de substancia. El éter del espacio es esencialmente una carga eléctrica que se
va repartiendo equitativamente por todos los planos del Universo, constituyendo
la estructura geométrica y química del mismo. La unidad eléctrica de base en el
Universo será, sin duda, la que resulte del equilibrio dentro del átomo
esencial o divino, es decir, dentro del ANU cósmico, el cual, como unidad
atómica de base, consta de tres elementos, uno dinámico o positivo, otro
aparentemente estático o negativo y en el centro de ambos surge el tercer
elemento, de carácter inmensamente ígneo y de deslumbrantes resplandores,
operando en el centro de aquellos en virtud de las leyes universales del
equilibrio. De ahí que se le asigne al ANU, ya sea en su naturaleza cósmica o
en su aspecto meramente físico, no solamente cuantitativo como creador de toda
la substancia química del Universo, sino también un valor cualitativo como
causa oculta de la electricidad, universal y planetaria, pudiendo ser comprendido
así el origen común de la materia y de la energía, siendo aparentemente el
permanente equilibrio que existe entre ambas aquella Fuente de Poder que
llamamos Jerarquía Angélica del Universo, una Fuerza que determina al parecer
la expresión natural de todas las formas creadas. Así, extremando al máximo
nuestro sentido critico de valores y utilizando al propio tiempo el principio
hermético de analogía, nos será posible considerar quizás que el equilibrio
dentro de un átomo ultérrimo, o ANU físico, o dentro de cualquier otro centro
de equilibrio universal, o ANU cósmico, en la vida de la Naturaleza, es la
representación de un diminuto e imperceptible deva o de un glorioso Arcángel,
cuyas naturales misiones serán, sin duda, el producir luz, radiación,
magnetismo o aquella energía base de expansión de la Vida divina en el Universo
que llamamos técnicamente electricidad, viniendo determinada la calidad de la
jerarquía angélica por la diafanidad, intensidad y transparencia de las
energías que irradien del centro equilibrio del que dimanen o al que de una u
otra manera vitalicen. El trabajo de substanciación del ANU cósmico primordial
hasta convertirlo en un átomo de hidrógeno físico y la tarea acumulativa de
los átomos de hidrógeno hasta constituir la materia más pesada, es una misión
encomendada a los devas y podríamos decir, esotéricamente, que en el centro de
cada uno, de los elementos químicos conocidos, se halla una minúscula e
inadvertida entidad dévica, cuya luminosa vida mantiene en equilibrio el
contenido molecular o atómico de cualquier forma creada y es responsable de la
calidad de sus radiaciones.
Vista esta idea desde el ángulo cósmico, nuestro
Universo y aún el Propio planeta aparecerán como centros de equilibrio creados
por la intervención de ciertas Entidades angélicas, las cuales, pese a Su
indescriptible evolución cumplen una función similar a la de las Pequeñísimas e
insospechables vidas dévicas que mantienen en equilibrio estable la
infinitesimal estructura de un átomo físico Ultérrimo... Por estas y por otras
todavía más ocultas razones, el proceso substanciador del éter, tal como
veíamos en las primeras enunciaciones de este tratado, tiene un carácter
eminentemente angélico, pudiendo afirmarse que las entidades dévicas -en todas
sus huestes y jerarquías- irán perdiendo progresivamente su significado
meramente místico para introducirse en las áreas de la investigación
científica, singularmente en aquellas mayormente relacionadas con las
maravillosas combinaciones geométricas observadas en el interior de todos y
cada uno de los elementos químicos que constituyen los compuestos moleculares,
por cuanto se comprobará que cada forma geométrica -sea cual sea su
disposición- está directamente relacionada con la vida de un grupo específico
de devas, cuyas vibraciones, reflejadas desde ignoradas regiones subjetivas, crean
aquel particular tipo de figuras geométricas, esferoidales, cónicas,
piramidales, cilíndricas, etc., las cuales, armoniosamente entrelazadas,
constituyen la característica definida de cualquier grupo de elementos
químicos, tal como puede ser percibido con ayuda de los modernos microscopios
electrónicos. Así, al Conocido aforismo platónico Dios geometriza..., podría
serle añadida otra afirmación esotérica igualmente verídica y categórica ..
.mediante la energía creativa de los Angeles. El axioma tendría entonces,
además de su carácter eminentemente filosófico, una expresión afirmativa de
naturaleza científica.
Estas conclusiones de carácter universal, a las que nos
hemos ido aproximando siguiendo un proceso sistemático de analogía, podrían
depararnos una visión mucho más completa del mundo físico que nos rodea,
llegando a la consideración de que todo cuanto existe en la Naturaleza, sea
cual sea su forma, cualidad, reino o especie, no es más que un agregado de
átomos de hidrógeno en diversas y complejas fases de substanciación,
entendiendo que las formas materiales se caracterizan por orden de densidad...,
viniendo condicionadas por el número de átomos de hidrógeno que componen el
núcleo atómico de cualquier elemento químico. Vemos así que entre el átomo más
ligero, o de hidrógeno, con un sólo protón y un solo electrón, y el más pesado,
el laurencio, con una carga de 103 átomos de hidrógeno, se extiende toda la
gama de elementos químicos conocidos hasta ahora, constituyendo mediante sus
diferentes pesos atómicos y estructuras geométricas definidas el universo
material, el indescriptible e inmenso depósito substancial del cual cada vida y
cada unidad de conciencia extraen el contenido molecular que ha de constituir
su forma física. Hay que admitir, por tanto, que toda expresión de vida vendrá
absolutamente condicionada por la calidad de los elementos químicos y
compuestos moleculares que entran en la composición de la forma, organismo o
vehículo que ha de utilizarse durante el proceso evolutivo o kármico, teniendo
en cuenta que los vehículos o mecanismos de expresión del ser humano -el cual
lógicamente ha de constituir el centro de nuestra atención- son cuatro:
Cada uno de estos mecanismos de manifestación cíclica
está compuesto por conjuntos moleculares de elementos químicos, que van
aumentando de densidad a medida que el impulso espiritual a través del alma o
conciencia va descendiendo desde los subplanos superiores del plano físico a
los inferiores, aglutinando materia cada más densa según sea la calidad de los
vehículos expresivos, los cuales se caracterizan, tal como veíamos
anteriormente al analizar el aspecto universal del proceso, por la cantidad de
ANUS que son absorbidos en cada plano a medida que la fuerza del alma va
incorporándose en la materia. Una pequeña tabla de analogía el sentido de
cuanto hemos venido estudiando en este apartado:
SISTEMA SOLAR NUMERO DE ANUS PLANO FISICO
Cósmicos Físicos
Plano
Adico ........................................... 0
.............................................
Subplano atómico
Plano
Monádico .................................... 3
.............................................
Subplano subatómico
Plano
Atmico ......................................... 6 ............................................. Subplano etérico
Plano
Búdico ......................................... 9
.............................................
Subplano subetérico
Plano
Mental ........................................ 12 ............................................ Subplano gaseoso
Plano
Astral .......................................... 15
............................................
Subplano liquido
Plano
Físico .......................................... 18
............................................
Subplano sólido
Lo único que variará, por tanto -y en forma
incomprensible para nuestra mente- será la sutilidad infinita de los ANUS
correspondientes al plano físico cósmico, nuestro sistema solar como un todo,
en relación con los del plano físico solar, considerado como nuestro universo
material. Establecer una correcta analogía sobre este punto parece constituir
un misterio iniciático...
El tema del cuerpo etérico, o doble etérico, tal como se
le reconoce también en los tratados esotéricos, es de gran interés para el
cualificado investigador de las ciencias ocultas, ya que es a través del mismo
que las energías solares y planetarias se proyectan sobre todos los cuerpos
físicos de la Naturaleza y les infunden vida, calor y movimiento. Todas las
energías del Universo son etéricas, es decir ígneas (1) y vienen impregnadas de
las peculiaridades distintivas del Logos Solar. Al incidir estas energías sobre
nuestro planeta evocan una respuesta de parte del Logos planetario, Quien, después
de apropiarse de su contenido vital para dinamizar su Esquema Terrestre, les
infunde sus propias y distintivas cualidades y las transmite al planeta,
creando asimismo las condiciones adecuadas de vida, calor y movimiento. Existen
pues en la Tierra, y probablemente en algunos otros planetas de este Sistema
solar, tres tipos específicos de energía como base de su particular vida
orgánica y celular. La una tiene carácter solar ya que procede del Sol, centro
de vida del Universo, la otra es de tipo lunar y la tercera, que surge del
equilibrio entre las dos primeras, es una particular emanación del propio Logos
terrestre y puede definírsela por tanto como energía planetaria.
Buscando la analogía, podríamos decir que sobre el
vehículo etérico del ser humano convergen asimismo dos tipos de energía, solar
una y lunar la otra, constituyendo la primera un enlace con lo espiritual y
respondiendo la otra a los imperativos de la existencia material. Del centro de
ambas actividades o energías en acción surge la expresión natural del yo
psicológico o personalidad humana, siendo esta energía la correspondencia
analógica de la que manipula el Logos planetario. A esta energía etérica
personificada o particularizada se hace precisamente referencia cuando
hablamos del cuerpo etérico humano, el cual constituye un bien definido campo
magnético que le permite establecer contacto con el campo magnético de todos
los demás seres humanos, creando la vastísima esfera de relaciones sociales que
condiciona su íntima y personal evolución. Así, el entero campo de expresión de
la vida en todas sus infinitas zonas de proyección es ETERICO, variando
únicamente las condiciones que determinan que el cuerpo etérico o campo
magnético que rodea y compenetra a todos los seres y a todas las cosas, sea más
sutil o más denso, dependiendo su cualidad vibratoria del grado de evolución
alcanzado. Explicada la idea del cuerpo etérico y del aura magnética que
establece alrededor del cuerpo físico denso podríamos establecer ahora la
siguiente tabla de analogía:
Entidad Cualidad Fuego Expresión
Logos Solar Vida Fohat Cósmica
Logos Planetario Calor Solar Universal
Ser Humano Movimiento Kundalini Planetaria
Vista esta analogía de acuerdo con los razonamientos
precedentes, vamos a identificar ahora a las tres jerarquías de DEVAS etéricos
cuya misión es acumular, canalizar y distribuir las energías que en su
totalidad constituyen el vehículo etérico de los seres humanos:
a.
Una jerarquía dévica
de evolución superior a la humana, tiene la misión de acumular las energías
etéricas de vida procedentes del Sol. Tales Devas, a la vista del observador
esotérico cualificado, aparecen como destellos ígneos de un intensísimo,
esplendente y brillante color dorado. Así, en literatura esotérica tales Devas
son definidos como los Señores de la Luz Dorada y también como los custodios
del Prana Solar. ([6])
b.
Otra categoría de
Devas etéricos, asimismo de gran evolución, tienen como propósito de sus vidas
asimilar las energías solares y después de bañar con ellas -si podemos decirlo
así- las cualidades íntimas del Logos planetario, las proyectan sobre el aura
etérica del hombre y le infunden calor vital, una expresión del fuego solar al
incidir sobre el campo magnético de cualquier cuerpo planetario. A la visión
del observador esotérico tales Devas aparecen bajo distintos matices del color
violeta, cuyo brillo y luminosidad varían de acuerdo con su propia evolución y
según sea el desarrollo espiritual de los seres humanos con los cuales entran
en contacto. Tales Devas constituyen ocultamente el aura de salud del hombre y
crean definidamente el campo magnético o circulo de expansión etérica dentro
del cual realiza éste el proceso de su evolución física.
c.
c Hay todavía otro
tipo de Devas, llamados esotéricamente los Señores de la Radiación Magnética,
cuyo cometido en la vida de la Naturaleza es unificar las energías solares y
las planetarias y dotar de forma adecuada al vehículo etérico de los seres
humanos, una forma dinámica y radiante sobre la cual será estructurado el
cuerpo físico denso. A este tipo de Devas suele denominárseles también
ocultamente los Impulsores del Movimiento, siendo esta denominación muy
correcta, habida cuenta que el necesario equilibrio y la adecuada distribución
de las energías del fuego solar y del planetario, debe realizarse por medio de
la traslación o movimiento de los fuegos dentro del organismo físico,
dinamizando el proceso de unificación etérica de los NADIS, contraparte
etérica del sistema nervioso en sus dos vertientes, cerebro espinal y neuro
vegetativo, con el de la circulación de la sangre que da vida al proceso
hormonal. El movimiento que surge de la incidencia del fuego creador de la
Naturaleza sobre el vehículo físico es un agente kármico, relacionado con las
capacidades de absorción de Prana solar y planetario por parte del Ego en
proceso de encarnación física. Los Devas Impulsores del Movimiento son de color
gris azulado y según sea su evolución o capacidad vibratoria, variarán la
intensidad, pureza y brillo de los colores de sus refulgentes auras, es decir,
que serán de tonalidad casi enteramente gris, y por tanto con menor movimiento
y capacidad de distribución y traslación, o enteramente azules, de un
intensísimo azul celeste con brillantes resplandores, si se trata de introducir
energía solar o planetaria en los vehículos etéricos de las individualidades
más avanzadas de la Raza.
La vida, el calor y el movimiento reflejan en los
niveles etéricos del Sistema las cualidades íntimas y esenciales que provienen
del Espíritu, del Alma y de la Personalidad humana, siendo el vehículo etérico
del hombre el centro de incidencia de todas las energías planetarias, solares y
extrasolares que constituyen el vastísimo Esquema de Evolución de todos y cada
uno de los Reinos de la Naturaleza en proceso de encarnación cíclica.
Entendemos por Devas lunares, dentro de nuestras
investigaciones esotéricas, a todas aquellas numerosísimas huestes dévicas de
tipo inferior, laborando misteriosamente dentro de la substancia material para
construir las formas más densas en cada uno de los tres planos físico,
emocional y mental del planeta. La tradición esotérica y mística transmitida a
través de las edades por los verdaderos CONOCEDORES del mundo oculto, nos
asegura que toda substancia material utilizada en nuestro planeta es de origen
lunar y es un legado histórico que los PITRIS, o grandes Adeptos lunares,
transmitieron a la Tierra hace muchos millones de años en respuesta a ciertas
necesidades planetarias en orden al proceso general de la evolución solar. Lo
cierto es que desde incontables edades nuestro Logos planetario viene
utilizando aquella substancia material -carente de principio creador- prefabricada,
si podemos decirlo así, durante el largo ciclo de la evolución lunar, siendo
aquel legado histórico o herencia kármica, uno de los principales fundamentos
de la evolución de los Reinos inferiores de nuestro mundo, es decir, el
mineral, el vegetal, el animal y de los cuerpos físico, astral y mental
inferior o concreto del Reino humano. Se nos dice esotéricamente al respecto
que con la oleada de vida material o substancia lunar, vinieron también una
considerable cantidad de devas lunares los cuales habían terminado
completamente su misión en nuestro satélite y debían iniciar aquí en la Tierra
un nuevo período evolutivo, siendo tales devas los que en nuestros estudios
esotéricos sobre los Angeles denominamos los Agentes substanciadores de la
Energía. Algunas de sus cualificadas jerarquías constituyen el ingente grupo
de los elementales constructores a los cuales nos hemos referido abundantemente
durante el curso de este Tratado.
Ahora bien, nuestra consideración esotérica acerca de
los devas lunares deja abierta en las mentes el gran interrogante que más de
una vez habrá intrigado a los sinceros investigadores del mundo oculto... ¿Qué
es de la Luna en el momento presente? La Luna, tal como se sabe, es un astro
muerto, siendo la prueba de ello -al menos dentro de las concepciones lógicas
que surgen de la utilización del principio de analogía- que carece de rotación,
siendo el movimiento de rotación un misterio que será resuelto en el curso de
cierta iniciación planetaria. Una de las ideas que han podido ser captadas a
través de la laboriosa serie de investigaciones esotéricas, es que la Luna
carece de rotación o de movimiento individual e independiente porque en el
centro de su masa de materia no hay FUEGO que la vitalice y dinamice, tal como
ocurre con los demás cuerpos planetarios del Sistema en donde el Kundalini
solar -el tercer aspecto ígneo de la Divinidad- hace sentir su dinámica
presión. Así, pues, el hecho de que la Luna sea un cuerpo muerto la sitúa en
nuestros comentarios esotéricos, siempre de acuerdo con el inapelable juicio
critico de la analogía, en la posición de cualquier cuerpo orgánico muerto en
la vida de la Naturaleza, es decir, que se halla en pleno proceso de
desintegración. Tal desintegración -a igual que ocurre con todos los demás
cuerpos físicos en ese estado- emite unas radiaciones negativas que afectan
poderosamente su entorno, siendo nuestro planeta Tierra el más afectado por
ellas, en orden a su proximidad y también por efecto de una misteriosa
vinculación kármica.
Existen, como Uds. saben, ciertas previsiones
planetarias desarrolladas por las naciones más cultas y civilizadas o con
mayores medios técnicos a su alcance, acerca de lo que podríamos definir
saneamiento de la ecología terrestre. Poco se realiza, sin embargo, en orden a
lo que podríamos definir como ecología extraterrestre, la cual deberá ocupar un
lugar preferente dentro de la atención mundial en el devenir de las próximas
décadas, a medida que la Tierra se haga más sensible a las influencias
cósmicas. Ahora bien, el problema que plantea nuestro satélite la Luna,
siguiendo las directrices de una adecuada ecología extraterrestre, es de orden
inmediato y no admite dilaciones. Hay unas definidas influencias negativas de
la Luna sobre nuestro planeta, las cuales, observadas desde el ángulo
esotérico, producen los siguientes resultados:
a.
Incrementan la
actividad de los devas lunares de todos los órdenes y jerarquías en la vida de
la Naturaleza, así como la de aquellas otras criaturas dévicas planetarias
situadas en el arco descendente o de la involución en nuestro mundo.
b.
Activan
poderosamente las condiciones nocivas de los gérmenes, virus y bacterias
causantes de todas las enfermedades físicas planetarias, produciendo
trastornos de orden general y ensombreciendo el aura de salud de la Raza que es
la ofrenda universal de los devas dorados que transmiten energía solar.
c.
Revitalizan a
extremos insospechables las formas psíquicas o egregores negativos que gravitan
sobre los ambientes planetarios, determinando enfermedades de tipo nervioso,
altas tensiones emocionales y dificultades de integración mental en la vida
psicológica de los seres humanos.
d.
Estimulan la
actividad de los obscuros devas grises del planeta, cuya misión es estructurar
los vehículos físicos de las formas animales más densas en la vida de la
Naturaleza, algunas de las cuales realizan su evolución en las regiones más
profundas e inaccesibles de los océanos o en ciertos ignorados niveles
geológicos del planeta. Estas formas de vida animal, gigantescos peces y
monstruosos reptiles, completamente trascendidas desde el ángulo de la
evolución del Logos planetario, constituyen un obstáculo evidente para la buena
marcha de la evolución total en la vida de la Naturaleza.
e.
Intensifican la
corriente vibratoria que une a los devas lunares de más densa vibración con los
devas planetarios de las sombras, responsables del miedo psicológico a lo
desconocido, a la obscuridad, al proceso natural de la muerte y de las dudas
humanas con respecto a la inmortalidad del alma.
f.
Establecen y
mantienen una constante sintonía entre las radiaciones negativas que se nutren
de las substancias etéricas producidas por efecto de la desintegración lunar y
las que provienen de los devas inferiores del propio planeta, los cuales se
alimentan de la densa substancia etérica procedente de los cuerpos y
organismos físicos fallecidos y en proceso de putrefacción o descomposición,
dentro de las áreas físicas de la Naturaleza.
Démonos cuenta, al llegar a este punto, de la necesidad
de que sean adoptadas prudentes e inmediatas medidas de saneamiento y de
control de las adversas condiciones ecológicas del mundo. Una de ellas, la
aparentemente menos nociva, pero que ocultamente es la más perjudicial, tiene
que ver con el fenómeno físico de la muerte y sus posteriores consecuencias en
el orden ecológico ambiental, siendo la cremación de cadáveres, esotéricamente
hablando, la técnica más perfecta y conveniente para liberar los despojos
mortales, ya sean de personas o de animales de la acción condicionante del
karma físico, por cuanto permite la rápida liberación de elementos dévicos que
operan sobre la substancia material y que, lógicamente, se hallan presentes
durante el proceso de desintegración de la misma, de ahí que será sagrado
-desde el ángulo oculto- el día en que la humanidad como un todo se decida
inteligentemente por el método de cremación o de incineración de los cuerpos en
los cuales se ha producido el fenómeno físico de la muerte. Habrá entonces,
según lo que hemos razonado anteriormente, mucha menos contaminación física y
astral, por cuanto se habrá logrado restituir rápidamente mediante el poder del
fuego -el único y verdadero elemento transmutador de la Naturaleza- los átomos
ultérrimos, llamados esotéricamente ANUS, a su fuente universal de procedencia,
el éter primordial del Espacio, sin pasar por los estados agónicos y dolorosos
del elemento tierra, ni por las mil tribulaciones astrales que implica la
permanencia de materia etérica densa alrededor de los cuerpos físicos en lento
proceso de desintegración, con la consiguiente creación de focos infecciosos en
el aura astral o psíquica del planeta que favorecen la permanencia de larvas y
cascarones astrales, vivificados o energetizados por entidades dévicas de
inferior vibración, cuyas vidas elementales se nutren precisamente de la densa
substancia etérica que se desprende de estos despojos físicos de seres humanos
y de animales en período de descomposición. Todo es empezar, tal como vulgarmente
se dice, y, si se inicia la nueva fase ecológica del mundo con un riguroso
sistema de cremación de las formas físicas gastadas en el seno de la
Naturaleza, una mayor oportunidad de sutilización habrá para los éteres del
espacio que constituyen el aura del planeta y a través de los cuales llegan a
nosotros las energías sutiles correspondientes a los niveles superiores de
nuestro Sistema solar. Otra manera altamente nociva y peligrosa de
contaminación ambiental es la producida por el mantenimiento artificial de
formas muertas, bajo apariencias de vida, mediante la técnica de momificación
y de embalsamamiento de los cadáveres. El problema se agudiza cuando estas
formas momificadas son expuestas a la curiosidad del público, tal como ocurre
en el caso de los museos y centros de enseñanza específica sobre etnología,
medicina, ciencias naturales, etc., pues las radiaciones que emiten tales
cuerpos artificialmente integrados, son altamente perjudiciales y pueden llegar
incluso en determinados casos a interferir magnéticamente en la vida de los Egos
que los utilizaron.
En un concilio de la Jerarquía planetaria celebrado hace
unos años, se planificó una actividad jerárquica destinada a destruir
progresivamente las formas psíquicas creadas en los ambientes mundiales por las
radiaciones etéricas de estas formas momificadas, cuyo proceso de
desintegración natural fue detenido artificialmente. Una de sus inmediatas
previsiones fue seleccionar de entre los distintos Ashramas de los Maestros,
algunos grupos de discípulos altamente cualificados para esta misión, los
cuales fueron intensamente entrenados en el arte de disolver las formas
psíquicas que por afinidad vibratoria se agrupaban en torno de los lugares en
donde se guardan restos humanos y cuerpos momificados. El experimento
jerárquico y el trabajo de los discípulos prosigue con éxito en el intento de
paliar los efectos de aquellas causas, aunque se espera con gran interés y
expectación por parte de la Jerarquía de Maestros, la decisión humana de
destruir definitivamente y por el poder alquímico del fuego, todas aquellas
formas cristalizadas y adulteradas en su natural proceso de desintegración.
Otra de las misiones encomendadas a tales discípulos -según hemos podido
observar- es colaborar también con los grupos de devas luminosos de los
subplanos superiores del plano físico en el trabajo de sanear los pesados y
negativos ambientes creados alrededor de los hospitales, cementerios y otros
lugares de sufrimiento humano, tales como las prisiones, los manicomios y los
hogares sin armonía, así como los pesados ambientes psíquicos que se
estructuran en los mataderos de animales y en todos aquellos lugares del
planeta en donde existen grandes conflictos y profundos sufrimientos humanos.
Todas estas densas vibraciones contribuyen -como Uds. podrán comprender- a
elevar el índice de contaminación ambiental y si bien hay muchos grupos de
Angeles trabajando en el sentido de la purificación de los ambientes
planetarios, secundados activamente por los numerosos discípulos entrenados en
la técnica de destrucción de las formas psíquicas negativas que envuelven los
éteres planetarios, se precisa realizar un esfuerzo todavía mayor y de conjunto
con la participación de los aspirantes espirituales y hombres y mujeres de
buena voluntad del mundo, para que puedan ser apreciados efectos realmente
espectaculares dentro de aquel vasto plan de saneamiento psíquico proyectado
por los augustos Responsables del Bien planetario.
Los Devas Dorados son aspectos consubstanciales con la
Vida del Sol y rigen el proceso mágico mediante el cual la Vida del Logos se
transmite al Universo. En relación con nuestro planeta, y seguramente con
todos los planetas de nuestro Sistema Solar, tales Devas actúan:
a.
Como transmisores de
las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente PRANA.
b.
Como Agentes
inductores del PRANA planetario.
c.
Como dinámicos
impulsores de los Ritmos respiratorios de los seres humanos.
d.
Como impulsores de
los fenómenos de irradiación magnética en la vida de los Reinos.
a.
Como transmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente
PRANA
Los Devas Dorados, llamados místicamente Los Señores de
la Vida, constituyen tres corrientes vitales que surgiendo del centro del Sol
se transmiten a todo el contenido del Universo. Estas Jerarquías de Devas se
extienden desde los grandes Angeles vinculados con el aspecto Voluntad, o Vida
del Logos, hasta los pequeñísimos devas expresados como partículas doradas que
refulgen en la atmósfera y forman parte del aura de vitabilidad del Creador en
cualquier zona libre del Espacio. En cualquier caso, tales Jerarquías nos dan
una idea exacta de lo que hay que entender por vitalidad, o PRANA. El PRANA,
como esencia de vida, se halla presente en todas as áreas del Universo,
abarcando la extensión de los Planos, de los Reinos, de las Razas y de todas
las especies vivientes. Constituye lo que en términos ocultos llamamos la
simiente viva de la evolución, siendo tal denominación muy exacta, habida
cuenta de que sin vida la evolución sería imposible. Las cualidades expresivas
de los Planos son asimismo una manifestación de PRANA solar; así, cuando
hablamos de PRANA, no lo hacemos única y exclusivamente en el sentido de
vitalidad, sino que le asignamos también un significado muy íntimo de cualidad,
reconociendo que la calidad del PRANA estará lógicamente en correspondencia
con el nivel en donde se manifieste, pudiendo hablarse en tal sentido de PRANA
monádico, átmico, búdico, mental, astral y etérico-físico, cualificado para introducirse
ocultamente dentro de todos los cuerpos y vitalizar y mantener coherentemente
todas las formas que en tales niveles tienen necesidad de un cauce de
expresión, ya que, como esotéricamente se sabe, todos los Planos del Universo,
no importa cuan elevados sean, son OBJETIVOS, perceptibles y densos para las
unidades de conciencia que en ellos viven, se mueven y tienen el ser. Esta
afirmación puede indicar que habrá Angeles dorados, o Señores de Vida,
cumpliendo su especial cometido en todas las regiones del Espacio, abarcando
todas las áreas de la Creación que en cada Plano de la Naturaleza manifiesta y
cualifica la ley de Jerarquía, siendo esta idea de jerarquía, ya sea dévica o
humana, la que nos explica razonablemente el proceso dinámico que en oleadas
sucesivas de Vida va llenando el Universo de cualidades cada vez más íntimas y
trascendentes del Logos solar.
Ahora bien, la manera como las Entidades Dévicas Solares
realizan su trabajo dependerá, sin duda, de las especiales características de
las zonas estelares en donde deben desarrollar sus actividades. Los tres tonos
de color dorado que cualifican a estos Devas: el dorado ígneo y refulgente,
imposible de ser percibido por los seres humanos, el color dorado amarillo y el
color dorado blanco proyectados sobre la Tierra procedentes del Sol, son
símbolos de Jerarquía y de poder angélico. Indican, por tanto, grados de acercamiento
de estos exaltados Devas al centro místico y espiritual de donde emanan todos
los rayos solares. Veamos estas distinciones dévicas y sus relaciones en la
expansión de la Vida del Logos, en el Universo y en el Planeta:
Estas relaciones, como Uds. podrán observar, tienen que ver
absolutamente con todo cuanto hemos venido diciendo durante el curso de este
Tratado. Así nos será fácilmente comprensible que cada una de estas tres
categorías de Devas dorados cumple una misión muy definida en la vida del
Universo. Tal como vimos anteriormente su misión esencial es irradiar,
extendiendo su campo de proyección sobre zonas definidas del Espacio y sobre
parcelas expresivas muy bien cualificadas del Universo físico, el Cuerpo del
Logos solar. Los Planos de la Naturaleza, por ejemplo, están particularmente
cualificados y vivificados desde el ángulo oculto por una u otra de estas
Jerarquías Dévicas Solares. Como un dato más a ser añadido al contexto de
nuestras investigaciones, podríamos citar estas zonas de influencia, con lo
cual nuestra idea acerca de peculiaridades expresivas de esas Entidades solares
o pránicas, verá notablemente enriquecida. Veamos:
ANGELES DORADOS |
|
PLANO |
|
|
|
|
|
|
|
Adico |
1º |
Devas
Dorados-Igneo |
............................. |
Monádico |
2º |
|
|
Átmico |
3º |
|
|
|
|
|
|
|
|
Devas
Dorado-Amarillo |
.............................. |
Búdico |
4º |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Mental |
5º |
Devas
Dorado-Blanco |
.............................. |
Astral |
6º |
|
|
Físico |
7º |
Esta clasificación nos ilustrará en el sentido de
reconocer que la actividad de los Devas Dorados se extiende, por analogía, a
los subplanos de cada uno de los Siete Planos del Universo numéricamente
relacionados. Por ejemplo, los Devas Dorado-Igneo influirán también muy
particularmente sobre los subplanos primero, segundo y tercero de todos los
Planos, por cuanto su campo expresivo se extiende a los Planos primero, segundo
y tercero, etc. Otra relevante actividad de los Devas Dorados en general será,
sin duda, la de ser los Agentes inductores del PRANA solar sobre el aura
planetaria, por lo que bien pueden ser denominados asimismo Impulsores del
PRANA planetario. Veamos más detalladamente esta actividad de los Devas
Dorados.
b.
Como Agentes Inductores o Transmisores del PRANA planetario
La irradiación del PRANA que surge del centro místico
del Sol abarca el entero sistema universal. Así, cada planeta absorbe el que le es necesario para
el correcto desarrollo de sus necesidades físicas y psíquicas y el sobrante de
estas energías constituye lo que podríamos definir como su campo magnético. Los Devas dorados
son los conductores de estas energías pránicas, cuya cualidad, intensidad y
características variarán notablemente al incidir en el aura etérica de cada uno
de los planetas del Universo, habida cuenta que dicha aura refleja junto con
el sobrante de energía pránica solar, ciertas cualidades intimas de los propios
Logos planetarios. Esto quiere significar, desde el ángulo oculto, que dentro
del aura etérica de cualquier planeta y en cada una de sus particulares
irradiaciones magnéticas, se expresarán simultáneamente devas dorados
conductores del PRANA solar y otro tipo de Devas que son conductores de la
propia energía planetaria. El grupo más importante de estos conductores de la
energía pránica del planeta lo constituyen los Devas color violeta, Señores del
Magnetismo Terrestre. Es por el convencimiento de esta verdad que en algunos
pasajes de este Tratado se les ha mencionado en el sentido de que siendo
impulsores de la salud de los cuerpos físicos dentro de la Naturaleza
planetaria, la invocación de su poder por parte de los seres humanos
facilitaría en gran manera la tarea científica de hallar adecuado remedio a todas las
enfermedades físicas de la Raza y despejada definitivamente la incógnita de la
Ciencia médica frente a las enfermedades consideradas todavía como incurables,
tales como el cáncer, la diabetes, el reumatismo, etc. Los Devas violeta
planetarios y los Devas dorados procedentes del Sol tienen en sus rayos un
poder que de acuerdo con las previsiones jerárquicas, debe vencer a la enfermedad y a la propia muerte. La evolución
de la Raza, el incremento del sentimiento de buena voluntad --un poder
espiritual cuyo dinamismo afecta a los éteres e invoca a los Angeles
superiores-- y el establecimiento de correctas relaciones humanas, cuya
expresión en los éteres es limpiar el
campo magnético de la Tierra y con él los ambientes sociales de la humanidad,
es una tarea kármica de gran envergadura que debería iniciarse cuanto más
pronto mejor, recordando aquí la aseveración de un gran Iniciado de la
Jerarquía: “Las épocas florecientes,
las civilizaciones de carácter superior y las culturas más amplias, dignas e
incluyentes no vienen únicamente a la Tierra en virtud de las posiciones
cíclicas de los astros, sino mayormente porque los seres humanos se esforzaron
sinceramente en conquistarlas”. Las palabras de este Adepto nos indican
claramente que la conocida frase esotérica proveniente de la más lejana
antigüedad los astros inclinan pero no obligan, se fundamenta en las
posibilidades creadoras innatas en el corazón del hombre, es decir, en lo que
podríamos calificar de determinismo espiritual, un poder captado de la propia
Divinidad y acatado por los Angeles, siendo por tanto la creación que nace de
esta determinación una actividad humano-dévica. Hay que tener en cuenta al
respecto que el Reino humano y el Reino dévico constituyen los principios masculino
y femenino de cualquier tipo de creación, aquí en la Tierra y en no importa qué
planeta de nuestro Sistema solar y son, por tanto, los cualificadores de todos
los poderes existentes, cuya base sea el Propósito divino encarnado por los
seres humanos. La expresión de este Propósito en la vida de la Naturaleza es la
capacidad de respuesta de los Devas. Tal como puede leerse en los antiquísimos
textos de El Libro de los Iniciados: “No puede existir Vida organizada ni Vida
consciente allí donde no hayan hombres ni Devas...” ¿Nos dice algo esta afirmación?
En estas palabras se halla precisamente la respuesta a la gran interrogante del
ser humano: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, en el sentido de
considerar que la humanidad, el Cuarto Reino de la Naturaleza, es el eje de la
evolución planetaria tal como ya apuntábamos en otras partes de este Tratado,
significando que el término HUMANIDAD, considerado desde el ángulo de la
Jerarquía, abarca la multiplicidad de humanidades que viven, se mueven y tienen
su razón de ser en no importa qué astro dentro del Cosmos absoluto. Siempre
desde al ángulo jerárquico, podría afirmarse que existen humanidades, es decir,
entes inteligentes constituyendo diversas jerarquías espirituales, en el centro
místico de la evolución de cualquier planeta dentro del Universo y aun mas allá
del Universo. Y, consecuentemente con esta verdad y para completarla, tenemos a
los Devas, a los alter egos -si podemos decirlo así- de los seres humanos,
cuyas cualidades de sensibilidad y especiales características son altamente
necesarias para poder ser efectuadas en el Eter del Espacio las necesarias
modificaciones que preceden al ACTO CREADOR. Deberemos insistir necesariamente
sobre este punto y afirmar constantemente que los hombres y los Devas son el
eje de la polaridad planetaria. La naturaleza de las Mónadas humanas, o Cuarta
Jerarquía Creadora, es masculina y la de las Mónadas dévicas, o Sexta Jerarquía
Creadora, es femenina. Ambas Jerarquías constituyen en su mancomunada actividad
y en la gloria de sus Reinos respectivos, la Voluntad y el Propósito
Inteligente de la Divinidad, manifestadas bajo las leyes de la Polaridad que
rigen el proceso infinito de la Creación. Esta polaridad, observada en su
mágico despliegue de oportunidades espirituales y habiendo llegado a su punto
más elevado de síntesis, contiene el secreto del ser ANDROGINO mitad hombre,
mitad deva que unificará el karma de los dos Reinos y llevará el planeta a un
grado muy exaltado de perfección.. .([7])
Bien, siguiendo con esta idea, vamos a considerar ahora
otro sujeto de profundo interés esotérico. Tiene que ver con lo que ocultamente
llamamos refracción de los rayos solares y que tanto limita la plena expansión
de los Devas dorados. Se trata, tal como Uds. habrán podido imaginar, con la
oblicuidad manifiesta de los ángulos de visión humanos con respecto a cualquier
campo de perspectiva. Sabemos ocultamente que la inclinación del eje de la
Tierra y su distanciamiento del punto vernal, regido astrológicamente por la
Constelación de Aries, se debe principalmente al escaso grado de fusión o de
integración alcanzado por la humanidad con respecto al mundo dévico. Lo lejos
que se hallan todavía entre sí estas poderosísimas corrientes de Vida determina
que en el devenir de los ciclos mayores del Sistema, los que definen a los
grandes YUGAS del Universo, el eje de la Tierra se halle en perpetua
declinación y oblicuamente dirigida su superficie al sentido de los rayos que
provienen del centro místico del Sol, dando lugar a aquello que en términos
esotéricos definimos como MAYA, ESPEJISMO e ILUSION, es decir, que el ángulo
de declinación del eje de la Tierra con respecto a la eclíptica produce, tal
como dijimos ya en otra parte de este Tratado, el karma de nuestro planeta. Según
se nos dice ocultamente esta inclinación irá siendo corregida en virtud de
sucesivas iniciaciones cósmicas de nuestro Logos planetario, el Cual cifra Sus
esperanzas -si podemos utilizar una locución tan aparentemente contradictoria-
en la reconciliación del Reino humano con la Sexta Jerarquía creadora de los
Angeles, ya que tal reconciliación o fusión determinará una afluencia tal de
energía cósmica sobre el planeta, que producirá la liberación de una
considerable porción de karma, con las naturales consecuencias de que el
planeta pierda peso y de que acelere su movimiento de rotación, por lo cual
será mucho más regular y uniforme el movimiento de traslación por el espacio
sideral y determinando, finalmente, que el eje planetario adopte progresivamente
una posición perpendicular con respecto al plano de la eclíptica, con la
desaparición paulatina del movimiento de retrogradación o de precesión de los
Equinoccios. Bien, estos datos aun cuando parecen ir muy particularmente
dirigidos a los amantes de la Ciencia astrológica, están muy íntimamente
relacionados con nuestro estudio sobre los Devas y constituyen, por tanto,
aclaraciones acerca del mismo para todos los sinceros investigadores esotéricos
y aspirantes espirituales deseosos de conocimiento superior.
c.
Como dinámicos impulsores de los Ritmos de Respiración de los Seres humanos
El dinamismo vital con el que impregnan los Devas
dorados los éteres de nuestro mundo constituye lo que técnicamente definimos
como atmósfera planetaria, a la cual dotan de los elementos activos que
permiten la respiración de los seres humanos, de todas las especies animales y
de todo el conjunto planetario. La respiración es un misterio iniciático al que
oportunamente accederán todos los seres humanos. Contiene el secreto de los
movimientos de Sístoles y Diástoles del Corazón solar y con el tiempo será
demostrado que la respiración, correctamente practicada, puede prolongar la
vida del hombre sobre la Tierra durante largos ciclos de tiempo.
Existen, naturalmente, unas razones muy esotéricas que
avalan la precedente afirmación, entre ellas la de que los pequeños devas
dorados que dinamizan la atmósfera planetaria pueden penetrar en los pulmones
de los seres humanos y permanecer allí largo tiempo como elementos de vida y no
surgir rápidamente al exterior, tal como ocurre habitualmente, sin darle tiempo
al PRANA vital de los Devas dorados para que ejerzan sobre el organismo su
benéfica acción. Interesa, por tanto, que el hombre aprenda a respirar
correctamente, aunque las técnicas que preceden a tales entrenamientos
respiratorios son de orden espiritual y sólo las facilitan las escuelas
esotéricas, vinculadas de una u otra manera, con la gran Logia Blanca del
planeta o Jerarquía planetaria. Según hemos podido constatar ocultamente, la
respiración correcta es suave, profunda y rítmica, y según sea la evolución
espiritual de los seres humanos, los Devas dorados, o devas pránicos, invocados
por la Ciencia de la Respiración, técnicamente descrita como PRANAYAMA,
cumplirán adecuadamente su cometido de dotar a los organismos humanos de la
suficiente dosis de vitalidad y dinamismo que les permita curar las
enfermedades y vencer a la muerte.
Al hablar de RITMOS, debemos hacer referencia a los tres
más importantes que cualifican las respiraciones humanas y a los Devas que
intervienen en el desarrollo de los mismos:
a.
Ritmo lunar
............................................... Devas grises
b.
Ritmo planetario ....................................... Devas violeta
c.
Ritmo solar ................................................ Devas dorados
El Ritmo
respiratorio lunar está relacionado
con los movimientos cíclicos de nuestro satélite y expresados, desde nuestro
ángulo perceptivo, por las cuatro fases de la luna nueva, cuarto creciente, luna
llena y cuarto menguante. Estas fases lunares imprimen un ritmo respiratorio
definido en la vida de la Naturaleza, el cual es el adoptado corrientemente por
la mayoría de los seres humanos. Este Ritmo se caracteriza por respiraciones
cortas y sin pausas entre la actividad de inhalación y la de exhalación.
El Ritmo
respiratorio planetario tiene también
cuatro fases: noche, día, aurora y crepúsculo, pero su exteriorización o
actividad en el hombre le induce a efectuar ciertas fases o intervalos entre el
proceso de inhalación y el de exhalación, las mismas que van de la noche al día
cualificando las auroras o las que van del día a la noche y dan lugar a los
crepúsculos. En la expresión de este Ritmo respiratorio de introducción de
PRANA en los pulmones, intervienen muy activamente los devas color violeta,
llamados también devas de la salud, por cuanto contribuyen muy poderosamente a
energetizar el aura humana y dotar al hombre de un dinámico y refulgente campo
magnético. Le permiten asimismo establecer contacto con cierta categoría de
Devas dorados, los cuales suelen infiltrarse en el organismo físico durante las
pausas o intervalos de la respiración y preparan dentro del cuerpo, sin que el
hombre se dé cuenta, el conjunto celular para posteriores recepciones de vida
dévica superior.
El Ritmo
respiratorio solar tiene que ver con
las cuatro etapas definidas como las estaciones del año, es decir, la
primavera, el verano, el otoño y el invierno. Las personas sujetas a este Ritmo
son de naturaleza profundamente espiritual y tanto sus inhalaciones como sus
exhalaciones son profundas y extensas con pausas entre ellas asimismo largas y
prolongadas. Los Devas dorados que intervienen en el proceso, no sólo son los
más evolucionados procedentes del Sol que se introducen en el aura etérica de
la Tierra, sino que son también los que purifican el aura etérica y campo
magnético de los seres humanos a quienes la Jerarquía espiritual del planeta, a
través de sus correspondientes ASHRAMAS, está preparando para la Iniciación.
Al llegar a este punto, y continuando con la progresión
de las etapas místicas que preparan a los seres humanos para estas elevadas
zonas de integración espiritual, habrá que hacer referencia, siquiera
brevemente, a un Ritmo respiratorio que podríamos calificar de Ritmo Zodiacal,
ya que está vinculado con las doce Constelaciones que rigen nuestro Cielo
sideral y con la actividad de los Devas de tremenda evolución cósmica que sólo
cuidan de los Ritmos espirituales de los Seres más avanzados del planeta. Según
se nos dice ocultamente, algunas de sus Jerarquías intervienen en la confección
de los vehículos superiores de los Adeptos y de otros Seres espirituales
todavía más elevados en evolución y jerarquía. Establecer contacto con tales
esplendentes Devas exige una integración espiritual de índole solar y haber
accedido durante el devenir de la existencia física al estado supremo de
SAMADHI, cuyo ritmo, desde el ángulo respiratorio es tan extraordinariamente
prolongado que prácticamente ha desaparecido la necesidad de respirar, es
decir, de inhalar PRANA. El ser excepcional que ha Iogrado elevarse a ese
estado tiene poder sobre los Devas dorados del Sol y, a igual que Cristo, puede
curar las enfermedades físicas y psíquicas sólo por la irradiación de su campo
magnético, sin necesidad de recurrir a la imposición de manos.
Se nos dice también esotéricamente que por medio del
establecimiento consciente de ciertos Ritmos respiratorios, el ser humano
suficientemente integrado en el orden espiritual puede vencer las leyes de
gravitación, remontarse a voluntad por el espacio, viajar por los éteres,
liberarse de las necesidades humanas de comer y de beber -sin que la salud de
su cuerpo se resienta- y establecer contacto con los Devas superiores. Pero,
tal como hemos dicho anteriormente, los Ritmos superiores que han de liberar al
hombre de sus necesidades kármicas, deben ser aprendidos en las duras pruebas
de la vida, en el sacrificio del yo y en el servicio a los demás, sin olvidar
nunca que en el devenir de este proceso de integración los Devas estarán
siempre a su lado beneficiándole del extraordinario poder de síntesis que se
desprende de sus auras radiantes.
d.
Como creadores de los fenómenos de irradiación magnética en la vida de los
Reinos
El fenómeno de irradiación tiene que ver con el aura de
salud de los Reinos de la Naturaleza y con la expansión natural del sobrante de
energía pránica en forma de campo magnético. De ahí que las personas de salud
delicada carecen casi por completo de campo magnético, debido a que el PRANA
emanante de los Devas solares debe circunscribirse únicamente a las necesidades
físicas de supervivencia, no poseyendo así capacidad alguna de irradiación de
la energía. Cuando el caso es extremo, es decir, cuando no sólo no existe
sobrante sino que incluso falta energía aún para las necesidades físicas de
base, cuales son la respiración, la circulación de la sangre, la asimilación de
los alimentos, etc., entonces las células del cuerpo ávidas de energía para
satisfacer las demás necesidades del organismo, se hacen parasitarias o
vampíricas. El vampirismo en tal caso indica únicamente la apropiación
inconsciente de prana vital perteneciente a otros organismos, por parte de las
personas con un evidente déficit de energía pránica. Indica, por tanto, que
existen alguna lesiones íntimas de carácter etérico que impiden la entrada de
la energía dévica solar a través de los cuerpos etéricos o que las
correspondientes glándulas endocrinas y plexos nerviosos se hallan obstruidos o
deteriorados y no pueden transmitir a los órganos del cuerpo físico el PRANA
necesario para su natural supervivencia. En ambos casos, la incapacidad de que
penetre el PRANA en el organismo y que por efecto de ello los Devas dorados no
puedan cumplir su natural cometido, hace que aquellos cuerpos se hagan
vampíricos o que perdido el estimulo de vida sobrevenga el fenómeno de la
muerte... En el caso contrario, es decir, en el de los individuos de salud
desbordante, cuyo cuerpo etérico está perfectamente organizado y lleno de dinamismo vital, la irradiación del
sobrante de energía origina un extenso y radiente campo magnético, colaborando
inconscientemente en la labor de los Devas dorados en la actividad de infundir
PRANA vital en los ambientes planetarios.
Sin embargo, y siguiendo una tónica general impuesta por
la propia Ley de evolución, la irradiación de energía pránica a través del
campo magnético de los seres humanos afecta poderosamente a un tipo de Devas de
color violáceo misteriosamente vinculados con la evolución del Reino animal,
singularmente con las especies muy desarrolladas dentro del mismo, tales como
nuestros animales domésticos, los cuales se benefician del contacto humano y
-tal como ocultamente sabemos- se están preparando para la Individualización.
Los Devas violáceos constituyen el enlace magnético de ambos Reinos y
observados clarividentemente se les ve agrupados por jerarquías, cuyo color se
extiende desde el matiz violáceo hasta el gris obscuro y les define como
pertenecientes a Almas grupo más o menos evolucionadas dentro del Reino animal.
En todo caso, puede ser comprendida la relación que existe por doquier en la
vida de la Naturaleza, atravesando los Reinos, las Razas y las especies,
gracias a la participación del mundo dévico, cuyas jerarquías se extienden
desde el Centro místico del Sol hasta el más humilde de los átomos
ultérrimos... Será fácilmente asimilable entonces la idea de que el Reino
animal cumple, a su vez, una misión muy similar a la de los seres humanos con
respecto a la evolución del Reino vegetal a través de las huestes algo menos
evolucionadas de los devas violáceos, pero no por esto menos útiles dentro del
Plan general de la evolución. Igual actividad será desarrollada
inconscientemente por el Reino vegetal en relación con el Reino mineral, ya que
las vidas dévicas -prescindiendo de sus particulares evoluciones- se hallan por
doquier transmitiendo ENERGIA y manteniendo unida la cadena magnética que une
el conjunto universal con la Vida infinita del Creador.
Capítulo VI
Habiendo estudiado, siquiera parcialmente, la actividad
que desarrollan los Devas en la vida de la Naturaleza, desde la que tiene que
ver con la elaboración de los elementos químicos, unidades básicas de la
materia, hasta la construcción de los más excelsos Universos por parte de los
indescriptibles Angeles Cósmicos, la idea a considerar ahora debería ser
indudablemente la de la relación que existe entre las evoluciones dévicas del
planeta y las vidas integrantes de aquella Gran Corporación de Almas Iluminadas
que en nuestros estudios esotéricos denominamos Jerarquía Espiritual planetaria
o Gran Fraternidad Blanca. Pues, es evidente que la actividad de los Devas en
sus distintas huestes y jerarquías, deben guardar una muy estrecha relación con
la Obra que lleva a cabo esta Gran Fraternidad -inspirada por el Señor del
Mundo- dentro del círculo-no-se-pasa del planeta. Así es en efecto y el
carácter de esta relación o vinculación es tan importante que abarca todas y
cada una de las parcelas de vida planetaria ocupadas por los Reinos de la
Naturaleza y por cada una de las especies vivientes. La Ley esotérica podría
ser definida así: Donde hay Vida hay necesariamente una Conciencia que la
cualifique y donde hay Conciencia ha de haber forzosamente una Forma apropiada
que la manifieste. En esta frase se halla enteramente implícito el misterio de
la Creación, tantas veces mencionado durante el curso de nuestro estudio, ya
que siguiendo el rigor esotérico de la analogía sabemos que Vida, Conciencia y
Forma constituyen en su mutua interdependencia el soporte vivo de la evolución
universal abarcando el confín de todo lo existente. Deberemos suponer, por
tanto, que en la vida del planeta hay jerarquías dévicas de todos los órdenes
imaginables trabajando en todos los sectores evolutivos, ya sea en relación con
SHAMBALLA -Sede del Señor del Mundo- con el aspecto mediador dentro del
desarrollo evolutivo planetario, cuyo Centro Ilamamos Gran Fraternidad Blanca,
o con el aspecto representativo de la Forma con Centro místico en la vida de la
Humanidad ([8]).
Profundizando algo más en la idea, podríamos establecer la siguiente analogía
incluyendo en ella a las unidades de Vida dévica que presumiblemente, ejercen
sus actividades de acuerdo con la evolución alcanzada por cada uno de los tres
Centros planetarios:
Bien, estas relaciones merecen un comentario algo más
extenso, habida cuenta que las actividades desarrolladas por cada uno los tres
Centros planetarios están muy íntimamente vinculados entre sí y constituyen en
realidad un solo Centro de expansión universal. Podríamos decir así que la
Jerarquía Espiritual o Gran Fraternidad, tiene a su cargo el desarrollo del
aspecto alma o conciencia en todos los Reinos de la Naturaleza y que Devas de
todas las jerarquías imaginables cooperan en este trabajo de infundir
Conciencia en la Vida de la Forma. Otra de las consideraciones a tener en
cuenta es que la Vida de SHAMBALLA lo llena todo y que, por tanto, la actividad
de la Jerarquía espiritual es cualificar esta Vida omniabarcante de SHAMBALLA
de acuerdo con las necesidades de la evolución del planeta, planeando el futuro
de acuerdo con las exigencias del presente y avizorando las etapas que
corresponde actualizar de acuerdo con la ley cósmica de los ciclos, las
corrientes de energías astrológicas y la evolución alcanzada por cada Reino,
Raza o Especie. He ahí otra trinidad que conviene tener en cuenta de acuerdo
con el principio de analogía, debido a que de manera muy sutil los Reinos de la
Naturaleza en su totalidad dependen directamente de SHAMBALLA, que las Razas
humanas están conectadas con la obra de la Jerarquía y que todas las especies
vivientes en los Reinos sub-humanos están misteriosamente enlazados con la
vida evolutiva de la Humanidad. Esta, según se desprende de una profunda y
sostenida investigación de sus móviles más ocultos y trascendentes, es el
centro de la evolución planetaria. Esta es una razón muy obvia si tenemos en
cuenta que la humanidad es el Cuarto Reino de la Naturaleza y que ocupa el
cuarto lugar en la evolución de un Sistema Septenario como el de nuestro
Universo. Veamos estas relaciones:
a. |
El Sistema Solar de Cuarto Orden |
(El Nuestro) |
|
|
|
b. |
El Cuarto Esquema |
(El Esquema Terrestre) |
|
|
|
c. |
La Cuarta Cadena |
(de nuestro Esquema Terrestre) |
|
|
|
d. |
La Cuarta Ronda |
(La Ronda que corresponde a la
Encarnación física de nuestro Logos planetario) |
|
|
|
e. |
El Cuarto planeta de la Cuarta Ronda |
(nuestro Planeta Tierra) |
|
|
|
f. |
El Cuarto Reino |
(el Reino humano) |
|
|
|
g. |
El Cuarto Rayo, de Armonía a través del
Conflicto |
( que cualifica la evolución de nuestra
humanidad) |
|
|
|
h. |
El Cuaternario Humano |
(Cuerpo físico, doble etérico, cuerpo
astral y mental inferior |
|
|
|
i. |
El Cuarto Chacra (ANAHATA) |
(El Corazón, centro de la vida material
y espiritual) |
|
|
|
j. |
La Cuarta Glándula Endocrina (Timo) |
(Cuya segregación hormonal en la vida
del cuerpo constituye todavía un secreto esotérico) |
En último lugar, y sintetizando todos los posibles
cuaternarios en la vida de la Naturaleza, tenemos a los Cuatro Señores del
Karma, representantes en nuestro planeta de los Cuatro grandes Maharajáes que
rigen el destino de nuestro Sistema solar. La comprensión de estas relaciones
es altamente necesaria para alcanzar un punto óptimo de clarificación de las
actividades desarrolladas por las Entidades angélicas del Universo y, muy
especialmente, por las de nuestro planeta, en relación con la obra jerárquica.
A este respecto debemos tener presente que SHAMBALLA se expresa por medio de la
Jerarquía y que la Jerarquía lo hace muy definidamente a través de la
humanidad. El sistema evolutivo de la Tierra funciona virtualmente como un todo
y el proceso, tal como se expresa en la vida del Universo, va de lo menor a lo
mayor y de lo inferior a lo superior. En el caso que nos ocupa, vemos que las
unidades de vida humana se especializan para ingresar en las filas de la
Jerarquía y que los Miembros de esta Jerarquía se están preparando para
penetrar en el Centro, extraordinariamente místico, de SHAMBALLA, conteniendo
estas últimas palabras el secreto de la íntima vinculación de los grandes
Adeptos con los excelsos Devas a quienes en páginas anteriores hemos definido
como los Agentes de SHAMBALLA. Con este término podrían ser definidas también
las innumerables huestes dévicas y jerarquías evolutivas humanas capaces de
resistir, tal como esotéricamente se dice, la Presencia radiante del Señor del
Mundo, SANAT KUMARA.
Con este término se intenta representar a una nueva
Jerarquía espiritual, cuyas cualidades están mucho más allá y por encima de la
comprensión de los hombres más inteligentes de la humanidad y del término
corrientemente asignado a los Miembros de la Gran Fraternidad Blanca. Estos
Agentes, ya sean de estirpe dévica o de naturaleza humana, están capacitados
para manejar el Fuego Eléctrico de la Divinidad, el cual es esencialmente VIDA
o ESPIRITU. Trabajan en íntimo contacto con el Señor del Mundo y con los
Angeles directores de la evolución de los Reinos. Su misión es mantener en
ininterrumpida circulación la corriente de Vida que emana del gran Corazón
Solar espiritual y penetra en cada uno de los Planos del Universo por medio de
los Siete Grandes Arcángeles, distribuyéndola luego para la absorción y
manipulación de los Angeles regentes de los Reinos. Un tipo especial de
AGNISHVATTAS distribuyen a su vez este Fuego en dirección al Reino humano
desarrollando la mente de los hombres y otros devas menores, aunque mucho más
evolucionados que los individuos corrientes de la Raza humana, dinamizan la
corriente de vida que incide en las especies de cada uno de los tres primeros
Reinos, utilizando lo que en términos esotéricos definimos como esencia
elemental y abarca la enorme vastedad de unidades de vida de los Reinos
mineral, vegetal y animal. La labor de los grandes Devas cualificados como
Agentes de SHAMBALLA consiste en introducir el propósito de la Vida solar en
cada una de las unidades de vida de nuestro esquema terrestre. Constituyen
considerables legiones de Angeles de distintos grados de evolución, pero
marcados todos ellos por la impronta espiritual del Señor del Mundo y llenos
del Designio ígneo del Logos Solar de introducir Su Vida en cada uno de los
seres que viven, se mueven y tienen el ser en los dilatados confines de Su omniabarcante
Esquema evolutivo. El resultado de sus actividades es la continuidad de la
corriente de Vida circulando por todo el Universo y, particularizándola, por
nuestro esquema planetario. Tal como dijimos anteriormente, el Centro
cualificador de la Vida solar espiritual de nuestro planeta es el Logos regente
del mismo, encarnado en Aquel esplendente e indescriptible Ser que en los
estudios esotéricos es definido como SANAT KUMARA, o Señor del Mundo. Este
glorioso Ser es el Gobernante absoluto del planeta Tierra. De EL dependen todos
los Centros planetarios y todas las jerarquías, angélicas y humanas, que
realizan su evolución dentro del formidable esquema terrestre. Sus decisiones
obedecen al Mandato Solar y sólo al Logos de nuestro Universo ha de rendir cuentas
-si así podemos decirlo- de Sus decisiones y gobierno de nuestro mundo. Las
jerarquías angélicas y humanas que en su totalidad hemos descrito como los
Agentes de SHAMBALLA cumplen sus obligaciones según la calidad de su rango o
estirpe. Forman parte de la sociedad ultrasecreta que ocultamente llamamos el
Concilio de SHAMBALLA, en donde el Señor del Mundo y Sus Agentes y
Colaboradores terrestres y extraterrestres se reúnen para examinar
conjuntamente los Planes de la Evolución y las necesidades de fuerza solar para
cada ciclo evolutivo afectando a Reinos, razas y especies. Tales necesidades,
vistas con la percepción ultradimensional de SANAT KUMARA y de los Agentes
místicos de SHAMBALLA, toman la forma de un Plan organizado, marcando ciertos
jalones u objetivos determinados de acuerdo con el ciclo evolutivo particular
del planeta Tierra y las necesidades de integración con las grandes Decisiones
solares.
La Jerarquía espiritual del planeta está formada
asimismo por unidades de vida angélica y humana a las cuales se las denomina
ocultamente los Grandes Mediadores, ya que su particular misión si bien difiere
en el desarrollo de las distintas actividades asignadas a hombres y a Devas,
coinciden en el santo propósito de que cada unidad de vida en el seno de la
Naturaleza tome conciencia de su estado y condición y aprenda a alinearse
conscientemente con el grupo mayor del cual forman parte. Lógicamente, el grupo
mayor y más incluyente para la humanidad será la Jerarquía espiritual o Gran
Fraternidad Blanca y el que corresponde a los tres primeros Reinos de la
Naturaleza, el mineral, el vegetal y el animal será la humanidad. Existe, en
todo caso, una función mediadora constante en la evolución del Universo, del
planeta o del hombre. Ya en otras partes de este Tratado hicimos referencia a
un ANTAKARANA, o puente de arco iris, por el cual las unidades de vida de una
especie se transportaban a otra superior, de la misma manera que el ser humano
creaba conscientemente el Antakarana o puente de luz que enlazaba su yo
inferior con el Angel solar en el plano causal. Este puente de luz tiene
carácter universal y constituye el enlace de todas las unidades de vida de!
Sistema solar con el Propósito de Realización del Logos. Lo único que habrá que
añadir aquí para que la idea aparezca con mayor claridad, es que los Angeles
superiores de la Jerarquía, los cualificados Adeptos de la misma, trabajan
armoniosamente al unísono para construir este Puente de Unión, que podríamos
definir como del Propósito o Intención de Dios, el Logos, con respecto a la
vida de la Naturaleza que es su campo de expresión. Así, cada Angel y cada
Adepto, utilizando el concurso de miríadas de unidades dévicas de orden
subalterno, infunden la luz del propósito iluminado en las almas de los seres
humanos y de los Reinos inferiores del planeta y dinamizan o exaltan en la
intimidad de sus vidas el anhelo permanente de perfección. Una infinita cadena
de Luz partiendo del Reino mineral y llegando al ser humano puede ser percibido
así por el investigador esotérico, atravesando la vida de los Reinos vegetal y
animal. Otra cadena de Luz, todavía mayor y más brillante, se eleva del Reino
humano en dirección a la Jerarquía la Cual ha sido descrita con mucha justicia
el Quinto Reino de la Naturaleza, el Reino de los Cielos. Esta cadena de luz,
encarnando el propósito de liberación de Dios y el deseo de perfección humana,
llega a su más exaltado grado de sutilización, cualidad, resplandor y belleza
en las fases de evolución técnicamente definidas como Sendero del Discipulado
consciente y Sendero de la Iniciación, ya que en el devenir de los mismos las
almas humanas penetran conscientemente en los Planes de la Jerarquía y empiezan
a ser participes del Propósito de Dios.
El ANTAKARANA, o Puente de Unión, indica siempre
relación y participación, unidad de vida y de conciencia y una eterna vinculación
de Dios con la inmensa estructura de Su Obra, el Universo. Los Angeles que
colaboran en esta labor jerárquica de creación del Puente y de aceleración del
Ritmo de la conciencia, suelen pertenecer a las especies superiores de las
Entidades Angélicas definidas como AGNISURYAS, aunque hay también muchos Devas
de la categoría de los AGNISHVATTAS y una considerable hueste de Devas que
intervienen conscientemente en la evolución del aspecto conciencia en la vida
de todos los Reinos, comandando innumerables legiones de devas menores y
elementales de la Naturaleza, excelentemente cualificados para el arte de la
construcción de formas en todos los niveles. Otro grupo muy especializado de
Angeles superiores de la Jerarquía, trabajan bajo la directa supervisión de
los Señores del Karma para llevar a cabo el Propósito de Liberación del Logos
en cada uno de los Reinos de la Naturaleza. La actividad particular de cada uno
de los Señores del Karma podrán estudiarla Uds. más adelante, en otros
capítulos de este libro. Interesa, sin embargo, que tengamos muy presente la
vinculación humano-dévica en relación con los Señores del Karma y la
misteriosa relación de los mismos con el Cuaternario individual, constituido
por el cuerpo físico denso, el vehículo etérico, la naturaleza astral o
psíquica y la mente organizada, con el Cuarto Reino en su totalidad, con el
cuarto planeta de un Sistema de siete mundos, que es nuestra Tierra, con la
evolución del chacra MULADHARA, cuyos cuatro pétalos son una proyección del
karma humano y con el Cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto que
cualifica la actividad del hombre aquí en este planeta. Los Señores del Karma
son cuatro poderosos Angeles de naturaleza cósmica y Su intervención en la vida
del Universo, del planeta, del hombre y de todos los seres creados, es otra
demostración de la gran fraternidad humano-dévica a la cual hemos debido hacer
mención en muchas páginas de este Tratado. Como más adelante veremos, tales son
los Señores del Karma:
a.
El Angel de la
Muerte.
b.
El Angel de la
Justicia.
c.
El Angel de los
Registros Akásicos.
d.
El Angel de la
Liberación.
Son lógicamente también Agentes de SHAMBALLA, pero Su
obra, a igual que la del Señor del Mundo, tiene un Designio Solar y abarca la
grandiosidad infinita del contenido universal, con sus planos, reinos,
humanidades y especies vivientes...
Cada uno de los Señores del Karma tiene
bajo Sus órdenes innumerables huestes de Devas de todos los grados de
evolución, realizando sus actividades de acuerdo a ciertos propósitos
definidos y a la presión de determinados Rayos de poder, los cuales, a su vez,
atraen hacia los Señores del Karma potentísimas e inexplicables corrientes
astrológicas procedentes del espacio cósmico. Sin embargo, los Impulsores del
Plan dentro del planeta Tierra, Adeptos y Angeles, constituyen la gran
Corporación de las Almas Iluminadas que dirigen todas las energías universales,
la de los Señores del Karma incluidas, hacia el desarrollo del Alma o de la
Conciencia en la integridad absoluta de los Reinos de la Naturaleza, de las
Razas humanas y de todas las especies que tienen su vida y su razón de ser en
cada uno de los Reinos.
Tal como hemos venido diciendo en páginas anteriores, el
Reino humano, el Cuarto dentro de la evolución espiritual de la Tierra, es el
Centro de la vida planetaria, debido precisamente al número CUATRO que le
distingue, personifica y cualifica en orden a la evolución de la Naturaleza
entera. Tal como decía un Maestro de la Jerarquía en el pasado siglo a un grupo
de discípulos: “La Cadena infinita de la Luz y de los Conocedores pasa por el
Reino humano, como la circulación de la sangre pasa por el corazón “. La
descripción no puede ser más afirmativa ni más categórica. La función del
CUARTO Reino, el reino humano, es tremendamente importante debido a la posición
que ocupa dentro de un esquema septenario de evolución universal y cabe
preguntarse, después de analizar críticamente la obra del hombre aquí en la
Tierra, si el ser humano ha respondido plenamente a las exigencias kármicas de
su especial cometido como eje de evolución de los Reinos y, en caso contrario,
determinar cuales han sido las causas de su aparente fracaso. Bien, no hay que
argumentar demasiado sobre tales extremos, teniendo en cuenta el grado de
evolución de los seres humanos en la presente Cuarta Ronda y sus dificultades
por mantenerse dignamente en el centro de la evolución planetaria, siguiendo el
imperativo del CUARTO Rayo que cualifica al CUARTO Reino y debe llevarle a la
Luz de la Revelación y de la integración espiritual por medio de las crisis y
las tensiones psicológicas que surgen inevitablemente del conflicto de la
separatividad, del egoísmo del yo y del apego a las cosas materiales.
El Reino humano, la humanidad en su conjunto, está
evolucionando por fases, por grados o niveles de integración espiritual y la
esperanza de la evolución y del cumplimiento planetario se halla depositada
actualmente en los discípulos mundiales, los cuales constituyen CUATRO grandes
grupos, conectado cada uno con una jerarquía específica de Devas AGNISHVATTAS.
Veamos:
a.
Discípulos en observación o probación.
b.
Discípulos aceptados
(por haber pasado con éxito las pruebas exigidas).
c.
Discípulos en el Corazón del Maestro (a los que se prepara para Iniciación).
d.
Discípulos Iniciados
(que van de la primera a la tercera Iniciación).
Cada
uno de estos CUATRO grupos, se dé o no se dé cuenta de ello, se halla
espiritualmente vinculado con la evolución de los CUATRO primeros Reinos de la
Naturaleza:
a.
Los Discípulos Iniciados
se hallan especialmente vinculados con la evolución de los seres humanos de
cierto grado de integración espiritual.
b.
Los Discípulos en el Corazón del Maestro colaboran en la obra de introducir la luz de la
conciencia en los seres humanos de escasa evolución espiritual y en las
unidades superiores de vida animal, o especies más evolucionadas de este Reino.
c. Los Discípulos Aceptados realizan una idéntica actividad sobre
las unidades de vida del Reino animal menos evolucionadas.
d.
Los Discípulos en Probación perfeccionan, a través de las disciplinas físicas de
sus vidas, las actividades de los Reinos vegetal y mineral.
La obra de los Señores del Karma en la vida de la
Naturaleza halla a través de estos cuatro grupos y la correspondiente hueste de
Devas afines, unos puntos de contacto para poder influir en la vida de los
Reinos. No es necesario advertir que cada uno de los grupos de Discípulos es un
centro de inspiración para todos los seres humanos los cuales, en determinadas
fases o períodos de sus vidas, deberán convertirse a su vez en discípulos en
una u otra de las clasificaciones antes descritas.
Ahora bien, el propósito del Señor del Mundo a través de
la Jerarquía incide en la vida de la humanidad, produciendo un despertar
gradual de la conciencia humana. Esta conciencia, como Uds. saben, repite en su
vida evolutiva los tres aspectos universales de Vida, Cualidad y Apariencia a
través de su mente organizada, su naturaleza astral y su cuerpo físico. Así la
mente humana deberá ser consciente un día del Centro místico de SHAMBALLA; la
naturaleza astral se convertirá a su vez en el Amor de la JERARQUIA y el
aspecto objetivo o corporal tendrá que reflejar también en tiempo y espacio la
obra de la Divinidad reflejando perfectamente el Arquetipo de Belleza de la
Creación. Es obvio comentar que en el desarrollo de esta triple actividad de la
conciencia intervendrán tres tipos específicos de Devas: AGNISCHAITAS (plano
físico), AGNISURYAS (plano astral) y AGNISHVATTAS (plano mental). La analogía,
convenientemente interpretada nos llevará siempre a inevitables puntos de
coincidencia.
Cada uno de los tres sectores de vida organizada del
planeta en orden a la evolución de la humanidad, técnicamente definidos como
vida material, cualidad emocional y mente organizada, persigue un Arquetipo de
perfección. Tales son estos Arquetipos:
a.
Vida Material.
Deberá encarnar el Arquetipo de Belleza física y el equilibrio perfecto de las
funciones orgánicas.
b.
Cualidad Emocional.
Deberá reflejar oportunamente el Arquetipo de Bondad, que es una expresión
natural del Amor e indica desarrollo de la sensibilidad humana.
c.
Mente Organizada.
Capaz de captar el Arquetipo de Verdad que se halla presente en el devenir de
cada cosa creada y se manifiesta como Luz e Inspiración.
La resolución humana de estos tres Arquetipos esenciales
que llevan a la perfección, constituyen la obra particular de tres excelsas
Entidades planetarias definidas esotéricamente: el MANU, el BODHISATTVA y el
MAHACHOHAN, cuyo trabajo en orden a la evolución planetaria se centraliza en
tres esferas muy definidas de contacto:
a.
El Departamento del MANU
Esta excelsa Entidad planetaria tiene a su cargo la
evolución y desarrollo de las Razas humanas conforme van apareciendo en la vida
del planeta. Puede decirse así que cada Raza, con sus correspondientes siete
subrazas, están a cargo de un MANU. Tiene bajo sus órdenes un considerable
número de Devas AGNISCHAITAS, con la misión de preparar y construir en materia
etérica el cuerpo físico de cada nueva subraza a la búsqueda del tipo racial
que mejor corresponda a las intenciones y proyectos del Manú. Una vez que ESTE
ha dado el visto bueno -si podemos decirlo así- a algún Arquetipo racial o
subracial, se le materializa bajo forma física densa utilizando los
correspondientes factores mendelianos más afines, es decir, a través de cuerpos
físicos que de una u otra manera alcanzaron cierta perfección en belleza y
atributos semejantes a aquellos mediante los cuales el MANU de una Raza trata
de expresar una nueva forma física humana y un más noble carácter racial.
La actividad de los Devas raciales es semejante, aunque
en una escala superior a la de los elementales que edad tras edad y ciclo tras
ciclo construyen los cuerpos físicos de los seres humanos, sin embargo, su
trabajo es eminentemente selectivo y deben construir nuevos compuestos
moleculares más sutiles, a medida que avanza la evolución espiritual y el alma
humana exige cuerpos físicos cada vez más refinados, complejos y mejor
organizados. Desde el ángulo esotérico, los Devas raciales son mucho más evolucionados
que los Devas constructores de los vehículos físicos de los seres humanos ya
que, en orden al proceso general de la evolución humana, tienen asignada la
tarea de construir los Arquetipos que constituyen la Meta de perfección para
cada Raza y para cada subraza.
Estos Devas, AGNISCHAITAS, trabajan bajo las órdenes
inmediatas del MANU de la Raza, siendo siete las Razas humanas que han de
aparecer durante el proceso de evolución de un planeta y varios los MANUS, o
Señores raciales que, en la vida de la humanidad deberán dar cumplimiento al
Plan general del Creador. Es obvio, también, que el destino de una Raza y la
programación de sus naturales atributos, es una obra genuinamente espiritual
cuyos planes y propósitos están en la mente de los MANUS, siendo virtualmente
Su cometido idear el Arquetipo final de una Raza y preparar a tal fin siete
Arquetipos menores, los cuales vendrán a ser como peldaños de la Gran Escalera
que conduce al esplendor definitivo de aquella Raza, con la expresión física
que representa el Arquetipo racial plenamente constituido y desarrollado.
Es lógico pensar también, después de las afirmaciones
anteriores, que habrá un grupo específico de Devas de alta evolución espiritual
trabajando directamente bajo la dirección del MANU, cuyo trabajo consiste en
preparar en materia etérica los diseños del Arquetipo racial tal como los
planea el Señor de la Raza y siete los grupos de Devas constructores, asimismo
muy evolucionados, que construyen en materia más densa, sólida o substancial los
diseños o bocetos que someten a su consideración los Devas que trabajan con los
Arquetipos ideados por el MANU de la Raza. Hay que reconocer asimismo que la
obra de los Devas raciales en sus múltiples divisiones, se verá recompensada
en cada nueva edad y en cada nuevo ciclo de vida por la experiencia vital del
MANU y de los Devas de las Razas precedentes, cuya memoria permanente
registrada en los éteres akásicos permite corregir fallos, construir nuevos
compuestos moleculares e imprimir más sensibilidad a las células corporales de
los vehículos físicos anteriores, preparando así el luminoso camino del
Arquetipo racial de la séptima subraza de la Séptima Raza que aparecerá sobre
la Tierra representando en cuerpo físico y bajo apariencia objetiva la gracia,
belleza y armonía de una suprema Decisión solar.
b.
El Departamento del BODHISATTVA
De la misma manera que el MANU de una Raza debe idear el
Arquetipo racial o físico que le corresponde, así el BODHISATTVA, o Señor de
las Almas Iluminadas, tal como se le describe en lenguaje místico, tiene la
misión de infundir luz, amor y comprensión en las unidades de vida humana que
constituyen el Cuarto Reino. Su trabajo, visto desde el ángulo esotérico,
constituye el eje del proceso evolutivo pues debe desarrollar la simiente del
Espíritu en todas las almas y dotarlas del impulso interno mediante el cual se
elevarán gradualmente de la materia más densa al más elevado espíritu creador.
Para lograr tal fin estimula la creación de todos los sistemas religiosos,
educacionales y artísticos cuya finalidad sea el desenvolvimiento espiritual
del alma humana y su acercamiento al Corazón de la Divinidad presente en todas
y cada una de las cosas creadas.
El BODHISATTVA trabaja con diversas jerarquías de
Angeles AGNISURYAS con objeto de purificar los deseos materiales de los seres
humanos y convertirlos en aspiración superior. Así, de la misma forma que el
Señor MANU trabaja específicamente con los cuerpos físicos y etéricos de los
hombres, el BODHISATTVA lo hace con sus vehículos emocionales, siendo el
objetivo final de todo Su trabajo desarrollar en el corazón de la humanidad el
principio básico del Amor, con sus inseparables aspectos de bondad, compasión
y justicia. Se espera, al final de la presente Cuarta Ronda, que el principio
crístico del Amor del cual es Custodio el Señor BODHISATTVA, esté tan
desarrollado en una gran mayoría de la humanidad, que justifique la entrada en
la vida del planeta de una nueva y más abundante Vida, símbolo de perfección
humana y esperanza suprema de la Jerarquía espiritual de nuestro mundo.
Al igual que ocurre con la obra del Señor MANU, la tarea
asignada al Señor BODHISATTVA mueve a la acción a siete categorías de Devas en
los distintos subplanos del Plano astral, comandados por esplendentes Angeles
AGNISURYAS, teniendo como meta de sus actividades la dignificación del alma
humana y el contacto espiritual con los excelsos y misteriosos Devas del Plano
búdico, cuyas Vidas están llenas de Amor por todo lo creado y son los
impulsores en la vida planetaria de la llama infinita de la Gran Fraternidad
Cósmica, de la cual nuestro Logos Solar es uno de los grandes exponentes en
virtud del Segundo Rayo de Amor que cualifica Su Vida radiante y del cual
surgen Sus infinitas e indescriptibles creaciones.
Al Señor MAHACHOHAN se le define también como El Señor
de la Civilización y puede decirse que es la Entidad planetaria a cuyas órdenes
trabaja mayor cantidad de Devas. Tiene a su cargo el desarrollo de la
inteligencia en el alma humana y para llevar a cabo Sus planes y proyectos en
orden a la total evolución de la humanidad, ejerce asimismo autoridad sobre
los Departamentos mundiales de la Ciencia, del Arte, de las Religiones
organizadas y del Aspecto Mágico de todo ritual, ceremonia o liturgia con
objeto de conectar a los seres humanos con el Reino angélico y con su aspecto
espiritual más trascendente. A igual que el MANU y el BODHISATTVA, el
MAHACHOHAN ejerce poder sobre numerosísimas huestes y jerarquías dévicas realizando
su evolución en uno u otro de los siete subplanos del Plano mental, en un
intento supremo de realzar la inteligencia humana y elevarla a las cumbres del
propósito espiritual más elevado, convertir al hombre en un perfecto Conocedor,
en una semilla fértil dentro de los áridos desiertos del mundo, con capacidades
despiertas para crear en los niveles mentales situaciones nuevas y más
apropiadas para el desarrollo de la cultura de la Raza y la expresión sublime
de un tipo de civilización que provea a las necesidades de evolución
espiritual de todos los seres humanos. El trabajo específico de los Devas que
trabajan bajo las órdenes del MAHACHOHAN es dotar a las almas de los hombres de
luz e inteligencia para que puedan captar el significado íntimo del Amor y
desarrollar planes tendientes a hacerlo objetivo y revelador en el devenir de
las relaciones sociales.
Los Angeles AGNISHVATTAS de la mente superior, en
multiplicidad de huestes, jerarquías y funciones, cooperan con el Señor de la
Civilización en la obra de hacer comprensible el Plan de Dios en las mentes de
los hombres. Sus actividades son increíblemente diversas, pues por la calidad
de sus respectivas misiones han de introducir luz en todas las áreas de la vida
organizada de la humanidad, estimulando el germen de la inteligencia latente en
el cerebro de los seres humanos y acelerando el proceso de iluminación
espiritual, con el consiguiente resultado del desarrollo de la mente y el
gradual acercamiento al supremo Manantial de Luz de donde surge la energía que
cualifica al aspecto inteligencia en la vida de todo lo creado.
Resulta evidente, pues, de acuerdo con todo cuanto
acabamos de decir, que Devas de todas las jerarquías dentro de los tres grupos
principales que trabajan en estrecho contacto con la humanidad, es decir, de
los AGNISCHAITAS, los AGNISURYAS y los AGNISHVATTAS, actúan conjuntada y muy
estrechamente para producir el HOMBRE NUEVO al cual hizo referencia el Iniciado
Pablo de Tarso. Las leyes infinitas de la evolución gravitando sobre todo lo
creado, y muy especialmente sobre la humanidad, han hecho posible el
acercamiento dévico al mundo de los hombres. Las incontables legiones de Devas
de distinta evolución, especialidad, hueste o jerarquía, han dotado a la
Naturaleza de todos sus maravillosos encantos. Sin embargo, la obra más bella e
infinitamente más importante dentro de la evolución cíclica de los Reinos, la
Humanidad, se halla todavía en sus primeras fases de desarrollo espiritual y
los Arquetipos de Verdad, Bondad y Belleza, que deben ser revelados en virtud
del trabajo particular de los Grandes Señores Planetarios, el MANU, el
BODHISATTVA y el MAHACHOHAN, están todavía en proceso de estructuración. Según
se nos dice ocultamente los Ojos del Logos Solar están fijos sobre la Tierra,
ya que debido al lugar que el esquema terrestre ocupa dentro del Sistema
universal, es muy importante que este pequeño planeta en donde vivimos, nos
movemos y tenemos el ser, se alinee definidamente con los Planes del Gran Señor
Solar y aprenda la trascendente lección del acercamiento cósmico, cuyo recuerdo
intuitivo se halla oculto en el corazón de todo ser humano y constituye el
anclaje perenne de la Vida de Dios en la vida mística de la humanidad.
Durante el curso de nuestras
investigaciones ocultas sobre los Devas, hemos podido constatar en múltiples
ocasiones el extraordinario poder psíquico que manejan y las asombrosas
demostraciones de su dominio de los éteres cualificados que constituyen los
planos de la Naturaleza. Les hemos visto crear en la atmósfera de la Tierra
todos los fenómenos de carácter eléctrico conocidos, como el viento, la lluvia,
las tormentas, los huracanes, los rayos, Los truenos, etc. Otros de carácter
ígneo, como los terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, etc., tan
impresionantes desde el ángulo kármico, ya que suelen producir grandes
destrucciones geológicas, profundas alteraciones del suelo terrestre y una
serie impredecible de víctimas humanas con sus espantosas consecuencias en el
orden social y comunal, son vistos siempre con temor por los seres humanos. Sin
embargo, las expresiones más poderosas de los Devas se hallan indudablemente en
los niveles psíquicos, en donde la substancia etérica es más sutil y les es más
fácilmente manejable. Importante labor es la que le aguarda al investigador
esotérico cuando trata de clasificar y ordenar en forma concreta las múltiples
actividades dévicas en los mundos llamados subjetivos o invisibles. A nuestra
humilde labor de investigación de los fenómenos ocultos producidos por los
Devas le hemos señalado una meta, no muy ambiciosa quizás, pero ciertamente muy
positiva y necesaria dentro de nuestro trabajo. Esta meta, singularmente
concreta, ya que ante todo debe ser práctica, debe abarcar las áreas conocidas
del ser humano, es decir, de la mente, de la sensibilidad psíquica y del cuerpo
físico, aunque estableciendo una serie de relaciones con lo cósmico sin las
cuales nuestro estudio resultaría incompleto. En otras partes de este Tratado nos hemos referido ya a la labor de
construcción de los tres vehículos de manifestación del alma humana, en la que
intervenían mancomunadamente la voluntad de ser y el intento constante de realizar, correspondiendo la primera al hombre y el segundo al
deva constructor. La misión de construir es la actividad característica de los
devas; es por tal razón que se les denomina esotéricamente los constructores
del mundo invisible.
Así, lo que nos interesa estudiar cada vez más
profundamente de ahora en adelante es el sistema de relaciones, maravilloso y
sublime, establecido entre los Angeles y los hombres, así como las infinitas
modificaciones del éter, la substancia energetizada mediante la cual el Logos
creador vivifica, dinamiza y perfecciona su Cuerpo de expresión, el Universo.
Podríamos asignarle racionalmente el término jerarquía a estas modificaciones
del éter universal en relación con los Devas y reconocer al propio tiempo -por
analogía- que cada una de tales jerarquías deberá estar en armonía o sintónica
vibración:
a.
Con los Reinos de la
Naturaleza y sus infinitas vidas, especies y razas en evolución cíclica.
b.
Con los estados de
conciencia humanos, es decir, con los pensamientos, deseos, actitudes
psicológicas y actividades diversas desarrolladas por el hombre y de cuya base
se originan los ambientes sociales del mundo, con sus múltiples niveles de
expresión.
c.
Con los diversos
Rayos, en número de siete, que constituyen las corrientes de energía logoica
que dan vida al Universo.
d.
Con las corrientes astrológicas
que proceden del espacio solar y extrasolar, creando las oportunidades cíclicas
de la evolución humana, planetaria, solar y cósmica, las cuales obedecen a las
leyes infinitas de relación o comunicación, base sustancial del Cosmos.
e.
Con los vehículos de
manifestación de la Entidad causal llamada Alma, Yo superior o Angel solar en
nuestros estudios esotéricos. Tales vehículos, en lo que respecta a la
evolución de la entidad humana en esta presente cuarta ronda y en este cuarto
planeta que es la Tierra, son cinco: el físico, el astral, el mental, el búdico
y el átmico. Sin embargo, visando el sentido de lo práctico y realizable en
nuestras investigaciones ocultas, hemos depositado nuestra especial atención a
los tres primeros por considerar que la evolución de los vehículos búdico y
átmico corresponde al devenir de las razas del futuro y a la vida de los
grandes discípulos e Iniciados del planeta y que, nada de carácter práctico
puede aportar a los aspirantes espirituales de nuestros días.
f.
Con los hechos
kármicos que se producen en el planeta y constituyen la simiente viva para
etapas posteriores de evolución humana.
g.
Con los fenómenos
psíquicos, paranormales o parapsicológicos, insuficientemente investigados
todavía y escasamente clarificados o poco definidos en los tratados dedicados a
esta interesante rama del saber oculto.
Examinemos brevemente la actividad de los Devas:
a.
Sobre los Reinos de la Naturaleza
Estos, como se sabe, son siete, de acuerdo con la
clasificación septenaria del Universo. Veamos: el Reino Mineral, el Vegetal, el
Animal, el Humano y el Superhumano, técnicamente descrito como el Reino de los
Cielos. No interesa de momento especular sobre los dos Reinos superiores al
Superhumano, los cuales se hallan ubicados en niveles del Universo inaccesibles
por completo a la razón más exaltada del hombre. Lo que sí nos interesa
fundamentalmente es reconocer el hecho esotérico de que los Reinos de la
Naturaleza están integrados en órbitas evolutivas distintas que van desde el
plano Adico, o divino, al plano físico, extendiéndose así de plano en plano las
Jerarquías dévicas o angélicas que cuidan de su evolución. Habrá que repetir al
respecto lo dicho en anteriores ocasiones, es decir, que cada plano está regido
por un Arcángel de gran magnificencia y poder y que cada subplano está bajo la
supervisión y guía de un exaltado Angel, de la categoría de los Chohanes de
Rayo, unos Adeptos que han alcanzado la sexta Iniciación planetaria y la
segunda Iniciación solar. Cada Reino, a su vez y dependiendo de la jurisdicción
de los Angeles de determinado subplano, está regido también por un cualificado
Angel, el cual está especialmente dedicado a la obra de perfección de dicho
Reino dentro del cual efectúan su evolución multiplicidad de especies, cada una
de ellas con sus propios guías y regentes dévicos, cuya integración espiritual
dependerá lógicamente de las necesidades evolutivas de aquellas. En fin, el
proceso de substanciación, estructuración y guía particular de los Reinos
obedece a la actividad angélica, no pudiendo ser registradas otras fuentes de
actividad que la de estos excelsos moradores de los mundos invisibles y la
colaboración constante y decidida de aquellos Adeptos que, una vez recibida la
quinta Iniciación planetaria, decidieron permanecer en el planeta y trabajar en
estrecha y fraternal colaboración con los grandes Regentes del mundo dévico.
Quizás sea ilustrativo advertir que los Angeles que
guían la evolución de las distintas especies dentro de los Reinos inferiores al
humano, lo hacen a través de sus respectivas Almas-grupo, siendo éstas, tal
como vimos en el primer volumen de este Tratado, una especie de esferas
psíquicas dentro de las cuales viven, se mueven y tienen el ser -utilizando
aquí una muy gráfica idea- todas las unidades de vida monádica que realizan su
evolución en una u otra de las múltiples especies de estos Reinos.
b.
Sobre los Estados de Conciencia Humanos
Tal como vimos en páginas anteriores, al referirnos a
las formas psíquicas o Egregores creados por la actividad mancomunada de los
devas y los seres humanos, hay una substancia etérica en el ámbito planetario
que sirve de vehículo de comunicación entre todos y cada uno de los niveles de
expresión mental, psíquica y etérico-física con sus consecuencias objetivas de
estructuración de los ambientes sociales del mundo. Los artífices de esta obra
objetiva en los éteres espaciales son los devas en sus múltiples divisiones,
especies y familias dentro de la infinita prodigalidad de su maravilloso mundo.
Trabajan siempre según el proceso científico de condensación de las energías
mentales y psíquicas que surgen de los estados de conciencia humanos y
construyen con esta substancia materializada las condiciones precisas
-kármicamente registradas- que originan los ambientes planetarios, desde el
estrictamente individual al social o comunal más incluyente. De esta manera
puede ser fácilmente equiparada la acción dévica en lo que respecta a un
ambiente familiar, profesional o comunal, cuyas expresiones concretas
analizábamos en el segundo volumen de este Tratado, con las grandes líneas
maestras de carácter cósmico que crean la civilización, la cultura, la especial
idiosincrasia psicológica y el peculiar y característico lenguaje de todas las
naciones de la Tierra.
Un estudio más profundo de los aspectos ocultos de estas
relaciones humano-dévicas, nos señalaría quizás analogías siderales que escapan
de momento a nuestra individual comprensión, pero que tendrían que ver sin duda
con la obra creativa de los Angeles superiores del Sistema, que contribuyeron
en la obra de substanciación de nuestro Sistema solar utilizando los estados de
conciencia Logoicos o la relación magnética establecida entre tales estados y
ciertas indescriptibles Potestades Angélicas, más allá de la más exaltada
comprensión humana, cuya evolución se realiza en zonas del espacio cósmico en
donde el Eter, o substancia creadora, alcanza unos niveles de pureza y
diafanidad realmente insospechables e indefinibles.
c.
Sobre los Siete Rayos
Estos, como esotéricamente se sabe, son siete corrientes
de Vida emanantes de aquel Centro cósmico místicamente definido como el Corazón
del Sol. Lo que quizás no sea tan conocido por el lector de los temas
esotéricos u ocultos es que estas corrientes de energía son la expresión de una
u otra de las Siete cualidades espirituales que definen la conciencia
psicológica de nuestro Logos Solar, es decir: la Resolución o Voluntad de Ser,
la Unión por el poder del Amor, la Comprensión del alcance cósmico del
Universo, el Sentimiento infinito de Belleza, el Sentido permanente de
Investigación, la Devoción exquisita e indescriptible hacia el Trabajo creador
y la Magia de Cumplimiento o Espíritu de Realización de la Obra Universal.
Estas siete cualidades logoicas se expresan a través de los llamados planetas
sagrados, cuyos Logos alcanzaron la quinta Iniciación cósmica. Tales son
dichos planetas expresados según el orden de los Rayos y de las cualidades
expuestas: Vulcano, Júpiter, Saturno, Mercurio, Venus, Neptuno y Urano.
Participando de las cualidades del tercer Rayo, como Saturno, tenemos a nuestro
planeta Tierra, cuyo Logos planetario está atravesando actualmente las crisis
que preceden a la Cuarta Iniciación cósmica, de las del sexto Rayo, como
Neptuno, al planeta Marte y de las del primer Rayo, como Vulcano, al planeta
Plutón. Otros dos planetas no descubiertos todavía, pertenecientes a los Rayos
segundo y cuarto, añadidos a los diez antes descritos totalizan los doce
planetas, los cuales, enlazados con las doce Constelaciones del Zodíaco,
deberán ser sagrados o perfectos -desde el ángulo del Logos- al finalizar este
presente MAHAMANVANTARA, o ciclo de actividad logoica o solar. Ahora bien,
desde el ángulo de vista de este Tratado, hay que considerar que las corrientes
de Vida universal que emanan del Corazón del Sol, o Siete Rayos, son
proyectadas o transmitidas a la totalidad del Esquema de Evolución Solar por
los Grandes Arcángeles o Supremas Entidades Dévicas del Sistema, constituyendo
sendos canales de distribución de la Conciencia Divina al coincidir o crear
impacto sobre la vida evolutiva de los planetas sagrados y sobre la conciencia
de sus respectivos Logos planetarios, así como sobre cada uno de los Planos del
Universo y de los Reinos y sobre cada una de las razas y especies que en
aquellos realizan su evolución. Veamos, por tanto, cómo la Vida del Señor del
Universo llega a nosotros en virtud del excelso poder expansivo de los grandes
Mahadevas, los Cuales utilizan para su desplazamiento por los espacios
infinitos corrientes de energía etérica, siendo el Eter -definido en lenguaje
jerárquico- la Sangre de los Dioses y los Angeles, en sus distintas funciones,
los agentes misteriosos que le comunican a esta Sangre la vitalidad, el calor y
el dinamismo de sus Vidas radiantes, a fin de que el gran contenido universal
subsista y pueda desarrollar en forma constante y progresiva su proceso
evolutivo.
d.
Sobre las corrientes de Vida Astrológica
Estas corrientes de Vida, a igual que los Siete Rayos,
son las comunicadoras celestes de las cualidades características de los grandes
Centros estelares, universales y cósmicos que oscilan en estrecha e indisoluble
relación por las profundidades infinitas del Espacio absoluto. Estas corrientes
de Vida extrasolares o cósmicas vienen transportadas -si podemos decirlo así-
desde los más ignorados y remotos confines del Cosmos por otras huestes dévicas
de trascendente evolución cuya misión es vincular Vidas y Conciencias y
establecer relaciones. Por tal motivo son definidos jerárquicamente Los Grandes
Comunicadores del Espacio. Por su mediación existe un lazo permanente de unión
entre los planetas, los Universos, las Constelaciones y las Galaxias,
constituyendo lo que en algunas partes de este Tratado hemos definido como
Fraternidad Cósmica o Ambiente Social de los Dioses.
Las corrientes astrológicas son las comunicadoras de las
virtudes de los astros y a través de las huestes dévicas llegan a penetrar en
los ambientes planetarios y en la vida de los seres humanos, condicionando su
evolución y su comportamiento psicológico y deparándoles las oportunidades
kármicas de sus vidas espirituales. La incidencia de estas energías celestes,
virtualmente capacidades psicológicas o estados de conciencia de los Logos,
canalizadas por los Devas sobre los seres humanos y sobre la Vida sicológica de
los astros, es denominada técnicamente Ciencia Astrológica. Los hombres del
futuro, más evolucionados que nosotros, conocerán sin duda la sutilidad de unas
corrientes de energía de tal extraordinaria sutilidad y tensión espiritual que
les pondrán en comunicación con unas Entidades Angélicas o Celestes de tal
excelsa y desconocida magnitud que Sus Vidas radiantes son para los seres
humanos más avanzados sólo vagas intuiciones o románticos sueños que tratan de
expresarse en lo más profundo y remoto de sus conciencias.
e. Sobre los Vehículos de
Manifestación de la Entidad Causal, Alma o Angel Solar y su relación cósmica
Tal como dijimos en otras partes de este Tratado, estos
vehículos de manifestación son la mente, el cuerpo astral y el cuerpo físico,
sirviendo de vehículo de relación entre ellos el llamado cuerpo etérico o doble
etérico, habida cuenta de que es un duplicado perfecto del cuerpo físico denso
y siendo su composición -tal como su denominación así lo indica- la energía
etérica y su expresividad más concreta y definida el dinamismo vital que
determina la cohesión atómica del cuerpo físico y su sentido de permanencia
temporal. Es necesario observar que estos tres cuerpos físico, astral y mental
-coordinados por el vehículo etérico- llamados esotéricamente los vehículos
cíclicos o periódicos del Alma son construidos por los devas etéricos, astrales
y mentales siguiendo las leyes evolutivas de la Naturaleza y el proceso kármico
señalado por la evolución espiritual del Alma. Esta idea será mejor comprendida
si se tiene en cuenta que cada Plano de la Naturaleza tiene siete subplanos y
que hay diversidad de especies o familias dévicas en cada uno de ellos que
llevan a cabo el proceso de substanciación del Eter para construir las formas o
los vehículos adecuados para cada estado de conciencia de los hombres. La
calidad de los vehículos obedecerá lógicamente pues a la evolución espiritual
del Alma, así como también y por analogía a la sutilidad de las entidades
dévicas que construyen sus vehículos o mecanismos de expresión. Es necesario
captar esta idea de sintonía de vibraciones entre los estados de conciencia
humanos y el grado de sutilidad de los Angeles o Devas constructores, ya que
puede ser aplicada enteramente y por analogía al Gran Océano de Vida Cósmica.
En uno de los capítulos del primer volumen de este
Tratado esotérico sobre los Angeles, hablamos hecho referencia a un axioma
esotérico procedente de los Archivos de la Gran Logia Planetaria, cuya
formulación venía a dar este sentido: “Hay un hombre para cada Angel y un Angel
para cada hombre”, un axioma que puede ser aplicado en su integridad a todos
los Hombres celestiales, guías y directores de planetas, universos y galaxias.
Estas excelsas Entidades Logoicas, de incomprensible evolución para nuestra
mente humana, precisan a igual que nosotros de vehículos periódicos o cíclicos
de expresión, siendo éstos las colosales estructuras cósmicas que expresan sus
cualidades íntimas, sus energías particulares de Rayo y sus peculiares o
característicos estados de conciencia. Habrá que aceptarse así obviamente la
existencia de una increíble Dinastía o Jerarquía de Angeles de incalculable y
desconocida evolución que construyen con la misteriosa Esencia de sus Vidas los
Vehículos de Manifestación cíclica de aquellas soberbias Voluntades de
Expresión Logoica. Así parece ser si nos atenemos -tal como es de rigor en
nuestros estudios esotéricos- al principio de analogía hermético “igual es
arriba que abajo”, que, al parecer, rige para el Cosmos absoluto.
Esta ley de analogía o de correspondencia ha sido
profundamente estudiada por los investigadores del mundo oculto y revelada de
muchas y muy distintas maneras por los Grandes Responsables del Sistema, con la
aportación de aquella grandiosa idea cósmica que toma cuerpo en nuestra mente
con estas sencillas palabras: “los Tres Universos del Logos”, por la cual es
ser humano plenamente advertido de los grandes valores del Espíritu penetra en
la interioridad de la Vida del Creador y toma contacto con las Supremas
Decisiones de Su Mente. Estos tres Universos son la analogía de los tres
Vehículos cíclicos que utiliza el Alma humana durante el proceso de evolución
de su vida espiritual, siendo ésta su más aproximada relación:
UNIVERSO DESARROLLO ANALOGIA
DIVINO LOGOICO HUMANA
Primer Universo La Personalidad Cuerpo Físico
Segundo Universo El Alma Cuerpo Astral
Tercer Universo El Espíritu Cuerpo Mental
En ella se aprecia la identidad del principio divino en
el corazón humano y la mágica expresión de la ley de analogía expuesta en
aquellas místicas palabras, rebosantes de verdad y de misterio: “Vosotros sois
hechos a imagen y semejanza del Creador”, tan sencillas y tan poco comprendidas
todavía por los aspirantes espirituales de nuestros días. Así, de acuerdo con
esta analogía deberán surgir nuevas y más profundas ideas sobre la identidad
humano-logoica.
Veamos:
Hay que suponer, de acuerdo con la analogía, que la
identidad de tales Universos será únicamente posible por medio de la actividad
Angélica que vive, se mueve y tiene el ser en los niveles cósmicos. Por lo
tanto, del conjunto de tales afirmaciones debería surgir una idea de síntesis
que abarcase dentro de su infinito contexto las vidas microcósmicas y las más
esplendentes Entidades macrocósmicas, es decir, que al afirmar que devas
constructores procedentes del éter construyen los vehículos o mecanismos de
expresión del Alma humana, estamos afirmando también que tremendas Potestades
Angélicas de inconcebible evolución estructuran los soberbios Universos
cíclicos que son los Vehículos de manifestación de los Logos Creadores dentro
de la expansión multidimensional del Espacio infinito.
Los detalles cósmicos correspondientes a esos contactos
realizados por los Hombres Celestiales y las excelsas Entidades Mahadévicas,
están más allá y por encima de nuestra comprensión y entendimiento. Sin
embargo, utilizando como siempre la analogía e investigando profundamente la
labor oculta y silenciosa de los devas constructores de los vehículos de
expresión del Alma humana, tendremos siquiera una vaga noción de la labor
omniabarcante realizada por los poderosísimos Arcángeles del Sistema.
f.
Sobre los Hechos Kármicos que tienen lugar en nuestro planeta
Tales hechos son una expresión de lo que en lenguaje
esotérico definimos como las oportunidades cíclicas de la evolución, constituyendo
una compleja aunque maravillosa red de acontecimientos misteriosamente
relacionados que se transmiten vida tras vida, creando el engarce magnético de
la historia del pasado con los hechos del presente y siendo trasladados luego
al futuro en forma de oportunidades de redención y liberación. El desarrollo de
los hechos y la calidad de la historia planetaria son consubstanciales con la
evolución del ser humano, siendo la humanidad en su conjunto el eje mágico
alrededor del cual gira la evolución total del planeta, ya que se halla situada
en el centro de los tres Reinos inferiores, el mineral, el vegetal y el animal
y los tres superiores. De ahí la importancia del Reino humano y del karma de la
humanidad, un recipiente mágico del misterio de revelación que deberá
convertir al hombre en un dios en la vida de la Naturaleza y en un transmisor
del gran legado cósmico del que es depositario, pues él, a igual que los
Hombres Celestiales, posee los átomos permanentes, uno para cada vehículo de
manifestación, mediante los cuales puede registrar todos los hechos y
acontecimientos que suceden dentro y fuera de sí y proyectarlos al futuro en
forma de recuerdos o memorias vivas de todas las experiencias psicológicas
individuales y comunales realizadas en el devenir de su vida kármica, siendo
los Angeles del Recuerdo, Agentes del Gran Señor Kármico denominado
esotéricamente la MEMORIA COSMICA, los encargados de grabar con caracteres
indelebles en la vida del Alma humana todos los hechos y acontecimientos que
constituyen sus experiencias en el tiempo.
g. sobre las Fenómenos Psíquicos
definidos como Paranormales o Parapsicológicos ([9])
Tales fenómenos en su totalidad están relacionados con
las actividades etéricas de aquellos Devas llamados ocultamente los Señores
del Eter, las cuales, si bien han sido analizadas y divulgadas en sus aspectos
más objetivos y apreciables, no han sido estudiadas todavía en la base de sus
causas motivadoras; de ahí la evidente incapacidad de la mayoría de los
investigadores en ese campo de estudio de someterlas a un análisis realmente
profundo y científico. Y, sin embargo, en la base esencial o productora de
tales fenómenos se halla una realidad tremendamente científica, tal como puede
ser aseverado con la frase esotérica, tantas veces utilizada durante el curso
de este Tratado, substanciación del Eter y cuyas consecuencias son la
conversión del Espacio, si podemos decirlo así, en Materia capaz de adoptar
todas las formas deseadas o producidas por
los estados de conciencia de los hombres y de todos los demás seres de la
Naturaleza. Algunas de tales modificaciones del éter afectan, debido a su mayor
sutilidad, el cuerpo psíquico o astral de las personas físicamente
predispuestas. Según hemos podido apreciar durante el curso de nuestras
investigaciones esotéricas, las personas acusadamente psíquicas o astrales y de
escaso desarrollo mental están más propensas que las otras a recibir los
impactos astrales en sus vidas físicas. Según se nos dice esotéricamente, la
mayoría de estas personas astralmente polarizadas y profundamente psíquicas
son unos remanentes de la raza atlante, que por no haber logrado alcanzar el
suficiente desarrollo mental se rezagaron de aquella civilización y
reemprendieron en la raza aria el trabajo incumplido o escasamente desarrollado
en ciclos anteriores, avanzando con el conjunto de la raza actual para
liberarse de aquellos vestigios psíquicos y desarrollar convenientemente la
mente intelectual. Sea como sea, el hecho evidente es que un ingente grupo de
personas, atlantes o arias, son exageradamente sensibles a los mundos
psíquicos y, debido al escaso control que tienen sobre sus naturalezas
astrales, son unos elementos idóneos para provocar inconscientemente la mayor
parte de los fenómenos parapsicológicos registrados y clasificados por los
investigadores en ese campo de estudio.
El investigador esotérico entrenado en el arte de la
investigación oculta comprueba que todo fenómeno psíquico registrado u objetivizado,
es decir, que haya logrado traspasar la barrera astral e introducirse de una u
otra manera en el plano físico para poder ser debidamente percibido, analizado
y catalogado, obedece al principia de substanciación del éter y a la
consiguiente creación de esta rara substancia que los parapsicólogos denominan ectoplasma.
El ectoplasma, siendo energía etérica substanciada puede adoptar todas las
formas imaginables, ya sea en virtud de potentes impulsos emocionales
provenientes del ser humano acusadamente psíquico o bajo el poder del mago
entrenado en el arte mental de la visualización. No obstante, ningún fenómeno
parapsicológico sería posible de no mediar el tercer elemento, es decir, la
vida de los devas substanciadores del éter sin cuyo concurso no puede ser
creada forma alguna en el espacio, ni obtener tampoco del mismo el ectoplasma que
puede hacerla perceptible, reconoscible y dinámica.
Las personas que habitualmente registran tales fenómenos
parapsicológicos, es decir, los médiums, clarividentes, clariaudientes y
sensitivos de tipo astral, debido a su excesiva polaridad psíquica, no tienen
una idea muy concreta de lo que realmente sucede en los mundos invisibles;
ellas se limitan simplemente a registrar impresiones y no están debidamente
capacitadas para suministrar datos concretos ni observaciones inteligentes
acerca de tales fenómenos. Ha llegado el momento, por tanto, de introducir el
tercer elemento dévico en las averiguaciones científicas de los verdaderos
investigadores dentro del campo de la Parapsicología, ya que tal conocimiento
les llevará en forma directa y segura a la resolución de la causa productora de
todos los fenómenos psíquicos, sea cual sea su importancia, capaces de afectar
el éter y la sensibilidad emocional de los seres humanos. El fraguado de
cualquier fenómeno paranormal o parapsicológico, tanto el que tiene que ver
con la creación del ectoplasma, con los ruidos astrales dentro de los hogares,
con la actividad de los llamados duendes o con la manifestación objetiva del
cascarón astral de un ser desencarnado, ha sido convenientemente explicado en
otras partes de este Tratado. Conviene insistir, sin embargo, sobre un hecho
fundamental y es el de que el plexo solar de los seres humanos, singularmente
de los muy psíquicos, es un recipiente de substancia astral no liberada la
cual, en determinadas ocasiones y de acuerdo con los estados de conciencia
inferiores, toma contacto con devas de escasa evolución del plano astral y
provoca fenómenos psíquicos diversos. Un rapto de cólera o una violenta tensión
emocional pueden determinar a veces el fenómeno de materialización física de
alguna definida y no muy agradable forma astral. Ha habido en este caso una
potente reacción de los éteres y una dinámica expresión de aquel estado de
conciencia negativo bajo la expresión objetiva de un deva o de un elemental
constructor de naturaleza evolutiva muy primaria. Podríamos afirmar desde el
ángulo esotérico, que los fenómenos psíquicos en su casi totalidad son un
resultado de la intercomunicación humano-dévica, realizada en los bajos
niveles del plano astral con una respuesta ectoplásmica del Espacio, ya que,
esotéricamente, cualquier modalidad de ECTOPLASMA, no es otra cosa que éter
cualificado capaz de adoptar todo tipo de formas psíquicas en respuesta a cada
uno de los estados de conciencia del Alma humana y como una réplica substancial
de todo cuanto ocurre -psíquicamente hablando- en la vida de la Naturaleza y de
los Reinos en evolución.
Capítulo
VIII
1.
La
destrucción de todas las formas cristalizadas en la vida del Universo.
2.
La
expresión constante y permanente del propósito de perfección solar.
3.
El
registro cíclico de todos los sucesos temporales y atemporales dentro del
Universo.
4.
La creación de
formas nuevas por el proceso infinito de renovación de los impulsos cíclicos
en la vida de la Naturaleza.
Estas cuatro actividades fundamentales caracterizan o
personifican a cada uno de los Señores del Karma. Veamos:
a.
El Angel de la
Muerte.
b.
El Angel de la
Justicia.
c.
El Angel de los
Archivos Akásicos.
d.
El Angel de la
Liberación.
Según se nos dice ocultamente, estas cuatro actividades
o estos particulares aspectos de la energía divina se manifiestan por la extensión
infinita del Cosmos presidiendo los ciclos inmortales del Tiempo, ya se
refieren a los períodos de actividad logoica, llamados esotéricamente
MAHAMANVANTARAS, o aquellos otros en que habiendo cesado los períodos de
actividad, la conciencia del Logos con su inmenso contenido de memorias y
experiencias, se sumerge en la Noche Silenciosa de los Tiempos, en aquel
indescriptible Vacío cósmico que en nuestros estudios esotéricos definimos como
EL GRAN PRALAYA. En las inmensas oquedades de aquel Vacío infinito el Logos, el
GUERRERO, deja de luchar y experimenta la PAZ y el DESCANSO que sobrevienen
después de todo ciclo de actividad, de lucha y de trabajo.
Podríamos afirmar que los cuatro impulsos básicos de la
evolución o actividades de los Señores del Karma en la vida del Universo,
generan todos los aspectos cíclicos planetarios, siendo los más asequibles a
nosotros y los que mayormente han de atraer nuestro interés.
a.
El movimiento de
rotación terrestre con sus cuatro fases: día, noche, aurora y crepúsculo.
b.
El movimiento de la
Tierra alrededor del Sol con las cuatro estaciones del año: primavera, verano,
otoño e invierno.
c.
Los cuatro puntos
cardinales del planeta: Norte, Sur, Este y Oeste.
d.
Los cuatro YUGAS o
edades planetarias: KALI YUGA, DWAPARA YUGA, TRETA YUGA y SATYA YUGA, es decir,
la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata y la edad de oro.
e.
Las cuatro edades en
la vida del ser humano: niñez, juventud, edad madura y vejez.
En general, y utilizando la analogía, se verá que en la
expresión cíclica de todos los aspectos cuaternarios de la vida manifestada,
puede ser apreciada la actividad de los Señores del Karma utilizando la
prodigiosa red etérica que circunda el planeta y tiene su expresión en todos y
cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Vamos a analizar brevemente ahora la
obra particular que realiza cada uno de los Señores del Karma.
a.
EL ANGEL DE LA MUERTE
Toda actividad desarrollada en la vida de la Naturaleza
que esté relacionada con el fenómeno de la muerte está regida por este Señor
del Karma. Nada muere ni nada se extingue dentro del omniabarcante seno de la
Creación sin que intervenga directamente esta Voluntad ejecutora que DESTRUYE
incesantemente las formas gastadas en no importa qué plano o nivel dentro del
Universo, del planeta o de cada uno de los reinos, para que, sobre sus cenizas
puedan estructurarse formas nuevas cada vez más bellas y luminosas a la
incesante búsqueda de un arquetipo de perfección. El trabajo de destrucción
encomendado a este Señor del Karma, aparentemente negativo, cruel y despiadado
visto desde el ángulo unilateral, emocional y egoísta de los seres humanos, es,
sin embargo, eminentemente constructivo y positivo desde el ángulo de visión
esotérica, ya que únicamente son destruidas las formas viejas, gastadas y
cristalizadas incapaces de resistir la dinámica presión de las energías de la
Vida, constantemente renovadas que surgen del Gran Océano Creador. Es así,
pues, que sobre las bases inconmovibles de la Muerte son erigidas
constantemente las nobles estructuras de la Vida y el poder de este glorioso
Señor del Karma se extiende por doquier dentro del ámbito universal, no
solamente al nivel físico de las formas o estructuras más densas, sino a los
más elevados e incluyentes niveles del Sistema solar. La muerte de las ideas,
cristalizadas por el uso, de los incontables espejismos del mundo emocional y
de todos los estados de conciencia provenientes del pasado, permite una mayor
efusión de vida y de inspiración en las mentes y en los corazones de los
hombres, deparándoles de esta manera la oportunidad infinita de redención
espiritual.
Antiguamente se le enseñaba al discípulo en
entrenamiento espiritual que el Señor de la Muerte actuaba únicamente sobre
los llamados mundos inferiores, es decir, en los niveles físico, astral y
mental concreto. Nosotros diríamos, sin embargo, que con estas deducciones se
estaba justificando quizás la incapacidad de considerar en la extensión
infinita del Universo, la misteriosa y omniabarcante actividad de los Señores
del Karma. Lo que realmente queremos significar con estas palabras es que más
allá del plano mental y penetrando ya en los niveles búdicos la acción de los
Señores del Karma es tan impenetrable y sutil que escapa por completo a las más
exaltadas percepciones humanas y sólo los grandes Iniciados tendrán alguna
noción de la actividad de los Grandes Señores. Hay también, en la línea de
nuestro estudio, la incógnita de si los Angeles estarán sujetos también como
nosotros al rigor del Karma, o si la CRUZ que simboliza esta Ley actuará en
forma distinta de la que se desarrolla corrientemente en la vida de la
Naturaleza. Por tal motivo, durante el curso de la investigación esotérica que
dio vida a este Tratado sobre los Angeles, fuimos siempre muy circunspectos al
referirnos al karma de los Devas, debido precisamente a nuestro convencimiento
de que los Señores del Karma eran unas excelsas Entidades Angélicas y que la
Proyección de Sus vidas sobre el entero universo dévico debería ser muy
distinta que la que actúa sobre los seres humanos.
Ayudado por JESAZEL que es un DEVA extraordinariamente
evolucionado, logré penetrar incidentalmente en ciertos aspectos muy definidos
de la vida de los Señores del Karma, singularmente en aquellos donde se
reflejan las cualidades distintivas de Sus esplendentes Vidas llenas de AMOR
por el conjunto universal y en donde el rigor de la JUSTICIA es ley benigna
llevada amorosamente a cabo. El Señor de la Muerte -a Quien la ignorancia de
los pueblos asignó un carácter terriblemente cruel y fatalista- es, por el
contrario, una Entidad benigna y protectora, llena de devoción por la Obra
oculta de la Divinidad en cuyo inmortal seno actúa a fin de que la evolución,
que es el Movimiento de la Vida de Dios siguiendo las razones ocultas de Su
Alma, no se paralice jamás, venciendo la oposición de las formas gastadas en la
vida de la Naturaleza o quebrantando la resistencia de las llamadas voluntades
menores, surgidas del conflicto de los Reinos, que cristalizaron en movimientos
contrarios, lentos o antagónicos y crearon vórtices de energía negativa en el
devenir del inmaculado Camino Logoico. De manera similar a la del Señor de la
Muerte actúan las incontables legiones de Devas que secundan Su voluntad de
cumplimiento y se hallan, tal como esotéricamente se nos dice, misteriosamente
infiltrados por todas las zonas del Universo, atentos a cualquier evento de
cristalización dentro del ilimitado campo de las formas, que implique un
retraso injustificable de la Obra del Creador y del sagrado designio que han de
cumplir los Reinos, las Razas y las Especies dentro del Circulo-no-se-pasa del
Sistema solar. Otra de las explicaciones que me dio JESAZEL acerca de los
Señores del Karma, fue que estos Angeles del Destino reglan cada uno un sector
del Universo y se manifestaban a través de unas formas de cualidad cósmica que
las hacía prácticamente invisibles a las percepciones de los más profundos y
agudos investigadores del mundo oculto. Sin embargo, siguiendo las presiones
astrológicas de determinadas Constelaciones y de ciertos definidos Rayos,
JESAZEL precipitó en los niveles etéricos a mi alcance, algunas de las
peculiaridades descriptivas de los Señores del Karma. Como fruto de esta
preciosa ayuda angélica me fue posible observar, aunque muy vagamente, las
Formas de los Angeles del Karma, presentándose ante mi asombrada visión unas
Colosales Entidades muy parecidas a las descritas en este Tratado al
referirnos a los esplendentes Devas de los Reinos de la Naturaleza, aunque
mucho más poderosas e incluyentes, siendo mayormente consciente del color de
Sus radiantes Auras, rojo fuego de incomparables matices para el Señor de la
Muerte, azul índigo intensamente brillante y refulgente para el Señor de la
Justicia, amarillo claro de vivísimos resplandores para el Señor de los
Registros Akásicos y violeta purísimo con destellos indescriptibles de un
blanco inmaculado para el Señor de la Liberación. Utilizando el principio
hermético de analogía podríamos establecer, aunque con las debidas reservas,
las siguientes analogías:
De la Muerte 1º Rojo Destrucción de
las Formas
De la Justicia 2º Azul Índigo Estabilidad
y Equilibrio
De los Archivos 3º Amarillo Registro de Memorias
De la Liberación 7º Violeta Movimiento de Renovación y creación
b.
EL ANGEL DE LA JUSTICIA
Llevando simbólicamente este Angel la Espada del
Cumplimiento en su mano derecha y sosteniendo en la izquierda la Balanza de la
Justicia de los Actos, aparece ante la percepción del clarividente iluminado
como una Entidad Angélica supremamente Hierática, Serena e Inconmovible. Ante
Su vista todo es Bueno en la vida de la Naturaleza y Ella no premia ni castiga,
sino que se limita al Cumplimiento exacto de la Ley. El Señor de la Justicia
utiliza para su expresión una poderosísima corriente universal de segundo Rayo
y extrae una parte considerable de Sus energías del planeta Júpiter el cual, en
todos los anales esotéricos, astrológicos y místicos es considerado como Padre
de Amor y de Justicia y representa en la vida del Universo al propio Logos
solar. Otra de las maravillosas peculiaridades del Señor de la Justicia es la
que tiene relación con la Invocación de los Avatares, es decir, de Aquellos
extraordinarios Seres cósmicos que cíclica y periódicamente retornan al mundo o
a otras partes del Universo para hacer triunfar la Ley y para restablecer el
Orden.
c.
EL ANGEL DE LOS REGISTROS AKÁSICOS
A este Señor del Karma se le denomina esotéricamente la MEMORIA CÓSMICA. Esta extraordinaria
Entidad Angélica mantiene en Su omniabarcante Seno no solamente el recuerdo
vivo de todos los hechos y acontecimientos que ocurrieron en el pasado, sino
también todos los que tendrán lugar en el futuro de cada uno de los planetas
que constituyen nuestro Sistema solar. Es lógico suponer por ello que este
Señor del Karma no es únicamente un Archivo de Recuerdos, sino que participa
muy activamente en la confección del Destino de la Vida del Creador, ya que conoce
los propósitos logoicos para cada uno de los ciclos de tiempo que se extienden
desde el principio hasta el fin del Universo.
Por lo tanto, y sometiendo de nuevo nuestra
investigación al juicio de la razón superior, es evidente que este Gran Señor
suministrará a todos aquellos que sean capaces de establecer contacto con la
vida de alguno de Sus Angeles servidores, no sólo las memorias del pasado, sino
también la intuición del futuro, pudiendo asegurarse que los grandes videntes,
profetas y almas intuitivas de todos los tiempos fueron grandes personalidades
humanas que a través de la rectitud de sus vidas y juicios pudieron
introducirse más o menos profundamente en el océano de vida, de plenitud y de
conocimiento del Señor de los Registros akásicos.
Por poco que profundicemos en la analogía, nos será
posible establecer una relación muy directa entre el MAHACHOHAN de nuestra
Jerarquía planetaria, llamado el Señor de la Civilización, con la actividad de
la Memoria Cósmica dentro de la línea de actividad del tercer Rayo y utilizando
seguramente como centro de canalización de recuerdos al planeta Saturno dentro
de nuestro Sistema planetario.
d.
EL ANGEL DE LA LIBERACION
La obra de este Señor del Karma puede ser sintetizada en
las palabras renovación y creación, ya que todas Sus actividades en la vida del
Universo es introducir las energías del Cumplimiento universal en todas las
cosas creadas y en todos y cada uno de los seres vivientes, preparando las
condiciones precisas para que Sus grandes Hermanos, el Señor de la Muerte, el
de la Justicia y el de los Registros Akásicos puedan establecer la ley, el
orden y la legalidad dentro del Sistema solar. Veamos cómo se realiza el
proceso:
Ante todo hay que suponer como base de la Creación y de
sus posibles repercusiones en el orden evolutivo, la existencia de un tremendo
e indescriptible impulso dinámico proveniente de la Voluntad de Cumplimiento de
la Divinidad que surge de las misteriosas entrañas universales y se sumerge en
la vida de todo ser y de toda cosa -sea cual sea su magnitud o jerarquía-
creando las condiciones precisas para que el Señor de los Archivos registre el
proceso. Seguidamente interviene la Voluntad del Señor de la Justicia quien
busca la perfección de todas las formas creadas e impone un RITMO de acuerdo
con la evolución de las conciencias que utilizan aquellas formas para
manifestarse. Cuando este Ritmo es descompensado, cuando falta el requerido
equilibrio o existe una acusada resistencia en el seno de la forma aparece el
Señor de la Muerte, el cual destruye con sus dardos de fuego -tal como
místicamente se dice- aquellas estructuras incapaces de seguir el Ritmo exigido
por la Ley compensatoria de la Justicia y le entrega al Señor de la Liberación los
cuerpos y las almas de las unidades de vida que no pudieron resistir el impulso
sagrado del dinamismo cósmico y entonces este Gran Señor, utilizando unos
métodos de vibración adecuados renueva aquellas formas y, tal como se dice en
antiquísimos escritos esotéricos, quema en los Altares del Corazón Silencioso
del Logos todos los gérmenes de limitación existentes creando para las Formas
un Sendero de Redención y para las almas otro paralelo ocultamente definido
como de renovación y liberación. En tanto que este proceso de redención y
liberación va teniendo lugar, el Señor de los Registros toma nota de todo el
proceso a través de dos jerarquías de Angeles Solares desconocidos todavía en
nuestros estudios esotéricos, por cuanto sus formas y cualidades dévicas no han
entrado todavía en el campo de percepción de los investigadores del mundo
oculto. Una de tales jerarquías utiliza el distintivo azul índigo del segundo
Rayo y la otra el distintivo violeta radiante del séptimo. Ambas jerarquías
colaboran con el Gran Señor de la Liberación determinando la progresiva
redención y liberación de todos los seres y de todas las formas. Utilizando
creadoramente la analogía podríamos considerar que este Señor del Karma
actualiza las energías más íntimas -si podemos expresarlo así- del Logos de
nuestro Universo y las exterioriza por medio del séptimo Rayo, utilizando
aparentemente al planeta Urano como centro de proyección de Su vida en el
Universo.
Bien, el examen profundo de cuanto acabamos de exponer
podrá depararnos quizás una visión algo más completa acerca del misterio que
desde tiempos inmemoriales encubrió la vida de los Señores del Karma. Sin que
queramos ser muy rigurosos al respecto, podríamos asegurar que la actividad
conjunta de estos benditos y excelsos Seres viene representada simbólicamente
bajo la forma geométrica de la CRUZ, atravesando el Universo y cada uno de los
planetas que lo constituyen. Los cuatro puntos cardinales de la Tierra y los
movimientos de rotación y traslación de los astros, así como el misterio íntimo
de la vida humana cualificando el cuaternario místico de su vida evolutiva
constituido por el cuerpo físico, el doble etérico, el vehículo emocional y la
mente discernidora son aspectos místicos de la CRUZ kármica. Lo mismo podríamos
decir, siempre en relación con nuestro planeta, acerca del CUARTO RAYO que rige
la totalidad del CUARTO REINO, nuestra humanidad terrestre, expresiones
constantes de esta CRUZ, la cual puede ser observada todavía más concretamente
en los cuatro pétalos que componen el Chacra MULADHARA, símbolos de la lucha y
del sacrificio kármico operando sobre la conciencia humana y desde donde se
inicia -si nos atenemos al juicio de los sabios y conocedores del mundo oculto-
el verdadero destino del hombre.
Capítulo IX
Los aspectos principales del karma en la vida del ser
humano son cuatro:
a.
El Nacimiento
b.
La Enfermedad
c.
La Vejez
d.
La Muerte
Es lógico suponer que estos cuatro aspectos estarán
condicionados por la actividad particular de uno u otro de los Señores del
Karma. Si establecemos una analogía con lo dicho en el capítulo anterior
podremos entresacar de la misma la siguiente relación:
a. El Nacimiento ...................... El Angel de la Liberación
b. La Enfermedad .................... El Angel de la Justicia
c. La Vejez .............................. El Angel del Tiempo (de los Archivos
Akásicos)
d. La Muerte ............................ El Angel Exterminador (el Destructor de la
Forma)
a. Las condiciones que presiden el Nacimiento de un ser
humano a la vida física son inteligentemente preparadas por el Señor de la
Liberación, siguiendo las directrices señaladas por Sus dos Hermanos, el Angel
de la Justicia y el Angel de los Registros Akásicos. El Angel de la Muerte,
respetuosamente aparte, debe aguardar todavía “la hora cíclica” en que la forma
sea totalmente innecesaria por falta de fluidez y de adaptación al proceso de
la vida, para cumplir con su función destructora.
El Señor de la Liberación preside el acto cíclico del
nacimiento rigiendo los períodos solemnes que se extienden desde el instante de
la concepción hasta el momento cumbre del alumbramiento. “La salida a la luz” de
la forma física gestada en los momentos de obscuridad dentro del claustro
materno, constituye un acto de liberación de la propia forma y es la
representación en la vida de la materia, de aquella otra liberación, o entrada
en el Reino de la Luz, que esotéricamente llamamos INICIACION, confirmándose
plenamente y en todos los sentidos el principio hermético de analogía ... igual
es arriba que abajo, igual es abajo que arriba, cuya relación se prolonga desde
las bases materiales de la existencia hasta las más elevadas cumbres
espirituales, jalonando de luz el proceso que desde tiempos inmemoriales se
conoce con el término místico de SENDERO.
Los actos cíclicos que presagian o anuncian un nuevo
nacimiento en la vida de cualquier alma humana son cuidadosamente cronometrados
-por decirlo de alguna manera- por el Angel de los Registros Akásicos, el Cual
somete la panorámica completa de la vida individual a la atención infinita del
Angel de la Justicia y Este, contemplando el pasado del alma y habiendo pesado
convenientemente su corazón (Los Misterios de Osiris), y extraído del mismo las
tres energías resultantes del proceso de recapitulación del alma -efectuado
durante el proceso cíclico de la muerte del cuerpo de manifestación en un
estadio de vida anterior- emite Su justo veredicto y pronuncia el ¡HÁGASE!, un
Mántram al que responden los Devas cuyo pasado -no me atrevo a llamarle karma-
viene entretejido de muchos y muy estrechos contactos con el alma que va a
encarnar. A partir de este momento suceden cinco cosas:
1.
Se le muestran al
alma que va a encarnar en un momento de mística iluminación las condiciones que
deberá enfrentar en su nueva existencia física. Esta iluminación le viene
transmitida por el Angel Solar.
2.
Le son confiados los
tres Mántram o las Tres Místicas Voces -tal como esotéricamente se dice- que
han de confiarle el secreto de su nuevo nacimiento, una Voz para el cuerpo
mental, otra para el cuerpo emocional y la tercera para el cuerpo físico. La
pronunciación de estos tres Mántrams abren los éteres del espacio y de su
inmaculado seno surgen los tres Devas, o los tres Elementales constructores,
que deberán construir los tres cuerpos de manifestación del alma.
3.
Una VOZ resuena
entonces procedente del plano cósmico emitida por el Señor de la Liberación,
proyectándola sobre el cuerpo causal del alma. El Angel solar a su vez y al
conjuro de este Mántram, emite otro muy directo y particular y lo transmite al
alma en proceso de encarnación física.
4.
El alma oye esta
llamada y a igual que sucede en la creación de un nuevo Universo pronuncia el
Mántram de mística aquiescencia: “Cúmplase Señor Tu Voluntad”. Simultáneamente,
corrientes etéricas de tres tipos vibratorios se arremolinan alrededor de los
tres átomos permanentes ([10])
y se inicia el proceso de substanciación del éter correspondiente a cada uno de
los vehículos de manifestación, teniendo lugar entonces lo que en términos
místicos llamamos el misterio de la concepción. A partir de este momento el
alma entra en un estado indefinible de quietud y se sumerge en un mundo de
incomprensible silencio -una especie de sueño del alma- y deja que los tres
Elementales constructores vayan realizando su obra. El Elemental físico se
introduce entonces en las entrañas de la mujer que va a ser la madre física del
alma que va a encarnar, llevando consigo el tesoro inapreciable del átomo
permanente físico que el Señor de los Registros le había confiado y alrededor
de este centro de energía cósmica, conteniendo todas las memorias del alma,
empieza su obra de construcción del cuerpo físico utilizando los éteres más
convenientes para la futura evolución del alma.
5.
Una vez que el
cuerpo físico ha sido convenientemente estructurado, la Voz del Angel Solar
resuena nuevamente desde el plano causal, despierta al alma sumida en sueño y
le indica el momento exacto y trascendente del nacimiento. Este se efectúa bajo
la dirección del Angel liberador el Cual contempla el espacio sideral, ve la
posición de las estrellas y con una sabiduría infinita que está más allá de la
comprensión humana, pronuncia el último y definitivo Mántram: HÁGASE LA LUZ y a
este conjuro mágico una misteriosa corriente de vida divina impulsa cuerpo y
alma hacia el exterior, se produce el alumbramiento y un nuevo ser nace a la
vida de la experiencia en los tres mundos del esfuerzo humano. El tiempo y el
espacio y su obra mancomunada, la conciencia, se han fundido de nuevo para
revelar el íntimo secreto de la Vida de Dios latente en lo más profundo del
corazón de toda existencia manifestada.
b. Todo tipo de enfermedad registrada por el ser humano
en su existencia física es básicamente el resultado de una condición kármica, dictaminada
por el Señor de la Justicia después de haber examinado en los Archivos Akásicos
que le suministra el Angel de los Registros, las vidas anteriores del alma.
Como consecuencia de tal lectura y visando también las oportunidades divinas de
redención del alma, se provocan dos condiciones muy interesantes en la
existencia humana:
a.
El pago consciente
aunque irremediable de pasados errores y omisiones espirituales bajo forma de
enfermedades físicas, dolencias psíquicas y desarreglos mentales.
b.
La aceptación
-asimismo consciente por parte del alma- de un karma adicional de enfermedades
y dolencias como oportunidades cíclicas de perfección. Ese método de aceleración
del proceso kármico fue seguido mayormente por los discípulos de la Era de
Piscis. ([11])
Una vez que el alma aceptó el reto de los
acontecimientos posteriores a su nacimiento en su contacto con el ser causal,
ya nada detendrá el impulso de la ley de Cumplimiento y el Karma deberá
cumplirse. La expresión de tal impulso viene determinada por aquellos factores
que esotéricamente podríamos definir como presiones siderales, es decir, las
influencias astrológicas procedentes de las Constelaciones Zodiacales y del
propio Sistema solar. Las enfermedades físicas y las dolencias psíquicas
obedecen así al dictado de una Ley justa y equitativa, aceptada conscientemente
la mayoría de las veces por las almas cuando han logrado acopiar una gran
reserva de luz espiritual en sus vidas y pueden reorientar el destino marcado
por las estrellas, después de haber efectuado grandes y supremos reajustes
dentro de sí, ya como aspirantes o como discípulos aceptados, bajo la experta
dirección de algún Iniciado de la gran Jerarquía planetaria.
Nada diremos en este apartado acerca
del origen kármico de las enfermedades contraidas por el género humano y
transportadas a la humanidad actual procedentes de la evolución cíclica de las
primeras Razas, ni tampoco entraremos en detalles acerca de las formas
psíquicas de las enfermedades, ya que estas ideas fueron expuestas en el primer
volumen de este Tratado. Deberemos insistir, sin embargo, en el hecho de que
nuestra atmósfera planetaria está llena todavía de residuos kármicos cuya
activa permanencia en los niveles etéricos demuestra la incapacidad humana de sanear
su campo magnético psíquico y de invocar convenientemente a los Angeles color
violeta de la Curación Física de Enfermedades, y a los excelsos Devas azules
que poseen el inapreciable secreto de la armonía psíquica.
Lo que mencionamos anteriormente acerca de la aceptación
voluntaria de un karma adicional en forma de enfermedades, dolencias u otras
condiciones adversas gravitando sobre el alma en encarnación física contiene,
sin embargo, una cláusula secreta -si podemos decirlo así- mediante la cual una
reserva complementaria de energía espiritual puede ser reorientada hacia
cualquier particular o trascendente destino, el cual, desde el ángulo de vista
corriente, debería haber llegado a un extremo límite de cumplimiento sin
oportunidad alguna de salvación, pero que, no obstante, dicha salvación se
produce y tiene lugar. No se tratará entonces, ni en ningún caso, de lo que el
vulgo suele llamar un milagro, ni tampoco la expresión de un poder sobre el
karma, sino simplemente que ciertas motivaciones ocultas del alma aconsejaron
aquel reajuste. En algunos casos excepcionales, el karma de un discípulo sin reserva
adicional de energía puede ser trascendido en alguno de sus aspectos físicos o
psíquicos, cuando en virtud de algún trabajo específico que puede realizar en
servicio de la Jerarquía, le son concedidos los poderes de la gracia, o los
especiales favores de los Señores del Karma, los cuales dejan en las
responsables manos del Maestro el karma particular de aquel discípulo. En este
caso, la efectividad del servicio creador determinando una mayor afluencia de
energías superiores, le permite al discípulo contrabalancear el peso del karma
y trascender ciertos hechos astrológicos que normal o fatalmente deberían
producirse.
c. El fenómeno de la vejez en el cuerpo físico humano -y
seguramente en el de todos los seres en la vida de la Naturaleza- se produce
por el desgaste de los órganos vitales a medida que las energías etéricas que
hasta aquel momento lo habían ido integrando van perdiendo fluidez y no llegan
con el adecuado ritmo vibratorio al centro místico del corazón. Se inicia
entonces una lenta cristalización de las funciones orgánicas con sus fenómenos
reconocidos de debilitamiento, pasividad, estatismo y decrepitud, siendo esta
última fase la que -tal como esotéricamente se dice- prepara el camino de
retorno, la vía natural de acceso al universo subjetivo por parte del alma y la
destrucción del cuerpo físico por parte del Señor de la Muerte.
Como Uds. saben, cuatro son las edades cíclicas que
condicionan la existencia física del hombre: niñez, juventud, edad madura y
vejez, las cuales son una analogía perfecta, aunque en miniatura, de las cuatro
edades planetarias descritas como Kali Yuga, Dwapara, Treta Yuga y Satya Yuga,
es decir, la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata y la edad de
oro. Ahora bien, todas las edades cíclicas vienen regidas por una porción
determinada de tiempo. Utilizando la analogía hermética sobre la cual se apoya
la totalidad de este Tratado, aparecen estos cuatro ciclos de tiempo en la vida
de la humanidad como un todo:
0
- 18 - 36 - 54 – 72,
cuyas
sumas, ya sean parciales o totales, nos darán siempre el número 9, ya que el 9
es el número del hombre, tal como esotéricamente es reconocido. Veamos ahora su
distribución:
0
- 18 Niñez |
Se
considera la etapa de la niñez y de la adolescencia. Es la fase
correspondiente al principio de integración vital. |
18
- 36 Juventud |
Es
la etapa de la juventud con la máxima afluencia de energía vital. El proceso
de integración o de acumulación ha llegado a sus extremos límites. |
36
- 54 Edad Madura |
A
partir de los 36 años se inicia lentamente un proceso de cristalización
celular y el cuerpo físico empieza a rechazar parte de la energía vital. |
54
- 72 Vejez |
De
los 54 hasta los 72 el proceso es netamente de restitución el cual inicia el
llamado ciclo de retorno que ha de llevar a la muerte física ([12]) |
Como Uds. habrán podido observar, los cuatro ciclos que
esotéricamente se han tomado como base de estas analogías son de 18 años, ([13])
una cantidad que no ha sido tomada caprichosamente o al azar, sino que tiene
como fundamento el principio vital de la energía suministrado por los procesos
físicos de la respiración y de la circulación de la sangre. Tal como
científicamente es reconocido, el ser humano efectúa 18 respiraciones por
minuto y a cada respiración corresponden cuatro pulsaciones o latidos del
corazón, dándonos por tanto 18 x 4 = 72 pulsaciones por minuto. Si continuamos
por esta línea de analogía considerando un día completo de la vida de un hombre
en orden a sus respiraciones, tendremos:
18 x 60 =
1.080 respiraciones por hora
1.080 x
24 = 25.920 respiraciones por día
siendo
esta cantidad en años la correspondencia exacta de un ciclo menor de Brahma, es
decir, un Día de nuestro Logos planetario, el periodo de tiempo que tarda la
Tierra en dar una vuelta completa bajo la esfera sideral regida por las Doce
Constelaciones del Zodiaco, en su movimiento de retrogradación o de precesión
de los Equinoccios.
Prosiguiendo nuestro estudio, vemos que desde el momento
del nacimiento a la vida física hasta llegar a la edad de treinta y seis años,
el alma fue acumulando substancia energética alrededor del cuerpo físico o
natural, pero a partir de aquí debe empezar a devolverle a la Naturaleza, en
forma lenta y paulatina, toda la materia energetizada por los Devas con la cual
llegó a establecer la medida física del karma. Se abre entonces el llamado proceso
de RESTITUCION en el devenir del cual el complejo celular gastado por el noble
servicio al yo espiritual en encarnación física, empieza a rechazar las
energías de renovación y a encerrarse cada vez más en sí mismo hasta constituir
un bloque cristalizado que progresivamente se hace inservible para las
necesidades de evolución del alma, la cual no tiene otro objetivo en aquella
fase de existencia que la liberación de la forma física y la entrada en el
mundo subjetivo de las almas.
He ahí, pues, que para el alma en encarnación física -un
proceso que se repetirá sin embargo en los otros cuerpos de manifestación
cíclica, el astral y el mental- hay dos grandes procesos que constituyen el
principio de su propia esencia evolutiva, primero, el de INTEGRACION o
ACUMULACION de energía concretizada proveniente de los correspondientes éteres;
segundo, el de RESTITUCION de dicha energía y tiene por objetivo la redención
de la forma y la liberación del alma. La vejez es el fenómeno natural de esta
lenta desintegración que ha de devolverle a la Madre Naturaleza todos los
elementos vitales con que ésta dotó al alma para fines de manifestación.
Todo este proceso dual está regido por el Señor de la
Liberación, pero cuando la materia se ha hecho completamente inservible para
las necesidades del alma, somete el trabajo final al Señor de la Muerte, el
Cual destruye la forma y restituye todos los elementos integradores de los
distintos vehículos a su Fuente natural de procedencia: el ETER DEL ESPACIO.
d. El Señor de la Muerte ejecuta el plan subsiguiente de
liberación de la forma en tres planos definidos de la Naturaleza: el físico, el
astral y el mental. Se trata de un proceso alquímico de sublimación de las
energías mediante el cual y a través de los llamados Angeles del Silencio, el
alma se va liberando progresivamente de sus vehículos de manifestación. Esta
liberación consta de cuatro fases:
a.
Rotura del cordón
plateado (El Señor de la Muerte)
b.
Recapitulación de
hechos (El Señor de los Registros)
c.
Examen de conciencia
(El Señor de la Justicia)
d.
La entrada en el
Devachán (El Señor de la Liberación)
representando
cada una un aspecto particular en la vida del alma la cual, en el momento mismo
en que uno de aquellos Angeles del Silencio rompe el cordón plateado que la
unía al cuerpo, penetra en el cuarto subplano del plano físico, llamado
esotéricamente subetérico, e inicia allí un proceso increíblemente rápido de
memorización o recapitulación de todos los hechos realizados en la existencia
física, apreciados en sus más mínimos detalles y constituyendo un fenómeno
único y trascendental de conciencia provocado por el Yo superior o Angel Solar
desde el plano causal, o mental abstracto. Una vez esta recapitulación ha sido
plenamente realizada, el alma deja de ver a su vehículo de materia y se refugia
en el segundo nivel del plano astral, ([14])
en donde pasará un cierto tiempo dedicado a lo que esotérica y místicamente se
denomina examen de conciencia. Este periodo de tiempo, considerado de acuerdo
con nuestro concepto tridimensional del tiempo, puede ser corto o largo, desde
días o meses hasta muchos cientos de años, dependiendo en todo caso de la
evolución espiritual alcanzada por el. alma. Ahí, en este nivel, tiene lugar
también una segunda recapitulación enteramente astral y consiste en recapitular
o memorizar todos los acontecimientos astrales vividos por el alma a través de
los deseos, emociones y sentimientos durante el proceso de la encarnación
física.
Una vez efectuada esta segunda recapitulación y
realizado el requerido examen de conciencia, el alma penetra en el plano mental
y efectúa en el subplano correspondiente la tercera y última recapitulación,
mucho más breve que las dos anteriores, y penetra en el Devachán.
EL KAMALOKA Y EL DEVACHAN([15])
Con estos dos nombres el investigador esotérico trata de
representar dos estados particulares de conciencia que ha de enfrentar el alma
después de haberse liberado de las ataduras del cuerpo físico. El KAMALOKA
-técnicamente hablando- es el propio plano astral, haciendo referencia muy
concreta a aquel subplano especifico dentro del mismo cuyas vibraciones están
más en sintonía con la evolución del alma. Hay un proceso de recapitulación de
hechos astrales que se realiza corrientemente tal como vimos en páginas
anteriores en el segundo subplano del plano astral. Sin embargo, las almas más
evolucionadas realizan este proceso obligado de recapitulación en subplanos
superiores del KAMALOKA, siendo mucho más breve también el período de
permanencia en este plano, un periodo que variará sensiblemente de acuerdo con
la calidad de las energías espirituales acumuladas por el alma en su cuerpo
causal. Hay así, independientemente de la evolución espiritual de las almas, un
proceso de vivencia astral dedicado a sublimar estados psicológicos, utilizando
la técnica del examen de conciencia y la capacidad íntima que poseen las almas
de utilizar creadoramente todas las experiencias del tiempo para fines
redentivos. En todos los casos, una irresistible tendencia mueve las almas a la
ascensión de los niveles superiores del plano astral, realizándose de esta
manera una especie de filtración o sublimación de las tendencias groseras
contenidas en el cuerpo astral al pasar de uno a otro subplano, con lo cual el
alma se siente cada vez más libre y cualificada para adaptarse a más nobles
estados de conciencia y a una mayor sutilización de las cualidades atesoradas
en su interior, como frutos de la experiencia espiritual. Los Devas habitantes
de cada uno de los subplanos del plano astral, ofrecen gustosamente su
fraternal colaboración a los intentos del alma de purificarse astralmente con
vista a la redención y sublimación de la materia astral, acumulada en su cuerpo
psíquico, y afectando la mayor o menor sensibilidad espiritual del mismo.
Cuando la vida del alma ha demostrado una incapacidad
manifiesta de ascender a otros subplanos superiores del plano astral, es decir,
que ha quedado normal y naturalmente estacionada, recibe entonces un impacto de
luz causal y se siente impelida hacia el plano mental, quedando ubicada en el
subplano de este plano en sintonía perfecta con el subplano que ocupaba el alma
en el plano astral. Debido a que los estados de conciencia experimentados por
el alma en el plano mental después del proceso de la muerte son
interdependientes con los vividos astralmente, hay una relación muy estrecha y
directa entre el KAMALOKA, esotéricamente descrito como lugar de deseo, y el
DEVACHAN, que significa esotéricamente conciencia dévica o de bienaventuranza Podemos
decir así, que cada alma posee su propio kamaloka y su particular devachán,
configurados por todos y cada uno de sus estados de conciencia en el devenir de
la existencia kármica y constituyendo las bases universales sobre las cuales
los seres humanos levantan la noble estructura de su realización espiritual.
Capítulo X
Las indescriptibles y exaltadas Entidades Psicológicas que
esotéricamente llamamos LOGOS, ya se refieran a los que rigen una Galaxia, una
Constelación, un Universo o un simple planeta, están sujetos también, aunque de
manera inexplicable e incomprensible, a la Ley del Karma. El nacimiento, la
muerte y el proceso inexorable de la reencarnación forman parte de aquella Ley,
aunque utilicen para manifestarla unas zonas del espacio tan enormemente
dilatadas que los efectos del tiempo están más allá y por encima de nuestros cálculos
y medidas.
Sin embargo, y tal
como esotéricamente sabemos, el espacio es una abstracción, siendo el tiempo un
fenómeno que se realiza en el interior de la conciencia humana cuando trata de
objetivizar el espacio a través de los movimientos de rotación y de traslación
de nuestro planeta Tierra, unos movimientos que al parecer son comunes a todos
los cuerpos celestes.. Precediendo a la manifestación cíclica de cualquier
Universo o de cualquier planeta hay, aparentemente, una Determinación Cósmica
que crea en el espacio las condiciones precisas mediante las cuales los Logos
creadores podrán surgir objetivamente a la manifestación. Tal como analizamos
en el volumen primero de este Tratado, tales condiciones vienen fijadas por
aquel supremo sentido de elección del campo de las manifestaciones por parte de
una Voluntad suprema, de la cual no se habla mucho en los estudios esotéricos,
pero que es una expresión de la actividad misteriosa de los Señores del Karma.
Estos ANGELES, supremos representantes de la Ley cósmica de armonía, tienen en
conjunto coma símbolo la figura geométrica de la CRUZ, a la cual y casi sin
distinción alguna han rendido adoración las religiones y filosofías del mundo desde el principio de los
tiempos... La imagen de la CRUZ toma básicamente su importancia, y de manera
incomprensible forma parte, de los misterios iniciáticos, porque los Señores
del Karma preceden a la manifestación cíclica de cualquier Universo situándose,
esotéricamente hablando, arriba y abajo y a derecha e izquierda de un punto en
el espacio que bien podríamos calificar de ATENCION suprema del Logos, constituyendo
las bases del Cuaternario Cósmico a través del cual la Vida del Logos creador,
el Krishna universal, tendrá oportunidad de dar vida, conciencia y una forma objetiva
a Arjuna, intérprete de las decisiones de Krishna y seguidor incansable del
Destino que de acuerdo con experiencias precedentes del Logos, le señalarán
sabiamente los Señores del Karma.
Creemos sinceramente que los conceptos que acabamos de
emitir contienen significados dignos de una profunda atención, pues de acuerdo
con el sistema de investigación esotérica que va de lo universal a lo
particular y aplicando convenientemente la analogía, la actividad de los
Señores del Karma en la vida humana podría ser correctamente clarificada.
Trazada la Cruz en los Cielos, tal como místicamente se
dice, la Vida de Dios se infunde en la Materia y el Corazón Solar empieza a
latir. Las mágicas contracciones y dilataciones de estos latidos, las sístoles
y diástoles de este inmenso Corazón originan en tiempo y espacio los fenómenos
característicos conocidos científicamente como ROTACION y TRASLACION.
Tales son las analogías de estos universales movimientos:
CORAZON SOLAR
SÍSTOLES ..................
Movimiento de contracción hacia el centro
La Fuerza centrípeta de la
Naturaleza
La Ley de Gravedad
El Movimiento de Rotación
El Egoísmo de la Materia
DIÁSTOLES ...............
Movimiento de dilatación hacia la periferia
La Fuerza centrífuga de la
Naturaleza
El Principio de Expansión
cíclica
El Movimiento de Traslación
El Altruismo del Espíritu
Tales analogías pueden ser íntegramente aplicadas al
planeta y al hombre, así como místicamente también a todos los centros de vida
menores que viven, se mueven y tienen el ser dentro del dilatado círculo del
Universo.
Volviendo a la función primordial de los Señores del
Karma, podríamos decir que las Aspas de la Cruz constituyen los límites de
expansión de la rueda del Universo, creando el misterioso Círculo-no-se-pasa
del mismo, es decir, sus fronteras naturales dentro de las cuales el Logos
solar deberá realizar su íntima y particular evolución y salvaguardar los
intereses espirituales de Su Vida, el Tesoro infinito de Su Conciencia
inmortal. El movimiento de DIASTOLES en la infinita dilatación del Corazón
solar lleva las energías de la Vida a todo el contenido universal; el
movimiento de SISTOLES lleva las cualidades de la forma al centro mágico del
Corazón. En el entrejuego de las energías de la Vida y de la Forma se halla el
secreto de la Electricidad, ese misterio al cual tantas veces nos hemos
referido durante el curso de este Tratado. El altruismo del Espíritu y el
egoísmo de la Materia manifestadas como energía contienen el secreto inmenso de
la Creación, ya sea de un Universo o de un simple átomo. Es la ley de la
Dualidad que rige el principio de la Manifestación cíclica.
Ahora bien, examinando científicamente los movimientos
de contracción y dilatación del Corazón solar, después de haber reconocido
esotéricamente la intercesión de los Señores del Karma que depositaban o
introducían la CRUZ mística de la manifestación en los espacios absolutos
creando el círculo máximo de expansión de la Vida del Logos, nos será fácil
reconstruir el proceso creador del Universo, aceptando como absolutamente
válida la imagen astronómica de la Nebulosa, esta inmensa espiral de energía
cósmica en proceso de substanciación o materialización, la cual surge del
centro del corazón solar y se lanza al Cosmos a la gran aventura de la conciencia,
pero retorna eternamente al centro de donde dimana llevando al mismo Materia
cada vez más densa pero, al propio tiempo, más cualificada. Quizás llegaremos a
reconocer un día la misteriosa aunque íntima relación que existe entre el
proceso de substanciación material del Universo y la ley de Gravedad, que es su
natural consecuencia, con la actividad maravillosa y secreta que llevan a cabo
los Señores del Karma, los Angeles de la Cruz cósmica.
Esta CRUZ, en multiplicidad infinita de aspectos,
matizará entonces la magia dinámica de la Creación y todas las manifestaciones
de la vida espiritual o monádica en proceso de experimentación y de evolución,
desde el centro mismo de la materia, cualificando cada una de sus vastísimas
expresiones y la imagen de esta CRUZ, penetrando profundamente en las
conciencias humanas, elevará sus aspiraciones al centro místico de procedencia
cósmica: el SOL CENTRAL ESPIRITUAL, creando las religiones y las creencias
espirituales a través de las cuales han expresado sus ínfimos anhelos de
contacto solar. Consecuentemente al desarrollo de esta verdad esencial en la
línea de nuestros comentarios, nos pareció oportuno dedicar unos capítulos al
estudio de los efectos de las ceremonias mágicas y litúrgicas de las
religiones en la vida espiritual del hombre, en el volumen segundo de este
Tratado.
Otra de las ideas que hay que considerar en relación con
los Señores del Karma es la que hace referencia a la imagen mística de la CRUZ
gravitando en forma de DESTINO sobre la vida de todos los seres vivientes,
pudiendo afirmarse desde el ángulo esotérico y de acuerdo con el principio de
analogía, que el KARMA, como esencia de MUERTE, JUSTICIA, MEMORIA y LIBERACION
está presente en la manifestación de todo lo creado, dirigiendo con sabiduría infinita
la evolución del Universo, de los planetas, de los planos de la Naturaleza, de
las Razas humanas, de los Reinos y de las especies. Hay, por tanto, un sentido
de dirección tan justo y equitativo en todas las cosas de la vida que bien
podríamos calificarle como de supremamente fraternal. Este sentimiento íntimo
de fraternidad actúa por doquier, en el aire, en el fuego, en el agua, en la
tierra, en el éter primordial, cualificando la vida de los elementos naturales,
los cuales, de manera maravillosa, constituyen las palancas de presión de los
Señores del Karma en la vida de la Naturaleza física, aunque actuando asimismo
en todos los niveles de evolución en el Universo y sobre todos los estados de
conciencia divina, manifestados bajo no importa qué tipo de forma objetiva o
subjetiva, en la extensión de todo lo creado.
Los Señores del Karma son la Ley que preside y ordena la
ejecución de cualquier hecho y circunstancia en la vida de la Naturaleza. Los
Arcángeles supremos que rigen los planos del Universo, los Angeles superiores
que rigen la vida evolutiva de los Reinos y los exaltados Devas que se hallan
en la raíz mística de la existencia de los hombres, son Agentes de los Señores
del Karma, los brazos ejecutores de la Ley, siendo su labor tan supremamente
impersonal y fraternal que examinada su actividad desde el ángulo esotérico le
demuestran al alma que la paz, la plenitud, el orden y la justicia no son
simples y engañosas palabras, sino una REALIDAD profundamente objetiva que
puede ser revelada en cualquier momento de la vida si se desarrolla un profundo
sentido de atención hacia todo cuanto nos rodea, sea la vida armónica de la
Naturaleza con sus perfectos y ajustados ritmos o la ininterrumpida sucesión de
hechos y acontecimientos. que tienen lugar durante el curso de nuestra vida.
Tal como decíamos en páginas anteriores,
consubstancialmente con el proceso de la Creación y aún antes de que la
actividad dévica de substanciación del éter haga objetiva la Voluntad del Señor
del Universo, se halla presente ya la Voluntad de acción de los Señores del
Karma. Su Cruz, proyectándose en los insondables vacíos del Espacio, invita al
germen de Vida Logoico -dicho con toda reverencia- a que se sitúe en el centro
místico de la figura geométrica creada por la interacción de los Grandes
Señores. Así, bajo la dirección de los Señores del Karma será iniciado el
proceso creador de Universo, en el devenir del cual se sucederán dentro de la
Conciencia Logoica una serie infinita de modificaciones que darán lugar al
desarrollo evolutivo, desde la difícil y azarosa proyección de Vida que va de
la periferia del círculo-no-se-pasa al centro creador logoico, originando la
base potencial de la Materia y el principio de gravitación universal, hasta la
plena liberación de la Conciencia Logoica, la Cual, en un postrer y maravilloso
intento logrará destruir las barreras limitadoras del círculo-no-se-pasa que
impedían su Acción cósmica y se proyectará hacia los misterios del Espacio
infinito, ayudado por el Angel Kármico de la Liberación... La evolución de los
Señores del Karma, consubstancial con la de los Logos creadores, estará sin
duda por encima de la de ESTOS en el sentido de que han de forjar los Destinos
Universales o Logoicos de acuerdo con la visión absoluta de los Registros
Akásicos o Memoria Cósmica, siguiendo el trazado de una Ley de Justicia que
penetrará en el destino universal de la Conciencia Logoica, orientándola hacia
Su implacable y eternamente seguro Destino de Redención y Perfección.
La imagen del Señor de la Muerte, denominado también el
Angel Exterminador, vista su proyección en los niveles etéricos, aparece como
una inmensa Entidad cuyas colosales proporciones abarcan la totalidad del
Universo, llenando el espacio de unos vivísimos e indescriptibles fulgores
ígneos color escarlata. Su antiguo símbolo procedente de un remotísimo pasado
lunar era un Angel que llevaba una calavera humana en la mano izquierda y en la
derecha una espada de fuego. Sin embargo, vista esta imagen desde el plano
causal se aprecia que el símbolo antes descrito no corresponde a la realidad.
Nada más opuesto verdaderamente al significado íntimo de la Muerte que la
calavera con la cual suele representársela. El Señor de la Muerte es una Llama
perenne de Vida. Su verdadero símbolo es el Dardo de Fuego con el cual
destruye todas las formas objetivas o subjetivas de la Naturaleza.
Investigaciones posteriores llevadas a cabo bajo la experta dirección de
JESAZEL me confirmaron estos extremos. Las energías que utiliza el Señor de la
Muerte proceden de los primeros subplanos del Plano monádico cósmico. En
nuestros estudios esotéricos las denominamos de primer Rayo, siendo estas
energías de tipo superior a las actualizadas por el Logos de nuestro Universo para
la vivificación de Su formidable Esquema Solar.
La sombra de Su Cruz -tal como puede leerse en El Libro
de los Iniciados- se extiende sobre el Espacio, ocupando cada Señor del Karma
el brazo de la Cruz que le corresponde creando así, de manera maravillosa, los
Cuatro Puntos Cardinales que fijarán la posición y orientación del futuro
Universo en relación con los demás Universos y Sistemas estelares inmersos
dentro del Espacio Cósmico. Parte esencial y fundamental de la evolución
universal es la orientación y posición exacta que de acuerdo con las sabias
previsiones de los Señores del Karma, debe ocupar cada Sistema Solar dentro del
maravilloso Plan cósmico de conjunto.
La evolución particular de cada Logos, fatalmente
vinculada con este plan cósmico de conjunto, se realizará entonces a partir del
centro de la Cruz de los Señores del Karma en donde previamente fue introducido
el Atomo Permanente Físico del Logos que místicamente encarnó y constituirá el
centro vital del Corazón. La primera noción de Vida universal dentro del
Esquema o Destino Logoico preparado por los Señores del Karma, son los
movimientos de Sístoles y Diástoles del Corazón Solar, originando el primero
la Ley de Gravitación molecular y el segundo la de Expansión Cíclica, estando
limitada dicha expansión por la extensión en los espacios infinitos de los
Brazos de la Cruz de los Señores del Karma, los cuales señalan y definen
perfectamente las fronteras o círculo-no-se-pasa de cualquier Sistema solar y
de cualquier planeta dentro de no importa qué tipo de Universo.
Según me pareció intuir más adelante -y esta idea la
dejo a la inteligente consideración de Uds. - los Dardos de Fuego que utiliza
el Señor de la Muerte de nuestro Esquema Solar provienen de la Constelación de
LEO, estando relacionada esta constelación con aquel Centro Logoico Monádico
que llamamos esotéricamente EL SOL CENTRAL ESPIRITUAL.
El Señor de la Justicia es representado habitualmente
armada su mano derecha con una espada de fuego y sosteniendo en la izquierda
una balanza. De este símbolo muy arcaico -ya que proviene de un lejanísimo
pasado- han sido extraídos multiplicidad de símbolos menores apropiados para
expresar las ideas de Cumplimiento y de Justicia, las cuales son
consubstanciales con el ejercicio de la Ley serena y equitativa que debe regir
el Cosmos absoluto. Desdichadamente para la humanidad estas simbologías
-correctamente establecidas a veces- jamás llegaron a plasmarse en auténticas
realidades, por cuyo motivo cuando se habla de Ley y de Justicia aquí en la
Tierra sólo se hace una muy pálida e insignificante referencia a la Ley de
Equilibrio Universal que simboliza la Balanza y, por tanto, poco o nada tienen
que ver con la auténtica justicia con que es utilizada la Espada del
Cumplimiento cósmico.
“Si elevaras tu conciencia a un plano auténticamente
superior, por encima del plano causal -me decía JESAZEL- percibirías el verdadero
significado de la Ley de Justicia en la cual sólo existe Amor y Comprensión y
no el odio y la ignorancia con que suelen aplicar los hombres el Sentido de la
Ley compensatoria de los Actos. La imagen simbólica de la ley tradicional,
Espada y Balanza, quedaría reducida al símbolo perfecto de la Bendición Cósmica
mediante la cual el Señor de la Justicia, indescriptiblemente amoroso y sereno,
NO premia NI castiga, sino que
se limita a ajustar los actos con aquellos patrones arquetípicos que toda alma
lleva consigo al nacer y que constituyen la raíz espiritual de sus mejores
actos. Si se aparta de estos patrones, marcados por el fuego divino en su interior
más profundo, se aparta de la Ley, si los sigue acata la Ley y acepto
noblemente su destino. El Angel de la Justicia es el Centro mismo de la
conciencia humana y forma misteriosamente parte de su destino cósmico. Así, la
ayudará siempre para que sea consciente de la Ley y se apreste constantemente
a cumplirla.”
Otra de las grandes y misteriosas razones cósmicas que
caracterizan al Señor de la Justicia es la INVOCACION DE LOS GRANDES AVATARES
que con Su presencia aceleran la evolución universal y planetaria. Tal como
dice KRISHNA a ARJUNA en el BAGHAVAD GITA: “. . ,cuando el desequilibrio del
mundo altera el cumplimiento de la Ley y la Justicia es transgredida, YO envío
a Mis mensajeros para restablecer la Paz y el Orden.” De esta manera, para
restablecer la paz y el orden universal, aparecen cíclicamente en la Tierra
invocados por el Señor de la Justicia, los Avatares, ya sea bajo forma de
Profetas, Salvadores o Instructores espirituales, siendo esta actividad
supremamente cósmica una prueba de Amor y de Compasión absoluta por parte de
los Señores del Karma.
Las energías cósmicas que se canalizan a través del
Angel kármico de la Justicia con destino a nuestro Universo, proceden aparentemente
de la Constelación de LIBRA y se distribuyen por medio del planeta Venus ([16]).
El Señor de los Archivos, vista su proyección en los
niveles etéricos, aparece a la vista del observador clarividente sosteniendo un
libro en el cual están registrados todos los hechos y acontecimientos pasados,
presentes y futuros de nuestro Universo. Sin embargo -y tal como oportunamente
me señaló JESAZEL- este símbolo sólo debe ser aceptado de acuerdo con el
significado intelectual de un libro, el cual siempre es un contenedor de
recuerdos. Rebasada la medida conceptual de la mente y liberado el cerebro de
los efectos tridimensionales del tiempo, la imagen del Señor de los Registros
en su función natural de MEMORIA COSMICA, aparece como una impresionante
Entidad Angélica envuelta completamente por una indescriptible y brillantísima
aura color amarillo oro, abarcando la totalidad del Espacio. Su actividad, tal
como Su nombre indica, es registrar y archivar todos los hechos, acontecimientos
y circunstancias que suceden dentro y fuera de los límites temporales del
espacio, es decir, tanto objetivos como subjetivos dentro del omniabarcante
seno creador, constituyendo así -vean, por favor, la importancia trascendente
de las memorias acumuladas en el tiempo- el fenómeno de la conciencia, ya sea
la de un Logos, de un Angel, de un hombre o de un humilde insecto. La
conciencia psicológica, la propia luz de la inteligencia, el sentido del amor y
el poder de la voluntad no podrían existir indudablemente si no hubiese en su
base un conjunto de memorias perfectamente archivadas, en el Cosmos y en el
corazón de todos los seres vivientes, que a cada cual da lo suyo y le presta un
significativo carácter de evolución y, por tanto, de jerarquía espiritual.
Cada cual será, pues, según sea la calidad de sus
recuerdos. Se trata de un principio de selección natural que todas las almas
sin distinción alguna efectúan en el devenir de sus particulares vivencias y
nadie será mejor o peor que lo que sus íntimas memorias que justifiquen,
utilizándolas en forma de conciencia para proyectarse incesantemente hacia el
futuro a la eterna búsqueda de la propia perfección. El Señor de los Registros
archiva así todos los actos realizados en la vida, todos los pensamientos y
todas las emociones, construyendo con ellos la base sobre la cual se estructura
la civilización, la historia y la cultura de los pueblos y de las humanidades.
La conciencia instintiva o de rebaño, común al reino animal, es asimismo el
resultado de una acumulación de hechos y experiencias realizadas en el interior
del alma grupo de este Reino o dentro del alma grupo de las especies que
conjuntamente lo integran. La conciencia colectiva de los reinos vegetal y
animal en cada una de sus múltiples especies expresa también la actividad del
Señor de los Registros, el Cual regula de esta manera las leyes de la evolución
universal y planetaria. Extendamos esta asombrosa actividad de registro y
archivo del Señor de la Memoria Cósmica al Espacio absoluto y tendremos en
nuestro poder la clave de la analogía, que nos permitirá justificar el conocido
axioma hermético Igual es arriba que abajo...
Utilizando creadoramente dicha clave no sería erróneo
quizás señalar a la Constelación de Capricornio como centro de contacto del
Señor de los Registros en relación con nuestro Universo y al planeta Saturno,
definido astrológicamente el Mensajero del tiempo, como el Archivador de los
Registros planetarios dentro del Sistema solar.
Al Señor de la Liberación se le simbolizó en todos los
tiempos como un glorioso Angel venciendo a un Dragón. El símbolo es perfecto
en el sentido de que el Angel representa al Espíritu del hombre y el Dragón la
síntesis de todas sus limitaciones nacidas del contacto con la Materia, las
cuales deben ser vencidas y sublimadas antes de que el alma acceda a la
perfección de cualquier estado de conciencia. La Lanza mediante la cual el
Angel vence al Dragón tiene también un significado esotérico muy interesante,
como por ejemplo asignarle el símbolo de la columna vertebral, profundamente
hundida en las entrañas del Dragón de las que brotan sangre y fuego y que
vienen a representar el Fuego de Kundalini, el cual asciende por la columna
vertebral del Iniciado a medida que la lanza, símbolo de cumplimiento, va
destruyendo todas las limitaciones impuestas al alma por la ley que rige la
Materia.
La Liberación es, al propio tiempo, un movimiento
constante de renovación. La lucha que sostiene el alma en el sentido de su redención,
va orientada siempre a impedir que la conciencia se paralice en el tiempo o se
ate sutilmente a cualquiera de los hechos de la historia de su vida. La
serpiente, que cambia de piel cíclica o periódicamente, es un perfecto símbolo
del principio de renovación que lleva adelante el Angel de la Liberación en su
esplendorosa e indescriptible ejecutoria. Y véase también en la imagen de la
serpiente una indicación del Fuego ascendente de kundalini una vez la Materia
ha sido vencida y el alma liberada.
De todas las consecuencias expuestas en este capítulo no
sería aventurado decir que el Centro de proyección de las energías del Señor de
la Liberación con respecto a nuestro Universo es la Constelación de SAGITARIO,
cuyo símbolo es el jinete sagrado arrojando la flecha de las grandes
decisiones al mundo del Espíritu, siendo Júpiter, el Hijo predilecto del Logos -según
rezan antiguos Comentarios esotéricos- el planeta que regula el movimiento de
la Liberación dentro de nuestro Sistema solar, secundado por Urano, a quien en
lenguaje oculto se Le denomina El Señor del Cumplimiento.
Capítulo XI
En nuestro Universo de segundo Rayo se expresa una ley
compensatoria entre el Bien y el Mal que esotéricamente definimos como de
Síntesis y se manifiesta en forma de equilibrio. La Síntesis, en todas sus
expresiones objetivas o subjetivas, certifica constantemente el sentido de
este equilibrio natural. Podríamos decir así, de acuerdo con las líneas que
seguimos en este Tratado, que el armonioso entendimiento y comprensión entre
dos de las más conocidas corrientes de vida evolutiva dentro del Universo, la
angélica y la humana, producirá a su debido tiempo una síntesis espiritual que
dará nacimiento a una nueva raza de hombres cuyas características etnológicas
serán de tal naturaleza que se confundirán con las formas sutiles de los
Angeles superiores, produciendo sutilidad física, sentido de transparencia,
carencia de sexo, profunda luminosidad y magnética radiación... El afortunado
ser a quien le ha sido posible percibir a un elevado Deva de la categoría de
los AGNISHVATTAS o establecer contacto consciente con su propio Angel Solar,
sabrá por anticipado la gloria que les aguarda a los seres humanos en el
devenir de ulteriores edades evolutivas, cuando trascendidas las etapas
correspondientes a los cuerpos físico, astral y mental, puedan funcionar
libremente en sus vehículos búdicos. Tal eventualidad, por alejada que parezca
es, sin embargo, sólo un pequeño ciclo dentro del gran Camino Cósmico que ha de
recorrer el ser humano hasta convertirse en un ser Andrógino, con la pureza
indescriptible del Angel superior y la conciencia cósmica que como ser humano
purificado le corresponde.
Cuando el hombre llega a ese estado que bien podemos
calificar de Síntesis, se convierte en un Agente universal o planetario del
Bien Cósmico. Sin embargo, cuando hablamos del Bien o del Mal cósmicos, no
hacemos sino extender a una superior escala o medida lo que humanamente
entendemos por bien y por mal con los inevitables riesgos de confusión mental
que ello presupone. Nuestras distinciones obedecen naturalmente al sentido de
lo que psicológicamente nos produce placer o bienestar o, por el contrario,
desazón, angustia y sufrimiento. Lógicamente, al tratar de extender estas
condiciones psicológicas al Cosmos absoluto nos encontraremos siempre con la
inevitable barrera de los desconocidos éteres espaciales, cuyas inexploradas
regiones constituyen todavía un misterio para nuestra humana comprensión, por
cuyo motivo se nos advierte esotéricamente de la necesidad de utilizar la clave
hermética de la analogía, aquella que se erige como el principio intuitivo
del conocimiento, en el sentido de que si el hombre es hecho realmente a imagen
y semejanza del Creador es obvio que al profundizar rectamente en sí mismo ha
de descubrir un día el secreto iniciático que encubre el alto Misterio del Bien
y del Mal y las causas ocultas que determinan ambos efectos. Siguiendo adelante
con este principio de analogía, podríamos considerar el Cosmos como una
gigantesca y sobrecogedora ampliación del ser humano perfecto y teniendo una cierta
idea de la perfección, tal como la evolución de nuestra mente nos la da a
entender, no nos será difícil establecer estas relaciones cósmicas con solo
considerar que el principio de analogía corre paralelo al del principio de
semejanza que, al parecer, existe como una constante divina en la extensión
infinita de todo lo creado.
El lector habrá apreciado, sin duda, que en algunos
pasajes de nuestro estudio hemos utilizado el término Mal Cósmico en el sentido
de que la Perfección absoluta no existe en lugar alguno del Cosmos, ya que de
haberla el Espacio, el Universo, el Cosmos en su totalidad, etc., serían un
inmenso e indescriptible PRALAYA, un insondable VACIO en donde habría sido
reabsorbida para siempre jamás la OBRA perenne de la Creación con sus infinitos
y correspondientes MANVANTARAS. En la línea de esta idea cabe señalar que
todo proceso evolutivo, sea cual sea su importancia y trascendencia, obedece a
razones kármicas, viniendo cualificado todo Karma por la Ley de Necesidad que
obliga a todo Logos creador a REENCARNAR cíclicamente en los insondables
Espacios que guardan el secreto del Cosmos manifestado. Habrá que imaginar,
por tanto, que existen Logos creadores de todas las Jerarquías posibles dentro
del cuadro de lo que esotéricamente hemos aprendido, planetarios, universales,
cósmicos y galácticos, cualificando cada uno de Ellos con su particular tipo de
evolución y naturaleza expresiva ciertas definidas zonas del Espacio infinito.
Esta analogía nos lleva consecuentemente a la consideración de excelsas
Potestades Angélicas de evolución análoga a la de tales Logos que, a igual que
las que consideramos como factores esenciales en la estructuración química de
nuestro planeta, cooperan con Aquellos en la substanciación etérica de Sus
inconcebibles Sistemas Estelares. Aparecerá claro también, y siempre hemos
depositado mucho énfasis sobre este punto, que dichos Sistemas constituyen
inmensas e inauditas familias cósmicas, inmersas en impresionantes ambientes
sociales, sujetas a igual que nosotros a la Ley de Fraternidad la cual, al
parecer, es el factor aglutinante -en el más oculto de los sentidos- que
mantiene la cohesión y el equilibrio de todos los mundos oscilantes...
Habremos de imaginar también, siempre desde el ángulo de
la analogía, que existirán grandes diferenciaciones de potencial magnético
entre los infinitos Logos que constituyen tales agrupaciones, pudiendo
asegurarse que tales diferencias de potencial producirán -como en el caso
corriente de las pilas eléctricas- el Misterio imperecedero de la ELECTRICIDAD,
esta ENERGIA de indescriptibles variaciones, frecuencias e intensidades en
orden a la evolución cósmica, que utilizan las infinitas e increíbles huestes
de Angeles de todas las posibles Jerarquías para construir las estructuras
físicas o moleculares que corresponden a cada tipo de Universo. Esto lo hemos
dicho ya varias veces durante el curso de este Tratado y aunque pueda aparecer
como una innecesaria redundancia, deberemos continuar insistiendo sobre este
punto, ya que no podemos hablar de Síntesis o de Equilibrio sin aceptar
previamente aquella INTERCOMUNICACION LOGOICO-ANGELICA que determina el
misterio de la construcción de los mundos.
En este orden de cosas deberemos admitir también que en
las infinitas extensiones del Espacio -vean, por favor, cuan limitados son los
términos que debemos utilizar- existen ZONAS de tensión o de distensión de
carácter magnético, cuyas representaciones objetivas tal como aparecen ante
nuestra mente tridimensional, pueden aparecer como canalizadoras del Bien o del
Mal cósmico, lo mismo que hacemos habitualmente al referirnos a nuestros
ambientes cuando nos son agradables y simpáticos o cuando, por el contrario,
los conceptuamos de desagradables y repelentes.
Ahora bien, al llegar a este punto deberemos considerar
si la analogía que utilizamos frente al estudio del inconmensurable Cosmos es
válida y representa algún tipo de realidad, o si es inadecuada e imperfecta
debido a que nuestra mente es incapaz todavía de utilizar creadoramente
aquella analogía por efecto de la falta de desarrollo de nuestros sentidos
superiores. Deberemos decir sobre tal extremo, que no disponemos de otra medida
que la de nuestro actual entendimiento y que es a través del mismo que nos
esforzamos por acercamos honestamente a la Verdad...
Esta honestidad nos librará, sin duda, de la limitación
de ciertos interrogantes científicos que todavía hoy, casi en las postrimerías
del siglo XX, están preguntándose si existe vida y conciencia en otros mundos o
en otros Universos. Sobre este punto, reconocerán Uds. que la investigación
esotérica va mucho más allá del intento científico, ya que como inicio de sus
investigaciones acepta el hecho de que la Vida lo llena todo, que no existen
vacíos en el Cosmos y que la Conciencia y tipo de Forma de cada Universo,
obedecen a una sublime mecánica en el centro de la cual se agitan unos
misteriosos Agentes invisibles que utilizan los formidables impulsos creadores
surgidos de no importa qué centro Logoico de tensión creadora, para construir
los andamiajes y las estructuras de materia cósmica surgidas de aquellos
Centros que objetivarán, substanciarán o darán forma a todos los planetas, a
todos los Universos y a todas las Galaxias.
Utilizando pues la analogía a nuestro alcance y
reconociendo, al menos como una necesaria hipótesis, que el Espacio absoluto
contiene todas las medidas que puedan cualificar la Vida, crear el
Entendimiento y construir todas las Formas existentes, aceptaremos el hecho de
que el Bien y el Mal cósmico constituyen una necesaria polaridad, tal como
ocurre en nuestro Universo y más concretamente en nuestro planeta Tierra. Así,
desde el ángulo esotérico deberíamos estudiar dicha polaridad considerándola
el principio misterioso del Karma Cósmico, que obliga a la Vida representada
por cualquier Centro Logoico de Creación a manifestarse cíclicamente utilizando
como Cuerpos de expresión a Universos cada vez más perfectos, sutiles e
incluyentes. Vista la idea desde este ángulo de vista, los conceptos de Bien y
de Mal aceptados como una necesaria polaridad adoptan esotéricamente el sentido
místico del Karma y es a partir de aquí que podemos iniciar realmente un
estudio esotérico del Cosmos, equiparando lo que sucede en sus insondables e
indescriptibles oquedades con lo que ocurre en nuestro mundo en relación con la
humanidad.
Si tuviésemos la visión de un inefable Adepto en nuestro
intento de descubrir la maravillosa Verdad que se oculta tras el velo de
nuestra humana ignorancia, quizás descubriríamos que las ZONAS que
anteriormente describíamos como expresiones del Bien o del Mal cósmico, no son
sino GIGANTESCAS NEBULOSAS conteniendo las semillas de todo lo correcto o de
todo lo incorrecto que realizaron o están realizando las humanidades de todos
los Sistemas de Mundos en eterna evolución. El Bien y el Mal en el sentido
cósmico tendrían entonces un claro significado psicológico, por cuanto los
relacionaríamos con nuestros. ambientes sociales en donde lo bueno y lo malo,
lo correcto y lo incorrecto y lo apetecible y lo indeseable, constituyen el eje
mágico alrededor del cual oscila la Vida del Espíritu, a través de toda posible
expresión de Forma, a fin de ser cada vez más consciente o de tener cada vez
más alma y poder afirmar así en el ámbito de lo creado aquel inefable sentido
de Síntesis, el Centro Omega de todo proceso creador.
Podríamos representar la Ley del Espíritu como el
impulso básico y esencial de la Creación y la Ley de la Materia como una
expresión objetiva y mágica de aquel impulso, ordenando el proceso de la
evolución de acuerdo con aquella parte del Espíritu presente en toda posible
manifestación de forma, que llamamos Alma, Cualidad o Conciencia y situando
entre el Espíritu y el Alma o entre el Alma y la forma física a aquellos
excelsos, invisibles e inconcebibles Agentes divinos que llamamos Angeles o
Devas, los fieles intérpretes de la Voluntad de Dios.
Y son precisamente tales misteriosos Agentes de la
Divinidad, los que en la línea de nuestro estudio y en la honestidad de
nuestras investigaciones esotéricas consideramos como las Semillas del Bien
Cósmico. Del Espíritu a la Materia, siguiendo la inefable Ruta de los Dioses,
el Espíritu del Bien, el impulso creador se reviste de substancia material, una
substancia que los Angeles fabrican con ETER de todas las posibles densidades
en el interior de aquel sublime Espacio que esotéricamente definimos como el
Círculo-no-se-pasa de la evolución Logoica y más allá del cual se halla el Espacio
contenedor de otro Universo en donde -utilizando inteligentemente la analogía-
se inicia el Círculo-no-se-pasa o las fronteras cósmicas en donde otro sublime
Logos ha encerrado el Karma de Su Vida para realizar un nuevo proceso creador y
recorrer otro indescriptible Camino evolutivo. Pero, el Espíritu en la Materia,
la cual representa el aspecto negativo del proceso, el aspecto del Mal, en el
sentido del esfuerzo, de la lucha y del desesperado intento de redención o
liberación halla también su representación en los Devas constructores de la
Forma, en aquellos otros Agentes invisibles aunque eternamente presentes que
en multiplicidad de huestes y jerarquías, laboran en el seno de la substancia
material tratando de construir para el Espíritu divino la más adecuada
expresión al Karma de Su Vida representado en las Leyes de la Necesidad que
todos los Logos creadores acatan en los abismales repliegues de Sus insondables
conciencias.
Si las ideas que acabamos de exponer han sido
adecuadamente interpretadas, se llegará fácilmente a la conclusión de que en
las inmensas soledades cósmicas y en los divinos Espacios intermoleculares de
donde extraen los Logos su inconcebible potencia creadora, existe una
constante lucha -o quizás sería mejor decir un permanente intento de
reconciliación- entre el Bien y el Mal, siendo tales actividades las
precursoras de todo posible Universo ya que las Leyes de la Polaridad
constituyen, como anteriormente señalamos, el eje mágico de la evolución
alrededor del cual giran todas las expresiones de Vida cósmica, desde el inicio
de una Nebulosa en substancia etérica de la más sublime sutilidad, hasta que el
misterio alquímico de la substanciación angélica la convierte en un
maravilloso Universo dotado de todas las infinitas cualidades de la Vida. Así,
el orden universal sigue su marcha y el impulso creador eternamente renovado
extrae del seno profundo del Espacio todo tipo de Eter cualificado que
convenientemente estructurado por las Entidades Angélicas siguiendo un riguroso
método de proporción y sabias medidas que son la esencia de sus vidas
entregadas a la perfección de la Forma, se convertirá en el adecuado Cáliz que
ha de contener el Verbo de la Experiencia, de la Visión y de la Revelación de
un Logos creador.
Desde el ángulo de vista angélico, que es el que nos
interesa captar y tratar de comprender, la lucha entre el Bien y el Mal tal
como aparece ante nuestra humana visión, se aprecia como un claro intento de
unión y reconciliación del Espíritu y la Materia, siendo los Angeles los
misteriosos Agentes de tal intento. Toda su obra, desde el inicio del Sistema
solar por medio de una Nebulosa hasta la consumación del último Manvántara, es
de armonía y equilibrio, ya que su objetivo es la Forma perfecta. Desde un buen
principio y utilizando la mecánica de una inteligencia más allá de nuestro
alcance, elaboran la materia, la dignifican con sus vidas de armonía y le
infunden un orden de proporción y de crecimiento que regirá las sabias medidas,
justas y equilibradas a las cuales deberán ajustarse todas las formas
expresivas de la Naturaleza. Estas sabias medidas que rigen la perfecta
proporción de todas y cada una de las cosas creadas, fueron antaño un secreto
iniciático que los grandes artistas del pasado lograron conquistar y las
legaron al mundo de la construcción y del arte creador bajo la denominación
técnica de medidas áureas o medidas solares. Estas medidas áureas que rigen las
proporciones justas y correctas de todos los cuerpos físicos de la Naturaleza
constituyen misteriosamente la conciencia de los Devas y es por medio de ellas
que construyen las formas perfectas que admiramos por doquier, singularmente en
el Reino vegetal en donde Dios, nuestro Logos solar, ha depositado por razones
intimas de carácter cósmico Su especial preferencia. La perfección angélica,
vista desde el ángulo más profundamente esotérico, viene determinada por la
evolución de las medidas áureas que utilizan en su trabajo de construir formas
de Materia para el Espíritu creador, pudiendo asegurar que tal perfección
culmina siempre con la plasmación o realización de los llamados ARQUETIPOS, es
decir, la encarnación perfecta de la Idea de Dios con respecto a un Plano de la
Naturaleza, a un definido Reino, a una Raza humana, a una determinada especie
dentro de un Reino o a un ser humano que alcanzó la liberación... El ARQUETIPO
es, por tanto, el Centro místico del Intento creador, el vórtice de energía
dinámica que preside el proceso incesante de la evolución. Realizar el
Arquetipo presupone tanto para los Angeles como para los hombres el objetivo
místico de la propia perfección; los hombres por la comprensión perfecta de las
ideas sublimes encerradas en la Mente de Dios y constituyendo Misterios
iniciáticos; los Angeles, porque supieron interpretar adecuadamente la forma de
administrar tales Misterios y fueron capaces de construir en consecuencia la
Estructura molecular idónea, sabiamente calculada y maravillosamente dispuesta
para poder albergar aquel Cuerpo de Misterios que el hombre introducía en su interior.
De esta manera, siempre veremos surgir del glorioso intento creador
incontenibles huestes angélicas llevando escritas en sus radiantes auras
magnéticas de sublime vibración las suaves medidas áureas a las cuales ajustan
perennemente su acción en el tiempo las indescriptibles perfecciones cósmicas.
La perfección de un estado natural u original parece
también, desde el ángulo psicológico, como una medida áurea o solar cuya singularidad
y sentido de divina proporción son asimismo una obra angélica, de manera que si
elevando la idea intelectual a la concepción sensible del verdadero artista
creador tuviésemos que describir la obra de los Angeles en relación con la
manifestación infinita de la Naturaleza, no podríamos hacerlo sino que en
términos de sabias y armónicas proporciones, siendo esta perfección la que el
hombre debe copiar psicológicamente de la Naturaleza como el único y adecuado
Camino de Unión y Reconciliación con la Vida maravillosa de los Angeles.
Es al llegar a este punto de comprensión que la Vida del
Universo, del planeta, de la Naturaleza o del hombre empieza a adquirir su
verdadero significado y a considerar que la analogía -que es la medida
proporcional por excelencia en orden al conocimiento superior- le deparará
siempre al ser humano de espíritu investigador la clave mística del
reconocimiento integral de todas las cosas. La Vida del Universo que es un
concepto total en el sentido del conocimiento esotérico, se manifiesta como una
Realidad cuya medida espiritual e inmaculado sentido de la proporción se
hallan presentes en todas y cada una de las cosas de la Naturaleza, siendo
todas ellas perfectas pues perfectas son -de acuerdo con su particular y bien
definida misión- las fuerzas naturales o dévicas que siguiendo las directrices
de las medidas y proporciones solares, construyen los elementos moleculares
mediante los cuales son estructurados los Universos... La perfección de los
estados de conciencia de los hombres y los exaltados impulsos de mística reverencia
de sus almas espirituales, contemplados por un Deva de exaltada evolución,
aparecerán siempre como suaves medidas de proporción cósmica. Por ello, cuando
en escritos anteriores habíamos afirmado que el hombre es la medida de la
Creación, no hacíamos sino preludiar estas otras afirmaciones sobre la proporción
cósmica de esta medida y presentar a la humanidad como uno de los objetivos
principales de la atención de Dios en esta presente fase de cumplimiento
universal en lo que al planeta Tierra se refiere.
A medida que avanzamos en nuestro estudio esotérico
sobre los Angeles, más grande es nuestra convicción de que la Trinidad compuesta
por los aspectos de Vida, Conciencia y Forma se hallan presentes por doquier,
no sólo en lo objetivo, concreto y tangible, sino también en los misteriosos
mundos subjetivos en donde nuestros sentidos físicos no tienen todavía un
pleno acceso, pero en donde nuestra mente investigadora que se ha hecho
vulnerable a las sutilidades íntimas del Espacio, descubre un insospechable
orbe lleno de las más complejas, bellas e inimitables formas. Llegamos a
descubrir también, en alas de nuestro sentido investigador, áreas
insospechables de vida y de conciencia bajo aspectos y figuras de entidades
psicológicas y psíquicas, en aquellas místicas regiones consideradas hasta aquí
como sutiles abstracciones filosóficas, es decir, las contenedoras o
recipientes del Espacio y del Tiempo. Desde el momento en que hemos descubierto
este nuevo y maravilloso mundo, lleno de mágicas influencias celestes flotando
incesantemente a nuestro alrededor y hemos establecido un cierto e inteligente
contacto con las fuerzas dévicas o angélicas de la Naturaleza, las más
filosóficas abstracciones aparecen ante nuestra observación como actividades
psicológicas y realidades científicas en todos los niveles posibles de vida y
existencia en el dilatado campo expresivo de la Naturaleza.
Hemos llegado así a la conclusión de que el Espacio en
su absoluta integridad es una Entidad psíquica, inteligente y de carácter
angélico poseyendo una extraordinaria e insospechable capacidad de reacción a
todas y cada una de nuestras actividades humanas, desde las más sencillas como
el respirar y la asimilación de los alimentos hasta las que motivan las más audaces
aventuras a la búsqueda de la Verdad espiritual más profunda e incluyente. Tales
reacciones obedecen siempre, no lo olvidemos, a las sabias previsiones de la
Divinidad en Su voluntad de registrar en Su omniabarcante Conciencia la
experiencia psicológica, espiritual o mística que resulta del contacto del ser
humano y de todos los demás seres vivientes de la Naturaleza con la Entidad
Espacio, la cual, en cada uno de sus infinitos repliegues místicos, alberga a
aquella otra Entidad Angélica, parte consubstancial de su Vida, que llamamos
Tiempo y cuya acción, apreciada desde el ángulo esotérico, aparece como
Energía, lo mismo que hacemos cuando consideramos la actividad de los Angeles
o los Devas. El Espacio y el Tiempo guardan aparentemente una relación muy
similar a la del Espíritu y la Materia, pudiendo ser medidas las naturales e
inevitables reacciones del Espacio en aspectos de Tiempo, variando el concepto
de Tiempo como Entidad, o como Energía, de acuerdo con la evolución de cada
uno de los Universos que constituyen un Sistema cósmico o un grupo de Galaxias.
A medida que vayamos profundizando en la vida de los
Devas, singularmente en la de Aquellos que de manera misteriosa constituyen la
contraparte mística de la humanidad, nuevos conceptos filosóficos y más
elevadas analogías aparecerán ante nuestras investigaciones, adquiriendo
valores objetivos las más profundas abstracciones y reconociendo que todo
cuanto existe es la obra de una prodigiosa hueste de Entidades dévicas,
funcionando sincrónicamente con el Propósito infinito de una Voluntad Cósmica
que trasciende por completo nuestro más elevado entendimiento. Pero, reconociendo
el hecho, investigaremos las leyes divinas a nuestro alcance para intentar
descubrir algunos de sus secretos o misterios, los cuales constituyen el
objetivo de todas nuestras investigaciones ocultas. El primero de tales
secretos será, sin duda, el reconocimiento intuitivo -que más adelante será
científico- de que las múltiples Jerarquías Angélicas del Universo constituyen
la Entidad Espacio; el segundo lo constituirá el reconocimiento de que las
actividades de los seres humanos y de todas las humanidades y seres vivientes
de los planetas de nuestro Sistema solar son las motivadoras de aquella otra
indescriptible Entidad psicológica que en su integridad llamamos Tiempo.
Resulta enormemente curioso y al propio tiempo singularmente aleccionador
relacionar ambas Entidades con las ideas de Espíritu y Materia y, en una más
técnica demostración objetiva, con las del Reino de los Angeles y el Mundo de
los hombres. Se abre entonces un nuevo ciclo de investigación esotérica, el
cual vendrá seguramente a demostrar que en toda universal actividad dentro de
la infinita grandiosidad del Cosmos, concurren tres aspectos esenciales:
a. El Espacio
b. El Tiempo
c. El factor Luz, mediante el cual Espacio y Tiempo
pueden ser relacionados.
Al llegar a esta conclusión, la idea más importante a
considerar de acuerdo con nuestras investigaciones sobre el mundo dévico. es la
inevitable relación Espacio - Luz - Tiempo con respecto a la producción de los
ambientes sociales que se hallan en la base de las distintas civilizaciones y
culturas de la humanidad y constituyen los aspectos fundamentales de la
historia. Desde tal ángulo de vista podríamos llegar a una analogía de
síntesis. Por ejemplo:
CONDICION CUALIDAD
EFECTOS DEVAS
Espacio - Espíritu Mente Civilización
AGNISHVATTAS
Luz - Alma Energía Cultura AGNISURYAS
Tiempo - Cuerpo Materia Historia AGNISCHAITAS
Démonos cuenta así que la historia que registran
objetivamente los éteres del Espacio, o Memoria Cósmica de la Naturaleza, no es
sino la condensación de las culturas que segregaron subjetivamente las grandes
civilizaciones planetarias en el proceso eternamente incansable y vibrante de
la evolución. Bastará recordar, en todo caso, cuanto hasta aquí fue dicho en
relación con las vidas dévicas y sus incesantes contactos con la vida de la
Naturaleza, de la cual el hombre forma parte, y considerar que las
contracciones y dilataciones del éter que preludian las infinitas creaciones
universales, son la obra de los trabajadores invisibles del mundo oculto, o
devas constructores, los cuales, con la luz o la energía de sus vidas tejen
-tal como místicamente se dice- todas las formas objetivas y subjetivas del
Universo. De ahí que desde el ángulo esotérico, ciertas jerarquías dévicas o
angélicas son consideradas el aspecto LUZ que ilumina, o la ENERGIA que
vivifica los mares insondables del Espacio, de la misma manera que las
actividades de los hombres en sus múltiples niveles determinan el fenómeno
misterioso del Tiempo. De esta manera, el maravilloso enigma que subyace en el
crecimiento de la más humilde planta, como el que se revela en la forma
mística, esencialmente geométrica, de una delicada flor, de un pájaro o del
propio ser humano, puede ser medido siempre en términos de Espacio y Tiempo,
relacionados y vinculados por el factor Luz, constituyendo estos tres elementos
la gloria infinita de la Divinidad en su incansable esfuerzo por SER y por
REALIZAR, determinantes del proceso de la Evolución.
Si nos atenemos a estas conclusiones, cuando leamos o
estudiemos las páginas de la historia planetaria y enfrentemos los hechos
históricos creados por las distintas civilizaciones y culturas del pasado,
nuestra mente investigadora penetrará, por analogía, en el carácter psicológico
de los hombres que las crearon y comprobará la calidad específica de los
Angeles que intervinieron en su manifestación y estructuración, ya se trate de
las civilizaciones egipcia, helénica, etrusca o maya o aquella otra, de
carácter cósmico, que produjo la gloria del Renacimiento, cuyas bases culturales
constituyen todavía, en las postrimerías de este siglo XX, unos ARQUETIPOS de
inspiración y perfección para la Raza humana.
Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, el hombre
piensa y, consciente o inconscientemente, CREA y el Angel segrega de Sí la
energía que corresponde al pensamiento humano; así, de acuerdo con la cualidad
del mismo pacientemente ELABORA y CONSTRUYE las condiciones precisas de la
existencia organizada de la humanidad. No existe, por tanto, Separatividad
entre ambos mundos, el angélico y el humano, pues el sentido del axioma oculto
..la energía sigue al pensamiento es de orden cósmico y no existe impulso
alguno de vida en el planeta o en el Universo que no halle en cualquier tipo de
Deva la oportunidad infinita de manifestarse. Y esto no reza solamente para los
Reinos inferiores de la Naturaleza y para la humanidad, sino también para los
Reinos superiores, pues la historia es la misma, aunque escrita con distintos
caracteres, en la Vida inconmensurable del Creador. El aspecto práctico de
esta conclusión es que todos contribuimos con nuestros pensamientos, emociones
y humanas actitudes a escribir la historia del tiempo, pero sólo los sabios
conocedores serán capaces de recubrir sus imperecederas páginas con las doradas
túnicas de la experiencia espiritual. Hay, pues, grandes responsabilidades en
el orden individual y social, así como oportunidades múltiples de realización
si se es consciente de la obra mística de la Naturaleza que la vida de los
Angeles nos está constantemente señalando. Es sólo cuestión de abrir los ojos
para ver y afinar cuidadosamente el oído para oír, pues todo está hecho ya de
acuerdo con los grandes patrones históricos y Arquetipos sublimes vibrantes en
los mundos ocultos, desde donde los Angeles, las energías espirituales que
siguen y persiguen los pensamientos de los hombres, aguardan con infinita
paciencia que la voluntad humana sea fuerte y audaz y decida penetrar con mente
clara y corazón puro en sus divinos retiros e inconcebibles santuarios...
Capítulo XII.
Una de las grandes dificultades que tendrá que enfrentar
el estudiante de Astrología de nuestros días es la que hace referencia a lo
que esotéricamente se define como personificación de las energías procedentes
de cada una de las Constelaciones del Zodíaco, bañadas místicamente en la luz
del sol y transportadas o proyectadas sobre nuestro planeta por los misteriosos
agentes del éter que dinamizan los espacios universales. De la misma manera que
la luz del sol se proyecta sobre la Tierra en virtud de un acto de Decisión solar,
las energías de las Constelaciones Zodiacales vienen proyectadas por las
grandes Decisiones Cósmicas engendradas en los ocultos e indescriptibles
centros místicos de donde se origina la vida que anima dichas Constelaciones,
pudiendo afirmarse que las corrientes de energía astrológica son actos de
Voluntad, de Amor o de Inteligencia engendrados por los potentísimos e
incomprensibles Logos que utilizan aquellas Constelaciones como Cuerpos de Manifestación.
El tema visto así, de improviso, aparece como difícilmente comprensible dada
la aterradora majestad de sus cósmicas repercusiones, pero si aplicamos
correctamente la analogía veremos cómo la idea aparece clara y sencillamente a
nuestro análisis intelectual. Bastará para ello confeccionar mentalmente un
simple cuadro de analogía de acuerdo a cuanto esotéricamente sabemos sobre la
ley de evolución, es decir, a la ley de jerarquía espiritual que rige para el
cosmos absoluto. En nuestro estudio esotérico sobre los Angeles hemos podido
comprobar que a cada estado de conciencia humana corresponde una corriente de
energía dévica, o sea, que la sensibilidad angélica y su capacidad de crear
corrientes de energía eléctrica alrededor del campo magnético humano (su Aura
etérica), deben corresponderse forzosamente con las actitudes mentales,
emocionales y físicas de los seres humanos. Es partiendo de esta base que nos
fue posible hablar de los ambientes sociales, familiares e individuales dentro
de la humanidad. Así, pues, la analogía entre el Angel y el Hombre, creciendo
en majestad y potencia, puede deparamos una visión muy objetiva de lo que
podríamos denominar científicamente corrientes astrológicas, ya se refieran a
los astros, a los Sistemas solares o a las propias Constelaciones que, en su
mutua interdependencia, constituyen una Galaxia. Siguiendo con este orden de
ideas podríamos decir que cada Constelación, vista en su conjunto, no es sino
el Cuerno objetivo de una Individualidad Psicológica de carácter cósmico cuya
Conciencia, expresando cualidades definidas, se manifiesta -si podemos decirlo
así- como un movimiento en el Espacio mediante el cual son invocadas
potentísimas Entidades Angélicas, las Cuales convierten aquel movimiento en
energía y la transportan -vía el éter- a las más alejadas regiones del Cosmos
absoluto. El principio hermético la energía sigue al pensamiento puede ser
íntegramente aplicado aquí, facilitando el trabajo de nuestra mente
investigadora. El Gran Iniciado HERMES TRISMEGISTUS les llamó a estas
potentísimas Entidades Angélicas “los Gobernadores del Mundo”, concretando la
actividad de Aquéllas que más asidua y particularmente toman contacto con
nuestro planeta Tierra.
Al analizar la definición bíblica de los Siete Espíritus
ante el Trono del Señor (El Logos Solar) refiriéndose a los Siete Logos
planetarios, Señores de Rayo, Regentes de los Siete planetas sagrados de
nuestro Universo, es decir, de Vulcano, Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno,
Urano y Neptuno, adivinamos que se hace también una directa referencia a los
Siete esplendentes Arcángeles relacionados muy íntimamente con la vida mística
de aquéllos. Tales Entidades Angélicas podrían ser análogamente descritas así,
de acuerdo con su relación íntima con el planeta sagrado del que dimanan o del
cual -por decirlo de alguna más significativa manera- extraen sus energías:
ANGEL PLANETA
Raziel
........................................ Vulcano
Miguel ........................................ Mercurio
Haniel
........................................ Venus
Zadquiel
....................................... Júpiter
Zapquiel
....................................... Saturno
Gabriel ....................................... Urano
Camael
....................................... Neptuno
Hay que tener en cuenta al respecto que la terminación
“el”, asignada a todo Angel superior, es un símbolo del omnipotente poder de
la Divinidad que le asignó un nombre o un atributo creador a cada Angel, a cada
ser humano y a cada elemento vivo en el seno infinito de la Naturaleza. Así, si
utilizáramos la raíz latina en la denominación de los poderosos Mahadevas que
rigen las energías que surgen de las Constelaciones del Zodíaco, los
denominaríamos así: Ariel, Tauriel, Cancriel, Leoniel, Virginiel, Libriel,
Escorpiel, Capriel, Acuariel y Pisciel, en vez de la raíz hebraica que los
denomina así:
Aries Malquidiel
Tauro Armodel
Géminis Ambriel
Cáncer Muriel
Leo Verquiel
Virgo Hamaliel
Libra Zuriel
Escorpio Barquiel
Sagitario Aduaquiel
Capricornio Hanael
Acuario Gambiel
Piscis Batquiel
Pero prescindiendo de tales denominaciones que sólo
deben ser tenidas en cuenta desde el ángulo lingüístico, lo interesante para
nosotros es tratar de captar el significado íntimo de las corrientes
astrológicas que desde todas las partes del cielo se precipitan sobre nuestro
planeta, ya que lo más importante desde el ángulo esotérico es cómo captar
adecuadamente tales energías y cómo canalizarlas individualmente para crear
correctos ambientes sociales, lo cual únicamente será posible si nuestra vida
personal es tan correcta que pueda servir de adecuado cauce a aquellas corrientes
de energía astrológica, algunas de las cuales hacen vibrar los éteres del
espacio a unas notas de tal elevada frecuencia que sólo pueden ser canalizadas
perfectamente por los grandes Angeles planetarios o por los altos Iniciados de
la Jerarquía. Sin embargo, a los seres humanos de una cierta evolución les cabe
la suerte -si podemos decirlo así- de acogerse consciente o inconscientemente a
las influencias angélicas o astrológicas que rigen los ciclos menores del tiempo, llamados esotéricamente tatwas, y
también los que se derivan del movimiento de rotación de la Tierra, es decir,
del día, de la noche, de las auroras y de los crepúsculos, así como de los del
movimiento de traslación del planeta alrededor del sol que originan las cuatro
estaciones del año... Por todas estas coincidencias que influyen poderosamente
en el destino humano, cabe admitir la importancia del conocimiento del mundo
dévico en relación con la vida de la Naturaleza y de la sabia definición del
gran iniciado HERMES TRISMEGISTUS, que les asignaba a los Angeles la
denominación de gobernadores del
mundo.
Ahora bien, de acuerdo con la descripción
esotérica hasta aquí realizada para definir las distintas jerarquías angélicas
que operan en y a través de nuestro Universo, habrá que hacerse un énfasis
especial a las jerarquías que actúan más allá del círculo-no-se-pasa del
Sistema solar por cuanto personifican las energías que provienen de las Doce
Constelaciones Zodiacales que constituyen nuestro cielo sideral y que a través
de los grandes Angeles planetarios convergen en la vida evolutiva del planeta a
través de las fuerzas ocultas que rigen el complejo molecular de los elementos
químicos de la Naturaleza, es decir, los elementales constructores del aire,
del fuego, del agua y de la tierra, llamados esotéricamente en nuestro Tratado,
sílfides, salamandras, ondinas y gnomos... Un atento examen del diagrama que
sigue nos informará acerca de las relaciones astrológicas que existen entre las
grandes Constelaciones, los Angeles, los planetas y la vida oculta de la
Naturaleza a través de los pequeños gobernantes de los elementos, reconocidos
esotéricamente como elementales constructores: (ver pág. 153)
CONSTELACIONES PLANETAS ANGELES
ELEMENTO DEVAS
CONSTRUCTORES
Aries ......................... Marte
Leo ........................... Sol
.............. Agnis .......... Fuego .......... Salamandras
Sagitario ................... Júpiter
Tauro ........................ Venus
Virgo ......................... Mercurio
......... Saturnos .......
Tierra ........... Gnomos o espíritus
Capricornio ............... Saturno de la tierra.
Géminis ..................... Mercurio
Libra .......................... Venus
........... Mercurios .......
Aire ............ Sílfides o Silfos
Acuario ...................... Urano
Cáncer ...................... La Luna
Escorpio .................... Marte
........... Neptunos .......
Agua ........... Ondinas
Piscis ........................ Plutón
Este diagrama va orientado hacia la
comprensión espiritual del hombre corriente. El orden de los planetas regentes
variaría si nos atuviésemos a la evolución de los discípulos mundiales y de los
Iniciados del planeta. Sin embargo, esperamos que el orden expuesto sea
suficiente por ahora, ya que no es nuestro empeño en este Tratado esotérico
sobre los Angeles abordar directamente el estudio astrológico, sino que
intentamos únicamente establecer analogías para facilitar nuestra investigación
sobre la vida de los Devas.
La personificación Mistica de las Energías
El aspirante espiritual debe estudiar el
ocultismo desde el ángulo de vista de las causas motivadoras de los
acontecimientos planetarios y prestar menos
atención a las conclusiones exotéricas basadas en objetividades intelectuales,
muy dignas de tener en cuenta, pero del todo punto insuficientes para poder
adueñarse del secreto dévico o angélico que rige el mundo de las causas de
todos los fenómenos naturales pero, paradójicamente, deberá experimentar, tan
exotéricamente como le sea posible -si puede ser comprendida exactamente esta
locución- las verdades esotéricas sometidas a su atención acerca de
las causas de toda manifestación objetiva de la Naturaleza y de los
ambientes sociales de la humanidad, a fin de poder localizar en
el éter a las gloriosas Entidades dévicas cuya misión es
personificar las energías logoicas que surgen de todos los puntos del Espacio absoluto y sirven de Vehículos de
comunicación
entre Sí de todas aquellas
Entidades Logoicas cuyo destino inviolable es extenderse en magnitud y
profundidad por las infinitas regiones cósmicas. Siendo así, la misión del
aspirante espiritual, cuya participación en la
vida evolutiva de la Naturaleza ha de ser cada vez más consciente y
efectiva, será sin duda también la de crecer en magnitud y
profundidad dentro de los ámbitos planetarios en donde vive, se mueve
y tiene el ser, lo cual sólo será posible si se deja influenciar
creadoramente por la fuerza mágica de los Angeles y se somete voluntariamente a la actividad moldeadora
que Ellos
ejercen sobre los hombres y
sobre las comunidades sociales de acuerdo con la
presión de los majestuosos Arquetipos causales diseñados por la
propia Divinidad. De acuerdo con esta idea podríamos decir que
el mejor de los consejos que puede serle impartido al
aspirante espiritual -hacia el cual van especialmente dirigidos estos comentarios- es que se deje guiar
serenamente por las corrientes
astrológicas que rigen su destino kármico más bien que el pretender conocer intelectualmente los signos
astrológicos
que lo rigen. Así avanzará más
rápidamente hacia la consumación de su vida kármica
ya que, tal como dice el Maestro, mejor es vivir que conocer. Como se
verá por poco que se profundice en estas palabras, no se
niega en absoluto la efectividad del conocimiento intelectual relacionado con la forma y principal
integrador de la mente razonadora,
sino que se le pospone únicamente para dar lugar a la cualidad
vivencial del Espíritu, el cual está más allá y por encima de todo posible razonamiento. Es decir, y siendo
todavía
más concretos, en el primer caso
y a través de las vías del conocimiento natural sabemos que existen los
Angeles, pero en el segundo establecemos contacto con sus inmortales Vidas y
nos dejamos
guiar por las luminosas
expresiones de sus Presencias radiantes. La entrada en el
Sendero oculto como regla obligada de nuestro propósito espiritual, es el resultado cierto –nos demos o
no cuenta de ello- de alguna
experiencia vivida de carácter angélico. Tal experiencia ha impresionado sin
embargo tan potente y fúlgidamente nuestra memoria que ya jamás podremos
olvidarla y es aquella luz subjetiva e intuitiva la que lenta aunque
persistentemente nos va introduciendo en el Camino iniciático...
Este tema será continuación del anterior, pero concretándolo
a aspectos más objetivos y más fácilmente asimilables para la mente intelectual
de los aspirantes espirituales. Al definir a la Astrología como una Ciencia de
Comunicación o de relación entre Angeles y Hombres, tenemos en cuenta el
significado místico del contacto espiritual existente desde siempre por
decisiones de la propia Divinidad y que, por ello, escapa totalmente a nuestros
comentarios. Intentamos únicamente añadirle un mayor sentido potencial ,
asignándoles a los hombres sentido creador y a los Angeles cualidades
constructoras. Así, el sentido del axioma esotérico la Energía sigue al
Pensamiento, puede ser utilizado igualmente en la locución corrientes de
energía ambiental o cuando extendiendo enormemente el significado oculto de la
misma hacemos uso de la frase corrientes de vida astrológica. En ambos casos se
expresa idéntica idea de COPARTICIPACION, ya sea entre Entidades Logoicas y
poderosos Arcángeles o entre entidades humanas y Angeles familiares. Lo único
que hay que señalar naturalmente es la abismal distancia, medida en términos de
evolución, que separa un trascendente Arcángel que teje los acontecimientos
que constituyen el destino creador de un Logos, Señor de un Universo, de una
constelación o de una Galaxia, de aquel Deva familiar que utilizando los
materiales que le suministra la vida espiritual y oculta de un ser humano, le
crea los acontecimientos ambientales que configuran y modelan su destino.
Por lo tanto, cuando hablamos de la Astrología como una
vía natural de. comunicación entre Angeles y hombres en virtud de las energías
de los astros, no hacemos sino concretar el proceso en términos fácilmente
comprensibles para la mente intelectual. Utilizando la clave de la analogía
nos será útil considerar la relación que existe entre:
a.
Las Doce
Constelaciones del Zodíaco (Los doce MAHADEVAS).
b. Los Doce
Planetas Sagrados (al finalizar el Mahamanvántara)
c.
Las Doce Lunas del
Planeta Júpiter
d.
Las Doce Tribus de
Israel
e.
Las Doce Puertas de
la Ciudad Celeste (de Shamballa)
f.
Los Doce Trabajos de
Hércules
g.
Los Doce Apóstoles
(Los doce Angeles planetarios)
h.
Los Doce Pétalos
Sagrados del Corazón
i.
Los Doce Meses del
Año
Esta relación, entresacada de las leyes de la analogía,
si bien no completa, nos permitirá extender considerablemente nuestro horizonte
mental en torno a nuestro estudio esotérico sobre los Angeles ya que tales
Entidades, a partir de los Doce Mahadevas de las Constelaciones del Zodíaco que
presiden nuestro cielo sideral, están presentes como energías personificadas en
todas y cada una de las analogías antes descritas, pues si bien es evidente su
actividad bajo la forma de los grandes Mahadevas que personifican o encaman las
corrientes de energía que surgen del centro místico de cada Constelación, no
lo es menos en el sentido de considerar que todas las analogías con base en el
número DOCE se corresponden precisamente con la actividad dévica y con el
número de perfección del Reino de los Angeles.
Vemos así, en la relación oculta entre el Zodíaco
sideral y los doce planetas sagrados, una posibilidad de largo alcance para la
Vida de nuestro Logos solar, ya que si bien en la actualidad son sólo siete los
planetas sagrados, tal como vimos en páginas precedentes de este Tratado, hay
que tener en cuenta que existen otros tres planetas no sagrados: la Tierra,
Marte y Plutón, a los cuales habrá que añadir otros dos todavía no
descubiertos, pero que ya empiezan a surgir del éter -tal como esotéricamente
se dice- totalizando doce planetas, relacionados místicamente con cada una de
las doce Constelaciones y que serán sagrados al final de nuestro sistema solar,
cuando nuestro Logos haya logrado la perfección del Arquetipo solar o angélico
que corresponde al Universo actual.
Según se nos dice esotéricamente hay una misteriosa relación
entre los doce planetas sagrados con los doce satélites de Júpiter el cual, a
través de cada uno de ellos, canaliza misteriosamente las energías de las doce
Constelaciones. Hay que advertir al respecto que Júpiter es un planeta sagrado
vinculado con las energías del segundo Rayo, el mismo que rige la Vida de
nuestro Logos solar y que su relación con ESTE es similar a la que unía
místicamente la vida de Juan, el discípulo más amado, con la de Cristo, el
Representante de las energías del segundo Rayo de AMOR en nuestro planeta. Hay
que tratar de ver en toda posible analogía una base de realidad, que no es
meramente simbólica sino que intenta precisamente expresar verdades
universales. Los doce hijos de Jacob, las doce Tribus de Israel y las doce
Puertas de la Ciudad Celeste (Jerusalén), son analogías muy significativas de
las Doce Constelaciones, aunque concretizadas en los aspectos bíblicos de
pueblo elegido, teniendo en cuenta, sin embargo, que toda la humanidad y no
únicamente el pueblo judío es el pueblo elegido por la Divinidad, siendo
Jerusalén, la Tierra Prometida, un símbolo del Centro místico de SHAMBALLA y
las doce puertas que dan acceso a este Centro Celeste son las corrientes
astrológicas del Zodíaco que el ser humano perfecto ha de dominar antes de
poder penetrar en el recinto secreto de SHAMBALLA, el Centro en donde la
Voluntad de Dios (el Logos solar) es conocida...
Tiene entonces una realidad plenamente objetiva el mito
de los doce trabajos de Hércules, siendo Hércules la personificación del
Iniciado que obtuvo la perfección en cada uno de los doce signos del Zodíaco y
en cada uno de los Siete Rayos: 12+7=19, 1 + 9 = 10, número que, como Uds.
saben, es el de la perfección humana. Siendo más concretos todavía, deberíamos
decir que cada uno de los trabajos de Hércules se realiza en el corazón del
Iniciado a través de cada uno de los doce pétalos del chacra cardíaco, un
trabajo que repercute en el chacra coronario, en cuyo centro espiritual y en
el momento cúspide de la quinta Iniciación resplandece la estrella mística de
doce puntas de un indescriptible blanco inmaculado, representación infinita en
la vida del hombre perfecto de la perfección del Logos Solar, cuyo Centro
Cardíaco de Doce resplandecientes Pétalos está constituido por todos los
Hércules planetarios, o Maestros de Compasión y Sabiduría de todas las
humanidades de este Sistema Solar, que alcanzaron la perfección en cada uno de
los Doce Signos del Zodíaco.
Las ideas precedentes tratan, como Uds. habrán podido
comprobar, con la ley universal de los ciclos, es decir, con los períodos de
actividad con que son divididos dentro de la inmensidad del espacio los
momentos augustos del tiempo. Este último se basa, dentro de un plano
tridimensional, en los movimientos de rotación y de traslación de los astros,
siendo mayores naturalmente los ciclos de tiempo correspondientes a las inmensas
orbitaciones de los grandes sistemas. No hay una correspondencia exacta, por
tanto, entre el movimiento de rotación y de traslación de nuestro planeta y el
de otro planeta, mayor o menor, dentro de nuestro Universo, desde el ángulo de
vista del tiempo, ya que será tanto más extenso el recorrido u orbitación de
cualquier planeta o astro celeste cuanto más alejado se halle de su centro
solar, por lo cual casi resultará imposible conceptuar la magnitud de los
ciclos del tiempo cuando los condicionemos a los gigantescos centros solares,
galácticos o cósmicos que se mueven dentro de la extensión infinita del Espacio
absoluto. La relación Espacio-Tiempo parece ser, sin embargo, la medida natural
de la evolución en lo que a la ley de ciclos respecta, siendo el Espacio la
gran Matriz Cósmica de todas las formas universales y el Tiempo el factor
condicionante del Espacio, cuando movidos por las Leyes infinitas de la
Necesidad Kármica se sienten atraídos los Logos creadores hacia los periodos
cíclicos de la Manifestación.
Pese al contenido abstracto de estas ideas nos será
posible, sin embargo, llegar a la conclusión de que la noción de tiempo es muy
relativa, ya que se halla condicionada siempre a las mayores o menores
magnitudes de las orbitaciones cíclicas de los astros. Hay que considerar no
obstante -y esta es una conclusión definidamente esotérica- que cuanto mayor
sea una orbitación mayor será asimismo la efusión de energía proveniente de
cualquier centro solar, siendo mayores y más potentes, por tanto, las Energías
Angélicas cuyas excelsas Vidas galvanizan los éteres espaciales dentro de los
cuales tienen lugar aquellas tremendas orbitaciones, estando muy estrechamente
vinculada la ley espiritual de Jerarquía con la magnitud de una orbitación, de
la misma manera que la expansión del campo magnético humano en el orden
espiritual dependerá de la evolución de la conciencia, situada constantemente
en el centro de la tensión espacio-tiempo la cual, una vez superada a través de
las leyes de la evolución se convertirá en equilibrio, es decir, en la armonía
integral que se produce cuando la conciencia se ha liberado de toda posible
polaridad en el devenir de su vida individual.
La energía producida por las orbitaciones de los cuerpos
celestes al rasgar los espacios siderales, tendrá una medida constante para
cada astro, siendo proporcional la energía a la magnitud de las orbitaciones,
o sea, que a mayor orbitación mayor cantidad generada de energía. La cualidad
de dicha energía vendrá determinada naturalmente por la ley de Jerarquía, de la
cual cada Logos es un exaltado exponente. Otros conceptos. que pueden ser
extraídos en relación con estas ideas que vamos exponiendo tendrán que ver con
Las vinculaciones astrológicas existentes entre todos y cada uno de Los Sistemas
estelares en movimiento de expansión cíclica y con las cualidades de las
energías, o corrientes de Vida dévica de Rayo, que surgen de cada centro
logoico de creación.
Contemplado el Universo desde este ángulo de vista aparecerá
surcado, sin duda, por una infinita gama de energías, matizadas por la luz, la
nota o el sonido que emiten los Logos de cada esquema solar y transportadas por
los Angeles, de todas las jerarquías posibles, a través del espacio absoluto,
estando marcado cada Angel por la impronta o sello específico de tales
corrientes de energía, definidas esotéricamente como de FRICCION ya que, al
parecer, tienen que ver directamente con el Fuego creador de la Divinidad de
cada esquema y radicando ahí, en esta idea, una explicación científica de las
causas de la electricidad tal como la conocemos en nuestro planeta. Bien, como
Uds. verán, deberemos extremar mucho nuestro sentido de la analogía sobre este
punto, ya que se trata ni más ni menos que de comprender la ley mística de Los
contactos establecidos, vía el espacio, por todos los Logos creadores y
grandes Arcángeles dentro de la infinita majestad del Cosmos.
Deberemos suponer también, de acuerdo con estos nuevos conceptos
que vamos emitiendo, que las auras angélicas o vestidura etérica de que se
apropian las distintas y numerosas jerarquías de Angeles en el Cosmos como
símbolo de poder y majestad, variarán sensiblemente en color, radiación y poder
de acuerdo con la evolución del Centro Logoico de donde procedan y también
según sea la magnitud de la orbitación de este centro solar en relación con
otros centros solares y la intensidad de las fricciones que originan en su
desplazamiento por el espacio. El sonido que producirá el éter del espacio al
ser rasgado equivaldrá a una nota o sonido cósmico y el fuego que surja por
efecto de las intensas fricciones originará para cada Universo un tipo peculiar
de energía, electricidad o corriente astrológica que los astrólogos del futuro
deberán tener en cuenta, considerándola no como una simple energía estelar,
sino como un tremendo poder psicológico que les dará la clave del karma de
nuestro planeta. Podríamos añadir también -siempre de acuerdo con la analogía-
que si a igual que un exaltado RISHI pudiésemos contemplar el Universo desde su
elevada atalaya cósmica, percibiríamos en el fuego de la fricción un color
definido de acuerdo con las cualidades espirituales que surgen de los centros
logoicos, oiríamos un sonido, el mántram universal que repiten incesantemente
las jerarquías angélicas y observaríamos una forma geométrica, la del Arquetipo
que cada Logos creador tiene el Dharma de realizar y llevar a la perfección. El
tema, si bien profundamente sugestivo es también extremadamente complejo y la
analogía no será suficiente quizás para poder darnos una idea de estos ángulos
de percepción tan vastos... Deberemos confiar mucho, por tanto, en la capacidad
intuitiva de nuestra conciencia y en la profundidad y persistencia de nuestras
investigaciones. De todas maneras, se halla ahí, en esta idea, una explicación
esotérica de aquel fenómeno cósmico definido ocultamente como Música de las
Esferas, la cual sólo puede ser oída por los grandes Iniciados del Sistema. Los
oídos mortales del ser humano sólo pueden escuchar algunas de las notas de
aquella mágica sinfonía, las cuales se traducen en la música que nos cautiva,
sensibiliza y deleita. Volviendo a la idea cósmica que nos ocupa, podríamos
decir que de la misma manera que el perfume precede siempre a la flor, la
música de un planeta precede asimismo constantemente el paso de su cuerpo
celeste por el espacio y los oídos logoicos de todas las comunidades cósmicas
podrán detectarle y deleitarse -si podemos decirlo así- de la Melodía que
producen los Angeles de aquel cuerpo celeste y determinan su cósmica identificación,
ya que aquella melodía en su integridad constituye el NOMBRE augusto del Logos
que lo rige y representa. De ahí la importancia asignada esotéricamente al
Nombre, ya se refiera a los hombres o a los Devas, por cuanto en el Nombre
subyace el secreto iniciático del Reconocimiento espiritual y las bases íntimas
de la universal perfección. El tema del Nombre y su importancia iniciática fue
estudiado en el segundo libro de este Tratado. Nos abstendremos por tanto de
insistir sobre el mismo. Sin embargo, y ya para terminar, quisiéramos
establecer unas nuevas analogías las cuales podrán ayudamos en el devenir de
futuras investigaciones:
a. EL NOMBRE: VIDA |
Siempre se refiere al Hombre
espiritual, ya sea un Logos o un ser humano. |
b. EL SONIDO: CUALIDAD |
El Mántram en relación con el Nombre, pronunciado por los
Devas en sus infinitas jerarquías, para producir tensión creadora y expresar
las cualidades implícitas en la
pronunciación del Nombre. |
c. EL ECO: APARIENCIA |
La
extensión del Sonido por los Espacios universales, mezclándose con el eco de
otros Nombres o Sonidos y produciendo “relación cósmica”. |
Estos tres factores, aplicados a la vida de nuestro
Universo, darían lugar a lo que esotéricamente definimos como Espíritu, Alma y
Cuerpo. En relación con el hombre corriente esta triple manifestación se
expresaría como mente, sensibilidad y cuerpo físico y con respecto al orden
general de la existencia, tal como se expresa en nuestro planeta, surgirían
como siempre los tres aspectos vitales tantas veces repetidos en las páginas
de este Tratado, es decir:
a.
Sonido
b.
Color
c.
Forma Geométrica
una
constante cósmica, eternamente invariable que igual puede ser aplicada al más
elevado Universo como al más diminuto de los átomos. El principio de analogía,
inteligentemente aplicado, nos dará siempre la clave esotérica o mística de
cualquier estudio o de cualquier idea, por elevadas que sean sus implicaciones.
De acuerdo con el sentido territorial el planeta se
halla dividido en cinco Continentes, siendo actualmente cinco las razas humanas
que realizan su evolución en nuestro mundo. La jerarquía angélica de los
AGNISCHAITAS, más directamente vinculada con la creación física de la
Naturaleza, tienen poder sobre los cinco grandes grupos de elementos que
producen el fenómeno de la vida en todo el contenido substancial planetario, es
decir, en la tierra, en el agua, en el fuego, en el aire y en el éter que es el
elemento cualificador e integrador. Los seres humanos poseen cinco sentidos
normales de percepción, vista, oído, olfato, gusto y tacto y según se nos dice
esotéricamente los más avanzados deberán desarrollar también cinco sentidos en
cada uno de sus cuerpos sutiles, el astral, el mental, el búdico y el átmico,
en el devenir de la presente Cuarta Ronda. Pasar de ahí, en lo que al ser
humano se refiere, sería una empresa vana considerando el desarrollo espiritual
de la humanidad del presente. Sabemos, a través de nuestras investigaciones
esotéricas, que hay en el mundo hombres de elevadísima integración espiritual,
tales como los Iniciados de la Jerarquía planetaria quienes, merced a los
esfuerzos, devoción al trabajo interno y a las férreas disciplinas de Sus vidas,
lograron desarrollar los sentidos correspondientes a cada uno de los cuerpos o
vehículos de manifestación cíclica o evolutiva en la presente Ronda planetaria,
y aún otros dos que para la inmensa mayoría de la humanidad constituyen sólo
unas vagas promesas para más lejanas edades y más avanzados ciclos evolutivos.
Como resultado de las profundas investigaciones ocultas, sabemos que en los
planetas Venus y Mercurio y posiblemente en alguno otro más de nuestro Sistema
solar, las humanidades que en ellos realizan su evolución han desarrollado seis
y hasta siete sentidos de percepción interna, lo cual les facilita la
percepción en otros niveles más elevados del Universo, a igual que nuestros
Adeptos e Iniciados. El hecho se debe principalmente a que tales humanidades
realizan su evolución en una Cadena o en una Ronda planetaria mas elevada que
la nuestra, lo cual puede ser un indicio de que se hallan estrechamente
vinculadas con Jerarquías angélicas de extraordinaria evolución, teniendo en
cuenta que viven, se mueven y tienen el ser en espacios de seis y siete
dimensiones, habiendo una directa relación entre las dimensiones del Espacio
donde actúan los Angeles y los sentidos desarrollados cíclicamente por todas
las humanidades del Sistema.
Los Angeles de la Naturaleza, es decir, estas potencias
ocultas que presiden el orden de la evolución en nuestro planeta Tierra, se
mueven en espacios de cinco dimensiones, habida cuenta que los sentidos que
tiene que desarrollar nuestra humanidad en cada Plano de la Naturaleza son
solamente cinco en la actual Ronda planetaria y en lo que al ser humano
respecta. Sabemos, sin embargo, que hay Angeles de exaltada evolución formando
parte de nuestra Jerarquía planetaria que se mueven en espacios multidimensionales,
tales como los que rigen los Planos de la Naturaleza o los que ordenan el
proceso de integración de los Reinos, las razas y las especies. En lo que a la
gran familia humana se refiere, sólo podemos hablar de los Angeles familiares,
de gran evolución espiritual, que viven en muy estrecho contacto con los seres
humanos constituyendo misteriosamente las bases de sus culturas, civilizaciones
y ambientes sociales, siendo uno de sus principales cometidos facilitarles el
desarrollo de los cinco sentidos de percepción en cada uno de sus cuerpos
sutiles.
Nuestro planeta, como todos los planetas del Sistema
solar, es esencialmente septenario aunque en su presente estado de evolución
esté desarrollando únicamente una quinta fase de la Voluntad todopoderosa de la
Divinidad, y es por esta razón que el número básico ó sagrado que corresponde
indistintamente al Reino humano y a la evolución dévica es el CINCO, estando
representado simbólicamente el primero en la forma geométrica del pentágono
con la figura de un hombre en el centro y la segunda en la estrella de cinco
puntas que brilla esplendorosamente en la radiante cabeza de los Angeles
AGNISHVATTAS. El número cinco es, por tanto, el número de la integración que
corresponde a la humanidad y al mundo dévico, prescindiendo por completo de si
en las filas de la humanidad o en las de las jerarquías angélicas existan
excelsas Entidades de tal elevado desarrollo espiritual que posean siete sentidos
en plena actividad, hayan alcanzado siete iniciaciones o que se muevan en
espacios ultradimensionales para medir los cuales nuestra mente actual carece
por completo de datos y referencias.
Es lógico suponer que al dividir el planeta en cinco
Continentes, se obedece jerárquicamente a un claro sentido de analogía con el
número cinco que corresponde a la perfección del Cuarto Reino, el Reino humano,
en esta presente fase de la evolución planetaria, cuya meta reconocida es
alcanzar la conciencia átmica en el quinto Plano del Sistema solar. Se hace
referencia también a las cinco jerarquías de Angeles con los cuales el ser
humano podrá establecer contacto a medida que vaya desarrollando sus sentidos o
facultades en los niveles subjetivos de la Naturaleza.
Desde el ángulo de vista esotérico y utilizando el
principio hermético de la analogía, podríamos decir que los cinco Continentes
de la Tierra están bajo la dirección de cinco exaltados Angeles de categoría
espiritual muy similar a la de los Budhas de Actividad, teniendo bajo sus
órdenes un increíble número de Devas constructores y espíritus elementales
cuya misión es construir, conservar o destruir las formas de acuerdo con el
proceso evolutivo o kármico de aquellos Continentes. Cinco Angeles subalternos,
aunque de gran evolución espiritual y dependiendo directamente del Centro
místico de SHAMBALLA, enfocan las energías superiores de los Rayos involucrados
en esta presente Era de grandes oportunidades espirituales, en cinco definidas
ciudades del mundo con objeto de irradiar a través de las mismas el poder
dinámico de tres esplendentes Entidades cósmicas conocidas esotéricamente bajo
los nombres de: el Avatar de Síntesis, el Espíritu de la Paz y el Señor Budha,
las cuales preparan el Camino para el Avatar de la Nueva Era. Tales ciudades
son: Nueva York, Londres, Ginebra, Tokyo (Japón) y Darjeeling (India).
Podemos decir también que todas las naciones de la
Tierra, a igual que cada Continente, están ocultamente dirigidas por un Angel
de elevada jerarquía a quien se le asigna esotéricamente el nombre de espíritu
nacional. Las características particulares, idiosincrasia y temperamento de
los ciudadanos de un país obedecen a ciertas improntas de carácter angélico que
le prestan a esta nación su propio e inconfundible sello. Si nos diésemos
cuenta de estas motivaciones subjetivas,
llegaríamos a distinguir posiblemente las causas profundas de ese
espíritu nacional y nuestro grado de afinidad con el mismo, lo cual
significaría que nos habríamos puesto en contacto con el poderoso Deva que rige
los destinos de un país, reconociendo su directa participación en la
elaboración de su lenguaje, tipo racial, temperamento físico y complejo
psicológico y teniendo en cuenta, además, que dicho Deva canaliza las
corrientes astrológicas de los astros que inciden sobre su particular
territorio y condicionan su karma nacional, el cual viene condicionado también
por las reacciones psíquicas de cada uno de sus ciudadanos a aquellas
impresiones astrológicas o cíclicas. El lenguaje constituye el elemento
integrador de un país a través del numerosísimo cortejo de devas menores, cuya
misión es escuchar los distintos sonidos que se elevan de la gran masa de sus
ciudadanos y según las peculiares reacciones que suscitan en el éter del
Espacio, van construyendo lo que podríamos definir como la arquitectura del
lenguaje.
Tal como dijimos en otra parte de este Tratado, la
civilización, la cultura y la ética de las naciones se refleja en la riqueza
expresiva de su lenguaje como medio de relación y participación en las tareas
encomendadas a cada uno de los ciudadanos de un país, así como en su capacidad
de adaptarlo a las necesidades de comunicación internacional, siendo esta
necesidad de comunicación un intento de carácter espiritual programado por el
Señor del Mundo para una Era no muy lejana de la nuestra actual, para cuya realización
será preciso que las naciones más poderosas de la Tierra, olvidando viejos
antagonismos e intereses, se pongan de acuerdo sobre la base común de un idioma
internacional basado en las necesidades humanas y en el espíritu de buena
voluntad. Estamos plenamente seguros que los grandes Devas familiares
aportarían sus profundos conocimientos sobre los sonidos humanos para que dicho
lenguaje tuviese eficacia, fuese de fácil adaptación y encarnase un mágico
sentido de unión y creatividad.
Lo dicho para las naciones puede ser íntegramente
aplicado a los territorios menores que llamamos comarcas, regiones o
localidades, siendo de notar que dentro de los límites o fronteras de cada
nación la Tierra existe una notable variedad de carácteres y temperamentos, así
como inflexiones específicas y muy particularizadas dentro del mismo lenguaje o
sistema de expresión que le prestan singulares y determinadas diferenciaciones.
Veamos, por tanto, cuan difícil le será a la humanidad llegar a un correcto
entendimiento en el orden general planetario cuando tantas y tan diversas
variantes existen dentro de las propias fronteras de un país...
Cada espacio terrestre, sea nacional, comarcal o
territorial viene regido por sus particulares Devas, los cuales tienen una
inexplicable y misteriosa conciencia de su misión. Así, cada lugar de la
Tierra, desde el más amable y acogedor hasta el más árido e inhóspito, está
ocultamente regido por sus correspondientes entidades dévicas las cuales están
haciendo llegar su influencia o radio de actividad magnética a los lugares más
ocultos e impenetrables por medio de los elementales constructores a los que
hicimos amplia referencia en otras partes de este Tratado. Un hermoso paisaje
lleno de verdor y cálido ensueño, lo mismo que el árido y reseco desierto,
están ocultamente dinamizados por los Devas, sea cual sea su estirpe o
jerarquía, cumpliendo su misión de acuerdo con el karma planetario, pudiendo
afirmarse que a medida que la humanidad vaya avanzando en su evolución serán
más acogedoras y menos hostiles las condiciones climatológicas y los ambientes
sociales del planeta. No habrán entonces zonas inhóspitas, desiertas, yermas o
áridas como las de las cercanías de los polos o del ecuador. Las pequeñas
voluntades de los hombres, que son parte de la Voluntad de Dios, harán posible
que el eje de la Tierra enderezca su posición con respecto al plano horizontal
de su eclíptica y se produzca por efecto de ello un estado de armonía general
que le depare al conjunto planetario un clima de físico bienestar y ambientes
sociales fraternales y correctos para todos los hijos de los hombres.
No estamos traficando con sueños ni nos atraen las
visiones exageradamente místicas en las líneas descriptivas de este Tratado. No
hacemos sino repetir con diferentes palabras lo dicho y repetido por los
grandes Iniciados de nuestro planeta: “. . .La Naturaleza cumplirá su misión
de armonía cuando el hombre haya cumplido la suya de paz, fraternidad y
justicia”.
Con el nombre genérico de EGREGORES vamos a conceptuar
esotéricamente todas las formas psíquicas que viven y se mueven dentro de los
distintos éteres que constituyen el espacio planetario. Tal como vimos en otra
parte de este Tratado, hay EGREGORES provenientes de un remoto pasado que
todavía pululan por los bajos niveles del plano astral y son proyectores de
energía negativa sobre el aura etérica de nuestro mundo. Otros, de carácter más
reciente y producidos por la raza aria, contienen grandes reservas de energía
mental y su poder es notorio en la vida planetaria determinando lo que
corrientemente llamamos ambiente social, político, cultural, religioso, etc.,
de las naciones. Los EGREGORES se hallan por doquier, en las pequeñas
comunidades y en las grandes concentraciones sociales, pues allí en donde
participe activamente el espíritu humano, allí se fomentan y se construyen
EGREGORES. Así, el término EGREGOR tiene para el investigador esotérico un
sentido total y absoluto, ya que de una u otra manera es la representación genuina
del alma de los pueblos, es decir, la expresión de su grado de civilización y
cultura. Si investigamos el proceso histórico del planeta y sus repercusiones
psicológicas sobre la humanidad del presente desde el ángulo oculto, comprobaremos
la existencia de tres principales tipos de EGREGORES en el aura etérica de la
Tierra:
1º EGREGORES creados en las primeras subrazas de la Raza Lemur y
transportados, vía el éter, a nuestros días por la incorrecta forma de pensar,
sentir y actuar de las razas del presente, constituyendo los vastos semilleros
de virus y bacterias que originan las más importantes y dolorosas enfermedades
físicas de la humanidad.
2º EGREGORES, dotados de un portentoso poder, procedentes de las
antiguas humanidades atlantes. Constituyen potentísimas concentraciones de
energía psíquica y se expresan en los subplanos inferiores del plano astral
condicionando poderosamente a la conciencia humana. Según el punto de vista de
la Jerarquía espiritual del planeta, estos EGREGORES son el principal enemigo
de los aspirantes y discípulos del mundo en su intento de integrarse
espiritualmente y establecer contacto con su Yo superior.
3º EGREGORES
construidos en materia mental y gravitando sobre los éteres planetarios.
Fueron creados inicialmente por las humanidades de las cinco subrazas de la
Raza Aria. Algunas de sus formas son realmente destructivas por el espíritu de
separatividad que encarnan. Otras, por el contrario, son buenas y aparecen
actualmente como positivas, aunque al adentrarse la humanidad dentro del área
de luz del cumplimiento causal de la Raza, deberán ser finalmente destruidas
pese a las cualidades que encarnan y ser reemplazadas por otras más adecuadas
para la evolución de las sucesivas subrazas que irán apareciendo. Algunas de
estas formas mentales son expresiones del saber científico, pero aparecen frías
y sin contenido espiritual. Es precisamente esta circunstancia la que aleja a
los científicos del mundo de las causas originales de la energía. Como bien
decía un gran Maestro de la Jerarquía a principios de este siglo: “La Ciencia
carece todavía de corazón, de ahí la peligrosidad de sus conquistas
iniciales.” La visión de este Maestro señalaba una vez más en la historia de
la Logia el peligro que supone el conocimiento sin haber madurado
suficientemente el sentimiento de fraternidad dentro del corazón.
Con este triple legado kármico de substanciados
EGREGORES enfrenta la humanidad del presente el proceso de su espiritual
evolución, debiendo ser debidamente señalado que la Nueva Era, a la cual nos
referimos tan frecuentemente, será de una tremenda lucha contra los EGREGORES
que en distintos niveles y bajo una prodigiosa diversidad de matices
constituyen las bases de nuestra civilización actual. Habida cuenta de que este
Tratado Esotérico sobre los Angeles ha de constituir una obra genuinamente
práctica que trascienda el propio conocimiento de las ideas tratadas, hemos
creído oportuno profundizar lo más posible en este tema de los EGREGORES, a fin
de que el aspirante espiritual de nuestros días y aún el propio discípulo en
entrenamiento esotérico, puedan utilizar los conocimientos impartidos en forma
práctica y eficiente, contribuyendo de alguna manera a la obra de la Jerarquía
planetaria en Su intento de limpiar los ambientes planetarios para que el
Avatar de la Nueva Era pueda crear sin dificultades el Camino de Luz que lo
acercará a la Tierra y al corazón de los seres humanos de buena voluntad.
¿Qué
es un EGREGOR?
Un EGREGOR, técnicamente hablando, es un núcleo de substancia
mental, psíquica o etérica creada por el modo de pensar, sentir y actuar de los
seres humanos en no importa qué plano ni en qué tiempo de la historia del
mundo, cuya forma psíquica, encarnando aquellas cualidades expresivas de
conciencia, ha sido construida por los devas substanciadores de la energía en
cualquier nivel de la vida de la Naturaleza. Es decir, que todo impulso vital o
substancial surgiendo de los individuos o de las comunidades sociales del
mundo y siguiendo la línea creadora de la conciencia, produce inevitablemente una
reacción dévica del espacio y producto de ella es la forma psíquica de un
EGREGOR. Pero, hay que señalar al respecto que hay EGREGORES efímeros y EGREGORES
permanentes. Los primeros obedecen a impulsos psíquicos o estados de conciencia
esporádicos y sin fuerza aglutinante; los segundos son el resultado de la
acumulación de materia psíquica realizada de manera constante y permanente por
efecto de los estados de conciencia habituales, ya sea de los individuos o de
los grupos. En todo caso, la respuesta dévica a los impulsos psíquicos creados
por la humanidad a distintos niveles y con carácter asiduo o permanente,
constituye lo que corrientemente llamamos ambientes sociales y comunales,
siendo éstos la base de la civilización y cultura de los pueblos.
En el segundo libro de este Tratado hicimos extensa
referencia a los EGREGORES CONSTRUIDOS POR LOS DEVAS DEL AIRE utilizando el
poder de los ritos, de las ceremonias litúrgicas y meditaciones llevados a
cabo regularmente por las distintas religiones, sociedades secretas y escuelas
esotéricas de entrenamiento espiritual del mundo, determinando formas psíquicas
de gran poder magnético que afectan el ambiente particular de tales comunidades
y asociaciones, pero que también, y en forma más subjetiva y oculta, operan
sobre las conciencias de los demás individuos y grupos determinando el fenómeno
psicológico místicamente reconocido como del despertar espiritual del alma. Esta
es la manera mediante la cual el fermento social de elevación y dignificación
de la conciencia se produce. Los EGREGORES, en tal caso y en tanto sean
necesarios, resultan positivos y es lícito mantenerlos en iluminada tensión, tal
como se dice esotéricamente.
Existen, por el contrario, otras formas de EGREGORES
manifiestamente negativos, producidos por la conciencia separativa de la
humanidad, por su actos de egoísmo y por su manifiesta incapacidad de acogerse
al bien y de rechazar el mal. Estos EGREGORES son, desdichadamente, los más
numerosos y los que más frecuentemente encuentra el discípulo en su incesante
caminar hacia las alturas espirituales en donde se hallan asentadas la paz, la
serenidad y la comprensión humana. El poder de los EGREGORES actuales de
carácter inferior, vienen notablemente estimulados por la presencia en los
ambientes psíquicos planetarios de aquellos otros potentísimos EGREGORES del
pasado, creados por las humanidades que realizaron su evolución en las razas
Atlante y Lemur y que -según decía un viejo Maestro de la Jerarquía-”...
impiden el desarrollo de las nobles cualidades espirituales de la Raza y
constituyen el verdadero KURUKSETRA, o campo de batalla del discípulo” en su
empeño de establecer contacto con el Angel Solar de su vida y recibir de Este
la gloria de la inspiración causal. Sea como sea, el proceso de exteriorización
de la Jerarquía y el Retorno del Avatar, dependen única y exclusivamente -en
estas primeras fases del Gran Intento- de la capacidad de visión y del
determinismo espiritual de los discípulos mundiales que han de destruir dentro
de sí mismos y a su inmediato alrededor a todos los EGREGORES de carácter
negativo que los devas inferiores mantienen substanciados y objetivamente
corporizados en los bajos niveles del plano astral. Los EGREGORES DE ESTE
PLANO son los más vigorosos debido a que sobre sus siete subplanos se proyecta
muy potentemente la fuerza mística del Segundo Rayo, el del propio LOGOS de
nuestro Sistema Solar. De ahí que el plano astral constituya para la humanidad
la línea de mínima resistencia para la elaboración de sus estados de conciencia
y, consiguientemente, para poder invocar -utilizando aquí un término justo y
adecuado- a los devas astrales cuya misión es substanciar los estados de
conciencia de los hombres y crear los ambientes psíquicos de la humanidad.
Los lectores que hayan analizado el segundo volumen de
este Tratado Esotérico sobre los Angeles, recordarán sin duda cuanto allí fue
dicho acerca de los EGREGORES existentes en todos los planos o niveles de
manifestación humana y tendrán quizás una certera noción de las dificultades
que ha de entrañar su destrucción, aún reconociendo que son de carácter
negativo, debido a que la conciencia de los seres humanos -salvo contadas
excepciones- se halla plenamente identificada con tales EGREGORES y le resulta
tremendamente difícil y hasta penoso luchar contra ellos ya que parecen formar
parte del propio equipo individual y su destrucción motiva a veces verdadera
aflicción y dolor. La contraparte superior y sublime de ese estado de tensión,
dolor y lucha por destruir los EGREGORES se halla en el ARHAT, el Gran
Iniciado, que ha de destruir su Cuerpo causal o Cuerpo de Luz con el cual
estuvo íntimamente vinculado durante millones de años, antes de poder penetrar
en el Misterio infinito de la Quinta Iniciación y convertirse en un Adepto,
Maestro de Compasión y Sabiduría.
Los distintos tipos de EGREGORES cualifican la vida de
los individuos y de los grupos, quienes han producido una gigantesca
acumulación de energía por efecto de sus ordinarios y habituales estados de
conciencia y la forma de tales EGREGORES, construida por una impresionante
cantidad de devas afines, se convierte en el condicionamiento kármico que
sofoca las nobles cualidades espirituales de la humanidad. Hemos visto durante
el curso de este Tratado cómo la acumulación incesante de energía psíquica
creaba una ingente cantidad de EGREGORES los cuales, agrupados por orden de
densidad o de cualidad vibratoria, se reunían en dos grandes e incluyentes
grupos constituyendo aquellas dos potentísimas y misteriosas Entidades que
esotéricamente definimos como el GUARDIAN DEL UMBRAL y el ANGEL DE LA
PRESENCIA, nefasta y altamente negativa la primera por ser el receptáculo de
todas las expresiones inferiores de la humanidad y apetecible y correcta la
segunda, por cuanto encarna los mejores anhelos y aspiraciones espirituales de
los seres humanos. La lucha de los aspirantes inteligentes y de buena voluntad
y de los discípulos en entrenamiento espiritual se realiza en el centro de estos
dos potentísimos EGREGORES raciales, de ahí el principio místico de todas las
religiones que afanosamente predican la paz, el orden, la serenidad y el
equilibrio, ya que es en el centro mismo de toda dualidad o separatividad
humana donde la lucha adquiere caracteres de verdadera epopeya y el relato de
esta lucha constituye, de una u otra manera, el Cuerpo de Misterios de aquellas
religiones o comunidades espirituales.
¿Como
identificar a un EGREGOR?
Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, un
EGREGOR es una masa de energía psíquica dotada de una forma objetiva en el
plano donde habitualmente se manifiesta. Esta forma ofrece la particularidad de
adaptarse a las expresiones de la personalidad psicológica humana, cuando ésta
experimenta ciertos estados de conciencia, tales como el odio, la envidia, el
miedo o la desesperación o, por el contrario, la benevolencia, el afecto, la
compasión, la decisión o el valor. La acumulación de las energías psíquicas
exigiendo una forma -he ahí una locución que merece un cuidadoso estudio-
halla en los distintos éteres del espacio cualificado que rodea y compenetra a
nuestro planeta, la respuesta justa y adecuada. La actividad de ciertos devas
constructores en los distintos niveles de expresión psíquica, produce y
determina aquellas formas y una vez creadas se introducen en las mismas
constituyendo lo que podríamos denominar esotéricamente un centro de
conciencia. Vemos, por tanto, que cualquier tipo de EGREGOR es una acumulación
de energía psíquica en algún definido nivel, dotada de una forma distintiva y
cualificada y mantenida coherentemente en el éter por la voluntad instintiva
de un centro de conciencia dévico.
La utilización correcta del principio de analogía, la
verdadera piedra filosofal en el estudio esotérico, permitirá profundizar todavía
más el significado íntimo de esta relación, resaltando principalmente el hecho
de que la construcción de formas psíquicas -que más tarde se convertirán en
EGREGORES- constituye el sendero evolutivo para ese tipo de devas que en
nuestro estudio llamamos los agentes substanciadores del éter. Su evolución
particular se realiza en el centro mágico de aquella actividad alquímica que
convierte el defecto en una cualidad o el vicio en una virtud. Esta voluntad
dévica de evolución -si podemos llamarla así- se halla sometida al espíritu del
hombre y a sus correctos o incorrectos propósitos de vida. De ahí que desde el
ángulo esotérico la actividad de tales devas es absolutamente impersonal,
siendo siempre los seres humanos los que en definitiva construyen sus buenos o
malos ambientes. Hay en estas últimas palabras dos principales significados a
tener en cuenta; primero, que el hombre es el único y verdadero promotor de su
destino psicológico y kármico y segundo, que como ser inteligente, como
aspirante espiritual o como discípulo en entrenamiento esotérico, tiene el
deber de mejorar la condición evolutiva de aquellos devas que son sus
servidores en la tarea de construir los EGREGORES que han de condicionar los
ambientes individuales, familiares, comunales y sociales de la humanidad y
canalizar las tendencias naturales, instintivas o inteligentes de la raza
humana.
Hemos hecho referencia a las tendencias naturales de la
raza humana, porque en esta frase se halla implícito el valor de los términos
historia, civilización y cultura con su inmenso caudal de conocimiento y
riqueza de experiencia. Los EGREGORES construidos por las distintas
humanidades deberían lógicamente ser destruidos una vez cumplida su finalidad
de abrir o cerrar ciclos evolutivos y liberar así a la ingente cantidad de
devas substanciadores que los estructuraron. Sin embargo, y por desdicha de la
humanidad, no sucede así y los viejos EGREGORES continúan activos y pletóricos
de poder en los niveles psíquicos, impidiendo la marcha natural de la
evolución. Una de las razones principales por la que fue escrito este Tratado
fue el intento jerárquico de presentar un cuadro lo más completo posible de las
condiciones positivas o negativas del espacio planetario, surcado por una
inmensa e increíble hueste de EGREGORES, correctos unos porque constituyen proyecciones
de energía espiritual, incorrectos otros por encarnar tendencias egoístas de la
humanidad y constituyendo centros nefastos de energía material que atrae las
voluntades humanas a los aspectos negativos de la existencia.
De ahí, por tanto, las disposiciones jerárquicas al
analizar el estado actual de la humanidad, de entrenar a los discípulos
mundiales en los distintos ASHRAMAS de los Maestros, en la tarea de identificar
a los EGREGORES responsables del malestar mundial, con sus tensiones y
conflictos, y de crear, mediante el estímulo espiritual de sus enaltecidos
estados de conciencia, los nuevos EGREGORES que han de reorientar el curso de
la historia, imprimir un nuevo aliento a la civilización actual y abrir los
cauces espirituales de la nueva cultura de la Raza. La lucha contra las
tendencias ancestrales, la capacidad de discernimiento y la persistencia en la
actitud firme al enfrentar las erróneas condiciones de vida, han de cualificar
los nobles intereses jerárquicos en las individualidades avanzadas de la
humanidad, constituyendo el más formidable reto del discípulo y de los
aspirantes espirituales del mundo ante la avasalladora afluencia de energía
cósmica proveniente de la Constelación de Acuario.
¿Cómo
destruir los EGREGORES negativos?
La respuesta dada por un Maestro de la Jerarquía a la
pregunta de un discípulo de Su Ashrama de cómo podría la humanidad librarse del
mal fue clara y contundente “. . .practicando el bien!”. La misma respuesta
puede ser aplicada a la pregunta de cómo destruir los EGREGORES negativos que
gravitan sobre los ambientes sociales del mundo, es decir, creando EGREGORES
nobles y correctos, insuflados de amor al bien y constituyendo verdaderos
transmisores de luz causal. La lucha deberá circunscribirse entonces al
terreno de las relaciones humanas, que es donde mayormente se aprecia la
actividad psíquica de los EGREGORES y en la manera de vivir y de comportarse
de los ciudadanos de todas las naciones ya que, tal como hemos dicho en otras
partes de este Tratado, “... la civilización y la cultura de los pueblos,
expresiones de su grado particular de evolución espiritual, dependen de la actividad
de los EGREGORES creados por la humanidad y por los misteriosos agentes dévicos
del éter a través de las edades”. Aun cuando esotéricamente se acepte como
correcto que las formas psíquicas de tales EGREGORES son construidas por los
devas substanciadores del éter, no es menos cierto -y ahí reside la dificultad
y la responsabilidad de los hombres y mujeres inteligentes y de buena voluntad
del mundo- de que la motivación íntima de los mismos se halla en los estados de
conciencia elaborados consciente o inconscientemente por la humanidad en
cualquier momento cíclico de su historia.
Existe, por tanto, una prodigiosa vastedad de EGREGORES
negativos, los cuales ocupan zonas definidas en el aura magnética planetaria,
constituyendo centros receptores y al propio tiempo proyectores de aquellas
energías que en términos esotéricos llamamos lunares y están en sintonía con
las cualidades negativas desarrolladas por los seres humanos en el devenir de
sus vidas kármicas. Tal como tuvimos ocasión de estudiar en capítulos específicos
de este Tratado, las virtudes y los defectos humanos estaban convenientemente
ordenados y clasificados de acuerdo con dos grupos principales; aquellos que en
mística cristiana son denominados los siete pecados y las siete virtudes
capitales. Los pecados capitales son poderosas entidades psíquicas o EGREGORES
dotados de una gran consistencia objetiva y substancial, capaces de
impresionar la visión del clarividente astral y atormentar frecuentemente con
sus nocivas influencias a las personas sensitivas o sujetas a trastornos
nerviosos, al paso que galvanizan los éteres planetarios con sus densas
radiaciones produciendo lo que corrientemente llamamos malos ambientes. Las
siete virtudes espirituales, o las llaves del Espíritu Santo para abrir las
puertas del Alma, tal como las denomina asimismo la tradición mística,
constituyen las fuerzas del equilibrio al contrarrestar las energías de los
EGREGORES negativos con las de los EGREGORES positivos creados por las buenas
intenciones y recta conducta de los hombres y promotores por ello de los buenos
ambientes sociales.
Al llegar a esta fase de nuestro estudio, hacemos
hincapié en el hecho de que el EGREGOR, siendo básicamente una creación mental
-ya sea en un sentido positivo o negativo, ya que es una creación del alma humana-
ofrece la particularidad de estar dotado de conciencia, una conciencia
embrionaria o instintiva, pero con capacidades de acción y de reacción, así
como de un alto espíritu de supervivencia. Debido a estas circunstancias, el
EGREGOR tiene capacidades de absorción de las energías y también de expansión
de las mismas, oponiendo una feroz resistencia -si podemos decirlo así- a todas
las fuerzas y voluntades que tratan de destruirle. Se alimenta -utilizando
aquí el término correcto y adecuado- de las buenas o malas voluntades de los
hombres, ofreciendo una dura y enconada resistencia a las primeras y
absorbiendo las energías de las segundas, cuando se trata de EGREGORES que
podemos clasificar de negativos. Por el contrario, los EGREGORES positivos,
también altamente cohesivos e influyentes, utilizan para su supervivencia las
energías que surgen de las cualidades positivas o superiores de los seres
humanos y luchan denodadamente contra las que vienen impregnadas de cualidades
inferiores. La resolución psicológica del problema del bien y del mal, así
como del equilibrio estable en la vida del hombre aquí en la Tierra, depende
únicamente de saber crear buenos EGREGORES. Tal es el problema que enfrentan
hoy día los discípulos mundiales. Les ha sido permitido en ciertos momentos
clave de sus vidas desarrollar la visión del mundo psíquico o astral para que
reconozcan e identifiquen a los EGREGORES o formas psíquicas que originan los
ambientes planetarios, a fin de que adopten en todos momentos la actitud correcta,
sabiendo que tal actitud es la base creadora de los estados positivos de
conciencia que darán lugar a los brillantes e inspirativos EGREGORES que han
de destruir las nefastas formas psíquicas segregadas por la humanidad a través
de las edades.
Pese a que desde el limitado ángulo de visión de los
seres humanos aparecen los Angeles bajo un carácter típicamente religioso y
místico, lo cierto es que su actividad en la vida de la Naturaleza es
netamente científica, utilizando para ello un extraordinario dinamismo que está
más allá de nuestra comprensión y unos incomprensibles métodos que podríamos
calificar, sin embargo, de rigurosamente científicos y profundamente técnicos. Algunos
cualificados investigadores del mundo oculto -dentro de los cuales nos
incluimos humildemente nosotros- han llegado a la conclusión, después de unos
previos contactos con ciertos excelsos moradores del reino dévico, que lo que
en términos corrientes llamamos ciencia de los hombres con sus prodigiosas
conquistas en el aspecto técnico, no es sino un pálido reflejo de la actividad
de los Angeles en la vida de la Naturaleza. Ellos utilizan los verdaderos
cauces científicos para producir todos los fenómenos llamados naturales, sean
acuosos, geológicos, eléctricos, psíquicos, etc., en la extensión de la vida
planetaria. La explicación correcta de tales fenómenos, pese a su aparente
simplicidad, constituye un secreto iniciático, reservado inicialmente a los
investigadores del mundo oculto, pero que irá siendo revelado gradualmente en
forma de ciencia natural en las Escuelas superiores y en las Universidades de
todos los países realmente cultos y civilizados. Se nos dice esotéricamente que
al final de este siglo XX, serán muchos los seres humanos que habrán logrado
participar conscientemente de este legado tradicional iniciático, estableciendo
contacto consciente con diversas jerarquías dévicas de las cuales recibirán
instrucción superior. Estos seres humanos serán las simientes de la Nueva Era, la
sal de la tierra a la que se refirió Cristo y la levadura de la nueva
humanidad. Serán auténticamente mentales, pero su corazón amoroso rebosará una
perfecta comprensión de las necesidades humanas y de los métodos correctos de
solucionarlas. No poseerán orgullo espiritual, muy propio de los discípulos de
la Era de Piscis, sino que sus conocimientos esotéricos vendrán impregnados de
verdadera sabiduría, constituyendo desde el ángulo espiritual el camino de Luz que
recorrerá el Avatar para introducirse en el aura de la Tierra.
Estos esforzados paladines del bien universal crearán en
el éter lo que podríamos calificar de EGREGORES de la Nueva Era. -dados por una
gran cantidad de hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, mantendrán en
sus mentes y corazones las luminosas imágenes del ideal redentor y permitirán
que Devas constructores de elevada jerarquía espiritual los substancien en el
éter y den progresivamente forma a los luminosos y vibrantes EGREGORES que
deberán presidir el nuevo ciclo de ordenación espiritual del mundo. Los grandes
Angeles de los planos superiores del Sistema hallarán en estos EGREGORES los
adecuados cauces de proyección de la energía cósmica procedente de las
poderosas estrellas de la Constelación de Acuario, cuya actividad empieza a
manifestarse ya en ciertas regiones psíquicas de la humanidad. La realidad de
tales hechos es tan profunda y significativa que difícilmente podrá alcanzar la
mente del hombre corriente hasta pasados lo menos tres siglos dentro de la
ordenación cíclica de la Era de Acuario. Sin embargo, los aspirantes de cierta
elevación espiritual y los cualificados discípulos mundiales SON YA
CONSCIENTES de tales hechos y colaboran -más o menos eficientemente- con los
grandes Angeles en la elaboración de los nuevos EGREGORES cíclicos. Una nueva
ordenación o ciclo de vida está siendo planificada desde los niveles
jerárquicos con destino a la humanidad para que sirva de apertura para los
nuevos tiempos.
Si hemos seguido atentamente el proceso de expansión
cíclica de los EGREGORES planetarios de acuerdo con el sentido normal y natural
de la evolución, veremos que consta de tres etapas principales:
1.
Destrucción de los
viejos EGREGORES del pasado, nocivos, dañinos y negativos frente al devenir de
los nuevos acontecimientos cíclicos, de los cuales los Angeles superiores del
sistema retiraron Su atención.
2.
Creación de los
nuevos EGREGORES por parte de la humanidad evolucionada de la Era presente y
su materialización en el éter, a través de la actividad de los devas
constructores correspondientes al nuevo ciclo.
3.
La tercera y última
etapa corresponde a los Angeles superiores, los Cuales utilizarán dichos
EGREGORES como canales de distribución de las nuevas y poderosísimas energías
entrantes.
Estas etapas son actualizadas corrientemente cuando hay
necesidad de cambios drásticos en las condiciones planetarias o cuando los
ambientes sociales del mundo exijan un nuevo y más eficaz replanteamiento, pero
actúan de manera mucho más potente y dinámica durante los cambios cíclicos de
Eras, tal como ocurre actualmente, en que, en virtud del movimiento precesional
de los equinoccios o de retrogradación cíclica, nuestro planeta va alejándose
de las zonas siderales impregnadas de las radiaciones psíquicas de la
Constelación de Piscis y penetra progresivamente en las zonas espaciales del
Universo dinamizadas por la Constelación de Acuario. Viendo el fin desde el
principio, démonos cuenta de que en el desarrollo de esta Voluntad cíclica de
acercamiento sideral intervienen muy activa y mancomunadamente los hombres y
los devas, creando los primeros y construyendo substancialmente los segundos
las bases científicas de todos los EGREGORES que flotan o gravitan sobre los
ambientes planetarios. Como siempre, el proceso de substanciación de EGREGORES y
de todas las formas psíquicas capaces de afectar de una u otra manera los
sentidos físicos o astrales de los seres humanos, es una expresión natural del
conocido axioma esotérico la energía sigue al pensamiento, habiéndole sido
añadido únicamente la actividad prodigiosa de los excelsos Angeles que desde
más allá y muy por encima de nuestro más elevado entendimiento, dirigen las
poderosísimas corrientes de energía universal y cósmica sobre nuestro pequeño
planeta...
El tema de los EGREGORES es muy importante por cuanto
trata muy directamente de las creaciones humanas en el mundo oculto, así como
de la importancia de las mismas en lo que se refiere a la estructura de los
ambientes psíquicos de la humanidad que determinan el grado de civilización y
cultura de los pueblos de la Tierra y escriben las páginas de su historia. Sin
embargo, coexistiendo con los EGREGORES existen también en los mundos invisibles
o niveles ocultos de la Naturaleza otras formas psíquicas no creadas por la
humanidad, pero que en su conjunto contribuyen a fomentar los buenos o malos
ambientes y son, por tanto, elementos subjetivos que colorean con sus
particulares influencias la evolución espiritual de los seres humanos. Algunas
de tales formas fueron estudiadas anteriormente en otras páginas de este
Tratado, pero conviene insistir sobre las mismas, por cuanto su identificación
y la distinción que logremos establecer entre ellas y las formas psíquicas de
los EGREGORES, nos ayudarán en gran manera cuando tratemos de contactar
conscientemente a las Entidades angélicas que pueblan los distintos éteres
planetarios y muy especialmente a nuestro Angel Solar o Yo espiritual. Veamos
algunas de las formas psíquicas no creadas por la humanidad.
a.
Los Cascarones Astrales,
pertenecientes a cadáveres de hombres y animales y vivificados por devas
inferiores. Tales cascarones aparecen bajo la forma de las personas o animales
fallecidos y parecen dotados de vida. Una de las experiencias a la que debe
sujetarse el discípulo en entrenamiento iniciático, es aprender a diferenciar
entre el cascarón astral de una persona que dejó el cuerpo sin vida y la forma
astral de una persona que todavía vive en el plano físico. La distinción es muy
difícil de establecer debido a la extrema sagacidad de los devas vivificadores
de las formas astrales de los seres fallecidos, ya que aprovechan la impronta o
el sello característico y particular dejado por ellos en cada una de las
partículas atómicas que constituyen aquella forma psíquica.
b.
Las formas astrales creadas por arte de Magia por personas viviendo en el plano físico, utilizando
el poder de la voluntad y la capacidad imaginativa sobre las entidades dévicas
de escasa evolución que pueblan el aura etérica del planeta. Estas formas
psíquicas suelen desvanecerse pronto, aunque pueden persistir durante largos
períodos de tiempo, lógicamente en tanto perdure el lazo magnético establecido
entre el poder mental de la persona creadora de aquellas formas y la vida de
los devas que ayudaron a construirlas.
c.
Las formas psíquicas de ciertos elementales inferiores que se alimentan de los residuos etéricos de densa
vibración que se desprende de los reinos animal y humano. Hay que distinguir
muy especialmente las formas psíquicas que adoptan en el éter estos desperdicios
astrales, groseros y bestiales una vez han sido manipulados por estos devas
inferiores de la Naturaleza. Se confunden muy fácilmente con los EGREGORES
psíquicos creados por las pasiones humanas. Sin embargo, no son lo que
técnicamente definimos como EGREGORES en nuestro Tratado, sino una acumulación
de residuos kármicos -si podemos decirlo así- segregados por la actividad
inconsciente de los animales y por la de los seres humanos incapaces todavía de
razonar debidamente.
d.
Todas las formas psíquicas construidas por ciertas devas
de mayor evolución con capacidades de
adoptar en el éter la figura humana o la de cualquier animal. Estas formas
varían en orden al mayor o menor desarrollo de la voluntad ejecutora de tales
formas, a menudo de carácter instintivo, cuya evolución dévica de tipo bastante
primario se realiza a través de esta facultad natural de imitación o de
asimilación de cualquier tipo de forma en la vida de la Naturaleza.
e.
Las formas psíquicas de otras entidades dévicas de
expresión semietérica, cuya evolución se
realiza en ciertas capas geológicas del planeta. Tienen figura muy parecida a
la humana. Algunas de sus especies son las entidades dévicas que hemos denominado
ASURAS en algunas partes de este Tratado. Su color es terroso, propio del suelo
que habitan y su expresión si bien muy parecida a la humana es muy tosca.
Suelen aparecer en lugares solitarios, pero el hecho de que posean una cierta
naturaleza astral hace que puedan hacerse visibles a los humanos muy sensibles
o durante el sueño. Son extremadamente huraños y sólo establecen contacto con
los devas de su misma especie o familia y rehuyen sistemáticamente el contacto
con los seres humanos.
La distinción entre este grupo de formas psíquicas que
acabamos de clasificar en orden a nuestro trabajo de investigación esotérica y
las formas psíquicas de los EGREGORES, no es en ninguna manera fácil; por el
contrario, es singularmente difícil y, tal como hemos dicho anteriormente,
constituye un campo de prueba para la habilidad de los discípulos sujetos a
entrenamiento iniciático. Las formas de los elementales constructores o devas
de las formas, tales como los gnomos o espíritus de la tierra, los silfos, las
ondinas, las hadas, etc., en su multiplicidad de especies, grupos y familias
constituyen un campo apasionante de estudio para el investigador esotérico,
el cual debe aprender a distinguir sus formas etéricas de entre la gran
profusión de EGREGORES psíquicos que moran en los varios niveles del espacio
etérico del planeta, debiendo ser advertido que algunos de tales EGREGORES,
nacidos del contacto de los seres humanos de refinada evolución con Angeles
superiores, aparecen a la vista del observador bajo la forma de
resplandecientes Devas, siendo verdaderamente difícil distinguir unas formas de
otras, constituyendo precisamente esta dificultad una prueba definitiva para
el aspirante a la Iniciación.
Otra habilidad o destreza de observación que ha de
desarrollar el investigador de los niveles ocultos de la Naturaleza, es la de
poder diferenciar correctamente una forma real, es decir, la que corresponde a
algún vehículo definido de manifestación humana, astral o física, de la forma
psíquica del EGREGOR que una persona o un grupo más o menos numeroso de
personas han construido con la participación de los devas constructores,
utilizando el poder psíquico que emana de sus conciencias. Un ejemplo muy
concreto ayudará a clarificar esta idea. En ciertos niveles muy elevados de
nuestro planeta hay una imagen real y verdadera de CRISTO, el Avatar del Amor y
Guía espiritual de la humanidad, es decir, una imagen que responde
perfectamente a Su propia y radiante Vida. Sin embargo, en los niveles
psíquicos y creada por la actividad emocional de los seres humanos, hay otra
imagen de CRISTO la cual sintetiza la aspiración espiritual y sentimientos de
amor y devoción de todos los fieles y creyentes del mundo, siendo esta forma
psíquica el EGREGOR de CRISTO, pero no el resplandeciente vehículo de forma
que utiliza el CRISTO. La primera imagen obedece a una REALIDAD, la otra
indica el grado de ilusión o de espejismo psíquico a que ha llegado un sector
numerosísimo de la humanidad en su incesante empeño de captar aquella
trascendente Realidad. He ahí la distinción perfecta entre una forma adaptada a
las necesidades evolutivas de un Ser espiritual y el EGREGOR construido con
materia Kama-manásica en los niveles psíquicos. Igual distinción puede ser
establecida en todos los niveles en donde actúe el poder psíquico, potentemente
emocional, de los seres humanos, como por ejemplo en el caso de los EGREGORES
construidos en torno a una imagen física considerada como milagrosa o de la que
se esperan favores de orden sobrenatural. Tal es el caso de las Vírgenes de
Lourdes o de Fátima -sólo por citar dos ejemplos alrededor de las cuales la
mente, la ilusión, la acendrada devoción, el ferviente deseo o simplemente la
ciega superstición, han construido unos potentísimos EGREGORES o Formas
psíquicas tan tremendamente importantes y poderosas que han atraído la atención
de ciertos exaltados Angeles superiores, Quienes las utilizan como vehículo
transmisor de energías curativas y de exaltación espiritual. Veamos, por
tanto, que en definitiva siempre nos hallamos en el devenir de nuestras
investigaciones esotéricas sobre el mundo oculto con esta íntima y estrecha
vinculación humano dévica que origina todos los ambientes etéricos y psíquicos
planetarios. Apliquemos ahora estos ejemplos al campo de la política, de la
religión, del arte, de la educación, etc., y tendremos en nuestro haber una
idea muy elaborada del significado íntimo del término carisma, un efecto
angélico que puede ser fácilmente incorporado al campo de la investigación psicológica,
pues el magnetismo carismático que ejercen ciertas personas en los ambientes
sociales donde desarrollan sus actividades humanas, es un resultado de la
presión dévica en sus vidas, determinada la mayoría de las veces por las
reacciones psíquicas de un considerable número de personas sobre una sola, la
cual, sin esforzarse y sin tener cualidades humanas verdaderamente relevantes,
se ve elevada al pináculo de la fama, del éxito o de la admiración
multitudinaria. El caso de la exaltación producida por el fervor populachero
sobre músicos, cantantes o artistas, la mayoría de las veces realmente
mediocres, es un claro ejemplo de ello. Y, no obstante, en el fondo de tales
impresionantes éxitos, merecidos o inmerecidos, se halla subjetivamente la
fuerza de un EGREGOR creado por el vibrante entusiasmo, la ciega admiración o
el interés colectivo hacia ciertas personas exageradamente idealizadas, que han
culminado en una forma psíquica de carácter irreal, pero que actúa
definidamente en los ambientes sociales del mundo. Esperamos haya sido
convenientemente comprendida la idea de los EGREGORES, la cual, incorporada al
conjunto de estas investigaciones esotéricas, permita introducir más luz en el
devenir de los estudios efectuados sobre el mundo oculto y hacer más comprensibles
las razones por las cuales en los tratados filosóficos más profundos se le
asigna al ser humano el carácter de un creador, de un experto en el arte mágico
de la construcción de formas.
Después de leer cuanto ha sido dicho en este Tratado,
quizás se pregunte el lector si el autor ha basado sus comentarios en conocimientos
adquiridos previamente, o bien si ha desarrollado sus ideas de acuerdo con sus
propias experiencias dentro del mundo oculto. Debo decir al respecto que si
bien en el pasado adquirí bastante información acerca de la interesante
temática de los mundos invisibles, jamás llegué a sentirme plenamente
satisfecho de tal literatura, no porque ésta careciese de valor, sino porque
siempre creí que sólo la propia experiencia podría calmar mi ardiente sed de
conocimiento interno. A esta experiencia dediqué pues todos mis esfuerzos
individuales, pudiendo afirmar que los tres libros que constituyen Un Tratado
Esotérico sobre los Angeles son el fruto de un trabajo de investigación
personal, llevado adelante venciendo todas las dificultades que hallé en mi
camino como efectos del karma y las propias que son inherentes a los esfuerzos
de la búsqueda. La gentil ayuda dévica que recibí durante el curso de mis
investigaciones y que acepté con cálido agradecimiento, forman indudablemente
parte de este proceso místico de introducción en el mundo oculto. Esta síntesis
que someto a la consideración de Uds. es un bloque arrancado de la cantera de
mi propia experiencia. En ella soy sincero y sólo trato de que el ánimo de Uds.
se sienta arrebolado por idéntico entusiasmo que el que me impulsó a penetrar
audazmente en los secretos de la vida oculta. Esta síntesis abarca mis primeras
experiencias o contactos con las fuerzas elementales de la Naturaleza, hasta
los grandes contactos realizados en niveles. superiores con Angeles de gran
evolución espiritual, quienes se dignaron introducirme conscientemente en los
misterios de sus maravillosos mundos de armonía.
En lo que respecta a las fuerzas dévicas definidas
ocultamente como elementales de la Naturaleza, es decir, los espíritus de la
tierra, las ondinas de las aguas, las sílfides del aire y los elementales del
fuego, definidos como salamandras, así como todos los pequeños espíritus
etéricos que viven en la atmósfera planetaria dándole sabor y vida, puedo
asegurar que en líneas generales sus formas coinciden con las anteriormente
descritas por los investigadores esotéricos del pasado, siendo válidos todos
los conocimientos tradicionales, aunque admitiendo el hecho de que dentro de
cada especie de elementales de la Naturaleza, hay multiplicidad de variantes,
según sea la zona de la Tierra o del Eter en donde realizan su particular
evolución. Las formas, sin embargo, suelen ser muy parecidas y sólo varían el
tamaño, el color y la vibración peculiar distintiva de cada grupo. Las especies
más numerosas, según he podido comprobar, son las que corresponden a los
espíritus de la tierra, definidos generalmente como GNOMOS. Algunos de los que
viven cerca de los seres humanos, definidos como DUENDES, son más inteligentes
ya que, a igual que los animales domésticos, viven cerca del hombre para
acelerar su evolución. Estos duendecillos, a igual que todos los elementales de
su especie, poseen una gran habilidad en copiar las formas del complejo
ambiental que les rodea. Sus indumentarias suelen ser pues muy parecidas a las
que llevan los seres humanos, pero hay un grupo muy numeroso de espíritus de la
tierra según he podido observar, cuyas vestimentas no varían demasiado de las
de los enanitos de los bosques, tal como nos los muestra la tradición y son
recogidos en los cuentos de hadas con los cuales tanto nos recreamos en nuestra
niñez. Lo que decimos acerca de los espíritus de la tierra puede ser
íntegramente aplicado a los demás elementales de la Naturaleza. La belleza de
las hadas de las flores, los graciosos movimientos de las ondinas en el seno de
las aguas, la velocidad de las sílfides del aire y el impresionante poder de
las salamandras del fuego, atentas siempre a la voz de mando de los
impresionantes AGNIS, los Impulsores del Fuego, constituyen alicientes
vivísimos para el ánimo del observador... Nuestra intención, sin embargo,
siguiendo el criterio que hemos adoptado durante el curso de nuestras
investigaciones, ha sido referirnos a las fuerzas elementales de la Naturaleza
en el sentido de la labor oculta y definida que realizan en orden a la
evolución planetaria, descubriéndolas en su acción coordinada para producir
todos los fenómenos llamados naturales, desde el simple movimiento que produce
la brisa hasta la alta concentración de sílfides y ondinas trabajando
mancomunadamente para producir las grandes tormentas y huracanes. Es decir,
que si bien he recogido humildemente la rica herencia tradicional de los
conocimientos ocultos sobre las fuerzas dévicas de la Naturaleza, me ha
parecido más conveniente y practico para los aspirantes espirituales de nuestro
mundo moderno, señalar las normas de vida que siguen tales entidades dévicas,
aportando al respecto algunos datos concretos acerca de la misión que la Madre
Naturaleza les ha confiado dentro del concierto universal de la Creación.
Los lectores de libros esotéricos de nuestra época están
más interesados -creo yo- en descubrir el secreto de la energía que se halla
oculto en lo más profundo del corazón silente de la Naturaleza, que en el
tradicional objetivo de presentar formas de energía, aunque el estudio de tales
formas forme parte de las investigaciones esotéricas del mundo oculto. Recogí
-permítanme esta afirmación- el sagrado relato místico y tradicional de las
formas dévicas, pero añadiéndoles el significado dinámico de la acción,
mediante el cual puede apreciarse la suprema analogía de dichas formas con sus
muy bien determinadas y cualificadas misiones en el orden creativo de la
Naturaleza. He podido establecer así una clara distinción entre energía y forma con respecto a las infinitas vidas dévicas que en
multiplicidad de huestes y jerarquías crean el Universo, tratando de percibir y
de comprender la profunda y desconocida actividad dinámica que surge de los
éteres misteriosos del Espacio para construir adecuadas formas para todos y
cada uno de los Reinos de la Naturaleza. He podido comprobar que para cada
grupo de Devas realizando determinada misión en la vida de los Reinos, existen
unas reglas definidas en lo que a su particular trabajo hace referencia.
Podríamos decir que para cada jerarquía dévica rige lo que en términos humanos
llamamos la responsabilidad. A mayor jerarquía mayores compromisos y
exigencias, así como mayor belleza y sutilidad en la línea de las actividades
dévicas, habiendo aparentemente una enorme semejanza entre este sentido natural
de responsabilidad impuesta por la ley de jerarquía dévica y la ley del karma
que rige para los seres humanos. Pero, por encima de todas las consideraciones
jerárquicas del mundo dévico, existe el permanente estímulo de la ley
universal de Necesidad que mueve todas las actividades de los Devas y les
mantiene gozosamente, dentro de sus grupos respectivos, para construir todas
las formas que precisan las unidades de vida de todas las especies dentro de
cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Así, al observar atentamente el
desarrollo del trabajo realizado por un elemental constructor y el de un Deva
de superior gradación dentro del mundo dévico, fui consciente también de la
armonía existente entre todas las cosas objetivas de la vida y el incesante
devenir de sus profundas motivaciones ocultas.
Los nexos de unión o las fronteras silenciosas que
separan ambos mundos, el externo y el interno, son tan sutiles que
necesariamente me vi obligado a sutilizar mis vehículos de percepción interna
en una elevada medida. Así pude librarme de muchos de los errores de visión y
de las consiguientes distorsiones mentales que de ellos se derivan. Traté, en
fin, de establecer unas claras analogías entre la minúscula existencia dévica
manifestada como un puntito de luz en el centro místico del átomo ultérrimo, primera
expresión de vida atómica o química en la vida del Universo y el gigantesco
ATOMO que llamamos Sistema Solar. Si bien la expresión cíclica o campo de
experiencia entre ambos extremos varía inconcebiblemente en espacio, tiempo y
conciencia, el sentido y el propósito de la manifestación son idénticos en uno
y otro caso. Esta realidad marca y define perfectamente las leyes de la
analogía, cuya utilización correcta e inteligente por parte de los científicos
del mundo, aportará datos concluyentes y objetivos sobre la realidad del mundo
oculto y de la causa suprema de la ENERGIA, manifestada bajo multiplicidad de
formas en la vida de la Naturaleza.
Uds. se preguntarán seguramente también, y esta es una
pregunta que yo considero muy lógica, cómo le fue posible al investigador
establecer contacto directo con las formas angélicas de manifestación tal como
fueron descritas en este Tratado. Bien, esta pregunta puede ser contestada con
toda honestidad y sencillez desde una doble vertiente; la primera es que el
autor posee una gran sensibilidad psíquica y una mente muy analítica y la
segunda -tal como lo he afirmado en algunas otras partes de este libro -porque
ciertos Devas de gran evolución se dignaron aprovechar aquella sensibilidad
psíquica para introducirme en el maravilloso campo de la evolución angélica,
intensificando mis capacidades de observación interna y grabando en mi memoria
cerebral todos los datos de interés esotérico que mi mente apercibida iba
registrando. Uno de tales Devas -llamado ocultamente JESAZEL y a Quien dediqué
especialmente el segundo volumen de este Tratado- estuvo muy asiduamente
conmigo durante casi todo el tiempo de mis investigaciones. Tanto los demás
Angeles que gentilmente me ayudaron, son de categoría espiritual superior a la
humana y poseen un tremendo y misterioso poder sobre los éteres espaciales,
como pude comprobar cuando materializaron en mi mente la forma de los espíritus
de la Naturaleza de ciertos Devas constructores y de determinadas Jerarquías
dévicas de gran evolución. Acerca de estas últimas, me advirtieron que me
sería muy difícil poder intelectualmente transcribirlas. “Es -me decían- como
si trataras de explicar la paz, la música o el viento’ Se trataba en realidad
de definir unas formas para las cuales la mente intelectualizada del hombre no
posee todavía elementos de conciencia. Debo confesar pues muy honradamente que
las descripciones que realicé acerca de las Entidades Angélicas superiores en
los textos del segundo volumen de este Tratado, titulado muy significativamente
La Estructuración Dévica de las Formas, fueron sólo vagos recuerdos de una
experiencia vivida en los niveles ocultos, evocados intuitivamente y expresados
utilizando el poder creativo de la imaginación. El propósito insigne que guía
las actividades de tales excelsas Entidades Dévicas quedó sin embargo lo
suficientemente claro en mi mente y a través de las percepciones continuadas
del mundo oculto, fui siendo cada vez más consciente de la directa intervención
angélica en todos los acontecimientos históricos o kármicos que tienen lugar en
el devenir de la vida planetaria, utilizando la misteriosa red etérica que
conecta a todos los seres y a todas las cosas, más allá y por encima de la
propia ley de jerarquía. A través de esta red etérica que constituye el
vehículo magnético y radiante del Logos planetario, todo cuanto vive, se mueve
y tiene el ser dentro del círculo-no-se-pasa del planeta, participa de un karma
o de un destino común.
El punto de vista de los Devas, como reino en evolución,
es evidentemente muy distinto del de los seres humanos. Por decirlo de alguna
manera ellos ven las cosas realizadas, en tanto que el ser humano siempre tiene
la sensación de que las está realizando. Tal es a mi entender el motivo por el
cual ambas corrientes de vida, la dévica y la humana, no se hayan encontrado
todavía en el devenir de un sendero único plenamente compartido... No obstante,
y tal como me ha sido posible constatar, un gran número de seres humanos están
capacitándose actualmente para establecer contactos con el mundo dévico, aunque
no sean plenamente conscientes de las facultades que van desarrollando y
consideren que sus visiones y percepciones no son sino efectos psíquicos
corrientes dentro del campo parapsicológico. Debo aclarar al respecto que todos
los efectos parapsicológicos susceptibles de ser contactados o registrados por
los seres humanos, en no importa qué nivel del mundo psíquico, son vibraciones
en el éter, estando en su base la actividad de los espíritus de la tierra, del
agua, del aire o del fuego, muy hábiles en la producción de todos los fenómenos
psíquicos o paranormales, capaces de afectar la vista, el oído, el tacto, el
gusto o el olfato de las personas convenientemente sensibilizadas al mundo
oculto y muy hábiles también en la producción de las engañosas formas etéricas
o ectoplásmicas, que tanto seducen a la mayoría de los investigadores de los
mundos invisibles. Podríamos afirmar que todos los fenómenos psíquicos que se
producen en el éter y afectan los sentidos ocultos del hombre han existido
siempre, cambiando únicamente de polaridad o de vibración a medida que la
humanidad iba evolucionando. Las unidades muy evolucionadas de la raza lemur,
inspirados por los devas, fueron capaces de producir efectos físicos en sus
ambientes sociales de clan o de tribu y hoy día podrían ser hallados todavía hechiceros
de tribus perdidas en el interior de las selvas de Africa o Australia, que pese
a su rudimentario desarrollo mental son capaces de producir mediante
sortilegios mágicos, en realidad invocaciones de los elementales de la
Naturaleza, aprendidos de sus remotos antepasados y transmitidos de boca a oído
-tal como rezan las más antiguas tradiciones esotéricas- los fenómenos
naturales del viento, del trueno o de la lluvia... Lo mismo cabría decir en
relación con seres humanos de nuestra época aunque de ascendencia netamente
atlante, los cuales son poseedores de altos secretos alquímicos y pueden
provocar también muchos de los llamados fenómenos naturales y de carácter psíquico,
singularmente algunos que están directamente relacionados con el secreto
místico del Fuego. Según me explicó oportunamente JESAZEL, “el secreto del
Fuego y el misterio de la Electricidad, constituyen un solo y único Misterio
que deberá ser revelado a la humanidad en el devenir de la Nueva Era, ya que su
descubrimiento dará lugar a una serie impresionante de conquistas en el orden
técnico, cuya importancia no puede ser medida todavía por el cerebro
tridimensional del hombre de nuestros días.”
Al hablar de Electricidad, debo hacer referencia a mis
afirmaciones en otras partes de este Tratado en el sentido de que se trata de
una Energía universal y planetaria cuya causa se halla en la ley de polaridad,
o diferencia de potencial psíquico o ígneo entre los llamados devas lunares y
los devas solares, los cuales en ciertas fases de equilibrio producen luz,
calor o movimiento. El misterio de este equilibrio se halla muy bellamente
expuesto en los conocimientos esotéricos acerca de los llamados planetas
sagrados, o planetas luminosos, en donde los Angeles que rigen la Materia y
los que emanan del Espíritu creador han llegado a un perfecto equilibrio y
consecuentemente han dejado de luchar entre sí.
Recuerdo que en cierta ocasión, JESAZEL me había dicho: Cuando
el hombre se dé cuenta del inmenso poder
de equilibrio que tiene sobre el ambiente social que le rodea y se
responsabilice por efecto de ello de su digna misión en la vida de la
Naturaleza, se convertirá en un dios sobre la Tierra. Son los poderes
incontrolados o insuficientemente desarrollados los que crean la desdicha de la
humanidad. Es como si a los hombres se les hubiesen cortado las alas tensas
para el vuelo, y se arrastrasen lentos y pesados por los surcos estériles y
resecos de la tierra, una tierra que, sin embargo, es fértil, fecunda y
generosa”. Las palabras de JESAZEL dieron origen al titulo del tercer libro de
este Tratado: Los Angeles en la Vida Social Humana, en el desarrollo de cuyos
textos según habrán Uds. podido observar, he tratado constantemente de hallar
el nexo de unión o de equilibrio entre los hombres y los Devas en un mutuo y
mancomunado esfuerzo de reconciliación. La síntesis de tales argumentos se
halla sin duda en el hecho de que todos los ambientes planetarios, sociales,
comunales, profesionales y familiares son inicialmente reacciones psíquicas de
los devas constructores del espacio etérico a los pensamientos, deseos,
emociones y actitudes de los seres humanos. Esta es una razón convincente, aún
en el terreno científico, si se tiene en cuenta que la civilización, la
cultura, la historia íntima y aún el lenguaje, costumbres y tradiciones de
todos los pueblos de la Tierra, obedecen a reacciones del espacio vital en
donde se hallan inmersos todos los seres humanos, no importa el lugar en donde
viven, se mueven y tienen el ser dentro de la vastedad del mundo. Lógicamente,
de no existir tales reacciones no habría explicación científica de ningún hecho
de carácter psicológico. Sólo falta, entonces, darle un nombre científico a
tales reacciones. Yo les llamo devas substanciadores del éter y también devas
constructores. Me baso naturalmente en denominaciones de carácter tradicional,
aunque no demasiado místicas, aceptadas íntegramente dentro del fecundo campo
de los estudios esotéricos.
Puede que Uds. se hayan interrogado alguna vez acerca de
cuales deberían ser los requisitos mediante los cuales un ser humano podría
establecer contacto con los Devas y con todas las fuerzas ocultas de la
Naturaleza. Bien, esta interrogante podría ser contestada desde un ángulo
puramente científico y psicológico, por ejemplo: “... tratando de ser
conscientes de las mismas.” Esta respuesta, que aparentemente no dice nada, lo está diciendo todo, habida
cuenta que el contacto dévico o angélico ha existido siempre, en todas las
fases de la vida evolutiva de la humanidad y en todos los niveles dentro de la
inmensa complejidad y magnificencia del mundo oculto que nos rodea y compenetra.
El sentido intimo de la civilización, de la cultura y de las tradiciones de
todos los tiempos, revela siempre el contacto del hombre con las fuerzas
subjetivas e invisibles de la Naturaleza. Los Angeles, en su multiplicidad de
jerarquías y funciones, han constituido perennemente el centro de todos los
mitos sagrados, leyendas misteriosas y narraciones simbólicas del mundo. Desde
los poderosos Arcángeles o Mahadevas, Señores de la espiritual revelación,
hasta los humildes devas elementales que cuidan de la construcción de los
átomos químicos, pasando por los Devas familiares, Genios o Daymons que
inspiraron las obras de los grandes filósofos y artistas del pasado, todo es
CONTACTO, REVELACION e INSPIRACION. Sólo hay que abrir los ojos e intentar percibir
esta infinita prodigalidad dévica. El segundo paso corresponde al esfuerzo por
desarrollar conciencia dévica en nuestra vida de aspirantes espirituales y
evocar respuesta de los éteres inmortales. Para ello deberemos adquirir un tipo
de sensibilidad espiritual con respecto al entero contexto ambiental que nos
envuelve. El término comprensión, que es la antesala del amor humano, define
muy claramente ese tipo de sensibilidad, que permitirá modificar sensiblemente
la conciencia psicológica hasta el punto de suprimir todas las reacciones de
tipo personal, corrientemente de carácter antagónico y, como consecuencia, provocar
una reacción psíquica de carácter dévico que creará un impacto en nuestra
conciencia y llenará de luz algún hueco de nuestro cerebro, permitiendo cierta
liberación de energía espiritual y desarrollando algún definido y cualificado
grupo de células. El proceso parece sencillo; sin embargo está lleno de
dificultades y los hábitos egoístas de la personalidad crearán, a no dudarlo,
zonas de gran resistencia a las buenas intenciones del alma. Pero, habrá que
perseverar en el intento y hacer frente a todas las dificultades, sabiendo de
antemano que el contacto dévico nos hará conscientes de ocultos e ignorados
niveles de armonía dentro del propio ser y que los resultados obtenidos, ya en
un buen principio de los intentos de acercamiento dévico, mantendrá nuestro
ánimo muy sereno, animoso y expectante y la voluntad muy firme y dispuesta a
enfrentar los incidentes psicológicos de la búsqueda.
Las primeras experiencias de contacto dévico afectarán
quizás el sentido del olfato en forma de vagos o penetrantes perfumes. También
podrá percibirse auditivamente las notas de una música tenue, suave y lejana o
bien será posible registrar en los éteres ambientales una serie de luces de
varios colores que surgen inopinadamente dentro del campo subjetivo de nuestras
percepciones internas, para desaparecer asimismo raudamente, aunque
deparándonos una sensación psicológica de paz y de bienestar. Más adelante,
las tomas de contacto serán más concretas y objetivas, desde la vaga impresión
de que Alguien está a nuestro lado ayudándonos con su presencia, singularmente
en momentos de grandes problemas y dificultades, hasta la visión concreta y
objetiva de los pequeños devas y espíritus elementales de la Naturaleza.
Finalmente, se abrirá por completo el campo de nuestras percepciones sutiles en
el éter y seremos capaces de percibir a los Devas familiares, quienes, con infinita
cordialidad, nos introducirán en el extenso y dilatado campo de las relaciones
dévicas. En esta fase nos será posible, sin duda, establecer contacto y
entablar amistad con algún Deva superior, el cual nos hará conscientes, si a
ello estamos realmente dispuestos, de los misterios del Reino Dévico, con sus
profundas enseñanzas místicas sobre las leyes ocultas de la Naturaleza y los
íntimos secretos y sagrados misterios que preceden a la iniciación espiritual
del ser humano.
El proceso de sensibilización psicológica que precede al
contacto dévico deberla iniciarse con un voluntario silencio de palabras, ya
que según expresión de los propios Angeles el silencio contiene espíritu y las
palabras suelen contener aspectos materiales. Sea como sea, el silencio ha sido
adoptado como norma de desarrollo espiritual por todas las escuelas esotéricas
y místicas del mundo y el contacto angélico, que es una expresión del
desarrollo espiritual del ser humano, no podía escapar de la regla. El silencio
de palabras atrae por simpatía el silencio de deseos y pensamientos y, según mi
propia experiencia, la quietud mental ha sido una norma natural para establecer
contacto con los Devas. Así, resulta conveniente un saludable ejercicio de silenciación
de palabras cuando nada importante tengamos que decir, o suspenderlas en un
acto meritorio de silencio cuando las condiciones ambientales así lo exigiesen,
aunque teniendo en cuenta en todos los casos que el permanecer íntimamente
silenciosos no debe implicar nunca desconsideración o falta de cortesía hacia
los demás, sino una sincera y confiada deferencia hacia el Ser interno, Quien
nos revelará intuitivamente cuando hay que hablar o cuando es necesario
callar...
Como Uds. habrán podido constatar, estoy refiriéndome a
ciertas experiencias de carácter íntimo aunque de efectos ambientales, pero
cuya culminación en el orden oculto ha de ser el establecimiento de unas
relaciones conscientes con el mundo dévico. Quizás Uds. habrán tenido alguna
vez experiencias de ese tipo, en la niñez o en el devenir de ciertas etapas de
sus vidas cuya trascendencia motivó profundos cambios en sus conciencias. La
manera imprevista como tal proceso culminó en una solución correcta cuando ya
todo parecía perdido, podría indicar quizás que en el desarrollo de la misma
intervinieron factores ocultos que llevaron a cabo por procedimientos
supranormales aquello que seguramente se hallaba más allá del alcance de
nuestras fuerzas o posibilidades. Podríamos decir al respecto que muchas de las
soluciones atribuidas a la acción humana nada o muy poco tienen que ver con la
utilización de la voluntad o del libre albedrío... El libre albedrío expresa
frecuentemente una incapacidad manifiesta para solucionar ciertos problemas
vitales en el devenir de la existencia humana, debiendo ser aceptada entonces
la presencia oculta de una voluntad oculta completamente independiente de la
del hombre, que realiza por arte mágico -si es que podemos decirlo así- cuanto
éste es incapaz de realizar. Sólo así es posible que se cumpla normal y
adecuadamente el karma del ser humano y el de la propia humanidad. Y,
naturalmente, dentro de los límites de esta comprensión habrá que aceptarse
asimismo como lógica la idea de que una infinita legión de entidades ocultas,
llámeselas ángeles, devas o simplemente energía divina, está cumpliendo el
propósito de la Vida de Dios en la Naturaleza con una total abstracción de los
deseos y las voluntades de los hombres. De ahí también que la perfección
humana, que nace del augusto cumplimiento del destino kármico, no sea sino un
resultado de la compenetración inteligente del hombre con la actividad de los
Devas, que desde los niveles ocultos cuidan del cumplimiento de la Voluntad de
Dios.
Cuando establecemos esta marcada distinción entre el
libre albedrío humano y la voluntad divina encarnada por los Devas, estamos
introduciéndonos realmente en las verdaderas causas o motivaciones de la
historia, ya sea individual, comunal o planetaria. El centro de incidencia del
proceso es el Karma o Destino, es decir, la Ley de Causa y Efecto que rige el
absoluto cumplimiento de la Voluntad de Dios dentro de las fronteras o círculo-no-se-pasa
del Universo. Lo que hace el hombre mientras se halla en el pleno ejercicio de
su libre albedrío, es ofrecer una constante resistencia a la Voluntad rectora
del Destino y a esta resistencia se la llama corrientemente voluntad
individual. Hay por tanto un larguísimo trayecto a recorrer en tanto que el
hombre no comprenda que su libre albedrío se opone constantemente a la voluntad
divina y decida inteligentemente variar la conducta o trayectoria de su vida.
Las energías dévicas, como fuentes de construcción, se hallan presentes por
doquier constituyendo la motivación oculta de todas las formas y sembrando
dentro del corazón humano las eternas semillas de la comprensión superior. Es
precisamente esta comprensión la que ha de realizar dentro del sancta sanctorum
del corazón individual la trascendente alquimia de convertir el libre albedrío
en voluntad perfecta, siendo descrita ocultamente esta alquimia trascendente
como INICIACION es decir, la capacidad que tiene el hombre de prescindir
conscientemente de su libre albedrío, o pequeña voluntad humana, frente a la
Voluntad todopoderosa de la Divinidad, con lo cual deja de sufrir y de sentirse
fatalmente atado a la Rueda del Destino con su interminable secuela de muertes
y nacimientos. En el centro del proceso superior que va del libre albedrío
humano a la Voluntad divina, pasando por las inevitables crisis de la Iniciación,
hallaremos siempre que las ocultas motivaciones de tal trascendente
experiencia surgen de unas regiones desconocidas del éter a las que yo denomino
mundo dévico o reino angélico. Estas energías dévicas constituyen el eje
misterioso alrededor del cual gira la Rueda del Destino individual, planetario
o solar movida por los Señores del Karma. La Ley siempre es la misma, aunque
crezca o decrezca la medida o los limites de contención de la Vida dentro de la
Forma. Así, un pequeño átomo tendrá un destino tan completo como el del propio
Universo, pese a la medida infinitesimal de su cauce o a lo reducido de su
campo de expresión. La Vida es la medida de todas las cosas, pero sabe
limitarse en cada una de ellas en orden al Plan universal diseñado por la
propia Divinidad. Esta limitación da origen al principio de Jerarquía
espiritual dentro del Cosmos. De ahí que existan unas muy particulares e
íntimas relaciones entre Vida, Conciencia y Forma, términos tan frecuentemente
utilizados en los libros esotéricos. La Vida pertenece siempre a la Divinidad
creadora, la Conciencia es el privilegio de la Vida manifestada, y la
Manifestación, con su infinita prodigalidad de Formas, corresponde a la
actividad de las jerarquías dévicas. Tal es aparentemente el orden de la Creación
mediante el cual el Espíritu humano manifestado como Vida se sumerge en el
misterioso océano de la Materia para ser cada vez más consciente del Propósito
redentor que a través de cada una de las Formas de la Naturaleza trata de
revelarse. La Conciencia, por tanto, es la reacción o respuesta de la Vida al
contacto con la Forma material. Esta Forma material, a su vez, es una respuesta
a los sagrados impulsos de la Vida del Espíritu. Así, siempre existirán unos
lazos indestructibles entre la incalculable prodigalidad de conciencias en
evolución -dentro y fuera del Universo- y la Vida Divina, llena de propósitos
redentores, que se introduce en la Materia para dignificarla y elevarla a las
sempiternas alturas del Espíritu. Por tal razón es altamente necesario que el
ser humano, cuya alma o conciencia se halla en el centro del equilibrio del
Espíritu-Vida y de la Materia-Forma, aprenda a dignificar sus compuestos
materiales y a elevar la sintonía vibratoria de los mismos, siguiendo unos
propósitos redentores idénticos a los de la propia Divinidad, ya que no es un
simple tópico o una amable condescendencia la afirmación bíblica de que somos
hechos a Su imagen y semejanza.
Interesa profundamente, pues, iniciar ese trabajo
redentor de la Materia asignado al Reino humano estableciendo contacto con las
Entidades dévicas, cuya misión es dotar de Formas cada vez más dignas y bellas
a las conciencias en evolución dentro del círculo-no-se-pasa del planeta y del
propio Universo. El secreto de la Forma, uno de los grandes misterios
iniciáticos, revela que cualquier partícula de materia ha de hacerse radioactiva
para poder liberar las energías de la Vida divina contenidas en su interior.
Tal es la labor asignada al Reino dévico y a la humanidad trabajando mancomunada
y debidamente compenetrados. El resultado de esta fusión de actividades tendrá
como absoluta consecuencia la liberación del aciago destino que persigue a la
humanidad desde las más primitivas edades...
Podríamos asegurar que algunas de las grandes crisis
humanas de los momentos actuales son de reajuste con las nuevas energías
dévicas, procedentes de las más elevadas regiones siderales, en respuesta a
las necesidades de evolución del propio Logos planetario y una de cuyas
principales consecuencias o resultados ha de ser el contacto consciente de los
seres humanos debidamente capacitados con elevadas jerarquías del Reino dévico.
La Alegría proviene siempre de una conciencia de unidad
y de síntesis; es una condición natural y una inherente prerrogativa de las
Mónadas espirituales, ya sean de los Angeles, de los hombres o de cualquier ser
en la vida de la Naturaleza. Siendo así, sólo el contacto con la Mónada
realizado a través del Angel solar, o Yo superior del hombre, mediante el
proceso de la Iniciación podrá traerle al ser humano la paz y la alegría que
tan ardientemente busca. Podríamos decir que las Iniciaciones humanas en los
misterios de la Divinidad son acercamientos monádicos, introducciones conscientes
en uno u otro de los Siete subplanos que constituyen el Plano búdico en donde
el sentimiento de Alegría, que es básicamente Felicidad, puede ser debidamente
comprendido y experimentado. Tal comprensión y tal experiencia permitirán un
día la relación consciente y fraternal de los seres humanos, previamente
iniciados en los misterios del Eter, con los excelsos Devas habitantes de estos
elevados niveles en la vida de la Naturaleza. Uno de los grandes Yogas que
practicarán normalmente los hombres del futuro y que yo he denominado
intencionadamente DEVI YOGA ([17]),
permitirá a la humanidad avanzada crear una vía de acceso a los más elevados
subplanos del plano búdico y unificar creadoramente su vida con la Vida de los
Angeles superiores, creando así las bases de la Fraternidad universal y el
establecimiento del Reino de Dios aquí en la Tierra.
Si la adquisición del sentimiento de Alegría dependiese
de una técnica, diríamos que esta técnica debería tener tres grandes vertientes:
la invocación, el contacto y el control de las energías provenientes del plano
búdico. La invocación presupone
emitir una nota de armonía en la vida personal con el consecuente
establecimiento de rectas relaciones humanas dentro del contexto social en el
que vivimos inmersos. El contacto
es inevitable cuando la armonía personal se exterioriza en forma de paz a
través del aura etérica, creando un campo magnético puro y radiante. Los
Angeles familiares -a los cuales hemos hecho amplia referencia en otras partes
de este estudio- contemplan serenamente el proceso de irradiación que acompaña
la vivencia correcta del ser humano y pueden mostrarse objetivamente ante sus
percepciones e incluso ilustrarles sobre muchos de los misterios que encubren
sus mundos de armonía, confiándole más adelante, en ciertas iniciaciones y
cuando los vehículos expresivos se han hecho perfectamente moldeables a la
influencia superior, el poder de
controlar eficientemente utilizando substancia búdica, las numerosísimas
huestes de pequeños devas de la tierra, del agua, del aire y del fuego que en
su interacción constituyen la vida material en sus múltiples e incalculables
combinaciones... Técnicamente el hombre se convierte en un Mago.
En cierta ocasión, y cuando me hallaba escribiendo sobre
los espíritus de la Naturaleza, JESAZEL, el Angel amigo, me comunicó el
secreto de una Voz cuyo sonido tenía la virtud de materializar a los pequeños
devas que en multiplicidad de formas y especies constituyen el aspecto material
de la vida de la Naturaleza. Este sonido tenía una cadencia extraña y se
parecía mucho desde el ángulo auditivo, al susurro o eco que se oye dentro de
una caracola marina cuando le aplicamos el oído. Pero, a su conjuro, aparecían
y se hacían objetivas y claramente visibles ante mí una serie impresionante de
criaturas del éter, graciosas unas, hurañas otras pero que, en su conjunto,
constituían el andamiaje o estructura básica de las formas de la Naturaleza.
Algunas de tales criaturas dévicas podrán Uds. apreciarlas en los grabados que
ilustran los tres volúmenes que constituyen este Tratado esotérico sobre los
Angeles. El secreto de la Voz es el del propio misterio de la Creación. Cuando
el hombre sea puro y tenga sana alegría en su corazón se hará propicio a tales
misterios. Parece ser que la Paz constituye la regla única de la Alegría y es
el único poder al que pueden responder los Angeles superiores. Un sonido
inarmónico y sin paz en su contenido sólo puede producir alteraciones nocivas
en el ambiente y atraerá únicamente a devas y elementales de tipo inferior. Una
palabra o un sonido inteligente llevando paz en cada una de sus inflexiones,
creará un campo magnético dentro del cual podrán manifestarse los Devas
superiores. El secreto del Bien y del Mal, del Dolor y del Gozo, es el mismo que
separa entre sí los sonidos armónicos de los inarmónicos dentro de la humanidad
y al incalculable número de devas en uno u otro bando que en su interacción
producen las alteraciones ambientales. Dentro de una lógica sencilla y
fácilmente comprensible, vemos que el Reino de la Felicidad está al alcance del
hombre que vive en paz consigo mismo y no se esclaviza al fruto de sus
acciones. La mente de este hombre, como la del Angel, no fragua ambiciones y
posee una impresionante sencillez de ideas y pensamientos que constituyen la
antesala mística aunque potentemente dinámica de la Creación. Pues -tal como
decía JESAZEL- “La sencillez debe estar en la base del hombre sabio haciéndole
acreedor a la potencialidad del sagrado y a los sonidos de los mántrams invocativos
“. Las palabras de JESAZEL y las conversaciones que tuve el privilegio de
sostener con El, me dieron siempre la clave de resolución de ciertas dudas
surgidas en mi mente durante mi proceso de investigación oculta.
Uds. se preguntarán quizás cómo eran efectuadas estas
conversaciones. Lógicamente y por el carácter de las mismas, debían realizarse
dentro de una atmósfera de paz y de quietud la cual provocaba una especie de
vacío a mi alrededor aislándome por completo de cuanto me rodeaba. Tal era invariablemente
el preludio. Oía después una especie de sintonía (me he dado cuenta
oportunamente que cada Angel tiene su propia sintonía), como si alguien musitase
quedamente mi nombre en mis oídos. Sabía entonces que se trataba de JESAZEL,
pues aunque había logrado establecer contacto con diversos Angeles durante el
proceso de mi trabajo esotérico sobre el mundo dévico, singularmente cuando
trataba de investigar el secreto místico de su lenguaje, el carácter íntimo de
amistad y de comprensión con que me había distinguido JESAZEL, impregnaba mi
aura etérica de un radiante magnetismo especial que le hacía perfectamente
reconocible. La conversación no se producía nunca al azar; según pude averiguar
oportunamente, era siempre el resultado de alguna silenciosa invocación que yo
sin darme cuenta formulaba cuando algo no lo veía suficientemente claro o
cuando intentaba descifrar el sentido de algún hecho oculto relacionado con la
misteriosa vida de los Devas. Debo aclarar al respecto que nuestras
conversaciones se realizaban en un nivel mental superior, aun cuando mis
sentidos internos parecían recogerlas o registrarlas como una conversación
común o corriente. Otras veces, tales conversaciones se reflejaban
objetivamente dentro de una especie de marco etérico de intenso color índigo
sobre el cual se reflejaban unas bellas y extrañas figuras geométricas de
fúlgido y brillante color dorado. Algunas de tales conversaciones, captadas
magistralmente por el pintor señor Josep Gumí, podrán Uds. verlas reflejadas
en los grabados que ilustran el segundo volumen de este Tratado.
El sentido de estas conversaciones penetraba en mi mente
en forma intuitiva y el cerebro recogía su significado de manera casi perfecta.
Puedo decir -y lo hago con un gran sentido de reconocimiento a la potencia
inductiva de JESAZEL y no a mis cualidades interpretativas- que sólo dos o tres
veces durante el curso de mis investigaciones tuvo que rectificar JESAZEL algún
punto sobre el cual mi mente había sufrido una distorsión. Puedo afirmar ahora,
sin espíritu alguno de soberbia, pero si de gran satisfacción, que mi
sensibilidad a la vida oculta ha llegado a un punto en que me es posible
diferenciar muchas de las influencias dévicas en la vida de la Naturaleza y de
la humanidad, que crean reacciones psíquicas ambientales y producen
determinados efectos psicológicos y parapsicológicos en la vida de los seres
humanos.
Desde el ángulo de vista esotérico, todo cuanto acontece
o se realiza en la vida de la Naturaleza es un gigantesco fenómeno psíquico,
motivado por la Voluntad del Creador al infundir Su Vida en la Materia y evocar
de ella cada vez más sutiles respuestas. Los Planos del Universo justifican
esta Voluntad o Propósito de la Divinidad y no hay rincón alguno dentro del
Sistema solar que no albergue una potencia psíquica, irradiando energía a
través de su aura etérica y creando un definido campo magnético. Si se admite
este hecho podrá llegarse fácilmente a la conclusión de que el Espacio
contiene en sí una Potencia inteligente e integradora de todos aquellos campos
magnéticos y los convierte en ambientes definidos dentro del orden colectivo o
social de la Naturaleza. Cualquier tipo de ambiente dentro de la humanidad, sea
particular, familiar, profesional o grupal es el resultado de la condensación
de un tipo determinado de energía psíquica, generada por los seres humanos y
manipulada creativamente por las potencias integradoras del Espacio, que
nosotros llamamos esotéricamente Angeles o Devas en las líneas de este Tratado.
Pero, dénse Uds. cuenta de que al utilizar las expresiones dévica y angélica, no
hemos caído en el error de considerar a estas fuerzas desde el ángulo de vista
religioso o tradicional, sino que les hemos asignado un poder científico y una
actividad extraordinariamente dinámica en la vida de la Naturaleza, cual es la
de construir todas las posibles estructuras geométricas, formas, cuerpos o
vehículos que, en su totalidad y en la vida de los Reinos y de las Especies,
albergan el Espíritu de Dios en una infinita e increíble gama de estados de
conciencia. Tenemos así y por doquier, estados de conciencia vibrando a través
de estructuras geométricas definidas y creando unos apropiados campos magnéticos
y psíquicos. El estudio de las reacciones producidas entre los distintos campos
magnéticos por parte de los investigadores del mundo oculto, dará lugar a la
verdadera Ciencia Parapsicológica del futuro. En el presente se les asigna
demasiada importancia todavía a los pequeños efectos ambientales y se discute
aún demasiado en términos de conocimientos teóricos, porque no se ha logrado
llegar a la plenitud de experiencia de los hechos psíquicos; de ahí que el
problema del psiquismo, con su numerosa secuela de fenómenos en el éter, constituye
todavía una zona llena de vaguedades y de misteriosas incógnitas, es decir, un
área de discusión en donde cada cual aporta sus particulares puntos de vista,
pero no experiencias vitales.
Esta era, en efecto, la alternativa que se me presentaba
al iniciar mis investigaciones ocultas acerca de los Angeles. Todo cuanto
acerca de ellos había leído en el pasado me parecía demasiado nebuloso o
místico y no resistía, a mi entender, ni el peso ni el rigor de la razón
científica. Así, pues, tuve que profundizar mucho dentro de mí mismo en un
intento de hallar el tercer elemento que me faltaba para poder unificar los
centros de conciencia humanos con los fenómenos producidos en el éter y los
estados psíquicos en general. Este tercer elemento surgió inopinadamente ante
mi percepción mental en momentos álgidos y trascendentes de mi vida. Al
principio sus formas eran vagas, suaves, acrecentando con su misteriosa
incógnita mi pasión por la vida oculta, que siempre había constituido una parte
esencial de mi vida. Más adelante pude percibir con toda claridad a los
espíritus de la Naturaleza, pero no en sueño, sino formando parte de mi
contemplación de la obra de la Naturaleza. Pude darme cuenta así que el suelo,
el aire, el agua, el fuego, y todo cuanto me rodeaba era vida inteligente,
siguiendo unas ocultas y misteriosas motivaciones bajo la forma característica
de los elementos naturales.
Así, el agua no era para mí un simple compuesto
químico, sino que era además el recipiente místico que albergaba a unas vidas
inteligentes que aparentemente y en mutuas y desconocidas intercomunicaciones
la construían. Aprendí, de esta manera, a aliar el agua con unas bellas
criaturas etéricas que esotéricamente se denominan ONDINAS. Lo mismo me ocurrió
al examinar ocultamente el aire, la tierra o el fuego, dándome cuenta de que en
el seno de tales elementos existía una insólita y palpitante vida que llenaba
el espacio con su poder psíquico. Comprendí progresivamente que estas vidas
menores, las sílfides, las ondinas, las hadas, los gnomos, etc. y la
multiplicidad de invisibles y desconocidos espíritus de la Naturaleza, eran
expresiones psíquicas de un poder más elevado ya que, tal como siempre había
presentido, la ley de evolución contiene en sí el principio de jerarquía. Y es
así, en forma suave y paulatina, como fui consciente de unas fuerzas psíquicas
infinitamente superiores que utilizaban asimismo el Eter del Espacio como
campo de expresión. Surgieron entonces ante mi exaltada y maravillada visión
extensas gamas de Devas, maestros en el arte de la construcción, dirigiendo una
increíble hueste de pequeñísimos obreros, los cuales con rara habilidad,
creaban con sutilísimos hilos de luz etérica todas las formas físicas de la
Naturaleza y que descomponiendo aquella luz la dotaban de color y de las
inherentes cualidades físicas y psíquicas que constituían la razón de ser de
sus vidas, de su constitución y de su especie...
La evolución de los Devas de todos los órdenes, en
relación con la substancia material del Universo y del planeta, es obvia y es
apreciable en el devenir de cada nuevo ciclo de vida, en el que la vibración
interna del Morador del Cuerpo, ya se trate del Logos Solar, del Logos
planetario o del ser humano, ha alcanzado un nivel superior que exige una
substancia material o lunar -si podemos decirlo así- manejada por más excelsos
y elevados Pitris. Variará por tanto sensiblemente la calidad de las formas, ya
que hay una evidente relación entre calidad o vibración y substancia o forma. La analogía ha de
ser perfecta en todos los casos y habrá que admitirse lógicamente que los
Devas que en su integridad confeccionan la substancia de un esquema de
evolución humano, planetario, solar o cósmico, deberán acceder -a igual que los
seres humanos y los Logos creadores- a algún tipo de INICIACION DEVICA en cualquier
ignorado nivel de la Naturaleza, de parte de los poderosos Arcángeles regentes
de los Planos del Universo, o de los Angeles superiores que rigen la evolución
de los Reinos. El Misterio de Revelación de tales Iniciaciones -si tenemos en
cuenta las cualidades específicas de los Devas- será quizás el desarrollo del
sentido íntimo del OIDO para poder escuchar los múltiples e incesantes sonidos
que se elevan del mundo manifestado, de la misma manera que las Iniciaciones
humanas tienen por objeto desarrollar el sentido oculto de la VISTA, es decir,
el dilatado grupo de percepciones que han de convertir al Iniciado en un
perfecto CONOCEDOR.
La analogía nos va demostrando constantemente que los
Angeles y los Hombres constituyen dos corrientes de Vida divina tan estrechamente
vinculadas, que resultaría imposible mover una sin que inmediatamente se sienta
movida la otra. En otras partes de este Tratado me he referido a los grados de
vinculación humano dévica y sus resultados en la vida de la humanidad, tal como
puede ser, por ejemplo, la construcción de sus vehículos de manifestación y
también el proceso de integración espiritual y grado de acercamiento a los
grandes DEVAS de los tres Planos inferiores del Sistema, llamados:
AGNISCHAITAS, AGNISURYAS y AGNISHVATTAS cuyo contacto, inteligentemente
establecido, puede decidir el ritmo de nuestra vida, detener a veces el curso
de los acontecimientos kármicos y llevamos de la obscuridad a la luz, de lo
irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es decir, a la Montaña de la
Iniciación, desde cuyas gloriosas cumbres podemos contemplar el valle de la
ilusión mental, de los variados espejismos astrales y del maya de los sentidos
físicos, sin sentirnos atraídos por sus potentes insinuaciones. Este paso
trascendente que hemos logrado dar con ayuda de los Devas y de nuestro espíritu
de resolución, significa que hemos vencido la fuerza gravitatoria de los devas
inferiores, nuestra intención se halla anclada actualmente en las fuerza de en
nuestros estudios esotéricos devas lunares, y que la supremamente místicas,
aunque increíblemente dinámicas, vitalizadas por los grandes Devas AGNISHVATTAS
y que Angel Solar, o Yo espiritual, puede intervenir libremente en nuestra vida,
inspirando las resoluciones de nuestra alma y dotándonos de amorosa comprensión
hacia los demás. Cuando esto sucede, los asuntos humanos con todas sus
crecientes dificultades y tensiones ya no atraen tan poderosamente como antes
nuestro interés individual, permitiéndonos vivir más desapegados y seguros
dentro del complejo social donde vivimos inmersos... El hecho oculto que un día
será científicamente descubierto de que a cada hombre corresponde un Deva de
similar vibración, aunque de naturaleza negativa con respecto a él, mostrará
el secreto de la luz espiritual. Podrá indicar, también, que el trabajo
realizado en el devenir de nuestros estudios, meditaciones y actos de
servicio, ha suscitado un eco muy creador e íntimo de parte de los insondables
éteres del Espacio y que nuestro ALTER EGO angélico ([18])
-atento a las circunstancias de nuestra acción- nos ayuda con sus indicaciones
en el ejercicio de la rectitud y del buen sentido natural.
Tal como he
dicho ya en varias ocasiones, y lo repito ahora por cuanto lo considero muy
importante desde el punto de vista del lector, durante el curso de las
investigaciones ocultas que culminaron en este Tratado, he logrado establecer
contacto con algunos de superior evolución y de reconocida inteligencia. Sus insinuaciones
espirituales y el grato sabor de su contacto me permitieron continuar el
trabajo emprendido, singularmente porque gracias a Ellos tuve siempre una
protección segura cuando debía introducirme en ciertas regiones psíquicas en
donde los devas que intentaba contactar eran realmente peligrosos, debido a su
intenso dinamismo vibratorio y al poder ígneo de sus campos magnéticos o cuando
trataba de penetrar en los niveles etéricos ocupados por los elementales
inferiores de la Naturaleza, señores de la tierra, del agua, del aire o del
fuego. La experiencia espiritual fue siempre aleccionadora y sé ahora que todas
mis motivaciones espirituales obedecían al interés jerárquico por esclarecer el
tema, tan profundamente místico y espiritual, relacionado con la misteriosa
Vida de los devas. Veamos ahora, algunas de las razones por las cuales el
conocimiento del mundo dévico se hace necesario e imprescindible para la
evolución mental y profundidad esotérica de los aspirantes espirituales de
mundo:
a.
Porque, tal como
hemos venido diciendo en las páginas de este Tratado, los hombres y los Devas
son dos evoluciones o corrientes de Vida que corren paralelas y que, al final
de cierto ciclo de evolución planetaria, deberán coincidir en un punto infinito
de su mutuo desarrollo espiritual para crear el divino HERMAFRODITA o SER
ANDROGINO, mitad hombre -mitad Deva -si podemos decirlo así- que ha de culminar
una gran etapa mística e iniciática en la Vida de nuestro Logos planetario.
b.
Porque el secreto de
la existencia humana y el por qué de todas las formas existentes, se halla
escondido en el mundo de los Devas y es allí donde hay que descubrirlo.
c.
Porque la evolución
humana no sería posible sin la cooperación de los grandes DEVAS que rigen los
ciclos de la vida del hombre aquí en la Tierra, preparando su destino creador y
confeccionando la substancia material mediante la cual son construidos sus tres
vehículos expresivos, llamados de necesidad kármica, es decir, el mental, el
astral y el físico.
d.
Porque los Devas
constructores de estos tres cuerpos en cada uno de los Planos físico, astral y
mental y sus correspondientes subplanos, están cualificados para convertir los
impulsos humanos o necesidades kármicas, en ambientes definidos dentro del
orden social y planetario, teniendo en cuenta que las líneas de mínima
resistencia o instintos procedentes de un lejanísimo pasado, constituyen el
campo de batalla del hombre y los incentivos dévicos de la propia perfección.
Hay que tener en cuenta al respecto que cada uno de los vehículos humanos es
esencialmente un Deva, asistido por una innumerable hueste de devas menores,
algunos de ellos minúsculos como los propios átomos, cuyo poder centralizador
ha de ser conquistado por el hombre. A estos Devas se les denomina
esotéricamente ELEMENTALES CONSTRUCTORES. Tenemos, por tanto, los Elementales
físico, astral y mental, poseyendo cada uno, tal como habremos dicho ya en
otras partes de este estudio, un tipo de conciencia separada que el ser humano
ha de controlar, gobernar y dirigir. A este trabajo continuado de gobierno y
de control de tales Devas o Elementales constructores, se le define oculta y
místicamente con el nombre de SENDERO. Se trata de un proceso de integración
que puede llevarse a cabo mediante la práctica de un oportuno y conveniente
Yoga, de un sistema inteligente de meditación o por la práctica asidua y
continuada de la buena voluntad y el deseo de bien hacia los demás en el
devenir de las relaciones sociales. Tal trabajo de integración es un DHARMA de
naturaleza kármica y tiene por objeto redimir a las vidas menores que
construyen nuestros vehículos de necesidad y hacer evolucionar al Deva
constructor por el sistema universal de polarización magnética hacia centros
superiores en donde la Vida dévica es más radiante e incluyente.
e.
Porque sin un
conocimiento perfecto del mundo dévico no podríamos acceder a las alturas de
la intuición ni a la gloria de la inspiración espiritual. Uno de los secretos
conquistados del mundo de los Devas, utilizando la clave de la analogía, es el
de que la actividad del hombre por adueñarse del misterio universal de su
propia vida pasa por el Reino dévico, ya que son precisamente ciertos excelsos
Devas solares los que crean el estímulo de la vida espiritual y construyen con
la luz inmortal de Sus vidas radiantes aquel místico Puente de Arco Iris,
denominado esotéricamente ANTAKARANA. Este Puente conecta al hombre, el alma
en encarnación cíclica, con su Alma espiritual, Yo superior o Angel Solar. Toda
la Vida de la Naturaleza, en permanente expansión de posibilidades latentes,
revela este principio infinito de polarización de lo inferior con lo superior,
ya se refiera a un átomo, a un ser humano, a un planeta, a un Universo o a una
Galaxia. Los Devas, en su multiplicidad de huestes y jerarquías crean
eternamente el ANTAKARANA de unión entre todos los principios separados en la
vida de la Naturaleza y producen fusión y reconciliación en el insondable
destino de todo lo creado. Gracias a los Devas existe un infinito e
ininterrumpible SUTRATMA, o Hilo de Vida y de Conciencia, que une todos los
Planos, Reinos, Razas y Especies enlazándolos a un Destino común de perfección
y reconciliación. Tal es el sentido incomprensible de FRATERNIDAD que une el
corazón de todo lo creado con el indescriptible Corazón solar.
f.
Porque, tal como
esotéricamente hemos aprendido, los hombres encarnan los principios
conscientes de la Divinidad, lo que podríamos denominar AUTOCONCIENCIA o
aspectos esenciales de Su Vida. Los Devas, a su vez, representan la VIBRACION
CONSTRUCTIVA de Su Naturaleza expresiva, es decir, los atributos que
corresponden a aquellos aspectos esenciales. Así, los tres aspectos mayores de
la CONCIENCIA y los cuatro atributos menores de la EXISTENCIA constituyendo el
Gran Septenario Solar, están eternamente unidos y vinculados. Esta infinita
relación de aspectos y atributos se extiende a la Naturaleza entera, a la Vida
de los Planos regidos por poderosísimos Arcángeles, a los Reinos con sus
excelsos Angeles regentes, a la Vida cíclica de los Rayos y a las Razas humanas
con sus correspondientes Manúes y Devas familiares... Tenemos el ejemplo claro
y concreto de esta realidad en el CUATERNARIO humano que expresa los cuatro
atributos del alma en encarnación cíclica o universal, el cuerpo físico, el
vehículo etérico, la naturaleza psíquica o astral y la mente organizadora y los
aspectos espirituales del Angel Solar, o Yo superior, que anda en el tercer
subplano del Plano mental el poder monádico de la Tríada espiritual constituida
por Atma, Budhi y Manas.
Extremando la analogía podríamos
descubrir todavía otras muchas e interesantes razones para justificar el
interés de la Jerarquía espiritual del planeta por presentar el conocimiento y
estudio de las Vidas dévicas o angélicas a la atención de los aspirantes
espirituales del mundo, cada vez más inteligentes y responsables. Sin embargo,
y siendo muy sincero al respecto, creo que las razones expuestas serán
suficientes y que abrirán nuevas y más extensas perspectivas espirituales en la
mente inquisitiva del sincero investigador.
EPILOGO
Vamos a cerrar con unas breves notas el
ciclo de este estudio oculto que hemos titulado en su totalidad "Un
Tratado Esotérico sobre los Angeles". Estamos seguros que durante el curso
del mismo muchos y muy sinceros aspirantes espirituales habrán logrado
comprender más claramente que antes los objetivos básicos que persigue la
investigación esotérica, la cual debe culminar virtualmente en la perfecta
comprensión del mundo oculto y en el sentido anhelo de aproximación a todas y
cada una de las infinitas vidas, mayores y menores, que lo integran. Creemos
sinceramente también que después de leer este Tratado el aspirante espiritual
se sentirá más dispuesto para penetrar en las profundidades místicas de su ser,
en un intento supremo de descubrir en aquellas divinas interioridades el
brillante hilo de Luz que enlaza mágica y misteriosamente su vida individual
con todas las corrientes de vida del Cosmos. La comprensión exacta de la ley de
Fraternidad y de sus eternas motivaciones en la vida del hombre es la meta
inmediata de todas las investigaciones ocultas, unas investigaciones que
deberán culminar un día en la experiencia trascendente de la liberación del
alma. No hay tarea más noble en la vida de un ser humano que el esforzarse por
comprender a los demás, sabiendo que en ese término de los demás han de ser
incluidos nuestros hermanos los Angeles y todas las humanidades dentro y fuera
del Universo que, a igual que nosotros, viven, piensan y sienten y están llenas
de motivaciones ocultas hacia el Bien universal.
Este Tratado esotérico carecería
evidentemente de valor si no hubiese logrado introducir en sus textos algunos
argumentos sólidos acerca de la vida oculta de la Naturaleza, capaces de
merecer la atención científica, singularmente los que tratan de la polaridad
humano-dévica en cuyas insondables raíces cósmicas se gesta el impenetrable
misterio de la electricidad, o sobre el mágico poder que se agita en la
profundidad desconocida de los éteres del Espacio capaz de producir el milagro
de cualquier tipo de manifestación de Vida, desde la germinación de la humilde
semilla que se convertirá en el majestuoso árbol o la gestación de la
misteriosa simiente que dará lugar al ser humano con todos sus poderes y
facultades... ¡¡Devas, devas por doquier, en la tierra, en el agua, en el
fuego, en el viento y en el éter, así como en cada uno de los deseos,
sentimientos y pensamientos de los hombres!!... Sólo hay que abrir los ojos
para ver y afinar cuidadosamente los oídos para oír. El eterno secreto de la
Naturaleza y de la Vida del propio Dios se halla hoy más cerca que nunca del
hombre que sinceramente lo busque en las reconditeces íntimas del propio
corazón...
No vamos a insistir, sin embargo, en
conceptos que quedaron claramente establecidos en las páginas de uno u otro de
los tres libros que constituyen este Tratado Esotérico. Sólo deseamos recordar
con mucho afecto y comprensión que las ideas contenidas en los mismos deben ser
cuidadosamente examinadas, no aceptadas indiscriminadamente porque puedan
aparecer como muy claras al primer intento o categóricamente rechazadas porque
sus conceptos no guardan una aparente similitud con los conocimientos
adquiridos, es decir, con lo que intelectualmente se sabe o que corrientemente
se acepta como verdad. El aceptar por negligencia o el rechazar por sistema son
las grandes dificultades del Sendero. Invitamos pues a desarrollar el
discernimiento y a evocar la duda inteligente. Nos encontramos ya muy cerca del
final de este siglo XX, un siglo marcado por grandes acontecimientos mundiales,
con grandes descubrimientos científicos y espectaculares avances en el orden
técnico, pero caracterizada también por una serie impresionante de guerras,
cataclismos y desastres que han asolado y continúan asolando la vida de la
humanidad, quebrantando las leyes de la fraternidad y de la justicia y
rindiendo únicamente culto a la ambición, al egoísmo y a la codicia que -pese a
los prodigiosos avances en el orden técnico y material- mueven todavía grandes
sectores sociales y un increíble número de corazones humanos.
Se impone, por tanto, una serena
reflexión acerca de las ideas contenidas en estos tres libros, singularmente
las que hacen una directa referencia a la fraternidad angélica, en la seguridad
de que la Verdad y el Testimonio inefable del Bien común penetrarán en el ánimo
del lector y lo liberarán del apego a las efímeras conquistas materiales, las
cuales pertenecen al tiempo y forman el polvo perecedero con que suelen
revestir sus auras inmortales los hombres de la Tierra.
Dedicamos nuevamente nuestro cálido y
sentido agradecimiento a los Angeles amigos que tan gentilmente nos ofrecieron
su ayuda en el intento de descubrir los Misterios de su Reino y nos hicieron
partícipes del tesoro de gracia que emana de sus serenas y esplendentes Vidas.
Este es, al final de este Tratado Esotérico sobre los Angeles, el sentimiento
que embarga nuestro corazón humano y que nos ha orientado en el devenir de
nuestras investigaciones, sabiendo intuitivamente que se trataba de una Obra
jerárquica llena de enseñanza oculta y trascendente para todos los sinceros
aspirantes espirituales del mundo. Acéptese pues el testimonio íntimo de
nuestra humilde ofrenda y el encendido fervor de nuestra eterna plegaria...
bajo
el Signo de Libra, de 1980.
Los Ángeles en la Vida Social Humana Vicente Beltrán Anglada _____________________________________________________________________ Ilustraciones del Libro Las demás imágenes son visiones del propio artista, percibidas en niveles ocultos y representadas vívidamente a través de la habilidad técnica. PERCEPCIÓN OCULTA y HABILIDAD TÉCNICA son las constantes en las obras del señor GUMÍ a quien, desde aquí, agradezco muy profundamente su deferencia al ilustrar todos mis libros acerca de los ANGELES, insistiendo una vez más que las figuras representativas del mundo oculto, tal como él las plasma en sus dibujos e ilustraciones, se ajustan perfectamente a las que yo suelo percibir en el devenir de mis investigaciones esotéricas. Vicente Beltrán Anglada
Un ángel Constructor, presidiendo el acto de nacimiento de una criatura humana. La Luz que lleva consigo, es un símbolo de “alumbramiento”. Este ángel, no es el “elemental constructor”, sino un Agente del Gran Deva, el Arcángel KSHITI, Señor del Plano Físico, dándole la espiritual bienvenida al recién nacido. ATOMO PERMANENTE El principio de la vida física del ser humano. Espermatozoides en proceso de desarrollo. El que irradia más luz llevará el átomo permanente físico alrededor del cual será estructurado un nuevo cuerpo humano. El proceso es dirigido enteramente por los devas lunares, aunque sujetos a la presión solar del Ego. Este proceso es percibido clarividentemente desde el plano mental superior. Téngase en cuenta que todas las incidencias son observadas en el nivel etérico superior; de ahí las aparentes diferenciaciones en su forma que las que solemos apreciar en el mundo físico, aunque se noten algunas semejanzas. FORMAS CONSTRUCTORAS Proceso de desarrollo en el interior del óvulo fecundado, visto clarividentemente. Etapas en orden descendente: Todo este proceso es visto considerablemente aumentado en la luz astral desde el nivel etérico superior, con cuatro etapas definidas que corresponden a la actividad de cada uno de los Señores del Karma.
O mejor dicho, los ANGELES DE LA LUZ RESPLANDECIENTE. El grabado viene a representar las etapas especificas que se suceden a medida que el alma va dejando el cuerpo y va entrando bajo la benéfica influencia de estos Ángeles de la Luz, que presiden el fenómeno de la muerte. Este archivo fue descargado desde: |
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2004
[1] Los dos anteriores fueron publicados por Editorial Eyras (Madrid).
[2] Los Siete Rayos son corrientes de vida encarnando las cualidades características de la Divinidad, expresadas por medio de Siete Logos planetarios y a través de los Siete Planos de la Naturaleza.
[3] Investigaciones científicas posteriores han confirmado la existencia de elementos químicos más pesados o con más carga de unidades de hidrógeno.
[4]
Hay que considerar al respecto que de la misma familia
de los átomos de hidrógeno simples, aunque más complejos y con más carga
de ANUS, se hallan los átomos de deuterio y de tritio, denominados en el libro QUIMICA OCULTA, de Mme.
Annie Besant y Mr. C.W. Leadbeater, adyarlum y occtsltum respectivamente,
conteniendo el primero 1 protón, 1 electrón y 1 neutrón, con una carga
de 36 ANUS, y el segundo, 1 protón, 1 electrón y 2 neutrones, con una carga
de 54 ANUS. Así, el átomo de helio que sigue inmediatamente al átomo
de hidrógeno, con 2 protones, 2 electrones y 2 neutrones, aparece en dicho
libro con un contenido de 72 ANUS y no con sólo 36 que aparentemente le
corresponderían si se atuviese estrictamente al número de protones y electrones
en relación con el átomo más simple de hidrógeno.
Vemos, por ello,
que la regla no es exacta en el sentido de una rigurosa analogía concreta
(aunque quizás se manifieste esta analogía en los niveles subjetivos o abstractos).
La señora Annie Besant y el señor Leadbeater, que fueron unos excelentes
investigadores del mundo oculto, así parecen atestiguarlo en QUIMICA OCULTA,
en el sentido de considerar que el número de protones y de electrones para
cada elemento químico de la Naturaleza no ha de multiplicarse necesariamente
por los 18 ANUS que a cada uno de ellos debería corresponderle. Existe,
al parecer, una regla muy esotérica -iniciática podríamos decir- que regula
el número de ANUS que constituyen el núcleo central de cualquier elemento
químico, los protones o los oscilentes electrones. En todo caso, el ANU
continua siendo la fuerza viva, coherente y determinante que se halla en
la base substancial o química del Universo.
[5] Basta considerar en relación con esta idea, que el cuarto plano del sistema solar, el búdico, está íntimamente vinculado con el cuarto éter del plano físico del que surgirá eventualmente, por un proceso de substanciación, el átomo dé hidrógeno., Está vinculado asimismo con el cuarto reino de la Naturaleza, el reino humano. No será difícil establecer por analogía el por qué los 9 ANUS del plano búdico constituyen realmente la base del axioma esotérico... “el 9 es el número del hombre”.
[6] Ver capítulo siguiente: La Actividad de los Devas dorados.
[7] A su conversión en un planeta sagrado.
[8]
No hay que olvidar que el primer ser en el proceso
de la Creación que adopta la Forma o Figura del Arquetipo solar, es el ser
humano.
[9] Ver volumen primero de este Tratado, “Las fuerzas Ocultas de la Naturaleza
[10] Véase pág. 136 de “LAS FUERZAS OCULTAS DE LA NATURALEZA” capítulo ‘Los Angeles y los Atomos Permanentes”. Editorial EYRAS.
[11] La aceleración del proceso evolutivo por parte de los discípulos de la Era de Acuario se verifica a través del servicio creador.
[12] Recuerden que estas cifras se refieren a la humanidad considerada en su conjunto y no se refieren al ser humano en su aspecto particular.
[13] Es curiosa esta analogía, teniendo en cuenta los dieciocho ANUS que componen la estructura del átomo de hidrógeno.
[14] El sexto, a partir de arriba.
[15] Véase el libro del mismo autor, ‘LA JERAR QUIA, LOS ANGELES SOLARES YLA HUMANIDAD”. Editorial Kier, Buenos Aires.
[16] El planeta Júpiter interviene también muy activamente en La expansi6n de estas energías.
[17] Ver libro del mismo autor “Los Misterios del Yoga”, Editorial Kier, Buenos Aires. Rep. Argentina.
[18] El Angel Guardián. según expresión esotérica y mística.