LOS
TRES INICIADOS EL KYBALION
Filosofia Hermetica Del Antiguo Egipto Y Grecia. |
Introducción
Mucho placer nos causa el poder presentar este trabajo a
la atención de los estudiantes e investigadores de las Doctrinas Secretas,
obra que está basada en las antiquísimas enseñanzas herméticas. Se ha escrito tan
poca cosa sobre este asunto, a pesar de las innumerables referencias que se han
hecho de estas enseñanzas en muchos de los trabajos sobre ocultismo, que
los investigadores de las verdades arcanas habrán, sin dudas, presentido la
aparición de este libro. El propósito de este no es la enunciación de una filosofía
o doctrina especial, sino más bien el de dar al estudiante una exégesis de la
verdad, que le sirva para conciliar los muchos tópicos de los conocimientos
ocultos que puede ya haber adquirido, pero que, aparentemente, son
contradictorios y paradojales, lo que a menudo desanima y disgusta al principiante. Nuestro
intento no es el de erigir un nuevo templo de sabiduría, sino el de colocar en
manos del investigador una clave maestra con la cual pueda abrir las
numerosas puertas internas que conducen al Templo del Misterio. Ningún conocimiento oculto ha sido tan celosamente
guardado como los fragmentos de las enseñanzas herméticas, los que han llegado hasta
nosotros a través de las centurias transcurridas desde los tiempos del Gran
Fundador, Hermes Trismegisto, "el elegido de los dioses", quien murió en el
antiguo Egipto, cuando la raza actual estaba en su infancia. Contemporáneo de Abraham, y,
si la leyenda no miente, instructor de aquel venerable sabio, Hermes fue y
es el Gran Sol Central del Ocultismo, cuyos rayos han iluminado todos los
conocimientos que han sido impartidos desde entonces. Todas las bases fundamentales
de las enseñanzas esotéricas que en cualquier tiempo han sido impartidas a
la raza son originarias, en esencia, de las formuladas por Hermes. Aun
las más antiguas doctrinas de la India han tenido su fuente en las
enseñanzas herméticas. Desde la tierra del Ganges muchos ocultistas avanzados se
dirigieron hacia el Egipto para postrarse a los pies del Maestro. De él
obtuvieron la clave maestra, que, al par que explicaba, reconciliaba sus diferentes
puntos de vista, estableciéndose así firmemente la Doctrina Secreta. De
todas partes del globo vinieron discípulos y neófitos que miraban a Hermes como
el Maestro de los Maestros, y su influencia fue tan grande que, a pesar de
las negativas de los centenares de instructores que había en los diferentes
países, se puede fácilmente encontrar en las enseñanzas de estos últimos
las bases fundamentales en las que se asentaban las doctrinas herméticas. El
estudiante de religiones comparadas puede fácilmente percibir la influencia tan
grande que las enseñanzas herméticas han ejercido en todas las religiones, sea cual
fuere el nombre con que se les conozca ahora, bien en las religiones muertas o
bien en las actualmente existentes. La analogía salta a la vista, a
pesar de los puntos aparentemente contradictorios, y las enseñanzas herméticas
son como un conciliador de ellas. La obra de Hermes parece haberse dirigido en el sentido de
sembrar la gran-verdad que se ha desarrollado y germinado en tantas y
tan extrañas formas, más bien que en el de establecer una escuela de la
filosofía que dominara el pensamiento del mundo. Sin embargo, la verdad original
enseñada por él ha sido guardada intacta, en su pureza primitiva, por un reducido
número de hombres en cada época, los cuales, rehusando gran número de
aficionados y de estudiantes poco desarrollados, siguieron el proceder hermético y
reservaron su conocimiento para los pocos que estaban prontos para comprenderlo y
dominarlo. De los labios a los oídos fue transmitido este conocimiento entre esos
pocos. Siempre han existido en cada generación y en los diversos países de la
tierra algunos iniciados que conservaron viva la sagrada llama de las
enseñanzas herméticas, y que siempre han deseado emplear sus lámparas para encender
las lámparas menores de los del mundo profano, cuando la luz de la verdad
languidecía y se anublaba por su negligencia, o cuando su pabilo se ensuciaba con
materias extrañas. Han existido siempre los pocos que cuidaron el altar de la
verdad, sobre el cual conservaron siempre ardiendo la lámpara perpetua de la
Sabiduría. Esos hombres dedicaron su vida a esa labor de amor que el poeta
describiera en estas líneas: "O, let not the flame
die out! Cherished age after age in its dark cavern-- in its holy temples
cherished. Fed bypure ministers of love-- let not the flame die out!" "¡Oh, no dejes extinguirse la llama. Sustentada por
generación tras generación en su obscura caverna-- en sus templos sagrados
sustentada. Nutrida por puros sacerdotes de amor-- no dejes extinguirse la llama!. Estos hombres no buscaron nunca ni la aprobación popular
ni acaparar gran número de prosélitos. Son indiferentes a esas cosas, pues saben
de sobra cuan pocos hay en cada generación, capaces de recibir la verdad, o de
reconocerla si se les presentara. Ellos "reservan la carne para los
hombres", mientras que los demás "dan leche a los niños", conservan sus perlas de
sabiduría para los pocos elegidos capaces de apreciar su valor y de llevarlas en
sus coronas, en vez de echárselas a los cerdos que las mancillarían y pisotearían
en el cieno de sus chiqueros. Más estos hombres no han olvidado aún los preceptos de
Hermes respecto a la transmisión de estas enseñanzas a los que estén preparados
para recibirlas, acerca de lo cual dice "El Kybalión":
"Dondequiera que estén las huellas del Maestro, allí, los oídos del que está pronto para recibir
sus enseñanzas se abren de par en
par". Y además: " cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con
sabiduría". Pero su actitud habitual ha estado siempre estrictamente de acuerdo con otro
aforismo, de "El Kybalión" también, que dice que "los labios de la Sabiduría
permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender". Y esos oídos incapaces de comprender son los que han
criticado esta actitud de los hermetistas y los que se han lamentado públicamente de
que aquéllos no hayan expresado nunca claramente el verdadero espíritu de sus
enseñanzas, sin reservas ni reticencias. Pero una mirada retrospectiva en las
páginas de la historia demostrará la sabiduría de los maestros, quienes conocían
la locura que era intentar enseñar al mundo lo que éste no deseaba ni estaba
preparado para recibir. Los hermetistas nunca han deseado ser mártires,
sino que, por el contrario, han permanecido retirados, silenciosos y
sonrientes ante los esfuerzos de algunos que se imaginaban, en su ardiente
entusiasmo, que podían forzar a una raza de bárbaros a admitir verdades que solo
pueden comprender los que han avanzado mucho en el Sendero. El espíritu de persecución no ha muerto aún en la tierra.
Hay ciertas enseñanzas herméticas que, si se divulgaran, atraerían sobre sus
divulgadores un griterío de odio y el desprecio de las multitudes, las que
volverían a gritar de nuevo: ¡Crucificadlo!... ¡Crucificadlo!... En esta obrita hemos tratado de daros una idea de las
enseñanzas fundamentales de "El Kybalión", indicando todo cuanto se refiere
a los principios actuales, dejándonos el trabajo de estudiarlos, más bien que el de
tratarlos nosotros mismos en detalle. Si sois verdaderos estudiantes o
discípulos, comprenderéis y podréis aplicar estos principios; si no, debéis
desarrollarlos, pues de otra manera las enseñanzas herméticas no serán para vosotros
sino "palabras, palabras, palabras". El esoterismo es rico en palabras-claves, símbolos y
"esencias" conceptuales. Su transmisión, a través de las edades, implicó un esforzado
aprendizaje, una memorización de significados "acentos" y una
persistente custodia de sus valores originales para que nada de lo preservado perdiera su
color, su sabor, su propósito y su intensidad. Al amparo de tales premisas fue
creciendo, paulatinamente el árbol de la ciencia hermética que
reconoce como sus raíces al Kibalion. Y este último resumen de un conocimiento
intemporal, encontró en Hermes Trismegisto a su más consumado mentor y
mensajero... En estas páginas redactadas con hondura y exactitud por tres iniciados, es
dable-pasar revista a tópicos realmente sapienciales sobre la filosofía oculta.
Sus principios rectores (en los que el mentalismo, la correspondencia, la
vibración, la polaridad, causa y efecto, y la generación juegan papeles
preponderantes); la transmutación mental; la totalidad; el universo mental; la
paradoja divina; y los axiomas herméticos son tan sólo algunos de los temas
tan bien expuestos aquí. EL KIBALION es, pues, una exposición sincera y
rotunda de los esquemas básicos del esoterismo, y como muy bien lo señalan los
tres iniciados, no se proponen erigir un nuevo templo de la sabiduría, sino
poner manos del investigador la llave que abrirá las numerosas puertas
internas que conducen hacia el Templo del Misterio... Y, en rigor de verdad, las
muchas reediciones de esta obra, su constante renovación, a través de los
distintos círculos herméticos del mundo en sus reflexiones, pláticas,
conferencias y clases, son ratificación elocuentísima de las bondades de una doctrina
que ilumina a la humanidad desde hace siglos. Los Tres iniciados
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CAPITULO
I: LA FILOSOFIA HERMETICA
"Los labios de la
sabiduría permanecen cerrados, excepto para él oído capaz de
comprender". EL KYBALION. Desde el antiguo Egipto han venido las enseñanzas
fundamentales y secretas que tan fuertemente han influido en los sistemas filosóficos
de todas las razas y de todos los pueblos, durante centurias enteras. El Egipto,
la patria de las pirámides y de la Esfinge, fue la cuna de la Sabiduría
Secreta y de las doctrinas místicas. Todas las naciones han sacado las
suyas de sus doctrinas esotéricas, La India, Persia, Caldea, Media, China, Japón,
Asiria, la antigua Grecia y Roma, y otros no menos importantes países, se
aprovecharon libremente de las doctrinas formuladas por los hierofantes y Maestros
de la tierra de Isis, conocimientos que solo eran transmitidos a los que estaban
preparados para participar de lo oculto. Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los tan
grandes adeptos y Maestros que nadie después ha sobrepasado, y que rara vez
han sido igualados en las centurias que han transcurrido desde los tiempos del
Gran Hermes. El Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las fraternidades
místicas. Por las puertas de su templo entraron todos los neófitos que,
convertidos más tarde en Adeptos, Hierofantes y Maestros, se repartieron por todas
partes, llevando consigo el precioso conocimiento que poseían y deseando
hacer partícipe de él a todo aquel que estuviera preparado para recibirlo. Ningún
estudiante de ocultismo puede dejar de reconocer la gran deuda que tiene
contraída con aquellos venerables Maestros de Egipto. Pero entre esos grandes adeptos existió uno al que los
demás proclamaron " el Maestro de los Maestros". Este hombre, si es que
puede llamarse "hombre" a un ser semejante, vivió en Egipto en la más remota antigüedad
y fue reconocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto. Fue el padre de la sabiduría, el fundador de la
astrología, el descubridor de la alquimia. Los detalles de su vida se han perdido para la
historia, debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces. La
fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este planeta, no se
conoce ahora, pero se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas
dinastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las autoridades en la materia lo creen
contemporáneo de Abraham, y en alguna de las tradiciones judías se llega a
afirmar que Abraham obtuvo muchos de los conocimientos que poseía del mismo
Hermes. Después de haber transcurrido muchos años desde su muerte
(la tradición afirma que vivió trescientos años), los egipcios lo deificaron e
hicieron de él uno de sus dioses, bajo el nombre de Tot. Años después los
griegos hicieron también de él otro de sus dioses y lo llamaron "Hermes, el dios
de la sabiduría". Tanto los griegos como los egipcios reverenciaron su memoria durante
centurias enteras, denominándole el "inspirado de los dioses", y
añadiéndole su antiguo nombre "Trismegisto", que significa "tres veces
grande". Todos estos antiguos países lo adoraron, y su nombre era sinónimo de "fuente de
sabiduría". Aun en nuestros días usamos el término
"hermético" en el sentido de "secreto", "reservado", etc., y esto es debido a que los
hermetistas habían siempre observado rigurosamente el secreto de sus enseñanzas. Si
bien entonces no se conocía aquello de "no echar perlas a los
cerdos", ellos siguieron su norma de conducta especial que les indicaba " dar leche a los
niños y carne a los hombres", cuyas máximas son familiares a todos los
lectores de las escrituras bíblicas, máximas que, por otra parte, habían sido ya
usadas muchos siglos antes de la Era Cristiana. Y esta política de diseminar cuidadosamente la verdad ha
caracterizado siempre a los hermetistas, aun en nuestros días. Las enseñanzas
herméticas se encuentran en todos los países y en todas las religiones, pero nunca
identificada con un país en particular ni con secta religiosa alguna. Esto es
debido a la prédica que los antiguos instructores hicieron para evitar que la
Doctrina Secreta se cristalizara en un credo. La sabiduría de esta medida
salta a la vista de todos los estudiantes de historia. El antiguo ocultismo de la
India y la Persia degeneró y se perdieron sus conocimientos, debido a que
los instructores se habían convertido en sacerdotes y mezclaron la teología
con la filosofía, siendo su inmediata consecuencia que perdieron toda su sabiduría,
la que acabó por transformarse en una cantidad inmensa de supersticiones
religiosas, cultos, credos y dioses. Lo mismo pasó con las enseñanzas
herméticas de los gnósticos cristianos, enseñanzas que se perdieron por el tiempo de
Constantino, quien mancilló la filosofía mezclándola con la teología, y la iglesia
cristiana perdió entonces su verdadera esencia y espíritu, viéndose
obligada a andar a ciegas durante varios siglos, sin que hasta ahora haya encontrado
su camino, observándose actualmente que la iglesia cristiana está
luchando nuevamente por aproximarse a sus antiguas enseñanzas místicas. Pero siempre han existido unas cuantas almas que han
conservado viva la llama, alimentándola cuidadosamente y no permitiendo que se
extinguiera su luz. Y gracias a esos firmes corazones y a esas mentes de extraordinario
desarrollo tenemos aun la verdad con nosotros. Mas no se encuentra en
los libros. Ella ha sido transmitida del Maestro al discípulo, del iniciado al
neófito, de los labios a los oídos. Si alguna vez se ha escrito algo sobre
ella, su significado ha sido cuidadosamente velado con términos de astrología y
alquimia, de tal manera que sólo los que poseían la clave podían leerlo
correctamente. Esto se hizo necesario a fin de evitar las persecuciones de los
teólogos de la Edad Media, quienes luchaban contra la Doctrina Secreta a
sangre y fuego. Aun en nuestros días nos es dable encontrar algunos libros
valiosos de filosofía Hermética, pero la mayor parte se ha perdido. Sin embargo,
la Filosofía Hermética es la única clave maestra que puede abrir las
puertas a todas las enseñanzas ocultas. En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas
doctrinas herméticas que eran las bases fundamentales de toda la Doctrina
Secreta, y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al estudiante,
compilación que fue conocida bajo el nombre de "El Kybalión", cuyo
exacto significado se perdió durante centenares de años. Sin embargo, algunos que han
recibido sus máximas de los labios a los oídos las comprenden y las conocen. Sus
preceptos no habían sido escritos nunca hasta ahora. Son, simplemente, una
serie de máximas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los
Iniciados. Estas enseñanzas constituyen realmente los principios básicos de
la "alquimia hermética", la que, contrariamente a lo que se cree,
está basada en el dominio de las fuerzas mentales, mas bien que en el de los
elementos materiales; en la transmutación de una clase de vibraciones mentales en
otras, más bien que en el cambio de una clase de metal en otro. La leyenda acerca de
la piedra filosofal, que convertía todos los metales en oro, era una alegoría
relativa a la Filosofía Hermética, alegoría que era perfectamente comprendida por
todos los discípulos del verdadero hermetismo. En esta obrita invitamos a nuestros estudiantes a examinar
las enseñanzas herméticas, tal como fueron expuestas en "El
Kybalión", explicadas y ampliadas por nosotros, humildes estudiantes de las mismas, que si
bien llevamos el título de iniciados somos, sin embargo, simples discípulos a los
pies de Hermes, el Maestro. Transcribimos aquí muchas de las máximas y
preceptos de "E l Kybalión", acompañadas por explicaciones y comentarios que creemos
ayudarán a hacer más fácilmente comprensible esas enseñanzas por los hombres
modernos, especialmente teniendo en cuenta que el texto original ha sido velado a
propósito con términos obscuros y desconcertantes. Las máximas originales, axiomas y preceptos de "El
Kybalión" están impresos con otro tipo de letra. Esperamos que los lectores de esta
obra sacarán tanto provecho del estudio de sus páginas como lo han sacado
otros que han pasado antes por el mismo sendero que conduce al adepto desde los
tiempos de Hermes Trismegisto, el Maestro de los Maestros, el Tres veces
Grande, hasta ahora. Dice "El Kybalión": "Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí
los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par. "Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los
labios que han de llenarlos con sabiduría". De manera que, de acuerdo con lo indicado, este libro solo
atraerá la atención de los que están preparados para recibirlo. Y
recíprocamente, cuando el estudiante esté preparado para recibir la verdad, entonces
este libro llegará a él. El principio hermético de causa y efecto, en su
aspecto de "ley de atracción", llevará los oídos junto a los labios y el
libro junto al discípulo. |
CAPITULO II: LOS
SIETE PRINCIPIOS HERMETICOS
"Los principios
de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente,
posee la clave mágica ante la Cual todas las puertas
del Templo se abrirán de par en par". EL KYBALION. Los siete principios
sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes: I. - El principio del
Mentalismo II. - El principio de
Correspondencia III.- El Principio de
Vibración IV. - El Principio de
Polaridad V. - El Principio del
Ritmo VI. - El Principio de
Causa y Efecto VII. - El Principio de
Generación. I. EL PRINCIPIO DEL
MENTALISMO
"El TODO es Mente;
el universo es mental". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que "todo es mente". Explica que el TODO, que es la realidad
sustancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias que
conocemos bajo los nombres de "universo material", "fenómenos de la vida",
"materia", "energía", etc., y en una palabra, todo cuanto
es sensible a nuestros
sentidos materiales, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e
indefinible, pero que puede ser considerado como una mente infinita, universal y
viviente. Explica también que todo el mundo fenomenal o universo es una
creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
Este principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica
fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto han preocupado la
atención del público, y que sin tal explicación no son comprensibles y
desafían toda hipótesis científica. La comprensión de este principio hermético de
mentalismo habilita al individuo a realizar y conocer la ley que rige el
universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El estudiante de la
Filosofía Hermética puede emplear conscientemente las grandes leyes mentales, en vez
de usarlas por casualidad o ser usado por ellas. Con la clave maestra en su
poder, el discípulo puede abrir las puertas del templo del conocimiento mental y
psíquico y entrar en el mismo, libre e inteligentemente. Este principio explica
la verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo
y el porqué todas estas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los
antiguos Maestros escribió largo tiempo ha: "El que comprenda la verdad de
que el universo es mental, está muy avanzado en el sendero del adepto".
Y estas palabras son tan verdad hoy en día como lo eran cuando fueron
escritas. Sin esta clave maestra el adeptado es imposible, y el estudiante que no lo
posea, en vano llamará a la puerta del Templo. II. - EL PRINCIPIO DE
CORRESPONDENCIA
"Como arriba es
abajo, como abajo es arriba". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los
fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el antiquísimo axioma hermético
se refiere precisamente a esto, y afirma: "Como arriba es abajo, como
abajo es arriba", y la comprensión de este principio da una clave para
resolver muchos de los más obscuros problemas y paradojas de los misteriosos secretos
de la Naturaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esa
ley de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra manera nos sería
incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este principio es de
aplicación universal en los diversos planos, mental, material o espiritual del Kosmos:
es una ley universal. Los antiguos hermetistas consideraban este
principio como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo
intermedio se puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vida. Su
aplicación puede desgarrar un tanto el Velo de Isis, de tal manera que nos permita
ver, aunque más no sea, algunos de los rasgos de la diosa. De igual manera
que el comprender los principios de la geometría habilita al hombre para medir
el diámetro, órbita y movimiento de las más lejanas estrellas, mientras
permanece sentado en su observatorio, así también el conocimiento del
principio de correspondencia habilita al hombre a razonar inteligentemente de lo
conocido o lo desconocido; estudiando la mónada se llega a comprender al
arcángel. III. - EL PRINCIPIO DE
VIBRACION
"Nada está
inmóvil; todo se mueve; todo vibra". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que todo está en movimiento, de que nada permanece inmóvil, cosas
ambas que confirma por su parte la ciencia moderna, y cada nuevo
descubrimiento lo verifica y comprueba. Y, a pesar de todo, este principio hermético
fue enunciado cientos de años ha por los Maestros del antiguo Egipto. Este
principio explica las diferencias entre las diversas manifestaciones de la
materia, de la fuerza, de la mente y aun del mismo espíritu, las que no
son sino el resultado de los varios estados vibratorios. Desde el TODO, que es
puro espíritu, hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración:
cuanto más alta es esta, tanto más elevada es su posición en la escala. La
vibración del espíritu es de una intensidad infinita; tanto, que prácticamente puede
considerarse como si estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira
rapidísimamente parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la
escala hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece
también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de
intensidad vibratoria. Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la
molécula hasta el astro y los Universos, todo está
en vibración. Y esto es igualmente cierto en lo que respecta a los estados
o planos de la energía o fuerza (la que no es más que un determinado estado
vibratorio), y a los planos mentales y espirituales. Una perfecta comprensión
de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus propias
vibraciones mentales, así como las de los demás. Los Maestros también
emplean este principio para conquistar los fenómenos naturales. "El que comprenda
el principio vibratorio ha alcanzado el cetro del poder", ha dicho uno de los más
antiguos escritores. IV. - EL PRINCIPIO DE
LA POLARIDAD
"Todo es doble,
todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo
mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado;
los extremos se tocan; todas las verdades son semi verdades todas las paradojas
pueden reconciliarse". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que todo es dual; todo tiene dos polos; todo su par de
opuestos, afirmaciones que son de otros tantos axiomas herméticos. Explica y
dilucida las antiguas paradojas que han dejado perplejos a tantísimos
investigadores, y que literalmente decían: "La tesis y la antítesis son idénticas en
naturaleza, difiriendo solo en grado"; "los opuestos son idénticos en realidad,
diferenciándose en su gradación"; "los pares de opuestos pueden conciliarse,
los extremos se tocan"; "todo es y no es al mismo tiempo", "toda verdad no
es sino media verdad"; "toda verdad es media falsa", etc. Este principio explica que
en cada cosa hay dos polos, dos aspectos, y que los "opuestos"
no son, en realidad, sino los dos extremos de la misma cosa, consistiendo la
diferencia, simplemente, en diversos grados entre ambos. El calor y el frío,
aunque opuestos, son realmente la misma cosa, consistiendo la diferencia,
simplemente, en diversos grados de aquella. Mirad un termómetro y tratad de averiguar
donde empieza el calor y donde termina el frío. No hay nada que sea calor absoluto
en realidad, indicando simplemente ambos términos, frío y calor, diversos grados
de la misma cosa, y que ésta se manifiesta en esos opuestos no es más que
los polos de eso que se llama Calor, o sea la manifestación del
principio de polaridad que nos ocupa. El mismo principio se manifiesta en la
"luz" y la "obscuridad", las que, en resumen, no son sino
la misma cosa, siendo
ocasionada la diferencia por la diversidad de grado entre los dos polos del
fenómeno. ¿Dónde termina la obscuridad y dónde empieza la luz? ¿Cuál es la diferencia
entre grande y pequeño? ¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál entre duro y blando?
¿Cuál entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre positivo y
negativo? El principio de polaridad explica esta paradoja. El mismo principio opera
de idéntica manera en el plano mental. Tomemos, por ejemplo, el amor y el
odio, dos estados mentales completamente distintos aparentemente, y
notaremos que hay muchos grados entre ambos; tantos, que las palabras que nosotros
usamos para designarlos, "agradable" y "desagradable", se esfuman una en la
otra, hasta tal punto que muchas veces somos incapaces de afirmar si una cosa nos
causa placer o disgusto. Todas no son más que gradaciones de una
misma cosa, como lo comprenderéis claramente por poco que meditéis sobre ello. Y
aun más que esto, es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio
por vibraciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, lo que es
considerado como lo más importante por los hermetistas. Muchos de los que
leéis estas páginas habréis tenido experiencias en vosotros mismos y en los demás
de la rápida e involuntaria transición del amor en odio y recíprocamente. Y
ahora comprenderéis la posibilidad de efectuar esto por medio del poder de la
voluntad, de acuerdo con las fórmulas herméticas. El "Bien" y el "Mal" no son
sino los polos de una misma y sola cosa, y el hermetista comprende y conoce perfectamente
el arte de transmutar el mal en el bien aplicando inteligentemente el
principio de polaridad. En una palabra, el "arte de polarizar se convierte
en una fase de la alquimia mental, conocida y practicada por los antiguos y
modernos Maestros herméticos. La perfecta comprensión de este principio capacita
para cambiar la propia polaridad, así como la de los demás, si uno se toma el
tiempo y estudia lo necesario para dominar este arte. V. - EL PRINCIPIO DEL
RITMO
"Todo fluye y
refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y
desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la
derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es
la compensación". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y
vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación de péndulo entre los dos polos que
existen de acuerdo con el principio de polaridad, descripto un momento ha. Hay siempre
una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un
descenso. Y esta ley rige para todo; soles, mundos, animales, mente, energía,
materia. Esta ley lo mismo se manifiesta en la creación como en la destrucción de los
mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, en la vida,
en las cosas todas, y, finalmente, en los estados mentales del hombre, y es con
frecuencia a esto último que creen los hermetistas que este principio es el más
importante. Los hermetistas han descubierto este principio, encontrándolo de
aplicación universal, y han asimismo descubierto ciertos métodos para escapar a
sus efectos, mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados. Emplean
para ello la ley mental de neutralización. No pueden anular el principio o impedir
que opere, pero han aprendido a eludir sus efectos hasta un cierto grado, grado
que depende del dominio que se tenga de dicho principio. Saben como usarlo, en
vez de ser usados por él. En este y en otros parecidos métodos consiste la
ciencia hermética. El Maestro se polariza a sí mismo en el punto donde desea
quedarse, y entonces neutraliza la oscilación rítmica pendular que tendería a
arrastrarlo hacia el otro polo. Todos los que han adquirido cierto grado de dominio
sobre sí mismos ejecutan esto hasta cierto punto, consciente o
inconscientemente, pero el Maestro lo efectúa conscientemente, y por el solo poder de
su voluntad alcanza un grado tal de estabilidad y firmeza mental casi imposible
de concebir por esa inmensa muchedumbre que va y viene en un continuado
movimiento ondulatorio, impulsada por ese principio de ritmo. Este, así como el de
la polaridad, ha sido cuidadosamente estudiado por los hermetistas, y los
métodos de contrabalancearlos, neutralizarlos y emplearlos, forman una de las
partes más importantes de la alquimia mental hermética. VI. - EL PRINCIPIO DE
CAUSA Y EFECTO
"Toda causa tiene
su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no
es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de
casualidad, pero nada escapa a la Ley". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda causa su efecto. Afirma
que nada ocurre casualmente y que todo ocurre conforme a la Ley. La suerte es una
palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, dominando los
superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa totalmente a la Ley.
Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se pude
ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta cierto grado, y
alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas en vez de efectos. Las
muchedumbres se dejan llevar, arrastradas por el medio ambiente que las
envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son superiores a las
de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas externas las
empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo
alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus
cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta
manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos. Ayudan a las masas y a
los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos los
jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades. Utilizan el principio,
en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a la causación de los
planos superiores en que se encuentran, pero prestan su colaboración para
regular y regir en su propio plano. En lo dicho está condensado un
valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre líneas lo
descubra, es nuestro deseo. VII. - EL PRINCIPIO DE
GENERACION
"La generación
existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la
generación se manifiesta en todos los planos.". EL KYBALION. Este principio
encierra la verdad de que la generación se manifiesta en todo, estando siempre en
acción los principios masculino y femenino. Esto es verdad, no solamente en el
plano físico, sino también en el mental y en el espiritual. En el mundo físico
este principio se manifiesta como "sexo", y en los planos superiores toma formas
más elevadas, pero el principio subsiste siempre el mismo. Ninguna
creación física, mental o espiritual, es posible sin este principio. La
comprensión del mismo ilumina muchos de los problemas que tanto han confundido la
mente de los hombres. Este principio creador obra siempre en el sentido de
"generar", "regenerar" y "crear". Cada ser
contiene en sí mismo los dos elementos de
este principio. Si deseáis conocer la filosofía de la creación, generación y
regeneración mental y espiritual, debéis estudiar este principio hermético,
pues él contiene la solución de muchos de los misterios de la vida. Os advertimos
que este principio nada tiene que ver con las perniciosas y degradantes teorías,
enseñanzas y prácticas, que se anuncian con llamativos títulos, las que no
son más que una prostitución del gran principio natural de generación. Tales
teorías y prácticas no son más que la resurrección de las antiguas doctrinas
fálicas, que solo pueden producir la ruina de la mente, del alma y del cuerpo, y la
Filosofía Hermética siempre ha alcanzado su verbo de protesta contra esas
licencias y perversiones de los principios naturales. Si lo que deseáis son tales
enseñanzas, debéis irlas a buscar a otra parte: el hermetismo nada
contiene sobre ellas. Para el puro todas las cosas son puras; para el ruin todas son
ruines. |
CAPITULO III: TRANSMUTACION
MENTAL
"La mente así
como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de
estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a
polo, de vibración en vibración. La verdadera transmutación
hermética es una práctica, un método, un arte mental". EL KYBALION. Como indicamos
anteriormente, los hermetistas fueron los verdaderos creadores de la alquimia, de la astrología
y la psicología, habiendo sido Hermes el fundador de esas escuelas de
pensamiento. De la astrología ha derivado la astronomía moderna; de la
alquimia ha surgido la química y de la psicología mística la psicología moderna.
Mas no debe suponerse que los antiguos fueron unos ignorantes respecto a
lo que las escuelas modernas creen de su exclusiva propiedad. Las
inscripciones grabadas en las piedras y monumentos de Egipto prueban
concluyentemente que los antiguos poseían el más perfecto conocimiento acerca de la
astronomía, mostrando la construcción de las mismas pirámides una relación estrechísima
entre sus designios y su conocimiento de la ciencia astronómica. Tampoco
debe suponerse que ignoran la química, pues los fragmentos de antiguas escrituras
descubiertas muestran que estaban muy familiarizados con las propiedades
químicas de los cuerpos. En una palabra, sus teorías respecto a la física han sido
posteriormente verificadas y confirmadas por los últimos descubrimientos de la
ciencia moderna, sobre todo en lo que se refiere a la constitución de la
materia. Lejos de ignorar los llamados modernos descubrimientos
psicológicos, los egipcios estaban muy al corriente de todo ello, especialmente en
ciertas ramas que ignoran completamente las escuelas modernas, y sobre todo
en "ciencia psíquica", la que tanto está confundiendo a los psicólogos de hoy
en día, y haciéndoles confesar al fin que, "después de todo, bien puede haber
algo de cierto en ello". Lo cierto es que,
además de la química, astronomía y psicología (esto es, la psicología en su
aspecto de función cerebral), los antiguos poseían un conocimiento
trascendental de la astronomía que se llamó alquimia y de la psicología
trascendental titulada psicología mística. Y no solamente poseían este conocimiento
interno, sino también el externo, siendo este último el único que conocen los
hombres de ciencia modernos. Entre los muchos aspectos y tópicos de conocimientos
secretos de los hermetistas se encuentra lo que se conoce como "transmutación
mental", de la que vamos a tratar en este capítulo. "Transmutación"
es el término generalmente empleado para designar el antiguo arte de transmutar los
metales, especialmente los de poco valor, en oro. La palabra
"transmutar" significa "cambiar de naturaleza, de substancia y
de forma, convirtiéndose en
otra; transformarse en otra cosa" (Webster). Y de acuerdo con esa definición,
"transmutación menta" significa el arte de transformar o cambiar los estados,
cualidades, formas, condiciones mentales etc., en otros. Así que podéis ver que la
transmutación mental no es otra cosa que una especie de química mental; y si
preferís el término, una forma especial práctica de psicología mística. Mas esto tiene un
significado muchísimo mayor de lo que parece a simple vista. La transmutación
alquímica en el plano mental es tan importante en sus efectos que de ser conocida
sería uno de los estudios más importantes para el hombre. Y esto no es más que el
principio. Veamos por qué. El primero de los siete
principios herméticos es el de mentalismo, que afirma que "el TODO es
mente, que el universo es mental", lo que significa que la única realidad que se oculta
tras todo cuanto existe es mente; y el universo en sí mismo es una creación
mental, esto es, existe en la mente del TODO. Consideraremos este
principio en las sucesivas lecciones, pues ahora vamos a estudiar sus efectos,
suponiendo que dicho principio fuera cierto. Si el universo es de
naturaleza mental, entonces la transmutación mental debe ser el arte de cambiar
o transformar las condiciones del universo, trátese de la materia, de la energía
o de la mente. Así que esa transmutación, no es otra cosa que la magia, de la
que tanto han hablado los escritores antiguos en sus obras místicas, pero acerca
de la cual daban tan pocas instrucciones prácticas. Si todo es mental,
entonces la posesión del medio que permita transmutar las condiciones mentales
debe hacer del Maestro el dirigente y controlador de las condiciones
materiales, así como de las operaciones llamadas mentales. Es muy cierto que
nadie, excepto los alquimistas mentales más avanzados, han alcanzado el grado de
poder necesario para dominar las condiciones físicas más densas, tales como los
elementos de la naturaleza, la producción y cesación de las tempestades, la
producción y cesación de terremotos u otros fenómenos físicos de cualquier
clase, pero que tales hombres existieron y que existen es una cosa que no duda
ningún ocultista, sea de la escuela que sea. Los mejores instructores aseguran
a sus estudiantes que los Maestros existen, habiendo aquellos tenido
algunas experiencias personales que justificaban su creencia. Estos Maestros no
hacen exhibición pública de sus poderes, sino que, por el contrario, permanecen
solitarios para poder así actuar y trabajar mejor en el sendero de la
realización. Mencionamos aquí su existencia, meramente para llamar vuestra atención
acerca de que sus poderes son enteramente mentales y que operan en el sentido de la
más elevada transmutación mental, según el principio del mentalismo de "El
Kybalión ", que dice: "El universo es una creación mental". Mas los estudiantes y
hermetistas de los grados inferiores al de Maestro - los iniciados e
instructores- pueden también actuar y obrar libremente en el plano mental. Todo cuanto llamamos
"fenómenos psíquicos", "influencia mental",
"mentalismo" etc., son
transmutación mental, pues existe un principio único, y nada importa el nombre que se dé a
los fenómenos que se produzcan. El que practica la
transmutación mental trabaja en ese plano, transformando condiciones y estados
mentales en otros, de acuerdo con fórmulas más o menos eficaces. Los varios
"tratamientos", "afirmaciones",
"autosugestiones", etc., de las escuelas
mentalistas no son más que esas mismas fórmulas (muy a menudo imperfectas y
empíricas), del arte hermético. La mayoría de los que las practican son unos
ignorantes comparados con los antiguos Maestros, porque no poseen el conocimiento
fundamental sobre la cual está basada esa operación. No solamente los
estados mentales de uno mismo pueden ser transmutados según los métodos herméticos,
sino que también puede hacerse esto con la mentalidad de los demás y,
efectivamente, todos sufrimos transformaciones mentales de cualquier índole, inconscientemente,
por lo general, pero a veces conscientemente, cuando comprendemos algo
acerca de las leyes y principios que los rigen, y sobre todo cuando los demás
ignoran los medios de protegerse a si mismos. Muchos estudiantes de mentalismo
saben que las condiciones materiales dependen de las mentes de los demás, y
pueden ser transmutadas y cambiadas de acuerdo con los deseos de la persona
que quiere modificar sus condiciones de vida. Se ha hecho esto tan público hoy
en día, que no creemos necesario mencionarlo en detalle, siendo nuestro
propósito únicamente el de mostrar la acción de este principio hermético que se
oculta tras todas esas varias formas de operar, buenas o malas, porque la fuerza puede
ser empleada en ambas direcciones, de acuerdo con el principio hermético de
polaridad. En esta obrita
indicaremos los principios básicos en los que se funda la transmutación mental,
de tal manera que todos los que la estudien puedan comprender las leyes a
que obedecen, y poseyendo así la clave-maestra, sean capaces de abrir las
muchas puertas del principio de polaridad. Ahora procederemos a
considerar el primero de los siete principios herméticos, el del mentalismo, el
que se explica y desarrolla el axioma de que el TODO es mental, de que el
universo es una creación mental, según las palabras de "El Kybalión". Este principio debe
estudiarse cuidadosamente, porque él es, en realidad, la base de toda la
Filosofía Hermética y del arte hermético de transmutación mental. |
CAPITULO IV: EL
TODO
"Más allá del
Kosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la
realidad Substancial, la Verdad Fundamental". EL KYBALION. "Substancia" significa lo que yace oculto bajo
toda manifestación externa, la realidad esencial, la cosa en sí misma.
"Substancial" significa actualmente existente, el elemento esencial, el ser real.
"Realidad" significa el estado del ser verdadero, real, eterno, permanente, fijo. Más allá de toda apariencia externa o manifestación debe
haber siempre una realidad substancial. Esta es la ley. El hombre al
considerar y examinar el universo, del cual es una unidad, no ve otra cosa que un
cambio continuo en la materia, en las fuerzas en los estados mentales. Ve que
nada es realmente, que todo se transforma y cambia. Nada permanece: todo nace,
crece, muere; tan pronto como una cosa ha adquirido su máximun desarrollo empieza a
declinar; la ley del ritmo está en constante operación; no hay realidades, nada
firme, nada duradero, fijo o substancial, nada permanente, todo es cambio. Todas
las cosas surgen y evolucionan de otras cosas. Hay una acción continua que es
seguida siempre de su reacción correspondiente; todo fluye y refluye, todo se
construye y derrumba, todo es creación y destrucción, vida y muerte. Y si el
hombre que tal examen hace y tales cosas ve fuera un pensador, comprendería que
todas esas cosas en perpetuo cambio no pueden ser sino simples apariencias
externas o manifestaciones de algún poder que se oculta tras ellas,
de alguna realidad substancial encerrada en las mismas. Todos los pensadores, de cualquier país o época, se han
visto obligados a afirmar la existencia de esta realidad substancial. Todas
las filosofías, cualquiera que haya sido su nombre, se han basado en esta
idea. Los hombres han dado a esta realidad substancial muchos nombres: algunos
la han denominado "Dios", otros "Divinidad Infinita" y
"Eterna Energía", "Materia", etc., pero todos han reconocido su existencia. Es evidente por sí
misma. No necesita argumentos. En estas lecciones hemos seguido el ejemplo de algunos de
los más grandes pensadores del mundo, antiguos y modernos - los Maestros
herméticos - y hemos denominado a ese poder que se oculta tras todas las
manifestaciones, a esa realidad substancial, por su nombre hermético del TODO,
cuyo término nos parece es el más amplio de los que puede emplear el hombre. Aceptamos y enseñamos las teorías de los grandes
pensadores herméticos, como también las de esas almas iluminadas que han ascendido a planos
superiores de existencia. Unos y otros afirman que la naturaleza íntima
del TODO es incognoscible. Y esto debe ser así efectivamente, pues
nadie, excepto el TODO mismo, puede comprender su propia naturaleza y su propio
ser. Los hermetistas creen y enseñan que el TODO en sí mismo es y debe ser
incognoscible. Consideran las teorías y especulaciones de los teólogos y metafísicos
respecto a la naturaleza íntima del TODO como esfuerzos infantiles de
mentes mortales para sorprender el secreto del Infinito. Todos esos esfuerzos
han fracasado siempre, y seguirán fracasando, debido a la naturaleza misma de la
tarea. El que especula sobre ello se encuentra perdido en un laberinto de
pensamientos sin salida, y si persiste en su intento acaba por perder toda capacidad
para razonar sanamente, hasta llegar a serle imposible la vida. Se encontraría en
una situación parecida a la de la ardilla, que en la jaula se pone a girar en su
rueda, sin moverse del mismo sitio, continuando tan prisionera como antes de
haber comenzado. Y aun muchos más presuntuosos son esos que tratan de
atribuir al TODO la personalidad, cualidades, propiedades, características y
atributos de ellos mismos, como si el TODO tuviera las emociones,
sentimientos y características de los humanos. Y llega hasta atribuirle malas cualidades,
como los celos, la susceptibilidad a la alabanza y a la oración, el deseo de
que se le ofrende y se le adore y todas esas otras cosas que nos han legado como
herencia de los primeros días de la infancia de la humanidad. Tales ideas
no le sirven para nada al hombre desarrollado y acaba por dejarlas a un lado. Creemos debe indicar que hacemos una distinción entre la
filosofía y la metafísica. Religión significa para nosotros la
realización intuitiva de la existencia del TODO y de la relación entre uno mismo y ÉL,
mientras que la teología significa para nosotros el esfuerzo o los
esfuerzos que hace el hombre para atribuirle las propias cualidades, personalidad,
características, etc., así como sus teorías proyectos, deseos y designios, asumiendo
el papel del intermediario entre el TODO y el pueblo. La filosofía
significa para nosotros la especulación que tiende a comprender las cosas
cognoscibles y pensables (permítasenos la palabra), en tanto que la metafísica
indica la tentativa de inquirir entre las nebulosidades de las regiones de lo
incognoscible y de lo impensable, la que, al fin y al cabo, tiene la misma
tendencia que la teología. Consecuentemente, la religión y la filosofía significan
para nosotros cosas que tienen realidad por sí mismas, en tanto que la teología y
la metafísica son algo así como senderos tortuosos y laberínticos, por los que
circula la ignorancia, y forman la base más insegura e inestable sobre la que puede
apoyarse la mente o el alma del hombre. No insistiremos para que aceptéis
estas definiciones; las mencionamos con el único objeto de deslindar nuestra
posición. De todas maneras, muy poco hablaremos en estas lecciones de teología y
metafísica. Si bien es cierto que la naturaleza esencial del TODO es
incognoscible, hay, sin embargo, ciertas verdades relacionadas con su existencia,
que la mente humana se ve obligada a aceptar. El examen de éstas constituye un
asunto apropiado para la investigación, particularmente por lo que se refiere a lo
que el iluminado nos transmite de sus impresiones en los más elevados planos de
existencia. Y a esta investigación os invitamos ahora. "Lo que
constituye la Verdad fundamental, la Realidad substancial, está más allá de toda denominación pero
el sabio lo llama el TODO". EL KYBALION. "En su esencia,
el TODO es incognoscible". EL KYBALION. "Mas el dictamen
de la razón debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto". EL KYBALION. conveniente, nos dice respeto al TODO, sin pretender
desgarrar el velo de lo incognoscible: I. - TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede
existir fuera del TODO, o, de lo contrario, el TODO no sería tal. II. - EL TODO debe ser infinito, porque nada puede existir
que defina, limite o ponga restricciones al TODO. Debe ser infinito en tiempo, o Eterno, debe haber existido
siempre, continuamente, pues nada puede haberlo creado jamás, y
algo no puede nunca surgir de nada, y si alguna vez no hubiera sido, aunque
solo fuera un instante, no podría ser. Debe existir por siempre, porque nada hay
que pueda destruirlo, y jamás puede dejar de ser ni aun por un solo momento,
porque algo nunca puede convertirse en nada. Debe ser infinito en el Espacio, debe
encontrarse en todas partes, porque nada existe, ni hay sitio alguno que esté
más allá del TODO. No puede ser de otra manera, sino continuo y omnipresente en
el espacio, sin cesación, separación o interrupción, porque no hay nada en
ÉL que pueda interrumpirse, separarse o cesar en su absoluta
continuidad, y nada existe tampoco que pueda "llenar las grietas". Debe ser
infinito en Poder, o Absoluto, porque nada hay que pueda limitarlo, restringirlo,
confinarlo u obstaculizarlo. No está sujeto a ningún poder, porque no hay otro que el
Suyo. III. - EL TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a
cambio en su naturaleza real, porque nada existe que pueda obligarlo a cambiar, ni
nada de lo que pueda haberse transformado. No puede ser aumentado ni
disminuido, ni ser mayor o menor, bajo ningún aspecto. Debe haber "sido"
siempre, y debe seguir "siendo" siempre también, idéntico a lo que es ahora: el TODO.
Nunca ha habido, ni hay, ni habrá algo en lo que pueda transformarse o cambiar. Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe
deducirse que todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no
puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de Él en realidad, todo lo que sea
finito debe ser nada realmente. No os vayáis a sorprender o asustar, porque no
tratamos de embarcaros en Ciencia Cristiana, cubriendo estas enseñanzas bajo el
título de Filosofía Hermética. Hay una reconciliación entre estos
aparentemente contradictorios asuntos. Tened paciencia, que a todo llegaremos a su
debido tiempo. Vemos en torno a nosotros eso que se llama
"materia", la que constituye las bases físicas de todas las formas. ¿Es el TODO materia simplemente? Absolutamente no. La materia no puede manifestar Vida o Mentalidad, y como
la mente está manifestada en el universo, el TODO no puede ser materia,
pues nada asciende más allá de su propia fuente, nada puede manifestarse en un
efecto si no lo está también en la causa, nada puede evolucionar o emerger como
consecuente si no está involucrado o involucionado como antecedente. Y
además la ciencia moderna nos dice que la materia no existe realmente, sino que es
"energía o fuerza interrumpida", esto es, energía o fuerza en un grado
menor de intensidad vibratoria. Como ha dicho recientemente un escritor, "la materia
se sumerge en el Misterio". Aun la ciencia materialista ha abandonado la teoría de la
materia y ahora descansa sobre la base de la "energía". ¿Es pues, el TODO mera fuerza o energía? No. La fuerza,
tal como la entiendan los materialistas, es una cosa ciega, mecánica, carente de
vida o mentalidad. La vida y la mente no pueden nacer de ciega energía, por las
razones dadas un momento ha: "Nada puede subir más alto que su propia
fuente, nada evoluciona si no ha involucionado, nada se manifiesta en un efecto si no
está en la causa". Así que el TODO no puede ser mera fuerza o energía, porque
si lo fuera no existiría eso que se llama mente y vida, y ambas sabemos
que existen, porque nosotros estamos vivos y estamos empleando nuestra mente
en considerar esta cuestión; y en iguales condiciones se encuentran los que
afirman que la energía es todo. ¿Que es lo que hay superior a la materia y a la energía, y
que sepamos que existe en el Universo? ¡Vida y mente en todos sus diversos
grados de desenvolvimiento! Entonces preguntaréis: ¿Queréis
significar que el TODO es vida y mente? Si y no, es nuestra respuesta. Si entendéis por
vida y mente lo que nosotros, pobres mortales, conocemos de ellas: ¡No él todo
no es eso! Más ¿qué clase de vida y mentalidad significáis?, preguntaréis. La contestación es mente viviente, tan amplia como
nosotros podamos concebirla, puesto que la vida y la mente son muy superiores a la
fuerza puramente mecánica o a la materia. Mente infinita y viviente, si se compara
con la vida y la mentalidad finitas. Queremos indicar eso que quieren
significar las almas iluminadas, cuando reverentemente pronuncian la palabra:
¡ESPÍRITU!. El TODO es mente viviente e infinita, los iluminados lo
llaman Espíritu. |
CAPITULO V: EL UNIVERSO MENTAL"El universo
es una creación mental sostenida en la mente del TODO". EL KYBALION. El TODO es
espíritu. Más ¿qué es el espíritu? Esa pregunta no puede ser contestada, puesto que
definirla sería prácticamente definir al TODO, el cual no puede explicarse.
El espíritu es simplemente el nombre que los hombres dan a la más elevada
concepción de la infinita Mente Viviente, significa la esencia real, tan superior a todo
cuanto entendemos por mente y vida, como estas últimas a la energía y la
materia. El espíritu está más allá de nuestra comprensión, y usamos dicho término en el
mismo sentido y queriendo significar lo mismo que cuando hablamos del TODO.
Para nuestro entendimiento podemos pensar del espíritu como de una Infinita
Mente Viviente, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, que no podemos
comprenderlo del todo. O hacemos esto, o nos vemos obligados a dejar de pensar. Procederemos ahora
a estudiar la Naturaleza del Universo, como un todo, y también en sus
partes. ¿Qué es el Universo? Hemos visto ya que nada puede existir fuera del
TODO; entonces ¿El Universo es el TODO? No, no puede serlo, porque el Universo
parece estar hecho de muchas, de múltiples unidades, y está en continuo cambio;
Y de todas maneras, no está de acuerdo con las ideas que nos hemos visto
obligados a aceptar respecto al TODO, según ya indicamos en nuestra lección anterior.
Entonces, si el Universo no es el TODO debe ser nada; tal es la inevitable consecuencia
que se presenta en la mente aparentemente. Pero esto no satisface la
pregunta, porque nosotros somos sensibles y sentimos la existencia del
Universo. Y si el universo es algo y no es el TODO, ¿Qué puede ser? Examinemos la
cuestión. Si el Universo
existe absolutamente, o por lo menos parece que existe, debe proceder en alguna
forma del TODO, ser su creación. Pero como algo no puede venir de nada, ¿de
qué pudo crearlo el TODO? Algunos filósofos han contestado a esta pregunta
diciendo que el TODO creó el Universo del sí mismo, esto es, sacándolo de su
propia substancia. mas esta respuesta no sirve, puesto que el TODO no puede ser
aumentado, ni disminuido, ni dividido, según hemos ya visto, y aunque así fuera no
podría cada partícula del Universo estar segura de ser el TODO, puesto que
éste no puede perder el conocimiento de sí mismo, ni convertirse en un
átomo o fuerza ciega o un ser viviente inferior. Algunos, habiendo realizado
que el TODO es todo, y reconociendo que ellos existían, han llegado a la
extraordinaria conclusión de que ellos y el TODO eran idénticos, y han llenado el aire
con sus gritos de " yo soy Dios", sirviendo de solaz a las multitudes y de
motivo de pena para los sabios. Si el átomo gritara
"yo soy hombre", todavía sería modesto en comparación. Pero ¿qué es, en
realidad, el Universo, si no es el TODO ni ha sido creado por Él separándolo de
su propia substancia? ¿Que otra cosa debe ser? O, mejor preguntado. ¿De qué
otra cosa puede haberlo hecho? Esta es la gran cuestión. Nos encontramos con que
el principio de correspondencia (véase el capítulo I) viene en nuestra ayuda.
El antiguo axioma hermético "como arriba es abajo" puede ser empleado ahora para
iluminar este punto. Tratemos, pues, de comprender algo de lo que pasa en los
planos superiores, examinando lo que pasa en el nuestro propio. El
principio de correspondencia puede aplicarse a esto lo mismo que a cualquier otro
problema. Veamos. En su propio plano de existencia, ¿cómo crea el hombre? Primero,
puede crear haciendo o construyendo algo con los materiales que el mundo externo le
brinda. Mas esto no nos sirve, porque fuera del TODO no existen materiales
de ninguna clase con los que Él pueda crear. En segundo lugar, el hombre
puede crear por medio de la fecundación, que no es más que su multiplicación,
acompañada por la transferencia de una parte de su propia substancia a la
matriz de la madre. Mas esto tampoco nos sirve, porque el TODO no puede transferir
o substraerse a sí mismo una porción, ni puede reproducirse o multiplicarse a
sí mismo. En el primer caso habrá una substracción de su substancia o
adición al TODO, lo que es un absurdo. ¿No existe otro
medio por el cual crea el hombre? Sí, hay otro: la creación mental. Al crear en
esta forma, él no emplea materiales que le aporte el mundo externo, ni se
reproduce a sí mismo, y, sin embargo, su espíritu compenetra su creación mental. Siguiendo el
principio de correspondencia, se puede pensar justificadamente que el TODO crea el
Universo mentalmente, de una manera parecida al proceso mediante el cual el hombre
crea sus imágenes mentales. Y he aquí que en esta descripción coinciden tanto el
dictamen dado por la razón como el de las almas iluminadas, según se puede
encontrar en sus escritos o en sus enseñanzas. Tales son las doctrinas de los
sabios. Tales las que enseñó Hermes. El TODO no puede
crear de ninguna manera, excepto mentalmente, sin emplear ni materiales (pues no
hay ninguno), ni reproduciéndose (lo que también es imposible). No hay
escapatoria para esta conclusión de la razón, la que, como hemos ya visto,
concuerda perfectamente con lo que dicen los iluminados. De igual manera que
podéis vosotros crear un universo en vuestra propia mente, así el TODO crea los
kosmos en la suya propia. Mas vuestro
universo sería la creación de una mente finita, en tanto que la del TODO sería la
creación de un infinito. Las dos son iguales en clase, pero difieren
infinitamente en grado. Examinaremos mas estrictamente el proceso de la creación y
manifestación conforme vayamos avanzando en nuestro estudio. Mas este es el punto que
debéis fijar por ahora en vuestras mentes: El Universo y todo lo que él contiene es
una creación mental del TODO; todo es mente. "El TODO crea
en su mente infinita, innumerables universos, los que existen durante eones de tiempo, y
así y todo, para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos
no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y
cerrar de ojos. EL KYBALION. "La mente infinita
del TODO es la matriz del Kosmos". EL KYBALION. El principio de
género o generación (véase el capítulo I y otros que seguirán) se manifiesta en
todos los planos de la vida: material, mental y espiritual. Pero, según ya
hemos indicado anteriormente, el "género" no significa
"sexo", pues este último no
es más que a manifestación material del género. "Género" significa "lo
relativo" a la generación o creación. Y dondequiera que algo se genera o se crea,
sea en el plano que sea, es principio de género se está allí manifestando. Y
esto es verdad, aun en lo que se refiere a la creación de los universos. Ahora no vayáis a
suponer que estamos enseñando que hay un dios creador macho y otro hembra. Esto
no sería más que una mistificación de las antiguas enseñanzas al respecto. La
verdad es que el TODO, en sí mismo, está más allá del género, así como también
está más allá de toda otra ley, incluyendo las del tiempo y del espacio. Él es la
ley de la cual todas las leyes proceden, y, por lo tanto no puede estar sujeto
a estas últimas. Mas cuando el TODO se manifiesta en el plano de la generación o
creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y con el Principio, pues se
está moviendo en un plano inferior de existencia. y consecuentemente, Él
manifiesta el principio de género, en sus aspectos masculino y
femenino, en el plano mental, por supuesto. Esta idea podría
parecer un tanto chocante, si la oís por primera vez, más otras veces la habéis
aceptado pasivamente en vuestras concepciones diarias. Habláis de la paternidad de
Dios y de la maternidad de la Naturaleza, de Dios como padre divino y de la
Naturaleza como madre Universal, y así habréis conocido instintivamente el
principio del Género en el Universo. ¿No es así? Más las enseñanzas
herméticas no implican una dualidad real - el TODO es UNO - siendo los dos
aspectos simples fases de manifestación. La doctrina es que el principio masculino
manifestado por el TODO permanece, en cierta manera, aparte de la creación
mental del Universo. Proyecta su voluntad sobre el principio femenino (que puede
ser llamado naturaleza), siendo en ésta que comienza la obra evolutiva de un
Universo, desde simples "centros de actividad" hasta el hombre, y aun a más
elevados planos de existencia que el humano, todo ello de acuerdo con bien
establecidas leyes de la Naturaleza. Si preferís las antiguas imágenes mentales, podéis
concebir el principio masculino como Dios, el padre, y el principio femenino
como Naturaleza, la madre universal, de cuya matriz todas las cosas nacen. Esto
es algo más que una simple figura poética de lenguaje, es una idea del proceso de
la creación de un Universo. Pero recordad siempre que el TODO es UNO, y que
en su mente infinita es donde crean y generan y existen los Kosmos. Podría ayudaros a
concebir esto propiamente el aplicarle la ley de correspondencia en
vuestra propia mente. Sabéis que esa parte de vosotros que llamáis
"yo", en cierto sentido, permanece aparte de la creación y de
vuestras imágenes mentales en
el intelecto. La parte de la mente en la que se efectúa la generación de
imágenes puede ser llamada el "mí", en distinción con el
"yo", que permanece aparte y
que examina los pensamientos, ideas e imágenes del "mí". Como "arriba es
abajo", acordaos, y los fenómenos de un plano pueden emplearse para resolver los
enigmas de los planos superiores e inferiores. ¿Es acaso
maravilloso que vosotros, los hijos, sintáis una reverencia instintiva hacia Padre-Madre?
Es maravilloso que cuando consideráis las obras y maravillas de la Naturaleza os
sintáis conmovidos hasta lo más profundo de vuestro ser? Es a vuestra
madre-mente a quien os estáis estrechando, como un niño se estrecha al seno de su madre. No vayáis a suponer
que el pequeñísimo mundo que os circunda - la Tierra - que no es más que un
grano de arena en el Universo, es el universo mismo. Hay millones y millones
de tales mundos, y aun muchos mayores que él. Y aun hay millones de
millones de tales universos que existen en la Mente del Unico. Y aun en nuestro sistema
solar hay regiones y planos de vida muy superiores a los nuestros, y seres
comparados con los que nosotros somos lo que las amebas respecto al hombre.
Hay seres cuyos poderes y atributos son mucho más elevados que los del hombre,
y éste jamás ha soñado que pudieran existir. Más, a pesar de esto, esos seres
fueron en poco tiempo lo que nosotros ahora, y seremos un tiempo como ellos
son y aun superiores, porque tal es el destino del hombre, a juzgar por lo que
nos dicen los iluminados. La muerte no es
real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos
y seguiremos ascendiendo a planos de vida cada vez más elevados, durante
eones y eones de tiempo. El universo es nuestra casa, nuestro hogar y podemos
explorarlo hasta sus más lejanos confines, antes de la consumación de los
tiempos. Estamos en la mente del TODO y nuestras posibilidades y
oportunidades son infinitas, lo mismo en el tiempo que en el espacio. Y al fin
del gran ciclo de eones, cuando el TODO reabsorba sus creaciones en sí
mismo, marcharemos alegremente porque entonces serremos capaces de comprender la
verdad toda de ser UNO con el TODO. Esto es lo que nos afirman los iluminados,
esos que han avanzado tanto en el sendero de la realización. Y, en el
entretanto, estemos tranquilos y serenos; estamos seguros y protegidos por el Poder
Infinito del Padre - Madre - Mente. "En la Mente
del Padre - Madre, los hijos están en su hogar". El KYBALION. "No hay nadie
que no tenga padre i madre en el Universo". EL KYBALION. |
CAPITULO VI: LA PARADOJA DIVINA"El sabio a medias, reconociendo la irrealidad
relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése no es más que un tonto
vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y será aplastado por los
elementos, en razón de su locura. El verdadero sabio conociendo la naturaleza del
universo, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra las
inferiores, y por medio de la alquimia transmuta lo que no es deseable, en lo valioso y
de esta manera triunfa. El adepto consiste, no en sueños anormales,
visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las fuerzas
superiores contra las inferiores vibrando en los más elevados. La transmutación
(no la negación presuntuosa), es el arma del Maestro". EL KYBALION. Ésa es la paradoja del Universo, la que resulta del
principio de polaridad, principio que se manifiesta cuando el TODO empieza a
crear. Aunque para el TODO infinito el Universo, sus leyes, sus
poderes, su vida, sus fenómenos, son como cosas contempladas en el estado de
meditación o ensueño, el Universo debe ser tratado como real, y la vida, las
acciones y los pensamientos deben estar basados en ello, acordemente, si bien se tenga
un claro conocimiento y realización de la Verdad Superior cada uno respecto a su
propio plano y leyes. Si el TODO hubiera imaginado un Universo real sería
desastroso para este, porque entonces no podría ascenderse de lo inferior a lo superior,
el universo se habría convertido en una cosa fija, inmóvil y el progreso
resultaría imposible. Y si el hombre, por su parte, debido a su semi-sabiduría,
actúa y vive y piensa en el Universo como si fuera un sueño (parecido a sus
propios ensueños a finitos), así se convertirá efectivamente para él, y, al
igual de un cadáver que caminase, se encontrará dando vueltas y más vueltas en un
círculo, sin hacer el menor progreso y siendo forzado por último a despertarse y
vivir por las leyes naturales que él hubiera olvidado. Conservad siempre la
mente fija en la Estrella, pero mirad donde ponéis los pies, no vayáis a
hundirlos en algún abismo. Recordad la paradoja divina que afirma que si bien
el "Universo no es, sin embargo es". Recordemos siempre los dos polos de
la verdad: lo absoluto y lo relativo. Guardémonos de las verdades a medias. Lo que los hermetistas conocen como "Ley de la
paradoja" es un aspecto del principio de polaridad. Las escrituras herméticas están
llenas de toda clase de referencias respecto a esa paradoja que se descubre en
todos los problemas de la Vida y del Ser. Los instructores están siempre batallando
para impedir que sus estudiantes omitan el "otro lado" de cualquier
cuestión, y sus recomendaciones se dirigen especialmente a los problemas de lo absoluto y
de lo relativo, que tanto confunden a los estudiantes de filosofía, y que
obligan a tantos a obrar y a pensar contrariamente a lo que se conoce como
"sentido común". Recomendamos mucho a nuestros estudiantes el que se aseguren de haber
comprendido bien la paradoja divina de lo absoluto y lo relativo, evitando el
ser hipnotizados por el falso miraje de la verdad a medias o semi-verdad. Desde
este punto de vista ha sido escrita esta lección. Leedla cuidadosamente. La primera idea que se le ocurre al pensador que ha
comprendido y realizado la verdad de que el Universo es una creación mental del TODO,
es la de que el Universo y todo cuanto éste contiene son una pura ilusión,
una irrealidad, contra cuya idea se revuelve instantáneamente. Pero esto,
al igual de otras grandes verdades, debe ser considerado desde los puntos de
vista absoluto, el Universo es, por supuesto, una ilusión, un sueño, una
fantasmagoría, si se compara con el TODO en sí mismo. Esto lo reconocemos nosotros
mismos cuando hablamos del mundo como de un sueño, que va y viene, que
nace y muere, desde el momento que todo lo que es mudable, que cambia, que es
finito e insubstancial, debe estar ligado a la idea de un Universo creado, cuando
se compara con el TODO mismo, no importando cual puede ser nuestra creencia
respecto a la naturaleza de ambos. Filósofos, metafísicos, científicos y teólogos, todos
están de acuerdo sobre ello, y esta concepción se encuentra en todos los sistemas
filosóficos y religiosos, así como en las respectivas teorías de las
escuelas metafísica y teológicas. Las enseñanzas herméticas no predican la insubstancialidad
del Universo en términos más fuertes que los que os son más familiares,
aunque la exposición del asunto pueda pareceros algo más contundente. Todo cuanto
tenga un principio y un fin, en cierto sentido debe ser irreal e ilusorio, y el
Universo se encuentra en este caso, sea cual sea el sistema de las escuelas de
pensamiento. Desde el punto de vista absoluto nada hay real excepto el TODO, no
importando los términos que empleemos al pensar sobre ello o al
discutirlo. Bien sea que el Universo haya sido creado de materia, o bien que sea una
creación mental en la mente del TODO, es insubstancial, mudable, sujeto al
tiempo, al espacio, al cambio. Debemos comprender y sentir bien esto antes de
pensar y examinar la concepción hermética de la naturaleza mental del Universo.
Examina cualesquiera otras concepciones, y ved si existe alguna que no lo
admita. Mas el punto de vista absoluto muestra únicamente un solo
lado de la cuestión, siendo el otro el aspecto relativo de la misma. Las
verdades absolutas han sido definidas "como las cosas, tal como las conoce y las
ve la mente de Dios", mientras que las verdades relativas son "las cosas
tal como la más elevada razón del hombre las comprende". Y de esta manera, mientras
que para el TODO el Universo debe ser ilusorio e irreal, un simple sueño o
resultado de la meditación, sin embargo para las mentes finitas que forman
parte de ese Universo, y mirando a través de las mortales facultades,
el Universo es ciertamente real, y así debe ser considerado. Al reconocer
así el punto de vista absoluto, no cometeremos el error de ignorar o negar los
hechos y fenómenos del Universo, tal como se nos presentan antes nuestras
facultades mortales: no somos el TODO, recordémoslo. Para emplear ilustraciones familiares, podemos reconocer
el hecho de que la materia "existe" para nuestros sentidos, y
haríamos muy mal si así no lo reconociéramos. Y, a pesar de ello, nuestra mente finita
reconoce la verdad científica de que no hay tal materia desde el punto de
vista de la ciencia, y que lo que llamamos materia no es más que un agregado de
átomos, átomos los cuales a su vez, no son más que unidades de fuerza
agrupadas que llamamos "electrones" o "iones", vibrando
constantemente con movimiento circular. Golpeamos una piedra y sentimos el impacto, parece ser
real, y, a pesar de ello, sabemos que no es más que lo ya expuesto. Per recuerden que nuestro pie, que siente el golpe
mediante la intervención del cerebro, es similarmente materia constituida por
electrones, y por que de esa materia está hecho también nuestro cerebro. Y, por último,
si no fuera por la mente, no sabríamos nada ni del pie ni de la piedra
absolutamente. Además, el ideal que un artista o un escultor tratan de
reproducir en el mármol o en el lienzo les parece muy real. Igualmente sucede con
los personajes que crea la mente de un autor teatral, quien trata de expresarlos
para que los demás puedan reconocerlos. Y si esto fuera cierto en el caso de
nuestras mentes finitas, ¿cuál sería el grado de realidad de las imágenes
mentales creadas en la mente del Infinito? ¡Oh, para los mortales este universo
de mentalidad es ciertamente muy real! Es el único que jamás podremos
conocer, aunque nos elevemos de plano en plano, cada vez más alto. Para que lo
pudiéramos conocer de otra manera, por experiencia actual, tendríamos que ser el
TODO mismo. Es muy cierto que, cuanto más nos elevamos en la escala, tanto
más cerca nos encontraremos de la mente del Padre y tanto más evidente
se hace la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, pero hasta que el TODO no
nos absorba finalmente dentro de Él mismo no se desvanecerá la visión. De manera, pues, que no necesitamos basarnos en esa
ilusión. Reconozcamos mas bien la verdadera naturaleza del Universo y tratemos de
comprender sus leyes mentales, esforzándonos en emplearlas en la forma más
efectiva para nuestro progreso ascendente en toda la vida conforme vamos
viajando de un plano a otro del ser. Las leyes del Universo no dejan de ser
"leyes de hierro" porque sean de naturaleza mental. Todos excepto el TODO, están sujetos a
ellas. Lo que está en la infinita mente del TODO es real, solo un grado menos
que la realidad misma que constituye la naturaleza del TODO. No nos sintamos, pues, inseguros o temerosos; sintámonos
firmemente sostenidos en la mente infinita, y nada existe que pueda dañarnos o
causarnos miedo. No hay poder alguno fuera del TODO que pueda afectarnos. Podemos
permanecer tranquilos y seguros. Y en esta realización, una vez alcanzada,
existe una plenitud de seguridad y calma. Entonces dormiremos serenamente sobre
la firmeza inconcebible de lo Profundo, y descansaremos seguramente sobre el
Océano de la mente Infinita que constituye al TODO. En Él, ciertamente, vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro ser. La materia no es menos materia para nosotros mientras
permanezcamos en ese plano, aunque sepamos que no es más que un agregado de
partículas de fuerza, o electrones, que vibran rápidamente, girando unas en torno
de otras, en la formación de los átomos. Los átomos, a su vez giran y
vibran y forman así las moléculas, y la agrupación de estas últimas componen las
grandes masas de materia. Y no será menos materia por el hecho de que,
cuando avancemos en nuestra investigación, sepamos que la fuerza, cuyas
unidades son los electrones, no son a su vez más que unidades de manifestación de la
mente del TODO, y que como todo lo demás en el universo es puramente mental en
su naturaleza. Aunque en el plano de la Materia tenemos que reconocer sus
fenómenos, podemos dominarla (como lo hacen todos los maestros en menor o mayor grado),
aplicándoles las fuerzas superiores. Cometeríamos así una locura si
negáramos la existencia de la materia en ese aspecto relativo. Podemos, sí, negar su
dominio sobre nosotros; está bien, pero no debemos intentar ignorarla en su
aspecto relativo, por lo menos mientras vivamos en este plano. Las leyes de la naturaleza tampoco se hacen menos
constantes o efectivas por el hecho de que las conozcamos y sepamos que son simples
creaciones mentales. Obran plenamente en todos los planos. Y nos libertamos de las
leyes inferiores, aplicándoles las superiores, y solo podemos conseguirlo de
ésta manera. Pero no podemos escapar a la Ley o elevarnos por encima de ella
completamente. Nadie, sino el TODO, puede escapar a la Ley, y esto es debido a
que el TODO es la ley misma, de la cual todas las demás brotan. Los más
avanzados maestros pueden adquirir los poderes que se atribuyen generalmente a los
dioses, y existen muchos grados del ser en la gran jerarquía de la vida,
cuyos poderes trascienden hasta los de los más elevados maestros, en un grado
inconcebible para los mortales, pero hasta el Maestro más grande y el ser más
elevado debe inclinarse ante la Ley y son como nada ante los ojos del TODO. Así
que si hasta esos elevados seres, cuyos poderes exceden a los atribuidos por
el hombre a sus dioses, están sujetos y sirven a la Ley, imagina la
presunción del mortal de nuestra raza cuando mira las leyes de la Naturaleza como
"irreales", visionarias e ilusorias, porque ha podido alcanzar a ver que esas
leyes son de naturaleza mental, o simples creaciones del TODO. Esas leyes que el
TODO quiere que rijan no pueden ser desafiadas o transgredidas. Mientras
subsista el Universo subsistirán, porque aquel existe en virtud de esas leyes,
las que forman la trama o el esqueleto en que el Universo se apoya. El Principio hermético del Mentalismo, a la vez que
explica la verdadera naturaleza del Universo sobre la base de que todo es
mental, no cambia las concepciones científicas del Universo, de la vida o de la
evolución. En realidad, la ciencia no hace más que corroborar las
enseñanzas herméticas. Estas últimas enseñan que la naturaleza del Universo es mental,
mientras que la ciencia afirma que es "material"; o, según sus
últimas noticias, que es "energía" en el último análisis. Las enseñanzas
herméticas tampoco están en pugna con el principio básico de Herbert Spencer, que
postuló la existencia de una "Energía Infinita y Eterna, de la cual proceden
todas las cosas". En realidad, los hermetistas reconocen en la filosofía de
Spencer la más elevada expresión de la obra de las leyes naturales que jamás se
promulgara, y creen que Spencer era una reencarnación de un antiguo filósofo que
vivió en Egipto millares de años ha, y que más tarde vivió como Heráclito,
el filósofo griego que viviera en el año 500 A. C. Y consideran su doctrina
de la "energía infinita y eterna" como de acuerdo con las enseñanzas
herméticas siempre con el agregado de que esa energía es la mente del TODO. Con esta
clave-maestra de la filosofía Hermética puede el estudiante de Spencer abrir muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo
inglés, cuyas obras demuestran los resultados de su preparación en sus
encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas respecto a la Evolución y al Ritmo están casi
de perfecto acuerdo con la Doctrina Hermética referente al principio del Ritmo. Así, pues, el estudiante no necesita dejar a un lado los
puntos de vista científicos referentes al Universo. Todo lo que se le pide
es que comprenda el principio básico de que el TODO es mente, de que el
Universo es mental: sostenido firmemente en la mente del TODO. Y encontrará
que los otros seis principios concuerdan perfectamente con este conocimiento
científico, y servirán para dilucidar plenamente los puntos oscuros. No hay que
maravillarse de ello, si se considera la influencia que el pensamiento hermético
ejerciera sobre los filósofos primitivos de Grecia, sobre cuyas doctrinas
descansan en gran parte las teorías de la ciencia actual. La aceptación del primer
principio hermético (mentalismo) es la única gran diferencia entre la ciencia
moderna y los estudiantes herméticos, y la ciencia se va dirigiendo
gradualmente hacia ese punto, conforme avanza a través de la obscuridad y va
encontrando su camino en el laberinto en que se ha metido en busca de la Realidad. El objeto de esta lección es imprimir en la mente del
estudiante el hecho de que el Universo y sus leyes y sus fenómenos son tan reales, en
lo que al hombre concierne, como lo serían bajo la hipótesis del
materialismo y de la energía. Bajo cualquier hipótesis, el Universo, en su aspecto
externo, está siempre cambiando y es transitorio, y, por consiguiente, está
desprovisto de realidad substancial. Pero, y nótese el otro polo de la verdad,
bajo cualquiera de dichas hipótesis estamos obligados a obrar y a vivir como si esas
cosas fugaces fueran reales y substanciales. Con esta diferencia siempre, que
según las doctrinas se ignoraba el poder mental como Fuerza Natural, mientras que
ahora vemos que el Mentalismo es la mayor fuerza de esa clase. Y esta sola
diferencia basta para revolucionar la vida de aquellos que comprenden el
principio y la práctica y leyes resultantes. Por último, una vez que se comprenda la ventaja del
Mentalismo se aprende a conocer, emplear y aplicar las leyes resultantes. Pero no
se caiga en la tentación que, según indica el "kybalión",
acecha al semisabio que lo hace hipnotizarse por la aparente irrealidad de las cosas,
siendo su conciencia que camina de un lado para otro como soñando, viviendo en un
mundo de ensueños, ignorando la vida diaria y su trabajo, siendo su final que
se destrozará contra las rocas y se disolverá en los elementos, en razón de su
locura. Más bien seguid el ejemplo del sabio que la misma autoridad indica:
"úsese la Ley contra las leyes; lo superior contra lo inferior, y por el arte
de la alquimia trasmutad lo que no es deseable en lo estimable,
triunfando en esa forma". De acuerdo con esta doctrina, debe evitarse la semisabiduría,
que es locura y que ignora la verdad de que: "El dominio consiste, no en
sueños anormales o visiones y fantásticas imaginaciones, sino en emplear las fuerzas
superiores contra las inferiores, escapando así a los dolores de los planos
inferiores mediante la elevación a los superiores". Recuérdese siempre que
la " transmutación y no la negación presuntuosa es el arma del Maestro". Las
citas antedichas pertenecen al "Kybalión", y son muy dignas de tenerlas siempre
presentes. No vivimos en un mundo de sueños, sino en un Universo que,
si bien es relativo, es real, por lo menos en lo que concierne a nuestra vida y
obras. Nuestra misión en el Universo no es negar su existencia, sino vivir,
empleando debidamente sus leyes para ascender de lo inferior a lo superior, viviendo
y haciendo lo mejor que podamos dentro de las circunstancias que surgen cada
día, y viviendo, todo lo posible, nuestras más elevadas ideas e ideales. El
verdadero significado de la vida no es conocido por el hombre en este plano - si es
que alguien lo conoce -; pero los más sabios, y nuestras propias
intuiciones también, nos enseñan que no nos equivocaremos si tratamos de vivir lo
mejor posible y realizar la tendencia universal en el mismo sentido, a
pesar de las aparentes evidencias en contra. Todos estamos en el Camino, y esta
vía va siempre ascendiendo, con frecuentes sitios de reposo. Léase el mensaje del "Kybalión", y sígase el
ejemplo del sabio, evitando el error del semi sabio, quien perece en razón de su locura. |
CAPITULO
VII: EL TODO EN TODO
"Si bien es
cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas. El
que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento". EL KYBALION. ¡Cuan a menudo se ha oído a la mayoría repetir la afirmación de
que su Deidad era "todo en todo", y cuán poco ha sospechado el
íntimo significado oculto encerrado en esas palabras emitidas tan sin ton ni son! La
presión comúnmente empleada es lo que ha quedado de la máxima hermética del
epígrafe. Como dice el "Kybalión": "El que comprende esto debidamente,
ha adquirido gran conocimiento". Y si esto es así, tratemos de comprender lo que significa, dada
su gran importancia. En esa máxima está encerrada una de las más grandes verdades
filosóficas, científicas y religiosas. Ya hemos dado la enseñanza hermética concerniente a la
naturaleza mental del Universo - la verdad de que "el Universo es Mental,
sostenido en la mente del TODO". Como dice el "Kybalión en el pasaje citado:
"todas las cosas están en el TODO". Pero nótese también la siguiente afirmación
correlacionada: "Es igualmente cierto que el TODO está en todas las cosas".
Esta contradicción aparente es conciliable según la ley de la Paradoja. Es, además,
una afirmación hermética exacta sobre las relaciones que existen en el TODO y
su Universo mental. Ya hemos visto como es que todo está en el TODO;
examinemos ahora el segundo aspecto del asunto. La doctrina hermética indica que el TODO es inminente e
inherente al Universo, así como en toda parte, partícula, unidad o combinación, dentro
del universo. Los maestros suelen ilustrar este postulado, refiriéndose al
Principio de Correspondencia. El instructor pide al estudiante que forme una
imagen mental de algo, de una persona, una idea o alguna cosa que tenga forma
mental, siendo el ejemplo preferido el de un autor que se esté formando una idea
de los personajes, el de un pintor o escultor que esté creando la
imagen mental de lo que trata de expresar con su arte. En cada caso el estudiante
verá que, aunque la imagen tiene existencia y ser únicamente dentro de su propia
mente, sin embargo, el estudiante mismo, autor, pintor, o escultor es, en
cierto sentido, inmanente en dicha imagen. En otras palabras, toda la virtud,
vida, espíritu o realidad de la imagen mental se deriva de la "inmanente
mente" del pensador. Medítese esto un instante hasta que se comprenda bien la idea. Empleando otro ejemplo, podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet,
Lear, Ricardo III, etc., existieron en la mente de Sheakespeare en el momento
de su concepción o creación. Y, sin embargo, Shakespeare existió también dentro
de cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu y su acción. ¿Cuál es el espíritu de los personajes que conocemos como
Micawber, Oliverio Twist, Uriah Heep?..... ¿Es Carlos Dickens o tiene cada uno de
ellos un espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Médicis, la Madonna Sixtina, el Apolo de Velvedere, espíritus y realidad propios o
representan los poderes mentales y espirituales de sus creadores? La Ley de la
Paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, consideradas desde los
puntos de vista apropiados. Micawber es, a la vez, Micawber y Dickens. Y
mientras puede decirse que Micawber es Dickens, Dickens no es idéntico a Micawber. El
hombre, como Micawber, puede exclamar: "El espíritu de mi creador me es
inherente, y, sin embargo, yo no soy Él". Esto es muy diferente de la
chocante semiverdad que clamorosamente anuncian algunos semisabios, diciendo: "yo
soy Dios". Imaginad al pobre Micawber o al ratero Uriah Heep exclamando: "Yo soy
Dickens", o a cualquier otro personaje de las obras de Shakespeare anunciando:
"Yo soy Shakespeare". El TODO está en la lombriz, pero la lombriz
está muy lejos de ser el TODO. Pero aunque la lombriz exista meramente como una
pequeña cosa, creada y teniendo su ser únicamente en la mente del TODO, el TODO es
inmanente a ella, así como en las partículas que la componen. ¿Puede haber algún
misterio mayor que el encerrado en esa proposición: "Todo está en el TODO
y el TODO está en todo?". El estudiante comprenderá, por supuesto, que las ilustraciones
dadas más arriba son necesariamente imperfectas e inadecuadas, porque representan
la creación de imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el Universo es
la creación de una mente infinita, y la diferencia entre los dos polos las
separa. Y, sin embargo, es sólo cuestión de grado - el mismo Principio es el
que opera - el Principio de Correspondencia se manifiesta en cada una:
"Como arriba es abajo, como abajo es arriba". Y en proporción a la realización que obtenga el hombre de la
existencia del Espíritu Subyacente inmanente en su propio ser se elevará en la
escala de la vida. Esto es lo que significa el desarrollo espiritual; el
reconocimiento, la realización y la manifestación del Espíritu interno. Recuérdese
siempre esta definición (la del desenvolvimiento espiritual), porque contiene
la verdad de toda verdadera Religión. Existen muchos Planos del Ser, muchos subplanos de vida, muchos
grados de existencia en el Universo. Y todos dependen del adelanto de los
seres en la escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa, estando el
Ser más elevado separado del Espíritu del TODO solo por una sutilísima división,
y por todas partes, a lo largo de esta escala de la vida, todo está en
movimiento. Todos están en el sendero, cuyo fin y meta es el TODO. Todo progreso
es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las
aparentes contradicciones. Éste es el mensaje del iluminado. La doctrina hermética concerniente al proceso de la creación
mental del Universo es que, al principio del ciclo creador, el TODO, en su aspecto
de ser, proyecta su voluntad hacia su aspecto de "Devenir" y el proceso
de la creación comienza. Se dice que este proceso se reduce a una disminución gradual de
intensidad vibratoria hasta que se alcanza un grado muy bajo de energía
vibrante, en cuyo punto se manifiesta la forma más densa posible de materia. Este
proceso se llama involución porque el TODO se "envuelve" en su
creación. Y esto tiene su correspondencia en los procesos mentales de un artista, escritor
o inventor, quien se "envuelve" tanto en su creación mental que
olvida casi completamente su propia existencia, pues en esos momentos "vive en su
creación". Si en vez de la palabra "envolverse" empleáramos la de
"absorberse", quizá se diera una idea más clara del significado que trata de sugerir. A este estado involucionario de la creación suele también
llamársele la "Emanación" de la energía divina, así como el estado
evolucionario se denomina "Absorción". Al polo más extremo del proceso creador,
se le considera como el más separado del TODO, en tanto que el principio del estado
evolutivo es mirado como un retorno de la oscilación del péndulo del Ritmo, como una
vuelta al hogar. La enseñanza es que durante la Efusión las vibraciones se van
amortiguando gradualmente hasta que el impulso amortiguador cesa por último,
y entonces se produce el retorno de la oscilación pendular. Pero existe esta
diferencia: que mientras en la efusión se manifiestan las fuerzas creadoras
compactamente, como un todo desde el comienzo mismo del estado evolutivo o de
"reabsorción" se manifiesta la ley de la individualización; esto es, la tendencia
a separarse en unidades de fuerza, de tal manera que lo que dejó al TODO como
no individualizada energía vuelve a su fuente originaria como
innumerables unidades de vida, altamente desarrolladas, que se han ido levantando cada
vez más alto en la escala por medio de la evolución física, mental y espiritual. Los antiguos herméticos empleaban la palabra
"meditación" para describir el proceso de la creación mental del Universo en la mente del TODO,
habiéndose empleado también frecuentemente la palabra "contemplación". Pero la idea que parece sugerir es la del empleo de la Atención
Divina. "Atención" es una palabra derivada de raíz latina, que
significa "alcanzar, llegar", y el acto de atención es realmente un
"alcance, una extensión" de la energía mental; de manera, pues, que comprenderemos
perfectamente el concepto si examinamos el verdadero significado de la atención. La doctrina hermética concerniente a la evolución es que el
TODO, habiendo meditado sobre el principio de la creación, y establecido así la
base material del Cosmos, pensándolo en la existencia, gradualmente va
despertándose de su meditación, y al hacerlo produce la manifestación del proceso
evolutivo, en los planos material, mental y espiritual, sucesivamente en orden.
Así empieza el movimiento ascendente, y todos los seres comienzan a dirigirse
hacia el Espíritu. La materia se va haciendo menos densa, las unidades
vienen a ser, las combinaciones se inician, la vida aparece y va manifestándose en
formas cada vez más elevadas y la mente se va haciendo más evidente, vibrando
todo cada vez más intensamente. En una palabra, el proceso entero de la evolución,
en todas sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del proceso de
"absorción". Todo esto ocupa eones y eones de tiempo, estando compuesto cada
eón por millones de años; pero, según dice el iluminado, toda la creación,
incluyendo la involución y la evolución de un universo, no es más que un abrir
y cerrar de ojos para el TODO. Al final de innúmeros ciclos de eones de
tiempo el TODO retira su atención (contemplación) o meditación del Universo,
porque la Gran Obra ha terminado, y todo queda absorbido en Él de quien otrora
emergiera. Pero el misterio de los misterios es que el Espíritu de cada
alma no queda aniquilado, sino que se expande infinitamente, sumergiéndose uno
en otro el Creador y el Creado. Ésa es la voz de la iluminación. La iluminación expuesta sobre la meditación y el subsiguiente
despertar de ella del TOD no es, por supuesto, más que un intento de descripción
del proceso infinito, mediante un ejemplo finito. Pero, no obstante:
"Como arriba es abajo". La diferencia es solo de grado. Y así, como el TODO se despierta
de su meditación sobre el Universo, así también el hombre (a su debido
tiempo) cesará de manifestarse sobre el plano material y se irá retirando cada
vez más en el espíritu Interno, que, ciertamente, es el "Ego
Divino". Hay otra cosa más de la que deseamos hablar en esta lección, y
esto llega muy cerca del campo metafísico de especulación, aunque nuestro
propósito es simplemente el mostrar la frutilidad de tal especulación.
Aludimos a la pregunta que inevitablemente se presenta ante la mente de todos los
pensadores que se han aventurado a buscar la Verdad, la pregunta es: ¿Por qué creó el
TODO al Universo? Esta pregunta podrá ser formulada en diferente forma,
pero su esencia es siempre la misma. Mucho han luchado los hombres para contestársela, pero aún no se
posee respuesta alguna que merezca ese nombre. Algunos se han imaginado que el
TODO ganaría algo con ello, pero eso es absurdo, porque ¿qué es lo que podrá
obtener el TODO que ya no posea? Otros dicen que el TODO desea amar a algo, o que lo
había creado para divertirse, o porque estaba silo, o para manifestar su
poder. Pero todas esas respuestas son pueriles e infantiles y pertenecen a la
primera infancia del pensamiento. Algunos han tratado de explicar el misterio presumiendo que el
TODO se vio "compelido" a crear, en razón de su "naturaleza
interna", o su "instinto creador". Esa idea, si bien representa un adelanto sobre las otras, tiene
un punto débil. Si su "naturaleza interna o instinto creador" lo
impulsara a hacer algo, entonces la naturaleza interna o instinto creador sería el
Absoluto, en vez del TODO, y de ahí que la proposición falle por su misma base. Sin
embargo, el TODO crea y se manifiesta y parece encontrar cierta satisfacción al
hacerlo. Y es muy difícil escapar a la conclusión de que en algún grado infinito
tendría que tener algo que correspondiera a una naturaleza interna o instinto
creador en el hombre, con un deseo y Voluntad correspondientemente infinito.
No podría obrar si no quisiera hacerlo, no podría hacerlo a menos que lo
deseara, y no lo desearía si no obtuviera con ello una satisfacción. Y todas
estas cosas pertenecerían a una Naturaleza interna, y podría postularse su
existencia de acuerdo con la Ley de Correspondencia, tanto interna como
externa. Éste es el problema que yace en la raíz misma de la dificultad y la
dificultad que se encuentra en la misma raíz del problema. Estrictamente hablando, no puede decirse que haya ninguna
"razón'' para obrar, porque una razón implica una causa, y el todo está por encima de
la causa y del efecto, salvo cuando su voluntad misma se convierte en una
causa, en cuyo momento el principio se pone en movimiento. De manera, pues, que
no puede pensarse en el mismo asunto, porque como el mismo TODO es
incognoscible. Así como nos vemos obligados a decir simplemente: EL TODO ES, así
también sólo podemos decir que el TODO OBRA PORQUE OBRA. Y, en último
término, el TODO es la razón en sí misma, y puede decirse en verdad que Él es su propia
razón, su propia ley; su propio acto, mejor aún: Que el TODO, su razón, su
acto y su ley, son uno, siendo las palabras diferentes nombres de la misma
cosa. En opinión de los que esto escriben, la respuesta se halla encerrada en el
íntimo ser del TODO, en su ser secreto. La Ley de correspondencia, en nuestra
opinión, sólo llega al aspecto del TODO que denominamos el aspecto de devenir
o de estado. Tras ese aspecto está el de ser, en el cual todas las leyes se
pierden en la Ley, todos los principios en el Principio y el TODO, el
Principio y el Ser, son idénticos, uno y lo mismo. Por consiguiente, toda especulación metafísica sobre el punto es
fútil. Si nos ocupamos aquí de la cuestión es solo para mostrar que, si bien
reconocemos el hecho, reconocemos también lo absurdo de las respuestas dadas
por metafísicos y teólogos. En conclusión, podrá ser de interés para los estudiantes el
saber que en tanto que algunos de los antiguos y modernos instructores herméticos
se inclinan más bien a aplicar el Principio de Correspondencia a la cuestión,
que da por resultado la "naturaleza interna'', la leyenda dice que
Hermes, el Grande, cuando le fue hecha esa pregunta por algunos de sus más
avanzados estudiantes, contestó apretando los labios fuertemente y no diciendo una
palabra, como si indicara que no había respuesta. Pero también puede ser que
quisiera aplicar el axioma de esta filosofía que dice que "los labios de la
Sabiduría permanecen cerrados, excepto para los oídos del entendimiento'', en la
creencia de que aún sus más aventajados discípulos no poseían la comprensión
necesaria que los calificara para esa enseñanza. De cualquier manera, si Hermes
poseyó el Secreto no lo comunicó, y por lo menos en lo que al mundo concierne los
labios de Hermes están cerrados al respecto. Y si Hermes el Grande vaciló en
hablar, ¿quién sería el osado mortal que tratara de enseñarlo? Pero, recordémoslo, cualquiera que sea la respuesta de este
problema, si es que hay alguna, la verdad es que: "Si bien es cierto que todo
está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas''. La proposición
en este punto es enfática. Y, para terminar, repetiremos las palabras de la cita:
"El que comprenda esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento''. |
CAPITULO
IX: VIBRACION
"Nada reposa;
todo se mueve; todo vibra". EL KYBALION. El tercer Gran
Principio Hermético - el Principio de la Vibración - encierra la verdad de que el
movimiento se manifiesta en todo el Universo. Nada está en reposo, todo se
mueve vibra y circula. Este principio hermético fue reconocido por algunos de los
primitivos filósofos griegos, quienes lo expusieron en sus sistemas. Pero
después, durante siglos enteros, quedó olvidado, salvo por los perseguidores de
las doctrinas herméticas. En el siglo XIX la ciencia física ha redescubierto esa
verdad, y los descubrimientos científicos del siglo XX han aportado su
testimonio en corroboración de esa verdad sostenida por la antiquísima
Filosofía Hermética. La doctrina
hermética no afirma solamente que todo está en movimiento constante, sino que las
diferencias entre las diversas manifestaciones del poder universal se deben por
completo al diferente modo e intensidad vibratoria. Y no sólo esto, sino que aun el
TODO mismo manifiesta una vibración constante de tal infinita intensidad y
rapidez, que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo. Los
instructores llaman la atención del estudiante sobre el hecho de que aun en el plano
físico un objeto que gire rápidamente, como una rueda, por ejemplo, parece
estar inmóvil. El espíritu es uno de los polos de la vibración, constituyendo el
otro polo formas de materia extremadamente densas. Entre ambos polos hay millones
y millones de diferentes intensidades y modos de vibración. La ciencia moderna
ha comprobado que todo lo que llamamos materia y energía no es más que
"modos de movimientos vibratorios", y algunos de los más avanzados hombres de ciencia
se están encaminando rápidamente hacia el punto de vista que los ocultistas
tienen sobre los fenómenos de la mente: simples modos de vibración o
movimiento. Veamos ahora lo que la ciencia tiene que decir sobre las vibraciones en la
materia y en la energía. En primer lugar, la
ciencia dice que toda materia manifiesta, en algún grado, la vibración producida
por la temperatura o el calor. Esté un objeto frío o caliente (pues
ambos no son más que grados de la misma cosa), manifiesta ciertas vibraciones
calóricas, y en ese sentido está en vibración. Todas las partículas de materia están
siguiendo un movimiento circular, lo mismo los corpúsculos que los astros. Los
planetas giran en torno de un sol, y muchos de ellos giran también sobre sus
propios ejes. Los soles, a su vez, giran en torno de puntos centrales mayores,
y se cree que éstos giran también alrededor de otros todavía más grandes, y así
sucesivamente, ad infinitum. Las moléculas de que se compone cualquier clase de
materia están en constante vibración, moviéndose unas en torno de otras, y
también unas contra otras. Las moléculas están compuestas por átomos, los que,
como aquellas, también están en constante movimiento y vibración. Los
átomos están compuestos por corpúsculos, llamados también "electrones",
"iones", etc., los que también están en un estado de rapidísima moción, girando
unos en torno de otros, con diversas modalidades vibratorias. Y de esta manera toda
materia manifiesta vibración, de acuerdo con el principio hermético
correspondiente. Y así sucede
también con las diversas formas de energía. La ciencia dice que la luz, el calor, el
magnetismo y la electricidad no son más que formas de movimiento
vibratorio relacionado de alguna manera con el éter, o probablemente emanado de él. La
ciencia no ha tratado aun de explicar la naturaleza del fenómeno conocido
como cohesión, que es el principio de la atracción molecular, ni de la afinidad
química, que es el principio de la atracción atómica; ni de la gravitación (el
mayor misterio de los tres), que es el principio de atracción por el cual toda
partícula o masa de materia se siente atraída hacia toda otra partícula o masa.
Estas tres modalidades de la energía no las comprende aun la ciencia, si bien
los estudiosos se inclinan a pensar que son también manifestaciones de alguna
forma de energía vibratoria, cosa que los herméticos han enseñado
durante largas edades en el pasado. El éter universal,
cuya existencia postula la ciencia sin comprender claramente su naturaleza, ya
había sido explicado por los herméticos, quienes aseguraban que era una
manifestación superior de lo que erróneamente se llamaba materia; es decir, que el éter
era materia en un grado de vibración superior. El nombre que le daban era el de
Substancia Etérea, y decían que esta sustancia era de tenuidad y
elasticidad extremas, llenando el espacio universal, sirviendo como médium de
transmisión para las ondas de energía vibratoria como el calor, la luz, la
electricidad, el magnetismo, etc. La substancia etérea es el eslabón de unión entre la
modalidad de energía vibratoria que conocemos como materia por un lado y la que
conocemos como energía o fuerza, por el otro, manifestando además un grado de
vibración, en intensidad y modo, completamente propio. Los hombres de
ciencia proponen como ilustración para ver los efectos del aumento de
vibración una rueda girando con gran rapidez. Supongamos primeramente que la rueda gira
lentamente. Entonces diríamos que es un "objeto". Si el objeto gira lentamente lo
podremos ver fácilmente, pero no sentimos el menor sonido. Aumentándose
gradualmente la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida que comienza a
oírse una nota muy baja y grave. Conforme sigue aumentando la velocidad la nota
se va elevando en la escala musical, y así se van distinguiendo unas
tras otras las diversas notas conforme aumenta la velocidad de rotación.
Finalmente, cuando el movimiento ha llegado a cierto límite se llega a la última
nota perceptible por el oído humano, y si la velocidad aumenta aun, sigue el mayor
silencio. Nada se oye ya,
pues la intensidad del movimiento es tan alta que el oído humano no puede registrar
sus vibraciones. Entonces comienzan a percibirse poco a poco sucesivos grados de
color. Después de un tiempo el ojo comienza a percibir un oscuro color rojo.
Este rojo va haciéndose cada vez más brillante. Si la velocidad sigue
aumentando el rojo se convertirá en anaranjado, el anaranjado en amarillo. Después
seguirán sucesivamente matices verdes, azules y añil, y finalmente
aparecerá el matiz violeta. La velocidad se acrecienta más aun: entonces desaparece
todo color, porque el ojo humano ya no puede registrarlos. Pero ciertas
radiaciones humanas emanan del objeto en revolución: los rayos que se usan en la
fotografía y otras radiaciones sutiles de la luz. Después comienzan a
manifestarse los rayos conocidos bajo el nombre de X, y más tarde empiezan a
emanarse electricidad y magnetismo. Cuando el objeto ha
alcanzado cierto grado de vibración, sus moléculas se desintegran,
resolviéndose en sus elementos originales o átomos. Después de los átomos, según el
principio de vibración, se separarían en innumerables corpúsculos o
electrones, de los que están compuestos. Y, finalmente, hasta los corpúsculos
desaparecerían y podría decirse que el objeto estaría compuesto por substancia etérea.
La ciencia no se atreve a llevar la ilustración más allá, pero los herméticos
dicen que si las vibraciones continuaran aumentando el objeto pasaría
sucesivamente por estados de manifestación superiores, llegando al plano mental y
después al espiritual, hasta ser por último absorbido en el TODO QUE ES EL
Espíritu Absoluto. El "objeto", sin embargo, habría dejado de ser tal mucho antes de
llegar a la substancia etérea, pero de todas maneras la ilustración es
correcta en cuanto demuestra los efectos del aumento continuo de la intensidad
vibratoria. Debe recordarse que en la ilustración anterior, con el llegar a los
estados en que el objeto irradia color, luz, etc., no se ha resuelto aun la
cuestión en esas formas de energía (que están en un grado mucho más elevado), sino
que simplemente llega a un grado de vibración en el que esas energías se
libertan hasta cierto punto de las limitadoras influencias de las moléculas, átomos y
corpúsculos. Esas energías, si bien son muy superiores en la escala a la
materia, están aprisionadas y confinadas en las combinaciones materiales, en
razón de las fuerzas que se manifiestan a través de ellas, y empleando formas
materiales, y de esta manera se confinan en sus creaciones corpóreas, lo que,
hasta cierto punto, es cierto en toda creación, quedando la fuerza creadora
envuelta en su propia creación. Pero la doctrina
hermética va mucho más allá que la ciencia moderna, y afirma que toda
manifestación de pensamiento, emoción, razón, voluntad, deseo o cualquier otro
estado mental, va acompañada por vibraciones, parte de las cuales se emanan al
exterior y tienden a afectar las mentes de los demás por "inducción".
Esta es la causa de la telepatía, de la influencia mental y de otros efectos del
poder de una mente sobre otra, la que ya va siendo de dominio público, debido a
la gran cantidad de obras de ocultismo que están publicando discípulos e
instructores sobre estas materias. Cada pensamiento,
emoción o estado mental tiene en su correspondiente intensidad y modalidad
vibratoria. Y, otras, esos estados mentales pueden ser reproducidos, así como una nota
musical puede ser reproducida haciendo vibrar las cuerdas de un instrumento con
la velocidad requerida, o como se puede reproducir un color cualquiera.
Conociendo el Principio de Vibración, aplicado a los fenómenos mentales, uno puede
polarizar su mente en el grado que quiera, obteniendo así un perfecto dominio y
contralor sobre sus estados mentales. De la misma manera, podrá afectar las
mentes de los demás, produciendo en ellos los requeridos estados mentales.
En una palabra, podrá producir en el Plano Mental lo que la ciencia produce en
el físico, o sea las vibraciones a voluntad. Este poder, por supuesto, puede
adquirirse únicamente mediante las instrucciones, ejercicios y prácticas
apropiadas, siendo la ciencia que las enseña, la de la "transmutación mental", una
de la rama de la Filosofía Hermética. Un poco de
reflexión sobre lo que hemos dicho mostrará que el Principio de Vibración está
oculto tras todos los maravillosos fenómenos de los poderes manifestados por
los Maestros y Adeptos, quienes pueden aparentemente eludir las leyes de la
Naturaleza, pero que, realmente, no hacen más que emplear una ley contra otra, un
principio contra otros, y que llevan a cabo sus resultados modificando las
vibraciones de las cosas materiales o de las energías, realizando así lo
que comúnmente llamamos milagros. Como dijo una de
las más antiguas autoridades herméticas: "Aquel que ha comprendido el
Principio de Vibración, ha alcanzado el cetro del Poder".
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CAPITULO
X: POLARIDAD
"Todo es dual,
todo tiene polos; todo su par de opuestos; los semejantes y desemejantes son
los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en
grado; los extremos se tocan; todas las verdades, son semiverdades, todas
las paradojas pueden reconciliarse''. EL KYBALION. El Cuarto Gran
Principio Hermético - el Principio de polaridad - encierra la verdad de que todas
las cosas manifestadas tienen dos lados, dos aspectos, dos polos; un par de
opuestos con innumerables grados entre ambos extremos. Las antiguas paradojas,
que siempre han confundido la mente de los hombres, quedan explicadas si se
comprende este principio. El hombre siempre ha reconocido algo semejante a este
principio y ha tratado de expresarlas con dichos, máximas o aforismos como los
siguientes: "Todo es y no es al mismo tiempo"; "todas las verdades no son más
que semiverdades"; "toda verdad es medio falsa"; "Todas
las cosas tienen dos
lados"; "siempre hay un reverso para cada anverso", etc. Las enseñanzas
herméticas opinan sobre la diferencia que existe entre cosas aparentemente
opuestas diametralmente, que es solo cuestión de grado. Y afirma que todo par de
opuestos puede conciliarse y que la tesis y la antítesis son idénticas en
naturaleza, difiriendo solo en grado. La conciliación universal de los opuestos se
efectúa reconociendo este Principio de Polaridad. Ejemplo de este principio
pueden encontrarse en todas partes, después de un examen de la naturaleza real de
las cosas. El espíritu y la
materia no son más que polos de las mismas cosas, siendo los planos
intermediarios cuestión de grados vibratorios meramente. El TODO y los muchos son los
mismos, residiendo la diferencia solamente en el grado de manifestación
mental. De manera, pues, que la LEY y las leyes son los dos polos de una sola y misma
cosa. E igual sucede con el PRINCIPIO y los principios, con la MENTE infinita y
la mente finita. Si pasamos al plano
físico encontramos que el Calor y el Frío son de naturaleza idéntica, siendo la
diferencia simple cuestión de grados. El termómetro indica los grados de
temperatura, siendo el polo inferior el llamado "frío" y el superior
"calor". Entre ambos hay muchos grados de calor y frío, pues
cualquier nombre que se les
dé es correcto. De dos grados, el superior es siempre más caliente en
comparación con el inferior, que es más frío. No hay absolutamente un tipo fijo: todo
es cuestión de grado. No hay ningún sitio en el termómetro en el que cese el
calor y comience el frío absolutamente. Todo se reduce a vibraciones más o
menos elevadas o bajas. Las mismas palabras "elevado" y
"bajo" que nos vemos
obligados a usar, no son más que polos de la misma cosa: los términos son
relativos. Así sucede igualmente con el "Este" y el
"Oeste". Si viajamos alrededor
del mundo en dirección al oriente, llegaremos a un punto que se llama occidente,
considerándolo desde el punto de partida. Marchemos suficientemente
lejos hacia el Norte y pronto nos encontraremos viajando hacia el sur y viceversa. La Luz y la
oscuridad son polos de la misma cosa, con muchos grados entre ambos. La escala musical
es la misma. Partiendo del sí en adelante llegaremos a encontrar otro sí y
así sucesivamente, siendo las diferencias entre los extremos también cuestión de
grados. En la escala del color sucede otro tanto, siendo la intensidad
vibratoria la única diferencia que existe entre el rojo y el violeta. Lo grande y lo
pequeño son cosas relativas. Igualmente lo es el ruido y la quietud, lo duro y
lo blando, lo afilado y lo romo. Positivo y negativo son los dos polos de una
misma cosa, con innumerables gradaciones entre ambos. Bueno y malo no son
cosas absolutas; A un extremo lo llamamos bueno y al otro malo, o Bien al uno
y Mal al otro, de acuerdo con el sentido que queramos darle. Una cosa es menos
buena que la que le es superior en la escala, pero esa cosa menos buena, a su
vez, es mejor comparada con la que tenga el más o el menos regido por la
posición que tenga en la escala. Igual cosa sucede
en el plano mental. El amor y el odio son considerados como diametralmente
opuestos, completamente diferentes e irreconciliables. Pero si aplicamos el
Principio de Polaridad, encontraremos que no existe un amor absoluto o un odio
absoluto, diferentes uno de otro. Los dos no son más que términos aplicados
a los dos polos de la misma cosa. Empezando en cualquier punto de la escala,
encontramos "más amor" o "menos odio", si ascendemos por ella, o "menos
amor" si por ella descendemos, y esto es cierto, sin importar nada el punto, alto
y bajo, que tomemos como partida. Hay muchos grados
de amor y de odio, y existe también un punto medio donde el agrado y el
desagrado se mezclan en tal forma que es imposible distinguirlos. El valor y el miedo
quedan también bajo la misma regla. Los pares de opuestos existen por
doquier. Donde encontremos una cosa, encontraremos también su opuesta: los dos
polos. Este hecho es el
que permite al hermético transmutar un estado mental en otro, siguiendo las
líneas de polarización. Las cosas de diferente clase no pueden transmutarse unas
en otras, pero sí las de igual clase. Así, pues, el Amor no podrá convertirse
en Este u Oeste, o Rojo o Violeta, pero puede tornarse en Odio, e igualmente
el Odio puede tornarse en Amor cambiando su polaridad. El valor puede
transmutarse en miedo y viceversa. Las cosas duras pueden tornarse blandas, las
calientes, frías, y así sucesivamente, efectuándose siempre la transmutación entre
cosas de la misma clase, pero de grado diferente. Tratándose de un hombre
cobarde, si se elevan sus vibraciones mentales a lo largo de la línea Miedo-valor,
se llenará de valentía y desprecio por el peligro. E igualmente el
perezoso puede hacerse activo y enérgico, polarizándose simplemente a lo
largo de las líneas de la deseada cualidad. Los discípulos
familiarizados con los procedimientos mediante los cuales producen las
diversas escuelas de ciencia mental cambios en los estados mentales de sus seguidores,
quizás, no comprendan fácilmente cuál es el principio que se oculta tras esos
cambios. Pero, no obstante, una vez que se ha entendido el Principio de
Polaridad, se ve inmediatamente que esos cambios mentales son ocasionados por un
cambio de polaridad, por un deslizamiento a lo largo de la misma escala. Este
cambio no es de la naturaleza de transmutar una cosa en otra completamente
diferente, sino que se reduce a un simple cambio de grado de la misma cosa, lo que
es una diferencia importantísima. Por ejemplo, y sacando un ejemplo del Mundo
Físico, es imposible cambiar el calor en agudeza o filosidad, pesadez, elevación,
etc., pero puede ser fácilmente transmutado en frío, con solo amortiguar la
vibración. De la misma manera el odio y el amor son recíprocamente
transmutables, así como el miedo y el valor. Pero el Miedo no puede transformarse
en Amor, ni el Valor en Odio. Los estados mentales pertenecen a
innumerables clases, cada una de las cuales tienen sus polos opuestos, a lo
largo de los cuales es posible la transmutación. Se comprenderá
fácilmente que, tanto en los estados mentales como en los fenómenos del plano
físico, los dos polos pueden ser clasificados como positivo y negativo,
respectivamente. Así, pues, el amor es positivo respecto al odio; el valor respecto al
miedo; la actividad respecto de la inercia, etc. Y también se notará, aun
desconociendo el principio de vibración, que el polo positivo parece ser de grado
superior que el negativo, pudiendo aquel dominar fácilmente a este. La tendencia de la
Naturaleza es en dirección a la actividad dominante del polo positivo. Además del cambio
de los polos de los propios estados mentales mediante la aplicación del arte
de la polarización, el fenómeno de la influencia mental, en sus múltiples
fases, demuestra que el principio puede extenderse hasta abarcar los fenómenos de la
influencia de una mente sobre otra, de lo que tanto ha sido escrito en los
últimos años. Cuando se comprende que la inducción mental es posible, esto es,
que los estados mentales pueden producirse por inducción de los demás, entonces
se verá como puede comunicarse a otra cierta clase de vibración o
polaridad, cambiándose así la polarización de la mente entera. La mayoría de los
resultados obtenidos mediante los "tratamientos mentales" se obtienen según ese
principio. Por ejemplo, una persona está triste, melancólica y temerosa. Un
científico de la mente eleva su propia mentalidad al deseado grado de vibración,
mediante su voluntad previamente ejercitada, y de esta manera obtiene la
polarización requerida en su propia mentalidad. Entonces por inducción, produce
un estado mental análogo en el otro, siendo el resultado que las vibraciones de
éste se intensifican y el paciente se polariza hacia el polo positivo de la
escala, en vez de polarizarse hacia el negativo, y sus temores, melancolía, etc.,
se transforman en valor, contento y parecidos estados internos. Un poco
de meditación sobre el asunto demostrará que esos cambios mentales se
efectúan casi todos a lo largo de las líneas de polarización, siendo el cambio más bien
cuestión que de clase. El conocimiento de
este gran principio hermético permitirá comprender mejor los propios estados
mentales, así como los de los demás. Y se verá que esos estados son puramente
cuestión de grados, y al comprobar el hecho podrá elevar las vibraciones
interiores a voluntad, cambiando su polaridad, haciéndose dueño de sus pensamientos,
en vez de ser su esclavo y servidor. Este conocimiento le permitirá además
ayudar a otros inteligentemente, cambiando, mediante los métodos apropiados,
su polaridad. Es muy conveniente familiarizarse con este principio, porque
su comprensión correcta arrojará muchísima luz sobre problemas difíciles y
oscuros. |
CAPITULO
XI: RITMO
"Todo fluye y
refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la
medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la
izquierda; el Ritmo es la compensación." EL KYBALION. El Quinto Gran
Principio Hermético - El Principio del Ritmo - encierra la verdad de que en todos se
manifiesta una oscilación medida, movimiento de ida y vuelta, un flujo y reflujo,
un movimiento semejante al del péndulo, una marea con suba y baja,
manifestándose siempre entre los dos polos los planos físico, mental y espiritual. El
principio del Ritmo está estrechamente relacionado con el principio de
polaridad, descripto en el capítulo anterior. El ritmo se manifiesta entre
los dos polos establecidos por el principio de polaridad. Esto no significa, sin
embargo, que la oscilación rítmica vaya hasta los extremos de cada polo, pues
esto sucede rarísimas veces. En realidad, es muy difícil establecer los
opuestos polares extremos en la mayoría de los casos. Pero la oscilación
es siempre "hacia" un polo primero, y después "hacia" el otro. Siempre hay una
acción y una reacción, un avance y un retroceso, una elevación y una caída, manifestándose
en todas las cosas y fenómenos del universo. Moles, mundos, hombres,
animales, vegetales, minerales, energías, fuerzas, mente, y materia, y hasta el
mismo espíritu manifiestan este principio. El principio se manifiesta en la
creación y destrucción de los mundos, en la elevación y caída de las naciones, en
la historia de la vida de todas las cosas y, finalmente, en los estados
mentales del hombre. Empezando por las
manifestaciones del Espíritu - el TODO -se verá que siempre hay una Emanación,
seguida de Absorción, "la respiración y la aspiración de Brahm", según
dicen los brahmines. Los universos se crean, alcanzan el punto más bajo de maternidad
y entonces comienzan la oscilación de vuelta. Los soles nacen, alcanzan la
cumbre de su poder, empieza el progreso de su retrogresión y después de eones
sin cuento se convierten en muertas masas de materia, esperando otro impulso que
imparta en ellos nuevas energías internas y que los lleve a un nuevo ciclo de vida
solar. Y así sucede con todos los mundos: nacen, crecen y mueren, sólo para
renacer de nuevo. E igualmente sucede con todas las cosas de cuerpo o forma:
oscilan de la acción a la reacción, del nacimiento a la muerte, de la actividad a
la inactividad, y de nuevo comienza el ciclo. Lo mismo pasa con todos los
grandes movimientos filosóficos, credos de cualquier clase, gobiernos,
naciones, etc.: nacen, crecen, llegan a su madurez, decaen, mueren, sólo para renacer
de nuevo. La oscilación
pendular es evidente por doquiera. La noche sigue al
día y el día a la noche. El péndulo oscila del verano al invierno y de éste
a aquél. Los corpúsculos, átomos y moléculas y todas las masas de materia,
oscilan en torno del círculo que corresponde a su naturaleza. No hay tal reposo
absoluto o cesación de movimiento. Todo movimiento participa del Ritmo. Este
principio es de aplicación universal. Puede ser aplicado a cualquier cuestión
o fenómeno de las muchas fases de la vida. Puede aplicarse a todas las fases de
la humana actividad. Siempre existe la oscilación rítmica de un polo a otro. El
Péndulo Universal está siempre en movimiento. Las mareas de la vida fluyen y
refluyen de acuerdo con la Ley. La ciencia moderna
reconoce el principio del Ritmo, y lo considera de aplicación universal en cuanto
se refiere a las cosas materiales. Pero los herméticos llevan el principio
mucho más allá y saben que sus manifestaciones se extienden a las actividades
mentales del hombre, y que él solo explica la gran sucesión de sus modalidades,
sentimientos y otros cambios contundentes que notamos en nosotros mismos.
Pero los herméticos, al estudiar la operación de este principio, han
descubierto el modo de substraerse a las actividades mediante la Transmutación. Los Maestros
Herméticos descubrieron que en tanto que el principio del Ritmo era invariable, y
evidente en todos los fenómenos mentales, había dos planos de manifestación en lo
que a los fenómenos mentales concernía. Descubrieron que había dos planos
generales de conciencia, el Inferior y el Superior, y este descubrimiento les
permitió elevarse al plano superior, escapando a la oscilación del
péndulo rítmico, que se manifestaba en el plano inferior. En otras palabras, la
oscilación del péndulo se produce en el plano inconsciente y la conciencia no
queda, por consiguiente, afectada. A esta ley la llamaron la Ley de la
Neutralización. Su operación consiste en elevar al Ego sobre las vibraciones del
plano inconsciente de la actividad mental, de manera que la oscilación negativa
del péndulo no se manifieste en la conciencia y no quede uno afectado por ella.
Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y dejar que pase esta por
debajo de uno. El instructor o discípulo hermético se polariza a sí mismo en el polo
requerido, y por un procedimiento semejante a "rehusar" el participar en la
oscilación retrógrada, o si se prefiere, "negando" su influencia sobre
él, se mantiene firmemente en su posición polarizada, y permite al péndulo mental
oscilar hacia atrás en el plano inconsciente. Todo hombre, que en mayor o menor
grado, ha adquirido cierto dominio de sí mismo, realiza esto más o menos
conscientemente, impidiendo que sus modalidades o estados mentales negativos lo
afecten, mediante la aplicación de la ley de la neutralización. El maestro, sin
embargo, lleva esto hasta un grado muchísimo mayor de eficacia y proficiencia, y,
mediante su voluntad, llega a un grado de equilibrio e inflexibilidad
mental casi imposible de concebir por aquellos que se dejan llevar y traer por
el péndulo mental de sus sentimientos y modalidades. Todo pensador
apreciará debidamente la gran importancia del asunto con solo considerar lo
esclavo que, en su mayoría, la gente es de su propio estado de ánimo, sentimientos
y emociones y el poco dominio de sí mismo que tienen. A poco que se medite el
asunto se comprenderá cuanto nos han afectado en nuestra vida esas oscilaciones
del ritmo; como a un período de entusiasmo ha seguido un correspondiente
período de depresión. Igualmente, tenemos
períodos de valor, que son seguidos de períodos de desaliento y miedo.
Y así sucede con todos o la mayoría por lo menos: marea de sentimientos y
emociones se elevan y caen, pero nunca sospechan la causa de ese fenómeno. Si se
comprende la operación de este principio, se obtendrá la clave para dominar esas oscilaciones
y uno podrá conocerse a sí mismo mucho mejor, evitando además el
dejarse llevar por esos flujos y reflujos. La voluntad es muy superior a la
manifestación consciente de este principio, por más que el principio mismo
nunca puede ser destruido. Podremos sustraernos a sus efectos, pero, no obstante,
el principio obrará. El péndulo siempre oscila, si bien podemos evitar el
ser arrastrados por su oscilación. Existen, además,
otras particularidades en la operación de este Principio del Ritmo, de las que
vamos a hablar ahora. Dentro de su operación entra lo que se conoce como ley de
compensación. Una de las definiciones o significados de la palabra
compensación es "contrabalancear", "equilibrar", y en
este sentido se emplea dicho
término en la Filosofía Hermética. A esta ley de compensación se refiere "El
Kybalión" cuando dice: "La medida de la oscilación hacia la derecha es la misma que la
de la oscilación a la izquierda; el ritmo es la compensación". La ley de
compensación es la que hace que la oscilación en una dirección determine otra
oscilación en sentido contrario, y así se equilibran mutuamente. En el Plano Físico
vemos muchos ejemplos de esta ley. El péndulo de un reloj oscila hasta cierto
punto hacia la derecha y de allí vuelve a oscilar hacia la izquierda otro
tanto. Las estaciones se equilibran unas a otras de la misma manera. Las mareas
obedecen a la misma ley. Y la misma ley se manifiesta en todos los fenómenos
del Ritmo. El péndulo que solo hace una oscilación corta hacia la derecha,
hace otra oscilación corta hacia la izquierda. Si la oscilación hacia la
derecha es grande, la oscilación hacia la izquierda lo es igualmente, un
objeto cualquiera arrojado hacia arriba, tiene que recorrer exactamente el
mismo camino de vuelta. La fuerza con que se lanza un proyectil hacia arriba se
reproduce cuando el proyectil vuelve a la tierra. Esta ley es constante en el
Plano Físico, como cualquier referencia a la mayor autoridad científica lo
corroborará. Pero el hermético
lo lleva aun más allá. Y afirma que los estados mentales están sujetos a la misma
ley. El hombre capaz de gozar agudamente, es también capaz de sufrir en igual
grado. El que solo es capaz de escaso dolor, tampoco puede gozar más que escaso
placer. El cerdo sufre mentalmente muy poco; pero, en cambio, tampoco puede gozar
gran cosa: está compensado. Por otra parte, hay animales que gozan
extraordinariamente, pero también su sistema nervioso y temperamento los hacen sufrir
extremos grados de dolor. Igualmente sucede con el hombre. Hay temperamentos que
solo son capaces de muy poco goce, pero entonces solo existe, como compensación,
una capacidad para soportar muy poco dolor, en tanto que otros hombres
pueden gozar intensamente sufren en igual grado. La regla es que la capacidad para
el placer y el dolor en cada individuo está equilibrada. La ley de compensación
opera ampliamente aquí también. Pero el hermético
va más allá aun en esta materia, y afirma que antes de que uno pueda gozar de
cierto grado de placer es necesario que haya oscilado proporcionalmente
otro tanto hacia el otro polo del sentimiento o sensación. El negativo en esta
materia precede al positivo; es decir, que al experimentar cierto grado de
placer no se seguirá que "haya que pagarlo" con un correspondiente
grado de dolor; por el contrario, el placer es la oscilación rítmica, de acuerdo
con la ley de compensación, originada por un grado de dolor experimentado
previamente, bien en la vida actual o en encarnaciones anteriores. Y esto arroja una
nueva luz sobre el problema del dolor. Los herméticos
consideran la cadena de vidas como continua, como simples puertas de una sola vida
del individuo, de suerte que la oscilación rítmica es considerada en esta
forma, mientras que no tendría significado alguno si no se admitiera la
doctrina de la reencarnación. Pero, además, el
hermético sostiene que el maestro o el discípulo avanzado es capaz, en grado
superlativo, de rehuir la oscilación hacia el dolor, realizando el proceso de
neutralización a que aludiéramos anteriormente. Ascendiendo al plano superior del
Ego, se evitan muchas de las experiencias que llegan a los que habitan en
planos inferiores. La ley de
compensación desempeña una parte importante en la vida de los hombres, pues se verá que
uno generalmente paga el precio de lo que tiene o le falta. Si se posee una cosa,
falta otra, y así se equilibra la balanza. Nadie puede guardarse su
centavo y tener al mismo tiempo la torta, todo tiene su lado agradable y
desagradable. Las cosas que uno obtiene siempre las paga con las que pierde. El rico
posee mucho de lo que al pobre le falta, mientras que el pobre posee cosas que
frecuentemente están fuera del alcance del rico. El millonario que gusta de los
festines, y que tiene la fortuna necesaria para satisfacer sus deseos y asegurarse
la satisfacción de su gula, carece del apetito necesario para gustarlos, y
envidia el apetito y la digestión del obrero a quien le falta la fortuna y la
inclinación del millonario, gozando más de su sencillo alimento que el millonario
sin apetito y con el estómago arruinado. Y así sucede con todo en la vida. La ley
de compensación está siempre obrando, equilibrando y contrabalanceando
las cosas continuamente, en la sucesión del tiempo, aunque la oscilación del
ritmo tarde vidas enteras. |
CAPITULO XII: CAUSACION
"Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa;
todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se da a una ley
desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la ley". EL KYBALION. EL Sexto Gran Principio Hermético - el principio de Causa y
Efecto - encierra la verdad de que nada sucede casualmente; que la casualidad es solo
un término que indica la existencia de una causa no reconocida o percibida; que
el fenómeno es continuo, sin soluciones de continuidad. El Principio de Causa y Efecto está tras todo pensamiento
científico, antiguo o moderno, y fue enunciado por los Instructores Herméticos de los
tiempos primitivos. Y si bien han surgido muchas discusiones y disputas entre las
varias escuelas de pensamiento, esas disputas han versado especialmente sobre los
detalles de la operación del citado principio, y también sobre el significado
de determinadas palabras. El inmanente principio de Causa y Efecto ha sido
aceptado como correcto por todos los pensadores del mundo que merecen
realmente tal calificativo. Pensar de otra manera sería sacar el fenómeno del
universo del dominio de la ley y del orden, relegándolo a ese algo imaginario
al que el hombre ha dado el nombre de casualidad. Un poco de meditación evidenciaría que no existe absolutamente
tal casualidad. Webster define la palabra casualidad diciendo que: " es un
supuesto agente o modo de actividad diferente de una fuerza ley o propósito; la
operación o actividad de dicho agente; el efecto supuesto de tal agente; un
suceso, una cosa fortuita, una casualidad, etc." Pero un poco de meditación
demostrará que no puede existir dicho agente casual, en el sentido de algo externo
y fuera de la ley, algo aparte de la causa y del efecto. ¿Cómo podría existir algo actuando en el universo fenomenal,
independiente de las leyes, del orden y de la continuidad del último? Tal agente
sería algo completamente independiente del tren coordinado del universo, y,
por consiguiente, sería superior a él. No podemos imaginar nada
fuera del TODO, más allá de la ley, y esto porque el TODO es precisamente la ley en
sí mismo. No hay sitio en el universo para nada externo o independiente de la
ley. La existencia de algo semejante convertiría a todas las leyes naturales en
inefectivas, y sumergiría al universo todo en el desorden más caótico. Un examen cuidadoso demostrará que lo que llamamos casualidad es
meramente una expresión concerniente a causas oscuras, causas que no podemos
percibir, causas que no podemos comprender. La palabra causa se deriva de una
frase que significa "echar los dados", siendo la idea encerrada que la
caída es meramente una ocurrencia, sin relación con causa alguna. Y en este sentido
suele emplearse la palabra en cuestión. Pero cuando se examina el asunto
detalladamente se verá que no hay tal casualidad absolutamente en la caída de un dado. Cada
vez que cae el dado mostrando cierto número, obedece a una ley tan infalible
como la que gobierna la revolución de los planetas en torno del Sol. Tras la
caída del dado existen causas, o cadenas de causas, eslabones en ininterrumpida
sucesión, hasta donde la mente no puede alcanzar. La posición del dado en la
capa, la suma de energía muscular empleada al arrojarlo, el estado de la mesa,
etc., son otras tantas causas cuyo efecto puede verse. Pero, tras éstas, hay
encadenamiento de causas invisibles precedentes, todas las cuales obran sobre el
número que el dado debe mostrar en su cara superior. Si se arrojan los dados un gran número de veces, se verá que los
puntos marcados son casi iguales, esto es, que habrá igual número de unos, de
dos, etc. Arrójese una moneda al aire, y al caer dará cara o cruz. Pero si se
arroja un número de veces suficiente, las caras y las cruces se igualarán. Pero todo
cae bajo la operación de la Ley de Causa y Efecto, y si pudiéramos examinar
todo el eslabonamiento de causas veríamos claramente que era
sencillamente imposible que el dado cayera en otra forma que en la que cayó, bajo las mismas
circunstancias y al mismo tiempo. Siendo las mismas causas, se produce siempre
el mismo resultado. Toda ocurrencia tiene su causa y su porqué. Nada
ocurre sin causa, o, mejor dicho, sin una cadena de causas. Al considerar este principio muchos se quedan confusos, porque
no pueden explicar como una cosa puede ser causa de otra, esto es, ser la
primera creadora de la segunda. En realidad, ninguna cosa puede producir o crear
otra. La causa y el efecto residen meramente en los sucesos. Un suceso o
acontecimiento es lo que viene, llega u ocurre como consecuencia o resultado de un
acontecimiento o evento anterior. Ningún acontecimiento crea otro, sino que no es
nada más que el eslabón precedente en la gran cadena coordenada de sucesos que
fluyen de la energía creadora del TODO. Hay una continuidad de solución entre
todos los acontecimientos precedentes, consecuentes y subsecuentes. Existe
siempre una relación entre todo lo que ha pasado y todo lo que sigue. Una
piedra se desprende de la montaña y se aplasta contra el tejado de una
granja situada en el valle vecino. A primera vista parece obra de la casualidad;
pero si se examina la materia se encontrará una gran cadena de causas tras
ese acontecimiento. En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la
tierra que sostenía a la piedra, permitiéndole así caer; antes de esa causa
estaba la influencia precedente del Sol y de otras lluvias, las que
gradualmente fueron desintegrando la piedra de la roca; antes aun, estaban las
causas que contribuyeron o produjeron la formación de la montaña y su
elevación sucesiva por medio de las convulsiones de la Naturaleza, y así ad
infinitum. Además podemos revisar las causas de la lluvia, podemos
considerar la existencia del tejado. En una palabra, pronto nos encontraríamos envueltos
en un laberinto de causas y efectos del que pronto tendríamos que luchar para
escaparnos. Así como un hombre tiene dos padres y cuatro abuelos y ocho
bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente, de manera que al
cabo de cuarenta generaciones se calcula el número de antecesores en muchos
millones, así también suceden con el número de causas que subyacen tras el suceso o
fenómeno más nimio, tal como el paso de un liviano trocito de carbón llevado
por el viento. No es nada fácil seguir la pista de esa partícula de hollín
hasta los primitivos períodos de la historia del mundo, cuando formaba parte de un
macizo tronco, que más tarde se convirtió en carbón, y así sucesivamente, hasta el
momento en que pasaba volando ante nosotros en busca de otras muchas aventuras.
Y una poderosísima cadena de acontecimientos, de causas y efectos, la
llevó hasta su actual condición, y ésta no es más que uno de los tantos sucesos
de la cadena, y que seguirán produciendo más y más eventos durante centenares y
centenares de años a contar desde ahora. Una de las series de acontecimientos
originados por esa partícula de hollín flotante ha sido el escribir estas
líneas, lo que ha obligado a un tipógrafo a realizar cierto trabajo; esto
despertará en vuestras mentes ciertos pensamientos, así como en las de los demás, los
que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente, hasta donde la mente no
puede alcanzar, y todo por el simplismo vuelito de una partícula de hollín, todo
lo cual muestra la relatividad y asociación de las cosas y la deducción
consiguiente de que nada hay grande ni pequeño en la mente que todo lo creó. Meditemos un momento. Si cierto hombre no hubiera encontrado a
cierta mujer en la obscura Edad de Piedra, vos, que estáis ahora leyendo estas
líneas, no estaríais ahora aquí. Y si, quizá, la misma pareja no se hubiera
encontrado, los que escribimos estas líneas tampoco estaríamos aquí. Y el mismo
hecho de que nosotros, por nuestra parte, escribamos, y de que vos leáis por
la vuestra, afectará no solamente nuestras propias vidas, sino que también
tendrá un efecto directo o indirecto sobre muchas otras personas que viven
actualmente o que vivirán en las edades por venir. Todo pensamiento generado en
nuestra mente, todo acto realizado, tiene sus resultados directos e indirectos,
que se eslabonan coordinadamente en la gran cadena de Causas y Efectos. No deseamos entrar a discutir sobre el libre albedrío y el
determinismo, en esta obra, por múltiples razones. entre otras muchas, la principal es
que ningún lado del asunto es completamente exacto, siendo en realidad ambos
parcialmente verdad, de acuerdo con las enseñanzas herméticas. El Principio
de Polaridad demuestra que ambos aspectos son semiverdades: los opuestos
polos de la verdad. La verdad es que el hombre puede ser a la vez libre y limitado
por la necesidad, dependiendo todo del significado de los términos y de la altura
de la verdad desde la cual se examine el asunto. Los antiguos escritores
expresaban el punto diciendo que: "Cuanto más lejana está la creación del
Centro, tanto más limitada está. Cuanto más próxima está del Centro, tanto más libre
está". Los hombres en su mayoría, son más o menos esclavos de la
herencia, del medio ambiente, etc., y manifiestan muy poco libre albedrío. Se ven
arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, así
como también por sus emociones, sentimientos y modalidades. No manifiestan el
menor dominio de sí mismo que merezca ese nombre. Y con indignación rechazan esa
afirmación diciendo: "Yo puedo obrar ciertamente con plena libertad y
hacer lo que se me dé la gana; hago precisamente lo que quiero hacer". Pero no
pueden explicar por qué o de donde viene el "necesito" y me "gusta".
¿Qué es lo que les hace querer una cosa con preferencia a otra? ¿Qué es lo que les hace
"gustar" una cosa y no otra? ¿No hay ninguna "razón" para sus
"gustos" y "necesidades"? el maestro puede transformar los "agrados y "necesidades" en
otros en el extremo opuesto de su polo mental. Puede y tiene la capacidad de "querer,
querer" en vez de querer porque algún sentimiento, modalidad, emoción o sugestión del
medio ambiente despierte en él una tendencia o deseo de hacer tal o cual cosa. La mayoría de los hombres es arrastrada como si fuera una
piedra, obedeciendo al medio ambiente, a las influencias externas y a las modalidades,
deseos y emociones internas, etc., por no hablar de los deseos y
voluntades de los demás que son más fuertes. La herencia, el medio ambiente y las sugestiones
los arrastran sin la menor resistencia por su parte, sin que
ejerciten en modo alguno su voluntad. Movidos como las fichas en el tablero de
ajedrez de la vida, desempeñan su parte y se quedan a un lado después del juego.
Pero los Maestros, que conocen las reglas del juego, se elevan por encima del plano
de la vida material, y colocándose en contacto con los poderes superiores
de sus naturalezas dominan sus propias modalidades, caracteres,
cualidades y polaridades, así como el medio ambiente que los rodee,
haciéndose en esta forma directores del juego en vez de meras fichas: Causas en vez de
Efectos. Los Maestros no se libran de la causación en los planos superiores,
sino que están bajo el contralor de esas más elevadas leyes, y haciendo uso de
estas se hacen dueños de las circunstancias en los planos inferiores. De esta
manera forman una parte consciente de la Ley, en vez de ser sus ciegos
instrumentos. Mientras obedecen y sirven en los Planos Superiores, dominan y son dueños
del plano material. Pero, tanto arriba como abajo, la Ley está siempre en operación.
No existe tal casualidad o azar. La ciega diosa ha sido abolida por la razón.
Ahora podemos ver, con ojos iluminados por el conocimiento, que todo está
gobernado por la ley universal y que el infinito número de leyes no es más que
manifestaciones de la Única Gran Ley: la Ley que es el TODO. Es, pues, muy cierto que
ni siquiera un gorrión deja de estar presente en la Mente del TODO, que hasta
los cabellos de nuestra cabeza están contados, según dicen las escrituras. Nada
hay fuera de la ley; nada ocurre en contra de ella. Pero, a pesar de ello, no se
vaya a caer en el error de que el hombre es un autómata ciego, al contrario. La
doctrina hermética dice que el hombre puede emplear la Ley contra las
leyes, que lo superior siempre prevalecerá contra lo inferior, hasta que el
hombre haya alcanzado aquel estado en el que buscará refugio en la LEY misma
y podrá evadirse de todas las leyes fenomenales. ¿Se puede comprender el
significado íntimo, interno, de esto?. |
CAPITULO XIII: GENERO "El género está en todo, todo tiene su principio masculino
y femenino; el género se manifiesta en todos los planos". EL KYBALION. EL Séptimo Gran Principio Hermético - el Principio de Género -
encierra la verdad de que el género se manifiesta en todas las cosas, de que
los principios masculinos y femeninos están siempre presentes en plena
actividad en todos los fenómenos y en cada uno de los planos de la vida. En este punto
es bueno llamar la atención sobre el hecho de que el Género, en su sentido
hermético, y el sexo, en la acepción ordinariamente aceptada del término, no son lo
mismos. La palabra "género" deriva de la raíz latina que
significa "concebir, procrear, generar, crear, producir". Un momento de consideración
sobre el asunto demostrará que esa palabra tiene un significado mucho más amplio
y general que el término "sexo", pues este se refiere a las
distinciones físicas entre los seres machos y hembras. El sexo no es más que una mera
manifestación del Género en cierto plano del Gran Plano Físico: el de la vida orgánica.
Es necesario que esta distinción se imprima en la mente, porque ciertos
escritores que han adquirido algunas nociones de filosofía hermética han tratado de
identificar este séptimo principio con estúpidas y a veces reprensibles
teorías y enseñanzas concernientes al sexo. El oficio del género es solamente el de crear, producir,
generar, etc., y sus manifestaciones son visibles en todos los planos fenomenales. Es
un tanto difícil aportar pruebas de esto siguiendo las líneas
científicas, porque la ciencia no ha reconocido todavía a este principio como de
aplicación universal. Pero, así y todo, van produciéndose algunas pruebas provenientes
de fuentes científicas. En primer lugar, encontramos una manifestación
distinta del Principio del Género entre los corpúsculos, iones o electrones,
que constituyen las bases de la materia como la ciencia lo reconoce actualmente,
y que, al constituir determinadas combinaciones, forman el átomo, que
anteriormente se consideraba como el punto final e indivisible. La última palabra de la ciencia es que el átomo está compuesto
por una multitud de corpúsculos, electrones o iones (diversos nombres de la misma
cosa), que giran unos en torno de otros y vibran con un elevado grado de
intensidad. Pero se postula además que la formación del átomo se debe realmente a
que los corpúsculos negativos se pongan a girar en torno de uno
positivo. Los corpúsculos positivos parecen ejercer cierta influencia sobre
los negativos, impulsando a estos a constituir ciertas combinaciones que dan
como resultado la "creación" o "generación" de un átomo. Y
esto está perfectamente de acuerdo con las más antiguas enseñanzas herméticas, que han identificado
siempre al principio masculino del género con lo "positivo" y al
femenino con lo "negativo", como en la electricidad, por ejemplo. Puédese agregar ahora que la mente pública se ha formulado una
impresión completamente errónea sobre las cualidades del llamado
"polo negativo" de la materia electrizada o magnetizada. Los términos positivos y
negativos han sido pésimamente aplicados a este fenómeno. La palabra
"positivo" significa algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del negativo.
Pero nada está más lejos de los hechos reales de los fenómenos eléctricos.
El polo negativo de la batería es realmente el polo en y por el cual se
manifiesta la generación o producción de formas y energías nuevas. Nada hay de
"negativo" en él. Los hombres de ciencia de mayor autoridad están actualmente
empleando la palabra "cátodo" en vez de "negativo",
derivando cátodo de una raíz griega que significa "desciende, el recorrido o camino de la
generación", etc. Del cátodo emerge el torbellino de electrones o corpúsculos; del mismo polo
surgen esos maravillosos "rayos" que han revolucionado las
concepciones científicas durante la pasada década. El polo catódico es la madre de todos los
extraños fenómenos que han convertido en inútiles a los antiguos libros de texto y
que han hecho que teorías mucho tiempo aceptadas hayan sido relegadas al
montón de los desechos de las especulaciones científicas. El cátodo, o polo
negativo, es el principio madre de los Fenómenos Eléctricos y de las más sutiles
formas de materia que la ciencia conoce actualmente. De manera, pues, que
existen poderosas razones que impulsan a rechazar el término
"negativo", insistiendo en sustituirlo por la palabra "femenino" en vez del
término antiguo. Los hechos nos conducen a esto, sin tener en cuenta para nada la doctrina
hermética, y, por consiguiente, emplearemos la palabra "femenino" en vez
de "negativo" al hablar de dicho polo de actividad. Las últimas enseñanzas científicas dicen que los corpúsculos o
electrones creadores son femeninos. (La ciencia dice que "están
compuestos por electricidad negativa" y nosotros que están compuestos por energía
femenina). Un corpúsculo femenino se destaca, o mejor dicho, deja a un
corpúsculo masculino y comienza una nueva carrera. Activamente busca una unión con un
corpúsculo masculino, animado por el impulso natural a crear nuevas formas
de materia o energía. Cierto autor va aun más lejos y dice que
"enseguida busca, por su propia voluntad, una unión"... este desprendimiento y
unificamiento forman la base de la mayor parte de las actividades en el mundo químico.
Cuando un corpúsculo femenino se une a otro masculino, empieza determinado
proceso. Las partículas femeninas vibran más intensamente bajo la influencia
de la energía masculina y giran rápidamente en torno de esta última. El
resultado es el nacimiento de un nuevo átomo. Este nuevo átomo está compuesto
realmente por una unión de electrones masculinos y femeninos, pero cuando la unión
se efectúa el átomo es una cosa separada, que posee ciertas propiedades, pero
que ya no manifiesta más la propiedad de electricidad en libertad. El
proceso del desprendimiento o separación de los electrones femeninos se
llama "ionización. Estos electrones o corpúsculos son los obreros más activos en el
campo de la Naturaleza. De sus uniones o combinaciones surgen las diversas
manifestaciones de la luz, del calor, de la electricidad, del magnetismo, de la
atracción, de la repulsión, de las afinidades químicas y sus contrarios, así como
otros fenómenos de índole similar. Y todo surge de la operación del principio de
género en el plano de la energía. El papel del principio masculino parece ser el de dirigir a
cierta energía inherente hacia el principio femenino, poniendo así en actividad
el proceso creador. Pero el principio femenino es el único que ejecuta
siempre el trabajo activo creador en todos los planos absolutamente. Pero, sin
embargo, cada principio es incapaz de energía operadora sin la ayuda del otro.
En algunas de las formas de la vida los dos principios se combinan en un solo
organismo. Por esta razón, todo en el mundo orgánico manifiesta ambos géneros:
siempre está el principio masculino presente en la forma femenina. Las
enseñanzas herméticas comprenden en gran parte la operación de los dos principios del
género en la producción y manifestación de las diversas formas de energía,
etc., pero no es necesario entrar en detalles sobre el mismo en este asunto, pues
no es posible endosarlas momentáneamente con pruebas científicas que aun no
existen, debido a que la ciencia no ha progresado todavía suficientemente. Pero el
ejemplo expuesto sobre los fenómenos de los electrones o corpúsculos
demuestra que la ciencia está en el verdadero camino y también da una idea
general sobre los principios subyacentes. Algunos investigadores científicos han anunciado su creencia de
que, en la formación de los cristales, se encuentra algo que corresponde a
una especie de actividad sexual, lo que es una prueba más de la dirección de
donde sopla el viento actualmente sobre el campo de la ciencia. Y cada año que pasa aportará nuevos hechos que corroborarán la
exactitud del Principio Hermético de Género. Se encontrará que el género está
en operación constante, manifestándose en todo el campo de la materia
inorgánica, así como en el campo de la energía o fuerza. La electricidad se considera
actualmente como "algo" en lo que todas las demás formas de energía se
mezclan o disuelven. La Teoría Eléctrica del Universo es la última doctrina científica
emitida, y está adquiriendo rápidamente gran popularidad y aceptación. Y de esto
se deduce que, si hemos podido descubrir en el fenómeno de la electricidad, en
la misma raíz o fuente de sus manifestaciones, una evidencia clara e inequívoca
de la presencia del género y de sus actividades, se puede afirmar sin miedo que
la ciencia llegará, últimamente, a ofrecer pruebas de la existencia, en
todos los fenómenos del universo, de ese gran principio hermético: el Principio de
Género. No es necesario perder el tiempo hablando del conocido fenómeno
de la "atracción y de la repulsión" de los átomos, de la afinidad química,
de los amores y odios de las moléculas, de la atracción o cohesión entre las
partículas de la materia. Esos hechos son harto conocidos como para exigir mayores comentarios.
Pero, ¿ se ha pensado alguna vez en que todas esas cosas no son más que
manifestaciones del principio de Género? ¿No se ve claramente que el fenómeno es
general, trátese de corpúsculos, moléculas o electrones? Y todavía más: ¿no es
enteramente razonable y lógica la enseñanza hermética que afirma que la misma ley de
la gravitación - esa extraña atracción por la cual todas las partículas y cuerpos
en el universo tienden unos hacia otros - no es sino otra manera de
manifestarse del principio del género, que opera en la dirección de atraer las energías
masculinas hacia las femeninas y viceversa? No es posible ofrecer pruebas
científicas por el momento, pero si se examinan los fenómenos a la luz de las
doctrinas herméticas sobre el asunto se verá que no existe hipótesis alguna mejor que
la actual, que explique los problemas. Sométanse todos los fenómenos físicos a
la prueba, y se verá que el principio del género se hace evidente. Pasemos ahora a considerar la operación de este principio en el
plano mental. Muchos hechos interesantes están esperando nuestro examen. |
CAPITULO
XIV: GENERO MENTAL
Los estudiantes de
psicología que han seguido atentamente el tren del pensamiento moderno
en lo que respecta a los fenómenos mentales habrán quedado extrañados de la
rara insistencia de la idea o concepto de la dualidad mental que se ha
manifestado tan fuertemente durante los diez o quince años últimos, y que ha dado origen
a gran número de plausibles teorías concernientes a la naturaleza y
constitución de esa "doble mente". El difunto Thomson J. Hudson alcanzó gran
popularidad en 1983 al enunciar su conocida teoría sobre las "mentes
objetiva y subjetiva", que, según sostenía, existían en cada individuo. Otros autores han
llamado igualmente la atención con sus teorías referentes a las mentes
"consciente y subconsciente", mentes voluntaria e involuntaria,
mente activa y pasiva,
etc. Esas teorías podrán diferir según cada autor, pero siempre queda el principio
básico que es el de la dualidad mental. El estudiante de la
filosofía hermética se siente tentado por la sonrisa cuando lee y oye hablar de
esas numerosas teorías nuevas, respecto a la dualidad d3e la mente, adhiriéndose
cada escuela tenazmente a su propia doctrina, proclamando cada una con empeño
que ha sido ella la que ha descubierto la verdad. El estudiante que
hojee el libro de la historia oculta encontrará en su mismo principio
referencias a las antiguas enseñanzas herméticas sobre el principio del género. Y si
prosigue su examen, encontrará que esa antigua filosofía conoció el fenómeno
de la dualidad mental y la explicó mediante la teoría del género en la mente.
Este concepto del género mental puede ser explicado en pocas palabras a los
estudiantes que ya se han familiarizado con las teorías modernas que aluden al
mismo. El principio masculino de la mente corresponde a la llamada mente objetiva,
mente consciente, mente voluntaria o activa, etc., en tanto que el principio
femenino corresponde a la llamada mente subjetiva, subconsciente, involuntaria,
pasiva, etc. Por supuesto, la
enseñanza hermética no concuerda con las muchas teorías modernas
concernientes a las dos fases de la mente, ni admite muchos de los hechos proclamados
por esas escuelas en apoyo de ese doble aspecto. Si indicamos la base de la
concordancia es para facilitar al estudiante la asimilación de los conocimientos
adquiridos con anterioridad sobre la filosofía hermética. Los estudiantes de
Hudson conocerán la proposición que se hace en el principio del segundo capítulo de
su obra "The Law of Psychic Phenomena" (la Ley de los Fenómenos
Psíquicos), que dice: "la jerigonza mística de los filósofos herméticos expresa
la misma idea general"... o sea la dualidad de la mente. Si el doctor Hudson se
hubiera tomado el trabajo de descifrar algo más "la jerigonza mística
de la Filosofía Hermética" hubiera recibido mucha luz sobre el punto de la
dualidad de la mente; pero entonces, quizás, su obra más interesante no hubiera sido
escrita. Consideremos ahora las enseñanzas herméticas concernientes al
género mental. Los instructores
herméticos imparten enseñanzas concernientes a este punto, pidiendo a sus
discípulos que se atengan al proceso de su propia conciencia, a su propio yo. El
discípulo fija entonces su atención internamente sobre el ego que está en cada
uno de nosotros. Cada estudiante ve que su propia conciencia le da como primer
resultante de la existencia de su yo: "Yo Soy". Esto, al principio, parece
ser la palabra final de la conciencia, pero un examen ulterior desprende el hecho
de que esto "yo soy" puede separarse en dos partes distintas o aspectos que, si
bien trabajan al unísono y en conjunción, sin embargo puede ser separadas en la
conciencia. Si bien al
principio parece que solo existe un único Yo, un examen más cuidadoso revela que existe
un "yo" y un "mí". Este par mental difiere en
características y naturaleza, y el
examen de esta, así como de los fenómenos que surgen de la misma, arrojan gran
luz sobre muchos de los problemas de la influencia mental. Comencemos
considerando el "mí", que generalmente se confunde con el
"yo", si no se profundiza mucho
en los recesos de la conciencia. El hombre piensa de sí mismo (en su
aspecto de "mí" o "me") como si estuvieran compuesto por
ciertos sentimientos,
agrados, gustos, y disgustos, hábitos, lazos especiales, características,
etc., todo lo cual forma su personalidad, o el ser que conoce él mismo y los
demás. El hombre sabe que estas emociones y sentimientos cambian, que nacen y mueren,
que están sujetos al principio del Ritmo y al de la Polaridad, cuyos
principios lo llevan de un extremo a otro. También piensa de sí mismo como cierta
suma de conocimientos agrupados en su mente, que forman así una parte de él. Éste es el
"mí" o "me" del hombre. Pero quizás hemos
precedido demasiado aprisa. El "mí" de muchos hombres está compuesto en gran
parte de la conciencia que tiene de su propio cuerpo y de sus apetitos físicos,
etc. Y, estando su conciencia limitadas en alto grado a su naturaleza
corporal, prácticamente "viven allí2. Algunos hombres van tan allá en esto que consideran
su apariencia personal como parte de su "mí", y realmente la consideran parte de
sí mismo. Un escritor dijo con mucho humorismo en una oportunidad que el
hombre se compone de tres partes: "Alma, cuerpo y vestidos". Y esto haría que
muchos perdieran su personalidad si se les despojara de sus vestidos. Pero, aun
aquellos que no están tan estrechamente esclavizados con la idea de su
apariencia personal, lo están por la conciencia de sus cuerpos. No pueden concebirse
sin él. Su mente les parece que es algo "que pertenece" a su cuerpo, lo que, en
muchos casos, es realmente cierto. Pero conforme el
hombre adelanta en la escala de la conciencia, va adquiriendo el poder de
desprender a su "mí" de esa idea corporal, y puede pensar de su cuerpo que es algo
"que pertenece" a su propia parte mental. Pero aun entonces es muy capaz de
identificar el "mí" completamente con sus estados mentales, sensaciones, etc.,
que siente existen dentro de él. E identificará esos estados consigo mismo, en
vez de estimarlos como simples "cosas" producidas por su mentalidad,
existentes en él, dentro de él y proviniendo de él, pero que, sin embargo, no son él
mismo. Puede comprobar también que esos estados cambian mediante un
esfuerzo volitivo, y que es capaz de producir una sensación o estado de naturaleza
completamente opuesta de la misma manera, y, sin embargo, sigue existiendo siempre
el mismo "mí". Después de un tiempo, podrá así dejar a un lado esos diversos
estados mentales, emociones, sentimientos, hábitos, cualidades,
características y otras posesiones personales, considerándolas como una colección de
cualidades, curiosidades o valiosas posesiones del "no mí". Esto exige mucha
concentración mental y poder de análisis de parte del estudiante. Pero
ese trabajo es posible, y hasta los que no están muy adelantados pueden
ver, en su imaginación, como se realiza el proceso descripto. Después de
realizado ese ejercicio el discípulo se encontrará en posesión consciente de un
"Ser" que puede ser considerado bajo su doble aspecto del
"yo" y de
"mí". El "mí" se sentirá como algo mental en lo que
pueden producirse los pensamientos,
ideas, emociones, sentimientos y otros estados mentales. Puede ser considerado como si
fuera la "matriz mental", según decían los antiguos, capaz de generar
mentalmente. Este "mí" se denuncia a la conciencia poseyendo
poderes de creación y
generación latentes, de todas clases. Su poder de energía creadora es enorme, según
puede sentirlo uno mismo. Pero, a pesar de todo, se tiene la conciencia de que
debe recibir alguna forma de energía, bien del mismo "yo", inseparable
compañero, o bien de algún otro "yo", a fin de que así pueda producir sus
creaciones mentales. Esta conciencia aporta consigo una realización de la enorme
capacidad de trabajo mental y de poder creador que encierra. El estudiante
encuentra pronto que no es todo lo que hay en conciencia íntima, pues ve que existe
un algo mental que puede "querer" que el "mí" obre de
acuerdo con cierta línea
creadora y que, sin embargo, permanece aparte, como testigo de esa creación
mental. A esta parte de sí mismo se le da el nombre del "yo". Y puede reposar en su
conciencia a voluntad. Allí se encuentra, no una conciencia de una capacidad de
generar y crear activamente en el sentido del proceso gradual común a las
operaciones mentales, sino más bien de la conciencia de una capacidad de
proyectar una energía del "yo" al "mí":
"Querer" que la creación mental comience y
proceda. También se
experimenta que el "yo" puede permanecer aparte, testigo de las operaciones o
creaciones mentales del "mí". Este doble aspecto existe en la mente de toda
persona, el "yo" representa al Principio Masculino del género mental, y el
"mí" al Principio Femenino. El "yo" representa el aspecto
de Ser; el "mí"
el aspecto de "devenir". Se notará que el principio de
correspondencia opera en este plano
lo mismo que en el que se realiza la creación del Universo. Los dos son
parecidos, si bien difieren enormemente de grado. "Como arriba es abajo, como abajo
es arriba". Estos aspectos de
la mente - los principios masculinos y femeninos - el "yo" y el "mí" -
considerados en relación con los fenómenos psíquicos y mentales ya conocidos, dan la
clave maestra para dilucidar la operación y manifestación de esas nebulosas
regiones de la mente. El principio del género mental aporta la verdad que se
encierra en todo el campo de los fenómenos de influencia mental. La tendencia del
principio femenino es siempre la de recibir impresiones, mientras que la
tendencia del masculino es a darlas o a expresarlas. El principio femenino
tiene un campo de acción mucho más variado que el masculino. El principio
femenino conduce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas,
incluso la obra de la imaginación. El masculino se contenta con el acto de
"querer" en sus varias fases. Sin embargo, sin la ayuda activa de la voluntad del
principio masculino, el femenino puede contentarse con generar imágenes mentales
que son el resultado de impresiones recibidas del exterior, en vez de producir
creaciones mentales originales. Las personas que
pueden prestar continuada atención a un sujeto emplean activamente ambos
principios mentales: el femenino, en el trabajo activo de la generación mental,
y el masculino en estimular y dar energía a la porción creadora de la
mente. La mayoría apenas hace uso del principio masculino, y se contenta con vivir
de acuerdo con los pensamientos e ideas que se filtran en su "mí" y
provienen del "yo" de otras mentalidades. Pero no es nuestro
propósito detenernos en esta
faz del asunto, cosa que puede estudiarse en cualquier tratado bueno de
psicología, con la clave ya indicada sobre el género mental. El estudiante de
los fenómenos psíquicos conoce la realidad de los maravillosos fenómenos
clasificados como telepatía, influencia mental, sugestión, hipnotismo, etc. Muchos han
buscado explicación a estas diversas fases de los fenómenos, siguiendo las
teorías de dualidad mental promulgadas por los diferentes instructores. Y,
hasta cierto punto, están en lo cierto, porque, realmente existe una
manifestación clara y definida de dos fases distintas de actividad mental. Pero si
esos estudiantes consideran esa dualidad a la luz de las enseñanzas herméticas
concernientes a la vibración y al género mental, verían que la clave tan
buscada la tienen al alcance de la mano. En los fenómenos
telepáticos se ve que la energía vibratoria del principio masculino se
proyecta hacia el principio femenino de otra persona, y que esta última absorbe ese
pensamiento y le permite desarrollarlo y madurarlo. En la misma forma obra la
sugestión y el hipnotismo. El principio masculino de una persona da la
sugestión dirigiendo una corriente de energía o poder vibratorio hacia el principio
femenino de otra, y ésta, al aceptarla, la hace suya y piensa en consecuencia.
Una idea así alojada en la mente de otra persona crece y se desenvuelve, y a su
tiempo es considerada como una verdadera creación mental del individuo, mientras
que en realidad no es más que el huevo de un cuco puesto en el nido del
gorrión, pues aquel pájaro pone sus huevos en un nido ajeno. El proceso normal es
que el principio masculino y el femenino de una persona obren coordinada y
armoniosamente conjuntamente. Pero, desgraciadamente, el principio masculino del
hombre corriente es demasiado inerte y perezoso para obrar y el y el despliegue de
poder volitivo es muy ligero, y, en consecuencia, la mayoría está dirigida por
las mentes y voluntades de los demás a quienes se permite querer y pensar por
uno mismo. ¿Cuántos pensamientos u obras originales hace el hombre corriente?
¿No es la mayoría de los hombres simple sombra o eco de los que tienen una
mente o voluntad más fuerte que la suya? La perturbación proviene de que el hombre
corriente descansa casi completamente en su conciencia del "mí" y no comprende que,
realmente tiene un "yo". Está polarizado en su principio femenino mental, y
su principio masculino, en el que reside la voluntad, está inactivo e inerte. El hombre fuerte
del mundo manifiesta invariablemente el principio masculino de voluntad, y su
fuerza depende materialmente de este hecho. Y en vez de vivir en las impresiones que
le producen otras mentalidades, domina su propia mente, mediante su
voluntad, obteniendo así la clase de imágenes mentales que quiere y domina y dominando
así también las mentes ajenas de la misma manera. Contémplese un
hombre fuerte y véase como se las arregla para implantar sus gérmenes mentales
en la mente de las masas, obligándolas así a pensar de acuerdo con sus deseos.
Este es el porqué las masas son como rebaños de carneros, que nunca originan una
idea propia ni emplean sus propios poderes y actividades mentales. La manifestación
del género mental puede notarse en todas partes diariamente. Las personas
magnéticas son las que pueden emplear su principio masculino para imprimir sus ideas
sobre los demás. El actor que hace reír o llorar a la concurrencia está
haciendo uso de este principio. Igualmente sucede con el orador, político,
predicador o cualquier o cualquier otro que atraiga la atención pública.
La influencia peculiar que ejerce un hombre sobre otro es debido a la
manifestación del género mental según las líneas vibratorias ya indicadas. En este
principio está el secreto del magnetismo personal, de la fascinación, etc.,
así como también de los fenómenos agrupados bajo el nombre de hipnotismo. El estudiante que
se ha familiarizado con los fenómenos generalmente denominados psíquicos habrá
descubierto la importante parte que desempeña en los citados fenómenos esa
fuerza que la ciencia llama "sugestión", por cuyo término se indica el proceso o
método por el cual se transfiere una idea o se imprime sobre la mente de otro,
obligando así a la segunda mentalidad a obrar concordantemente.
Una verdadera comprensión de la sugestión es necesaria para comprender
inteligentemente los varios fenómenos psíquicos a que la sugestión da origen. Pero aun es
más necesario el conocimiento de la vibración y del género mental, porque todo
el principio sugestivo depende de estos. Los escritores
sobre la materia de sugestión dicen que la mente objetiva o voluntaria es la
que hace la impresión mental, o sugestión, sobre la mente subjetiva o
involuntaria. Pero no describen el proceso ni indican alguna analogía mediante
la cual sea más fácil comprender la idea. Si se contempla el asunto a la luz de
las enseñanzas herméticas, se verá que la energización del principio femenino
por la energía vibratoria del masculino está de acuerdo con las leyes
universales de la naturaleza, y el mundo natural ofrece innumerables analogías que
facilitan la comprensión del principio. En realidad, la doctrina hermética afirma
que la misma creación del universo obedece a dicha ley y que en todas las
manifestaciones creadoras sobre los planos espiritual, mental, y físico, siempre
está en operación el principio de género: la expresión de los principios
masculino y femenino. "Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba". Y aun
más que esto: cuando se comprende este principio se es capaz de clasificar
inteligentemente de inmediato los variados fenómenos psicológicos, en vez de quedarse
confuso ante ellos. El principio realmente trabaja en la práctica, porque
está basado sobre las leyes universales e inmutables de la vida. No entraremos ahora
en una dilucidación detallada de los diversos fenómenos concernientes a la
influencia mental o a la actividad psíquica. Hay muchos libros, en su mayor
parte muy buenos, que se han escrito últimamente sobre el asunto. Los hechos
principales señalados en esas obras son exactos, aunque los diversos autores
tratan de explicarlos por las diferentes teorías de su propia cosecha. El
estudiante puede familiarizarse con estas materias, y utilizando la doctrina del género
mental podrá coordinar convenientemente la masa caótica de teorías y
enseñanzas en conflicto, y podrá, además, adueñarse completamente del asunto si a ello se
sintiera inclinado. El objeto de esta obra no es el de dar una explicación
extensa de los fenómenos psíquicos, sino más bien el de indicar sencillamente la
clave maestra que abre las muchas puertas que conducen al Templo del Saber,
si se desea explorar su interior. Creemos que al examinar las enseñanzas
encerradas en el "Kybalion" es fácil encontrar la explicación de muchas dificultades
que confunden. De nada sirve entrar en detalles referentes a las muchas
características de los fenómenos psíquicos y mentales si al estudiante le son
dados los medios para comprender el asunto que atrae su atención. Con la
ayuda del "Kibalion" se puede entrar en cualquier biblioteca, pues la antigua luz
de Egipto iluminará las páginas confusas y los problemas obscuros. Éste es
el verdadero objeto de esta obra. No venimos a exponer una filosofía nueva,
sino a suministrar las bases fundamentales de la antigua enseñanza universal
que esclarece todas las doctrinas, y que servirá para conciliar todas las
teorías, por diferentes u opuestas que parezcan. |
CAPITULO
XV: AXIOMAS HERMETICOS
"La posesión del conocimiento, si no va acompañada por una
manifestación y expresión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar
metales preciosos: una cosa vana e inútil. El conocimiento, lo mismo que
la fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la vida
sufre por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales". Las enseñanzas herméticas han sido cuidadosamente mantenidas en
secreto, en el corazón de sus afortunados poseedores, por las razones ya expuestas,
pero nunca se pensó en mantenerlas siempre así. La ley del uso está encerrada
en dichas enseñanzas, como puede verse en el párrafo anterior. Si no se emplea
y expresa, el conocimiento es una cosa vana que no puede aportar el menor
beneficio a su poseedor ni a su raza. Guardémonos de toda avaricia mental, y expresemos
en la acción lo que hayamos aprendido. Estúdiense los axiomas y aforismos,
pero practíquenselos también. Damos a continuación algunos de los más importantes axiomas herméticos,
tomados de "El Kybalion", con algunos comentarios agregados.
Que cada uno los haga suyos y los practique y emplee, porque nunca serán realmente una posesión
propia hasta que se los haya llevado a la práctica. "Para cambiar
vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración". Uno puede cambiar sus vibraciones mentales, mediante un esfuerzo
de la voluntad, fijando la atención deliberadamente sobre el estado deseado. La
voluntad es la que dirige a la atención, y ésta es la que cambia la vibración.
Cultívese el arte de estar atento, por medio de la voluntad y se habrá resuelto
el problema de dominar las propias modalidades y estados de la mente. "Para destruir
un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad
y concéntrese a la atención en le polo opuesto al que se desea suprimir. Lo
no deseable se mata cambiando su polaridad". Ésta es una de las más importantes fórmulas herméticas y está basada
sobre verdaderos principios científicos. Ya se indicó que un estado mental
y su opuesto eran sencillamente dos polos de una misma cosa, y que mediante
la transmutación mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos
psicólogos conocen ese principio y lo aplican para disolver los hábitos no
deseables, aconsejando a sus discípulos la concentración sobre la opuesta
cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo tratando de matar el
miedo, sino que debe cultivar el valor, y entonces el miedo desaparecerá. Algunos
autores han expresado esta idea, ilustrándola con el ejemplo de una habitación
oscura. No hay que perder el tiempo tratando de arrojar afuera a la oscuridad,
sino que es machismo mejor abrir las ventanas y dejar entrar la luz, y la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para matar una cualidad negativa es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa misma cualidad, y las
vibraciones cambiarán gradualmente de negativas en positivas, hasta que finalmente
se polarizará en el polo positivo, en vez de estarlo en el negativo.
La inversa es también verdad, porque muchos han encontrado el dolor por haberse
permitido vibrar demasiado constantemente en el polo negativo de las cosas.
Cambiando la polaridad pueden dominarse las modalidades y estados mentales,
rehaciendo toda la disposición propia y construyendo así el carácter. Mucha parte
del dominio que los herméticos avanzados poseen sobre su mentalidad es debida
a la inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más importantes aspectos de la transmutación mental. Recuérdese el axioma hermético,
citado anteriormente, que dice: "La mente, así
como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición,
de polo a polo, de vibración en vibración". Dominar la polaridad significa dominar los principios de la transmutación
o alquimia mental; porque, salvo que se adquiera el arte de cambiar
la propia polaridad, no se podrá afectar el ambiente que nos rodea. Si comprendemos
ese principio podemos cambiar nuestra propia polaridad, así como la
de los demás, siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado, el estudio
y la práctica necesarios para dominar ese arte. El principio es verdad, pero
los resultados que se obtienen dependen de la persistente paciencia y práctica
del estudiante. "El ritmo puede
neutralizarse mediante el arte de la polarización". Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los herméticos
sostienen que el principio del Ritmo se manifiesta en el Plano Mental, así como
en el Plano Físico, y que la encadenada sucesión de modalidades, sentimientos,
emociones y otros estados mentales, son debida al movimiento oscilante del
péndulo mental, que nos arrastra de un extremo a otro. Los herméticos enseñan además
que la ley de la neutralización nos capacita, en gran extensión, a sobreponernos
a la operación del Ritmo en la conciencia. Como ya hemos explicado,
existe un plano de conciencia superior, así como uno inferior, y el maestro, elevándose mentalmente al plano superior, hace que la oscilación del péndulo
mental se manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro,
librando así su conciencia de la oscilación contraria. Ésta se efectúa polarizándose en él Yo Superior, elevando así las
vibraciones mentales del Ego sobre el plano de conciencia ordinario. Es lo
mismo que levantarse por encima de una cosa y permitir que ésta pase por
debajo. El hermético avanzado se polariza en el polo positivo de su ser, él
YO SOY, más bien que en el polo de su personalidad, y, rehusando y negando
la operación del Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia, permaneciendo firme
en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano inferior, sin
cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los individuos
que han alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o no la
ley. Esas personas rehusan sencillamente el dejarse arrastrar por la oscilación,
y afirmando resueltamente su superioridad permanecen polarizados
positivamente. El maestro por supuesto, alcanza un mayor grado de perfeccionamiento
porque comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda
de una ley Superior, y mediante su voluntad adquiere un grado de equilibrio
y firmeza casi imposible de concebir por los que se dejan llevar de un lado a
otro por las oscilaciones de la emotividad. Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no
puede ser destruido, porque es indestructible. Sólo es posible sobreponerse
a una ley equilibrándola con otra, manteniéndose así el equilibrio. Las leyes
del equilibrio operan tanto en el plano mental como en el físico, y
la comprensión de esas leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas, contrabalanceándolas. "Nada escapa
al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causación y uno puede emplear
las leyes del plano superior para dominar a las del inferior". Comprendiendo la práctica de la polarización, el hermético se eleva
al plano superior de causación, equilibrando así las leyes de los planos
inferiores. Elevándose sobre el plano de las causas ordinarias se convierte
uno, hasta cierto punto, en una causa, en vez de ser un simple efecto. Pudiendo
dominar los sentimientos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo, se
puede rehuir gran parte de las operaciones de la ley de causa y efecto en el
plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar, obedeciendo al ambiente que las rodea,
a las voluntades y deseos de algunos hombres más fuertes que ellas, a
los efectos de las tendencias heredades o a las sugestiones u otras causas exteriores,
no siendo más que simples fichas en el tablero de ajedrez de la vida.
Elevándose sobre esas causas, los herméticos avanzados buscan un plano de
acción mental superior, y dominando sus propias cualidades, se crean un nuevo
carácter, cualidades y poderes, mediante los cuales se sobreponen a su ambiente
ordinario, haciéndose así directores en vez de dirigidos. Esos individuos
ayudan a la realización del juego de la vida conscientemente, en vez de dejarse
mover por influencias, poderes o voluntades externas. Emplean el principio
de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él. Por supuesto, aun los
seres más elevados están sujetos a este principio según se manifiesta en
los planos superiores, pero en los inferiores son señores y no esclavos. Según
dice "El Kibalion" "El sabio sirve
en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima
de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él, rige
y ordena. Sin embargo. Al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse
al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera
en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de
aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el
madero que flota en la corriente. Sin embargo el nadador, el sabio y el ignorante,
están todos sujetos a la ley. Aquél que esto comprenda va en el buen camino
que conduce al Adeptado" Para concluir, recordamos nuevamente el axioma hermético que dice
que: "La verdadera transmutación hermética es un arte mental". En dicho axioma el hermético indica que el ambiente externo se
influencia mediante el poder de la mente. El Universo, que es totalmente mental,
puede ser solamente dominado mediante la mentalidad. En esta verdad se encontrará
la explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los diversos
poderes mentales que tanto están atrayendo la atención actualmente, en
pleno siglo XX. Tras toda la enseñanza dad por las diversas escuelas o religiones,
yace siempre constantemente el principio de la substancialidad mental del Universo.
Si éste es mental, en su naturaleza intrínseca, fácilmente se deduce que
la transmutación mental debe modificar y transformar las condiciones
y los fenómenos del Universo, y que la mente debe ser el mayor poder
que pueda afectar sus fenómenos. Si se comprende esta verdad, todos los llamados
milagros y maravillas dejarán de tener punto alguno oscuro, porque la explicación
es por demás clara y sencilla. "Él todo es mente;
el Universo es mental". |
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